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En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Con el Niño Jesús en Mis brazos, vengo a pedirles que no se olviden de encender una vela por las causas imposibles, por los pecados más arraigados, por las miserias abrazadas por el corazón de los hombres, por la impunidad, por la indiferencia, por la ignorancia; para que todo eso, hijos, dé lugar a la Llama Sagrada del Propósito de Dios.
Ya no vengo a enseñarles a orar, porque ya saben cómo hacerlo. A lo largo de los últimos quince años fueron instruidos sobre esto, instruidos por Aquella que ora constantemente y que no se cansa de interceder por la humanidad, por este planeta y por toda la Creación. Porque Aquella que un día fue la Madre de Jesús, no es solo la Madre del Salvador, sino la Madre de toda la vida, de todo lo que vive y respira.
Así como Cristo, Dios Vivo, se manifestó en la Tierra a través de Jesús, así también, hijos, el Vientre de la Creación, el Principio que da vida a todas las cosas, el Amor Materno de Dios, se manifestó en la Tierra a través del Inmaculado Corazón de María. Por eso, ya es el tiempo y la hora de que reconozcan este Corazón y de que lo honren como Él verdaderamente merece.
No encierren los Misterios de la Creación en la comprensión humana, tampoco en lo que está escrito en los libros sagrados.
Hoy, Yo les pregunto: ¿ustedes creen que, en aquel tiempo, hace dos mil años, algún hombre en la Tierra comprendió verdaderamente la Presencia de Cristo?
¿Alguno de ustedes cree que, hace dos mil años, algún hombre de la Tierra fue capaz de relatar con perfección todo aquello que sucedía en el mundo a través de la Presencia de Cristo?
Sí, el Espíritu de Dios habla a través de las criaturas, y fue a través de este Santo Espíritu que los apóstoles y discípulos de Cristo pudieron relatar el Evangelio, el Nuevo Testamento, dejado para testimoniar la Presencia del Salvador en la Tierra.
Mas el Espíritu de Dios también respeta el libre albedrío de los hombres, sus limitaciones, la ampliación de su consciencia, la apertura de sus corazones. Por eso, la Palabra de Dios llega hasta donde el hombre puede aceptar. Por eso, una vez más les digo y, esta vez, les pido que no encierren la Grandeza del Creador en la comprensión humana.
Ha llegado el tiempo y la hora de la expansión de la consciencia de los seres, de que los velos sean rasgados, no solo en el templo, sino en el interior de los seres, en la consciencia de cada ser de esta Tierra. Que el velo que separa a este mundo de la vida universal, del Tiempo Eterno, también pueda ser rasgado.
Y eso no sucederá según la voluntad humana. La Voluntad de Dios, hijos, no se basará en el consentimiento de los hombres, porque ha llegado el tiempo de la Justicia, y la Justicia es perfecta; ella les entregará y les ofrecerá a los seres lo que merecen en este tiempo.
Cada agricultor cosechará según lo que plantó, cada jardinero verá surgir las flores que regó; y aquellos que no se preocuparon por el jardín, contemplarán la tierra seca, a la espera de una pequeña hoja verde para sentir el respiro de la vida.
¿En qué papel de esta historia ustedes quieren estar?
El tiempo de la definición aún está en curso; la definición de las almas sucede a cada instante. A cada instante, el ser humano tiene la posibilidad de descubrir su potencial y ya no vivir como el viejo hombre, sino según el Propósito Divino. De la misma forma, a cada instante, el adversario les da la posibilidad de abandonar este Propósito y sumergirse en la condición humana.
Por eso, es tiempo de vigilar.
Por eso, es tiempo de orar como ya aprendieron.
Por eso, es tiempo de fortalecer las virtudes.
Por eso, es tiempo de sumergirse en el Conocimiento y de que la Instrucción ya no sea condicionada por la comprensión humana, sino que los seres se abran para sumergirse en ese infinito que es la Creación de Dios.
Ya les presentamos muchas cosas, conocimientos e informaciones que la humanidad ni siquiera imagina que existen. Y aun les digo, hijos, que esto es un grano de arena en el desierto, es una gota de agua en el océano, es una pequeña estrella en el infinito cosmos.
Mucho más hay para ser revelado, y las revelaciones vendrán una a una, sin pedir permiso a los hombres; los velos comenzarán a rasgarse y, dentro de los seres, las estructuras se quebrarán, sus creencias más consolidadas también se quebrarán; las bases de las religiones construidas bajo los conceptos humanos también se quebrarán.
¿Dónde sustentarse?
En la esencia que mueve todo el conocimiento, toda la sabiduría, toda la vida.
En la esencia de cada religión habita el Amor Divino; pero él está como en una prisión de conceptos humanos, de ideas, de poderes, de voluntades, de aspiraciones, que provienen solo del hombre, de su mente concreta, inmadura, que necesita en este tiempo crecer.
Aquellos que pueden permanecer en esta esencia, que pueden ir más allá de los conceptos, de las estructuras creadas por los hombres, se mantendrán de pie y sentirán la libertad de sus corazones cuando esas estructuras se rompan. En ellos no habrá sufrimiento, sino júbilo, porque conocerán la verdadera libertad, que no es la independencia que el hombre busca, sino la verdad espiritual de sumergirse en la Verdad Divina y, finalmente, ver al Padre, cara a cara, como Él les prometió.
Por eso, hoy, vengo a advertirles que es tiempo de despertar, que es tiempo de abrazar el Infinito, de sumergirse en un conocimiento que hasta hoy estuvo oculto y que, por Voluntad Divina, les vinimos revelar.
Este último año, que es la preparación para el recogimiento de los Mensajeros Divinos, será la última oportunidad del despertar de la consciencia humana, para que los velos se rasguen sin sufrimiento. Por eso, les pedimos tantas veces que se abran a la Instrucción Espiritual, que dejen que ella transforme sus consciencias y su condición humana. Permítanse experimentar el Amor Divino, que desborda de los seres que no le colocan barreras.
Ya no digan: “yo no puedo”, “no soy capaz”, “no comprendo”. Hagan otra oración, otra afirmación. Pidan al Padre:
Señor, en aquello que no puedo,
que Tú puedas en mí.
Señor, en aquello que no soy capaz,
que Tú seas capaz en mí.
Señor, en aquello que no comprendo,
que Tus Manos rasguen los velos de mi consciencia,
para que yo pueda verte, sentirte y experimentarte
en la inmensidad de la Creación Divina.
Señor, ante mis límites,
que Tu ilimitación se presente.
Ante mis barreras,
que Tu Tiempo Eterno me muestre la Verdad.
Que en mi sueño Tu Voz me despierte,
porque ya no quiero dormir,
necesito despertarme, levantarme
y vivir Tu plena Voluntad.
Amén.
Que esta sea su oración.
Cuando estén ante el misterio, no digan que él no existe, solo reconozcan la propia ignorancia y dejen que ella dé lugar a la Sabiduría Divina. No solo este mundo guarda grandes misterios, también sus propios seres los guardan.
Cuando el Señor les dijo, a través de Sus profetas, que fueron creados a imagen y semejanza de su Infinito Corazón, ¿qué pensaron? ¿Que Dios fue creado a semejanza de los hombres? ¿Que Él tiene un Rostro parecido al de ustedes?
¿Qué es Dios para ustedes?
Respiren, sientan la vida, allí está Dios. Escuchen los sonidos de la naturaleza, allí está Dios. Cierren sus ojos, contemplen el infinito, allí está Dios.
¿Qué es, entonces, ser creado a imagen y semejanza del Creador?
¿Será que existe un infinito que habita en su interior?
¿Será que son capaces de crear y recrear como Él lo hace?
¿Será que son capaces de amar como Él ama?
¿Un Creador tan infinito, será que Él verdaderamente dio vida solo a esta Tierra? ¿Tan pequeña es la Voluntad Divina?
Así como ven el cielo, la profundidad de las estrellas y su infinito, incontables estrellas; así es el Amor de Dios; y el Amor del Padre se manifiesta a través de la vida. La vida, hijos, es la mayor expresión del Amor Divino, por eso ella no se encierra aquí.
¿Y por qué sus ojos no pueden ver? Porque su consciencia no abarca el Tiempo Eterno.
¿Cómo hacer para ver con los Ojos de Dios, para sentir Su Amor, contemplar Su Creación?
¿Cómo hacer para no creerse pequeño, sino descubrirse infinito?
Cuando aman y se abren para amar de verdad, su consciencia se expande, sus sentidos se expanden, su corazón disuelve las dimensiones que separan este mundo del Tiempo Eterno, que aún separan a los hombres del Corazón de su Creador. No existe ninguna otra razón para la ignorancia humana, sino la voluntad de los propios hombres de permanecer en ella.
Por eso, permítanse amar, no solo amarse unos a otros con un amor humano; que no sea esa la meta de su amor. Permítanse ir más allá, permítanse ser infinitos y abran sus corazones para experimentar el Amor Divino, ilimitado, infinito. Y así, hijos, cuando la verdad emerja ante sus ojos, no temerán.
Cuando los tesoros de este planeta sagrado ya no estén ocultos para sus ojos, se regocijarán; cuando la vida que habita en las estrellas finalmente pueda compartir y aprender de la vida humana, les podrán enseñar no sobre la ignorancia, sino sobre el Amor Divino, porque para eso fue hecha esta escuela de la Tierra.
Esta es una pequeña escuela, una pequeña flor en el Jardín de la Creación, una flor cultivada con cuidado, con cariño y predilección, una pequeñísima flor más en el Jardín de Dios; una flor que, en su pequeñez, debe revelar la grandeza del Padre para toda la vida, su perfume debe transformar todo el jardín, sus semillas deben renovar la tierra, la tierra cultivada por Dios.
Después de escuchar Mis Palabras, les pido que vuelvan a estudiar todo lo que ya les dijimos a lo largo de los últimos 15 años. Tomen las Instrucciones que no comprendieron, quédense ante ellas y pidan la Gracia de una comprensión mayor, pidan la Gracia de la expansión de la consciencia y percibirán, hijos, que no les dijimos solo algunas palabras difíciles, que no les hablamos solo con algunos símbolos y parábolas, sino que una verdad profundamente espiritual se guardaba allí; y ella fue transmitida con un motivo, con el propósito de que la consciencia de los hombres pueda estar pronta para vivir la Voluntad de Dios, para reencontrar su origen y para ser un ejemplo de la transformación de la consciencia, de la redención y de la Misericordia Divina para toda la Creación.
Esto es todo lo que les quería decir hoy. El Creador Me envió para transmitirles estas Palabras y, con Su Hijo en Mis brazos, vine a bendecirlos y a decirles que la transformación de cada uno de ustedes transforma toda la consciencia humana. No piensen que sus pasos son insignificantes, ninguno de ustedes es insignificante ante Dios.
Que aquellos que cayeron, se levanten humildemente, comiencen de cero y reconstruyan su interior.
Que aquellos que están cansados, respiren, dejen que el Creador renueve su ser para que puedan proseguir.
Que aquellos que dudan, oren y pidan que la consciencia se expanda.
Que aquellos que dudan de sí mismos, confíen en Dios, porque si son semejantes a Él, Él no va permitir que permanezcan en sus miserias, ¿o creen que el Creador los hizo a imagen y a semejanza de Él para que permanezcan en la superficialidad humana? No, hijos, el Creador aspira a mucho más que eso, y ya es el tiempo y la hora de vivir su Divina Voluntad.
Que los Sacramentos, la oración, el silencio y el servicio sean siempre las bases de la transformación de sus seres. Cuando no puedan salir de sí mismos, sirvan, hagan algo por los demás, aunque sea dentro de sus propias casas. Cuando se olviden de lo que les dije, vuelvan a escuchar Mis Palabras.
En Presencia del Niño Jesús, los bendigo, les devuelvo la paz y les dejo el Sacramento de la Eucaristía para que con la Presencia del Dios Vivo, físicamente dentro de ustedes, el Misterio Divino se expanda, alcance sus células, sus átomos, libere la luz que en ellos habita, y permita que su consciencia de un paso más, en este despertar y en esta transformación.
Los bendigo y les agradezco.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ha llegado el tiempo y la hora de que puedan despertar, aun cuando piensen que están despiertos.
Ha llegado el tiempo y la hora de vigilar, porque durante la noche, la noche del corazón humano, como un ladrón llegará Aquel que es esperado por las naciones.
En el momento en el que será más difícil creer, en el momento en el que será más difícil tener esperanza, cuando solo el vacío habite en sus corazones, ahí llegará Aquel que es esperado por las naciones.
Cuando miren al mundo y solo vean caos, cuando se miren a sí mismos y solo encuentren confusión, cuando la mente de los hombres no consiga elaborar ni siquiera un pensamiento y el discernimiento parezca escaso o inexistente en la consciencia humana, sobre los que oran descenderá la sabiduría.
Y, en la oscuridad del mundo, cuando parezca que los seres caminan ciegos, y ciegos intentan guiar unos a otros, sobre los que oran descenderá luz.
Cuando sea más difícil perdonar, porque los errores cometidos por los hombres serán imperdonables, sobre los corazones que oran, descenderá la compasión.
Cuando el miedo tome el lugar del Temor de Dios y los seres duden de la existencia del Padre, en aquellos que oran, Él se manifestará.
Muchos no les dieron importancia a todas las veces que los Mensajeros de Dios les pidieron oraciones. Ya se preguntaron, hijos, ¿por qué formamos tantos Rosarios de Luz?, ¿por qué pedimos tantas oraciones por la paz en las naciones?, ¿por qué siempre los invitamos a orar?, ¿será porque no tienen qué hacer y necesitamos llenar su tiempo?, ¿o será porque ha llegado el tiempo, el tiempo de despertar?
Es a través de la oración que encontrarán el equilibrio que despertará las virtudes y los dones que se confirmarán, día a día, en la expresión de sus Linajes y lo Sagrado encontrará espacio para vivir Su expansión.
Si hoy, se asombran con lo que ven en el mundo, Yo les digo que es solo el inicio del fin de los tiempos.
No les quiero causar terror, no vengo a colocar miedo en sus corazones. Vengo a fortalecerlos, para que puedan ver el caos y saber que también hay vida más allá, vida que habita dentro de ustedes como en el interior del planeta, como en el firmamento de los universos, como en las dimensiones invisibles que cohabitan en la Tierra; pero que los ojos de los hombres, cubiertos con velos, aún no la pueden ver.
Cuando oran, la Sabiduría de Dios es capaz de demostrarles esa realidad que existe en la Tierra, en el universo y en el interior de los seres. Hacia esa realidad quiero conducirlos, para que no confundan la ilusión del mundo con lo que es real.
No digo, hijos, que el sufrimiento es ilusión. No digo que el fin de los tiempos será una ilusión, pero él es solo un puente, una puerta para que crucen y encuentren una nueva vida, vida que siempre habitó en su interior, vida escondida y silenciosa en el interior de los seres, y que el Creador aguarda, pacientemente, que pueda despertar.
Aún con todo lo que saben, aún con todo lo que vivieron, será difícil mirar al mundo y no confundirse. Será difícil enfrentar el dolor y no identificarse. Será difícil enfermarse y no sentir a la muerte como algo que destruye a la vida. Pero hoy, quiero decirles que existe vida más allá de la vida.
El camino del calvario de estos tiempos es un poco más largo que aquel que el Señor vivió hace dos mil años. Lentamente, sus pies caminarán por este calvario y, en cada paso, transformarán la condición humana. En cada paso, el Creador, dentro de ustedes, va venciendo al viejo hombre y se va expandiendo más allá de las enfermedades, más allá del caos, más allá del sufrimiento, más allá del dolor, más allá de la confusión, más allá de las guerras y de los conflictos, más allá de las guerras en las familias, más allá de las guerras de padres contra sus hijos e de hijos contra sus padres.
Mucho más allá de esto, aquellos que oran, encontrarán la paz, sabrán ver por la ventana del sufrimiento y encontrarán allí un puente para una nueva vida.
El sufrimiento no tendrá el mismo peso para aquellos que despiertan, porque mayor que esto, será la proporción de la Verdad dentro de ustedes. Así vivieron los mártires; por eso pudieron soportar, porque la Verdad fue más allá de la fragilidad humana y reveló dentro de ellos, inclusive en sus células físicas, esta Vida Espiritual y Superior.
Sé que les parece imposible: miren la vida de los mártires y vuelvan sus ojos hacia sus propias vidas, cuán distantes están de amar a Dios con este fervor, de entregar su vida por Cristo, como Él la entregó por ustedes. Pero este pensamiento es parte de la ilusión que aún viven.
Despertar, hijos, es comprender la vida con ojos de sabiduría, no compararse con el pasado porque ahora es otro tiempo, otras son las dificultades humanas y, a pesar de que existe una sola Verdad que deben alcanzar, será de una forma diferente. Pero todo aquel que cree, que ora y que se esfuerza, encontrará este camino.
La batalla de hoy es con las distracciones, con las indiferencias, con el egoísmo, con el orgullo y con la voluntad propia. Por eso es más difícil, porque se traban en lo invisible de sus corazones, allí donde piensan que nadie ve.
El martirio de estos tiempos son los constantes estímulos que la humanidad recibe en su mente y en sus emociones para separarse de Dios. Y es con eso, hijos, que deben batallar en este tiempo a través de la oración, de la adoración, del contacto sincero, verdadero y real con Dios.
Hoy, es más difícil pedirles que venzan las distracciones, las indiferencias y el orgullo que pedirles que entregaran sus vidas hace dos mil años.
Por eso, el Señor les dice que harán cosas mayores que las que Él hizo; porque Él sabía que las raíces crecerían en los corazones de los hombres, en sus mentes y en sus almas, y cuán difícil sería cortarlas y arrancarlas de lo profundo de su interior, para renunciar a todo eso por la Vida Divina.
Hoy, quisiera abrirles los Cielos para que todos puedan ver aquello que es invisible a sus ojos, para que todos puedan contemplar el lugar sagrado sobre el cual están sus pies. Ese tiempo aún no llegó, pero hasta ese momento, hijos, oren.
Oren de corazón, entren en diálogo con Dios, abran las puertas de sus vidas para que Él tenga un espacio, para que Él pueda gobernar, para que Él les pueda indicar cada uno de sus pasos.
Incluyan al Creador en sus decisiones, en sus días, en sus pensamientos; y, poco a poco, Su Presencia se expandirá en su interior. Así se fortalecerán y serán capaces de enfrentar los tiempos que vendrán sin perder la paz, sin perder la esperanza, siendo verdaderos servidores de una humanidad que agoniza. No serán como ciegos que guían ciegos, sino serán como luz en la mesa del mundo, iluminando esta casa sagrada para que aquellos que están perdidos puedan ver el camino.
Para eso, deben recorrer el camino de la renuncia, de la soledad, del vacío; y descubrir, en ese vacío, la plenitud que no se encuentra en el mundo, la alegría que va más allá de la felicidad humana, la realización divina que va más allá de las realizaciones humanas, cuando Dios se realiza en ustedes.
¿Quién reflexionará sobre lo que les digo?
¿Quién tomará estas Palabras para sus vidas?
¿Quién será capaz de decir: “Yo viviré esto”?
Es así, hijos, que cuando los portales del mundo interior se abrieran en la Tierra y las realidades sublimes se manifiesten delante de los ojos de los hombres, ustedes no temerán, sino encontrarán su lugar en el Linaje que les corresponde, junto al Corazón de la Jerarquía.
Y cuando resuene la vibración de los Espejos, su voz resonará junto con ellos.
Y cuando se eleve el grito de los Guardianes y Vigilantes, su espada de luz también se encenderá.
Y cuando de rodillas los Contemplativos abran las puertas del Cielo, para que la Misericordia descienda sobre los que no la merecen; entonces, también sus oraciones atravesarán las dimensiones.
Y cuando los Gobernantes atraigan la Ley para el establecimiento de una nueva vida y de un nuevo mundo; entonces, ustedes también sabrán hacer de esas Leyes vida manifestada.
Y cuando la sabiduría colme el corazón humano; entonces, los instructores sabrán explicar y conducir a las almas que están perdidas.
Y cuando los Reinos de la Naturaleza necesiten de un ejemplo verdadero para también cruzar las dimensiones y encontrar una nueva evolución; entonces, estarán los reinistas apuntándoles el camino.
¿Dónde estarán ustedes, confusos ante la vida que se manifiesta o sirviendo junto con la Jerarquía en la construcción de esta nueva vida?
¿Ya se preguntaron esto?:
¿Dónde quiero estar?
¿Seré la novia que se durmió y se quedó del lado de afuera o seré aquella que entró, junto con Cristo, a una nueva vida, para compartir con Él una nueva evolución?
¿Mi lámpara está encendida o la encendí y dejé que mi aceite se acabara?
Pregúntense, hijos:
¿Dónde está mi consciencia, mi aspiración, mi voluntad?
¿Dónde habita mi corazón?
¿Quién habita en mí?
Les dejo estas reflexiones porque es tiempo de profundizar, es tiempo de despertar la consciencia, es tiempo de estar en el lugar que les corresponde; porque todo se cumplirá, así como está previsto desde el principio, y ustedes son agraciados con una Instrucción que ninguna iglesia, ninguna religión, ningún grupo espiritual recibió.
Sean agradecidos y consecuentes, tienen Mi bendición para esto.
Hoy, quisiera ofrecerles el Sacramento del Lavapiés a algunas familias que son importantes para Mí, para que renueven sus caminos y reencuentren el propósito de estar como familia en este tiempo, para que encuentren fortaleza unos con otros.
Ustedes están juntos para fortalecerse mutuamente, para crecer en espíritu y manifestar patrones de conducta que la humanidad desconoce. Y cuando no haya paz en las familias del mundo, la paz que habita entre ustedes será un servicio que generará méritos para la salvación de las familias que están perdidas.
Por eso, hoy quisiera lavar sus pies, para que comiencen un nuevo ciclo, un ciclo de consagración interna de cada uno de ustedes con Dios, en el que cada familia sabrá cuáles son las virtudes y los dones que deben ofertar como grupo familiar en este tiempo.
Yo los acompañaré, y bajo la bendición de Mi Mirada los guiaré siempre.
Les agradezco.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
La paz esté en este lugar, en esta nación y en el corazón de todos los seres.
Mientras la ignorancia impregna el corazón de los hombres, vengo al mundo para continuar llamándolos al despertar.
Mientras el caos se establece, dentro y fuera de los seres, vengo a llamarlos a vivir estados de paz.
Mientras la humanidad cierra los ojos para no ver la realidad del planeta, para no percibir los tiempos que vive y los pasos que debe dar; vengo a llamarlos, hijos, a que sean diferentes, a que comiencen a transformarse de adentro hacia afuera.
Vengo a llamarlos a que abran sus ojos, sus ojos físicos, los ojos de la consciencia, los ojos del corazón, para que puedan ver la realidad del mundo, más allá de las apariencias y de la superficialidad.
Recuerden que están en tiempos de Armagedón, un tiempo de purificación, de transición entre el viejo y el nuevo hombre.
Nada quedará como está. Cada aspecto de la consciencia humana será purificado y transformado para que una nueva realidad se establezca en el mundo, para que sean dignos de formar parte de una Confederación que camina rumbo al cumplimiento de la Voluntad Divina, que vive lo sagrado, el Amor, el Amor Crístico desconocido por la mayoría de seres, a pesar de ser aparentemente tan antiguo en este mundo.
Por eso, no se aferren al viejo hombre, no se aferren a lo que son, a lo que aparentan ser. No se apeguen tampoco a este mundo, porque él también pasará; cada uno, cada espacio de este planeta se transformará.
Por un momento, parecerá que el caos tomará posesión de todos los lugares, de todos los corazones, pero no será así, hijos, para aquellos que se dispongan a vivir la paz dentro de sí mismos. El Reino está en sus corazones; allí gobierna el Rey del Universo, allí se manifiesta Su Voluntad y nada sucederá en sus vidas que no sea Su Divina Voluntad.
A pesar del caos, de la confusión, del mal que impregna al mundo, Yo los llamo a vivir la paz; Yo los llamo a no entrar en conflictos los unos con los otros; Yo los llamo a respetarse, para que comprendan las Leyes que rigen los universos, para que permitan que esas mismas Leyes se manifiesten en la vida sobre la Tierra.
Cada vez más, la ignorancia domina a los corazones de los hombres y si no aprenden a mirar hacia dentro para encontrar Dios en el propio interior, también se perderán, hijos, en esta confusión que el adversario intenta instaurar en la humanidad, para que los padres se peleen con sus hijos, para que nación se levante contra nación, para que no haya paz en el interior de ningún ser.
Esta batalla espiritual se vence a través de la oración, de la transformación de la vida y de los patrones retrógrados de la humanidad. Esta batalla se vence a través del silencio ante la arrogancia, la humillación, la falta de amor y de fraternidad. Esta batalla se vence con ejemplos.
Donde haya desamor, que sus corazones puedan ir más allá y manifestar amor.
Donde haya ignorancia, arrogancia, indiferencia, que sus corazones manifiesten fraternidad, sabiduría y silencio.
El planeta no escapará de su purificación. Mientras caminan en el calvario de estos tiempos, no piensen que el Plan de Dios fracasó, porque él no se manifestó como ustedes esperaban. Así como Cristo fue capaz de ver más allá, aun en la Cruz, sean capaces de ver más allá en el calvario de estos tiempos y, en cada oportunidad de sacrificio, renueven el Amor de Dios en sus corazones. En cada aparente derrota de la vida, decreten dentro de ustedes el establecimiento de la Voluntad de Dios y hagan de cada aprendizaje la oportunidad de renovar el amor, para fortalecer la consciencia, para transformar la condición humana y ser nuevo.
No tengan voluntades mayores que la Voluntad Divina. No tengan ideas mejores que el Pensamiento de Dios. Mediten, reflexionen, sientan en sus corazones cada paso que deben dar y confíen que, en la trayectoria con la cruz de estos tiempos, el triunfo se vive de adentro hacia afuera.
No es la realidad del planeta la que dicta el triunfo de Dios en sus vidas; no es lo que aparentan vivir; no es lo que el mundo ve, sino lo que Dios ve; solo Él ve, dentro de ustedes.
Muchas veces, hijos, ni siquiera ustedes mismos percibirán que Dios está triunfando en su interior, y Su Voluntad, poco a poco, se manifiesta en los que perseveran; Su Amor, poco a poco, crece en los que son persistentes, en los que miran al mundo y que, a pesar de lo que ven, no desisten, así como Cristo no desistió ante la condición humana.
No había nada más retrógrado, grosero, que la humanidad de dos mil años atrás. Aun así, el Redentor colocó Sus Ojos sobre el mundo, sobre los imperfectos e hizo de ellos Sus compañeros; así como hoy, Él espera renovar todas las cosas. Sus Ojos continúan puestos sobre la Tierra, traspasando la imperfección humana y encontrando la esencia de los seres, oculta en su interior, la esencia de cada uno de ustedes, llamada a imitar a Cristo, a vivir el Amor Crístico.
Levanten su voz para orar. Solo levántense a sí mismos si estuvieran en la cruz, en la cruz de estos tiempos, que no significa sufrimiento, sino superación, superación de las superficialidades, superación de las apariencias para vivir un amor nuevo, que trasciende todas las cosas.
Eso es estar en la cruz: ser capaz de mirar al prójimo y no fijarse en su apariencia, sino reconocer su corazón, su alma, la perfección divina escondida en su interior; alimentar en el otro lo mejor que hay en él, sus virtudes, sus dones, para que ellos crezcan. Que puedan mirar el sufrimiento del prójimo y no colocarlo en la balanza de su propio sufrimiento, sino ser capaces de vencer la indiferencia para extender las manos y servir. De eso se trata el nuevo hombre.
Que sean capaces de escuchar. Que sean capaces de acoger. Que sean capaces de vencerse a sí mismos y no intentar prevalecer por encima de todos. De eso se trata el nuevo hombre.
Estoy aquí, hijos, para establecer en este lugar un Gobierno Espiritual, a través del descenso de la Voluntad Divina. Y que, por la apertura del corazón de cada uno de ustedes, este Gobierno y esta Voluntad puedan impregnar cada espacio de esta nación para que, más allá de las apariencias, la Voluntad de Dios triunfe de adentro hacia afuera en el corazón de los consecuentes.
La manifestación del Plan de Dios no se trata de números, sino de la verdad. La transformación de la humanidad, hace dos mil años, aconteció con el sí de doce imperfectos hombres que aceptaron seguir los Pasos de Cristo, que aceptaron vivir Su Voluntad y, aunque no lo percibieran, aceptaron transformar su condición humana, multiplicar los discípulos, llevar la Buena Nueva, establecer la paz, vivir el sacrificio, la renuncia, la humillación, el vacío.
Hoy, ustedes son llamados a ser apóstoles, discípulos, compañeros, haciendo de sus propias vidas el prenuncio de una Nueva Humanidad. Para eso, vine hasta aquí, para llamarlos por el nombre y llevarlos hacia Cristo, para abrir el camino hacia el Señor, así como lo hice hace dos mil años.
Solo les advierto que sepan ver más allá de las apariencias, que sepan comprender que el triunfo sucede dentro de los seres y que no pierdan la esperanza, independientemente de lo que acontezca en los cuatro puntos de este mundo.
Para que el Gobierno Celestial descienda hasta aquí, Yo los llamo a la oración, Yo los llamo a orar por la paz, a fortalecer el canal de Luz que abrimos en esta ciudad, en este estado, en este país, a través de sus oraciones.
Aquí establecimos un lugar sagrado, dedicado a los Reinos de la Naturaleza, un punto de Luz en el medio de la oscuridad. Yo los llamo, hijos, a fortalecer este lugar, para que sea la representación de toda consciencia brasilera, de sus Reinos, de su pueblo; para que, a través de la oración, permitan que las Leyes Superiores sean siempre las que conduzcan la manifestación de los acontecimientos.
Brasil tiene un lugar especial en el Corazón de Dios, así como lo tiene cada nación. A partir del Rayo Amor-Sabiduría, el Creador espera renovar Su Amor en este lugar sagrado para todo el planeta. Cada nación guarda, en su interior, una Voluntad Divina; y la Voluntad del Padre es que una Nueva Humanidad pueda nacer del corazón de Brasil y de América del Sur, y se expanda por todo el planeta.
¿Cómo acontecerá eso? A través de ustedes.
El nuevo hombre no se manifestará en otros que nacerán en el mundo, el nuevo hombre nace de la transformación de cada ser que hoy vive en el planeta. Esa transformación en Cristo debe suceder a través de ustedes.
¿Quién se postulará para vivirla, para creer que Dios triunfa más allá de sus imperfecciones?
¿Quién ofertará su pequeñez para que Dios manifieste Su Grandeza?
¿Quién entregará la propia fuerza para que Dios manifieste Su Poder?
¿Quién será capaz de creer en el Padre más que en sí mismo, así como lo hizo Cristo cuando cargó la Cruz?
Él no creyó en Sí, sino en Aquel que lo enviaba. Esto es lo que son llamados a vivir hoy. No piensen en sus propias capacidades, no pretendan realizar el Plan de Dios con sus propias fuerzas, sino por el Don de la Fe. Confíen en la Voluntad Divina.
Mediten en Mis Palabras, guárdenlas en el corazón, sientan y perciban a qué Dios los llama hoy.
Esto es todo lo que tengo para decirles. Les entrego Mi Paz, les entrego el Don de la Cura, de la Rehabilitación, de la Restauración, para que aquellos que vinieron a buscar, puedan recibir lo que le están pidiendo a Dios.
Que, a través de la oración y a través de la paz, sus células enfermas sean curadas, su consciencia sea curada de todo miedo, de todo dolor, de toda superficialidad, porque Dios los llama a algo mayor.
¿Para qué buscan la cura?
¿Por qué aspiran a continuar viviendo?
¿Qué harán de sus vidas si fueran curados?
Hagan valer la pena cada segundo en este mundo, dejen que Dios triunfe en ustedes. Tienen Mi bendición para esto.
Comulguen de Mi Paz y del Sacramento que les dejo para que Aquel que Me envía pueda ingresar en ustedes y manifestar Su Gracia en sus cuerpos.
Yo los bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Les agradezco.
Así como en una gran ciudad, llena de un aparente caos, habita un desierto, así también, hijos, dentro de ustedes habita un gran y silencioso desierto. Y así como cruzan el caos de la ciudad, así como esperan pacientemente lograr llegar a los desiertos de este mundo, con paciencia, transiten por los desiertos del propio interior.
Sientan el caos que hay dentro de ustedes y cómo él es parte de la transformación humana. No hay tanto misterio cuando el corazón es capaz de mirar hacia sí mismo y autoconocerse.
Con el mismo coraje con el que sus pies caminan por este mundo, caminen con pasos internos por las sendas del propio interior, cruzando grandes ciudades en caos, en purificación, en transición, y lleguen a los desiertos, que no siempre son aquellos que esperaban ver.
Lleguen al desierto, en donde la paz se revela al corazón que es capaz de encontrar la Verdad sin temerle.
El desierto, hijos, solo le revela el vacío a los corazones que quieren estar vacíos. Por eso, hoy Yo los invito a ingresar en el desierto de su corazón, independientemente de donde estén, independientemente de la situación del planeta, del caos que se presente.
Ingresen en el desierto del propio interior y encuentren la paz. La paz de saber la verdad sobre sí mismos, la paz de saber la verdad sobre este planeta, sobre esta humanidad. Dejen de ser un misterio para su consciencia, porque no deben ser eternamente un misterio para sí mismos
La humanidad, hijos, no será desconocida eternamente. Todos pueden sentir que lo que saben sobre sí mismos no es lo suficiente, que no solo hay un origen por ser revelado, sino que también hay una Verdad presente, que tampoco conocen. Y esta es la hora de la Verdad, este es el momento en el que sus corazones están preparados para autoconocerse como criaturas de Dios, no solo como seres humanos.
¿Por qué les digo esto?
Porque el tiempo del despertar no es eterno. Existe un momento, un ciclo de la consciencia humana, en el que pueden conocer el caos y la Verdad al mismo tiempo.
Las situaciones planetarias y su gravedad despiertan a su consciencia, y el corazón aún tiene fuerzas para caminar hacia la Vida Superior, para mirar a Dios, tanto en el Universo, en el Cielo infinito, como en el propio corazón, reconocer las ilusiones de la vida y reconocer la Verdad.
Y, de esa forma, fortalecerse para un próximo ciclo, en el cual la purificación se apoderará de la consciencia humana, y ya no será posible despertar y tener fuerzas para caminar al mismo tiempo.
El despertar será brusco, y las almas se arrepentirán, pero no sabrán cómo proseguir, cómo reparar los propios errores, cómo encontrar esta Verdad a la cual están despertando, cómo unirse a ella.
Por eso, Yo hoy les advierto: este es el tiempo del despertar, este es el tiempo de conocer la Verdad, no hay otro.
Ustedes tienen la Gracia de poder vivir el Apocalipsis y de construir el triunfo del Armagedón al mismo tiempo, sabiendo que no solo el caos es una realidad en el planeta, sino también el triunfo de la Luz Crística y la consolidación de esa certeza debe comenzar a construirse ahora, tanto en sus corazones como en sus consciencias.
Este es el momento de consolidar la propia fe sin ningún temor. Este es el momento de quemar en el fuego del pasado sus dudas, las inquietudes del espíritu, que aún los hacen querer colocar sus pies en otras barcas, caminar por otros caminos, ceder a las ilusiones.
Si la fe se consolida ahora, cuando las Leyes universales están en la Tierra y lo permiten, pasarán vientos, lluvias, fuego, temblará la tierra y temblará el mundo interior de los seres, pero esa fe no se perderá.
Para consolidar la propia fe, es necesario querer hacerlo. ¿De qué les sirve tener la atención, en este momento, en las cosas del mundo, en vanas ilusiones, y no cuidar de lo que es real, de lo que construirá verdaderamente el triunfo de Cristo en esta Tierra, si para eso vinieron al mundo?
El mundo los consume. Siempre una parte de su consciencia está en las cosas del mundo. Pero ahora, hijos, deben darle un poco más de importancia al verdadero ciclo en el que están ingresando.
Porque deben profundizar en la propia vida espiritual para que ella sea verdadera, deben ingresar en el desierto, no solo con los pies, sino con toda la consciencia. Deben ingresar en el desierto de su corazón con voluntad, con la voluntad de ser otros, con la voluntad de despertar; porque el despertar se da en etapas y muchos piensan que están despiertos, pero aún duermen en el sueño de este mundo.
Yo vine hasta aquí no solo para llevarlos al desierto físico. Yo vine hasta aquí para llevarlos al desierto del propio interior y más que eso, para traer nuevas Leyes, las que regirán el nuevo ciclo de esta Tierra que comienza en estos tiempos.
El Apocalipsis ya comenzó, y si bien su ápice aún no se diseñó ante los ojos humanos, él ya está aquí. Los Sellos ya se están abriendo. La Justicia y la Misericordia se miran cara a cara, esperando que las Leyes les dicten su actuación.
No hay que temer, solo deberán despertar. Ya saben que emergerán verdades, realidades sublimes. Ya saben que están preparando el camino para que el Rey del Universo llegue a este mundo. Ya saben que el fin de esta historia es un gran triunfo, pero aún deberán perseverar mucho para que esos acontecimientos se plasmen delante de sus ojos, y ya no derramen lágrimas de tristeza, sino de alegría.
Llorarán por la Tierra, por sus hijos, por sus Reinos, pero no pierdan la fe ni la esperanza, porque la esperanza es el alimento de la fe y ella también proviene del Corazón de Dios.
Después del desierto, el Creador les presenta una gran misión en la que su espíritu de sacrificio será puesto a prueba, en el que la cruz verdaderamente estará sobre sus hombros, y ya no cargarán con los pecados del mundo, sino con los propios compromisos y con los compromisos de aquellos que no despertaron.
El Creador les pedirá todo, por amor, no solo a Él, sino también a Su Plan. Y cuando parezcan haberse desanimado, cuando parezcan estar derrotados, pero con la certeza profunda de haber hecho todo lo posible, y muchas veces lo imposible, allí ese triunfo se diseñará; porque de la derrota es que surge la humildad, la entrega, y de la entrega surge el verdadero amor.
Recuerden Mis palabras cuando estén sintiéndose una “llamita” que se apaga en la oscuridad de este mundo y hagan un esfuerzo más. Denle el aceite de sus lámparas a los que se apagaron y, como un milagro, él se multiplicará.
Hoy vengo a prepararlos para un ciclo que están comenzando a vivir, pero Mis palabras, en verdad, fortalecen sus espíritus para el futuro. Guárdenlas en lo profundo de sus corazones y recuerden el camino para llegar hasta ellas, porque les serán necesarias en algún tiempo.
Con eso, los bendigo y les agradezco por estar aquí, por dejarse transformar, mover, purificar, quebrar, por dejarse reconstruir y por no perder la alegría.
Que sus corazones pulsen como uno solo, como una sola Obra, porque con cada uno de sus espíritus se está construyendo el diseño de este Plan, de este triunfo del Corazón de Dios.
Todas las almas son necesarias, no importa si están en sus hogares, con el rosario en sus manos, clamando a María. O si están en África, sirviendo como pueden, para curar las heridas de este mundo. No importa si son peregrinos llevando la paz a las naciones o si están en el Agua de la Fuente, en los Centros Marianos, en sus grupos de oración, tornando inextinguible esta Fuente que se derrama sobre el mundo. Deben sentirse un solo cuerpo, un solo espíritu, un solo ejército, un solo corazón, así se diseña la unidad que Dios pensó para Sus criaturas.
Una vez más les agradezco y les dejo Mi Bendición, no para que no vivan las pruebas que deben vivir, sino para que las vivan con valor, con entrega, con todo lo que son y lo que no saben que son.
Que la unidad con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo sea una realidad en sus vidas.
Les agradezco.
Por la potestad que Dios Me concedió como intercesor de este mundo y de algunos otros, hoy abro las puertas de este Reino para que las almas que sufren puedan recibir una Gracia tan grande, como la que ustedes recibieron en los últimos días.
Por el despertar de sus corazones y por el sí que enviaron a Dios, respondiendo al Llamado de Cristo, generaron méritos para que muchos otros, que desconocen, puedan recibir la Misericordia que emana de los Espejos de este Reino hacia todo el planeta.
Hoy, más que para hablarles, vengo a orar con ustedes por este mundo, por los niños que deben crecer y poblar la Nueva Tierra, vengo a orar por los Reinos que tanto sufren por la indiferencia humana.
Vengo a orar por los ángeles de las naciones que intentan, día y noche, sustentar el planeta y atraer hacia cada nación aquel Principio Divino que ella debe manifestar.
En este día, vengo a profundizar en el despertar de sus consciencias para que puedan, definitivamente, tornarse servidores del Plan de Dios. Que el amor a este Plan pueda ser mayor que el amor a sus propias vidas, porque de esa forma podrán ser un triunfo de Dios en el mundo.
Hoy vengo a mostrarles a sus corazones una realidad que aún desconocen.
Yo les pediré que cierren los ojos para que Yo les pueda mostrar aquello que Yo veo como intercesor de este mundo.
Recorran Conmigo el planeta con los ojos del corazón. Contemplen Mi Presencia, Mi túnica marrón, Mi manto rojizo representando la Sangre de Cristo que aún se derrama sobre las almas inocentes.
En Mi mano derecha, hoy llevo un cayado, representando que, además de intercesor como Mi Hijo, hoy vengo a conducir sus almas a un nuevo propósito.
Mis pies descalzos simbolizan Mi resignación ante Dios, simbolizan Mi voluntad unida a la Voluntad del Padre, y que seguiré Sus caminos por toda la eternidad.
Contemplen, detrás de Mí, un gran portal a través del cual Yo los conduzco al planeta. Quiero que conozcan el Oriente para compartir las Llagas de Dios y repararlas.
Arrodíllense Conmigo en el suelo de esta tierra que un día fue sagrada y que debe volver a ser sagrada, porque así como su Señor y Rey caminará por Occidente, también caminará por Oriente. Y aquellos que lo negaron y que no lo aceptaron desde el principio se curvarán delante de Él, se golpearan sus pechos y se arrepentirán, pero será tarde.
Hoy vengo a compartir con ustedes una de las mayores Llagas de Dios, que es la indiferencia humana por el Sacrificio de Su Hijo.
Cuando Jesús era pequeño, Él Me enseñó a orar el Padre Nuestro, una oración que traía del Cielo, que había aprendido con Su Padre para que todas las almas puedan unirse a Él. Les pediré que oren Conmigo esta sagrada oración para interceder por las almas que hoy deben ingresar en Mi Reino, que es el Reino de Dios, que es su casa y también la Mía.
Contemplen en el cielo de Oriente una gran puerta de luz que irradia una luz dorada y brillante. A través de ese portal, la Voz del Creador resuena para todos Sus hijos.
En nombre de la humanidad, respondan a Su Llamado y, como un clamor, hablen con Dios:
Oración: Padre Nuestro (en portugués).
Ahora, con el corazón aún más unido al Corazón del Padre, oren por los niños, aquellos que sufren injustamente.
Por la Gracia que Dios Me concedió de tener al Niño Jesús en Mis brazos, hoy le ofrezco al Padre todos los niños del mundo y, junto con ustedes, ruego a Dios:
Oración: Padre Nuestro (en portugués).
Por la Gracia que Dios Me concedió de tener a la Santa Virgen María como esposa y compañera, como una Luz en Mi Camino que Me llevó a comprender la Presencia de Dios en Mi Corazón, hoy ofrezco esta oración a todas las mujeres que sufren injustamente, para que no pierdan su pureza por los ultrajes de este mundo. Junto a ustedes, Yo ruego a Dios:
Oración: Padre Nuestro (en portugués).
Por la Gracia que Dios me concedió de ser un hombre simple, servidor y humilde; de cumplir Sus Designios y de hoy estar a Su lado; le ofrezco al Padre todos los hombres que están ciegos en esta Tierra, que no lo comprenden, que no buscan a Dios, que no encontraron lo Sagrado dentro de sus corazones. Roguemos al Padre:
Oración: Padre Nuestro (en portugués).
Por la Gracia que Dios Me concedió de comprender la presencia de los Reinos en la Tierra, de amarlos y de reverenciarlos para que ellos cumplan con su misión; hoy ruego a Dios por todos los animales, minerales, vegetales, por todos los devas, por todos los elementos que en los desiertos del mundo contemplan las atrocidades causadas por el hombre; que en las florestas, en los ríos, en las montañas, en las ciudades, en las casas y en todos los lugares sufren las atrocidades causadas por la ignorancia del corazón humano.
Padre, hoy te ruego por todos los Reinos para que, a través de esta oración, la humanidad comprenda que es Tu propio Corazón y el Corazón de la Santa Virgen María los que son ultrajados cuando los Reinos sufren y padecen en este mundo. Junto a Tus hijos, Te ruego:
Oración: Padre Nuestro (en portugués).
Con esta oración, digamos al Señor, Nuestro Dios, que deseamos iniciar un nuevo ciclo, para que ahora, hijos, ya no piensen tanto en sí mismos, sino que contemplen las necesidades del planeta, del Plan de Dios para que él se manifieste, para que esta Tierra sea sagrada.
Cuando piensen en ustedes y crean que sufren mucho, recuerden este portal que abrí en sus corazones para que contemplen la mayor Llaga del Corazón del Creador, y no sean ustedes también indiferentes al Sacrificio de Cristo.
Ahora retornen Conmigo hasta aquí, pero nunca se olviden de los niños que sufren, de las mujeres, de los hombres, de los Reinos que necesitan de sus oraciones.
Cristo les entregó una gran Gracia y no fue solo por ustedes, fue para que respondieran a Su Llamado, abandonando las mezquindades de sus vidas para contemplar la Voluntad Superior y reconocer finalmente que llegó la hora de cumplir el Plan de Dios, porque si la humanidad no despierta, la vida en el planeta podría extinguirse.
No permitan hijos, que una Llaga más se abra en el Corazón de Dios. Sean dignos de todo lo que recibieron y multipliquen estas bendiciones para todo el planeta, y para todo el universo que aguarda que respondan al Llamado de Dios y que lo vivan.
Hoy vine para orar con ustedes porque Mi Corazón ya no puede contemplar el mundo sin sentir el pesar de las almas que sufren.
Después de conocer la grandeza del Padre, de Su Reino y de todos los Reinos semejantes al Suyo que se esconden en el interior de la Tierra, no puedo contemplar el sufrimiento humano sin sentir en Mi Corazón el pesar de las almas.
No puedo contemplar las atrocidades que viven los Reinos sin sentir en Mi Corazón el gran pesar que la ignorancia humana Me causa por no comprender la verdadera misión de la naturaleza en el planeta.
Por eso hoy vine a orar con ustedes y solamente a ofrecer al Padre los méritos generados por nuestros corazones unidos en Su Nombre, para que Sus compañeros puedan llegar un día a Asia, respondiendo a Su Plan, haciendo triunfar Su Corazón.
El pan consagrado por Cristo ya ingresó en sus esencias como una semilla de luz que está comenzando a fecundar, germinar y crecer, para tornarse el árbol de una nueva vida. Que cada Comunión que el Creador les ofrece, a través de Sus Mensajeros, nutra esta semilla, la fortalezca y la haga más poderosa que cualquier aspecto humano, para que puedan despertar la Esencia Divina en sus pequeños corazones.
Una vez más, oren Conmigo, ahora en arameo como Mi Hijo nos enseñó, para abrir las puertas del Cielo, y para que todas las almas, todos los Reinos y el propio espíritu de esta Tierra comulguen del Cuerpo y de la Sangre de Cristo.
Oración: Padre Nuestro (en arameo).
Que vengan hasta aquí los niños, que comulguen por todos los niños de este mundo y que, sobre todo, dentro de ellos se fecunde la nueva vida, que puedan ser dignos de vivir en la Nueva Jerusalén, el Reino de Dios manifestado en la Tierra. Canten mientras ellos llegan hasta aquí:
¡Oh!, San José,
clamamos a Ti por la salvación
de todas las almas del mundo.
Misericordia, Misericordia,
¡Oh! San José, Misericordia.
(Se repite cuatro veces)
Hoy dejaré Mi bendición sobre todos los niños y sobre todas las familias. Que cada padre y cada madre reciban de Mi Casto Corazón la inspiración para educar y criar a sus hijos. Les pido que sean fuertes para no dejar ingresar en sus casas las influencias de este mundo, que separan a las familias y las hacen infelices.
Hoy dejo en ustedes una semilla de la nueva vida para que, donde quiera que vayan, puedan sembrarla en muchos otros corazones que hoy no están aquí.
Por la Gracia que Dios Me concedió de vivir en la Familia más Sagrada que estuvo sobre este mundo, hoy Yo los bendigo y les agradezco por estar aquí y por dejar que en sus hijos florezca un niño nuevo.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Sigan en Paz y superen con Paz los desafíos de esta vida.
Les agradezco.
Hoy quiero presentarles un Reino, un Reino que siempre los acompañó desde el principio de esta caminata evolutiva y que, a pesar de estar sobre él hace tanto tiempo, muy pocos lo conocen.
Hoy quiero presentarles un Reino que permanece en el planeta, en los mundos espirituales, donde los ojos de la materia no ven, pero los corazones lo sienten.
Llegó la hora de conocer ese Reino sobre el cual tienen sus pies para que, en el momento en que él emerja como una semilla de la Nueva Humanidad, como una puerta hacia la Nueva Jerusalén, puedan reconocerlo y no teman ingresar en él.
Hoy quiero presentarles un Reino en donde habita Mi Divina Consciencia y también el Amor Universal de Dios; quiero que sientan ese amor en sus corazones y, de esa forma, disuelvan todo el miedo de conocer la verdad sobre la vida en la Tierra.
Este planeta, así como sus corazones y toda la Creación, guarda en sí muchos misterios, muchas verdades que la humanidad no conoció porque sus ojos estaban en la obscuridad, sus mentes en la ilusión y sus corazones cerrados a la vida del espíritu.
Después de tanto tiempo pisando con los pies en este suelo sagrado, llegó la hora de que sus espíritus, sus almas y sus consciencias finalmente puedan ingresar en él; llegó la hora de que el planeta, hijos Míos, reconozca que lo sagrado habita en su interior, reconozca la grandeza de la vida espiritual que en él se guarda y despierte a esa vida, para que ella exista no solo en los niveles del espíritu.
Que esa vida sagrada pueda existir aquí, en la superficie del planeta. Que sus pies ya no estén más sobre un suelo sagrado, sino que todo lo que tocan, cada espacio en el que viven sea sagrado, que sus seres se tornen sagrados, que lo sagrado emerja de sus esencias, convirtiendo sus espíritus en aquello que el Creador espera de cada uno de ustedes.
Ustedes son Mis hijos, son hijos de este Reino y deben ahora tornarse verdaderamente Mis compañeros, aquellos con los cuales pueda contar para construir la Obra Divina en este lugar y, respondiendo a la Voluntad de Dios, pueda enviarlos a muchos otros lugares del mundo donde lo sagrado también existe y la humanidad lo ignora.
Quiero despertarlos para que despierten a otros y, de esa forma, creen una red en la consciencia humana para que aquellos, que tanto esperan, encuentren el despertar y el sentido de sus vidas.
Cierren los ojos e ingresen en este Reino que hoy les presento. Sus templos no son solo de cura, vienen también para liberarlos y despertar, en ustedes, el amor al Plan de Dios.
Enciendan el espejo del propio corazón y únanlo a los Espejos de este Reino; de esta forma, lo que hay de más puro dentro de cada uno de ustedes se podrá reflejar en los Espejos de este Reino hacia toda la humanidad y podrá crecer en sus consciencias como forma de tornarse, cada día, mayores servidores de este plan de Amor.
Este Reino los aguarda desde el origen, porque ustedes se comprometieron con Dios a manifestarlo en la superficie de la Tierra. Los niños que hoy viven aquí son aquellos que construirán la Nueva Jerusalén, aquella tierra que no solo es una promesa divina, es una verdad divina, un arquetipo superior que aún aguarda en el Reino Celestial para poder descender sobre el planeta.
Yo no vengo a convertir sus espíritus en espíritus sagrados solo para que conozcan un poco más de paz. Yo vengo, hijos, por un propósito superior, porque para que este Reino sagrado emerja y para que la Nueva Jerusalén descienda, sus almas deben estar cristalinas, sus corazones puros y sus espíritus despiertos a la vida superior. Esa vida no se encuentra más allá de las estrellas, se encuentra dentro de cada uno de ustedes y debe emerger del interior del planeta para convertir la vida en la superficie de la Tierra. Con todo lo que les hablo, les abro la puerta de este Reino para que, finalmente, ingresen y alcancen el despertar.
Muchos de los que están sobre este suelo sagrado están viviendo su última oportunidad, porque es el momento de convertir los errores del pasado y despertar el corazón para la manifestación del amor y el cumplimiento del Plan de Dios, más allá de los planes personales.
Hoy coloquen sobre el suelo que tocan, que pisan, sus planes, sus metas, sus aspiraciones y sus deseos para que, con la irradiación de Mis manos, Yo pueda depositar en sus esencias el Plan Divino, la meta del Padre para cada uno de ustedes, la aspiración del Creador para sus criaturas, que está tan distante de todo lo que ustedes desean para sí mismos.
Hoy coloquen en este piso que tocan toda aspiración material, toda competencia, toda necesidad de poder, de conquista; porque en esta tarde ya no conquistarán nada, sino que será el Creador que, por la rendición de sus espíritus, conquistará sus corazones y les mostrará, hijos, la gran verdad que Él aspira a que vivan desde el principio.
Ingresen en este Reino, sin por las puertas de la redención. Dejen que sus espíritus sean acogidos por este Reino de amor.
Aquí encontrarán a hermanos de otrora que los acompañan en lo invisible de sus vidas.
Aquí encontrarán a la Consciencia Divina que hizo de este Reino Su casa para que así se pudiera manifestar Su Plan en este planeta.
La Consciencia del Creador hizo descender una de Sus Faces en esta casa para que de esta forma, hijos, ella se torne aún más sagrada y, cada día, pueda emerger de ella el arquetipo de la nueva vida, de la Nueva Humanidad.
Ingresen en este Reino y permítanse ser curados. Dejen que sus espíritus vivan la redención y, con ese paso simbólico, atraigan muchas más almas que están ligadas por la corriente de la vida y que necesitan que ustedes den un paso para que ellas también puedan ingresar en esa escuela de amor y de perdón.
Contemplen hoy las puertas de este Reino y reconozcan que, atrás de ustedes, existe una enorme fila de almas y espíritus que claman por redención.
Den un paso sin miedo e ingresen con toda su consciencia. Contemplen, dentro de este Reino, sus lagos de luz que se reflejan en los espejos de sus corazones.
Contemplen en este Reino sus jardines de cura, de rehabilitación, que los llevan a la paz, que los unen al Corazón de María porque están profundamente ligados a Su Reino Celestial.
Contemplen sus templos, entren en ellos, sientan la paz, la presencia de los ángeles que acompañan al Creador en su nueva misión en la Tierra.
Sientan hijos, la liberación de sus vidas, de sus corazones. Díganle sí a Dios y que aspiran cumplir con Su Plan.
Dispónganse de corazón para que, después de ser curados, puedan servir y auxiliar a la humanidad, que encontrará aquí una puerta para la liberación, para la salvación de los Reinos de la Naturaleza, para el alivio de los espíritus que padecieron en las guerras, en los conflictos en este mundo y más allá de él, porque no solamente aquí existen guerras; todo el universo vive la dualidad que enfrentan en este planeta y es para equilibrar esta dualidad universal que ustedes vienen al mundo para despertar la unidad y el amor en sus corazones.
Por eso, hoy coloco sus consciencias delante de un misterio aún mayor, que es trascender sus vidas, no solo por la conversión de la vida en el planeta, sino por la vida en todo el universo; porque, aunque no lo crean, el sí de sus corazones repercute en cada estrella que ustedes ven en el cielo cuando cae la noche. Y, dentro de cada una de esas estrellas, existen muchos ojos que los contemplan, muchos corazones que esperan que digan sí y conviertan sus vidas en una fuente de transformación para toda la existencia.
Ingresen en este Reino y soporten con paciencia la propia purificación, soporten con gratitud al viejo hombre que será arrancado de sus seres, los atavismos y los compromisos con el mal que un día pudieron hacer por ignorancia y por ilusión.
Ingresen en este Reino y no tengan resistencias, porque sus aguas lavarán sus espíritus y los renovarán para que puedan cumplir con el Plan del Creador.
Hoy los coloco delante de este misterio y les pido, hijos, que solo lo contemplen, que lo sientan y que no salgan de este lugar para vivir un día más.
Salgan de este lugar con la aspiración, con la aspiración divina en sus esencias. Salgan de este lugar con la determinación de despertar a la vida superior, de no dudar de la existencia de un Plan Mayor que trasciende la mente y la comprensión humana.
Salgan de aquí con la determinación de saber y de conocer su verdadero origen. Salgan de aquí con la determinación de ser otros, sabiendo que existe una verdad que trasciende todas las enseñanzas que ya fueron transmitidas en la Tierra, que trasciende, incluso, las verdades de los libros sagrados porque se ocultan en los símbolos de las palabras allí escritas.
Para sellar su compromiso con Dios y unirlos definitivamente a este Reino, Yo les daré de beber y de comer de uno de los grandes misterios universales para que la conversión de estos elementos convierta también a sus consciencias y, con este misterio vivo dentro de ustedes, puedan develar el misterio de la propia existencia y saber que, de la misma forma que este pan no es solo un pan y este vino no es solo un vino; ustedes no son solo lo que ven, la materia que aparentan ser, las emociones que sienten, los pensamientos que emiten, sino que existe una verdad oculta y es allí que yace la esperanza de Dios.
En esta verdad, en este misterio que, poco a poco, así como develan la conversión del pan y del vino, ustedes irán a develar la conversión de la materia en lo que verdaderamente es, y la conversión de estas casas en lo que verdaderamente son, la conversión de estos valles en lo que son y la conversión de este mundo en lo que debe ser.
Hoy ustedes comulgarán de los códigos de una nueva vida. Hoy coloco estos elementos en las manos de aquellos que los guían, que son tan responsables de este Reino en la materia como en el espíritu.
Coloco estos elementos en las manos de aquellos que los sirvieron incansablemente desde el origen. Este es un Consejo que representa no solo a esta Obra, sino también a una gran parte del Plan de Dios en la Tierra.
Con sus corazones abiertos, hijos, emanen gratitud al universo para que, de esta forma, curen el pasado y preparen en estos tiempos una vida de mayor compañerismo.
Llegó el momento de que sean compañeros no solo de Mi Casto Corazón, del Corazón de María o del Sagrado Corazón de Jesús, sino también de que sean compañeros de aquellos que los guían para que, en este tiempo, esta Obra pueda ampliarse y el Plan de Dios pueda contar con ustedes para abarcar más espacios del planeta que tanto lo necesitan, porque no solo aquí existen almas que deben despertar, porque no solo aquellos que nos asisten en sus casas deben recibir esta instrucción de vida. En cada punto del planeta, por más escondido y olvidado que esté, existe un corazón que tiene un compromiso con Dios, y ese compromiso debe cumplirse.
Por la potestad que Mi Hijo Me entregó y por la paternidad que un día compartí con Dios, amparando a Aquel que descendió de los universos para ser Hijo del Hombre, bendigo y convierto estos elementos.
Junto a los sacerdotes de este Reino que consagran sus vidas en lo invisible, que sirven, que oran, que contemplan y sustentan el planeta, que los elementos se conviertan para que se conviertan sus vidas y ustedes sigan de dos en dos, expandiendo el Plan de Dios en la Tierra.
Sientan la Presencia de María Santísima para que también Su Pureza y Su Divina Consciencia, que aún no fue comprendida por la humanidad, toquen sus corazones y los auxilien en la transformación y en la consagración de sus vidas.
Por la bendición del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, convierto estos elementos y les agradezco.
Manténganse unidos a los Sagrados Corazones, porque un nuevo ciclo despunta y espera de todos una nueva consciencia, un nuevo despertar.
Les agradezco.
Mientras la vidente Hermana Lucía de Jesús transmitía las Palabras de San José, el vidente Fray Elías del Sagrado Corazón recibía el Mensaje Diario de la Virgen María, que, al final del encuentro de oración, compartió con todos.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más