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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Que se escuche la Voz que truena en el Cielo.
Que se escuche la Voz que resuena en el planeta.
Es llegada la hora del cumplimiento de la promesa del Hijo de Dios, porque fue escrito y así se cumplirá.
Que los corazones se preparen en regocijo, que las secuelas del pasado se disuelvan y que las almas se sientan guiadas por el Cetro de Mi Amor que los conducirá hacia el Propósito prometido; porque, cuando lo alcancen y lo vivan, conocerán el poder de la liberación.
Los grilletes de la inercia se romperán, las cadenas del pasado desaparecerán y sus almas estarán prontas para caminar libres, y así esperar con alegría la llegada del Gran Maestro.
Por eso, no le teman a la tempestad de su propia barca, vientos contrarios podrán soplar fuerte, pero la convicción de la fe nunca perecerá.
Crean en el poder que Mi Padre les Ha dado en los Cielos, de sentirse parte de Su Creación y de Su Universo, de poder ser dignos Hijos de Dios.
Este es el tiempo en el que las trompetas de los Cielos seguirán sonando para poder permitir que se siga escribiendo el Divino Propósito en los corazones de los hombres. Aún el Libro de Amor no fue terminado, porque los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos. Esto es una Ley y así se cumplirá; por eso, no se queden en su propio destierro.
A través de Mi Palabra y a través de Mi Mensaje, a través de Mis Parábolas y a través de Mis Enseñanzas, Yo He venido a lo largo de los tiempos a enseñarles sobre el Reino de los Cielos; aquel que reverbera eternamente más allá de las dimensiones y de los planos, aquel que siempre permanecerá presente en el corazón que cree en él.
Por eso, ¡levántense, compañeros! Asuman su propia purificación, no como una condena, sino como su liberación. Porque este no es el tiempo de las víctimas, pero sí es el tiempo de las víctimas de Mi Amor, de aquellos que tienen muy claro en su consciencia y en su corazón qué es lo necesario que hay que hacer en este tiempo y qué es lo que no se debe hacer en este tiempo para no salir de la protección de Mi Mano.
Por eso, yergan sus cabezas hacia los Cielos y vean venir el gran tiempo prometido en el que la esclavitud terminará, en el que los infiernos se cerrarán, para que las almas renazcan en Mi Amor y formen parte del gran momento de Mi Cena Redentora; así como fue antes de Pentecostés con Mis elegidos, Mis apóstoles, porque volveré a partir el pan y volveré a consagrar el vino. Les daré de comer y de beber del Sagrado Sacramento, por medio de las formas luminosas que revelaré en ese gran momento.
Y, en esa hora, el sagrado misterio de la Eucaristía volverá a ser transustanciado; así como la materia corrupta, que se ha desviado a través de los tiempos, también se transustanciará. Y de esto participarán las células y los átomos que impulsarán ese gran acontecimiento espiritual.
Por eso, que la cruz ya no les pese; porque en este tiempo existen cruces más pesadas que no pueden ver con sus propios ojos físicos, pero que sí podrán conocer bajo el espíritu de la oración.
Por eso, una vez Yo les dije que dejaran todo lo que tenían, que cargaran su cruz y que Me siguieran. Esta es la hora en la que ese momento se está cumpliendo.
Nada está fuera de lugar; la humanidad lo está por no animarse a amar lo desconocido, lo que no puede controlar, todo aquello de lo que no se puede apropiar.
Por eso, Yo les enseñé el camino de la humildad y del sacrificio. Este camino es una gran escuela para Mí, y también lo es para aquellos que están decididos a vivirlo. Es simplemente animarse, en espíritu de abnegación y de renuncia, a ir subiendo los escalones hacia los Cielos, siguiendo un único camino y un único principio que es el principio de Mi Amor, que nunca los traicionará, que nunca los abandonará, que nunca se apartará del corazón que lo suplique, del corazón que lo pida más allá de sus errores, más allá de sus miserias, más allá de sus imperfecciones.
Dejen que Mi Amor los pueda transformar un poco más. Necesito vivir en las almas para poder vivir en los corazones, para poder llevar adelante Mis obras de los últimos tiempos, para que sientan Mi cercanía, para que perciban Mi consuelo, para que se refugien en Mi abrazo. Porque Yo les vengo a exigir lo que Me pueden dar y no Me cansaré de repetirlo, por más que lo hayan escuchado de Mí muchas veces.
Yo necesito, a través de los buenos instrumentos, poder intervenir en la humanidad y en el planeta; porque los corazones pueden ser un relicario, en donde Mis Tesoros podrán ser depositados en aquellos que aspiren ser celadores de Mis Reliquias, las Reliquias de Mi Pasión y las Reliquias que Me fueron entregadas después de Mi Ascensión a los Cielos.
¿Aspiran a conocer esos Tesoros Espirituales que Yo tengo para cada uno de los Míos?
¡Qué maravilloso sería que fueran conscientes de todo esto!, para que sus consciencias ya no se mezclen en lo superficial, para que sus consciencias se eleven a través de la humildad, de la intención pura del corazón que ama, que no crítica y que no juzga, que tampoco se permite condenar al prójimo.
Por eso, redimensionen su perspectiva. Sean valientes y acepten el arrepentimiento por aquellos que no se arrepienten, por aquellos que no hacen penitencia; a fin de que el equilibrio de la humanidad se sostenga en este tiempo final, más allá de los riesgos que se viven en esta superficie.
Pero confíen, porque Mis Promesas se cumplen en la hora correcta y en el tiempo correcto. No se adelanten a los acontecimientos.
Sigan construyendo dentro de ustedes la morada que Yo necesito para el momento de Mi Retorno. Porque primero retornará Mi Divinidad a los hombres y mujeres de la Tierra, y Mis servidores y apóstoles se sentirán impulsados por algo desconocido y supremo; para que, en las naciones, en los pueblos o donde sea que se encuentren, anuncien Mi Retorno a la humanidad.
Porque cuando Mi Divinidad ingrese en los corazones definitivamente, así como fue a través de los Dones del Espíritu Santo, las almas hablarán en lenguas. Esto se volverá a cumplir, fue la promesa que Yo les hice a Mis apóstoles después de Mi reaparecimiento en el Santo Cenáculo.
¿Creen que los méritos de Mi Pasión tienen poder?
¿Por qué dudan del camino? Si el Camino está aquí, delante de ustedes; la Vida está aquí, delante de ustedes; la Verdad está aquí, delante de ustedes, en el nombre del Amor y de la Paz; porque el Padre es el que Me envía a ustedes, así como Yo los envío al mundo para que sean testimonio de Mi Palabra, ejemplo de la transformación constante, precursores de la paz hasta en los más pequeños detalles, hasta con los que tienen a su lado.
Yo observo todo, de Mi nada pueden esconder. Como estoy aquí, también estoy en otros lugares en este momento. Estoy en los hogares y en las familias que Me abrieron las puertas en este momento para escucharme.
¿Ven cómo puedo ver todo? Porque Dios Me Ha dado la Gracia de la omnipresencia y de la relación entre los universos. Así, los Rayos del Supremo descienden para aplacar las angustias de las almas, para colocar Mi Mano sobre el corazón de cada uno, para decirles: “Confíen y tengan fe”, porque lo que deberán vivir es porque Dios ya lo tiene previsto.
Sé que para muchos vivir la Divina Voluntad es un desafío, pero no se preocupen por los resultados, no generen expectativas ni ilusiones, entreguen su vida totalmente en las Manos de Dios; así como el Divino Hijo se entregó en la Cruz por ustedes, para que pudieran vivir, para que pudieran renacer, para que hoy pudieran estar aquí escuchándome.
Así como muchas veces Me escucharon en los importantes tiempos de la Tierra Santa, como ese pueblo que escuchó cada una de Mis Parábolas y que hoy las recuerdan, así como hoy pueden recordar Mis Bienaventuranzas, así como pueden recordar la primera vez que les enseñé el Padre Nuestro.
Entonces, nos estamos reencontrando, para que la humanidad se pueda reencontrar en algún momento y tenga consciencia de que así no puede seguir, de que así ya no puede seguir padeciendo, que debemos cortar de una vez y para siempre esta cadena del sufrimiento que sumerge a las almas en sus propios abismos, alejándolas de la Luz de Mi Amor.
Pero, Yo vuelvo a otorgarles esta Luz de Mi Amor incansable para que se fortalezcan en este momento de prueba, como personas, como almas y como planeta, como una civilización que precisa urgentemente redimirse, prepararse y curarse, sanarse del odio, de la venganza y de la impunidad.
Y ustedes, compañeros, son los primeros que lo deben vivir. No pueden más ser impunes, no pueden más criticar, no pueden más juzgar, porque nadie conoce lo que es ser condenado y sentirse en esa difícil prisión espiritual.
Por eso amen, así como Yo los Amo; por eso vivan, así como Yo vivo. No les pido algo inalcanzable, Yo les pido algo real, lo que pueden vivir y lo que pueden hacer.
Por eso, les entregué los Sacramentos, para que Yo pueda estar presente para asistirlos en la Confesión, en el Lavado de los Pies, en la renovación del Bautismo, en la Unción de los enfermos de cuerpo y espíritu.
Las Llagas que Yo recibí, las acepté para poder liberarlos del pecado, para poder liberarlos de sus amarguras; para que, a través de Mi Corazón, en cada momento y en cada paso, sientan la fuerza de la esperanza, el poder de la renovación que les traigo, porque Mi principal tarea es renovarlos a cada momento.
Si ustedes Me dejan que los pueda renovar, comprenderán la vida desde otra óptica. Aprenderán a ver la vida como un gran aprendizaje y como una gran escuela, porque Yo deseo tenerlos a todos en Mi Reino.
Como una muestra amorosa de lo que les digo, hoy llamaré a aquellos que se han postulado para adorarme. Pueden venir, para que Yo los pueda ungir.
Que, a través de ustedes, el mundo recuerde que debe adorar al Señor, porque en el Señor está su vida, está su redención.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Nos mantenemos concentrados porque Jesús está aquí.
Hijos y servidores amados, recuerden Conmigo por un momento el Mar de Galilea y el Monte en donde pronuncié las Bienaventuranzas.
¿Recuerdan lo que escucharon de Mi Boca en aquel tiempo y cómo el Santo Espíritu de Dios, por obra de la Divina Misericordia y del sacrificio de Su Amadísimo Hijo, obró, en aquel tiempo, para que sus almas hoy estuvieran aquí, viviendo esta consagración?
¿Ahora, comprenden que todo tiene un sentido en la vida?
Conozco lo que cada uno vivió a través de los tiempos, pero Yo vengo a fortalecerlos y a animarlos para que se sumerjan en el océano de Mi Amor, a través de la adoración a la Santa Eucaristía.
En este ejercicio, que emprenderán en cada momento de nueva adoración, recuerden, Mis amados, que estarán cerrando las Llagas que este mundo Me ocasiona hoy; estarán besando Mis Manos y Mis Pies, así como lo hicieron las santas mujeres. Sus besos cicatrizaron Mis heridas, porque eran besos de amor consolador, de súplica y de reparación por las almas del mundo.
Bajo este espíritu solemne de paz, Yo vengo a consagrarlos como los adoradores que siempre fueron. Recuerden que, desde el Monte de las Bienaventuranzas, sus almas decidieron adorarme y reconocerme como su único Señor y Maestro.
Por eso hoy, coloco sobre ustedes Mis Manos y, en esta sagrada imposición, le pido al Santo Espíritu de Dios que obre milagros en sus vidas, que puedan ser luz en el mundo que sufre por tanta oscuridad.
Eleven sus corazones a los Cielos, el Señor los recibe en Su Gloria, y así los bendice en esta consagración, agradeciendo que vivan este ejercicio por Mí todos los días, hasta el último momento de sus vidas; porque en esa última hora, Yo estaré del otro lado de la puerta para llevarlos a Mi Reino, porque a algunos no les tocará estar aquí cuando Yo retorne.
Anímense a vivir la santidad, para que el mundo recupere la pureza y la inocencia que ya perdió. La santidad no es vanagloria. La santidad es tener un corazón simple, capaz de ser receptivo al sufrimiento del otro, al dolor del otro, y hacer cualquier cosa para poder aliviarlo; así como Yo los alivio, en este momento, a ustedes que hoy se consagran y a todos sus hermanos aquí presentes.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Y en este momento de consagración, para acompañar a los hermanos, aún en la Presencia de Cristo Jesús, vamos a cantar juntos el cántico “Consagración”, para que estos hermanos puedan ver delante de sí mismos el porvenir, esa esperanza que Cristo nos promete a cada uno, más allá de todo lo que estamos viviendo.
Acompañemos al Maestro en esta consagración.
Hermanos, vamos a hacer una oración para terminar este momento de consagración y seguir con la Comunión Espiritual.
Cuando el sacerdote termine de consagrar la Comunión, ustedes se van a acercar para recibirla, ya que va a ser parte del ejercicio de su consagración.
Vamos a hacer una vez la oración al Padre Celestial en portugués.
¡Gracias, Señor, por cuánto nos das!
En este encuentro, Te honramos, Señor.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Como los últimos rayos del atardecer, Yo vendré en el final de estos tiempos.
Como el viento que hoy acaricia sus rostros, Yo vendré en el final de estos tiempos.
Como el día que se recoge para mañana comenzar uno nuevo, Yo vendré en el final de estos tiempos.
Y les aseguro que a muchos les costará poder reconocerme, porque Yo vendré con la misma Faz que una vez les revelé a Mis apóstoles en el Monte Tabor, y todo aquello que guardaba su Maestro como secreto en Su Corazón será revelado.
Por eso, hoy Yo les digo: “Estén atentos y vigilantes, porque Mi hora se acerca”, y Mi Presencia Sacerdotal no podrá pasar desapercibida para ninguno de ustedes; porque, así como hoy Yo vengo en Divinidad a encontrarme con ustedes, así Yo vendré en Gloria a reencontrarme con Mis compañeros.
Pero antes de que los cielos se abran y las nubes se aparten, Mi reaparecimiento se dará en el mundo, y esto será gradual en todo el planeta. Porque no habrá lugar en donde Yo no pueda estar, al contrario, el Hijo de Dios podrá estar en todas partes al mismo tiempo y, así, se cumplirá una vez más la Ley de la Omnipresencia en la humanidad y en la Tierra, así como lo fue para el antiguo pueblo de Israel que escuchó de cerca la Palabra de Dios, así como lo fue para los profetas que escucharon el Llamado de Dios.
Mi Retorno dejará de ser un misterio para pasar a ser una revelación.
Y hoy, Yo vengo aquí, a las cercanías de Ucrania, a dar este Mensaje; porque, después de ver tanta sangre inocente siendo derramada en ese país, el Señor de Israel se presenta a esa nación y al mundo entero para anunciarles que, en estos grandes tiempos de tribulación, se acerca la hora del Retorno del Hijo de Dios y, así, se cumplirá la promesa que una vez fue hecha en lo alto del Monte de los Olivos.
Porque, en esa hora, todos los sellos del Libro del Apocalipsis ya estarán abiertos, y el séptimo ángel de los Coros de Dios ya habrá hecho sonar la última trompeta, para que el último sello del Libro del Apocalipsis esté abierto.
La gran puerta de Mi Divina e Insondable Misericordia se convertirá en la gran puerta de Mi Gloria y de Mi Gracia para el mundo entero. Porque, Yo reapareceré a pequeños grupos de almas en el mundo entero, así como lo fue en el camino de Emaús, en donde volví a consagrar y a partir el pan para compartir Mi Glorioso Cuerpo con los Míos. De la misma forma lo haré, como en el tiempo anterior, así podrán reconocerme cara a cara y sabrán que Soy Jesús, el Cristo Glorificado, el Sagrado e Insondable Corazón de Jesús.
Yo vengo a dar este Mensaje de esperanza especialmente a Ucrania; para que su pueblo, al que le fue arrebatada su fe y su confianza en Dios, recupere esa esperanza y esa fe en el Padre, recupere la confianza de ser dignos Hijos de Dios, en el Cielo como en la Tierra.
Yo no Me opondré a las armas, Yo Me opondré a Mis enemigos para convertirlos y redimirlos; así como su Maestro y Señor, durante los tres días en el Sepulcro, mientras Su Divino Cuerpo era restaurado y reparado, la Divina Alma de Jesús redimía, en los infiernos más profundos del planeta, a los que estaban condenados y perdidos, a los que ya no veían la Luz con sus propios ojos. De la misma forma, así lo haré, de una forma tal vez desconocida por la mayoría, pero eso se cumplirá, es Mi Palabra.
Será el gran momento de la redención del mundo, cuando por el precio de la Preciosísima Sangre derramada de Jesús, respondiendo a los Comandos de Cristo, los ángeles de Dios volverán a descender a la Tierra, así como lo hicieron en lo alto del Monte Calvario para recoger, con la Divina y Santa Madre, la Sangre de Jesús.
Así, volverán al mundo para derramar la Preciosa Sangre de Jesús en todos los Sagrarios que fueron profanados y ultrajados en el mundo.
Y así, se restablecerá la Luz en la humanidad y todo comenzará a convertirse, no por obra de un milagro, sino por obra del Espíritu Santo que congregará a los 144 000 de los cuatro puntos del planeta, los llamados Hijos de Dios, los que se han sacrificado por Mí a través de los tiempos y de las generaciones para dar testimonio de Mi Palabra y de Mi Sacerdocio, para todos los que estuvieron Conmigo a los pies del Santísimo Sacramento del Altar para adorarme y reconocerme como el Camino, la Verdad y la Vida.
Así, Yo los reuniré a todos como en el principio, así como en el Edén, Dios reunió a Adán, a Eva y a todas las pequeñas criaturas de los Reinos de la Naturaleza para decirles que deberían amar a Dios por sobre todas las cosas para estar bajo Su Ley, Su Amor y Su Luz. Y así, dentro de Sus Leyes, todos fueran felices como los ángeles son felices en el Reino de los Cielos.
Por eso, prepárense y no duerman. No quiero ver a Mis apóstoles dormidos mientras el Señor llega como un Vigía, como el Guardián de los Portales de la Luz, para decirles que la hora ha llegado en la profunda noche del invierno de este mundo, en la que la indiferencia sustituye al amor, en la que el mal intenta sustituir a la paz.
El Señor del Universo bajará del Cielo, así como los ángeles bajan del Cielo para ayudar a las naciones y hoy, en especial, para ayudar al ángel de Ucrania, para que sea ayudado por las oraciones misericordiosas de todos ustedes; a fin de que el martirio, la esclavitud y la guerra sean disipados de este mundo, a fin de que ninguna arma más sea activada para lastimar al semejante. Esta es la gran causa de Mi Presencia en las cercanías de Ucrania.
Así como los ángeles del Cielo están presentes Conmigo en esta tarde que se recoge, así quiero y deseo que estén también sus corazones y no sus emociones; porque Yo quiero a los corazones imperfectos, pero los quiero verdaderos, a los que se arriesgan a buscar la pureza aun estando en este mundo, a los que no le temen a la superación de sí mismos, a los que no retroceden, a los que no dudan, a los que no son tibios.
Yo busco a los corazones definidos, aunque imperfectos. Busco a los que decidan seguirme hasta el final; porque Mi hora ya está contada, compañeros, y el mundo y la humanidad no pueden continuar como están.
¿Quién seguirá, junto a Mí, cargando el madero de la cruz planetaria?
¿Quién dejará de ser negligente, para ser responsable en Cristo y por Cristo?
Cada vez que Yo vengo al mundo, como en este día, debo recordarles estos principios para que no los olviden; porque el voto de su amor por Mí no podrá disolverse por ninguna circunstancia ni por ninguna situación.
Si no reflexionan sobre todas estas cosas, ¿por qué están aquí?
La Luz de Mi Misericordia aún sigue descendiendo al mundo, aunque no se perciba. Pero en algún momento, esa Luz se recogerá para que la humanidad viva por sí misma su propia definición, así como su Maestro, Cristo Jesús, la vivió en el Huerto Getsemaní.
Que esto no se interprete con un abandono. Dios hace de los corazones imperfectos corazones maduros, corazones consecuentes y disponibles, para que algún día sean corazones incondicionales, que tienen claro, en el centro de su ser, el Propósito que vinieron a cumplir.
Mientras las guerras se desarrollan en el mundo, mientras la sangre inocente sigue siendo derramada bajo la impunidad y el falso poder, mientras millones de niños mueren de hambre y de enfermedad en África, ¿quién será capaz de estar en Mí para siempre?, para que Yo pueda estar en él para siempre, y obrar y trabajar sin nada a cambio, así como Yo lo hice muchas veces en muchos santos, mientras Yo lo necesitara.
¿Comprenden así, en lo más profundo, la vida crística, el espejo que Cristo necesita en la Tierra, a través del corazón humano, para poder reflejar Sus aspiraciones y voluntades?
No vengo aquí a perder el tiempo, vengo aquí como un Mensajero de Dios por una emergencia; porque Mi hora se está terminando, Mis Apariciones se estarán recogiendo, porque es la hora de cada uno de ustedes, compañeros.
Yo los acompañaré en espíritu si Me lo permiten, así como acompañé a Mis apóstoles en el gran tiempo de la evangelización.
¡Oh, herida Ucrania! A pesar de estar siendo cercada, no pierdas la luz de tu fe, pilar sagrado de la confianza; porque vendrá el tiempo de la liberación de tu esclavitud, así como el pueblo de Israel fue liberado. El desierto acabará, la oscuridad desaparecerá y llegará el tiempo de la reconstrucción espiritual y física.
Amadas almas de Ucrania, elévense hacia Mí. Ingresen en las entrañas más profundas de Mi Misericordia, que Yo las aliviaré y las fortaleceré en esta difícil hora. Mis Rayos de Luz y Misericordia están sobre ustedes.
¡Levántate Ucrania y no retrocedas!
Yo estoy aquí para curarte. Yo estoy aquí, Ucrania, como tu Paz.
Nunca se olviden de los que sufren la guerra, porque si algún día ustedes lo vivieran, van a querer que alguien se acuerde de ustedes. Cuando el miedo los abrace y la disociación los perturbe, van a clamar por alguien que ore por ustedes.
¿Ahora, comprenden el motivo de Mi Retorno al mundo?
Que esta próxima Maratón de la Divina e Insondable Misericordia sea una Maratón de oración, que les haga sentir en el corazón la necesidad de orar por este mundo y especialmente por los que sufren las guerras y los conflictos.
Una vez más, estaré atento a la voz de sus súplicas, porque lo necesito. Mis Oídos estarán atentos. Mi Corazón estará atento. El Sagrario de Mi Corazón estará expuesto a todos los que oren Conmigo en esta Maratón de oración.
Quiero saciar la sed de los afligidos.
Quiero calmar el llanto de los niños desprotegidos.
Quiero tener en Mis Brazos a los no nacidos.
Quiero levantar del suelo a los ancianos.
Quiero fortalecer la vida de las madres de la guerra y, en especial, a las madres que viven la guerra en sus familias.
Quiero restablecer la unidad en todos los seres.
Soy el Manantial que quita la sed.
Que vengan a Mí los que están desesperanzados.
Que vengan a Mí los que se sienten solos.
Que vengan a Mí los que han pecado, porque Mi Amor es capaz de transformarlo todo. Yo no los juzgaré con una vara, Yo les enseñaré sobre la rectitud de la Ley, Yo les abriré la puerta de Mi Misericordia, así como Yo les abro la puerta de Mi Insondable Misericordia a Ucrania y a las sometidas naciones de África.
Les estaré agradecido si responden a Mi Llamado, en esta especial e inusual Maratón de la Divina Misericordia.
Recuerden que Mi tiempo está terminando y aún la demanda de este mundo es muy grande.
¿Quiénes serán los apóstoles que se perfilarán para acompañar al Señor sin nada a cambio?
Imparto Mi bendición a Ucrania y al mundo.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Hijo:
Guarda la Luz de Dios en tu corazón. Allí, ella reposará y trabajará silenciosamente hasta cumplir su propósito interior.
Guarda la Luz de Dios en tu corazón, para que ella alcance la meta dentro de ti. Esa Luz desciende para bendecirte y para renovarte.
La Luz de Dios es neutra pero muy compasiva. Su presencia regenera la vida y despierta el amor en el corazón humano.
Esa Luz, que proviene de Su Fuente, es una potentísima Gracia que llega para renovar la vida del alma orante.
La Luz de Dios llega para redimir tus células a través de la elevación interior de tu ser. Así, abrirás espacio para que esa poderosa Luz actúe y obre conforme con el propósito que ella tiene.
Deja que la Luz de Dios transforme tu ser y aquellos espacios dentro de ti a donde aún ninguna luz llegó.
Confía en el poder de la Luz de Dios y todo se convertirá.
Ella atrae las almas hacia la Fuente Divina.
Ella comulga con el corazón que vive el camino de la oración.
Es la Luz que ilumina el camino de los pies peregrinos.
Es la Luz que revela la verdad interior.
Es la Luz de Dios que despierta a la consciencia y la conduce al discernimiento.
La Luz de Dios interviene en momentos culminantes y en situaciones difíciles.
La Luz de Dios nunca se reduce o desaparece de este espacio-tiempo.
La Luz es omnipresente y su omnipresencia le permite ayudar a muchas almas que necesitan imperiosamente esa humilde Luz del Creador.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cuando la Madre de Dios está en silencio es porque algo importante está por suceder y, en este momento, deben comprender ese significado.
Este silencio lleva a la introspección, a la reflexión y al discernimiento.
Es momento de que la humanidad comprenda los ciclos que está atravesando y viviendo en estos tiempos.
Por esa razón, los Mensajeros de Dios llegan a la Tierra para prepararla y guiarla hacia el próximo paso, hacia el próximo ciclo y hacia el nuevo tiempo.
Hoy he venido aquí a traerles Mi mensaje de paz, pero también Mi mensaje de consciencia, queridos hijos.
Hoy, en el mensaje dado por su Madre Celeste para las apariciones un ciclo se cierra y un nuevo ciclo comenzará, a partir del mes de marzo de este año, momento en el cual, ustedes, Me podrán acompañar en este último ciclo que se acerca y que finalizará una etapa importante para todos los mundos internos, y también para toda la humanidad.
Es momento de que comiencen a recoger los frutos de la instrucción y del conocimiento de la Jerarquía; de que puedan aprender a beber de esa Fuente, para que solo dependan de Dios, de Su Gracia y de Su Misericordia.
Y, así, sus almas se fortalecerán en este camino y en esta trayectoria al servicio eterno de Dios, por las almas, por los Reinos de la Naturaleza y por el planeta.
Hoy vengo aquí para anunciarles el fin de este ciclo, el fin de estos mensajes que vengo entregando y que los prepara para cada nuevo encuentro Conmigo, sea en sus corazones o ante Mi Presencia.
Es así, queridos hijos, que podrán comprender, en este momento, la omnipresencia de la Madre de Dios. Esa omnipresencia y poder que le ha dado Su Hijo para llevar adelante esta tarea planetaria en el fin de los tiempos, que es la última y gran tarea para estos tiempos.
Por eso, los invito a tener presente todo lo que les he dicho desde los primeros años en que Me he encontrado con ustedes, para guiarlos, conducirlos y hacerlos vivir el Plan de Dios en sus diferentes manifestaciones y tareas.
Este es el tiempo de hacer la gran y última síntesis. Es el tiempo de vivir el conocimiento de Dios para que puedan aprender a enfrentar lo que llegará, no solo a sus consciencias, sino también a todo el planeta, a la humanidad entera.
A través de cada mensaje, a través de cada palabra e instrucción, su Madre Celeste les ha entregado un impulso, una llave, un don, una virtud y una luz para que se pueda encender en sus corazones y en sus vidas, y para que puedan representar la Obra de Cristo en la Tierra.
Es así, queridos hijos, que Yo los llamo a vivir el apostolado incansable, el apostolado del esfuerzo, el apostolado por amor a todo lo que Dios concibió desde el principio de esta Creación, y para que esta Creación se pueda regenerar, curar y redimir.
Este es el tiempo en el que la humanidad atravesará los últimos momentos, dentro de su transición planetaria. Por eso, Yo los invito a ser conscientes, y también les agradezco por haber respondido a cada llamado.
Habiendo respondido a Mi llamado, han correspondido al llamado de Dios. Ese llamado de Dios es cumplir, en cada etapa, Su Divina Voluntad, Sus aspiraciones, Sus deseos ardientes y Sus metas. Es de esa forma, que Él se muestra, se revela y guía a Sus hijos, para que todos sigan el camino de la fe y de la confianza en Dios, en el cumplimiento de Su Divino Propósito.
Necesito, queridos hijos, que Me ayuden a acompañar el próximo ciclo, porque a partir de que Mi Hijo los visite durante la Sagrada Semana de este año, una etapa más definitiva se cerrará.
Comprendan, queridos hijos, que ahora los ciclos son mensuales y también hay ciclos que son semanales. La Jerarquía ya no podrá esperar veinticinco años, o muchos años más, para que la consciencia humana esté madura y esté en el punto que el Plan necesita para poderse cumplir y realizar.
Por eso, les hago entender la importancia del conocimiento y de la instrucción, que son fortalezas y principios para sus vidas; son direcciones, caminos y sendas para encontrar el Divino Propósito en su diversidad, dentro de la Ley de la Jerarquía, de la Ley del Amor-Sabiduría.
Yo les dejo este mensaje, queridos hijos, este último mensaje que prepara a sus mundos internos para esta Aparición de hoy, momento en el cual cada alma y cada corazón, más allá de lo que esté atravesando y viviendo, tendrá la oportunidad de hacer esa síntesis y de reunir, en su mundo interior, todos los tesoros que ha entregado la Jerarquía, a través de los años y de los tiempos.
Hoy es un momento culminante para todos desde los planos internos, pero también desde los planos espirituales el Padre Eterno estará contemplando esta instancia, en la que nuevamente Sus hijos responderán al llamado de la Madre de Dios, por medio de este encuentro de oración, que intenta fortalecer a todas las almas, a todos los corazones y consciencias para que no tengan miedo, para que aprendan a atravesar el fin de estos tiempos con valentía y con ímpetu, bajo el impulso y la compañía de la Gran Consciencia Crística.
Por encima de todo, queridos hijos, que siempre esté el amor en ustedes, en sus hermanos y en cada lugar. Es ese amor, el Amor de Dios, que los ha traído aquí para vivir este tiempo, para vivir esta escuela, para vivir este aprendizaje, para servir a Dios. No hay nada que pueda impedir eso. No hay nada que lo pueda obstaculizar ni tampoco intervenir.
Los desiertos son grandes, pero las victorias son más amplias e infinitas.
Retomen la fuerza interior que les da el Sacramento de la Comunión. Afirmen su Bautismo. Afirmen su Unción en Cristo y todo se renovará.
Yo les agradezco por responder a Mi llamado y, bajo la Luz de Mi Corazón, los guío hacia el Propósito Mayor, hasta que ese Propósito se cumpla en ustedes y en el mundo.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Relato del mensaje:
Durante la ceremonia de consagración de los Misioneros en el Centro Mariano de Figueira, en el altar había una estatua de San José y, en un determinado momento, ella comenzó a brillar muy intensamente. Observamos este movimiento para comprender lo que estaba sucediendo; en cuanto los sacerdotes se estaban aproximando al altar para consagrar la Eucaristía, sobre ellos comenzaron a abrirse muchos portales, de una forma rápida e intensa. En ese momento, apareció San José, luminoso como un sol.
Detrás de Él, había un camino hacia África; Él estaba rodeado de niños y traía también un niño africano en Sus brazos. Él dijo que vino para que comprendamos la importancia de las misiones humanitarias para la Jerarquía.
Trajo consigo una Gracia para cada misionero que se consagró, algo espiritual e interno, y transmitió un mensaje extraordinario. Fue la primera vez que San José apareció, desde el fin de los ciclos de Sus Apariciones, el último 18 de agosto.
Él nos dijo:
Vengo en el silencio, por Voluntad de Dios y por Su Divino Amor. Vengo porque, para Mí, es tan importante acoger y servir a las almas de África, como acoger a los que se consagran al Plan de Dios y a la misión primera de rescatar el amor en los corazones de todos los seres, en la consciencia de todos los Reinos de la Naturaleza.
Vengo para bendecirlos, no porque todas las bendiciones que ya recibieron no fueran suficientes, sino porque deben comprender cuán importante es para Dios la misión que llevan adelante y que la seguirán llevando por los cuatro puntos del mundo.
El Creador acompaña sus pasos, así como Yo también los acompaño; sea inspirando sus espíritus; sea observando sus caminos, Yo siempre los acompañaré.
Hoy se abren los Cielos como se abren sus corazones, porque a cada oferta que la humanidad realiza, nuevos méritos son generados para la salvación y la redención de la humanidad.
Hoy vengo no solo con una bendición; vengo abriendo el camino de sus espíritus para que lleguen a Mi amada África. Yo estoy ahí. En omnipresencia y amor, les indico la dirección en la cual hay mayor necesidad. Vengan conmigo al encuentro de la transformación de sus vidas.
Las misiones humanitarias, hijos, así como los diferentes encuentros de oración que se realizan en el mundo, son los pilares de la redención para estos tiempos, son los instrumentos de los cuales se vale su Creador para mantener viva Su esperanza de redención y de transformación de la humanidad. Por eso estoy aquí.
Vengo con una Gracia. Vengo con una puerta hacia un nuevo paso. Vengo como una confirmación para sus almas y sus vidas. Vengo, como su Padre y Amigo, a decirles que en silencio los aguardo, que África los aguarda, y más que esto, que la África que hay en el interior de cada ser los espera, para que sirvan al prójimo como si fuera su última oportunidad de servir.
Yo Me alegro con sus pasos, así como Dios se alegra y renueva Su Amor a través de su consagración.
Hoy y siempre, ustedes tienen el Amor de Mi Casto Corazón.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Si tienes ojos para poderme ver en tus hermanos, si tienes oídos para poderme escuchar en tus hermanos, si sientes Mi Amor irradiarse a través de tus hermanos, ¿por qué dudas si Yo estoy?
Mi Omnipresencia es desconocida por el mundo. Mi Omnipotencia aún no fue revelada completamente a la humanidad.
Yo estoy presente y silencioso en todos los lugares en donde dos o más se reúnan en Mi Nombre, para reconocerme y llamarme Pastor de almas.
Contemplo, acompaño y oro por cada una de las situaciones internas de Mis apóstoles, de la misma forma que Yo oré por los apóstoles en el Huerto Getsemaní.
Veo y observo todas las necesidades. Acojo en Mi Corazón todas las situaciones de la vida.
Recibe, entonces, Mi absolución en este bendito día para que, de Mi Amor y de Mi Compasión, aprendas a vivir. Así tendrás el coraje para enfrentar, sin desafiar, tus propias miserias y sin rechazarlas o repudiarlas. Deberás transformarlas con la paciencia que te brinda la fe y con la sabiduría que te brinda el amor.
Continúa viviendo, todos los días, el camino de la redención por Mí, tu fiel Amigo.
¡Les agradezco por guardar Mis Palabras en el corazón!
Los bendice,
Su Maestro y Señor, Cristo Jesús
El Sábado de Aleluya fue marcado por el silencio y por el vacío, en el cielo como en la Tierra. El Corazón y el Verbo del Creador se silenciaron, y el propio Dios se recogió en lo profundo de Su Corazón. Allí se gestaba el poder de la Resurrección de Cristo, la sabiduría de la eternidad, el renacimiento y la renovación del Amor.
Ya no sería por la ciencia que el universo conocería la eternidad y el prolongamiento de la vida. La resurrección espiritual era algo nuevo, nunca vivido en toda la Creación de Dios; y hasta aun los sabios y los arcángeles acompañaron en silencio el movimiento de amor que, en todas las dimensiones, hacía resurgir la vida de Cristo.
Su Espíritu, que había entregado todo de Sí, tocó al Padre con su experiencia y volvió hacia la Tierra para que pudiera renovar Su Amor.
Dios acompañaba, en profundo silencio, el Amor que nacía de Su Hijo. Hasta el propio Creador aprendía de Su entrega y de Su Resurrección.
Por el poder perfecto del Amor, Su Alma, Espíritu, Divinidad y Cuerpo humano y material se encendieron y se reconstruyeron. El Amor era el aire que volvía a circular en Sus células. El código de la cristificación dio vida a Su Sangre, a Sus órganos físicos y espirituales. La vida recobraba su sentido.
El Amor de Cristo permanecía expandiéndose más allá de los niveles materiales. Su entrega siguió creciendo y penetrando dimensiones desconocidas, tanto en el cosmos como en las dimensiones más oscuras de la vida material, los llamados infiernos terrestres.
Como una ola que caminaba en todas las direcciones del mar de la Creación, el Amor de Cristo recorría los universos y las manifestaciones de la vida. Al mismo tiempo que tocaba a todas las criaturas, la propia experiencia de Amor hacía que Su Cuerpo reviviera y se renovara en una nueva vida, imperecedera, una vida omnipresente y omniabarcante. Una vida que no tiene una dimensión propia y que al mismo tiempo habita en todas las dimensiones, vida eterna por ser vida en Dios, en la unidad con el Creador.
Así como el Padre está en todas las cosas, también el Hijo lo está. Su Cuerpo se podría manifestar en la materia como en las supradimensiones. Y donde no hay materia ni colores y sonidos, solo la existencia silenciosa e invisible, allí también está el Hijo de Dios. Todo se une en Su Amor.
La Resurrección de Cristo no se explica con palabras o con ciencias, porque trasciende todas las ciencias, todo entendimiento y toda sabiduría. El propio Creador, en el Sábado de Aleluya, se renovaba y con Él, toda la Creación.
El silencio es la única explicación para lo que allí acontecía. En el silencio podrán experimentar ese Amor que todo abarca. Plenitud, omnipresencia, vida, todo se hizo nuevo en el Sábado de Aleluya y se manifestó en el Domingo de Gloria.
Mediten, sientan y experimenten los códigos de esta experiencia divina.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Y en el silencio del corazón, su Maestro y Pastor está finalizando Su jornada diaria de estar con ustedes; pero, en la Omnipresencia de Mi Padre, seguiré estando con ustedes hasta el fin de los tiempos.
Llegó el momento de que Mis últimos apóstoles den testimonio de Mi Palabra; que den a conocer el poder de Mi Amor; que bendigan, sacramenten, confiesen y perdonen en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Llegó el momento de que Mi Iglesia en toda la Tierra sea purificada y restaurada. Para ese momento y acontecimiento los preparé hasta ahora.
Entonces, vayan y hagan todo lo que les enseñé. Sean el Amor vivo de Mi Corazón por donde anden. Sean compasión, verdad y pureza. Cumplan con los designios del Señor. Construyan de nuevo las bases de Mi Iglesia Celestial en los corazones para que las almas que fueron profanadas y abusadas por Mi Iglesia ya no sientan dolor, miedo ni resistencia; que todas ellas puedan recuperar su fe y su contacto interior Conmigo.
Dichosos serán los que en este último tiempo hayan seguido y escuchado Mis mensajes diariamente.
Infelices serán los que no hayan dado importancia a Mis mensajes porque no tendrán muchas herramientas para atravesar el fin de los tiempos.
Nada, absolutamente nada se desperdicia. La Palabra del Señor es bendita y misericordiosa.
Ahora es el tiempo de vivir el apostolado del Señor.
¡Les agradezco por guardar Mis Palabras en el corazón!
Los bendice,
Vuestro Maestro, Cristo Jesús
Reverencia los misterios de Dios, reconociendo tu ignorancia y amando adentrarte en la Sabiduría Divina.
Reverencia al Dios que se esconde en la Eucaristía y que se revela, en un profundo diálogo de amor, cuando el corazón se abre y es capaz de escucharlo.
Reverencia los misterios de Dios, porque Su Voluntad está más allá de toda comprensión y lógica humana. La Mente y la Voluntad de Dios no se mueven como la mente y la voluntad de los hombres. Por eso, cree que el Padre Creador se esconde en el pan y en el vino y coloca Su Consciencia Divina en los elementos sagrados, escogidos para guardar la memoria de la Pasión de Su Hijo, para que, así, los seres aprendan a revivir esa Pasión y a encontrarla reflejada, en este tiempo, en todas las situaciones de la vida.
Dios no disminuye Su Grandeza para estar en el pan y en el vino; Él revela Su Omnipresencia y, de esa forma, invita a los seres a profundizar en el conocimiento de Su Espíritu, de Su Ciencia Divina.
Hoy, hijo, solo reverencia la Presencia de Dios y deja que Él te renueve y te revele la verdad de tu corazón.
Hoy vengo como Aquel que contempla el Corazón de Dios en la Eucaristía, así como en el Universo, para enseñarte que Dios es Uno solo, presente en el Cosmos, así como en la Eucaristía, presente en el Infinito, así como en la esencia de cada ser.
Busca el camino para encontrarlo, establece una comunicación con el Padre, porque solo Él te sustentará en el tiempo que llegará.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
El mundo se preguntará: ¿por qué tendría Yo que venir a un lugar en el cual ya estuve, en donde la fe está viva y las almas buscan Mi Inmaculado Corazón?
Aquí estoy, hijos Míos, para renovar los corazones de los hombres y reorientar sus metas, volver a encender su fe y traerles una cura que va más allá del cuerpo.
Mi Inmaculado Corazón llega para instituir una cura universal, celestial y divina, que llega a lo profundo de los seres y se refleja en sus almas y corazones como un despertar a la vida superior.
La humanidad aún está muy presa de sí misma, hijos; y las cosas de Dios solo le interesan a los hombres si les traen algún beneficio.
Vengo porque Francia necesita despertar. El agua que hice brotar aquí, proviene de Dios, para lavar sus espíritus y sus corazones, no solo sus cuerpos.
La mayor cura que aquí hice nacer, es la cura de la consciencia de una humanidad que estaba ciega a la Presencia Divina. Y retorno aquí porque nuevamente los hombres pusieron vendas en sus ojos y le cerraron las puertas a Dios.
Contemplen a un Dios que está más allá de las acciones humanas, y que se encuentra dentro de sus propios corazones. Un Dios que se muestra a los ojos de Sus hijos en la fortaleza de las montañas, en la pureza de las aguas, en el Espejo del corazón.
Contemplen a un Dios que les habla al espíritu y que despierta en sus interiores el potencial del verdadero amor. Un Dios que está más allá de las instituciones y creencias, y que las une a todas, si se abren a la Verdad y a la Unidad divina.
Contemplen a un Dios que está más allá de este mundo y también más allá de las estrellas. Un Dios que está, al mismo tiempo, en lo Alto y dentro de Sus criaturas. Él muestra, de esta forma, que lo Infinito que Él es, se guarda dentro de Sus hijos.
Contemplen al Dios de la Verdad, que no se limita a la mente humana y a su comprensión. Un Dios que está en los Libros Sagrados, pero que no se encierra en ellos, pues abarca a toda la vida y a lo que desconocen de ella.
Contemplen a un Dios infinito, Único y poderoso, que por Su bondad se hizo pequeño para habitar en el interior de las criaturas. Un Dios que se alegra con poco y que guarda silencio ante los grandes errores de Sus hijos, sin perder la esperanza de que ellos un día puedan retornar a Su Corazón.
Hijos Míos, contemplen con el alma a un Dios verdadero, su Padre Celestial, del cual provienen todas las cosas, y no solo este mundo.
Vean en el horizonte, el firmamento por donde Él espera que un día puedan caminar con sus espíritus redimidos y despiertos a la vida universal.
Contemplen a un Dios tan lleno de misterios como la consciencia humana. Lo que conocen de Él es tan poco como lo que conocen sobre sí mismos. Develen la presencia divina y encuentren en ella la verdad sobre su propio ser. Dejen que el corazón se eleve más allá de las fronteras espirituales y que en una oración verdadera, sienta y sepa aquello que no consigue explicar, pero que puede vivir. Esa verdad es la cura para el mundo. Este despertar a la unión con Dios, es lo que los llevará a conocer la paz.
Mis hijos están enfermos en el espíritu, en la mente y en el cuerpo, porque no conocen a Dios, y así tampoco se conocen a sí mismos ni su propio destino, ni al verdadero potencial que se oculta en su interior.
Aquí estoy, hijos amados, para revelarles que la verdad se encuentra en las cosas simples y sinceras del corazón. Vine para pedirles que aprendan a perdonar y a comprender al prójimo, para que no aparten al Creador de sus vidas, por estar vacías de amor y de sentido.
Vengo por los más jóvenes, que no consiguen encontrar a Dios, porque vinieron al mundo para traer lo nuevo y no consiguen expresarse cuando la fe no se renueva y no les muestra la puerta hacia un camino verdadero. Vengo para mostrarles ese camino, que no es una nueva religión, sino la renovación de la fe en el corazón humano, para que encuentren la Verdad y la vida universal.
Hijos Míos, más allá de todo, estoy aquí por sus esencias, porque una nación sin Dios es una nación sin vida y sin sentido espiritual. Abran los ojos, porque el Creador no se retiró de sus vidas, son los hombres los que cierran los ojos para no verlo.
Abran sus corazones y descubran en lo profundo de estas montañas la presencia divina y, en la pureza de sus aguas, escuchen a Dios que los llama para que retornen a Su Corazón.
Si escuchan Mi llamado, habrá un tiempo de paz para que los corazones se fortalezcan ante la Justicia.
Yo los amo y los bendigo.
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz e Inmaculada Concepción
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Estamos viendo a Nuestro Señor, vestido con una túnica color lila, y en el centro de Su Pecho aparece la bandera de Venezuela. Pero hay un detalle importante en esa bandera que Nuestro Señor está mostrando, tiene estrellas que brillan, así como brilla Su Pecho. Nuestro Señor está muy dentro de Sí, meditando en silencio.
Y sobre esa túnica lila tiene una vestimenta sacerdotal, toda bordada desde Sus Hombros hasta Sus Pies
Él toma con Su Mano derecha un cáliz y con la otra, una pequeña cruz. Sus Ojos son de color celeste y Su Rostro casi pálido, rodeado de una luz dorada. Detrás de Él hay un cielo, tan profundo como infinito.
Él me dice que está sobre el Monte Ávila, en el punto más alto de Caracas. No está solo, está acompañado por filas de ángeles regentes que lo circundan y que también lo contemplan.
Mi Silencio hoy es para los inocentes.
Mi Presencia, sobre ese monte, es para los que Me buscan y no han perdido en sí mismos su esencia divina. Por eso, estoy allí como también estoy aquí, en esta tierra tan apreciada por Mí.
Es así que hoy estoy en dos lugares al mismo tiempo, porque Mi Padre Me lo ha pedido, a través de Su omnipresencia.
Mientras estoy aquí, disuelvo todo aquello que genera el mal, como el caos y la desesperación, la falta de fe, la carencia de confianza y la pérdida del amor.
Hoy ruego por aquellos que ruegan a Mi Corazón, porque sé que es justo que esa súplica y ese pedido sea respondido por vuestro Señor.
Con el semblante que hoy les muestro, semejante al que Yo tuve en la agonía del Huerto Getsemaní, Yo les quiero representar, a través de este símbolo, que es importante mantener la serenidad, la calma y la neutralidad, virtudes que Mi enemigo no conoce, porque cuando esas virtudes están presentes en las consciencias, Mi adversario se siente perdido, como si no tuviera el suelo debajo de sus pies.
La virtud de la serenidad construye cosas positivas. Es como una herramienta invisible que, al igual que la oración, trabaja de forma potente sobre las estructuras negativas y las disuelve poco a poco, hasta que el mal se consuma a sí mismo. En ese sentido, no hay batalla, no hay guerra ni tampoco oposición.
La calma es una herramienta importante que desvanece las ideas que se oponen al Plan de Dios.
La neutralidad es otra herramienta que mantiene todo en equilibrio y no permite que la consciencia se involucre en nada externo. La neutralidad es muy semejante a la paz. No es difícil alcanzarla. Es necesario buscarla, porque cuanto más neutros sean, todo lo que no sea luz se disolverá y encontrarán la fuerza interior para llevar adelante Mis Obras, la obra de la redención de las almas, de la conversión de los corazones y de todo lo que es necesario que alcance la Luz de Dios.
Así, vengo para proteger a las esencias en su camino de transformación. Por eso, cuento a las esencias una a una, para que puedan ser contempladas por Mi Padre, en el esfuerzo que las esencias hacen para vivir Mi Camino Crístico.
Por eso, sobre este Monte Ávila, en lo más alto de Caracas, vengo a construir nuevas bases, que no serán vistas pronto. Así, podrán ser contempladas por todos los que oran a Mi Corazón.
No puede haber voluntad humana que perdure más que la Voluntad de Mi Padre. Ella caerá por su propio peso, porque es una voluntad que no tiene amor, compasión ni misericordia.
De esta forma vengo a demostrar que, así como estoy aquí, estoy con los que Me necesitan, con todos los que lloran pidiendo a Dios Su intercesión.
Estas huestes, que hoy Me acompañan, serán enviadas por su Señor hacia la nación de Venezuela para que comiencen a trabajar en la Operación Rescate. Es algo que no verán en el plano físico, pero confíen en que algo estará sucediendo.
No se queden en lo superficial. Eleven cada vez más sus consciencias por todos los que no la podrán elevar porque están sumergidos en el sufrimiento y en la agonía. Vengo a aliviar esos estados que forman parte de la condición humana, de la propia deuda que debe pagar la humanidad.
No se desconcentren. Estoy haciendo algo arriesgado por los que más necesitan de Dios. Mantengan esa serenidad que les pido y estarán muy lejos de las realidades del caos.
Quisiera que todos los que Me escuchan, en sus hogares y grupos de oración, asumieran junto a su Señor una ayuda humanitaria mayor por todo ese pueblo. No solo les hablo de algo material, sino también de algo espiritual, que se ofrezcan a compartir, Conmigo, lo que pocos comparten: su silencio y oración.
Oremos.
Oración: Padre Celestial (se repite tres veces).
Todos los que se unen durante la adversidad siempre vencerán, porque en la unidad entre corazones y almas existe el amor, la confianza y la esperanza en el Creador. No teman, porque en el aparente horror, Mi Sagrado Corazón triunfará.
Hoy dedico este momento, junto a los ángeles del Señor, a Mis hijos de Venezuela, a todos aquellos que, en esa nación, aún no Me han alcanzado, no Me han sentido o no Me han podido vivir en su interior por el miedo, por la dificultad, por el sufrimiento, por la enfermedad.
Venezuela es un pueblo de esperanza. Venezuela es un pueblo de alegría. En ese pueblo existe la Nueva Humanidad. Venezuela es una nación de hermandad, porque ella es regida por la Madre del Cielo y por todos Sus coros que descienden a ayudar a las almas que sufren.
Hoy libero el sufrimiento, en representación de muchos más. Hoy libero la tristeza de los que ven, a su alrededor, todo lo que causa el dolor.
Venezuela siempre estará viva, porque Dios así lo desea. Venezuela siempre será un pueblo de igualdad, de equidad y de esperanza.
Felices serán los que creen en Mí, porque nunca perderán la paz y serán instrumentos que irradiarán al mundo el amor que el mundo tanto necesita.
Hoy quiero que cantemos por Venezuela, Siria, Turquía, Brasil, Egipto y por todos los que esperan que alguien ore por ellos, así como ellos oran por los que desconocen.
Cantemos.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Agua bendita.
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, bendigan a Venezuela y a todos los que claman al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, por la Paz. Amén.
Santifica Señor, todo lo que Tus hijos Te ofrecen y que surge de los corazones que claman por igualdad en estos tiempos.
Que los rostros de Mis hijos, cuyos nombres son colocados a los pies de Mi Altar, sonrían al universo, porque su libertad está próxima. San Miguel Arcángel dejará Su espada de liberación en Venezuela. Que así sea.
Hoy sus corazones estarán más aliviados, encontrarán en ustedes lo que tanto buscan hace tiempo.
El Señor bendiga las intenciones de los que aman la Justicia divina, suprema e infinita. Amén.
Que su pueblo sea ungido por la redención y así, encuentre la paz.
Que, en esta Cena que hoy celebro con ustedes, todos se alegren, que se viva la cura del corazón. Que Mi hoy Sangre los lave. Que hoy Mi Cuerpo los fortalezca. Que todos sientan en su interior la gran oportunidad de amar, más allá de sus vidas y de sus consciencias.
Cantemos junto a los ángeles.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Cantemos junto a los ángeles.
Nos ponemos de pie.
Hoy uniremos a los pueblos, a las culturas de todos los que buscan la paz y la esperanza en estos tiempos. Invito también, compañeros, a que todos los que Me escuchan imiten este ejemplo de hermandad.
El Amor de Dios siempre vencerá porque es un Amor que crece, que se cultiva y se regenera en todos los que creen en él.
Que la Fuente de este Amor misericordioso llegue a los seres de todo el planeta, especialmente a los que más lo necesitan.
Que este Amor traiga la esperanza, la unidad y la alegría de estar en Dios, eternamente. Amén.
Yo los bendigo, por la autoridad que Me ha concedido Mi Padre, especialmente a Venezuela, regenerando en ese pueblo la alegría y la esperanza de seguir confiando en Dios hasta el fin de los días, hasta que Yo venga al mundo por segunda vez. Que así sea.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Quiero que, mientras Me elevo, sigan cantando para que esta súplica sea colocada en el Corazón de Dios. Amén.
Donde Me llaman, allí Yo estoy presente, porque soy la Madre de la Divina Omnipresencia.
Soy la Maestra de la oración que conduce a las consciencias al recuerdo permanente de su propósito ante Dios.
Es así que el Universo se manifiesta a través de la presencia de la Madre Celeste, para que las almas reconozcan en esta hora su importante tarea.
Su Madre Celeste los reúne en este encuentro para que todos reciban los impulsos que se manifestarán desde el momento en que los servidores den sus pasos hacia Dios.
Desde el Universo Celestial los ángeles de la Luz reúnen todos los impulsos espirituales para que estos desciendan sobre las consciencias y para que puedan vivirlos en el plano material.
En este último ciclo, su Madre Celeste encuentra una apertura especial que repercute en las consciencias y también en el Universo, así se establece una comunión espiritual que poco a poco ellas irán percibiendo interiormente, cuando se mantengan en un acto de oración.
El Espíritu Santo también emana Sus Dones para que estos se manifiesten en los corazones simples y humildes, los que podrán atraer hacia el planeta la unidad y el amor tan necesarios en estos tiempos agudos.
Es así que el Espíritu Santo, por medio de los impulsos, podrá estar presente en las consciencias que se abran para reconocer en sí a Dios, hecho fundamental para que la humanidad sea conducida hacia su última etapa de redención y de purificación.
Su Madre Celeste acompaña estos momentos porque el Plan está en una fase de recuperación y está siendo guiado por un nuevo camino que la consciencia humana aún no conoce.
Es así que la Divinidad, el Padre Eterno, está atento a la apertura de los corazones humildes. En este momento, un profundo despertar en la mayoría de las consciencias podría regenerar la consciencia creadora que la humanidad ha destruido.
La Gracia está trayendo una expiación desconocida.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los impulsa a la Consciencia Mayor,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Queridos hijos Míos:
Vengo en este día para que crean en la existencia de la vida universal, principio de hermandad y amor que se vive en todo el Universo y que lleva a las consciencias a estar dentro del Plan de Dios.
Vivir la vida universal es practicar diariamente los atributos y los patrones de vida que llevan a la consciencia a que esté unida a Dios. Esos patrones los vemos reflejados, por ejemplo, en las acciones fraternas de hermanad y de servicio al prójimo.
En este tiempo, queridos hijos, la vida universal debe ser apreciada para que más consciencias sientan el magnetismo de estar unidas al Plan del Universo.
El mundo de ustedes forma parte de un sistema de vida particular, de un aspecto de la Creación que experimenta cierto grado de Leyes y de Principios llamados fuentes de energía.
La Omnipresencia es uno de los Principios o de esos patrones de vida espiritual en donde la consciencia está presente internamente en varios lugares a la vez. Eso es posible cuando emana el amor por Dios y por toda Su Obra. Es de esa forma que entre las consciencias humanas se puede establecer una comunicación fluida, siempre que predomine la unidad entre las partes.
En el Universo no existen las casualidades, sino que existe la relación interna con ciertas Leyes del Padre que colaboran en la comunicación entre las consciencias y los mundos.
La Jerarquía espiritual es la principal portavoz de todos los impulsos universales, es la encargada de que toda la humanidad ingrese en lo posible al mismo estado de consciencia. La oración es la primera escuela para contactar el Plan del Padre en el universo interior y estar sintonizado con el Propósito por encima de todo.
La vida universal es un camino de permanente esfuerzo, es estar en los Brazos del Padre Eterno todo el tiempo que sea posible. Por eso, en este momento planetario, la humanidad debería estar con su mirada en el Universo para que el auxilio mayor pudiese llegar a todos sin distinción.
Todos los que se consideran orantes tendrán la misión de mantener vivo el Propósito dentro de sí y en el aura planetaria; eso hará que la humanidad entera cuente con la asistencia fundamental que necesita.
En la vida universal se manifiesta la igualdad, Ley de equilibrio, porque todos son considerados miembros del universo material guiados por los Universos Mayores. Es de esa forma, que la perfecta armonía colma al Universo y a toda la galaxia, a la que ustedes pertenecen, la cual vive bajo el Principio de la Paz, aunque en la humanidad sucedan otras cosas. Esto es posible cuando existen consciencias abiertas a recibir los impulsos de la vida universal.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Quien proviene del Universo Celestial,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
En el principio de la Creación solo existía la Unidad, la Consciencia Divina que habita donde no hay tiempo ni espacio, donde no hay materia, sentimientos ni pensamientos, donde solo hay Espíritu.
Sin dejar de ser Unidad, el Espíritu de Dios se multiplica. Esto es Omnipresencia.
Sin dejar de ser Espíritu, nace la Mente de Dios manifestada en los Arcángeles. Esa es la obra de la Omnisciencia.
Sin separarse de los niveles del Espíritu, Dios manifiesta la Luz en creaciones materiales. Ese es el fruto de la Liberación.
Dios, que era Uno, se divide en tres, sin dejar de ser Único. Incomprensible para la mente humana es Su Trascendencia.
Dios Padre se hizo Hijo y en la Transfiguración multiplica a Su Único Hijo en todas las criaturas. Todas son Una con el Padre, por intermedio del Hijo.
Los principios primordiales toman vida propia y poder creador. Los Rayos se tornan consciencia y habitan todas las partículas existentes en el cosmos.
Dios jamás perdió la Unidad del inicio. Su multiplicación no tiene fin, no tiene límite. Su Consciencia se expande más allá de las fronteras del espíritu, de la mente y de la materia. Su Divinidad todo lo impregna.
Ustedes pueden preguntarse: “¿Cómo habitará el Creador en un mundo tan lleno de oscuridad? ¿Dónde está Dios, cuando el caos se precipita en el mundo?”.
Dios es Vida que habita la esencia, Consciencia que anima a los conscientes, Luz que da forma y vida a lo que los ojos de los que no están ciegos pueden ver.
Un hombre puede no ser ciego, pero si hay ausencia de luz en su vida, nada podrá ver. No es que el mundo no exista, que los colores no existan, que la vida no exista: lo que sucede con ese hombre es que está separado de la luz. No está ciego, solo está encerrado en un cuarto oscuro y vacío, y no encuentra forma de abrir las ventanas ni sabe que las ventanas existen en el cuarto de su consciencia.
Así sucede con la mayoría de la humanidad. La ignorancia y la indiferencia encerraron a la consciencia humana en un cuarto oscuro y todos los misterios de la vida están del lado de afuera, listos para ser revelados en el momento en que se abra la ventana de la consciencia.
Como no están ciegos, creen que ven todo. Como no conocen la luz, no saben que están presos en un cuarto oscuro y piensan que la vida comienza y termina dentro de las cuatro paredes de ese cuarto.
El amor, el servicio y la oración llegan a lo oscuro de esas consciencias como rendijas de luz, que entran por la ventana, revelando que la ventana existe y que detrás de ella se encuentra un grandioso misterio.
Algunos pueden ver la luz por la rendija y creer que ya conocen todo; otros osarán abrir la ventana y contemplarán la vista delante suyo. La consciencia se expandirá, profundamente, a pesar de ver solo la vida delante de su pequeña ventana.
Hasta hoy, casi no existieron quienes se dispusieran a salir de ese cuarto y explorar el mundo fuera de sí mismo; por eso, los misterios continúan siendo misterios.
Comencé este mensaje con algunas palabras que son capaces de abrir, en el cuarto oscuro de la consciencia, una pequeña rendija, pero sé que muchos cerrarán la ventana con sus propias manos para, así, permanecer en la oscuridad absoluta.
Reflexionen sobre lo que les digo e intenten, por un instante, arriesgarse a sentir en los ojos del corazón este misterioso rayo de luz, esta pequeña rendija que se abre en la consciencia.
Si dejan que la consciencia se expanda, podré llevarlos verdaderamente hacia la unión con Dios. Podrán ser más verdaderos en todo y develar misterios, incluso sobre sí mismos y sobre la vida planetaria.
Por el crecimiento y madurez de la consciencia humana y su adhesión a la Verdad,
San José Castísimo
Busca en tu interior la verdadera unión que hay con Cristo y, por intermedio de Él, con Dios. El Señor ya estuvo delante de ti muchas veces; algunas de ellas pudiste sentirlo, otras no, pero Él dejó dentro de ti la semilla del árbol de la cristificación, para que seas semejante al Cristo que nació en Su Hijo.
Tu alma sufre y siente soledad, porque aún no reconoció la Omnipresencia Divina e ignora la Presencia de Dios y de Su Hijo en todo y en todos. Para ti, la Omnipresencia aún es una teoría, que aunque conoces no la vives plenamente.
Cristo no estuvo delante de ti y partió; Cristo te iluminó con un rayo más intenso de Su Luz Solar, y pudiste sentirlo, pero Su claridad ilumina todas las cosas, por dentro y por fuera, todo el tiempo.
Ya es tiempo de que te reconozcas unido a Cristo, unido a Dios, porque también de ti deberá nacer parte del Proyecto de Dios, que buscará de los hombres nada menos que a los Cristos del Nuevo Tiempo.
Contempla al Señor en la Eucaristía, como también dentro de ti. Contémplalo frente a los ojos de tu corazón, en una aparición o escondido en todas las cosas, encuéntralo.
Que la paz y la unidad con Cristo sean una realidad para el corazón humano.
San José Castísimo, que se unió a Cristo y a Dios por toda la eternidad.
Para estos tiempos de transición entre el viejo y el nuevo hombre, el hombre original, deberán conocer un atributo universal divino: el Rayo de la Omnipresencia. El Rayo de la Omnipresencia es aquel que permite que la Consciencia de Dios esté viva y presente en todas las cosas.
El Rayo de la Omnipresencia es el vehículo de Dios mismo en Su Creación.
¿Por qué deben conocerlo?
Porque cuando la humanidad esté muy apartada de Dios y los Mensajeros Divinos no se encuentren más entre los hombres como ahora, necesitarán saber que el Creador está en todo, y no solo saber, sino que también deberán experimentar y vivir eso. De esa forma, jamás se sentirán solos o desamparados, porque el Rayo de la Omnipresencia les será visible y palpable al corazón.
Para conocer la Omnipresencia de Dios, deberán buscarla desde ahora y Yo les diré cómo.
En la concentración de la mente, del corazón, del alma y del espíritu, silencien y permanezcan solo en el presente, sin pensar en el pasado ni en el futuro. Sientan el momento presente, sientan los elementos de la naturaleza, como el aire, por ejemplo, porque independientemente de dónde se encuentren el aire estará presente. Sientan el aire como portador del Rayo de la Omnipresencia y perciban que un mismo Dios les promueve la vida por medio del aire y anima los universos, en el centro de toda la Creación.
Descubran la Presencia de Dios en la vida que los sustenta, dentro del propio cuerpo, moviendo los elementos que componen el ser. El mismo Dios que habita la perfección de la materia y conduce el funcionamiento de un organismo es aquel que habita el cosmos, conduciendo el Plan hacia las diferentes galaxias.
La Omnipresencia de Dios se descubre al percibir al mismo Dios en las pequeñas y en las grandes proporciones de la vida.
El Creador está vivo en todo lo que fue creado por Él. Encuéntrenlo dentro de cada uno de ustedes, como en el centro de la Creación. Encuéntrenlo dentro del prójimo, como en todas las cosas. Así, podrán sentirse guiados aun estando solos y, si en un momento de necesidad lo escuchan, el Dios que está en todo podrá conducirlos al cumplimiento de Su Voluntad.
Los Mensajeros Divinos les hablan directamente y con palabras tan humanas para que aprendan, algún día, a hablar con el lenguajedel corazón y a escuchar la voz que se pronuncia en el silencio de su interior.
Yo los amo y los conduzco hacia los tiempos de transición.
San José Castísimo
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Yo estoy presente en todos los corazones y sagrarios de la Tierra.
Ante Mi Presencia Gloriosa Yo les traigo nuevamente el espíritu de Mi Paz, para que sus corazones cicatricen de todas las heridas causadas por la maldad de Mi adversario. Pero Mi triunfo está próximo en ustedes.
Dichosos de aquellos que proclaman Mi Nombre y glorifican a Mi Padre que está en los Cielos. Así las leyes se cumplirán en sus vidas, y sus corazones se pacificarán por haber encontrado al Hijo de Dios en honra y en gloria en estos tiempos, caminando a través de estos naranjos, derramando Su Gracia y Su Misericordia para un mundo que está muy vacío.
Mas sus corazones, compañeros, pueden ser dignos delante de Mí. Y a pesar de los errores, de las imperfecciones y de los juicios, Yo puedo derramarles Mi Divina Misericordia. Pero esa Fuente cesará, el tiempo se aproxima, el gran tiempo del Juicio Universal. Los ángeles se preparan en los Tronos de Dios para poder tocar las últimas trompetas. ¿Quién escuchará la séptima trompeta del Gran Ángel del Señor?
Pero si ustedes moran en Mi Corazón y permiten que Yo los transforme como un barro nuevo para que Yo deposite Mi vino nuevo, estarán protegidos por Mi Espíritu, colmados por Mi Bondad y estarán en el Señor porque estarán en Mi Corazón en los momentos más difíciles de la Tierra.
Hoy les revelé esta Faz gloriosa, compañeros, para que recuerden que Vuestro Rey, el humilde Rey ante Dios Todopoderoso, presenta para el mundo Sus Faces, tan simples pero verdaderas, alcanzadas a través de Su Pasión y de Su Muerte; y de Su Victoria en la Cruz, y de Su Resurrección y de Su Aparición ante la humanidad para estos tiempos tan críticos.
No podré llevar Mi Mensaje a todo el mundo. No todos podrán escuchar Mis Palabras en este mismo momento. Pero el Espíritu Omnipresente del Hijo de Dios, que está en los Cielos, habla a todos los mundos internos de las criaturas porque está llegando la hora de la consciencia; para que despierten a sus realidades, para que puedan ver sus errores y deudas sin sentir culpa, ni ninguna perturbación.
Yo vengo a mostrarles un nuevo camino, aquel camino que Yo mostré para los Doce. Pero hoy muestro este camino verdadero y puro, para toda la humanidad.
Así como Me escucha el corazón de Mi Iglesia, extendida por los cuatro puntos de la Tierra, deseo que todos los corazones Me escuchen fuera de Mi Iglesia; principalmente aquellos que han seguido otros caminos olvidándose de la Voluntad de Dios y de la importancia de buscar el Reino de Dios.
Extiendo Mis Manos hoy hacia ustedes. Derramo Mi Gracia, Mi Gracia Universal, la que brotó después de Mi Misericordia, en el momento en que Yo resucité físicamente y demostré para la humanidad en aquel tiempo, que el Hijo de Dios hecho hombre y consciencia, hecho Cristo Vivo en el espíritu de todos los seres, está vivo y nunca murió.
Yo les demostré cómo poder vencer a la muerte, esta muerte que corroe y que vuelve sus cuerpos corruptos.
Pero Yo les enseño, compañeros, que a través de la donación de Mi Espíritu para cada uno de ustedes, encontrarán esa resurrección interior que en estos tiempos tan difíciles todos son invitados a vivir. Para alcanzar la resurrección espiritual, compañeros, primero deben morir a sus deudas, no sentir ninguna falta por conocerse a sí mismos tal cual son.
Yo vengo a revelar lo verdadero que existe en ustedes, que es el don que Dios depositó a través de Mi Corazón en sus vidas. Así Mis Estrellas de Luz se encienden en sus corazones y las súplicas de todos los hijos de Dios en todo el planeta redimido por Cristo, Vuestro Señor, son escuchadas en los Tronos del Cielo.
Los ángeles pueden detener la Justicia de Dios, la Justicia de los Siete Ángeles del Gran Señor que están por hacer sonar sus trompetas. Pero ahora es la última que retumbará en todo el planeta y hará eco en el Universo, en esta Vía Láctea en la cual ustedes viven este Proyecto del Creador.
Pero Yo vengo antes del gran tiempo y cuando se muestren las señales, vengo en este tiempo para demostrarles el último camino, para que sepan retornar a Dios a través de Mi Corazón y no sufran las consecuencias de una acción de la humanidad equivocada, que sigue ultrajando el Corazón del Dios Eterno, del Elohim, del Dios vivo, resplandeciente y único, en la máxima expresión de Su esfera celestial.
Pues hoy les digo, compañeros, que a través de Mi glorificación viva ante sus ojos, esa parte de la Consciencia Única de Dios, manifestada a través de Cristo Redentor, está presente aquí, en Aurora, acogiendo sus espíritus y sus familias para que escuchen Mi Llamado urgente al gran cambio, el gran momento de su intensa purificación. Mas si sus corazones mansos, receptivos y despiertos, confían en Mí, Yo les prometo que no sufrirán.
Mas sus vidas y sus generaciones deben purificarse antes del tiempo final, antes de que vivan nuevamente Conmigo la segunda Cena, después del retorno de Cristo, Vuestro Señor.
¿Cómo podré visitar, compañeros, sus casas, si sus corazones no están purificados en el Señor?
El Mesías, el Redentor, se purificó en el Templo Sacro del Señor. Por eso, compañeros, deben vivir la misma Ley que Yo viví. Yo les traigo una Ley renovadora que no tiene sufrimiento, sino una profunda paz al vivir una verdadera transformación en Dios y una comunión perfecta con sus Leyes Divinas.
Las puertas de este Reino presente en este lugar santo, ya están abiertas a partir de este día. Dichosos de aquellos que contemplan la Luz Espiritual del Creador en estos espacios bendecidos por los Mensajeros Divinos, pues esto pertenece a Dios y a ningún hombre de la Tierra, y nadie puede dar ningún juicio delante del Proyecto de Dios.
¡Ay! de aquellos sacerdotes que no escucharon la Palabra de la Virgen María y que excomulgaron a todos Mis compañeros delante de la injusticia que comete este mundo cruel.
Yo no les vengo a enseñar los caminos de la injusticia. Yo vengo a enseñarles el camino de la paz, el verdadero ecumenismo del corazón, que no tiene fronteras, ni lenguas.
El verdadero idioma de los ciento cuarenta y cuatro mil será el idioma del corazón, la vibración del amor, de la unidad y de la fraternidad. Así estarán en comunión con las Leyes del Creador y no se perderán en las cosas superficiales.
Será muy tarde para aquellos que no hayan creído lo que sucedió aquí, espiritualmente; porque habrá testigos que firmarán en el Libro Sagrado de Dios, esta historia del tiempo final. Abracen Mi Corazón profundamente, y sientan Mi Voluntad que quiere transformarlos en nuevos rebaños consagrados al Sacratísimo Corazón de Jesús.
A Santa Margarita Alacoque le revelé este misterio de Mi Corazón, rodeado de espinas por los acontecimientos que sucederían en el fin de los tiempos. Pero ahora Yo les traigo Mi Gloria, la Gloria de Mi Corazón vivo, que es el último complemento que se dona a sus espíritus para que vivan la salvación y no se justifiquen todo el tiempo, sino que se justifiquen a través de Mi Corazón, lleno de Agua y de Sangre por esta humanidad que debe vivir el Proyecto de Dios.
Yo vengo a demostrar fuera de Mi Iglesia los caminos, los caminos hacia el Señor para todos los que los perdieron por la crueldad humana, la mentira y el engaño de las garras de Mi adversario. Pero Yo Soy su verdadero Sol, que desciende desde el Universo Celestial para alumbrar las penumbras y las tinieblas.
Vengo, queridos compañeros, a abrirles la última puerta catorce, aquella que está indicada en este mundo para el retorno de Cristo, vuestro Señor.
Catorce serán las legiones angélicas que cantarán al Elohim los Sagrados Nombres de Dios para anunciar al mundo que el Hijo de Dios viene entre las nubes, rodeado del Universo, trayendo el mensaje de la nueva humanidad. Y a partir de allí, todo estará consumado y todo comenzará de nuevo, con una nueva humanidad.
Ustedes ¿anhelan eso? ¿Saben lo que significa, compañeros, ser parte de la humanidad de Cristo? Este misterio no lo conocen los teólogos. Lo conocerá verdaderamente aquel que more en Mi Corazón y no quiera nada para sí, pues Yo vengo a guiarlos, vengo a cumplir la promesa, aquella que Yo dicté antes de Mi Ascensión.
¿Creen que eso está sucediendo ahora? Debo traerles primero Mi Divinidad. Mi Cuerpo Glorificado no puede mostrarse a ustedes, por las impurezas que vive este mundo de hoy. Mas Mi Misericordia y Mi Gracia son parte del Soplo del Espíritu; traerá para todos la oportunidad de la redención.
Abran las ventanas de toda esta casa, con armonía y con paz, sin perder el silencio que Yo construyo en ustedes.
Que se pongan de pie los que están en los demás lugares, fuera de esta casa. Y ahora vengan aquí, caminando suavemente, como lo hacen los ángeles. No pierdan la concentración. Es parte del ejercicio divino de la paz. Rodearán esta casa y así Yo los bendeciré en el nombre del Señor.
Prepárense. Vengan caminando en paz, Yo guío sus pasos, Yo abro las puertas para aquellos que las tienen cerradas. Mantengan la paz.
Estoy presente aquí y en aquellos que Me abren el corazón.
Vengo para todos, principalmente para los que no están aquí y que olvidaron Mi Camino Redentor.
Vengo a mostrarles la nueva Ley, la Ley del Corazón, conocida por muy pocos. Es un misterio precioso que viene a revelarse al mundo actual, para que los corazones se conviertan, desaten sus amarras y alcancen la liberación a través de Mi Corazón vivo.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Nuestro Señor está llamando a dos hermanas para que vengan en Su Nombre a sostener los elementos sagrados.
Este será el momento de la Consagración Universal de Mi Corazón vivo, glorificado y misericordioso, para toda la humanidad.
Pongámonos de pie para la Consagración.
¿Recuerdan la oración que Yo les entregué en Ecuador, cuando visitaban ese lugar sagrado donde Mi Madre apareció, en Cuenca?
¿Recuerdan lo que Yo les dije allí, arriba de esas sierras, donde corría un agua cristalina y el cielo parecía que estaba allí presente, rodeándolos todo el tiempo, en esa experiencia de amor con la Divinidad?
Fray Elías del Sagrado Corazón:
El Señor nos presenta en este momento, una cesta dorada de luz para que cada uno de nosotros coloque una intención dentro de esa cesta, como si fuera una molécula de luz, una aspiración de pedirle algo a Dios, a través de Su Hijo.
Él nos pide que esa intención sea verdadera, algo que hasta los días de hoy no conseguimos resolver.
El Señor nos dice:
Por eso Yo Soy el Pastor que ama a todas sus ovejas, no importa cómo sean, pues Mis Ojos de Luz miran en sus corazones el talento de la paz que Yo deposité en sus esencias hace dos mil años. Dichosos de aquellos que caminan a Mi lado y que reencuentran esta comunión Conmigo.
En el nombre de Adonai, ante los ángeles del Cielo, de los coros celestiales, ante la Madre Universal, Madre de la nueva humanidad, ante el Espíritu Santo, que los colma y los renueva, ante los bienaventurados que alcanzaron la cristificación a través de la donación absoluta de sus vidas, de sus misiones, ante todo el Universo que reúne a todas las Galaxias, congrega a todas las estrellas y soles, ante los Elohim, de los Resplandecientes, de los Padres Creadores llamados Arcángeles, ante los Tronos de Dios en Su séptimo nivel sagrado, ante Su Espíritu Purísimo y Divino, en Consciencia Divina de Paz, abriendo Mis Brazos y derramando Mis Rayos, Yo los bendigo en el santo nombre del Padre, en el nombre sagrado del Hijo, el bendito nombre del Espíritu Santo, para que despierte la semilla de la nueva humanidad.
Consagraremos ahora ante los Tronos, estos sacramentos que serán fuente de perdón, de esperanza, de paz y de alivio para todos los que creen en Mi Camino, en Mi Verdad y en Mi Vida.
Cantemos.
Que se escuche su voz ante Dios.
Canten con más fuerza.
En este Cenáculo de Redención, Yo les dejo la paz, les doy la paz, para que vivan en paz.
Les agradezco por haber respondido a este sagrado pedido.
¡Gracias Señor por cuanto nos das!
Quiero que Mi omnipresencia sea demostrada al mundo y que el poder de Mi Corazón, que es incomprensible para muchos, pueda tocar sus vidas para transformarlas por completo.
Un día, miraré desde el Reino de los Cielos y contemplaré en el mundo los frutos de tantos impulsos enviados por Dios.
Hoy, quiero calmar sus corazones, para que sepan que los pasos se están dando en sus espíritus y que sus almas están correspondiendo a tantos impulsos que recibieron.
Les digo esto, pues veo muchos corazones que se angustian porque creen que no están respondiendo a Mi llamado; pero les digo, Mis queridos, que sus almas son preciosas ante los Ojos de Dios, que no encuentra en el mundo a aquellos que abren el corazón para vivir Sus Palabras, que descienden de Sus Mensajeros.
Mientras Mi Voz resuena al unísono en tantos corazones, también ingresa en sus esencias y las fortalece.
Hoy, veo en sus vidas los frutos de la oración, porque la Pureza Divina ya tiene espacio en sus esencias y muchos pueden confirmar lo que les digo.
Mis queridos, por más que los tiempos los coloquen en muchas pruebas y que tanto la vida en la materia como la vida del espíritu demanden cada vez más atención de sus seres, quiero que estén firmes en este camino y que cuenten con Mi auxilio maternal.
Muchos sufren porque no creen verdaderamente en el poder milagroso de la transformación divina, que convierte el más duro barro en una copa para ser colmada del Amor de Dios y de Su Santo Espíritu.
Mis amados, que el Don de la Esperanza sea una realidad para todos los seres de este mundo, porque es posible vivir en este tiempo un estado especial de Gracia y tornarse un sagrado instrumento de Dios que cumple con Su Plan permanentemente.
Mis amados, no tengan miedo de curar sus corazones y de entregarme sus faltas. No se avergüencen por lo que un día fueron o por aquello que aún desean ser por los impulsos del mundo; sino que, así como son, caminen en dirección a estos brazos que se abren delante de sus corazones y los invitan a un divino abrazo.
Que el poder de Mi Inmaculado Amor transforme sus almas y esencias, y les dé coraje y valentía para seguir adelante.
No teman, no se detengan, solo caminen y abandonen el pasado. Yo recogeré lo que dejen en el camino y lo llevaré a los Pies del Creador como muestra de la transformación de la humanidad, para generar así, méritos para que otros reciban la redención.
Yo los amo con predilección y les agradezco, hoy y siempre, por responder a Mi divino llamado.
María, Madre y Reina de la Paz
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Nuestro Señor pregunta, a los presentes, si alguno de los hermanos se anima a ser bautizado.
Me gustaría quedarme mucho tiempo con ustedes, el mundo Me necesita.
Cuando uno se bautiza, el espíritu de todos es bautizado. Escogeré a cincuenta de ustedes para ser bautizados. Este es el símbolo y la señal de Mi Retorno.
Mientras cantamos, queridos compañeros, Yo los escogeré.
Sepan que aquellos que no son bautizados también recibirán Mi Presencia. Porque Yo no vengo aquí solo por ustedes, sino por este mundo que sufre y padece.
Ustedes tienen que bautizar a sus hermanos con el amor del Espíritu Santo, ser reflejo del amor del Espíritu Santo.
Con este simple acto de amor bautizarán en espíritu. Esto es lo que quiso enseñar Juan, el Bautista, más allá de un acto o de un ritual.
Lo que enseña Mi Padre a todos los autoconvocados es la Verdad.
Prepararemos, entonces, en gloria y amor este momento.
Yo Me retiraré de vuestra presencia, pero estaré aquí acompañándolos en espíritu de amor. Recuerden que Dios Me dio la Gracia de ser omnipresente, así como Yo deseo que lo sean en la caridad y en el amor.
Los bendigo y los reúno a todos en Mi Corazón. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
¡Gracias, Señor, por cuánto nos das!
En este encuentro, Te honramos Jesús.
Yo los acompaño desde el Cielo, en este momento. Sepan que estoy aquí, en este sagrado momento.
¡Les agradezco!
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Este momento del Bautismo fue muy especial porque, de alguna forma, como dijo el Maestro, todos fuimos bautizados en espíritu.
En aquellos que fueron llamados especialmente por Nuestro Señor, El explicó que veía una necesidad que esas almas tienen. Necesitan curar algo, liberar algo, perdonar algo. Ese algo es una tarea que Él hace directamente con esas almas.
Pero también sabemos que Él nos dijo que no faltará la oportunidad de que otros más puedan bautizarse en otro momento.
Como ustedes lo han percibido, esto es algo que Él nos está enseñando a hacer, de lo cual nosotros no sabemos nada.
Entendemos que Él nos intenta enseñar, instruir como hacía en aquel tiempo también.
Su primo, Juan el Bautista, fue quien, según Nuestro Señor, dejó un legado importante a través del Sacramento del Bautismo.
Hoy, cuando Cristo apareció de una forma especial, trajo encima de Su Pecho, sobre Su Corazón, una medalla, a la cual Él denominó y explicó.
Es lo que Él nos dejó hoy en Su Mensaje extraordinario.
Cuando sientas un gran vacío en tu vida y creas que no tendrás fuerzas para entregarte a Mí, dirige tu mirada al Cielo y dime qué es lo que esperas de tu vida.
No existe nada más que la transformación de la consciencia, especialmente para los que se consagran todos los días a Mi Corazón. Yo vengo en la Hora de la Misericordia para que todos los días Me entreguen, con confianza, un poco más de sus vidas y de sus fallas.
Cuando las almas consigan identificar esta escuela de la Tierra como la escuela de la constante purificación de la materia y de la consciencia, a partir de allí podrán dar los pasos para encontrarme.
Deja de lado todo aquello que te atormenta; debes saber que Yo no solo Me encuentro en la Luz, sino también en la oscuridad para redimirla. Yo Me encuentro tanto en la alegría como en la tristeza y en la desolación.
Yo acompaño a Mis amigos por el desierto; en silencio voy siguiendo las marcas que dejan sus pasos al caminar. Yo estoy en todas partes y en todos los acontecimientos; Mi Corazón acompaña sus aciertos como sus faltas, nada errado cometido en sus vidas Me quitará la paciencia. Sepan que Yo fui el Cordero Inmolado, Yo fui la Consciencia que conoció a la humanidad equivocada y condenada.
Aquel que se dirige a Mi Fuente nunca tendrá sed. Búscame. Llámame. Implórame y te dejaré libre de las equivocaciones.
Sabe desde ahora que Yo Soy el Perdón manifestado, Yo Soy tu Compañero fiel, que aprende junto a ti.
Quédate en Mi Paz.
Bajo la Gracia de Dios, sean bienaventurados.
Gracias por buscar la Luz de Mi Corazón.
Cristo Jesús
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más