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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Es en el silencio de Mi Corazón donde Yo puedo escuchar sus oraciones.
Es en este momento, en el que todos Mis hijos están en Mi Corazón no solo por la situación del planeta y de la humanidad, sino porque ya es el tiempo de la preparación del Retorno de Mi Hijo, el Cristo.
Vengo a su encuentro con un Mensaje de paz, de cura y de reconciliación. El mundo aún no comprendió el Mensaje de los Cielos.
Incansablemente, Yo vengo hacia Mis hijos para llevarlos hacia la Paz de Mi Hijo, hacia la comunión espiritual con Dios. En ese ejercicio, las almas se renovarán y encontrarán fuerzas internas para seguir adelante.
Aunque en este tiempo Yo Me esté retirando, hijos Míos, Mi Presencia no se borrará de sus corazones y vidas.
Deben celar, dentro de ustedes, cada momento compartido Conmigo, cada oportunidad en la que Yo les enseñé sobre el amor y el perdón.
Hacia ese camino Yo siempre los quiero llevar, para que el amor y el perdón una a los corazones, reconcilie las vidas y traiga la paz.
Detrás de Mí, en este día, traigo el Universo, aquel Universo que deben aspirar a encontrar dentro de ustedes: el Universo del Amor de Dios, un Amor que siempre se renueva, un Amor que nunca muere, un Amor que es inmortal.
Es ese Amor del Universo de Dios que trajo Mi Hijo a la Tierra, desde Su Nacimiento hasta Su Ascensión, pasando por Su dolorosa y difícil Pasión.
Es en ese Amor triunfante, hijos Míos, que Yo los quiero ver, un Amor que siempre dice sí, un Amor que es incondicional y vivo, un Amor que entiende y comprende el Plan de Dios.
Su Obra manifiesta una de las tantas vertientes del Amor de Dios, por eso está viva y nunca muere. Es una Obra que siempre impulsará a la renovación, al cambio de la consciencia y a la paz; así muchos más corazones se curarán. Y, a pesar de que no estén aquí, sentirán, a la distancia, la fuerza y el poder de ese Amor que les trae Mi Hijo, el Cristo, por medio de Su Presencia y de Sus Sacramentos.
Hoy, de manera especial y amorosa, los estoy ungiendo con Mi Luz, para que coloquen a Mis pies sus miserias e imperfecciones y para que, en ustedes, permanezca la verdad del Amor de Dios, todo lo que Él ha concebido en ustedes desde el principio hasta el presente.
Hoy comparto con Mis hijos la belleza del Amor de Dios a través de la creación y de la naturaleza. Así, renuévense y encuentren en este momento la oportunidad de recibir Mi Gracia.
Hoy dedico estas palabras, de esta forma, porque he encontrado un lugar especial, un recibimiento especial que siempre he sentido y reconocido.
Es así que los sigo invitando a vivir en Mi simplicidad y humildad, sabiendo que el desafío en este tiempo será más grande de lo que fue, pero que Yo, en el silencio de Mi Corazón y de Mi Vida, estaré allí con ustedes para que en oración se sigan fortaleciendo y cumpliendo con los Designios de Dios.
Mi primera aspiración es que el triunfo de Mi Corazón Inmaculado sea en sus vidas, para después ser en la vida de sus hermanos.
Sigan aspirando a ese momento en el que la victoria del Amor de la Madre de Dios se concretará con la redención de todas las almas.
Sean testimonio de Mi Mensaje, de Mi Palabra y, sobre todo, de Mi Amor incondicional que siempre los nutrirá y los llevará a vivir la Voluntad del Padre, así como Su Sierva lo vivió en el pasado.
Hoy no solo consagro esta imagen de la Virgen de Guadalupe que está a los pies de este árbol sagrado, del jacarandá, sino también consagro este monasterio, el que impulsará y acogerá Mi llamado en la Comunidad de la Virgen María.
Es así que este Centro Mariano, a pesar de estos tiempos difíciles, podrá brillar con toda la Luz que Dios depositó por medio de Sus Gracias en él.
Esta debe ser la Comunidad del corazón, del corazón que siente, del corazón que reconoce, del corazón que sirve, del corazón incondicional, del corazón que proclama la paz y la vive incansablemente.
Es así que en la Comunidad de María todos podrán estar en Mi Corazón, no solo los que vivan aquí, sino también los que no están aquí. Mi Corazón es la casa maternal para todos Mis hijos. Tengo un lugar especial para cada uno de ellos.
Mi Corazón es lo que Yo les puedo ofrecer y legar, es el testimonio de que Dios está aquí, a través de Su Sierva fiel, incansable y eterna.
Divino Padre que estás en los Cielos y en la Tierra, que vives, vibras y te perpetúas en el corazón de Tus hijos, concede a Mis hijos, los que hoy están aquí, la Gracia y la fortaleza de llevar adelante esta tarea, que será colmada por Mi Amor para que, cada día, todos se sientan más dignos hijos de Dios y Mis hijos, hijos de Mi Corazón Inmaculado, hijos de la vida, de la redención.
Que Tu Luz, amado Padre, se haga presente en este momento y que Tu Paz abrace a los corazones para que se sientan en el refugio de Tu Amor para siempre. Amén.
Con simplicidad y austeridad, les agradezco por responder a Mi llamado.
Quisiera aquí, en este lugar, una humilde capilla de oración, en donde la Virgen del Santísimo Rosario de Fátima pueda trabajar silenciosamente por Sus hijos de la Comunidad de María y de todas las Comunidades para que, a través de esta capilla, la energía y el principio de la consagración estén vivos en los corazones que se ofrecen para entregarse a Dios.
A través de esta capilla humilde de oración Yo santificaré a los discípulos de Mi Hijo. Será una capilla de acción de gracias de esta Orden a la Madre de Dios y por todas las órdenes religiosas del mundo.
Mi Corazón siempre los llevará a Dios.
Les agradezco.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Hoy oro para que el Inmaculado Corazón de María ampare en Su interior a las almas perdidas, las que no encuentran el sentido de la propia vida, las que están confusas y no saben el motivo de existir, a las que no conocen el Amor y la Gracia de Dios.
Hoy oro para que el Inmaculado Corazón de María acoja en Su interior a las almas frágiles, a las que luchan por ser fieles, pero que sucumben a las tentaciones del mundo, a las que se pierden en los vicios, a las que ceden al caos y al mal.
Oro para que las almas que claman por auxilio vean los brazos de la siempre Virgen Madre de Dios extendidos al mundo. Que tomen esas manos, firmes y delicadas, que cruzan los universos y los Cielos, ante la Ley de la Justicia, y derraman Misericordia sobre el mundo.
Oro para que el Inmaculado Corazón de María sea conocido, para que las almas sepan reverenciar el Amor de una Madre que detiene las Leyes y la Ira de Dios y clama por Sus hijos más perdidos.
En tiempos de transición y de definiciones, hijos, oro para que las almas comprendan que el Amor de la Virgen María va más allá de toda comprensión humana. Ella toma de las manos hasta a las almas más perdidas y las conduce al Hijo, que las conduce a Dios.
Sepan orar con María Santísima, no solo por la paz, sino también por el perdón, por la esperanza, por la salvación de las almas más pecadoras, porque Ella es, hijos, la que clama al Primogénito para que Él coloque Su atención sobre el agua que debe ser transformada en vino. Ella es quien sustenta la cruz de Sus hijos, quien persevera más allá del dolor, quien se mantiene de pie. Ella es quien les enseña a servir en silencio, a manifestar y a perpetuar el Plan de Dios, aun cuando Dios parezca estar ausente. Ella les enseña a estar en el Padre, en todas las circunstancias, haciendo de la propia vida la puerta hacia el Reino de Dios.
Por eso, oro para que hoy no solo sea honrada, sino, sobre todo, sea vivida la unión con el Inmaculado Corazón de María.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Poemas al Inmaculado Corazón de María
Cuadragésimo poema
Señora de las Gracias,
Expresión infinita de la Humildad
y de la Generosidad de Dios,
que hoy nazca de nosotros
un profundo y verdadero agradecimiento
por todo lo que nos has entregado
con tanto Amor, Devoción y Gracia.
Que de nuestros corazones
solo emane gratitud, reverencia y devoción,
como forma de expresar todo nuestro amor
a la Madre Celeste.
Quisiéramos que en el Cielo
resonaran nuestras voces,
para que los ángeles de la Virgen María
escuchen nuestra sincera proclamación.
Gracias al Universo de Dios
siempre hemos sido bendecidos, purificados
y colmados por la intercesión de Nuestra Señora.
Que tengamos la dicha de poder recordar
cada momento compartido
con los Sagrados Corazones.
Que, en este ciclo de definiciones,
nuestras almas estén volcadas
a la entrega, al amor y al sacrificio
por esta magnífica y humilde Obra de Amor.
Hoy nuestras almas reiteran su gratitud,
porque fuimos bañados por la Luz
del Inmaculado Corazón.
Que la Madre Divina sepa
de nuestro agradecimiento
y del amor que le tenemos de corazón.
Amén.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Un alma que aspiraba a vivir y a expresar la pureza de su corazón, pero que sentía que ese atributo estaba corrupto en su interior, le oraba a Dios pidiéndole que la pureza volviera a emerger, y le cuestionaba al Señor, diciéndole: “Señor, sé que en mí está el atributo de la pureza, porque sé que, al crearme, colocaste esa pureza en mi interior; pero, a lo largo de esta vida, creo que la perdí y no consigo encontrarla. ¿Cómo recobrar la pureza en mi corazón? ¿Cómo amarla y expresarla más que a todas las energías capitales que rodean a nuestros seres?”.
Y, con amor, el Señor le respondió: “Alma pequeña, sí, desde el principio de la vida la pureza habita en tu ser, esa pureza que proviene del Vientre Inmaculado que te creó en el universo infinito de Mi Creación. Esa pureza no se pierde, pero está oculta debido a todas las experiencias humanas que no le permiten expresarse en los corazones de Mis hijos.
Para que ella vuelva a emerger y gane espacio en toda tu consciencia, lo que debes transformar en ti es tu concepto del amor y del amor propio en tu corazón; o sea, alma pequeña, debes amarme más a Mí, a Mi Plan y a Mi Reino que a los hombres y a las cosas del mundo. Pero este amor debe ser verdadero, genuino e incondicional. No debe haber ninguna condición que impongas para amarme y, poco a poco, este amor te hará ver la vida y a cada ser con ojos diferentes.
Es el amor por Dios lo que transforma a las criaturas. Mi Amor en ustedes cambia sus pensamientos y sentimientos, cambia su forma de actuar, cambia sus necesidades y aspiraciones, lava sus ojos y las manchas en sus corazones, haciendo que recobren la pureza.
Es así, alma amada, que no debes buscar vencer a las energías del mundo para expresar esta pureza; porque, si así fuera, estarás en constante batalla y no conocerás la paz. Antes, esfuérzate solo en amarme, de verdad y con entereza, y que crezca en ti Mi Amor. Así encontraras la pureza en tu interior”.
Que este diálogo, hijos, les enseñe que todos los misterios celestiales y la pura expresión de los seres se guardan tan solo en el Amor de Dios. Basta amar al Creador con todo su ser, de verdad e incondicionalmente.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Poemas al Inmaculado Corazón de María
Vigesimonoveno poema
Protectora de todas las almas,
Esperanza Suprema de todos los pobres,
Estrella y Lucero de los últimos tiempos,
Te rogamos, en este momento,
que nos ayudes a encontrar
la Luz misericordiosa de Cristo,
para que podamos ser tocados por Sus poderosos Rayos
y, así, seamos liberados de todas las cadenas
que nos aprisionan.
Eleva nuestro ser, Divina Señora de la Paz,
para que, poco a poco,
vayamos desprendiéndonos de esta condición material,
porque aspiramos ardientemente
a que, con Tu poderosa intercesión,
seamos llevados, ahora y siempre,
al Universo Espiritual.
Queremos estar ante los Tronos del Padre Eterno
para poder alabarlo y glorificarlo,
así como los ángeles lo exaltan eternamente.
Danos la humildad suficiente para que reconozcamos
que, en el vacío total de nuestro ser,
alcanzaremos con esfuerzo el Universo Divino,
aunque estemos presentes en la Tierra.
Madre, Tú eres la Puerta de la Paz.
Que se abran los universos ante Tu Presencia
para que podamos ver la inmensidad
del Universo de Dios y de toda la Creación.
Queremos comulgar con este momento.
Esperamos, algún día,
estar en los Brazos del Padre Celestial.
Amén.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Y aunque fui colocado en el sepulcro, Mi servicio por la humanidad no había terminado.
Hoy doy continuidad para todos, a lo que verdaderamente sucedió en aquellos tiempos durante la dolorosa Pasión de su Maestro y Señor.
Pero para poder entenderlo espiritualmente, en esta tarde ingresarán Conmigo al Universo de Dios, a otro espacio de la manifestación creadora inmaterial y cósmica en donde también se guardó la memoria de todos los hechos sucedidos durante la dolorosa Pasión de su Señor. Preparémonos para este momento.
Coloquen sus almas al servicio del Plan, para que ellas sean las que participen de este momento y guarden en su memoria todo lo que vivirán y experimentarán, acompañando a los registros universales de su Maestro y Señor.
Para ingresar en ese Universo de Dios, bastará que abran la puerta de ese espacio con su palabra y su canción, esa será la llave que permitirá revelarles todo lo que sucederá después.
Ahora, mientras Yo les muestro el Universo de Dios detrás de Mí y a los ángeles que acompañan este momento, porque son los encargados de revelar los registros universales de su Maestro y Señor, deberán entonar la llave musical que les permitirá ingresar en ese espacio de consciencia.
Vamos a entonar "Adonai, Espíritu Santo" hasta que el Señor lo indique, y que Adonai resuene en nuestro interior y en nuestra consciencia para que nuestras almas ingresen en ese espacio. Podemos comenzar.
Canción: "Adonai, Espíritu Santo".
Una vez más.
Volvamos al instrumental anterior.
Estamos en un espacio que no es material, sino espiritual. Estamos dentro de una parte de la Consciencia de Dios que se expresa como una gran Esfera de Luz celeste, en donde los ángeles escriben en nuestras esencias este momento. El centro de ese lugar es una poderosa Esfera de luz dorada que alterna, en su manifestación, diferentes colores y formas, manifestando la belleza más perfecta de la Creación.
Nuestras almas están en el Universo del espíritu, lugar al que siempre aspiraron a llegar y a participar en él.
Nuestras almas participan de ese lugar con su consciencia más sutil y elevada y son invadidas por muchos impulsos que vienen del centro de esa Fuente, donde en pequeños Cristales de Luz, dentro de una Esfera dorada, se guarda la experiencia de nuestro Redentor en la Tierra, los pasajes más importantes y emblemáticos de Su tarea espiritual y cósmica.
Y en el Universo mental, el Universo ultraterrestre, otra parte del plano de la Consciencia de la Creación, también se guarda una copia fiel de ese espacio y lugar, que son otros aspectos de la tarea que Cristo realizó en la Tierra en aquel tiempo.
Sintamos, en este momento, cómo el centro de nuestra alma se conecta y se une a esa gran Esfera dorada que rige el centro de ese espacio de la Creación.
Y por fuera de esa Esfera azul, que nos envuelve y nos protege, veamos a las diferentes Jerarquías angélicas acompañando a Nuestro Señor en este momento.
Pero veamos a Cristo absolutamente transfigurado. Una transfiguración más profunda y completa que la que vivió en el Monte Tabor. Él nos muestra, en este momento, Su verdadera Faz, la consciencia del Cristo Cósmico, llamado Jesús Glorificado.
Vamos a contemplarlo al lado de esa Esfera dorada de Luz y, mientras tanto, dentro de esa Esfera dorada, no perdamos la atención y la sintonía con esos pequeños Cristales de Luz, de cómo giran de forma tan semejante a nuestro ADN, al movimiento de nuestras moléculas y átomos. Estamos ante el aspecto científico de Dios.
Contemplemos a Cristo. Cómo cada parte de Su Ser está iluminada y glorificada, y ha alcanzado una materia transubstanciada y sublimada por el poder del Amor que Él encarnó, por ese Amor que Él expresó a cada uno de nosotros, desde Su Nacimiento hasta Su Ascensión.
Allí se reúnen, a través de Cristo, todas las etapas de Su vida en la Tierra, no solo las etapas de Su vida material, sino también espiritual. Estamos ante la revelación del Cristo Vivo y Glorificado. Todo Su ser es la propia Eucaristía viva, es la gran Reliquia de Dios que se ilumina ante nuestras almas y consciencias, llevando a nuestros seres a una comunión espiritual y cósmica con las Leyes del Universo inmaterial.
En este momento, debemos creer en lo que estamos viviendo y sintiendo, más allá de la distancia o de la separación. La Consciencia Glorificada de Cristo nos une y nos reúne en este momento para vivir esta experiencia.
Veamos a Nuestro Señor levitando en el Universo, dentro de esa gran Esfera celeste de Luz, y nosotros allí dentro, participando conscientemente con todo nuestro ser y consciencia, abriendo nuestra alma para que todo nuestro ser reciba, a través de Cristo, los misterios de las Leyes inmateriales que allí se encuentran en este momento y que son la Leyes que impulsaron a las Leyes materiales, las llamadas Leyes universales. Estamos bajo otra vibración y condición espiritual, mantengamos nuestra conexión y nuestro corazón abierto para esto.
Dejemos que nuestra alma sea invadida por cada uno de esos impulsos lumínicos, que la Consciencia transubstanciada de Cristo nos ofrece en este momento.
Y así, en un acto de profunda gratitud y reverencia, dentro de ese espacio de la Consciencia de Dios, en donde Su aspecto científico está presente, sintámonos en el absoluto vacío, en el completo despojamiento y en la renuncia necesaria para que sea Él, Cristo, el que actúe a través de nuestras almas y no nosotros.
Dentro de esa Esfera dorada de Luz que Él nos presenta y que enciende a través de la palma de Su Mano derecha, Él nos ofrece vivir la Voluntad de Dios.
Él nos coloca ante la visión y el momento consciente de poder reconocer la Voluntad Divina, que surge de la Fuente como una emanación poderosa de Amor y de Unidad.
Por fuera de esa gran Esfera celeste de Luz, vemos aproximarse a San Miguel Arcángel, también con un aspecto transfigurado como un gran guerrero de luz que cuida a los diferentes Proyectos de la Creación. En Su mano derecha vemos una lanza y en Su mano izquierda vemos una balanza que mantiene su equilibrio, su igualdad y equidad.
Contemplemos todos estos símbolos, pero, sobre todo compenetrémonos con esta realidad que Nuestro Señor hoy nos ofrece con toda Su humildad y Amor.
Él coloca, en el centro de cada una de nuestras almas, esos Cristales de Luz que guardan Su energía crística. Nuestras almas se rinden a Sus Pies, no sintiéndose dignas de este merecimiento, pero sí reconociendo la Gracia suprema que las ha traído hasta allí.
Y ahora, esa gran Esfera celeste de Luz se disuelve en el espacio. Cientos de almas, de diferentes partes del mundo, están allí presentes, rindiéndose a los Pies del Redentor, dentro de esa Consciencia de Dios, en donde las Leyes inmateriales actúan y obran por medio de la Ley del Silencio.
Contemplemos la belleza que Dios nos muestra en ese lugar y en ese espacio que es parte de Su Consciencia Universal.
A través de nuestra cabeza, desde el centro de nuestro coronario, se eleva un sutil hilo de luz que nos conecta con ese Universo, en donde está presente nuestra alma.
El Cristo transfigurado no habla a través de las palabras, sino a través de las acciones que hoy lleva adelante con todos nosotros y con toda la humanidad.
Pero Él nos pide algo:
Sean conscientes de lo que están recibiendo y den valor a lo que se les entrega, porque esta será la única vez hasta que Yo retorne al mundo, cuando muchos reconocerán Mi Presencia, aunque muchos otros la negarán.
Los estoy preparando, a través de esto, para ese tiempo. Por esa razón los he traído aquí en consciencia y espíritu, en alma y en esencia, porque es aquí en donde Dios reside dentro de cada uno de Sus hijos.
Quien se vacía, se redime. Quien se rinde, se redime. Quien se entrega a Mí, se redime. Quien Me da su vida, se redime.
Mientras tanto el Universo, a través de las melodías, revela diferentes impulsos de la Creación, semejantes a grandes nebulosas, estrellas o galaxias, que se dibujan en ese firmamento de la Consciencia de Dios, en presencia de los ángeles y de San Miguel Arcángel. Cristo mantiene aún Su Mano derecha próxima a la Esfera dorada de Luz.
Por momentos, somos encandilados e invadidos por explosiones de Luz dorada que hacen invisibles a nuestras almas. Somos bañados por Su Amor-Sabiduría, ese Amor y esa Sabiduría que encarnaron en el mundo, a través de Jesús, para traer la redención al planeta por un solo propósito, el propósito del Amor.
Mientras Jesús se encontraba en el sepulcro, varios aspectos de Su Ser y de Su Consciencia realizaron esta tarea que Él realiza hoy con nosotros, ayudando a diferentes grupos de almas y redimiendo a los infiernos, dando oportunidad y Gracia a todas las estrellas caídas.
Hoy Él nos entrega, por el poder divino de Su Misericordia, estos impulsos de la Fuente espiritual que guarda los registros de toda Su experiencia en la Tierra y de todos los niveles de Su Ser, que se revelan ante nuestras consciencias para que sepamos y reconozcamos que Dios está en todo.
Con mucha suavidad y armonía, traigamos nuestras consciencias a este espacio material, al lugar en donde ahora nos encontramos, y sintamos como toda esa experiencia se guarda en el centro de nuestro ser, en lo más íntimo de nuestro ser interno.
Aún vemos aquí al Cristo glorificado, al Cristo transubstanciado, con todo Su Ser como una misma y única Eucaristía que se ofrece al mundo para su redención y perdón.
Aún vemos, detrás de Cristo, ese Universo y espacio de Dios palpitando.
El Plan universal está centrado en la redención de la humanidad. Por esa razón, el propio Dios se ofreció al mundo a través de Su Hijo, para que la humanidad de aquel tiempo y la humanidad de hoy comprendieran que están aquí por un Propósito divino y no solo por una vida material. Sus células, átomos y el centro de sus seres deben comprender esto, deben afirmarlo para que sus almas gobiernen y lleven adelante las Aspiraciones de Dios y la Voluntad que Él ha determinado para cada uno de Sus hijos.
En este séptimo día de encuentro, veo a la mayoría de las almas vacías de sí. Deben reconocer esto todo el tiempo. Deben resguardarlo de ustedes mismos. Deben preservarlo del mundo, del caos y de la infidelidad. Deben comprometerse con ustedes mismos por el Plan de Dios, porque Dios está esperando actuar a través de Sus hijos, como Él ha actuado a través de los tiempos y de las diferentes razas.
Pero, para que esa decisión que Dios tiene se pueda manifestar, después de todo lo que la humanidad ha recibido a través de los tiempos, le corresponde a la raza de hoy dar el gran y último paso para que esa Voluntad se pueda realizar y concretar. Mientras eso no suceda, la humanidad seguirá sufriendo.
El Reino de los Cielos estuvo en este planeta. El Reino de los Cielos se refleja a través de la naturaleza de este planeta. Cuanto más agresión reciba, mayor dolor sentirá el ser humano. No habrá lugar ni consciencia que pueda suplir ese dolor ni que pueda calmar ese sufrimiento.
Ustedes son seres que provienen de la Fuente. Por eso los he llevado hacia ese lugar predilecto de Dios. Él los ha colocado a todos dentro de Su Corazón, ¿lo han percibido? Es el Amor que surge y emana de la Fuente, el Amor renovador e incansable que hará de cada ser un nuevo ser, por eso su rendición es importante.
No tengan miedo a los cambios. Ábranse a los cambios que llegarán en el fin de estos tiempos. La alegría celestial es la promesa que Dios tiene para cada uno de Sus hijos, y Él hoy cumple Su promesa llevando a todas las almas que escuchan, al recinto de Su Sagrado Corazón, más allá de los errores, de las deudas o de los traumas que cada ser humano pueda estar viviendo y atravesando.
Dios es el eterno incondicional. Su Maestro es el eterno incondicional. El Espíritu Santo que hoy está entre ustedes, es el eterno incondicional.
Cuando la humanidad aprenda a vivir en el amor y no en la indiferencia, a practicar la igualdad, la tolerancia, el respeto y la fe, todo se transformará. Para que eso suceda, Yo retornaré al mundo en el momento más difícil y culminante de la raza. Los días se aproximan para ese acontecimiento.
Hoy le he pedido al Padre que Me diera la Gracia de llevar a cada uno de ustedes hacia dentro de Su Corazón.
Ahora Cristo, colocando Sus Manos en señal de imposición, transfigura Sus vestiduras y toda Su Consciencia en un sutil color rosa. Él nos muestra Su aspecto espiritual de Amor. Aquél que siendo sometido y ultrajado por los hombres durante Su dolorosa Pasión, Su Amor nunca se rindió.
Estamos ante el Amor invencible de Cristo, el Amor que Él, en este momento, irradia al mundo entero, colocando cerca de Su Pecho a nuestro planeta, a toda la humanidad y a los Reinos de la naturaleza.
Hoy Su Amor espiritual e invencible recoge a las almas grupo de diferentes especies animales como las ballenas, que son aniquiladas; como el ganado, que es aniquilado; como las especies que pierden su hábitat; y del Reino vegetal, que es explotado, quemado y destruido en la superficie de la Tierra.
Y más aún, el Amor invencible de Cristo penetra en lo profundo de nuestro planeta y recoge el alma grupo del Reino mineral, cuyos minerales sufren y son destruidos y extraídos con violencia y venganza.
Su Amor también llega, hoy especialmente, para los que viven en esclavitud, en África y en el mundo.
Estamos en el momento y en la Gracia, ante el Amor invencible de Cristo, de pedir perdón por los errores cometidos por esta humanidad contra los Reinos de la Naturaleza; de pedir perdón por nosotros y por nuestros hermanos que están ciegos y que solo quieren el provecho y los beneficios de la Naturaleza.
Ante el Amor invencible de Cristo, pidamos perdón por destruir la Creación y por no valorarla.
Nos postramos ante Cristo para pedir perdón y para que Su Amor triunfe en el mundo por los méritos de Su dolorosa Pasión, por el descenso de Su insondable Misericordia.
Nos podemos levantar, respirar profundo y agradecer.
Hoy vamos, a pedido de Cristo, a ofrecer esta comunión por los Reinos de la Naturaleza, pero también por los que tienen sed en el mundo y no tienen agua para beber y para hidratar sus cuerpos. Pidamos la Gracia de que el Reino de las aguas, desde las entrañas más profundas de la Tierra y por medio de la Madre Naturaleza, conceda la Gracia de hacer brotar vertientes en aquellos lugares en donde abunda la sed. Amén.
Señor, Dios del Universo y de la Vida, Fuente inagotable de Amor y de Verdad, manifestación infinita de la providencia, de la abundancia y de la sabiduría universal, te ofrecemos este Sacramento en nombre de Tu amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, y pedimos la Gracia y la oportunidad de que todo lo que aquí recibimos, más allá de que no lo merecemos, pueda llegar a las almas que aspiran y esperan esta abundancia espiritual que Tú haces descender a la Tierra a través de Tu glorioso Hijo. Amén.
La novena de oración de esta Semana Santa, la Trilogía Espiritual que Yo les he enseñado hace muchos años, ha sido de vital importancia para Mí, porque ha permitido llevar adelante toda esta tarea, sin interrupciones ni obstáculos.
¡Gracias, por aquellos que se esfuerzan de corazón! Mi Paz esté en cada uno de los orantes que sostienen este Plan de Amor.
Por esa razón, en este sábado de Aleluya, para que en el día de mañana sus almas resuciten en espíritu, en gozo y en alegría por tener la Gracia de escuchar la Palabra de Dios, les ofrezco esta Comunión Eucarística cumpliendo Mi promesa de estar con ustedes todos los días, hasta el fin de los tiempos.
Padre, Amor infinito, Consolador y Curador, Te ofrezco este pan para que Tú, bajo el poder de Tu Gloria, lo conviertas en el Cuerpo de Cristo para que hoy, consumando esta tarea espiritual y divina, lo ofrezca a cada uno de Tus hijos y les vuelva a decir: "Tomen y coman, porque este es Mi Cuerpo que es entregado por los hombres para el perdón de los pecados”.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
De la misma forma, te ofrezco el Cáliz de la Redención a Ti, Padre Amado, para que Tú lo transubstancies en la Sangre de Cristo. Por ese motivo, lo vuelvo a ofrecer a los Tuyos, diciéndoles: "Tomen y beban todos de él, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la Nueva Alianza, que es derramada por su Señor hasta los tiempos de hoy, para el perdón de todas las faltas. Hagan esto en Mi memoria".
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
Y ahora, tomándonos todos de las manos, y quien está solo en su casa coloca sus manos en señal de recepción hacia el cielo para que, junto a Nuestro Señor, repitamos esta poderosa oración que Él nos enseñó:
Padre Nuestro (en español).
Padre Nuestro (en inglés).
Que la Paz de Cristo descienda a la Tierra y eleve al Cielo a todas las estrellas caídas.
Que así sea.
Pueden llevar las manos hacia el corazón, porque donde está la unidad no prevalece ninguna enfermedad.
Que la Paz del Reino de los Cielos esté en ustedes y en todo el mundo.
Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Les agradezco por haber compartido esta tarde Conmigo. Guarden en la memoria lo que hoy vivieron.
Conocer el Universo y sus misterios es ingresar en la profundidad del Amor de Dios por la vida; es comprender que, con la misma perfección de detalles con la cual creó los cuerpos de los hombres y de cada criatura de la Tierra, así el Señor creó Su Cuerpo Místico, formado por toda la vida que habita en el Infinito.
La Sabiduría Divina, hijos, los aproxima al Amor de Dios y despierta en sus corazones la semejanza con Él, para que sean cocreadores en la vastedad de la vida, que puedan recrear la Creación infinita del Padre Celestial, renovando con Él y a través de Él todas las cosas.
La Sabiduría Divina les muestra su lugar en el Universo como en el Corazón de Dios; los torna conocedores de la unidad, no solo como virtud, sino como Ley universal y cósmica que les permite retornar al Padre.
Dejen que el conocimiento los transforme y los conduzca más próximos a Dios, en el despertar de Su Amor, en la experiencia de Su Unidad, en la vivencia de Su Gracia, en la manifestación de Su Propósito.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Los bendigo a todos, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Es en el silencio de los mundos internos y en la quietud de las almas en donde se pueden revelar y en donde se pueden mostrar los Misterios de Dios. Esa parte de los misterios que están guardados en la gran consciencia del planeta, en el alma del planeta, en toda la órbita de esta humanidad.
Es allí hacia donde hoy los quiero llevar, para compartir con ustedes esa parte de los misterios que Dios conoce y sabe sobre toda la existencia humana.
Les hablamos, en días pasados, sobre las sagradas civilizaciones de la Tierra que habitaron en este planeta y que convivieron, en armonía y en paz, con toda la naturaleza, alcanzando altos niveles de contacto, y de consciencia con el Universo divino, cósmico e interior; así como también esa unión tan pura y profunda con cada uno de los Reinos de la Naturaleza.
Es por ese camino hacia donde hoy los quiero llevar como preparación para esta próxima Maratón de la Divina Misericordia, en la que como grupo de almas, como grupo de esencias, como apóstoles Míos, deberán seguir orando con toda la convicción del corazón, así como lo hacen hasta ahora, para atraer hacia la humanidad los Divinos Atributos que están guardados en los Libros Sagrados de Dios, y que se reflejan hacia los mundos internos de la gran consciencia de la humanidad.
Es por esa razón, compañeros, que hoy tengo entre Mis Manos el Libro Sagrado de Dios, uno de los tantos libros que guardan los registros de la historia de esta humanidad, dando continuidad al conocimiento sagrado y a las revelaciones que ustedes necesitan, en este tiempo, para poder dar los pasos hacia el Corazón de Dios. Hoy les traigo estos impulsos para que sus corazones se enciendan aún más en el Amor de Dios y en Su Divina Presencia.
En ese recogimiento es en donde se muestra la Verdad, es en donde sus consciencias se pueden enriquecer por el conocimiento que viene del Universo; pero que también viene del planeta, de tiempos remotos, de momentos muy antiguos, en los que la humanidad vivía un momento tan verdadero y profundo en su proceso de contacto con la Creación, algo que no sucede en este tiempo, pero que se da en una minoría de esta humanidad encarnada sobre la superficie de la Tierra.
Este impulso, como los impulsos anteriores, vienen para colocar a cada ser de este planeta, a cada orante y a cada consciencia que confía en Mí, en el camino de retorno hacia el sagrado Proyecto Creador del Padre Celestial.
Yo les traigo la oportunidad de encontrar el camino hacia sus orígenes, no solo desde donde ustedes una vez surgieron de los Sagrados Lagos del Universo, en donde sus esencias prevalecían y mostraban la verdad de la pureza original y del amor original que Dios concibió en ustedes como consciencias, antes de partir hacia las escuelas del Universo y hacia estas escuelas de la vida en la Tierra.
En ese libro, que hoy llevo entre Mis Manos, se encuentra el origen de una civilización, de un pueblo sagrado que habitó en esta región de Canadá y que, muy cerca del Círculo Polar Ártico, estuvo en la mayor soledad, encontrando la unión profunda con Dios, escuchando la Palabra de Dios que venía por intermedio de Sus Mensajeros del Cosmos y recibiendo, conscientemente, los impulsos que abrieron espacio y camino para que la humanidad, mucho pero mucho antes que el pueblo de Israel, pudiera vivir el contacto con lo superior, lo cósmico y lo divino.
Así podrán comprender, compañeros, lo que les estoy hablando en este momento, y desde dónde proviene esa sagrada información que surgió en este planeta, espontáneamente, mucho tiempo después de Adán y Eva; en el que esa civilización, que estaba en Norteamérica, encontró el camino, de una manera espontánea y natural, de vivir ese encuentro permanente con el Universo y con la Creación.
Fue ese pueblo de Norteamérica, anterior a la gran civilización indígena, el que habitó las lejanas tierras de Canadá. Ese pueblo vivió el Proyecto de Dios, lo cumplió, lo realizó paso a paso, siguiendo la guía que venía directamente del Universo a través de los Mensajeros del Cosmos. Y en ese proceso, también ellos evolucionaron y alcanzaron el séptimo grado de evolución de la consciencia.
Podrán comprender, de esa forma, qué fue lo que sucedió en aquel tiempo y cómo la humanidad de hoy no tenía consciencia de esa historia, pero sí el Padre eterno, desde el principio, lo sabía todo.
Esas consciencias, que evolucionaron naturalmente por su condición interior y espiritual, abrieron en aquellos tiempos una gran puerta para que las próximas generaciones de la humanidad, los próximos pueblos y civilizaciones, también tuvieran la oportunidad y la Gracia de tomar consciencia de la realidad invisible y superior que los rodea.
Es así que el Padre le encomendó a uno de Sus Arcángeles acompañar de cerca a ese pueblo y a esa civilización. El Arcángel Uriel envió uno de sus aspectos sublimes y eternos, hacia la dimensión material del planeta. En un estado de consciencia espiritual, álmica y divina, Él se aproximó a ese pueblo para traerles un mensaje y una revelación, ya que ese pueblo no tenía total consciencia de todo lo que existía más allá de su Universo material.
Los gobernantes de las diferentes civilizaciones, de los diferentes pueblos, siempre existieron para guiar a todos los pueblos hacia el camino de la realización del Plan de Dios y, en este caso, en ese pueblo de Norteamérica, que vivía y permanecía próximo al Círculo Polar Ártico, existió un gobernante especial, un hombre sabio pero también humilde, desinteresado del poder, de la autoridad y de la conquista, porque en él y en su pueblo no existían esas energías.
La protección de ese pueblo era la unión con la naturaleza y con el Universo, aunque no lo conocieran todo.
Su sensibilidad despertaba altos grados de amor y les permitía ampliar su consciencia en el servicio recíproco y compasivo entre hermanos.
Fue un pueblo que testimonió la llegada de ese gran Mensajero Celestial, el Arcángel Uriel. Él cultivó en ese pueblo y en sus generaciones futuras el principio fundamental para los mundos internos, que es la fortaleza del espíritu. Ese pueblo alcanzó la fortaleza del espíritu y aprendió cómo sostener esa fortaleza interior por medio de una gran y única llave, que era la fe. En esa fe, el pueblo despertó la confianza en lo desconocido y no tuvo miedo de abrirse a descubrir, a conocer y a comprender lo que estaba más allá de los límites de su consciencia material.
Ese gobernante fue una consciencia que estuvo presente en ese pueblo, pero que en espíritu vino desde el Universo. Uno de los importantes Maestros, que aún acompaña a la humanidad hasta los días de hoy, guió a ese pueblo, tan semejante a un patriarca.
En verdad, el linaje del patriarca comenzó en ese momento para la humanidad, para que después los siguientes patriarcas llegaran a este mundo para guiarlo y gobernarlo con lealtad y sin poder humano.
Allí, en ese pueblo como en ese gran patriarca de la civilización de Norteamérica, del Círculo Polar Ártico, no hubo interferencias, no hubo límites, no hubo obstáculos ni impedimentos, porque la pureza que surgía de sus corazones era tan simple, pero tan profunda, que los hacía humildes ante los Ojos de Dios.
Ese pueblo fue una de las razones principales para que el Padre y todo lo que está debajo de Él, de Su Ley de Jerarquía, pudieran confiar en Sus criaturas, en Sus hijos, y dar continuidad al Proyecto que falló en Adán y Eva.
Fue así que, milagrosamente y sin explicaciones, ese pueblo no tuvo tentaciones, engaños o desvíos; ya que ese grupo de almas de ese pueblo vivía su primera experiencia en este planeta como seres humanos.
Así, podrán comprender lo que les dije al principio, cómo sus esencias surgieron de los Lagos del Universo, las esencias de ese pueblo de Norteamérica también surgieron de Lagos Sagrados.
Así, ellos surgieron de Lagos Sagrados y llegaron a la Tierra en una condición original y de pureza altísima, semejante a la que encarnó María, Mi Madre.
Los grandes arcángeles, en los tiempos remotos de la Tierra, acompañaron al proyecto de la humanidad porque sabían del valor y de la importancia de su significado.
Así, en este tiempo actual, los arcángeles se aproximarán a la humanidad para poder proteger y cuidar una parte del Proyecto del Padre Eterno, aunque la humanidad esté desviada completamente del camino y de la Ley.
Pero hoy, a todos los que escuchen; más allá de su condición espiritual, interna o material; más allá de su purificación, de sus errores o de sus pruebas; más allá de todo; más allá de cualquier condición o situación que parezca inalcanzable para ustedes; y por medio de esta Maratón de la Divina Misericordia, con este impulso para sus consciencias, corazones y vidas, vengo a hacerles reconocer y a valorar lo que verdaderamente son, para que los obstáculos, las interferencias y los desvíos se disuelvan en la poderosa energía del Amor-Sabiduría, proveniente de Mi Consciencia Crística.
De esa forma, les traigo esta historia que no conocían, pero por la cual hoy despiertan para elevar sus consciencias en la ardiente aspiración de encontrar ese camino algún día, de vivir esa pureza y esa unión tan perfecta con el Creador, así como la vivió ese pueblo en el pasado.
Es de esa forma que, por medio de esa historia y de esta revelación, hoy espejo y hago refractar esos mismos principios, que vivió ese pueblo sagrado de Norteamérica, para toda la vida grupal de las Comunidades-Luz, para todos los que son participantes y seguidores de la Obra redentora de su Señor Jesucristo.
Que sus corazones sean tabernáculos del conocimiento sagrado que también existió en la Tierra, porque en la Tierra no todo fue error ni maldad. Es así que, abriendo sus corazones hacia ese conocimiento, comulguen con el Espíritu Santo y con la Fuente de Sus Dones para que, renovados por la Gracia que proviene del Universo y de la Fuente, se levanten y continúen adelante; así como Yo lo hice por ustedes hasta la Cruz, hasta la última espiración, hasta cerrar Mis Ojos, por cada uno de ustedes y entregar Mi Espíritu en las Manos de Dios; así como Yo entrego sus espíritus y vidas en las Manos del Padre.
Reafirmen ese compromiso con la fe. Expresen esa misma fe que tuvo ese pueblo sagrado, y den continuidad a esa historia, que deberá ser reescrita para la redención y la transformación de sus vidas y de toda la humanidad, a fin de que más consciencias y almas sean partícipes del camino de la redención y de la Misericordia.
Reciban el bálsamo de este sagrado conocimiento y sean bendecidos por él, para que en ustedes despierte el mismo impulso que despertó en ese pueblo, en la simplicidad del espíritu y en la pureza del alma.
Que gobierne en ustedes el Amor de Dios. Que el Amor de Dios los haga partícipes de la Vida Divina y que en la Vida Divina se abran las puertas hacia la Verdad Universal, en la que todos los seres encontrarán no solo sus orígenes, sino también la síntesis de sus existencias y la razón de haber llegado aquí, a este planeta, para vivir esta escuela de perdón.
Con estas palabras los preparo para la oración misericordiosa para que, a través de la oración misericordiosa, reciban los impulsos de Luz que vienen a través del conocimiento y de la Fuente.
Crean que nadie les hará perder esa conexión con lo superior, siempre y cuando ustedes la protejan de ustedes mismos. Abran sus corazones, y sus consciencias se expandirán en el Universo y, así, serán colmados por la Paz.
Confíen, porque la redención está próxima para aquellos que se abran a vivirla interiormente; no será difícil alcanzarla; no será un obstáculo poder aproximarse a esa redención; será una Gracia, un impulso, una bendición, una oportunidad, que traerá Mi Corazón para todos cuando Yo retorne al mundo.
Yo los bendigo y les entrego la Luz de este conocimiento a fin de que esta raza actual de la humanidad dé continuidad a la Obra de Cristo en la superficie de la Tierra, por el triunfo del amor, de la paz y de la unidad entre las almas. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Aquieta tu corazón para unirlo tanto al Universo como al Infinito. La vida superior comienza a revelarse dentro de ti.
Envía a lo más profundo de tu consciencia el Don del Perdón que proviene de la Consciencia Divina.
Medita en tu Señor en la Cruz y en todos los méritos que Él alcanzó para que vivas la redención, no solo de lo que fue cometido y vivido en este planeta, sino también, y sobre todo, mucho más allá de él, en la historia de tu evolución que desconoces.
Contempla la Sangre de Cristo y siente como esa misma Sangre, código redentor, permea tus células y átomos. Comulga con el perdón y la redención.
Que a partir de tus células, ese perdón ingrese en tu universo interior, en los registros más profundos de tu consciencia. Y allí, donde la vida universal se une a tu condición humana, deja que suceda el propósito de tu encarnación y experimenta la paz de sentirte perdonado.
Todos los días, el sacrificio de Cristo se renueva en cada Eucaristía, para que Sus códigos de perdón y de redención que Él alcanzó por ti en la Cruz, puedan llegar cada vez más profundo en tu ser.
Acompaña con tu corazón el establecimiento y la realización del perdón en todo tu ser. Llegó el tiempo de ser curado y no solo de purificar, sin fin, lo que está podrido en tu interior.
Tu perdón y redención deben ser conscientes. Es necesario saber y ver lo que debes perdonar, pero para eso, hijo, tu consciencia debe estar madura en el Amor de Cristo y en la certeza de todo lo que Él ya alcanzó por ti.
Ahora que tienes el lodo delante de tus ojos, contempla el Amor y el Perdón de Cristo y vive la química oculta de la redención y de la transfiguración de la consciencia.
Tus miserias, tocadas por la Misericordia de Dios, se transforman en la renovación de Su eterno Amor.
Tienes Mi bendición para vivir lo que te digo y alcanzar la paz.
San José Castísimo
Yo soy el Peregrino de las nieves y camino por las montañas para que en el recogimiento encuentre a Dios.
Soy el Peregrino de las nieves y ando en las montañas para que en el silencio converse con Dios.
Soy el Peregrino de las nieves y camino por las montañas para sentir la Creación de Dios.
Soy el Peregrino de las nieves y permanezco en las montañas para reverenciar y orar con Dios.
Soy el Peregrino de las nieves y me retiro en las altas montañas para pedir e implorar por esta humanidad.
Soy el Peregrino de las nieves y Me quedo en ese lugar tan simple para recordarles a las almas la grandiosa humildad de Dios.
Soy el Peregrino de las nieves y hoy vengo para encontrarme con ustedes en las frías montañas, porque Mi deseo es llevarlos a estar en el Universo de Dios y que se queden en Su infinita paz.
¡Les agradezco por guardar Mis Palabras en el corazón!
Los bendice,
Su Maestro y Señor, Cristo Jesús
El Universo de Dios es sublime y sus misterios son incalculables. Pero, antes de llegar a las alturas celestiales, hijos, deben aprender a lidiar con su condición humana y a vivir la trascendencia de las ilusiones que se presentan a los hombres por el tiempo de la Tierra y sus misterios, hasta que puedan cruzar las capas y los velos que los separan de la Verdad y del Tiempo de Dios y descubrir no solo los misterios celestiales, sino, sobre todo, descubrirse a sí mismos.
Si Yo les hablara solo de las cosas sublimes, harían de la Verdad una ilusión en sus mentes; la tendrían como una historia, pero no como una experiencia; como una filosofía, pero no como una vida manifestada en todo lo que son. Por eso, a veces les hablo del Universo y a veces retorno a su condición humana para crear un puente entre lo que piensan que son y lo que deben descubrir de sí mismos.
La Verdad ya es. Ella se manifestó en el Origen de la vida y se ocultó en la esencia y en el microcosmos de cada ser. Para encontrarla, deben buscarla como hoy buscan las cosas del mundo. Así como se empeñan en las victorias en la Tierra, empéñense en los triunfos en el Cielo.
Busquen el ejemplo de los que ya recorrieron este camino. Beban de la experiencia de los que fueron probados y trascendieron la vida humana para descubrir al Cristo oculto y vivo en su interior. A los que llaman santos, hijos, no son Dios y no son sus milagros los que los harán llegar a Él, pero sí, su ejemplo podrá inspirarlos y traerles luz para la oscuridad de la consciencia.
Para llegar a lo que está en lo Alto deben elevarse. Para llegar a lo que está en el interior deben profundizar en él. Y esta es una misión eterna e incansable hasta que retornen al Origen de la vida.
Su Padre y Amigo,
Sao José Castísimo
Levántate, rompiendo las barreras y las dificultades. El Corazón de Aurora es aquel que hace pulsar su luz entre las tinieblas y nace como el sol, rompiendo la oscuridad de la noche.
Levántate, alzando tu voz para proclamar el triunfo divino en tu interior. El Corazón de Aurora es aquel que guarda el Propósito de Dios para la humanidad y que cura a los seres, recordándoles su origen repetidamente, hasta que la Voluntad Divina se cumpla.
Levántate, lanzando afuera de tu corazón lo que te lleva al abismo, lo que te lleva a retroceder, a desistir. Lanza un grito de auxilio, lanza un grito de triunfo y de fe, para que tu voz sea escuchada en los confines del Universo, en el Corazón de la Creación de Dios. El Corazón de Aurora es aquel que se eleva y que sabe renacer de las cenizas y hacer renacer consigo a todos aquellos que dicen sí.
Jamás desistas. Jamás retrocedas. Deja que se quiebren las resistencias y la degeneración humana, pero no la fortaleza de la esencia que te mantiene de pie y te hace caminar hacia Dios.
Tienes Mi bendición para avanzar.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
A partir del comienzo del primer Encuentro de Oración en Buenos Aires, Argentina, durante los primeros días del mes de agosto y a continuación del ejercicio espiritual de los Sacramentos, ya estará preparada la condición interna y espiritual para que su Redentor regrese a Sudamérica y desde Argentina lleve adelante, no solo la tarea de liberación y de perdón, sino también el gran momento de la Celebración Eucarística con las almas.
Es de esa forma, compañeros, que en los primeros días de agosto el Universo Espiritual de Dios estará concediendo a la Argentina, y también a la región, una amnistía, la que de manera inexplicable abrirá la puerta de la redención y del perdón para aquellas almas que no los merecerían.
Por la acción sublime de la Divina Misericordia, por los cantos y oraciones que serán ofrecidos, un período de paz interior podrá establecerse en la consciencia espiritual de Argentina para que, colmados por el Fuego del Espíritu Santo, los argentinos tomen su gran y última decisión, la que colocará a su pueblo y nación en la Misericordia Eterna o en la Justicia Divina.
Será la fe del corazón de los argentinos la que llevará a Su Maestro y Señor a poder interceder y obrar milagros en muchas más almas. Así se construirá el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús.
¡Les agradezco por guardar Mis Palabras en el corazón!
Los bendice,
Su Maestro y Señor, Cristo Jesús
Coloca tu corazón en el Corazón de Dios y agradece, hijo, por otro ciclo que se inicia. Deja que tu espíritu encuentre la renovación y la paz en los impulsos que descienden del Cielo para conducir a las almas al nuevo tiempo.
Cada día trae consigo las Gracias y las bendiciones para superar las pruebas y los desafíos que se presentan. Abre tu corazón para percibir y recibir estas dádivas y comprende cómo el Creador guía tus pasos y los ampara para que, a través de tu vida, otras almas encuentren la paz.
Ama el camino del despertar y del retorno al Origen, que él sea para ti la prioridad de tu corazón.
Comenzó un ciclo en la humanidad, hijo, en el que las pruebas planetarias se tornarán aún mayores, los asedios y las tentaciones crecerán y verás sucumbir a los que no estaban afirmados en Cristo. Pero, a pesar de todo, calma tu corazón y encuentra la paz. Afirma las bases de tu fe en la oración y en la entrega permanente, para que muchos se sustenten en esta barca de salvación que es la fe en los corazones de los hijos de Dios.
Infinitos serán también los impulsos que descenderán a la Tierra provenientes del Universo de Dios y de Su Corazón. Muchos de los que estaban adormecidos se despertarán bajo un gran impulso y todo tendrá su equilibrio.
Ora y mantiene tu Corazón en Dios. Ve pasar las pruebas de estos tiempos con tu corazón afirmado en Cristo y así, no solo encontrarás la paz, sino que serás un instrumento de paz para este mundo.
Tienes Mi bendición para eso.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Así como el hombre fue creado de un Principio Esencial de Dios, también fueron creados los planetas. Con diferentes misiones para expresar y con diferentes niveles de vida y de participación en la transformación y en la evolución de la Creación Divina, los planetas también son parte de la Consciencia de Dios, frutos de Su Soplo y de Su Verbo, portadores de Su Presencia espiritual.
La Creación, hijos, comprendida desde un punto de vista evolutivo, está formada por diferentes partes de la Consciencia Divina que, multiplicada, se recrea y se renueva a sí misma a través de los aprendizajes y de las experiencias vividas por los seres.
El sentimiento de individualidad y de independencia que algunos seres sienten es fruto de no tener consciencia de su verdadera esencia. El Creador les concedió a Sus criaturas la posibilidad de aprender a través del libre albedrío y, a lo largo de su evolución, solo las observa y las acompaña según sus elecciones, según el permiso que le ofrecen a Dios para que Él actúe en sus vidas y las guíe. A pesar de estar presente en la esencia vital de Sus hijos, el Creador permanece silencioso en su interior.
Pensar en la Ciencia de la Creación es como pensar en la composición humana: todo lo que son, desde el espíritu hasta sus células, son partes vivas de un único ser. Pero si la consciencia no entra en diálogo con sus diferentes núcleos, cada uno de ellos actúa de forma independiente y, a veces, hasta sus células crean dentro del cuerpo una vida propia, manifestando enfermedades muchas veces incurables. Esas células no dejan de ser parte del cuerpo por ser cancerosas, por estar enfermas, pero actúan como si no lo fueran, como si pudieran vivir en desarmonía con el todo, que es la consciencia del ser.
De la misma forma, hijos, sucede en mayores proporciones con la Creación Divina. Ustedes no dejan de ser parte de Dios por creer que tienen vida propia y por no ser conscientes del Cuerpo Místico del cual forman parte.
De la misma forma, los planetas son como órganos de Dios, las galaxias y los universos son Sus sistemas y ustedes son esas partículas, casi invisibles en el todo, que podrían llamarse átomos y que, a pesar de ser tan pequeñas, guardan en sí misterios infinitos.
Un átomo de sus cuerpos puede cambiar sus vidas completamente. De la misma forma, ustedes pueden transformar la Creación.
Ser conscientes de la unidad es aproximarse a Dios y colaborar para que Su Cuerpo Celestial esté en armonía. Sembrar la paz en una nación es sembrar la cura de un sistema de vida que depende de cada ser para evolucionar y retornar a la unidad con el Padre Celestial.
Les digo todas estas cosas, de esta forma, para que comprendan el diseño de la Creación, para que se comprendan a sí mismos dentro de ella y a ella dentro de cada uno de ustedes.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Cada nación de este planeta guarda, en sus registros espirituales, una parte de la historia del Cosmos que debe ser transformada. La Tierra, hijos, fue pensada y creada por Dios para ser el lugar en donde el amor triunfaría más allá de todos los errores, en donde el perdón abriría la puerta a la cura, en donde la Misericordia abriría la puerta a la redención de todas las almas.
Existe una realidad que precede a la vida en este mundo, una realidad que está escrita en las estrellas, pero que pocos supieron entrar en ella correctamente y aún ningún ser humano la comprende por completo.
Cuando Dios manifestó el planeta, poco a poco, a lo largo de la evolución humana, fue dando oportunidades para que Sus diferentes hijos, almas que necesitaban de cura y de redención, vinieran a la Tierra para vivir un aprendizaje. En cada nación, el Creador colocó una parte de Sus hijos, cada uno de ellos trayendo consigo los registros ocultos de la historia del Universo para que, a través de la redención de las almas y de las naciones, la historia del Universo como consciencia, también pudiera ser curada.
Es así que cada pueblo por donde pasan guarda más que una cultura, una historia planetaria, una evolución humana. Guarda, hijos, en lo profundo de su consciencia, un registro universal que fue diseñando e influenciando en la expresión de esos pueblos y que necesita ser curado y redimido para que toda la Creación Divina sea redimida a través de la experiencia de la vida sobre la Tierra.
Les revelo esto para que comprendan que la vida guarda misterios amplios y aún desconocidos para los hombres, pero que llegó la hora de conocerlos para que, conscientemente, puedan cumplir con su parte en este tiempo.
Por eso, cuando oren por las naciones, oren también por todo aquello que espiritualmente ellas traen consigo para ser curado y redimido. Cuando acompañen, con el corazón, el peregrinar de los Mensajeros de Dios por este mundo sepan, hijos, que es mucho más que la historia de la Tierra lo que, poco a poco, va siendo curado. Es la historia del Universo y de la Creación Divina que va encontrando cura para retornar a Dios.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Cuando Jesús resucitó y trajo de vuelta la vida a Sus células, a Su Cuerpo, cerrando Sus heridas, restaurando todos los niveles de Su ser, lo hizo no solo en sí mismo.
En Su Resurrección se restauraron heridas universales y cósmicas que anteceden incluso a la existencia de la Tierra. En Su Corazón, transmutaba, curaba y restauraba el pasado de toda la Creación Divina y Universal, desde las menores heridas espirituales hasta aquellas que marcaron profundamente la historia del Universo. Todas las criaturas de Dios estuvieron delante de la oportunidad de trascender el miedo por la potencia del Amor; trascender la oscuridad por la potencia de Su Luz Crística.
El Amor de Cristo traspasaba Su Cuerpo y se adentraba más allá de las dimensiones, más allá del tiempo y del espacio, tocando aquellas situaciones y consciencias que habitan en lo invisible, en lo que hasta hoy es un misterio para la humanidad, es desconocido. Ese Amor se manifestó como una Gracia, una oportunidad. La Mano Divina se extendió hacia los que estaban caídos para que un nuevo ciclo tuviera inicio, una nueva escuela que trascendía una civilización, un planeta, y hasta el mismo Universo; una escuela para todos los seres.
El aprendizaje de ese Amor se colocaba disponible para todos los que dijeran "sí". Y fue así que un nuevo ciclo de Redención comenzó para toda la vida. La historia se comenzaba a reescribir, a partir de una hoja en blanco, para que todas las criaturas caminaran el camino recorrido por el Hijo de Dios, y todos pudieran encontrar el punto de su evolución, que los tornaría dignos del Padre Creador, dignos de ser llamados Sus hijos.
Lo imperdonable estaba perdonado; lo incurable recibía su oportunidad de cura; los que estaban perdidos vieron delante de sí la puerta de su salvación. Cristo resucitó y, con Él, toda la vida se hizo nueva.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Sin que ustedes lo esperaran, hoy he venido por expresa Voluntad de Mi Padre, para decirles que estaré regresando para entregarles Mis impulsos espirituales diarios a partir de este día, 20 de marzo de 2019, numéricamente especial para el Universo de Dios.
Toda la Jerarquía Espiritual está atenta a las grandes necesidades espirituales e internas de la humanidad.
Pero en este ciclo, en el que Mi Palabra deberá ser llevada a la práctica, los impulsaré y los guiaré con nuevas y precisas instrucciones para que sus mundos internos y sus almas se sientan guiadas.
Por esa razón, el Padre Me ha pedido que, por los méritos infinitos de Mi Pasión, ofrezca Mi Divina Consciencia a los que seguirán trabajando diariamente en su transformación y redención.
Es así que, a partir de hoy y por un periodo indeterminado, estaré regresando con toda la Gloria de Dios para acompañar a la humanidad en este momento crítico y decisivo que está atravesando.
Y especialmente vendré, a pedido de Mi Madre, por los que merecen y claman por los méritos de Mi Divina Misericordia.
Vendré en este ciclo para seguir revelándoles la Verdad y, sobre todo, para evitar la sustitución de la fe y de la enseñanza cristiana por la idolatría y el fanatismo mundial y religioso.
Durante la próxima Sagrada Semana sembraré las últimas semillas.
¡Les agradezco por guardar Mis impulsos en el corazón!
Los bendice,
Su Maestro y Señor, Cristo Jesús
Queridos hijos:
Cuando existe la unidad de propósito es posible llevar adelante el Plan de Dios y, así, es posible cumplir la Voluntad Divina en sus diferentes etapas.
Por esa razón, hijos, la unidad de propósito entre los seres es una señal alentadora para el Universo de Dios, porque es la respuesta evidente que las almas, más allá de la personalidad o del ego, están comprendiendo el sentido por el cual la Voluntad Superior las trajo a la Tierra.
La unidad de propósito nos permite colocar nuestra atención y nuestra consciencia en el Propósito que Cristo debe llevar adelante en estos tiempos. Esa unidad genera adhesión y, a la vez, sintonía entre las consciencias que a ella la integran.
Es este tiempo, esa unidad de propósito permitirá que las almas puedan atravesar el fin de los tiempos teniendo muy presente la meta y el sentido de poder manifestar el Plan de Dios sobre la Tierra.
La unidad de propósito colabora para que cualquier consciencia fije su atención en la concreción del designio mayor y, todos los días, viviendo esa unidad, pueda salir de sí para pasar a formar parte del todo.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Felices los que aspirando a conocer profundamente el Universo y la Creación de Dios, no temen conocerse a sí mismos y adentrarse en lo profundo de su condición humana para transformarla.
Felices los que reconocen la grandeza de la Creación y, teniendo sed de sus misterios, saben que para adentrarse en el infinito Cosmos, deben ingresar primero en el propio interior para transformarse.
Felices los que se muestran firmes delante del mundo, audaces y fieles ante Dios, pero que, por encima de todo, usan esta virtud para transformarse a sí mismos, para no caer en sus propias trampas, para no sucumbir ante los errores que ya saben que deben superar.
Felices los que aspiran al nuevo hombre y al nuevo tiempo y no lo buscan en el prójimo, sino dentro de sí mismos.
Felices los que saben que la renovación del amor comienza en el propio interior y aman este misterio lo suficiente como para rendir delante de Dios todo aquello que, en sí mismos, no conoce el amor y se niega a amar.
Felices los que están dispuestos a ser instrumentos de Dios y no de sí mismos; los que quieren construir en la Tierra el Reino Celestial y no el reino humano, y saben que los primeros que deben aprender a ser siervos de Dios son ellos mismos.
Felices los que encuentran su alegría en el servicio, en el sacrificio y en la transformación de sí, porque ellos serán dignos, hasta el fin, de ser llamados compañeros de Cristo. En su entrega se renovará el Amor de Dios; en su vacío se alzará la nueva Iglesia de Cristo; en su nada se revelará al mundo la grandeza del Creador.
Escojan ser felices ante Dios y plenos en Su Espíritu. Así conocerán la paz, aun en tiempos de transición.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más