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Queridos hijos:
Les pido que, a partir de hoy, sus vidas sean rosas en las manos de la Madre de Dios, a fin de que Yo pueda depositarlas como oferta de amor consolador a los pies de los Tronos de Dios.
Hijos amados, ser una rosa en las manos de la Madre Celeste es santificar sus vidas todos los días, a través del servicio incondicional y de la oración que brota como llama de amor y de devoción del corazón.
Las rosas de la vida son las que Yo necesito, en este momento, para justificar ante la Ley Divina todos los errores e indiferencias cometidos en contra del Corazón de Dios.
Por eso, a través de una determinación constante y de un empeño verdadero, Mis amados, sean rosas en las manos de la Madre de Dios, para que la Madre Celeste tenga la dicha de poder interceder, salvar y rescatar a todos los que padecen y sufren en este momento.
Si son rosas en Mis manos, podrán transformar la vida en una vida digna en el Señor.
Cuando Me ofrecen rosas en Mis altares, Yo las acepto porque sé que, las flores ofrecidas por Mis hijos a la Madre de Dios, no solo tienen el fin de honrarme y de reconocerme.
Con esa simple oferta de traer flores a la Madre de Dios, Yo, como Sierva y Esclava, recojo ese cariño de Mis hijos para verter ese amor que recibo sobre los oscuros abismos de la Tierra. Así, aquellas almas condenadas reciben la Gracia de la liberación. Así, todas las almas se liberan.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Sea la paz en este lugar y en el mundo entero, en el nombre de Mi Hijo Jesús. Amén.
Con alegría, la Emperatriz del Universo los visita.
Y hoy no solo es coronada por el amor de Sus hijos, hoy Su manto es la bandera de Argentina. El Corazón de la Madre de Dios es el Sol de este país.
Eso es así, hijos Míos, para que puedan vivir el advenimiento del Retorno de Cristo, que hoy se anuncia en lo profundo de los corazones de los hombres y en los milagros de amor que muchos hijos Míos viven en este tiempo.
Como Madre de todos y Madre del Universo vengo a testimoniar, a través de Mi Presencia, esos hechos porque Mi Hijo Me lo ha pedido para poder llevar esa experiencia a los Tronos de Dios como testimonio verídico y verdadero de que los milagros existen en este tiempo, a pesar de ser un tiempo crucial.
Este manto que rodea Mi Cuerpo, que es la bandera de Argentina, es el que utilizaré, hijos Míos, hasta el fin de esta peregrinación porque no solo vengo a trabajar con sus mundos internos o con la consciencia de este país, sino que también vengo en la búsqueda de muchas más almas que, en los planos internos, necesitan de gran ayuda para poder salir de las prisiones de la vida y del terror que Mi adversario les impone, día a día.
Pero, hoy no solo soy coronada por el amor de Mis hijos y esto tiene más valor que cientos de flores en Mi altar, sino que también, hijos Míos, la Madre del Sol y la Madre del Universo pisa con Sus Pies la cabeza de la astuta serpiente para que Mis hijos se puedan liberar, en este momento, de la opresión que sienten en sus corazones y, en consecuencia, las naciones del mundo reciban Misericordia y Piedad.
Por eso, hijos Míos, hoy Yo estoy aquí para entregarles Mi testimonio de amor, no solo a través de Mi Palabra sino también a través de Mi Presencia, porque hoy les puedo decir, hijos Míos, que siento el amor de Mis hijos en Mi Corazón. Y es ese amor el que Dios Me pide que derrame sobre el mundo todo el tiempo, especialmente en aquellos que más lo necesitan y que están en la oscuridad.
Hoy les vuelvo a repasar, hijos Míos, como les dije esta mañana, el valor importante de proteger a la familia, a la familia universal que está constituida por todos ustedes. Eso es lo que Dios necesita en este tiempo, que los hombres y mujeres de la Tierra se vuelvan una única familia sin diferencias ni patrones, sin posiciones ni valores humanos que no sean los valores espirituales de Dios, Sus Divinos Atributos, que los hagan ver a todos que todos son iguales ante los Ojos de Dios. Y si hacen eso, hijos Míos, la célula de la familia se protegerá, Mi Consciencia la amparará de todo lo que aún sucederá en el mundo en estos tiempos.
Hoy no solo vengo por ustedes, sino también por toda la Argentina. Mi Consciencia, de forma omnipresente, no solo está aquí con ustedes sino también con toda la humanidad. Mi Consciencia se expande, especialmente, desde Ushuaia hasta La Quiaca, desde lo alto de las montañas de Los Andes hasta el Río de la Plata. Y así, la poderosa e invencible Cruz de Mi Hijo se establece para que el destino incierto de este país sea protegido y amparado por el Dios, sabiendo que el propio Padre Universal deja y permite que Sus hijos puedan aprender lo que escogieron.
Pero la fuerza del amor en sus oraciones y corazones permite que muchas cosas no sucedan y que a tiempo todo se pueda revertir, sabiendo que Dios espera el bien para todos Sus hijos y un mayor amor para toda la Creación.
Por eso, estoy también aquí como Testigo de Dios y como Su Sierva para abrirles el camino hacia el Amor, para que se animen a recorrerlo y a vivirlo porque es importante en este tiempo, hijos Míos, que ese Amor los pueda curar profundamente más allá de su consciencia material o mental, más allá de su aspecto espiritual o divino. Es ese Amor el que reconstruirá a toda la humanidad y traerá esperanza a los hombres y mujeres de la Tierra.
Por eso, Me toca anunciar, como Sierva de Dios, el advenimiento de Mi Hijo, el Retorno tan esperado por toda la humanidad. Pero primero Mi Hijo debe retornar en sus corazones. Deben abrir la puerta para que puedan vivir experiencias crísticas, para que sus vidas se puedan transformar completamente conforme Dios lo necesita, porque de esa forma estarán viviendo en Su Voluntad y en Su Amor y eso se espejará y se irradiará a toda la Argentina y al mundo entero. Los valores de Dios los protegerán y estarán libres de muchas, de muchas opresiones.
Por eso comiencen, hijos Míos, a proteger a sus familias y a sus seres queridos, a todos los que tienen a su alrededor día a día, viviendo el principio de la reconciliación y de la fe, de la hermandad y de la fraternidad para que el amor no desaparezca de las familias del mundo sino que sea el motor que todo lo transforma, que amplía sus consciencias y corazones, que los hará algún día alcanzar liberarse de esta prisión planetaria que los hombres crearon sobre la superficie de la Tierra.
Por eso, vengo bajo la Voluntad de Dios y a Su pedido, porque dentro de ustedes, hijos Míos, existe algo infinito e inmaterial que espera mostrarse ante sus ojos, ante sus mundos internos y consciencias. Es ese aspecto divino que ha venido a cumplir una misión especial a la Tierra a pedido de los Padres Creadores. Y esa misión deberá cumplirse en este tiempo, no solo con su despertar sino también con su caridad.
Estoy aquí, hijos Míos, para ayudarlos y guiarlos, para ampararlos y protegerlos, para que esa esencia divina que está dentro de ustedes tenga su misión fundamental en este tiempo y, en primer lugar, en sus vidas porque así todo sufrimiento se disolverá, el dolor desaparecerá, la cura del alma llegará y el espíritu se regocijará por la presencia del Amor de Dios Vivo, que estará dentro de ustedes y ustedes lo podrán dar al mundo entero por medio de su servicio y entrega a Dios.
Es en las cosas simples que Dios podrá reconsagrar al planeta, transfigurar la consciencia humana de todos los errores que ha cometido hasta los días de hoy, saliendo de las Leyes y de los Mandamientos.
Dios los colocará sobre Su Mano para que puedan sentir Su protección y se sientan apoyados de una forma incondicional por los Sagrados Corazones, para animarse a vivir esa transformación que repercutirá en el mundo entero y en sus familias, principalmente.
Es en lo simple en donde se verá la verdad. En lo simple y humilde es donde retornará Mi Hijo y podrá estar entre ustedes volviendo a predicar Su Palabra de salvación y de redención, de alegría y de júbilo para todas las almas.
En verdad, hijos Míos, es a Él a quien le debemos todo lo que ha sucedido hasta los días de hoy porque Él es el gran Intercesor ante el Padre Celestial, es el gran Mediador y Consolador de los corazones. Yo soy Su Sierva y Su Esclava y los invito, hijos Míos, a que muchos más sean sus servidores y apóstoles porque en Jesús, el Cristo, está su salvación; y eso permitirá que su Cristo interno pueda despertar y puedan sentirse en el camino del Padre Celestial, puedan reencontrar el sentido de estar aquí, en este tiempo tan crítico y difícil de la humanidad; porque su verdadera misión va más allá de lo material y eso siempre lo deberán percibir, hijos Míos.
Todo lo que les envía el Universo para aprender lo deben agradecer profundamente y sin reclamos porque así crecerán interiormente y sus consciencias se expandirán en grados de amor cuando todos los días se animen a amar sin condiciones ni reglas, así como los amó y los ama Mi Hijo, por toda la eternidad.
Hoy consagro a muchas almas en el Universo espiritual y todas esas almas estarán ante Dios en algún momento y tomarán consciencia de lo que han venido a hacer aquí, en este tiempo. Por esta razón, hoy estoy aquí en Argentina, para traer esa oportunidad a los corazones que aún no despertaron y que en su mundo interior claman por redención, así como todos ustedes hoy clamaron al Padre Celestial.
Yo soy ese puente que siempre los llevará a Dios y que los protegerá en el camino del espíritu porque, hijos Míos, es su espíritu el que deberá estar consciente y despierto en este tiempo para que sus mentes y corazones estén disponibles al servicio de Dios a fin de poder sostener a esta humanidad que ha perdido el sentido de la verdad por tantas influencias que vive día a día.
Yo necesito, hijos Míos, que después de estos doce años ustedes se sigan transformando en Mis rosas de luz, para que el centro de su pureza original sea quien gobierne sus consciencias y lleve a sus corazones a la devoción por Dios y a la búsqueda incesante de la verdad que les mostrará el camino que deberán seguir para el próximo tiempo.
Si sus vidas se convierten, sus corazones serán pacificadores y representarán a Cristo en la Tierra, y Él podrá venir a llamarlos cuando retorne físicamente al mundo para que, bajo la compañía de todas las tribus de Israel, Él repueble esta Tierra de nuevos principios y códigos que la humanidad perdió desde el Génesis.
Por eso, son sacramentados y bendecidos en este tiempo final para que sus almas estén prontas ante Su próximo advenimiento y así no pierdan el sentido de todo lo que Él les quiere señalar e indicar en este ciclo.
Así, hijos Míos, Mi Amado Hijo contará con ustedes porque estarán con una madurez espiritual que Él necesita ver, presente en este tiempo, por todo lo que sucederá, por todo lo que llegará y se mostrará de una forma sorprendente a la humanidad.
Tendrá pilares; tendrá soldados, servidores y colaboradores; tendrá columnas de luz, vivas y disponibles que puedan conformar sus ejércitos y comandos para que cuando Él llegue, de una forma inesperada ante la manifestación de la realidad del Cosmos y de algo que todavía la humanidad nunca vio, existan corazones y almas que sostengan ese movimiento universal que el propio Rey Universal, Mi Amado Hijo, realizará en compañía de los Padres Creadores, los Arcángeles.
Todos, en esa hora, verán su propia realidad. La mayoría se arrepentirá, pero muchos más se alegrarán por vivir ese reencuentro con Cristo. Tendrán recuerdo de Su pasaje al lado de Jesús, Mi Amado Hijo, y sentirán un impulso tan fuerte y tan inextinguible que los colocará, como guerreros de la luz, en las filas de Sus ejércitos para anunciar y pronunciar la redención de Luzbel.
Y así todo terminará. El Universo será reconstruido como lo fue en el tiempo pasado, convertido en lo que era en los tiempos más antiguos. El Origen del origen de lo que Dios pensó, meditó, contempló y deseó profundamente, retornará al presente, a este tiempo actual para que en la Presencia de Su Hijo, el Cristo, surja la nueva humanidad que ya no tendrá religión porque su propia religión y su propia fe será el Amor de Cristo que todo unirá y que nada más separará, porque todos se verán y se reconocerán como dignos Hijos de Dios; y todo volverá a comenzar y el Proyecto se cumplirá.
Por eso, Argentina tiene una misión muy importante ante este acontecimiento. Dios nos pidió estar más presentes aquí en los próximos tiempos, porque ahora y después de estos últimos tiempos, todo lo que ha sucedido, hasta este momento, ha sido solamente una pequeña preparación.
A partir de este 8 de agosto de 2019 comienza su verdadera misión. Que así sea.
Detrás de Mí, hijos Míos, hoy está el Universo que los conduce a Dios, que los lleva a Su infinita Presencia.
En gratitud y en júbilo por Él haberme permitido estar aquí hasta ahora, durante doce años, enviaremos nuestro amor a la Fuente Suprema por medio del canto y de la voz.
Nos colocamos de pie y llevamos nuestras manos hacia el corazón, para sentir a Dios dentro de nosotros en este compromiso de renovación y de fe del día 8 de agosto de 2019.
Y junto a su Madre Celeste, para cerrar este encuentro, en la presencia de Su Iglesia Celestial y de Su Creación, a través de Mi Corazón, hijos Míos, ustedes invocarán los Atributos del Padre por medio de “Adom, Adom, Olam”.
Colocamos nuestras manos ahora en señal de recepción para que la Luz de Sus Atributos desciendan sobre ustedes y, en consecuencia, en Argentina y en el mundo entero, para que la decisión tan definitiva que tomará esta nación, en el mes de octubre, beneficie y ampare a los que más necesitan y claman por justicia. Amén.
Los escucho.
Llevamos nuestras manos al corazón y agradecemos sintiendo esa unión con Dios bien fuerte, bien sincera y verdadera. Y así renovamos nuestra fe, nuestra alegría y confianza en el Padre, en el Padre Eterno.
Y vamos a agradecer delante de la Madre de Dios que por Su intercesión y mediación como Abogada nuestra, como Madre nuestra, el Padre nos haya llamado, así imperfectos como somos, para animarnos a seguir a Su Hijo en esa trayectoria por el camino del Amor y hacia el Infinito.
Queridos hijos, en el nombre de Cristo les dejo la Paz, para recuerden siempre la Paz y esté en sus corazones. Que estos momentos les sirvan de auxilio y de amparo, de ánimo y de ímpetu para vivir las pruebas de estos tiempos, sabiendo que por detrás de cada aprendizaje, escuela o experiencia está Dios con Sus Brazos abiertos y con Su Corazón expandido para recibirlos.
Que en este día, las almas puedan gestar en Argentina la venida del Reino de Dios.
Y este altar que hoy han ofrecido a Mí amorosamente, el que los ha llevado al Gran Portal del Universo, en donde Mi Consciencia y Espíritu habita, para cada día elevarlos más a Dios. He usado este escenario para traerles la Presencia del Padre y el testimonio de Su Amor.
He aquí Su Sierva y Esclava, la Corredentora, Madre del Salvador y Madre de Dios, la Abogada Celestial de los que claman y la Mediadora de los que piden de corazón por ayuda y Misericordia.
Que este altar quede establecido aquí hasta el día 13 de agosto para que su Madre Celeste, a pedido del Padre, siga profundizando Su tarea aquí en Argentina y para que Mis hijos, que el 13 de agosto se consagrarán, también puedan vivir el camino seguro y confiable de su profundo despertar.
Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y les agradezco por responder, en este día tan importante, a Mi llamado, porque en el fin de sus días antes de partir a las Escuelas del Infinito, antes de caminar hacia el Paraíso y hacia donde Dios los necesite, en algún punto de esta Manifestación Creadora, comprenderán este día y lo recordarán como si fuera hoy. Amén.
A pedido de Nuestra Señora María, Rosa de la Paz y Madre de la Divina Concepción de la Trinidad, vamos a escuchar una canción que es sentida en el corazón de todos Sus hijos que confían en Su Presencia y en Su intercesión. Una canción que María dice que nació de una gran discípula de Ella, seguidora de Cristo.
Unidos a través de la melodía y de la voz, vamos a escuchar “Mirarte a Ti”.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Mi silencio habla de todo el mundo, de los que aún no claman, de los que no piden a Dios por Su Divina Intercesión a través de los Sagrados Corazones.
Pero, he venido en esta Natividad a bendecirlos con el Espíritu de la Gracia de Mi Hijo, que participó en la Divina Concepción del Niño Rey.
Es ese Espíritu, queridos hijos, que hoy les ofrezco desde Mi Corazón Inmaculado y desde la Luz de Mi Vientre purísimo, donde se gesta la vida universal y la fraternidad entre todos los seres.
Hoy, los estoy invitando, queridos hijos, con el clamor de Mi Corazón de Madre, a que no bajen los brazos, a que sigan adelante, trabajando por este Proyecto de Dios que es infinito e interminable.
Si sus pasos son dados hacia el Corazón de Mi Hijo amado, si sus Cristos internos consiguieran manifestarse en estos tiempos, muchas más almas llegarán a Mi encuentro a través de los grupos de oración.
Mi Hijo vino a instituir, en este tiempo y para esta parte de América, los verdaderos grupos de oración, los verdaderos principios de la Red-Luz que se basan en la transparencia y en la fidelidad a todo lo que les oferta Mi Hijo, a través de Su infinita Misericordia.
Pero si esos pilares no estuvieran firmes y aún no se separaran de todo lo que sucede alrededor de cada grupo, muchos podrían sufrir por estar lejos del Principio de Mi Hijo amado. Mi Hijo los fundó como Sus Brazos y Sus Manos, como Sus Pies caminantes que van en busca de todas las almas perdidas.
Por eso, llegó en esta Navidad el momento, queridos hijos, de renovar los principios de la Red-Luz, para que no solamente sean servidores de Dios, sino portadores de la unidad, de la verdadera palabra, la palabra de vida y de aliento, de la oración consoladora, de la fe que debe unir a cada uno de sus miembros.
He participado, queridos hijos, de los acontecimientos que han sucedido en el sur del Brasil, a través de estos grupos de oración que Yo amorosamente he congregado, más allá de la vida terrenal y de todas las formas, para servir a Mi Proyecto de Paz en el mundo.
Es como si ustedes, queridos hijos, cuando se sumergen en sus incomprensiones y dudas, abriéndole las puertas al enemigo, Me dieran las espaldas y no escucharan Mi Voz dulce que los llama a servir; no solamente al mundo, sino también a sus hermanos que conviven con ustedes todos los días, siguiendo este propósito con la esperanza de concretar el Plan de Dios.
¿Qué haremos, queridos hijos, cuando las verdaderas cosas sucedan en el mundo? Ustedes son portadores de la Luz de los Centros Sagrados. Ustedes son las células futuras de ese nuevo Orden de la Hermandad que debe estar expresado en el planeta.
¿Cómo podremos, queridos hijos, atender a otras cosas en el mundo si los más pequeños y amados Míos, en el mundo, se separan por cosas tan insignificantes?
Queridos hijos, no quiero revelarles qué es lo que en verdad siente Dios con estas cosas, ante todo el Conocimiento Sagrado que amorosamente les fue entregado en sus vidas.
Verdaderamente, queridos hijos, si ustedes no se unen a través de Mis manos, para que Yo los lleve a recorrer el camino del infinito, su purificación será muy dura.
Queridos hijos, Yo no quiero que sufran por sus propias cosas. Quiero que sufran por el mundo; quiero que sufran por aquellos que no tienen nada y ni siquiera reciben la Mirada de Dios, sino solo la Justicia que en el universo los condena diariamente.
Queridos hijos, Yo les traigo la visión universal de las cosas. Ya no hay tiempo que perder, Mis amados. La Red-Luz debe crecer y debe estar formada por nuevos miembros que respondan a este llamado de servir al Plan de Dios, a pesar de las consecuencias, porque Yo nunca los abandonaré, aun en el tiempo de mayor oscuridad.
Por eso, abran sus ojos; no sus ojos físicos que juzgan y que son indiferentes en muchos momentos de la vida, abran los ojos del corazón y sientan Mi Sagrada Palabra como un Espíritu renovador y divino que viene a traerles la esperanza y la cura de todas las heridas.
Hoy, vengo a abrirles la puerta a la Consciencia Mayor. Hoy, Me tomo este tiempo y les doy este Mensaje para que las cosas no se precipiten dentro de ustedes cuando venga la gran ola de la purificación del planeta.
Queridos hijos, a través de su ayuda y colaboración, muchas cosas se pueden impedir en el mundo; así, como servidores de Cristo, que también pertenecen a la Obra de los Mensajeros Divinos, creen las condiciones necesarias para que las cosas no se precipiten día a día.
Por eso, queridos hijos, no solo los llamo al servicio, sino también a la importante unidad en estos tiempos, que debe estar por encima de sus cuestiones y formas para que siempre puedan ver la Luz del Propósito.
Cada vez, queridos hijos, que ustedes se pierden en las cosas insignificantes, un alma pierde la oportunidad de despertar, ¿y quién se hace responsable de esto? Cuando sus corazones ya estando maduros pueden dar los pasos seguros a la fraternidad.
Queridos hijos, lo más imposible para la Jerarquía de la Luz, es la unidad entre los servidores. Yo no vengo a juzgarlos, hijos Míos, quiero que sus corazones estén abiertos para escuchar estas cosas. ¿Cómo serán portadores de la Luz Divina de Dios, para que pueda llegar a las almas sufrientes de Medio Oriente y del mundo, si sus corazones están cerrados por cosas que ya no tienen importancia?
Necesito, queridos hijos, que, en esta Natividad del Señor, sus corazones estén receptivos al Espíritu de Cristo que, por obra de la Gracia y de la Misericordia, viene nuevamente a su encuentro para unificarlos.
Por eso, queridos hijos, recemos. Recen Conmigo ante los Tronos de Dios para que el Proyecto se cumpla en todos los corazones de la Tierra, y el auxilio infinito de la Misericordia de Dios llegue a través de Mis amados hijos que, a través de los años, Yo he congregado para esta sagrada misión.
Oremos:
Sagrada Unidad de Dios,
unifica nuestras vidas,
unifica nuestro ser,
unifícanos en profunda fraternidad.
Amén.
(siete veces)
Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Y les digo todas estas cosas porque Dios Me permitió amparar con Mis propias manos aquellos de Mis soldados que se comprometieron Conmigo desde el principio.
Mucho aún vendrá, hijos Míos, muchas pruebas que deberán superar, muchas barreras que deberán quebrar en sí mismos antes de que Mi Hijo retorne al mundo y procure a todos prontos para fundirse con Su Espíritu Divino.
Les digo todas estas cosas porque el Señor ya no tiene tantos compañeros en esta Tierra así como los tiene en el Cielo. Y, los soldados que aún tengo, necesito cuidarlos porque necesito que despierten a otros por medio del ejemplo de su fortaleza.
Los Atributos de Dios se están extinguiendo de esta Tierra. La unidad, la fraternidad y el amor, que deberían llevar al ser humano a la manifestación del arquetipo divino para esta raza, casi no existen en la consciencia de los seres de la Tierra. Y un día, Mis amados, ustedes dijeron sí a la vivencia de todas estas cosas.
Yo Me aferro a sus palabras y al compromiso que hicieron con Mi Corazón, porque sus almas claman frente a Mi Altar para que Yo nunca permita que se sumerjan en los abismos de este mundo.
El Señor Me pide, día a día, que Yo sea incansable, que recuerde que Soy Madre de esta Tierra, que, así como Soy la Madre de Jesús, que es el principio perfecto de la humanidad, también Soy Madre, hijos Míos, de todos ustedes, de aquellos que escuchan y de los que no escuchan Mis palabras, de aquellos que creen y de los que no creen en Mi Presencia, porque no puedo negar Mi Maternidad.
Sus esencias provienen de Mi Vientre Purísimo, así como proviene Jesús, y debo cuidarlos y ampararlos siempre, como amparé a Mi Hijo.
Deberé conducirlos al sacrificio, a la transformación y aunque no pueda impedir su sufrimiento, como no pude impedir el sufrimiento de Cristo, siempre estaré a su lado, con los ojos fijos en sus almas, padeciendo con cada ser de esta Tierra la transformación que los llevará a la victoria de Dios.
Por eso, solo les pido que confíen en Mi Corazón, que confíen en Mis correcciones, así como confió el Niño Jesús, porque Él sabía que esas correcciones también provenían de Dios.
El Señor confiaba todo el tiempo, desde Su Nacimiento, en la unión de Su Madre Divina con Dios Altísimo y escuchaba cada palabra pronunciada por Mi boca, vivía cada una de Mis instrucciones y, aun siendo Rey, respetaba y amaba a Su Sierva. Por eso, les pido, Mis amados, que imiten los pasos de Cristo y que, con humildad, escuchen a Mi Inmaculado Corazón.
Deseo que Mis ejércitos crezcan y que se fortalezcan en el amor, porque la humanidad necesitará de su ejemplo, necesitará de su amor para trascender el miedo, necesitará de su fraternidad para trascender el odio, necesitará de su esperanza y de su fe para trascender la angustia, el temor y la desesperanza de sus corazones.
Reciban hoy la Gracia que les entrego, de estar ante el Espíritu de Cristo. Dejen que sus almas contemplen la grandeza de este momento, y que esta grandeza disuelva la pequeñez de todos sus problemas, porque no debería existir nada que les impidiera llegar al Corazón de Dios, cuando las Puertas del Cielo se abren delante de sus ojos.
Sientan Mi Amor y Mi Compasión, porque deseo en esta noche que crezcan y maduren, para que la semilla que deposito en el interior de sus seres no pase más un año sin germinar. Y que, en la próxima Navidad, Nuestro Señor no solo renazca, sino que también crezca y se multiplique en la esencia de aquellos que nunca escucharon Mi llamado.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Queridos hijos, como un acto de piedad, como un acto de sembrar el amor en la consciencia de la humanidad, a pedido de San José, ¿serían capaces de llamar a aquel hermano que no han comprendido ni entendido?, para decirle misericordiosamente: “Querido hermano, no te he comprendido. Debo aprender a amar para poder aceptarte”, simplemente con eso, Mi Corazón triunfará.
Por eso, en esta noche, les dejo una lección, una enseñanza para que recuerden lo que su Madre Celestial, que los ama profundamente, siente de esta humanidad.
En cuanto llamo a los divinos hijos que hoy se consagrarán, escucharán: “Encuentro con María en el corazón”.
Les agradezco.
Estoy aquí para escuchar.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Pueden acercarse los que se van a consagrar como Hijos de María, por favor.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Bajo el espíritu de la Paz, Yo los bendigo y, a través de la Misericordia de Mi Hijo, Yo los ilumino para que siempre reine la redención en los seres, el estado de Gracia que los colma perpetuamente desde Mi Corazón de Madre.
Por eso, extendiendo Mis manos sobre sus cabezas, derramo Mis Gracias para que ellas maduren como frutos en los corazones que escuchan a la Madre de Dios; y que, a través del espíritu de la santidad, sus vidas se renueven en la fe, porque un Hijo de María es aquel que escucha con atención al Corazón de su amada Madre Celestial. Y así, como lo tuve a Jesús; en esta Natividad, entre Mis brazos, los tengo a cada uno de ustedes, esperando que crezcan y que caminen hacia su verdadera misión: el retorno al Universo Celestial.
Yo los bendigo y bendigo a todos Mis hijos que en esta hora Me escuchan, en cada punto de esta Tierra, junto con sus Ángeles de la Guarda.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
¡Les agradezco por escuchar la Voz de Mi Corazón!
Póstrense ante Mi Corazón y beban de Mi Misericordia.
Los tiempos de oscuridad llegarán para el mundo, pero pocos los aceptarán. Feliz y verdadero será aquel que vive en Mi Corazón porque no perecerá.
Hoy les traigo la Luz de Mi Santísimo Corazón Eucarístico. Por eso, delante de los Tronos de Dios, ustedes también, pecadores, deben honrar al Hijo de Dios porque lavó vuestras impurezas, colmó vuestros corazones y alivió toda desesperación.
Beban de la Fuente de Mi Corazón espiritual que se derrama en esta hora sobre el mundo, Luz que camina por encima de vuestros seres y se extiende como un Manto de Luz por el planeta.
Vean a Mi derecha el infinito y a Mi izquierda el fin. Vean sobre Mí a la Trinidad y debajo de Mis pies, al mundo. Vean Mi mano que señala el Corazón.
No pierdan este momento que los absuelve. Sientan y no busquen comprender. Las puertas del mal se están cerrando para muchos y Mi victoria se establece una vez más sobre la Tierra.
Postraos en el suelo como los apóstoles del pasado. Reverencien al Hijo de Dios, Quien ha venido a ayudarlos en Misericordia y esplendor.
Contemplen Mi Corazón Eucarístico. Él aún está presente ante vuestros pequeños espíritus.
Reverencien a los ángeles que adoran a Mi Corazón y participen de esta Comunión celestial que hoy estoy ofreciendo para todos. El Cielo está ante vuestros ojos. Aunque no lo vean, él reside en vuestros espíritus.
No busquen comprender con la mente. Esta Comunión que hoy les ofrezco, va más allá de este Universo material. Aquí están frente a otro Reino que nunca han visto ni conocido. El Reino de la humildad y de la pobreza de Dios.
Si están cansados, descansen en Mis Brazos, pues Yo los espero en la invisible presencia de Mi Corazón.
Jesús nos está mostrando un Cáliz que lleva entre Sus Manos y Él está rodeado por diferentes Jerarquías angelicales, de diferentes formas y aspectos. Él está transfigurado en luz y por detrás de Él existen otros universos que llevan hacia el infinito, hacia un principio. Esta luz no solamente se expande aquí. El Maestro la está llevando hacia los cinco continentes. Él está levantando a muertos de espíritu en los cinco continentes.
Mientras está aquí, Jesús dice:
Permito que digan todas esas cosas, para que perciban que no estoy aquí por acaso o solo para visitarlos. Mi Espíritu prepara a los Nuevos Cristos; Cristos que nacerán de los más imperfectos, de los más impuros, de los negados y perdidos en la vida espiritual.
Por eso Yo los congrego como un solo rebaño y hoy solamente podrán estar delante de Mí postrados en el suelo, pues Dios es lo que permite para que Yo esté aquí celebrando, con ustedes y con muchas almas redimidas, la Comunión espiritual con Mi Divinidad que es lo que hoy se revela a todos en el mundo que creen en Mí.
Lloren y liberen vuestras angustias. Vuestra hora está llegando. La hora de la paz.
Los ángeles están depositando un líquido dentro del Cáliz del Señor. El Cáliz se enciende como un corazón y palpita en luz, en luz dorada.
Quédense quietos. No están solamente delante de Mí sino de Emmanuel.
Aquel que no resista postrado en el suelo que se siente con cuidado, para no desactivar lo que Dios está construyendo y, como si no pisaran el suelo, sientan la levitación de Mi Luz que los deja sublimes y más puros, libres de manchas y de deudas.
Anímense a tocar con vuestras manos Mi Espíritu invisible, pues estoy llegando al centro del corazón de aquellos que hoy se abren, humillados, a recibirme. No pierdan ni un momento Conmigo, pues estos son los últimos antes del gran Armagedón.
Sientan Mi Luz en vuestros corazones, la Luz que alivia y que cura, que libera y que perdona vuestras acciones pasadas. Y así, esto repercute en la consciencia de vuestro mundo.
Los ángeles depositan cristales a los Pies del Señor, de diferentes colores y formas, y el Señor dice:
Yo les traigo a través de este ejemplo, la presencia de vuestro origen, el origen del Proyecto Original, que está escrito para esta humanidad.
El Arcángel Metatrón acaba de aparecer a la derecha del nuestro Señor, tiene en su frente una luz fuerte y de su pecho emana fuego, el cual recoge con sus manos.
Otras Jerarquías angelicales recogen este fuego y lo llevan para los cuatro puntos de la Tierra, en una velocidad incalculable. Es como si estuvieran aquí y en otras partes del mundo al mismo tiempo. Ellos están entrando en ciudades, en pueblos y en continentes. El Señor muestra que allí existen conflictos y ese fuego todo lo disuelve, en la luz y en la armonía.
Levántense. Ya vuestros cuerpos están cansados, pero la tarea continúa. Permitan que Mi Luz resida en ustedes y salgan de aquí transformados, sin haber perdido el tiempo durante estos días.
Mientras estoy aquí, con ustedes, estoy con todos. Esta Comunión no ha terminado y les enseño, Mis compañeros, que cuando no puedan comulgar Conmigo, lo hagan a través del espíritu, porque así también será verdadero y tendrán memoria, en este día y en los días que vendrán, de lo que hoy he vivido con ustedes, todo lo que Yo les he traído en nombre de la Gracia y de la redención. Recuerden este ejercicio de Comunión Eucarística con Mi Corazón.
Y ahora cantarán al Cristo del Amor que reside en ustedes. Pero cantarán suavemente, como una madre hace dormir a su niño.
Coloquen sus manos en señal de donación, pues la Comunión con Mi Espíritu aún continúa. Mientras cantan, recojan hacia vuestros corazones la Comunión con Mi Espíritu, código perfecto para la redención. Una vez más.
Pueden recoger vuestras manos hacia el corazón y reconfirmar el voto que han hecho Conmigo para esta vida, cada uno en su grado de entrega y de confianza, a Mi Corazón misericordioso. De la misma forma, que lo hagan todos aquellos que Me escuchan, en los cuatro puntos del planeta, pues la Comunión se está extendiendo hacia la esfera planetaria, al espíritu del planeta que ha sido muy flagelado por todos ustedes, antes de Mi venida al mundo y después de Mi Resurrección hasta los días de hoy.
Vean cuán grande es el pecado de la humanidad y qué insondable la Justicia de Dios, pues Mi Misericordia está sustentando muchas cosas; pero el día del Juicio final llegará y, para ese momento, los preparados y los más inconscientes deberán estar prontos. Allí Yo solo separaré la paja del trigo, lo verdadero de lo falso.
Y ahora en unión con el universo de este planeta, que es colmado por las esferas de Adonai, reciban en gloria y en honra para este día de resurrección, en este Universo material, la Presencia de Mi Cuerpo Eucarístico, el cual después que Me haya ido hoy de aquí, contemplarán, adorarán, se compenetrarán de Mi Corazón y de Mi Espíritu, por cinco minutos. Hoy instituyo la Adoración planetaria.
Cubran vuestras cabezas con las capuchas y lienzos, todos aquellos que tengan, en acto de amor y de devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
Repitamos en honra al Dios de las Alturas, para que a través de esta oración, concebida por Mi Espíritu universal y omnipresente, las almas reciban la esencia de Mi Misericordia. Y hoy en este lugar, como en los Centros Marianos, la Santa Custodia de Mi Corazón estará abierta para aquellos que quieran beber de Mi manantial de Gracias, a través de la sagrada Adoración.
Con fe y esperanza ante los Tronos de los ángeles y arcángeles y del Reino de la humildad y de la pobreza de Dios, repitan de corazón:
Sagrada Custodia de Luz,
símbolo del Dios Universal,
irradia Tus principios sobre el mundo,
disipa todas las crueldades del mal,
construye con Tus rayos solares
la nueva esencia de la humanidad.
¡Oh Sagrada Custodia de Luz!
Presencia insondable del Hijo de Dios,
redime todo los creado,
restaura todo lo dañado,
restablece, ahora y siempre,
el Código Crístico del Rey Universal.
Amén.
Catorce campanadas.
Felices de aquellos que comulgan con Mi Corazón, porque así se preparan en este día de resurrección para la fiesta de la Misericordia. Recuerden ese sagrado pedido.
En comunión con lo Alto, los despido compañeros, en esta Sagrada Semana de redención y de paz para las almas consecuentes y para todos los espíritus del mundo que buscan perpetuamente la esencia de Mi Amor.
Yo los bendigo bajo el poder que Dios Me ha concedido, como Su Hijo glorificado y amado, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Que toquen las campanas para anunciar el día de Mi Resurrección. Y ahora canten a Dios el Aleluya.
Canción: Aleluya.
Santísima Trinidad,
Padre, Hijo y Espíritu Santo
os adoro profundamente
y os ofrezco el preciosísimo Cuerpo
Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo,
presente en todos los Sagrarios de la Tierra,
en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias
con que Él es ofendido.
Y por los méritos infinitos de Su Santísimo Corazón
y del Inmaculado Corazón de María
os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén.
El Señor quiere escuchar de vuestros labios, que proclamen: ¡Gracias Redentor por cuánto nos das!, por siete veces.
Vuestro día de gloria ha llegado, a pesar de las consecuencias que viva el mundo no abandonen Mi camino, porque Yo vendré a buscarlos en la hora definitiva.
Les agradezco. Paz para el mundo.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Nunca se olviden, queridos hijos, que los caminos de la paz existen.
La paz, que Yo los invito a vivir en este tiempo, es la paz del corazón, la paz humilde y simple que el Señor Me enseñó desde el principio.
Queridos hijos, no teman por lo que Yo les he dicho, ayer y hoy.
Yo quiero advertirles y hacerlos madurar para que puedan crecer en este tiempo tan definitivo.
El Señor tiene Sus Tronos abiertos para que todos los corazones puedan ingresar.
Ustedes saben, queridos hijos, que mientras Yo estoy aquí con ustedes, compartiendo un trocito del Cielo, hay muchas almas en el mundo que se pierden porque no encuentran la paz y el bien de Dios.
Por eso, es importante, queridos hijos, que primero recuerden la caridad con sus hermanos, para que esa caridad se pueda expandir en el mundo entero.
Un buen corazón caritativo ora constantemente a Dios, este puede ser un fiel ejemplo de su servicio.
Queridos hijos, mientras el mundo cambia tan rápido, Mi Hijo Me envía al mundo a preparar sus corazones, para cuando Él regrese y pueda ser visto entre las nubes con esplendor y magnificencia.
Queridos hijos, Dios Me envía para abrir sus corazones. Yo necesito de nuevos apóstoles que puedan enfrentar con coraje el fin de los tiempos.
Sepan, hijos Míos, que la Luz de Mi Inmaculado Corazón, aquella Luz que prevalece a lo largo de los tiempos, llega a este mundo para auxiliarlos. Y será esa misma Luz pura, que los socorrerá y los amparará en estos tiempos tan difíciles.
Gesten en sus familias, en el corazón de las buenas familias, la oración del corazón; aquella que pueda prevalecer en este tiempo y pueda sembrar nuevas semillas en los corazones que se sienten vacíos, porque han perdido la Paternidad de Dios.
Yo los invito, en esta noche, a que se unan a Dios, a que se unan a Su Espíritu Inmaculado. Él, en esta noche, los observa con tanto Amor y Compasión, a través del latir de Mi Corazón Inmaculado; sus vidas y sus almas, en este momento, son cristalinas ante el Padre.
Recurran a Dios todos los días, hablen con Dios, queridos hijos. Él quiere escucharlos, todos los días, no solo en la oración, sino también en la confesión del corazón.
Queridos hijos, entre ustedes hay mucho que perdonar. Si se perdonan, en estos tiempos, el mundo alcanzará un tiempo más de paz y se evitarán cosas difíciles para todos.
Por eso, con muy pocos, Mi Obra Mariana se cumplirá, como fue a lo largo de los siglos. Esto ya está previsto por Dios, queridos hijos. Pero no Me cansaré, como buena Madre y Peregrina, de venir a buscar a los corazones que Me quieran escuchar, aun aquellos que están distantes de Dios hace mucho tiempo, que han perdido la fe y el amor en Dios.
Yo quiero cultivar en Mi Jardín Celestial, las nuevas rosas de Luz, que primero germinarán en sus corazones, para que ellas puedan expandir el aroma sutil de Mi Corazón, Amor que cura, Amor puro, Amor que libera y redime.
Queridos hijos, cuando una vez Mi Hijo Me entregó a ustedes, a los pies de la Cruz; Yo acepté, como su Madre, acompañarlos hasta los momentos finales.
Por eso, Dios Me concedió, a lo largo de los tiempos y de los siglos, poder llegar a sus corazones, corregir a la humanidad en sus fallas, prevenirla, advertirla, llevarla por el Camino de la Luz Crística.
Por eso, en este tiempo, queridos hijos, la Reina del Sol, la Madre del Universo infinito y expansivo, trae todas las estrellas que allí existen para que puedan guiar, en este momento, cada uno de sus pasos.
Por eso, queridos hijos, conságrense a Mi Corazón, vivan en Mi Corazón. Sientan que es posible poder cambiar. Dios espera que sus corazones se puedan curar pronto.
Que, en estos tiempos, queridos hijos, amados Míos, no existan rivalidades entre ustedes; que pueda florecer la reconciliación de Cristo, aquella reconciliación que Él cultivó en la Última Cena por medio de la Eucaristía, de la Comunión perpetua con todas las almas encarnadas y las almas que ya no están en esta Tierra.
Esa armonía perfecta, que Cristo prometió a todos, debe comenzar primero en ustedes, a través de la confesión y de la unión con Cristo.
Queridos hijos, nuevamente hoy, Yo les abro Mis brazos para acoger sus plegarias e intenciones; también para bendecir estas sagradas imágenes que sé que, en estos tiempos difíciles, representarán una señal visible para sus corazones en este plano material para que su fe pueda crecer, y el amor y la esperanza en Dios también.
Queridos hijos, Yo Soy la Reina de la Paz, la misma que aparece en Medjugorje y que, en este tiempo de Gracia y de reparación también viene a anunciarse a América, como fue dicho en Fátima en aquellos tiempos, para poder ayudar a todos Mis hijos y, al mismo tiempo, por la gran necesidad que existe en las almas y en toda la humanidad.
Contemplen en todas sus oraciones, queridos hijos, la reparación de los Reinos y de los elementos.
Necesito, queridos hijos, que se unan en hermandad y en fraternidad a toda la Creación de Dios. Él también espera, hijos Míos, que la humanidad pueda hacer algo en este tiempo definitivo. Por eso, en esta noche, queridos hijos, Mi Corazón les propone muchas tareas a realizar, muchas misiones a cumplir, muchos propósitos a concretar.
Yo los necesito cerca de Mi Corazón Inmaculado. Sientan el palpitar de Mi Amor en sus cabezas, solo podrán sentirse en paz y en confianza cuando recojan sus seres en Mi pecho; porque, a pesar de todo, Yo quiero que ustedes estén bien. Yo los necesito, queridos hijos, y siempre se los agradeceré.
Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Ante todo el Plan de Dios que tienen frente a sus ojos, en esta noche los invito, a cada uno de ustedes, a que no tengan miedo ni tampoco vergüenza de anunciar el Reino de Dios, de seguir Mis Pasos de Peregrina y de demostrarle al mundo los frutos de la conversión de sus vidas.
No teman, hijos Míos, los juicios del mundo, porque a los Ojos de Dios sus vidas deben ser puras, plenas de oración, de servicio, de donación al prójimo. Cuando solo den el primer paso y vean sus corazones nutridos con la fe que les deposito, pronto desaparecerá de la consciencia todo el miedo al juzgamiento ajeno, y sus corazones solo servirán a Dios y tendrán como meta única proclamar Su existencia en la Tierra.
Hijos Míos, hoy los invito a enfrentar al mundo y a enfrentar todas las barreras que existen dentro de sus corazones, a superar todos los límites construidos por el mundo, límites que les impiden encontrarse Conmigo, que les impiden encontrarse con Mi Hijo, comulgar con Él de cuerpo y alma.
Por eso, en esta noche, los impulso a dar un paso más, un paso más en la consciencia, en la vida de cada uno de ustedes. Y, con estas Palabras, llevo un impulso de Mi Corazón no solo a los que están presentes aquí, sino a todos los que Me acompañan, porque, en Mi Omnipresencia Divina, llego a cada grupo que se une a orar, a preparar este camino por donde pisan Mis Pies.
Hijos Míos, no teman invocar a Dios, no teman vivir Mis Palabras y manifestar en sus vidas el Mensaje que les traigo. Por más que hoy les parezca difícil, les parezca distante, Mi auxilio siempre vendrá para aquellos que den el primer paso.
La consciencia humana gestó, a lo largo de los siglos, ideas que no corresponden a la Consciencia Divina y que están arraigadas en el corazón de cada uno de ustedes, pero que deben ser desmitificadas para que puedan aproximarse a la vida divina que debería ser el natural vivir de cada una de las criaturas en la Tierra.
Por eso, aunque hoy les parezca distante, no teman dar el primer paso, porque en sus esencias está guardado el arquetipo divino, y todo el Reino Celestial aguarda solo el despertar de sus almas para venir a su encuentro e impulsar esa transformación. No tengan miedo de vivir algo que les parece diferente, de vivir una locura santa a los ojos del mundo, porque para Dios todo es natural y simple, es como Él lo pensó para el hombre que hoy se manifiesta en el mundo.
Hijos Míos, los invito a la conversión, a la conversión de la vida, del alma y del espíritu, a la redención de todos los actos, pensamientos y sentimientos que hasta hoy sintieron. Los invito, en esta noche, a una vida divina que solo les traerá paz en el corazón, que solo los aproximará a Dios y a todo Su Reino.
Despierten, en esta noche, a la existencia de un Reino Universal, despierten a la compañía que está a su lado todo el tiempo, este Ángel de la Guarda que trae a sus vidas un pedacito del Cielo. A través de esta Presencia Divina, permitan que entre en sus vidas la energía de Mi Reino.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Hoy, los Ángeles de la Guarda los acompañan. Yo los invito, en este momento, a la oración del corazón junto con los Ángeles de la Guarda.
El Padre Me ha concedido enseñarles una oración. Repitan, con el corazón, lo que Yo hoy les proclamaré.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
La Madre quiere que repitamos juntos.
Ángel de la Guarda,
escudo fiel de Dios,
retira de mi ser todos los males,
por Amor y Gloria a Dios.
Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Cuando se sientan solos, Mis pequeños, incómodos o perturbados, invoquen a través de esta oración a sus ángeles protectores, fieles servidores de Dios que son guiados en la Tierra por el Casto Corazón de San José. Confíen sus vidas a este Fiel Misionero de Dios, para que sus pasos sean guiados hacia la redención del Señor.
Queridos hijos, les agradezco, los invito y los llamo a celebrar Conmigo el fin de año en Aurora, en el Centro Primordial de Aurora.
Ahora, daré un Mensaje de Paz para una hija Mía, con el permiso del Altísimo y del Sagrado Corazón de Jesús:
Querida hija y madre Emaús, que tu corazón no se perturbe porque la Aurora Interior brilla en tu corazón y en el de tus hermanos. Mi Manto los protege y los ampara, confía plenamente en que Mi Fe se deposita en tu espíritu.
¡Les agradezco!
En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo. Amén.
Canción: “María de Nazaret”.
Madre María Shimani de Montserrat:
Queremos repetir la invitación que Nuestra Señora les hizo a todos, porque Ella nos dijo ayer que el 31 de diciembre va a instaurar la celebración de Nuestra Señora, la Madre de la Divina Concepción de la Trinidad.
Eso lo va a hacer a través de una jornada de trabajo y de una Aparición Extraordinaria que se llevarán adelante en el Centro Mariano de Aurora, Paysandú, Uruguay; allí donde Ella se apareció por primera vez a nosotros.
Ella nos pidió que hiciéramos una jornada de trabajo, con oración y reflexión de Su Mensaje en este tiempo, y que, al final de la tarde, Ella extraordinariamente aparecería para todos. Como Ella hoy invitó a todos los presentes y a los que nos están acompañando por internet, queríamos explicar cuál es la razón de esa Aparición Extraordinaria.
Así que están todos invitados a participar con nosotros allí en Uruguay o desde el corazón, vía internet; a veces la tecnología sirve para esas cosas.
Nosotros les agradecemos a todos que nos hayan acompañado. Y si ustedes quieren que Nuestra Señora regrese a Curitiba, recen, recen mucho y pídanle que regrese.
Cada vez que los grupos de oración piden con mucho fervor y mucha oración que Ella esté cerca, generalmente Ella retorna a esos lugares donde fue bien recibida.
Así, coloquen esto en el corazón, porque cada vez que Nuestra Señora está cerca nuestro, Ella nos libera y nos ayuda muchísimo, nos libera espiritualmente, nos ayuda internamente. Todos Sus Códigos de Luz ingresan en nuestro ser y todo lo que no pertenece a Dios, Ella se lo lleva.
Entonces, no es solo escuchar las Palabras de Nuestra Señora. Si nosotros abrimos nuestro corazón, muchos cambios, muchas mudanzas pueden acontecer en nuestras vidas. Coloquemos esto en nuestro mundo interior, para tenerlo siempre presente.
¡Muchas gracias a todos!
¡Gracias, Madre, por cuánto nos das!
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más