Miércoles, 12 de marzo de 2014

Vigilias de Oración
APARICIÓN DE LA VIRGEN MARÍA EN LA CIUDAD DE SANTA FE, ARGENTINA, A LOS VIDENTES FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Y HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Queridos hijos:

Día y noche, vengo al mundo a llamarlos para una tarea mayor.

Necesito formar a los nuevos apóstoles de Cristo, a través de la oración y del Amor de Dios. Para que eso suceda, queridos hijos, sus corazones deben estar abiertos para responder a Mi llamado.

Sepan, que esta es la última vez que Yo estoy entre ustedes, en el fin de un tiempo que se prepara para algo nuevo, antes del regreso de Mi Hijo Jesús.

Por eso, abran sus brazos y acojan en sus corazones Mis Palabras. Son las últimas Palabras que pasarán sobre la faz de la Tierra, preparando a los corazones y a las moradas para el Juicio Final que vivirá toda la Tierra.

Por eso, queridos hijos, ingresen en ese manantial de Misericordia que representa Jesús, abandónense por entero a Su Sacratísimo Corazón. De esa forma, Mis amados, sentirán confianza y plenitud, perderán el miedo y se librarán del pecado.

Dios quiere perdonarlos, queridos hijos. Escuchen este llamado tan importante a la reconciliación.

Los Universos y los Cielos Mayores vienen a auxiliarlos, abran sus ojos a la Luz Mayor que proviene del Padre.

Vean venir desde el Cielo a Mi Sagrado Corazón; porque Yo necesito, en esta era tan importante, de servidores dispuestos a responder a Mi llamado. Así, se librarán de sus preocupaciones y dudas; porque Yo vengo aquí, en esta era, a consolarlos, a reconciliar sus corazones con el Altísimo.

Queridos hijos, Dios Me ha permitido transmitirles estas Palabras, porque es necesario prepararse, en este tiempo, para los grandes cambios que vendrán en sus vidas y en el mundo entero. Por eso, están a tiempo, queridos hijos, de calentar sus corazones en Mi Fuego Maternal.

Quiero derramar, sobre ustedes, Mi Gracia y devoción eterna.

Necesito solo de corazones simples que quieran abrirse a lo nuevo y conocer lo superior, aquello que muchos desconocen en este tiempo, que es el misterio de Dios que quiere revelarse a todos. Pero es necesario, queridos hijos, que haya una respuesta sincera de parte de ustedes.

Yo Soy su Santísima Madre María, la que viene, a lo largo de los siglos, a restaurar y a redimir a la humanidad. Yo preparo hace siglos a la humanidad para el Advenimiento de Mi Hijo, que está próximo en este tiempo.

Por eso, observen sus vidas, observen sus acciones y ejemplos, imiten a Cristo en este tiempo, en lo que ustedes pueden dar de verdad y de corazón.

Queridos hijos, ustedes no saben cuán grande y plena es Mi Gracia por ustedes, Mi Amor eterno por cada uno de Mis hijos. Conozco a la humanidad en profundidad, internamente y externamente. Conozco sus intenciones y súplicas.

Pero ahora, Yo los necesito dispuestos a servir un poco más; están en el gran tiempo de darlo todo, de donarse a los Brazos del Padre Eterno y de sentirse amados de verdad, porque a quien está en Dios nada le faltará.

Queridos hijos, vean el ejemplo de la Sagrada Familia que, en humildad y simplicidad, vivió el misterio de Dios.

Yo los invito a ser humildes y simples, queridos hijos, eso les permitirá dar los pasos en el camino de la conversión y de la redención.

Miren primero, queridos hijos, a sus hermanos, a sus necesidades, para que puedan ayudarlos. Este es un ejemplo fiel de caridad. Yo los invito a servir, de corazón y de alma, en el esfuerzo y en el sacrificio permanente.

Queridos hijos, quiero decirles que Dios los ha escogido, como una nación importante para cumplir una Promesa Suya, en la Nueva Humanidad.

Por eso, las semillas están siendo plantadas en sus corazones. 

Por eso, necesito, queridos hijos, que sus corazones estén fértiles en la oración y que se abran, a través de la oración, a encontrar el camino de la hermandad y de la paz.

Como su Madre del Cielo, solo les pido cosas simples, tan simples que pocos las cumplen. Por eso, los invito, día y noche, a vivir en el universo de la oración para que puedan percibir el fin de los tiempos, que todos ustedes están cruzando en esta época.

Abran sus ojos y sientan el palpitar de Mi Corazón, sientan en sus vidas Mi Amor Materno y Mi protección, Yo los necesito siempre.

 

Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Cada vez que están delante de Mi Presencia, deposito en sus esencias una parte luminosa de Mi Corazón, una molécula de Mi Divina Consciencia. 

Mas en esta noche les pido, hijos Míos, que esta Gracia que les entrego a sus vidas, no la guarden solo para para ustedes mismos. Vayan por el mundo, anuncien Mi retorno a la Tierra, Mi Palabra, que una vez más resuena para despertar a los corazones del mundo.

Con esta Luz que hoy enciendo en sus corazones, iluminen el camino de los que hoy viven en la oscuridad. No teman ser ejemplo para aquellos de Mis hijos que hoy no tienen una referencia; porque veo el mundo desde los Cielos y muchos de Mis hijos se pierden en este tiempo por ignorancia, porque no conocen a Dios y porque no sintieron Mi Amor Maternal, como hoy lo pueden sentir.

Hijos Míos, en esta hora les pido que recorran el mundo, expandiendo a todos los corazones esta Luz que hoy les traigo a sus vidas. 

El Señor Me pidió que viniera a la Tierra a despertar aún más corazones misioneros, porque este mundo necesita de la caridad, necesita del servicio fraterno entre los hermanos, porque la unidad entre los seres, hijos Míos, se está perdiendo en esta Tierra. No permitan que este atributo primordial, que es la unidad que les irradio a partir de Mi Reino, se pierda en el mundo y, a través del servicio, de la caridad fraterna, cultiven en sus corazones y en el corazón del prójimo la unidad, la hermandad y la fraternidad entre los seres, porque en este tiempo el mundo está carente de estos atributos.

Hijos Míos, no los invito a acciones sociales, los invito a compartir, con amor y verdad, la donación profunda de sus corazones; porque aquel que se dispone a servir y entrega todo de sí, al prójimo, descubrirá una grandiosa Gracia que hasta hoy es desconocida para la mayoría de los corazones del mundo.

Hoy, los impulso a que sigan los pasos de San José, a que auxilien a la humanidad a través de la oración, de la caridad, de la entrega de sus vidas, para que muchos más puedan despertar al servicio, al servicio abnegado y verdadero.

Hijos Míos, sus almas tienen sed de donación, pero es necesario que no teman hacerlo, sino que se arriesguen a experimentar un Amor que desconocen y que despierta en el corazón que sirve. 

Cuando se abren a llevar la Presencia de Dios, a través de la caridad, el Señor puede utilizar sus corazones como un puente para la humanidad perdida. Pero necesito que digan sí, que se dispongan a abrir esa puerta, porque la humanidad necesita de corazones despiertos, corazones que en todas las acciones de la vida irradien amor y caridad, que estén siempre dispuestos a suplir la necesidad del prójimo en cualquier momento y en cualquier hora; porque, es de esa forma, hijos Míos, que poco a poco Mi Reino ingresa en la Tierra, que los corazones y las almas se convierten, y la Presencia Divina puede estar entre los seres.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Todos ustedes, queridos hijos, son potenciales hijos consagrados a Mi Inmaculado Corazón y, hace un tiempo atrás, Mi Corazón Inmaculado solicitó la consagración de dos hijas de Argentina que, en el primer momento de sus vidas cuando se encontraron Conmigo y despertaron a Mi llamado, confiaron en Mi Corazón Inmaculado y reconocieron la Presencia de la Madre de Dios en este tiempo, en esta región y también en este país, al cual Yo he visitado con tanto amor y seguiré visitándolo cuantas veces ustedes Me lo permitan.

Recuerden, queridos hijos, calentar sus corazones en Mi Fuego Eterno de devoción. Es necesario que pulse en sus corazones, en la devoción y el servicio, abriendo caminos para los que lo necesitan, redimiendo vidas y curando corazones.

Por eso, llamo, en esta noche de Misericordia y Piedad, a estas hijas para consagrarlas, y a un hijo que también ha respondido a Mi llamado.

Así vean, queridos hijos, como Mi tarea maternal es universal, abraza a los pueblos, a las almas y a las naciones. Mi Misericordia por ustedes es infinita.

Quiero derramar Mi Luz y Mi bendición sobre ustedes.

Queridos hijos, Mi Corazón Inmaculado siempre estará abierto para acogerlos. Yo acepto todos los tipos de consagración, porque ante Mis ojos misericordiosos y piadosos, y ante el Padre Celestial, todas las almas son iguales.

Yo les agradezco por responder a Mi llamado en esta noche.

Aguardo con alegría el encuentro con ustedes mañana, cuando Mis Rayos Celestiales y Universales descenderán profundamente sobre el planeta.

Los amo y los bendigo.

Vayan en paz.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Queremos compartir un pequeño relato sobre la Aparición, para que ustedes también puedan comprender cómo fue que María llegó hoy aquí, a Santa Fe.

María hoy llegó como la Reina de la Paz, una mujer joven, hermosa, con un velo blanco en Su cabeza, una túnica rosa y un manto celeste que la envolvía, llevaba un cinturón dorado, anunciando un símbolo para nosotros: el nacimiento de algo nuevo para la humanidad; estaba descalza, Su sonrisa era cristalina y pura, y sustentaba en sus manos un rosario que Ella hacía mover cada vez que conversaba con nosotros.

Ella vino rodeada de ángeles, quienes le abrieron las puertas para que llegara hasta este lugar y compartiera con nosotros Su Maternidad y Su Amor.

Hoy, María dio un Mensaje muy particular para cada uno de nosotros, que ustedes pudieron escuchar a través de Hermana Lucía y de Fray Elías; porque relatábamos cada cosa que la Madre nos decía, no olvidando ningún detalle de lo que ella nos indicaba en ese momento.

Hoy, comprendimos y sentimos que nuestra Madre, necesita de los argentinos un fuego más caliente que brote del corazón, una devoción que permita concretar aquellos Planes que Dios tiene previstos para esta nación.

Hoy, Ella nos dijo que nos utiliza como Sus instrumentos para que ustedes conscientemente puedan despertar y juntos según nuestra Madre podamos ayudarlos a concretar ese Plan que Dios tiene previsto, que es un Plan a través de la oración, de la caridad, del servicio, de estar atentos a las necesidades del prójimo y de ver las necesidades en cada lugar al que vayamos.

En verdad, nuestra Madre espera que surjan de aquí nuevos apóstoles, que puedan nacer a través del corazón, y que puedan sentir esta situación, este Mensaje de María como algo verdadero.

Hoy, simbólicamente, nuestra Madre María estaba movilizando bastante nuestro corazón, nuestro interno, porque Ella necesita de nosotros para que Su Hijo pueda llegar hasta aquí. Ella viene a preparar este lugar, este planeta, para la llegada de Cristo, pero necesita que nosotros acreditemos que Cristo va a volver primero en nuestros corazones, que lo podamos sentir, que lo podamos llamar.

Hoy, nuestra Madre nos mostró su infinita Gracia y Misericordia, como un manantial, como un río de Luz, que llegaba hasta aquí, a este lugar, y que en un cierto punto se detenía, porque nosotros necesitamos abrir las puertas para que esa Gracia descienda, y eso lo vamos a conseguir según nuestra Madre María, cuando nosotros estemos unidos de corazón fraternalmente.

La Madre necesita vernos unidos como grupo, como consciencias y como almas, para que Ella pueda cumplir lo que tiene previsto hacer en esta nación a través de ustedes, y que de alguna forma ustedes también sean mediadores para que otras consciencias, otros hermanos, puedan recibir la Gracia que necesitan.

Hoy, estuvimos delante de un Mensaje muy profundo, y de un último llamado, como Ella nos dijo. Tenemos que tener presente que esta es una oportunidad única para todos y que como dicen aquí en Argentina y en Uruguay, el tren, el último tren está pasando y nosotros precisamos subir a ese tren para no perder ese impulso espiritual que María nos trae desde Cielo.

Ella espera de cada uno de ustedes una respuesta sincera.

 

¡Gracias, Madre, por cuánto nos das!