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Que la paz esté presente en el corazón de todos los servidores de Cristo.
Hoy, hijos, Mi Corazón está acompañando, especialmente, el inicio de la misión humanitaria en Medio Oriente y en África.
Mi amor paterno acoge y ampara al corazón y a la consciencia de cada misionero para que, en este trayecto de llegada al Líbano, pierdan el miedo de servir y de amar, y dejen que sus almas reciban la Gracia de la Presencia del Espíritu de Dios, que les dará a conocer el poder del amor y de la sabiduría para que sepan actuar con humildad y con gratitud, sin importar a qué sean llamados a servir.
Que el corazón de cada misionero sea colmado por la pura aspiración de cumplir con la Voluntad Divina y que en servicio, rescaten conscientemente los valores del amor y de la esperanza que muchas veces se perdieron en el interior de los seres.
Vayan con el corazón abierto, a esas tierras tan antiguas en donde comenzó la historia de la evolución humana y busquen, a través de sus acciones y oraciones, rescatar los códigos de pureza, de paz y de Misericordia que se guardan allí, para que un día florezcan y den lugar al nuevo hombre, a la nueva humanidad que renacerá del sufrimiento transformado en esperanza y de la esperanza transformada en amor.
Todo sucede en los niveles del espíritu cuando los corazones tan solo se disponen a recibir, a multiplicar y a distribuir la Gracia Divina.
Oren, hijos, y vivan la experiencia de ser instrumentos de Dios en este mundo.
Tienen Mi bendición para eso.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Oren para que el Plan de Dios se cumpla, contemplando, en el Universo, el Propósito perfecto que el Creador tiene para cada una de Sus criaturas.
Reencontrarse con los Mensajeros Divinos y estar en presencia del Padre Eterno, a través de la Puerta de Luz y de Paz que abrimos para el mundo, significa recobrar la pureza y el potencial de amor que les fue entregado a las criaturas en el comienzo de todo y que, un día, se perdieron en los corazones de muchos.
La tarea de los Mensajeros Divinos en este tiempo es más profunda y a veces incomprensible e invisible para la mente humana; porque llegó el momento definitivo para el planeta, cuando la evolución de todos se definirá según las respuestas dadas a las oportunidades recibidas.
Muchos se abren de corazón, aunque sea por un pequeño instante y eso ya es suficiente para que la semilla de un nuevo ser sea sembrada en su interior. Ahí está la eterna esperanza de Dios y de Sus Mensajeros: saber que, a pesar de que la humanidad está tan adormecida, también existe la posibilidad de que despierte de forma más simple de lo que imaginan.
Los Mensajeros Divinos se dirigen hacia Centroamérica para que los que perdieron su vínculo con Dios puedan recuperarlo. Que aquellos que, en el principio, se comprometieron a manifestar Su Plan puedan cumplirlo. Que aquellos que deben convertirse en Nuevos Cristos y que caminan detrás del Señor en todos los tiempos, puedan recordar su misión.
Existen misioneros dispersos en el mundo entero y llegó la hora de llamarlos por el nombre, uno por uno, para que cumplan con su misión.
Nuevos y potenciales Cristos despertarán en este tiempo: consciencias que vivirán el amor y la unidad con Dios más allá de sí mismos; que amarán al prójimo y que darán sinceramente la vida por sus amigos. Consciencias que repartirán el Pan junto a Cristo y que se unirán a ustedes en esta mesa para compartir el Cáliz del sacrificio y de la entrega a Dios, y así hacer que el plan del enemigo se desintegre y que las almas ya no se pierdan de Dios.
Les advierto sobre estos acontecimientos y les agradezco por orar para que este Plan se cumpla.
San José Castísimo
Hijos:
Cada misión les ofrecerá un nuevo aprendizaje y una nueva forma de comprender la vida.
La verdadera razón de la existencia del grupo de misioneros no es tanto el servicio material que prestan, sino el acto de ir en dirección a la necesidad del prójimo para curar las raíces de los males que lo colocaron en esa condición de necesitado.
Lo más importante es la acción con el corazón y la experiencia que depositan en la consciencia humana de ese aprendizaje de servicio.
Con sus hermanos indígenas, aprendieron la mansedumbre; mansedumbre que trasciende la realidad material en que ellos viven.
Esos, sus hermanos, tenían todo, porque estaban unidos a todas las cosas, a toda la vida, al Creador, y todo les fue quitado, porque perdieron casi toda posibilidad de expresarse y, en muchos casos, ya no tienen un vehículo para unirse a Dios, o sea, un ambiente natural, preservado y armonioso; solo tienen el propio mundo interior.
La consciencia indígena, a pesar de todo, no deja de enseñar alguna cosa al corazón humano; pues en este tiempo, hijos, aun sin poder expresarse como pueblo, como cultura y como esencia, ellos están colocando en la consciencia de la humanidad, los principios de la perseverancia, de la fortaleza y de la paz, independientemente del estado en que se encuentra el mundo alrededor.
No les digo, con esto, que sus hermanos no sufren con el estado de degradación del planeta, porque el pesar de esos corazones, lo que cargan como dolor en la esencia indígena, no es comprensible para el hombre moderno de hoy.
Lo que les digo es que la paz interior de ellos, a pesar del sufrimiento, de la miseria y de la opresión, es algo que permanece. La lucha para no ser corrompidos por las fuerzas de hoy es constante y dura para todos, pero ellos no pierden la fe en que permanecerán como pueblo en la Tierra, e incluso, que un día podrán volver a los orígenes y recobrar la pureza que están perdiendo.
Aprendan de esa fe para que, cuando llegue la hora de reconstruir la Tierra, ustedes no pierdan la paz ni la certeza de ser capaces de mantenerse en pie y de recobrar la semejanza con Dios, la que perdieron por tantos desvíos.
Les dejo Mi paz y Mis votos para que nuevas misiones puedan surgir. Que despierten aquellos que se comprometieron con el servicio y con la vivencia de la caridad crística.
Su padre y compañero en las misiones,
San José Castísimo
A Mis hijos misioneros
Hijos:
Como síntesis interior de la misión en el Paraguay, reconozcan todo aquello que en los últimos días se fue transformando en cada uno de ustedes y ofrézcanlo a Dios.
Ofrezcan al Padre sus expectativas, sus aspiraciones de haber realizado más de lo que hicieron, de llevar a sus hermanos un auxilio más concreto que les trajese una vida más digna y más sana.
Ofrezcan al Padre la aspiración de haber enseñado y de haber aprendido con los pueblos originarios, de entregarles el amor y la caridad y de recibir de ellos el aprendizaje de la simplicidad y de la pureza.
Ofrezcan al Padre todo lo que, en los últimos días, fue curado y transmutado en la consciencia humana, como los errores del pasado.
Ofrezcan al Padre sus esfuerzos diarios por seguir lo que Yo les dije y también ofrezcan todas las veces en las que olvidaron Mis palabras.
Quisiera que esa misión marcara una profundización interior de la tarea misionera, una mayor disposición de los aprendices de la caridad crística para cumplir con un papel espiritual y no solo material. Que la misión, que sucede en el espíritu, sea cada día más la prioridad en sus vidas.
Cada vez que ustedes aprenden a valorar lo que ocurre en los mundos invisibles y comprenden que es allí donde la verdadera misión tiene su resultado, como Divinidad podemos abrir otros caminos en la consciencia humana y liberar situaciones cada vez más profundas y arraigadas, antiguas e inconscientes para la humanidad actual.
Hijos, no son muchos los misioneros que hoy sirven en la materia y que son conscientes del reflejo espiritual de su misión.
Por eso, el Creador está tan atento a sus movimientos y con tanto amor los acompaña por medio de Nuestra presencia y de Nuestras palabras.
Que el espíritu misionero pueda expandirse en la consciencia humana y que su disposición para profundizar en la transformación interior, como forma de prestar un servicio cada día más cristalino, sea como un código que impulse a la humanidad, un ejemplo que dé a otros servidores un sentido espiritual para el propio servicio.
Si ustedes se disponen a vivir la transformación y asumen dar pasos en su redención, ayudarán a muchos que deambulan por el mundo sin saber qué hacer y que, por sus ejemplos, descubrirán la esencia del servicio, que más que una acción social es un camino hacia la vida crística.
Les agradezco por proseguir y nunca desistir de la transformación. Crean, hijos, que la redención está al alcance de aquel que dice sí. Y si al mismo tiempo que caminan hacia la redención del espíritu prestan un servicio verdadero, abrirán las puertas para la redención de los ciegos y de los indiferentes.
Yo animo a toda la Red Misionera Planetaria a continuar profundizando en la esencia del servicio y a tomar contacto con los pueblos indígenas, como forma de reparar todo lo que ellos vivieron en todos los rincones del mundo.
Su padre y compañero en las misiones,
San José Castísimo
Los Cielos se abren para recibir las ofrendas de la humanidad.
Siendo sinceros de corazón es como la Misericordia vuelve a descender en tierras que ya viven la Justicia Divina. Los actos misericordiosos son los que los unen a la Consciencia de Cristo, Aquel que es la propia Misericordia.
Una misión humanitaria, hijos, es más que un acto social, porque les hablo de un pedido de Dios, una renovación y un despertar del compromiso que Sus criaturas tienen para con Él.
Por más que estén delante de dos misiones en las cuales se encuentran con culturas extremadamente diferentes de las suyas, las almas reconocen la unidad, y los espíritus son tocados por el amor que impregna sus actos.
Cuando sirven de corazón, equilibran muchos males, no solo de aquellos a los que están sirviendo. El amor que ustedes irradian toca a los que están a su alrededor e impregna la vida del espíritu; sustituye los errores y las deudas de las naciones por los méritos divinos de Redención, de Salvación y de Misericordia.
Si, en verdad, todos se abrieran al espíritu misionero, comprenderían lo que les digo.
Hoy quiero que sepan que los misioneros en Turquía ya se tornaron un instrumento en las Manos de Dios, porque sus espíritus reconocen que el servicio que prestan no es para sí mismos. La experiencia y los años los encaminaron para consagrar la vida a los actos de Misericordia y, así, se tornaron, como grupo, un puente para que la Misericordia del Creador descienda a la Tierra. Pero ellos son solo catorce y no pueden multiplicarse en todas las naciones que deben consagrarse a Dios por el servicio y por la oración. Por eso, cuando los llamo al servicio, escuchen Mi voz.
Ninguno de los misioneros en Turquía es perfecto; ninguno de ellos sabía servir desde el principio; pero las resistencias se fueron quebrando por el amor y, hoy, cuando están delante de una misión pedida por Dios, pueden trascender las individualidades y miserias para ser portadores de la Divina Misericordia.
No esperamos que las diferentes misiones que pedimos tengan el mismo éxito, pero sí que se abran al espíritu misionero que la consciencia-grupo de esta Obra de Amor ya alcanzó a lo largo de los últimos años.
Quisiera que el espíritu misionero se expandiera más allá de Brasil y que principalmente Uruguay y Argentina se animaran a trascender los atavismos para servir al prójimo y descubrir en el servicio la inmediata transformación, la unión con Dios y con el prójimo, la transmutación y la liberación de esas naciones de todos los errores cometidos en el pasado.
Porque, aunque la Tierra tenga que recomenzar, necesita tener un punto de partida, y ustedes deben dejar en ella un suelo fértil, para que los que vendrán después siembren las semillas de un nuevo tiempo.
Yo los amo y solo les pido que confíen en lo que les digo y que no teman responder a los pedidos celestiales. En estos tiempos, todo esfuerzo es poco para cumplir la meta que les corresponde desde el principio de esta raza.
Su padre y compañero,
San José Castísimo
La madurez a la hora de servir surge de la comprensión de que un servicio que se presta respondiendo a un pedido de Dios trasciende la materia y tiene su verdadero propósito en el espíritu.
Cuando el Creador los envía a servir, deben tener consciencia de que son meros instrumentos en Sus Manos, ya que, para equilibrar el gran karma humano, es necesario que sean los propios miembros de la humanidad los ejecutantes e intercesores de este acto de equilibrio.
¿Qué temen cuando los enviamos a servir? ¿Acaso están pensando que serán sus manos las que van a actuar?
No pierdan más tiempo con expectativas, ansiedades ni tampoco con orgullos ni vanidades. Concéntrense en ser verdaderos y simples, obedientes, mansos, vigilantes y pacíficos. Concéntrense en estar unidos a Dios y en pensar en Él todo el tiempo y no en sí mismos.
Cuando estén delante de un acto de servicio, no se confundan. La confusión proviene de la falta de claridad del propósito de sus acciones. Si concentran su atención en Dios, en seguida verán cómo Él abrirá los caminos y les mostrará la mayor necesidad que, de repente, no era aquella en la que pensaban.
Tanto en Medio Oriente como en Chaco, sus hermanos necesitan ser escuchados y encontrar en ustedes un puente para algo superior. Donen aliento, donen esperanza, donen paz de corazón.
No se muestren inmaduros, inseguros ni sin propósito, porque están siendo guiados de cerca tanto por Nuestras palabras como por la intuición y por el corazón, vehículos que siempre usamos para conducirlos. Por eso, déjense guiar internamente.
Confíen en los que elegimos para coordinarlos y dirigirlos en cada misión, porque a esos corazones estamos unidos de una forma especial. No tengan grandes ideas ni quieran realizar servicios heroicos para contar al final, porque la verdadera misión, que sucede en el espíritu, será conocida por pocos y, será admirada solo por Dios, porque la humanidad aún no aprendió a amar la vida del espíritu y, por más que conozca los hechos espirituales, poco le interesará si no hay resultado material.
Por este motivo les pido otra vez que sean más humildes y obedientes, más unidos de corazón los unos con los otros y todos con el Dios Altísimo. Así se cumplirá el Propósito de Dios.
Aquel que los ama y los guía,
San José Castísimo
Que todos aquellos que aspiran a ser misioneros del Plan de Dios escuchen estas palabras y aprendan a servir. Los espíritus verdaderamente atentos nunca piensan que Yo hablo para otros, sino que toman todo para sí; por eso, crecen y maduran como Dios espera.
Si hay algo que debe ser inmediatamente disuelto del corazón humano es el miedo.
El miedo es la ausencia de Dios, del amor, de la fe. El miedo nace y crece en el corazón de los que se acomodaron a la condición humana y aún no reconocieron que aquello que debe cuidarse con esmero es solo la esencia más profunda del ser, los principios divinos que allí se encuentran.
Aquel que siente miedo es porque no confía en el amor.
Con sus acciones, deben fortalecer los principios de la fe, la certeza de que el amor algún día hablará más alto en la consciencia humana, porque será tanta la necesidad de paz y de unidad, que todos se unirán en busca de un Único Dios.
El miedo con el cual viven los pueblos originarios es el miedo de perder su cultura, perder su espacio en la Tierra. Por no tener lo básico que necesitan para vivir, ellos sienten miedo de desaparecer como pueblo, así como desaparecieron tantos otros pueblos.
En la misión que ocurre en Chaco, así como en todas las misiones que aún tendrán lugar con sus hermanos indígenas, deben fortalecer la fraternidad y dejarlos sentir que comprenden, o que tratan de comprender, el papel espiritual de los pueblos originarios en la Tierra; porque, más que ayudas y cuidados básicos, ustedes encontrarán en sus hermanos la necesidad de ser reconocidos con su cultura y su sabiduría, como parte de esta civilización humana.
En lo profundo de esos corazones, más que el hambre o la miseria, pesan el abandono y la indiferencia por parte de la mayoría de los seres humanos. Por eso, estamos dedicando estos mensajes no solo para instruir a los misioneros, sino también para despertar espiritualmente a la humanidad y, sobre todo, en este caso, a la Argentina, para que conozca el papel de la consciencia indígena, ya que su equilibrio depende de la pureza, de la simplicidad y de la sabiduría que los pueblos originarios mantienen en su interior.
Ustedes deben prestar un pequeño o un gran servicio, siempre teniendo en cuenta mucho más el propósito espiritual que el acto físico, porque físicamente encontrarán infinitas necesidades materiales, sociales, morales, carencias de cosas básicas para la supervivencia y, para suplir todas ellas, sería necesario un esfuerzo mucho mayor que el de algunos pocos días.
Muchos pueden preguntarse: ¿Cuál es la razón de hacer misiones tan rápidas, en las cuales no se suple ni la mínima parte de la gran necesidad de esos pueblos?
Y Yo les respondo que aquellos que alcanzan a ver con los ojos lo que sucede en el espíritu, y no solo en la materia, saben que las necesidades espirituales se mueven con base en otras leyes y, a veces, una situación que espiritualmente es mucho más grave que una gran carencia material se resuelve con un pequeño acto de amor verdadero.
Es por eso que les pediremos, sí, que lleven recursos materiales, pero lo que en verdad le da sentido a una misión es la vivencia del amor, la capacidad de abrir las puertas para que Dios descienda y actúe por intermedio de sus manos.
Traten de ser verdaderos y no quieran ser héroes. Sean solo simples de corazón, ábranse para aprender, déjense curar de la propia indiferencia humana, del orgullo y del egoísmo. Es así que podrán llamarse misioneros, misioneros del espíritu, misioneros que sirven para cumplir la Voluntad de Dios.
Yo los amo y por eso les enseño a servir.
Su padre y amigo, servidor del Dios Altísimo,
San José Castísimo
Hermana Lucía de Jesús: Mientras orábamos, vi a San José en Medio Oriente, vestido como musulmán y con un paño que le envolvía la cabeza. Andaba por el desierto, acompañando a diferentes familias que emigraban y colocaba en Sus brazos a los niños más cansados de caminar. Después, lo vi en otras ciudades grandes, ayudando a las personas en las calles o solo acompañándolas como alguien que simplemente pasaba por ahí. Lo vi también en diferentes aldeas indígenas y cuando apareció, estaba rodeado de niños indígenas, que parecían tener entre tres y ocho años de edad. Mientras San José transmitía el mensaje diario, los niños que lo acompañaban irradiaban, espiritualmente, luz para las diferentes tribus indígenas del mundo.
Queridos compañeros en Cristo, misioneros del amor en esta Tierra con tanta necesidad de auxilio y de paz:
Hoy vengo a su encuentro con alegría, aunque también con mucho pesar en lo profundo de Mi Casto Corazón.
Vengo con alegría porque sabía que, al llegar al mundo, encontraría seres dispuestos a estar Conmigo en dondequiera que sea necesario. Y vengo con pesar porque no puedo ser indiferente a todo lo que sucede en el mundo y también en el universo, como repercusión de los acontecimientos en la Tierra.
Hoy, no solo vengo de Medio Oriente. Vengo de muchos lugares de este vasto planeta, en donde puedo caminar más allá de las fronteras, ya que, para Mí, ellas no existen. Vengo principalmente de la región de Chaco, en Argentina, y también de otras aldeas y tribus de pueblos originarios que la humanidad aún desconoce. Y no estoy solo, pues traje al encuentro de ustedes a los pequeños que, desde los Planos del Espíritu, irradian su pureza a los seres humanos que tienen la misión de seguir resguardando la presencia de la consciencia indígena en el planeta para que la pureza y la simplicidad no desaparezcan del corazón humano.
Muchos piensan que no sería necesario realizar dos misiones al mismo tiempo y elucubran, imaginando la razón por la cual pedimos una misión en Chaco, ya que los misioneros están yendo tan lejos, a Medio Oriente.
Sé que la ignorancia propia de la mente humana común muchas veces no les permite pensar ni sentir cómo piensa y siente el Creador de todas las cosas. Por eso, les explicaré algunas verdades, pidiéndoles que las observen y que aprendan de ellas, para cuando llegue el tiempo de que con su propio discernimiento tomen decisiones importantes, tiempo en el cual Nosotros ya no les podremos dictar todos los pasos, como ahora.
La consciencia indígena, de manera general, tiene la importante misión de resguardar la pureza en la humanidad y también la posibilidad de comprender la naturaleza y, por medio de ella, encontrar a Dios. Los indígenas son guardianes de la unidad, de la vida en comunidad, de forma pacífica y amorosa. A lo largo de los tiempos, muchos fueron perdiendo esos atributos, y las costumbres de la humanidad actual fueron influyendo en las diferentes comunidades indígenas del mundo.
En Argentina, la región de Chaco, así como otros lugares, es un espacio de la consciencia de la nación que, a pesar del abandono y del sufrimiento en que vive, no perdió la esencia de lo que es y sigue siendo guardiana de la pureza, principalmentepara esa nación.
Como América del Sur tiene un papel primordial en el final de los tiempos, si la propia Argentina no cuida el tesoro que tiene en Chaco, podrá perder la posibilidad de vivir la simplicidad, la humildad, la paz y la pureza, atributos que son primordiales para el surgimiento de una Nueva Raza.
Esa misión de consagrar América a Dios es responsabilidad de todos aquellos que responden a esta Obra del Señor, los cuales deben tener consciencia de que cada pueblo cumple un papel primordial en la construcción de la Nueva Tierra.
¿Por qué enviamos los misioneros a Chaco y, al mismo tiempo, a Medio Oriente? Porque, mientras que unos intentarán curar el dolor, el sufrimiento y el rencor de seres que salieron de sus tierras, de sus casas, otros irán al encuentro de una situación semejante, de personas que también fueron apartadas de sus tierras y, sin embargo, no perdieron la esperanza.
Que la pureza de sus hermanos indígenas sea irradiada a Medio Oriente y que, gracias a los diferentes misioneros que conformarán esas dos misiones y a todos los grupos orantes que los apoyarán, pueda darse una conexión de amor y de unidad, para que por medio del servicio, el amor fortalezca a la población de Chaco, y que la pureza de ese pueblo, fortalecida por el amor, llegue a Medio Oriente como esperanza de que un día esos hermanos puedan vivir la fraternidad.
Que, en estas dos misiones, ambos pueblos reaviven la esperanza de estar entre hermanos, en un mundo de cooperación, de fraternidad, de unidad de unos con otros y de todos con Dios. Todo esto se alcanza con la pureza de intención y con el corazón unido perfectamente al Corazón de Dios, de donde provienen todos los principios y arquetipos para la humanidad.
¡Adelante, misioneros de Cristo, de María y de Mi Corazón Castísimo! Estaremos en Omnipresencia con todos, velando por el cumplimiento del Propósito Divino.
Su padre y amigo, misionero de todas las horas,
San José Castísimo
Queridos compañeros:
Ofreciendo Nuestros Corazones al Altar Celestial como parte del Plan de Dios, clamamos a la humanidad que establezca la paz en sus vidas. Pedimos que despierten un poco más a la verdadera necesidad del planeta, porque en los tiempos que llegarán será necesario demostrar mayor consciencia y madurez. Los que hoy están ciegos de espíritu y de corazón buscarán aliento y guía en aquellos que podrán estar mínimamente equilibrados frente a la situación planetaria.
Sepan, queridos, que ante el grado de maldad y odio que vive en los corazones de algunos seres humanos, el estallido de una tercera guerra mundial podrá destruir completamente la vida planetaria. Los corazones de muchos gobernantes solo están sedientos por demostrar poder y superioridad en relación a los demás seres del mundo. Será una batalla entre el caos y el mal, naciones querrán demostrar su poder y se aliarán unas con otras para destruir a las demás, de acuerdo con sus creencias.
Solo observen el mundo a su alrededor y tórnense capaces de vislumbrar una prioridad mayor que sus propias vidas, porque el Plan de Dios trasciende a los individuos y, si fuere necesario, el Señor pedirá más a aquellos que creen que ya entregaron todo, porque no solo el planeta, sino también el universo necesita de eso.
Les pido que traten de conocer la verdad que se encuentra en sus corazones, para que no sean tomados por el terror que se extenderá por el mundo. No se desesperen en los días que vendrán, porque el Espíritu de Dios los amparará, siempre y cuando sean Sus siervos y Sus soldados de la paz y de la oración.
No les digo que no padecerán nada; sin embargo, todo sufrimiento y toda prueba que el Señor coloque en sus caminos será para que generen méritos para la salvación de la humanidad.
Les digo que, desde ya, aprendan a amar y a aceptar las diferencias, porque les pediremos que acojan y amparen a seres que son muy diferentes de ustedes, desde todos los puntos de vista.
También en este día, les rogaré que ayuden a los misioneros de María para que pronto lleguen a Medio Oriente, antes de que sus puertas se cierren definitivamente y las almas que están allí, buscando una salida, no encuentren la Misericordia, sino solo la Justicia.
El servicio que pedimos a los misioneros, que están consagrados en espíritu y alma al Plan de Dios y de Sus Mensajeros, no es como cualquier servicio prestado en el mundo. Por intermedio de ellos, Nosotros podemos ingresar más profundamente en el planeta y derramar un caudal de Misericordia sobre aquellos que no la merecerían en esta vida.
Por eso, compañeros de Mi Casto Corazón, esfuércense todos los días para estar más despiertos, porque Nosotros ya no tenemos cómo alertarlos. El tiempo del cambio ya llegó.
Su amado padre y amigo,
San José Castísimo
No hay mayor servicio que el de una oración verdadera, en la cual el corazón no encuentra fronteras y no necesita ir tan lejos, ni demorar tanto, para estar delante de los más necesitados. Si piden a Dios que los lleve al encuentro de los más necesitados, entonces, cuando el Señor los coloque ante cada oración a lo largo del día, encuentren ahí la respuesta a los pedidos de ustedes, a su santa voluntad de servir y de ayudar a los más necesitados tanto en la materia como en el espíritu.
Sin embargo, si en los momentos de oración estuviesen tibios, adormecidos y sin mucho entusiasmo para encontrarse con Dios, es porque en verdad no descubrieron que la esencia del servicio se encuentra en el corazón que ora.
El mayor servicio es aquel que lleva la Presencia Divina a los corazones; es aquel que coloca a las esencias delante de la posibilidad de retornar a su origen, a la Sacratísima Consciencia Única, de donde provienen todas las cosas creadas con un fin evolutivo.
Si no fuese así, ustedes estarían realizando obras sociales de las cuales el mundo está lleno; entretanto, el Reino de Dios aún no se manifestó entre los hombres.
Todos aquellos que aceptan vivir el camino de la humildad, de la oración y de la entrega son, en realidad, corazones y espíritus misioneros que deben renovar ese carisma espiritual todos los días y en todas las oportunidades que tienen de encontrar a Dios y llevarlo, en esencia divina, a todos los que más necesitan de Él.
Hagan de sus vidas la obra perfecta de servicio para la humanidad y para el planeta. Esto se alcanza con el despertar a la verdad, que es saber que en todo está la posibilidad de servir y que en todas sus oraciones pueden cruzar fronteras y llegar hasta los más necesitados.
Hoy, por ejemplo, orando delante de Mi Corazón Castísimo, ustedes Me acompañaron hasta Medio Oriente y, así, aliviaron los pequeños corazones de muchos niños que ya perdieron la esperanza de ser alegres en este mundo.
Aprendan, queridos, todos los días, a trascenderse a sí mismos para que la Luz de Dios llegue a los más perdidos y olvidados entre los hombres y entre los Reinos de la Naturaleza.
Aprendan con Mi Casto Corazón a ser misioneros eternos y a realizar en la Tierra esta misión universal, en la cual su propia transformación resultará en la salvación y en la evolución de todo el universo.
Yo los amo y los animo a seguir adelante, creciendo y madurando, como frutos de los Sagrados Planes de Dios.
San José Castísimo
Cuando un grupo de almas ofrece la vida para equilibrar el sufrimiento de una parte de la humanidad, el Corazón de Dios se vuelve a encender y la fe del universo recibe un impulso de luz.
Mis queridos compañeros:
Para esta próxima Misión a Turquía y a Hungría, les pido que no se muevan basándose en las emociones, sino que se dispongan a ir solo los que verdaderamente aspiran a que el principio del Amor se manifieste en el mundo, más allá de sus propias vidas.
Todos aquellos que acompañen esta Misión con el corazón formarán parte de esta obra, que tiene como finalidad renovar el espíritu del Amor y de la Fraternidad en la consciencia humana y no permitir que el odio y el dolor sean males que se apoderen de todos los corazones del mundo.
Los que vayan en misión, como también los que los acompañen con el corazón, no pueden fijar sus miradas en las injusticias, en el sufrimiento ni en el rencor de los seres. Solo deben ser portadores de un amor que se extingue en el mundo y que la Divinidad depositó en sus corazones.
En esta Misión, Mi Casto Corazón los guiará en una purificación profunda de la propia incapacidad de perdonar y de amar, y esto lo hará con todos aquellos que quieran ser misioneros, no solo físicamente, sino también en espíritu.
Yo los conduciré para que transformen aspectos profundos de la consciencia, enraizados en la competitividad y en el ansia de poder, para que puedan purificarse de todo el mal que genera a las guerras y los conflictos en el mundo.
Más que realizar cualquier entrenamiento, ustedes deben orar mucho a fin de que Yo los auxilie y los coloque en el punto al que necesitan llegar, de manera que sean verdaderos instrumentos de Dios para toda la humanidad y no solo para Medio Oriente.
Sepan que estamos invitando a todos los grupos de oración para que den un nuevo paso y vivan la transformación necesaria para entregar la vida por amor a Dios y a Su Plan.
Nuestra protección y amparo siempre estarán con los que responden a los designios de Dios. No tengan ningún temor, solo amen con la esencia del corazón.
Yo los guío y los fortalezco.
San José Castísimo, padre de todos los misioneros
¡Siempre sea alabado Jesucristo en ustedes y en todo el mundo!
Después de la venida del Hijo de Dios, viene hoy a vuestro encuentro interno Mi Casto y Humilde Corazón para anunciar Mi fraterna y amorosa compañía espiritual a todos los misioneros, que a causa de las leyes terrestres no han podido embarcar en la misión importantísima que la Virgen María les encomendó.
Por eso, hoy más que nunca, pequeños hermanos Míos, Yo les pido a todos los grupos orantes que oren para que los planes celestiales de paz y redención que imparten los Tres Sagrados Corazones de Jesús, María y San José puedan sembrarse en todos los necesitados corazones del mundo.
Hoy me anuncio a ustedes para instruirlos al respecto de que, si dicha misión a India demorara más allá de lo previsto, es decir, más allá del próximo mes de agosto, les anuncio que existirán también otras misiones que estaban esperando madurar en vuestras consciencias, misiones hacia naciones como Tailandia, Sri Lanka, Nueva Zelanda y los países asiáticos, que en este tiempo son los que más necesitan de piedad, de amor, de servicio abnegado y de Misericordia.
Sepan, Mis misioneros, que cuando una puerta del mundo se cierra, otra puerta divina se abre para el mundo entero trayendo Gracias y bendiciones para todos.
Desde el Cielo, en lo profundo de Mi Casto Corazón, Yo los bendigo, animándolos a vivir en la fe y en la esperanza de que los planes de Dios son perfectos y precisos para estos tiempos. Sigan Mis pasos humildes en silencio y en oración.
Les agradece por vuestra oferta y dedicación,
Vuestro Padre Misionero,
San José Castísimo
Al término del mensaje, San José nos envió el siguiente impulso orante, especialmente para todos Sus hijos misioneros:
Oración de protección y luz para los misioneros de Dios
Dios Padre,
que por medio de San José Castísimo
tocaste nuestro simple corazón,
y nosotros en humildad y fe
respondimos a Tu misión celestial.
Te pedimos, en reverencia y amor,
amado San José, misionero fiel,
cúbrenos con Tu manto violeta de protección,
para que nuestros pasos sean invisibles.
Entréganos Tu santo Cetro,
para que podamos corresponder a la misión de amor y de paz.
Entréganos Tus poderosos siete lirios del Cielo,
para que bajo esta Gracia,
que proviene de Tu santo Corazón
nosotros podamos vivir ahora y siempre:
la pureza de alma,
el amor a la donación,
el servicio sin demora y sin tiempo,
la humildad como fuente de fe absoluta,
la entrega total a la Voluntad del Padre,
el rescate de los más necesitados,
la unión perfecta con todos los Reinos Creados.
¡Oh Humilde y Casto Corazón!,
que bajo Tu poder de amor y humildad,
se cumpla la gran misión de paz
en toda la humanidad.
Amén.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más