Domingo, 5 de noviembre de 2023

Maratón de la Divina Misericordia
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, EN LA 119.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Que se escuche la Voz que truena en el Cielo.

Que se escuche la Voz que resuena en el planeta.

Es llegada la hora del cumplimiento de la promesa del Hijo de Dios, porque fue escrito y así se cumplirá.

Que los corazones se preparen en regocijo, que las secuelas del pasado se disuelvan y que las almas se sientan guiadas por el Cetro de Mi Amor que los conducirá hacia el Propósito prometido; porque, cuando lo alcancen y lo vivan, conocerán el poder de la liberación.

Los grilletes de la inercia se romperán, las cadenas del pasado desaparecerán y sus almas estarán prontas para caminar libres, y así esperar con alegría la llegada del Gran Maestro.

Por eso, no le teman a la tempestad de su propia barca, vientos contrarios podrán soplar fuerte, pero la convicción de la fe nunca perecerá.

Crean en el poder que Mi Padre les Ha dado en los Cielos, de sentirse parte de Su Creación y de Su Universo, de poder ser dignos Hijos de Dios.

Este es el tiempo en el que las trompetas de los Cielos seguirán sonando para poder permitir que se siga escribiendo el Divino Propósito en los corazones de los hombres. Aún el Libro de Amor no fue terminado, porque los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos. Esto es una Ley y así se cumplirá; por eso, no se queden en su propio destierro.

A través de Mi Palabra y a través de Mi Mensaje, a través de Mis Parábolas y a través de Mis Enseñanzas, Yo He venido a lo largo de los tiempos a enseñarles sobre el Reino de los Cielos; aquel que reverbera eternamente más allá de las dimensiones y de los planos, aquel que siempre permanecerá presente en el corazón que cree en él.

Por eso, ¡levántense, compañeros! Asuman su propia purificación, no como una condena, sino como su liberación. Porque este no es el tiempo de las víctimas, pero sí es el tiempo de las víctimas de Mi Amor, de aquellos que tienen muy claro en su consciencia y en su corazón qué es lo necesario que hay que hacer en este tiempo y qué es lo que no se debe hacer en este tiempo para no salir de la protección de Mi Mano.

Por eso, yergan sus cabezas hacia los Cielos y vean venir el gran tiempo prometido en el que la esclavitud terminará, en el que los infiernos se cerrarán, para que las almas renazcan en Mi Amor y formen parte del gran momento de Mi Cena Redentora; así como fue antes de Pentecostés con Mis elegidos, Mis apóstoles, porque volveré a partir el pan y volveré a consagrar el vino. Les daré de comer y de beber del Sagrado Sacramento, por medio de las formas luminosas que revelaré en ese gran momento.

Y, en esa hora, el sagrado misterio de la Eucaristía volverá a ser transustanciado; así como la materia corrupta, que se ha desviado a través de los tiempos, también se transustanciará. Y de esto participarán las células y los átomos que impulsarán ese gran acontecimiento espiritual.

Por eso, que la cruz ya no les pese; porque en este tiempo existen cruces más pesadas que no pueden ver con sus propios ojos físicos, pero que sí podrán conocer bajo el espíritu de la oración.

Por eso, una vez Yo les dije que dejaran todo lo que tenían, que cargaran su cruz y que Me siguieran. Esta es la hora en la que ese momento se está cumpliendo.

Nada está fuera de lugar; la humanidad lo está por no animarse a amar lo desconocido, lo que no puede controlar, todo aquello de lo que no se puede apropiar.

Por eso, Yo les enseñé el camino de la humildad y del sacrificio. Este camino es una gran escuela para Mí, y también lo es para aquellos que están decididos a vivirlo. Es simplemente animarse, en espíritu de abnegación y de renuncia, a ir subiendo los escalones hacia los Cielos, siguiendo un único camino y un único principio que es el principio de Mi Amor, que nunca los traicionará, que nunca los abandonará, que nunca se apartará del corazón que lo suplique, del corazón que lo pida más allá de sus errores, más allá de sus miserias, más allá de sus imperfecciones.

Dejen que Mi Amor los pueda transformar un poco más. Necesito vivir en las almas para poder vivir en los corazones, para poder llevar adelante Mis obras de los últimos tiempos, para que sientan Mi cercanía, para que perciban Mi consuelo, para que se refugien en Mi abrazo. Porque Yo les vengo a exigir lo que Me pueden dar y no Me cansaré de repetirlo, por más que lo hayan escuchado de Mí muchas veces.

Yo necesito, a través de los buenos instrumentos, poder intervenir en la humanidad y en el planeta; porque los corazones pueden ser un relicario, en donde Mis Tesoros podrán ser depositados en aquellos que aspiren ser celadores de Mis Reliquias, las Reliquias de Mi Pasión y las Reliquias que Me fueron entregadas después de Mi Ascensión a los Cielos.

¿Aspiran a conocer esos Tesoros Espirituales que Yo tengo para cada uno de los Míos?

¡Qué maravilloso sería que fueran conscientes de todo esto!, para que sus consciencias ya no se mezclen en lo superficial, para que sus consciencias se eleven a través de la humildad, de la intención pura del corazón que ama, que no crítica y que no juzga, que tampoco se permite condenar al prójimo.

Por eso, redimensionen su perspectiva. Sean valientes y acepten el arrepentimiento por aquellos que no se arrepienten, por aquellos que no hacen penitencia; a fin de que el equilibrio de la humanidad se sostenga en este tiempo final, más allá de los riesgos que se viven en esta superficie.

Pero confíen, porque Mis Promesas se cumplen en la hora correcta y en el tiempo correcto. No se adelanten a los acontecimientos.

Sigan construyendo dentro de ustedes la morada que Yo necesito para el momento de Mi Retorno. Porque primero retornará Mi Divinidad a los hombres y mujeres de la Tierra, y Mis servidores y apóstoles se sentirán impulsados por algo desconocido y supremo; para que, en las naciones, en los pueblos o donde sea que se encuentren, anuncien Mi Retorno a la humanidad.

Porque cuando Mi Divinidad ingrese en los corazones definitivamente, así como fue a través de los Dones del Espíritu Santo, las almas hablarán en lenguas. Esto se volverá a cumplir, fue la promesa que Yo les hice a Mis apóstoles después de Mi reaparecimiento en el Santo Cenáculo.

¿Creen que los méritos de Mi Pasión tienen poder?

¿Por qué dudan del camino? Si el Camino está aquí, delante de ustedes; la Vida está aquí, delante de ustedes; la Verdad está aquí, delante de ustedes, en el nombre del Amor y de la Paz; porque el Padre es el que Me envía a ustedes, así como Yo los envío al mundo para que sean testimonio de Mi Palabra, ejemplo de la transformación constante, precursores de la paz hasta en los más pequeños detalles, hasta con los que tienen a su lado.

Yo observo todo, de Mi nada pueden esconder. Como estoy aquí, también estoy en otros lugares en este momento. Estoy en los hogares y en las familias que Me abrieron las puertas en este momento para escucharme.

¿Ven cómo puedo ver todo? Porque Dios Me Ha dado la Gracia de la omnipresencia y de la relación entre los universos. Así, los Rayos del Supremo descienden para aplacar las angustias de las almas, para colocar Mi Mano sobre el corazón de cada uno, para decirles: “Confíen y tengan fe”, porque lo que deberán vivir es porque Dios ya lo tiene previsto.

Sé que para muchos vivir la Divina Voluntad es un desafío, pero no se preocupen por los resultados, no generen expectativas ni ilusiones, entreguen su vida totalmente en las Manos de Dios; así como el Divino Hijo se entregó en la Cruz por ustedes, para que pudieran vivir, para que pudieran renacer, para que hoy pudieran estar aquí escuchándome.
Así como muchas veces Me escucharon en los importantes tiempos de la Tierra Santa, como ese pueblo que escuchó cada una de Mis Parábolas y que hoy las recuerdan, así como hoy pueden recordar Mis Bienaventuranzas, así como pueden recordar la primera vez que les enseñé el Padre Nuestro.

Entonces, nos estamos reencontrando, para que la humanidad se pueda reencontrar en algún momento y tenga consciencia de que así no puede seguir, de que así ya no puede seguir padeciendo, que debemos cortar de una vez y para siempre esta cadena del sufrimiento que sumerge a las almas en sus propios abismos, alejándolas de la Luz de Mi Amor.

Pero, Yo vuelvo a otorgarles esta Luz de Mi Amor incansable para que se fortalezcan en este momento de prueba, como personas, como almas y como planeta, como una civilización que precisa urgentemente redimirse, prepararse y curarse, sanarse del odio, de la venganza y de la impunidad.

Y ustedes, compañeros, son los primeros que lo deben vivir. No pueden más ser impunes, no pueden más criticar, no pueden más juzgar, porque nadie conoce lo que es ser condenado y sentirse en esa difícil prisión espiritual.

Por eso amen, así como Yo los Amo; por eso vivan, así como Yo vivo. No les pido algo inalcanzable, Yo les pido algo real, lo que pueden vivir y lo que pueden hacer.

Por eso, les entregué los Sacramentos, para que Yo pueda estar presente para asistirlos en la Confesión, en el Lavado de los Pies, en la renovación del Bautismo, en la Unción de los enfermos de cuerpo y espíritu.

Las Llagas que Yo recibí, las acepté para poder liberarlos del pecado, para poder liberarlos de sus amarguras; para que, a través de Mi Corazón, en cada momento y en cada paso, sientan la fuerza de la esperanza, el poder de la renovación que les traigo, porque Mi principal tarea es renovarlos a cada momento.

Si ustedes Me dejan que los pueda renovar, comprenderán la vida desde otra óptica. Aprenderán a ver la vida como un gran aprendizaje y como una gran escuela, porque Yo deseo tenerlos a todos en Mi Reino.

Como una muestra amorosa de lo que les digo, hoy llamaré a aquellos que se han postulado para adorarme. Pueden venir, para que Yo los pueda ungir.

Que, a través de ustedes, el mundo recuerde que debe adorar al Señor, porque en el Señor está su vida, está su redención.


Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Nos mantenemos concentrados porque Jesús está aquí.


Hijos y servidores amados, recuerden Conmigo por un momento el Mar de Galilea y el Monte en donde pronuncié las Bienaventuranzas.

¿Recuerdan lo que escucharon de Mi Boca en aquel tiempo y cómo el Santo Espíritu de Dios, por obra de la Divina Misericordia y del sacrificio de Su Amadísimo Hijo, obró, en aquel tiempo, para que sus almas hoy estuvieran aquí, viviendo esta consagración?

¿Ahora, comprenden que todo tiene un sentido en la vida? 

Conozco lo que cada uno vivió a través de los tiempos, pero Yo vengo a fortalecerlos y a animarlos para que se sumerjan en el océano de Mi Amor, a través de la adoración a la Santa Eucaristía.

En este ejercicio, que emprenderán en cada momento de nueva adoración, recuerden, Mis amados, que estarán cerrando las Llagas que este mundo Me ocasiona hoy; estarán besando Mis Manos y Mis Pies, así como lo hicieron las santas mujeres. Sus besos cicatrizaron Mis heridas, porque eran besos de amor consolador, de súplica y de reparación por las almas del mundo.

Bajo este espíritu solemne de paz, Yo vengo a consagrarlos como los adoradores que siempre fueron. Recuerden que, desde el Monte de las Bienaventuranzas, sus almas decidieron adorarme y reconocerme como su único Señor y Maestro.

Por eso hoy, coloco sobre ustedes Mis Manos y, en esta sagrada imposición, le pido al Santo Espíritu de Dios que obre milagros en sus vidas, que puedan ser luz en el mundo que sufre por tanta oscuridad.

Eleven sus corazones a los Cielos, el Señor los recibe en Su Gloria, y así los bendice en esta consagración, agradeciendo que vivan este ejercicio por Mí todos los días, hasta el último momento de sus vidas; porque en esa última hora, Yo estaré del otro lado de la puerta para llevarlos a Mi Reino, porque a algunos no les tocará estar aquí cuando Yo retorne.

Anímense a vivir la santidad, para que el mundo recupere la pureza y la inocencia que ya perdió. La santidad no es vanagloria. La santidad es tener un corazón simple, capaz de ser receptivo al sufrimiento del otro, al dolor del otro, y hacer cualquier cosa para poder aliviarlo; así como Yo los alivio, en este momento, a ustedes que hoy se consagran y a todos sus hermanos aquí presentes.


Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Y en este momento de consagración, para acompañar a los hermanos, aún en la Presencia de Cristo Jesús, vamos a cantar juntos el cántico “Consagración”, para que estos hermanos puedan ver delante de sí mismos el porvenir, esa esperanza que Cristo nos promete a cada uno, más allá de todo lo que estamos viviendo.

Acompañemos al Maestro en esta consagración.


Hermanos, vamos a hacer una oración para terminar este momento de consagración y seguir con la Comunión Espiritual.

Cuando el sacerdote termine de consagrar la Comunión, ustedes se van a acercar para recibirla, ya que va a ser parte del ejercicio de su consagración.

Vamos a hacer una vez la oración al Padre Celestial en portugués.


¡Gracias, Señor, por cuánto nos das!

En este encuentro, Te honramos, Señor.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.