- Inicio
- Blog
- Mensajes
- Oración por la Paz en las Naciones
- Calendario
- Oraciones
- Impulsos Diarios
- Libros publicados
- Pinturas e Imágenes
- Objetos Sagrados
- Música
- Galeria de fotos
- ¿Quiénes somos?
- Centros Marianos
- Campaña por la Paz
- Redes Sociales
- Contacto
Dios tiene Misericordia de los que persisten en Su Divino Camino y de los que aspiran todos los días a ser mejores en el amor, en la incondicionalidad y en la bondad.
Dios tiene Misericordia y Compasión de los que lo siguen a pesar de tropezar, de herirse a sí mismos y de caer en el camino.
Dios tiene inmensa Misericordia de los que se arrepienten de corazón y de los que le dan la vida para que Él realice Su Voluntad.
Dios tiene Misericordia de los que intentan, todos los días, llevar a la práctica, una a una, las palabras con las que Él instruye, inspirando a los Sagrados Corazones para que las pronuncien.
Dios tiene Misericordia de los que se reconocen indignos, imperfectos y errantes.
Dios tiene Misericordia de los que trabajan todos los días para ser humildes y honestos consigo mismo y con los hermanos de camino.
Dios tiene mucha Misericordia de los que se consagran y de los que han dejado la vida de consagración, pues Su profundo y ardiente deseo es que la humanidad le responda a Su Hijo, el Cristo.
Dios tiene Misericordia de los que temen sentirse separados de Él, en algún plano de consciencia o lejos de Su Amor.
Dios tiene Misericordia de los que se rinden hasta el final y de los que no quieren nada más para sí, sino solo vivir en Su eterna Gracia, en Su divina Fe y en Su poderoso Amor.
Dios tiene tanta misericordia para dar, que la mayoría de Sus hijos se olvidan de ir a buscar el Agua de Vida a la Fuente inmaterial de Su Creación.
Dios espera todos los días que solo miren al Cielo y digan: “Padre, aquí estoy, hágase Tu Voluntad eterna y no la mía. Hazme muy semejante a Tu Hijo, libérame de las amarras, de las faltas que me aprisionan, para que solo abunde Tu Paz y Tu Verdad”.
Con tan solo esas palabras, el Reino de Dios estará descendiendo en la Tierra.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice y siempre los consagra,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Todo lo que ustedes reciben en este tiempo, tiene un valor incalculable para la vida de las almas. Por eso, será necesario apreciarlo, para que todo lo que se reciba tenga un efecto profundo en la consciencia interna de la humanidad.
Por eso, hijos Míos, cada Gracia que es recibida representa una oportunidad de amar más el Plan de Dios y de concebirlo dentro de sí un poco más todos los días.
Todo lo que es recibido del Universo de Dios puede tener un efecto más amplio en la consciencia, a partir del momento en que la consciencia lo toma con madurez, discernimiento y amor.
Cada Gracia que se recibe es infinita, es capaz de trabajar más allá de la consciencia y de poder abrazar más regiones del planeta que también necesitan de esa Gracia y de esa ayuda espiritual.
En ese sentido, todo lo que se recibe forma parte de un propósito diseñado y pensado por Dios, con el fin de beneficiar espiritualmente a las almas; para que, cada día, den más pasos hacia la consagración espiritual de sus consciencias y vidas al Plan del Creador.
Todo lo que se recibe intenta transformar en las almas el destino de sus vidas, a fin de que los corazones encuentren el camino más directo hacia el Reino de Dios.
El Señor concede todas las Gracias, aunque la humanidad no las merezca, porque el propósito es que toda la raza viva el amor y la verdadera alegría de estar en Dios.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice siempre,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Con Mis Pies despojados y puros, piso lo que ocasiona dolor y tristeza en Mis hijos. Me afirmo, en nombre de Dios, sobre la serpiente y le hago sentir el Poder del Creador, para que así sea aplacada.
Con Mis Manos unidas en oración, imploro por el planeta y por cada alma de este mundo, sin dejar de guiar y de acompañar a quienes invocan Mi auxilio.
Con Mi Manto luminoso, irradio el Reino de Dios para que las almas lo distingan y, reconociéndolo en su interior, se animen a ingresar al Corazón de Dios.
Con la Corona de doce Estrellas sobre Mi Cabeza, instauro los Atributos de Luz para el mundo y envío en misión a los ángeles del Cielo para que siembren en la humanidad todo lo que la hará más fraterna, servicial y pacífica.
Con Mi Mirada de Amor hacia el mundo, imploro intensamente por los que están perdidos en la vida material y con Mi Divina Mente elevo lo que está caído a fin de que se cumpla la Ley de la Redención.
Es así que estoy con Mi Consciencia desdoblada, para abarcar todo, más allá de este mundo y de esta humanidad, porque Mi Propósito es que todos puedan vivir la Voluntad Suprema.
Por eso, vengo en auxilio de todos los que Me dicen sí.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
A las puertas del gran acontecimiento de Fátima, su Madre Celeste se prepara, en el Reino Espiritual de Dios y en compañía de todos Sus ángeles, para la misión que Su Señor y Maestro le encomendó.
Por eso, quisiera que cada hijo Mío, en sintonía y oración, acompañe a su Madre Celeste en esta sagrada tarea de que una parte de la humanidad contacte nuevamente el estado de su pureza original.
Para eso, queridos hijos, en estos próximos días los invito a cada uno de ustedes a estar bien presentes, con Fátima en el corazón, a fin de que el universo superior de consciencia pueda llevar adelante esa sagrada tarea con la hermandad que nace de cada corazón que ora y que suplica.
Es así que, en esta hora, su Madre Celeste estará comenzando Su tarea divina en la humanidad, necesitada de amor, de misericordia y de perdón.
Dejen que en el interno de cada uno florezca la paz y la confianza de poder responder al llamado de lo Alto a tiempo; porque lo que sucederá en los próximos días será importante interior y universalmente.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Tres días antes de la entrada de Jesús a Jerusalén, Nuestro Amado Señor visitó a una piadosa mujer de la región de Galilea. Fueron tantas las oraciones de esa humilde anciana que Jesús, al pasar cerca de su casa, escuchó internamente su pedido por aquellos que crucificarían al Hijo de Dios.
Jesús se acercó a esa mujer humilde, y ella sintió la presencia del Amor del Maestro; amor que Él irradiaba, con intensidad, por donde pasaba.
Aun sin poder verlo físicamente, ella lo sintió en su corazón; y Jesús, entrando a su casa, se aproximó y le dio la bendición. La anciana parecía inmóvil al saber que estaba por primera vez frente a Aquel que daría la vida por ella.
Entonces, el Maestro, imponiendo Sus Manos sobre los ojos de la piadosa mujer, la curó de su ceguera y permitió que lo viera, como ella siempre había querido. La anciana se arrodilló ante Él por este milagro y comenzó a besar Sus Pies, bañándolos con un abundante caudal de lágrimas.
Jesús la levantó y, al mirarla a los ojos, le dijo que le daba la paz para que la tuviera para siempre y que siguiera orando por Su Señor, porque Su hora se aproximaba, la hora más difícil de Su agonía.
La anciana, atendiendo a Su pedido, respondió que desde hacía tiempo oraba por los enemigos de Jesús para que, algún día, ellos se convirtieran.
El Señor enseñó a Sus apóstoles, los que quedaron conmovidos por lo que había sucedido con la anciana, que el Reino de Dios es el tesoro de los más humildes de corazón. Y les preguntó si sabían por qué esa pobre mujer había sido curada.
Los apóstoles se quedaron sin palabras y en silencio, y Jesús les respondió que la fe de esa simple mujer la había curado, la fe que ella sintió por Dios a través de Su Hijo; y todo lo que en esencia permitió ese milagro, fue el despojamiento que ella tenía de sí misma, al punto de no percibir que estaba totalmente ciega.
Les agradezco por responder a Mi llamado.
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
He aquí que vendré del Cielo con el Cetro de Dios para abrir las dimensiones, decretando el Poder de la Luz Divina y de Su Voluntad.
Vendré del Cielo con el Cetro de Dios, para abrir las puertas hacia Su Reino y disipar la ilusión de los ojos y de los corazones de Mis hijos, para que reconozcan la Verdad y la sigan.
Vendré del Cielo con el Cetro de Dios, el que simboliza Mi profunda unión con el Creador; simboliza Mi Origen y demuestra a los corazones ignorantes del mundo la verdadera existencia de la Madre Celestial.
Vendré del Cielo con el Cetro de Dios, demostrando que el Verbo Divino es Uno, no solo con el Hijo, sino también con la Madre, con el Vientre Puro del cual surgieron todas las cosas, inclusive el Hijo, que es Uno con el Padre.
Vendré del Cielo con el Cetro de Dios para que todas las almas y todos los espíritus reconozcan la Potestad Divina que Me fue entregada desde el principio; para que reconozcan el nuevo ciclo, cuando Mi Vientre gestará nuevas cosas, así como gestó todo lo que hasta hoy fue creado.
Vendré del Cielo con el Cetro de Dios y muchos Me reconocerán, pero no comprenderán que este es el Poder Divino, hasta que este Poder toque sus ojos y los libere de la ceguera y del mal.
Vendré del Cielo con el Cetro de Dios, para unir lo que estaba separado, para que las mentes se rindan y los corazones se abran a la Verdad Divina.
Vendré del Cielo con el Cetro de Dios, como vengo hoy, y todos los ojos Me verán, porque cuando este día llegue ya no estaré preparando el retorno de Mi Hijo, sino que traeré en Mi Vientre a la Nueva Vida, que Él establecerá después de Su segunda Venida al mundo.
Con esto les digo que, después del Hijo, vendrá la Madre Celestial. Prepararé Sus pasos en Espíritu y en Divinidad, así como preparé Su camino en silencio, cuando Él estuvo sobre la Tierra. Pero después de que Su promesa se cumpla y que las Escrituras del Nuevo Tempo, expresadas en las palabras de los Mensajeros Divinos, también se cumplan, Yo vendré con el Cetro de Dios y reconstruiré el mundo con Mis Hijos.
Les daré a conocer al Niño Nuevo que durante este tiempo estoy gestando en Mi interior, y este Niño nacerá y crecerá en el interior de los que sean perseverantes y que, venciéndose a sí mismos y vaciándose de sí, se rindan completamente ante Dios.
Así como Mi Hijo ascendió una vez, ascenderá nuevamente, y así como Yo ayude a los Apóstoles en aquel tiempo, ayudaré a todos ustedes. Juntos construiremos el nuevo mundo, el nuevo tiempo, y las dimensiones se harán visibles.
En ese momento, las miserias ya no serán lo que predominará en sus vidas. Su transformación ya no será solo una batalla contra las fuerzas capitales de este mundo, que habitan dentro y fuera de ustedes; la transformación será eterna y constante, porque todo en el Universo se transforma; sin embargo, les digo, hijos Míos, que cuando Yo descienda al mundo después de Mi Hijo, les traeré una nueva vida y les daré a conocer un nuevo camino, en el cual se consumará la transición entre el viejo y el nuevo hombre. Y sus pasos consistirán en unirse al Universo, recuperar la filiación con Dios y reintegrarse a Sus Leyes.
Les daré a conocer los principios de la Unidad con toda la Vida y el orgullo que hoy hace que muchos se sientan únicos en toda la Creación Divina desaparecerá, y reconocerán a toda la Vida que habita en el Cosmos desde el principio, y que en humildad aguarda que ustedes puedan crecer y despertar.
He aquí que vendré del Cielo con el Cetro de Dios y estableceré la Paz dentro y fuera de ustedes, en este mundo y más allá de él. Pero hasta que llegue ese momento perseveren, ríndanse, humíllense, perdonen todo, inclusive a sí mismos y busquen el vacío, con constancia y con fe.
Pues ya llegará el día en el que verán en Mis manos al Cetro de Dios y darán gracias por ver cumplirse todo lo que un día les dije.
Yo les agradezco y los bendigo, para que no pierdan la fe ni la divina esperanza de ver cumplirse las Sagradas Escrituras de estos tiempos.
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
He llegado aquí con el Cetro de la Luz de Dios para socorrer al mundo y establecer así la paz que aún falta en la humanidad.
He recibido de sus corazones todas sus oraciones y esto le agrada mucho a Dios porque los corazones peregrinos, los más humildes entre los humildes, han decidido ser fieles a Mi Corazón, para poder ser fieles a Cristo y, en consecuencia, al Todopoderoso.
Crean, queridos hijos, que hoy les entrego muchas Gracias, después de haber peregrinado hasta aquí, buscando fortalecer su fe, la unión en sus familias y la Comunión Reparadora que son invitados a vivir todos los días a través de la Santa Eucaristía.
Hoy, sus corazones simples se confesaron con Mi Corazón. Como Madre Piadosa, Yo los coloco a todos entre Mis Brazos para ofrendar a Dios lo mejor que ustedes tienen en su interior.
Quiero, en esta noche, expandir sus consciencias más allá de esta aparente vida material, para que sus almas puedan dar nuevos pasos en representación de toda la humanidad, que en estos tiempos está muy desconectada de Dios, lejos de la Fuente de Su Amor.
Ustedes, siendo misericordiosos y fieles a Mi Corazón Inmaculado, siempre podrán encontrar las puertas abiertas al Reino de Dios, en donde todas sus súplicas serán acogidas, no solamente por Mi Corazón Materno, sino también por el Corazón Sagrado de Mi Hijo.
Es así que hoy quiero decirles, queridos hijos, que infinita es Mi alegría por encontrarlos aquí Conmigo, fortaleciendo en sus almas el camino de la perfección, el camino de la oración, que es muy necesario en estos tiempos.
Sientan que sus tristezas, problemas y obstáculos se disuelven ante Mi Presencia porque hoy, llevando este Cetro de la Luz de Dios, no estoy sola aquí, queridos hijos, sino con todos los ángeles del Cielo que asisten a su Madre Celestial para llevar adelante esta Obra corredentora.
Hoy, vengo mostrando Mi Corona de Estrellas para iluminar los cuatro puntos de la Tierra y para que más allá de esta humanidad, los espíritus superiores de sus seres despierten a este llamado, y así lo reencuentren.
Los invito a vivir la Instrucción de corazón y que sean la Instrucción viva en estos tiempos, porque así el Evangelio de Mi Hijo se estará cumpliendo.
Hoy, vengo con el Cetro de la Luz de Dios para apartar lo que Mi enemigo imparte en todas las mentes humanas que son muy débiles porque carecen de una verdadera vida de oración, de una verdadera súplica de corazón al Corazón de Dios.
Necesito, queridos hijos, que se fortalezcan. Por eso, traigo este Cetro de la Luz de Dios, y hoy les extiendo esta revelación para que sus consciencias den nuevos pasos y no pierdan el impulso divino que está llegando directamente del Cielo y del Universo, para vivir esos impulsos espirituales que harán posible a la Nueva Humanidad, que será impulsada por ustedes.
Necesito que sean humildes y, si aún no han encontrado la humildad del corazón, los invito a vivir la resignación ante Mi Hijo porque así permitirán, queridos hijos, que Cristo cumpla Sus Obras a través de sus vidas y corazones.
Nuevamente, los invito a ser fieles, para que sean contemplados por Dios en la inmensidad de Su Divina Misericordia.
Por eso, a cada uno de ustedes, queridos hijos, vengo a consagrarlos a Dios día a día, según lo que cada uno Me puede dar en la escuela que se encuentre, para así poder aprender de todo lo que el Universo traerá a la Tierra, dentro de esta escuela de redención y de perdón.
Por encima de todo, que prevalezca en ustedes el Amor de Dios, porque sin el Amor de Dios, les aseguro, hijos Míos, que no podrán hacer nada, se sentirán muy limitados para poder resolver las cosas de esta vida superficial.
Sin el Amor de Dios no podrán seguir a la Jerarquía Celestial, estarán muchos escalones abajo y no llegarán a estar en el punto en el que Dios los necesita en estos tiempos.
Cada uno de ustedes, a pesar de las imperfecciones de la vida humana, es un precioso instrumento para Dios.
Yo vengo a encender la llama que existe en ustedes para que, a través de ustedes, estén al servicio de Mi Hijo en este Plan preparatorio de Su segunda Venida al mundo.
Quiero que puedan abrir los espacios de sus corazones, para que las espinas de la incomprensión puedan ser sacadas y, en lugar de ellas, sea cultivado el amor, el amor que les trae su Madre Celeste, para hacer resucitar sus espíritus y consciencias en esta propuesta de redención y de perdón.
No pierdan la oportunidad de amar, porque estoy muy segura de que ustedes saben cuándo no están amando ni tampoco perdonando a sus semejantes, apartándose del camino de Mi Hijo, por sus incomprensiones, por su ignorancia.
La Obra de Dios aún no es conocida por ningún ser de la Tierra. Es un misterio divino que se revela de a poco, para que las almas puedan aprender a amarlo de una forma desconocida y adherida, no importando lo que cueste.
Es así, queridos hijos, que Yo los invito a seguir a Mi Hijo por el camino de la luz y de la hermandad, de la consideración y de la concientización de que en verdad, cada acto que cometan, por más pequeño que parezca, repercute en la humanidad y en el universo.
Ustedes son parte de la última fase de esta raza, antes de que surja una Nueva Humanidad, después de su purificación y entrega a lo que Dios necesita.
Mi Corazón de Amor y de Verdad les revela lo que Dios está pensando.
Los invito, queridos hijos, a corregir sus caminos porque aún están a tiempo.
Mi adversario hará temblar a la humanidad, pero Mi Cetro de Luz, de la Luz de Dios, será invencible, cuando él golpee a la Tierra con el poder de la Gracia y de la Liberación.
Este es Mi Mensaje para ustedes, hoy estas son Mis Palabras. Necesito que las mediten y que no salgan de aquí como si no supieran nada, como si aquí nada hubiera acontecido.
Les traigo así el don de la Sabiduría para que lo puedan contemplar en sus corazones.
Den los pasos hacia Mi Corazón en obediencia y sacrificio, para que puedan estar Conmigo en todo.
Quisiera, queridos hijos, que sus oídos internos no se cerraran, mas que sus corazones se expandieran al ser tocados por la Luz de Mi Instrucción, para que las tinieblas se disipen, las almas recapaciten y puedan ser colocadas en el camino del cual se perdieron.
Es Mi Amado Hijo el que, en esta noche de oración y de consagración, Me envía para decirles todas estas cosas.
Ustedes saben, queridos hijos, a quién Yo le estoy hablando, a quién le dirijo Mis palabras, para que su corazón pueda despertar.
Mi Mensaje es para el mundo y especialmente para Mis siervos que hace tanto tiempo Me siguen por este camino de esperanza y de fe.
Y ahora, les demostraré cómo es Mi Amor Maternal por medio de la consagración de nuevos Hijos, a los que llamo para que estén cerca de este altar, de este centro de humildad que es ofrecido a su Madre Celeste.
Estas almas, que hoy se congregan aquí para la consagración, representan a muchas más del mundo, almas que deben ser tocadas por el fuego del Amor de Mi Hijo, para que todas reciban la oportunidad de ingresar en el ciclo de la salvación.
Los Hijos de María son llamas que se reencienden a través del Llamado de Dios, que es emitido por Nuestros Sagrados Corazones.
Hoy, estoy ante hijos diferentes, pero en esencia iguales, porque aquí los ha congregado el Universo de Dios para que pudieran recibir esta Gracia.
Ustedes hoy, queridos hijos, se comprometen a orar Conmigo todos los días por el triunfo de Mi Inmaculado Corazón, no solo en sus consciencias, en sus familias, en sus seres queridos, sino también en el mundo y en la humanidad que necesita de una gran Gracia para poder estar a salvo antes de que retorne Mi Hijo al mundo.
A través de su silencio interior, queridos hijos, los hijos que hoy se consagrarán a Mi Corazón Inmaculado, coloquen en Mi Corazón sus intenciones para que el Padre del Amor, el Padre Celestial, las escuche.
Recibo ahora sus peticiones, a través del silencio del corazón y del alma, para que así toda la humanidad pueda dar el gran y esperado paso hacia la consciencia del amor y de la unidad.
Hoy, no solo Mi Corazón los bendice como nuevos Hijos renovados, sino que también el Cetro de la Luz de Dios es colocado sobre sus cabezas, para que la Santa y Divina Voluntad descienda sobre ustedes y así se cumpla el Proyecto Redentor.
Mis Rayos descienden sobre sus espíritus para consolarlos.
Mis Gracias tocan sus almas para convertirlas.
Mi Amor ingresa en sus corazones para que puedan revivir en Cristo, hasta que se cumplan los Mil Años de Paz.
Yo los consagro, los bendigo y también, hoy los abrazo, colocándolos debajo de Mi Manto en donde no hay peligro, no hay mal, no hay adversidad, sino Luz, Triunfo, Redención y Misericordia para todas las almas que así lo acepten.
Los bendigo en Mi infinita alegría.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Les agradezco por responder a Mi llamado.
Que sus fortalezas no tiemblen, sino que sus corazones se transformen para que la mente no los colonice. Que así sea.
Libérate de todo lo que oprime tu corazón por medio de la fuerza imperiosa de la fe y del amor a Dios.
Él está en tus caminos para conducirte hacia la concreción de Su Divino Propósito.
Despréndete de todo lo que le impide a tu alma caminar hacia el vacío de sí y conquistar en humildad el Reino de Dios.
Que cada Palabra Divina resuene en lo profundo y que así, se pueda construir en el espíritu la sagrada alianza con lo Alto.
Dios tiene Misericordia por mundo y por todos sus servidores. Las puertas de Su Reino están abiertas para que las consciencias de la Tierra las puedan cruzar.
Ten valentía para trascenderte a ti mismo y afirmar en ti la divina ayuda del Soplo del Espíritu.
Es hora de poder vivir en libertad interior y de, finalmente, hacer de la encarnación un precioso triunfo para la Creación, porque así nacerán los Nuevos Cristos.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los anima, espiritualmente,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
En alegría reúno a estos jóvenes en representación de muchos más en el mundo, en donde Mi Llama Cristica se enciende para llamar a los autoconvocados, para que en esta hora crucial los soldados se agrupen y formen las primeras filas, declarando así para toda la humanidad Mi Retorno al mundo.
Quiero que sustenten la antorcha, el Fuego Sublime de Mi Sagrado Corazón.
Quiero que lleven Mi estandarte junto a las legiones de los ángeles y de los arcángeles.
Es así, queridos jóvenes, que Yo los bautizo con Mi Espíritu, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Mi Corazón se glorifica, porque sus vidas glorifican Mi Nombre, el Nombre Santo que le ha dado Dios al Hijo de toda la Creación, y Aquel que proviene de la Fuente sublime, desde donde brotan todas las Gracias y Misericordias para todos los seres de la Tierra, especialmente para Mis discípulos que hoy inician esta caminata hacia la transformación de sus vidas y consciencias, por todos los jóvenes que hieren Mi Sagrado Corazón, que está lleno de Misericordia por todos los jóvenes que deben resucitar sus espíritus por medio de la unión interna con Mi Obra Redentora para estos tiempos.
Es así que hoy decreto y declaro: en la juventud está el nuevo futuro, la aproximación de la Nueva Jerusalén, de la Tierra prometida, de la gran Consciencia espiritual y cósmica, que hará, después de la purificación de la Tierra, surgir a los espíritus que formarán la Nueva Humanidad, que volverán a sembrar la Tierra con los códigos de Mi Sangre y de Mi Agua alcanzados durante la Pasión, la Crucifixión y la Muerte.
Es así que hoy los consagro. Consagro sus vidas a la Gloria de Mi Sagrado Corazón. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Con la señal redentora de la Cruz, se extirpan los errores cometidos, y las puertas se abren para que las consciencias se eleven y encuentren en los caminos internos Mi Presencia Celestial, y escuchen en sus almas el llamado del Redentor, que los llama a formar parte de la gran celebración de esta Cena, la gran y última Cena, que anunciará la venida del Rey del Universo a toda la humanidad.
Los Coros Celestiales ya tocan las trompetas, y los espíritus que han venido de diferentes partes del Cosmos, se congregan en los cinco continentes para despertar en su interior el gran Sol que existe y que alumbra todos los tiempos, por el impulso de Mi Esencia Cristica de la renovación, de la transfiguración y la transubstanciación de todos los códigos, y a partir de hoy en ustedes, queridos jóvenes, se iluminan por Mi Presencia.
Yo los inicio en una nueva etapa colmada por el mayor Amor del Universo. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
No retrocedan jamás a lo que Yo les he pedido. Mas abran sus ojos para sentir en este lugar, en lo profundo de sus corazones, Mi Consciencia Divina.
Vengo así a abrir un nuevo ciclo en este Centro de Amor, cerrando las puertas a los ciclos que ya pasaron y preparando en sus consciencias nuevos patrones de vida que serán muy necesarios para la vida planetaria, para toda esta raza que aún duerme.
Hoy dedico este Sagrado Llamado a toda la juventud del planeta que aún no se ha animado a cruzar el umbral de Mi Sagrado Corazón, para ser renovados por Mi Espíritu e iluminados por Mi Presencia, que es la Presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Alégrense y ya no teman. Los mil años de paz se cumplirán, pero será imprescindible que la Tierra y la humanidad se purifiquen completamente.
Cuando sus corazones, mentes y cuerpo sufran, sumérjanse en Mi Divina Misericordia, porque aún Mi Manantial está abierto para aquellos que tienen sed de la Luz divina del Padre, del Amor del Hijo y de la Sabiduría del Espíritu Santo.
Hoy los estoy sacramentando a cada uno de los presentes para prepararlos para Mi esperada “Sagrada Semana” que será única, irrepetible y consciente para todos.
Como en los pueblos del pasado, anuncien al mundo que el Sagrado Señor del Amor está llegando en la esperada Semana Santa, para anunciar de nuevo Su Evangelio. Aquel que transforma las cosas imposibles, y que, de época en época, los libera de la perdición.
Es así que el Señor y Rey del Universo, en Su infinita humildad no vendrá solo a este encuentro. Él prepara el Cosmos, la Tierra y la consciencia humana para ese momento.
Bienaventurados los que creen, aún sin haber visto. Ya son merecedores de la Nueva Tierra.
Hoy el Reino de Dios se aproxima, para ayudar a la consciencia planetaria y a todos los que se purifican dentro y fuera de sus seres, para que conciban en cada una de sus vidas Mi Llama Cristica, que es la luz que alumbrará sus caminos en los tiempos de tribulación.
Hoy serán ungidos por el Sagrado Hijo, bajo la unidad con el Padre y el Espíritu Santo.
Aceite para consagrar.
Si hoy los consagro a ustedes, estoy consagrando a la humanidad para que ella pueda participar de la Nueva Tierra, de la nueva Alianza del hombre y Dios, de la consciencia evolucionada con el Infinito, el amor existente en cada uno de ustedes, unido al Padre Celestial.
Hoy cantan los coros y las alabanzas en el Reino de Dios, en el Paraíso; elevan la promesa de que los autoconvocados sean el signo visible para los no redimidos, viviendo en sí su redención.
No pierdan Mis Palabras. Coloquen la atención en lo que les estoy diciendo. La Divinidad economiza todo lo que dice, pues los tiempos son urgentes y las almas deben definirse para poder encontrar la paz, la paz eterna.
Fray Elías del Sagrado Corazón: A pedido de nuestro Señor Jesucristo, vamos a escuchar Pater Noster.
Que el Señor derrame aquí Su Gracia, para que el alma, la mente y el cuerpo sean ungidos por la Santísima Trinidad, que en sagrada triangulación desciende sobre los Centros de Luz para que las almas vivifiquen su despertar y su unión con el Divino Propósito, hasta que la paz se establezca.
¡Alabados sean los altares del Creador! ¡Que las almas se exalten de alegría, que los espíritus se regocijen, porque han escuchado al Redentor, el Hijo de la Creación, el Hijo del Todopoderoso, el Hijo del hombre y de la vida!
¡Que los discípulos se alegren y sus familiares se regocijen, porque han escuchado a los ángeles de Dios, cumpliendo la promesa de la anunciación de sus espíritus a la evolución de la Vida Divina!
Que después de esta vida terrenal sus almas Me encuentren en el Reino de Dios para alabar eternamente al Padre, junto a los ángeles y arcángeles declarando ¡Aleluya! ¡Gloria en las alturas, paz en la Tierra a todos los seres de buena voluntad y aquellos que forman parte de los ejércitos de luz, del Retorno del Cristo!
¡Que así sea! En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y el Espíritu Santo,
Os adoro profundamente y os ofrezco
el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo,
presente en todos los Sagrarios de la Tierra
y en reparación por los ultrajes, sacrilegios
e indiferencias con que Él es ofendido,
y por los méritos infinitos de Su Santísimo Corazón
y del Inmaculado Corazón de María,
os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén.
13 campanadas.
¡Gracias Señor, por cuánto nos das!
¡En este encuentro te honramos Señor!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Queridos hijos:
Cuando las almas se unen en un mismo Propósito y abren las puertas al Amor de Dios y lo claman, el Reino de Dios se establece.
Es así que en este ciclo la verdadera ciencia se encuentra en el amor, que es capaz de comprender, aceptar e incluir al semejante tal cual es. De esa forma las consciencias participan de la escuela crística, la que los impulsa a avanzar sin prejuicios y con el corazón alegre, para descubrir dentro de sí un potencial que el propio ser desconoce.
De esa manera se pueden tejer los lazos de la fraternidad y se pueden construir los puentes de la hermandad entre consciencias o personas tan diferentes.
A partir de este nuevo ciclo que ha comenzado para la humanidad, los actos de unidad fraterna permitirán colocar a las consciencias más cerca de Dios y de Su Propósito. Las almas encontrarán un sentido verdadero a su existencia y tendrán más claridad en su misión individual y grupal.
Esa unidad será la fuerza motriz que moverá a las consciencias de su punto estático y las pondrá al servicio de Dios.
Les agradezco por responder a Mi llamado.
Los anima,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Queridos hijos:
Hoy Mi Consciencia Maternal y Divina desciende al mundo como un gran Espejo de Luz Universal para reflejar sobre él, y especialmente sobre los seres humanos, todos los atributos divinos que esta raza aún no consigue vivir ni practicar.
Es así que a través de cada oración pronunciada todos los días por Mis hijos orantes, su Madre Celeste tiene el permiso de ayudar a las almas a encontrar no solamente el camino de la paz sino también la esencia de su existencia.
Sabiendo, hijos Míos, que la humanidad vive hoy uno de sus grandes fracasos por falta del verdadero amor superior, su Madre, como sierva humilde se postra ante Su Amado Creador para ofrecerse como víctima y mediadora ante todos los ultrajes que recibe el Corazón del propio Dios.
Así, mediante una Gracia inexplicable, la Reina del Cielo y de la Tierra puede socorrer y ayudar a las almas ignorantes que más necesitan. Cuando ustedes oran de verdad Yo puedo ser ese Espejo que a través de sus corazones y vidas puede reflejar la esencia del Amor de Dios hacia el mundo. De esa forma, tan simple y sincera, muchas situaciones pueden evitarse.
Será más difícil y arduo para aquellas almas que, estando en la ilusión de la vida y que no buscan a Dios, pierden la oportunidad de conocer el verdadero amor que surge del Corazón de su Maestro. Es este Amor de Cristo, queridos hijos, que todos los días Me trae hasta aquí para auxiliar al mundo sufrido y a la humanidad que todavía es indiferente.
Es así, que a través de sus corazones Yo puedo establecer el Reino de Dios para que más almas lo reencuentren en esta hora, en la que absolutamente todo, desde el espíritu hasta la materia, está en juego.
Les agradezco por responder a Mi llamado.
Los unifica,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
A través de las oraciones, Yo limpio los infiernos de este mundo y retiro de esos lugares a cuantos claman por Mi auxilio.
A través de las oraciones, Yo ayudo a los Reinos menores y alivio todo el sufrimiento que ellos padecen.
A través de las oraciones, guío a las almas para que encuentren el Propósito y para que por encima de todo vivan la Divina Voluntad.
A través de las oraciones, abro las puertas a la Gracia, y consciencias que no merecerían dicha intercesión reciben la oportunidad de corregir y de enderezar sus caminos.
A través de las oraciones, el planeta se ve aliviado y, al menos en un pequeño porcentaje, su consciencia es protegida.
A través de las oraciones, puedo establecer en los corazones el Reino de Dios para que siempre lo recuerden y así lo amen profundamente.
A través de las oraciones, Mi Inmaculado Corazón se fortalece y esa fortaleza interna es irradiada hacia todos los que oran de corazón.
Así todo se mantiene bajo un mínimo equilibrio, y el planeta como consciencia puede respirar y soportar.
Todo esto lo preparará para su próxima transición y todos aquellos, que hayan negado la vida del espíritu y de la oración transformadora, se darán cuenta muy tarde de que perdieron la oportunidad de reconciliarse con el Padre y ya no habrá retorno.
Les agradezco a todos por hoy haberle orado a Mi Amado Hijo.
Los unifica,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Padre Nuestro...
Vean cuántos ejércitos Me siguen y muchos no lo saben.
Esta es la verdadera presencia de Mi Reino en la Tierra; Reino que está unido a cada corazón orante. Y ese Reino se expande por el mundo en su universo invisible para revelarse a los simples de corazón.
Este es el Reino que Yo prometo para todos, el cual prometí una vez cuando estuve entre ustedes en Mi amada Tierra Santa, revelándoles el poder de Mi Evangelio, la Sagrada Palabra de Dios, que viene a redimirlos de tiempo en tiempo.
Hoy estoy con inmensa alegría en Costa Rica, porque los corazones Me escuchan, no por su cantidad sino por su espíritu, su espíritu simple que se une al Mío y trae así al Reino de Dios para un lugar tan necesitado de la presencia de la Santísima Trinidad.
Busquen a Dios en todo lo que existe, en todo lo que Él ha creado a través de la Naturaleza. Allí Yo también Me encuentro en silencio y en lo alto de los volcanes, contemplando a toda la población planetaria, esperando por su despertar, por su gran y último paso al camino de la Luz y del Perdón.
Vean entonces, compañeros, que Yo estoy en todos los lugares. He venido aquí para darles Mi Fuerza interior y Mi Amor, para resucitar a Centroamérica en su propósito y su misión espiritual con el fin de cumplir el Plan de Paz de Dios.
Únanse cada vez más y cumplirán este propósito que hoy les pido. Háganlo por todos sus hermanos, sus hermanos de todas las naciones de Centroamérica, que tanto necesitan de Mi Divina Misericordia para poder continuar adelante en este tiempo final que se aproxima.
La fuerza de su oración ha llegado más allá de Centroamérica, abrazó gran parte del planeta y muchas esencias condenadas se vieron beneficiadas. Y esto fue posible, compañeros, por su unidad con la Unidad de Dios, del Hijo y del Espíritu Santo, con cada uno de sus hermanos de las naciones que abrazaron fervorosamente el fuego de esta oración, cumpliendo así la tarea en este día.
Gran parte de Mis ejércitos está formado por los ángeles del Cielo, ángeles que los acompañan de tiempo en tiempo, de ciclo en ciclo para hacer madurar su evolución y su gran momento de despertar.
Quiero que tengan presente estas palabras, porque sus ángeles de la Guarda los esperan para mostrarles el camino hacia la Verdad, para fortalecer sus espíritus y para que encuentren la paz que debe ser irradiada a todo el planeta.
Hoy vengo aquí con la Gracia de Dios y de Su Santo Espíritu. Por medio de Mi Divina Misericordia traigo para todos la expiación, la santa absolución de cada una de sus vidas en este momento crucial del planeta, en donde muchas consciencias, muchísimas almas necesitan del perdón y de la liberación.
A través de este ejercicio espiritual, compañeros, y después de cuarenta encuentros consecutivos, ya están en otro punto de su despertar. Y a medida que fueron avanzando esos encuentros, muchas almas más fueron despertando a Mi llamado.
Eso significa que aún hay mucho por hacer, mucho por sacrificarse, sobre todo por entregar a Dios, cada uno en el grado de su consciencia y de su disponibilidad interior.
Es así que Yo vengo a darles Mi Mensaje de Paz para que lo hagan llegar a sus hermanos de camino, a sus familiares, a todo el pueblo, el pueblo de Dios, que debe retornar al camino de la esperanza y al camino del perdón, que muchos aún están buscando y no lo encuentran.
Por eso hoy, también de Brazos abiertos, como el Redentor les muestro Mi Sagrado Corazón, Mi Eterno Espíritu, para que lo abracen fuerte, interiormente, lo adopten en sus vidas como la única Llama, como el verdadero camino, como la esperanza para sus vidas y no otros espíritus.
Esos espíritus también deberán redimirse. Libérenlos, déjenlos de lado y sigan Mi Camino, porque Yo los confortaré y los liberaré de todo mal, sin dejar atrás a ningún discípulo Mío, especialmente a aquellos que deben retornar a Mi Camino y que por un largo tiempo se olvidaron de Mí.
Vengo a recuperar en Centroamérica a Mis viejos amigos, aquellos que se comprometieron Conmigo a vivirme, a adorarme, a honrarme, a amarme, a buscarme por encima de todas las cosas, y, especialmente, a servirme en este tiempo final en esta Obra de Redención y de transformación de la consciencia.
Es así que Yo les abro las puertas para que vuelvan a ver la Luz, la Luz invisible de Dios que proviene de Su Espíritu, de lo más íntimo de su Corazón Sagrado. Les trae Su Misericordia a través de Su Hijo Amado, para que se puedan liberar y caminar libres en la Redención.
Hoy, lanzo las redes de Luz para que muchas más almas puedan retornar a Mi Corazón.
Hoy, vengo como el Pescador de Hombres, una vez más, buscando a los que están perdidos, a los que no encuentran el camino, a los que hasta ahora no han visto la salida ante tanta oscuridad.
Y Yo los bendigo, compañeros. Los impulso a seguirme en la fe y en el amor, confirmando en sus vidas que si Yo estoy en ustedes, ustedes estarán en Mí y todo siempre estará bien y a nada deberán temer, porque estarán Conmigo y Yo estaré con ustedes en vigilia y oración.
Vengo a retirar del sueño a muchas consciencias. Pero eso lo verán de tiempo en tiempo, porque esas almas deben aprender a conocerme, deben aprender a encontrar el camino a través de la semilla de Luz que hoy vuelvo a sembrar en sus corazones, para que alcancen la paz de vivir en Dios y en Su Divino Reino.
No pierdan de vista estos momentos.
Y vuelvo a decirles, compañeros: sientan la fuerza de Mi liberación sustentada por todo el Universo, por sus Leyes Divinas que vienen a intentar reformar sus vidas en espíritus consagrados a Dios y a Su Santo Propósito.
También les traigo Mi alegría, por la alegría que Me han transmitido en este día; la sana alegría del corazón que cura y redime a las almas y a gran parte del planeta, porque la alegría es la flor del Amor, y el Amor los llevará a la Unidad con Dios, con toda Su Consciencia.
Comprendan este misterio de una forma simple. La alegría los llevará a la paz y la paz podrá estar en todos, especialmente en los que más la necesitan.
Guarden la paz como un gran tesoro para estos tiempos. Que nada los inquiete ni los incomode.
Ofrezcan cada desafío como una oportunidad de humillación y de redención, sin perder nada y ni buscar nada a cambio.
Y ahora les muestro las llagas de Mis Manos, cómo por milímetros ellas se cicatrizan al sentir el amor de todos Mis compañeros, de los que buscan la trascendencia, la perseverancia, la fe inquebrantable, la devoción, la paz, la vivencia de Mi Divina Misericordia.
Vean cómo la luz de sus oraciones cicatriza Mis Llagas trayendo el alivio a Mi Corazón al ver los horrores del mundo y los pecados de la humanidad.
Adoren este momento, contemplen Mi Corazón y vívanlo en este último momento, en donde Mi Gracia todo lo permite y Mi Misericordia todo lo impulsa, para que estén en el Reino de Dios.
Cada vez que vivan una prueba o enfrenten una dificultad o enfermedad, recuerden este momento en donde Mis Llagas son cicatrizadas por la luz de sus oraciones y a través de este ejemplo, de este símbolo de santidad, fortalézcanse y no se permitan caer, porque Mi ofrenda siempre será levantarlos del suelo para que Me vivan, para que Me miren a los Ojos sin vergüenza, sin temor, no importando lo que suceda, contemplando el Amor que Mi mirar expresa por todas las almas.
Y así, con Mis ángeles, santos y bienaventurados que hoy ayudan a Costa Rica y Centroamérica, entramos en comunión, en unión de espíritus, de esencias y de almas, con el único y poderoso Dios que les da la vida eterna.
Vengo a consagrar especialmente todo lo que Me han traído al altar, porque he visto en este día los corazones sinceros, orando por la justa causa que Yo les he transmitido en el mensaje para esta Maratón.
Comprendan Mis Palabras con simplicidad y así las podrán vivir, una a una.
Los objetos sagrados son símbolo de redención para las almas y motivo para encender el espíritu en profunda devoción.
Es así que hoy también los sacramentaré a cada uno de ustedes, a través del oficio sagrado del sacerdocio, por medio de los Sacramentos que Yo instituí en el pasado, como el legado interior para las almas y para todas las consciencias que se quieran unir a Mí en los Dones del Espíritu Santo.
Hoy veo que están viviendo el Don del Temor de Dios. Para Mí eso es increíble, sobre todo en este tiempo en donde la humanidad está muy distraída; eso no Me hace bajar los brazos, porque si cargué la Cruz por ustedes, ustedes Conmigo y Yo con ustedes podremos cargar la cruz de este planeta para alcanzar la Redención.
Ofrézcanse a vivir este sacrificio por el triunfo de los Tres Sagrados Corazones en toda América y el mundo.
Adonai, Misericordia, Misericordia, Misericordia
Redención, Redención, Redención para este planeta. Amén. (x 6 veces)
Y antes de consagrar todos los elementos, quiero que se tomen de las manos para implorar Conmigo a Dios.
Sintiendo sus corazones sinceros, nos unimos en la paz y trabajamos por la paz para los lugares que más la necesitan, en donde el caos reina y hace temblar más corazones.
Adonai, Padre-Madre Creador, única existencia entre todo lo creado,
Espíritu Omnipresente y Omnipotente, vivencia de lo Sagrado y de lo Eterno,
desciende con toda Tu Luz Universal y que Tus ángeles abran las puertas
para que desciendan los Padres de la Creación.
Que los doce arcángeles ayuden en la Redención de las consciencias,
en la Liberación de los pecadores.
No te olvides, Santo Padre, de ninguna esencia creada.
Somos semejantes a Tu Faz. Fuimos creados a Tu Imagen.
Estamos fecundados por Tu Divino Espíritu.
Cierra los infiernos que se han abierto y redime
a aquel que se ha caído y que ha creado todo el mal.
Disipa las dudas de todas las mentes.
Que el poder de Tu Amor penetre en lo íntimo de los espíritus,
para que así se establezca el Poder de Tu Unidad y
de Tu infinito Amor, por los siglos que vendrán. Amén.
Lleven las manos al corazón y ahora canten al corazón sincero, porque es este corazón que Me acompañará hasta los últimos días de la Tierra y verá en el horizonte la aproximación de Mi Reino y de Mi Gloria estableciendo los mil años de paz.
Les agradezco por acompañarme en este día en cada rincón de este planeta.
Sigamos orando, proclamando el corazón sincero. Es ese corazón que los unirá a todos, los liberará de la indiferencia.
Que así sea.
En nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Primero vendrá Mi Amado Hijo para derramar la Misericordia que necesitan las almas más perdidas.
Después vendrá su Madre Celeste para reafirmar en este pueblo el Reino de Dios, y para que los buscadores y no buscadores de Mi Corazón por lo menos reciban la Gracia de la expiación final.
¿Por qué les digo esto?
Porque el tiempo de la definición ya está sucediendo, y Mis hijos más perdidos tendrán la oportunidad de no condenarse.
Es así que el Padre nos envía para auxiliar a Centroamérica y para que al menos una chispa de luz entre tantas tinieblas se pueda reencender y, en nombre de muchos, pueda alcanzar la redención.
Es por eso que la última hora del arrepentimiento se aproxima y a muchos de Mis hijos distraídos los tomará de sorpresa.
Venimos aquí para poder reparar algo a tiempo, la hora indica un rescate mayor y todo estará en juego.
Pero mientras sus corazones estén unidos al Mío nada les pasará, podrán estar delante del gran caos planetario y humano y Mi espada los defenderá.
Sean valientes y persistan, aún no saben cuánto estoy haciendo a través de los esfuerzos extremos de Mis servidores.
Le doy la bienvenida a una nación necesitada del verdadero y puro amor del corazón.
Estoy con ustedes siempre y los ayudo.
Les agradezco por responder a Mi llamado.
Los reúne en el Señor,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Queridos hijos:
Coloco Mi Corona de Luz sobre las naciones para que la vida espiritual y crística despierte a tiempo en las consciencias, para que las almas reconozcan que llegó el momento de aspirar a estar en el Reino de Dios y en Su Voluntad Eterna.
Por eso, en este día, hijos Míos, les recuerdo el compromiso superior con la Divinidad y con los planes de su Padre Eterno, que deberán concretarse en esta última fase del planeta.
Vengo a demostrarles a Mis hijos que será necesario colaborar para que la paz se establezca en la materia y en toda consciencia que necesite de la intercesión de la Divina Misericordia.
Espero que Mis amados hijos tengan consciencia de la unidad interior que debe vivirse en este momento, no solo con el Plan de Dios, sino también con todo lo que vive a su alrededor, con la Creación y con la naturaleza.
Ese sentimiento de unidad los llevará a estar bien colocados en la misión que deberán llevar adelante con toda la humanidad que está despertando.
Hoy, los llevo a todos en Mi Regazo para que sientan Mi Divina Paz.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los unifica,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Queridos hijos:
En este día jueves en donde recordamos la Última Cena del Señor, vengo para pedirles que a través de su ofrecimiento sincero y simple, el Corazón de Mi Hijo sea reparado de todo lo que Él ve de este mundo infiel.
Es así, Mis hijos, que estando ustedes postrados como los ángeles a los pies del altar de la Última Cena, rememoren ese momento dando gracias a Dios por Su insondable e infinita Misericordia.
Queridos hijos, les pido que en este acto coloquen al mundo entero, sin olvidarse de cada consciencia que necesita de la Gracia de Mi Hijo.
Con sus ojos en Mi Corazón vean a través de él cómo se encuentra el mundo, totalmente olvidado de la Faz de Dios, la que mira todos los días a la Tierra para encontrar algún corazón receptivo a Su sagrada convocatoria.
Los invito, a pesar de todo, a buscar a Dios y a Su bendito Reino, para que sus almas sean partícipes de esa perfecta comunión con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Mis amados, tengo esperanza de que con cada acto de reparación el Padre derrame Su inmaculada Gracia sobre todo el planeta y sobre quien necesita en esta hora de amor y de salvación.
Los acompaño, en adoración a Mi Hijo, en este día en donde junto al Señor del Universo celebramos la memoria de la Última Cena.
El Padre por siempre y para siempre sea alabado.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los contempla,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Adoradores sean los que comprenden a través del Santísimo el misterio infinito del Amor de Mi Hijo.
Adoradores sean los que con su mirada fija en el Santísimo atraen la paz para el planeta.
Adoradores sean los que se unen de corazón al gran portal de la Misericordia de Mi Hijo a través de la Eucaristía venerada.
Adoradores sean los que atraen en cada nuevo ejercicio el Plan de Dios a la Tierra.
Adoradores sean los que junto a sus ángeles de la guarda depositan el sagrado ofertorio de la adoración en el Corazón de Dios.
Adoradores sean los que reciben la Gracia a través de la adoración, no para sí, sino para el mundo.
Adoradores sean los que establecen la unidad espiritual entre el Cielo y la Tierra.
Adoradores sean los que reparan en cada adoración el Sagrado Corazón del Señor.
Adoradores sean los que junto a María Santísima claman por Misericordia.
Adoradores sean los que cruzan con su mirada los portales del Santísimo e ingresan en la cumbre de los altares celestiales, atrayendo la Piedad y la Compasión de Dios para el mundo.
Adoradores sean los que desarman con amor, silencio y contemplación los planes del adversario y, solo por su adoración a Cristo, ayudan a salvar a las almas de los abismos de la consciencia.
Adoradores sean los que reciben en humildad y simplicidad la sagrada llama del Amor de Cristo, para que esta se multiplique en los que más la necesitan.
Adoradores sean los que reparan en cada adoración los ultrajes a los Reinos menores y los que imploran por Misericordia sin descanso.
Que todos sean adoradores de la Misericordia de Cristo en esta sagrada casa que Yo he fundado para el Reino Celestial, y en todos los lugares del mundo en donde exista un alma en adoración, que sepa que atraerá el Reino de Dios para que se establezca la santa paz.
¡Les agradezco por adorar al preciosísimo Cuerpo de Cristo en el Santísimo!
Los acompaña siempre,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz y Reina de la Adoración
El ciclo de paz inexplicable del cual ya les he hablado, queridos hijos, comenzó el ocho de agosto pasado, y nuevas oportunidades de redención estarán abriéndose para las consciencias que más lo necesitan.
En esta hora planetaria, algunas almas, entre todas las que existen, tendrán la oportunidad de recibir una Gracia extraordinaria que aliviará sus pecados y sus faltas.
Esa hora, de la cual les hablo, es la hora en la que la Misericordia de Mi Hijo tendrá una gran expansión universal que atraerá hacia sí a los más miserables de espíritu, para que alcancen la redención y sean reinsertados en el camino de la evolución espiritual.
Es por eso, hijos Míos, que su Madre Celeste trabaja incansablemente para que la mayor cantidad posible de almas reconozcan el único Reino de Dios y para que se aproximen a él como autoconvocados del Plan.
Les pido que, así como ustedes tuvieron consciencia de su despertar, tengan amor suficiente por aquellas almas que llegarán para enderezar sus caminos hacia la Luz, después de haber estado perdidas en este mundo.
Es así, que nuevamente Mi Hijo va en búsqueda de los que, por varias razones y circunstancias, se quedaron atrás, presos en las manos de Mi adversario.
Ahora, que llega este ciclo de Paz y de Gracia que concederá muchas cosas, hijos, Yo los invito a acompañar los pasos de los últimos acontecimientos mundiales que pondrán a la humanidad en su eje y consciencia después de todo lo que ha hecho, desviándose a lo largo de los últimos tiempos.
Les pido ese espíritu mayor de pacificación para poder acompañar su purificación y la purificación final de sus semejantes; porque si así lo hicieran, Mis queridos hijos, será la prueba de que comprendieron y supieron en estos tiempos vivir en el Amor de Dios.
¡Les agradezco ahora y siempre por responder a Mi llamado!
Los bendice en Cristo,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Bienaventurados los puros de corazón y valientes de espíritu, los que serán llamados débiles a los ojos del mundo, porque renunciarán a los placeres de los sentidos y a las fuerzas capitales.
Bienaventurados aquellos entre los hombres que no temen perderlo todo, ni a sí mismos, para encontrar a Dios; los que renuncian a los méritos y a las honras de este mundo, porque saben que la mayor riqueza es ser nada y no tener nada, para entonces ser colmado por el Creador.
Bienaventurados los que no tratan de dar forma a las Palabras de Dios con su comprensión humana, sino que rompen las barreras de la propia mente para ingresar en la Sabiduría divina.
Bienaventurados los que verán las ruinas del mundo con ojos de compasión y no de temor; los que saben que el verdadero Reino, eterno e imperecedero, se edifica solo en el espíritu.
Bienaventurados los que escucharán las profecías que vienen de Dios y se prepararán para vivirlas como su mayor verdad; los que no esperan que los acontecimientos se manifiesten para comenzar a creer en las Palabras divinas.
Bienaventurados los que son humildes de corazón y simples de espíritu y pueden percibir la Presencia de Dios cuando Él se aproxima; aquellos que tendrán los ojos limpios para ver y comprender la Verdad en los tiempos que vendrán.
Bienaventurados los que beben de la oración y de la Gracia de Dios y la dan de beber a otros del cáliz de las acciones misericordiosas. Ellos prepararán la llegada del Reino y, a pesar de ser los últimos en entrar, tendrán su lugar a la derecha de Aquel que está a la derecha de Dios y lo adorarán eternamente.
Bienaventurados los que no se saben bienaventurados, pero que buscan la Gracia y la Misericordia Divina perpetuamente.
San José Castísimo
Queridos hijos Míos:
Vengo desde el Cielo, en este día de Gracia plena, para proclamar la victoria de los corazones redimidos por Cristo.
Vengo para declarar el triunfo del Plan de Dios en las almas que respondieron desde el principio a Mi llamado.
Vengo para revelar el valor incalculable de la transformación de los corazones que se entregan en confianza a Dios, y cómo las puertas del Reino de Dios se abren sobre cada uno de ellos.
Vengo para mostrarles, hijos Míos, el poder de la reconciliación entre las consciencias que una vez se equivocaron y cerraron su corazón a Dios. Por eso, como la Madre de la Divina Reconciliación concedo esta Gracia divina para que las almas se liberen de las cadenas de los errores constantes.
A través de la unión espiritual de cada hijo Mío con Mi Gracia superior, se establece la liberación del pasado y la renovación total de la consciencia que antes estaba espiritualmente alejada de Dios.
Queridos hijos, en este día Yo les traigo a la consciencia que antes de que todo suceda en la humanidad, las almas pueden estar libres de sus sufrimientos y, así, estar preparadas para ingresar en los comandos de Cristo, Vuestro Rey y Señor.
Hijos Míos, cuando sus corazones se abren, otras oportunidades pueden surgir; el Universo los ayuda a dar ese gran paso hacia la entrega a Dios y a Su Plan divino.
Quisiera, hijos Míos, que todos los días vivieran la reconciliación del corazón, para que muchas más almas reciban la Gracia de encontrar la redención. Eso comenzará primero en sus familias y después en la humanidad.
Yo los impulso a caminar a Mi lado porque los amo y deseo lo mejor para cada hijo Mío.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice y los reconcilia,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más