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Vendré, junto a Mi Hijo, a través del ocaso. A través de Mi Hijo, traeré el Nuevo Tiempo y el surgimiento de la Nueva Raza.
Ustedes son parte de Mi Matriz Universal, fueron originados a través de Mi Proyecto, del Proyecto de Mi Voluntad.
Todo lo que les he creado es para ustedes, no para que lo transgredan, no para que lo conquisten, tampoco para que lo sometan; sino para que lo reverencien, para que lo hagan sagrado, para que lo hagan bendito.
Pero esta parte de la Creación, a la cual ustedes pertenecen, es la que vive la mayor transición de estos tiempos. Mis hijos, que son Mis criaturas, quedaron ciegos y ya no Me pueden ver ni percibir.
Por eso, envío a todos los Mensajeros que están a Mi servicio eterno, al servicio del Plan del Padre, al servicio de la Creación. He enviado a la Tierra a muchos ángeles y a grandes Jerarquías para que, a través de los tiempos, la humanidad escuchara la Palabra de Dios y la cumpliera.
¿Pero, qué ha pasado, en el fin de estos tiempos, que la humanidad está sumergida en el caos?
Desde la entrega de Mi Hijo, en el Huerto Getsemaní, Él ya sabía que este tiempo llegaría para todos ustedes, para esta generación humana. Por eso, cuando les hablo que vendré a través del ocaso, es porque ese tiempo se aproxima y está muy cerca.
Pero primero, tienen que estar en comunión eterna Conmigo, por medio del Legado de los Sacramentos que Mi Hijo les enseñó con tanto Amor. Pero muchos de los Sacramentos vivieron sacrilegios, vivieron grandes ofensas e irreverencias.
Es a través de los buenos y sanos apóstoles que Mi Hijo lleva adelante Su Plan, para poder cumplir con el Plan del Padre.
No es en las grandes cosas que Me encontrarán, sino en lo que es más pequeño y simple; y ustedes, Mis criaturas, ya lo saben.
Por eso, decidí, hace mucho tiempo, nacer en un pequeño pesebre, para que el mundo comprendiera que Dios no se cree poderoso, sino que Dios es humilde y pequeño, al punto de haber nacido en un humilde lugar, en una simple gruta, para que los hombres y mujeres de la Tierra pudieran reconocer al Dios Vivo dentro de sí mismos y pudieran reerguir a esta humanidad herida y lastimada.
Pero hoy, Yo vengo con la Santísima Trinidad; con el Padre, con el Hijo y el Espíritu Santo.
Vengo, en esta Unión Trina, a decirle al mundo que aún tiene un tiempo para poder cambiar y enmendar sus errores, para arrepentirse y hacer penitencia, para liberarse de sí mismo para siempre, para poder encontrar en el cercano tiempo la llegada de Mi Hijo, el Retorno del Redentor.
Desde lo alto de esta montaña, Yo emito este Mensaje al mundo entero, para que sepan que estoy cerca de todos y que, en el silencio de Mi Presencia y de Mi Corazón, medito sobre ustedes, medito sobre los próximos tiempos que vendrán.
El hombre Me ha cambiado por el dios de las tecnologías, por el dios de las modernidades, por el dios del descarte, de la indiferencia, de la falta de amor y de hermandad.
Pero aún, mantengo firme Mi Propuesta y Mi Propósito, a través de todas las Sagradas Jerarquías que han evolucionado en este universo y en otros, y que traen al mundo un impulso interior de renovación para que, en la superficie de la Tierra, al menos exista un pequeño grupo de consciencias que represente a la Nueva Hermandad, esa Hermandad que debe surgir en este plano material, para que así los tres planos cuenten con servidores disponibles, íntegros y enteros para llevar adelante la recreación de esta Creación.
Y esto se dará a través de la entrega de los corazones, a través del servicio de las almas, a través de la disposición de los espíritus de todo este universo.
De esa forma, se acoplarán Conmigo, por medio de una gran red de luz interna, profunda e intransferible. Una red que une a consciencias, a almas y también a corazones que, aunque no estén totalmente despiertos, forman parte de esos núcleos profundos de Mi Vida Divina.
Yo les traigo, a través de este Mensaje, una oportunidad de concientización, pero también les traigo la Gracia de la Paz; porque sé que lo necesitan, porque sé que muchos de Mis hijos están lejos de Mí y no quieren escucharme, ni siquiera quieren sentirme o conocerme.
Les pido que no se queden con la imagen del Dios de la Justicia, sino con el Padre de la Misericordia. Un Padre que los conoce desde los orígenes, desde la Fuente, de lo más profundo y eterno de la Creación, de donde vinieron para poder servirme en este mundo, en este planeta que Yo les oferté con mucho Amor.
Ahora, pueden ver con sus propios ojos, en lo que han convertido esta casa sagrada, esta creación bendita, este planeta especial entre tantos planetas del universo.
No pierdan la oportunidad de concretar el Proyecto de Dios y de hacer los esfuerzos necesarios para que esto se pueda cumplir.
Pero hay una sola premisa para que eso suceda: depende de cada uno de ustedes que esto se lleve adelante. No bastarán pocas consciencias para que se pueda llevar adelante la próxima humanidad.
Deseo ardientemente, desde lo profundo de Mi Espíritu y de Mi Corazón, que muchas más almas, muchas más consciencias en este mundo, formen parte de la Nueva Raza.
Aunque el momento que están atravesando es el más difícil de todos, es el más oscuro y hasta tenebroso; Yo los invito a colocar su mirada, como estas montañas del Monte Subasio, en lo alto del horizonte desde donde viene la Luz del Sagrado Sol del Padre Eterno para poder iluminar sus caminos, para poder traer sabiduría a sus consciencias, para poder conducirlos hacia Mi Paz.
Lo que creé en el principio, desde el origen de las primeras civilizaciones, fue una Tierra rica y provechosa, una Tierra abundante, con frutos y con naturaleza, con Reinos Menores y con mucha vida, mucha vida y mucha luz. Pero Mis Hijos, las criaturas de este planeta, lo han destruido y lo siguen destruyendo.
Es así que la consciencia de este planeta, el alma de la Tierra, está de parto, pero también está gritando. Y esta Tierra, este planeta, tiembla y muestra su furia por todo lo que sus hijos le han hecho en la superficie. Es tiempo de reparar esta situación no solo con buenas acciones, sino también con consciencia, con determinación.
Yo les traigo, hijos amados, el Amor del Padre, el Amor del Hijo y el Amor del Espíritu Santo.
Yo les traigo la oportunidad de seguir un camino de obediencia, de humildad y de paz, para que puedan encontrar en este camino que Yo les ofrezco un camino de redención y de amor, un camino de renovación y de paz; porque las almas siguen el camino de la distracción, el camino que los lleva por otros senderos que no son Mis Senderos, que no son los Caminos de Mi Voluntad.
Mientras esto suceda, muchas más almas, pero muchas más almas, perderán la oportunidad de servirme, de conocerme y hasta de amarme. Por eso, el sacrificio de unos pocos representa el gran esfuerzo por aquellos que no lo hacen, por aquellos que son ignorantes, que son inconscientes, que están distraídos y que perdieron el camino hacia Mi Corazón.
Con este Mensaje, Yo les traigo, Mis criaturas, no solo un llamamiento a la concientización, sino también el despertar. No hablo de algo religioso ni tampoco espiritual, les hablo de lo más simple hasta de lo más concreto, es allí en donde se debe dar el cambio de toda la humanidad, para que el alma de la Tierra, el alma de la naturaleza, no se rebele contra ustedes.
Sean pacificadores del planeta, sean siervos de Mi Palabra, sigan los pasos que Yo les indico hacia Mi Corazón, y todo se renovará y se curará.
Yo Soy su Padre Eterno, Adonai, Emmanuel y Abba.
Recen Conmigo.
Oración: "Padre Nuestro" (dos veces).
Y, a pesar de que la barca parezca naufragar, de que la tempestad sea más fuerte que su fortaleza interior y de que los ataques de las corrientes contrarias quieran hacerlos sucumbir, no desistan porque Yo les daré el Don de la Fortaleza y de la Ciencia para saber actuar.
Mi Protección está sobre ustedes.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Queridos hijos:
Los tiempos que llegarán necesitan profundamente de la adhesión de todos para saber atravesar las etapas culminantes que colocarán a la humanidad en un nuevo camino.
Con todo esto, hijos Míos, necesito que ustedes puedan percibir la realidad de este ciclo que, lleno de desafíos y de pruebas, deberá ser colmado de la luz de sus oraciones para que en el mundo se establezca la paz.
Hijos Míos, este momento planetario necesitará cada vez más de consciencia, de rectitud y de oración para estar dentro de una protección espiritual necesaria para saber y aprender a discernir ante todos los acontecimientos que en poco tiempo se aproximarán.
Por esa razón, los Sagrados Corazones peregrinan por las diferentes naciones del mundo a fin de preparar y de alertar a todos los hijos del Padre Celestial, para retirar a las almas de la ilusión de estos tiempos, para despertar la consciencia y la fraternidad humana que contribuirá para que sientan la necesidad interior de ayudar y de cooperar con el semejante.
Queridos hijos, por ese motivo los Mensajeros Divinos también traen las gracias existentes en la Fuente Creadora de Dios para que las almas recuperen su filiación con el Padre Eterno y, sobre todo, recuerden su origen divino y espiritual, que está siendo ahogado por las influencias modernas de estos tiempos, por una distracción global.
Es así, queridos hijos, que Yo los llevo a Dios a través de Mi Corazón y los invito a reparar el Corazón del Divino Padre para que, así, Él les derrame Su Misericordia.
Hijos Míos, los llamo a tener más consciencia para que sepan tomar decisiones correctas y no precipitadas. Los llamo a encontrar la verdad a través de su amor y de su devoción a Dios y a todo Su Reino Celestial.
Yo los impulso al cambio.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Los invitamos a todos a colocarse de pie, en reverencia a nuestro Señor. En el momento en que Él aparezca, se arrodillan los que puedan, los que no puedan se sientan.
Podemos cantar.
Es así que Yo quiero ver al mundo, en reverencia y amor, reconociendo dentro de sí al Cristo interno, Aquel que nunca ha muerto, Aquel que siempre vive a través de los tiempos y de los hechos.
Yo no estoy muerto, estoy vivo en ustedes cada vez que Me lo permitan, más aún lo podré estar hasta que tengan consciencia y sabiduría de su compromiso con el Padre Celestial.
Todo lo que sucedió durante la Pasión de su Señor ya fue dicho hasta cierto grado, pero la humanidad aún desconoce los verdaderos Misterios de Dios que están guardados en el Arca de la Santa Alianza y que celan las memorias de su Maestro y Señor desde Su nacimiento hasta Su ascensión.
Pero hoy el mundo debe conocer lo que verdaderamente sucedió más allá de los hechos y por qué el propio Dios encarnó como un hombre y como una consciencia humana para darse a Sus hijos, completamente, en Misericordia y Amor.
Deben traspasar ese Misterio a través de la sintonía de sus corazones, en ese gran registro Universal de la Pasión de su Maestro y Señor.
El Señor pide tres velas para poder bendecirlas.
Y para que por medio de la luz de ellas, compañeros, este plano material, este Universo creado por el propio Dios a través de Sus ángeles, sea testigo de las revelaciones del Arca de la Santa Alianza sobre los misterios de la Pasión de su Maestro y Señor.
Los invito en este momento a que se preparen interiormente y que no sólo escuchen las palabras o que sus corazones se conmuevan.
Es necesario, compañeros, en este tiempo crucial de la humanidad, en el que millones de almas y naciones están en juego, que exista una consciencia de responsabilidad, de madurez y de adhesión a la Voluntad Divina.
Estas tres velas representarán a la Santísima Trinidad, que por medio de Su presencia inmaterial y de Su impulso divino, traerá a la Tierra la revelación de Dios.
La luz protege el Sagrado Conocimiento, enciende las esencias en la Sabiduría de Dios.
Dios necesitó entregarse al mundo, descender de Su Fuente Suprema para salvar a Sus hijos. No había otro camino. La humanidad estaba a punto de perecer y de destruirse a sí misma. La oscuridad de la consciencia humana y de todos los infiernos hubiera podido tomar el planeta, completamente, si no hubiera sucedido una intervención divina.
Por eso, la Madre de Dios fue escogida entre todas las mujeres. Y, en ese tiempo y en ese momento, Ella tuvo conocimiento de la Verdad, más allá de la encarnación del Hijo de Dios como la manifestación de la Segunda Persona de Dios, que es el Dios mismo.
Fue el Arcángel Gabriel, que antes de descender a la Tierra para encontrarse con María, pidió al Padre Celestial poder rescatar el Proyecto Genético Humano de todos los errores que las generaciones, anteriores a Mí, habían cometido por perversión y por haberse salido de la Ley.
Manténganse concentrados, porque si no, no podré continuar. Su corazón debe estar en lo que está sucediendo y no en otro lugar, porque si están aquí es porque Me buscan y porque Me llaman, es porque Me necesitan.
Lo que hoy se registra aquí no sucederá más, porque el fin de los tiempos ya está aconteciendo y el mundo deberá hacerse cargo de lo que no correspondió y por haberse salido de la Ley.
Pero, si sus corazones buscan Mi camino, a pesar de lo que ocurra, nada les sucederá porque estarán dentro de Mí, de Mi Cuerpo Místico, al vivir plenamente la Comunión Eucarística.
Fue así que el Arcángel Gabriel descendió a la Tierra, en un momento de gran tribulación y oscuridad.
Mientras las puertas de los infiernos estaban abiertas, por otro lado la Consciencia Divina, la Fuente Única, el Dios Vivo, se hizo presente a través del Arcángel Gabriel ante la divina persona de María, para expresarle y revelarle Su Voluntad.
En este momento nuestro Señor está presentando y mostrando la Anunciación de Gabriel a María y lo que sucedió en ese hecho.
Si Su "sí" no hubiera sido firme, hoy no estarían aquí, ni tampoco el mundo existiría.
Pero, aunque Dios sabía que la humanidad se salvaría por la redención del Hijo y por todo lo que Él ofreció a la humanidad, el sí de María como ser humano fue el antes y el después de la salvación del mundo y de todas las generaciones que la sucederían, desde el pueblo de Israel hasta los pueblos de hoy.
En los Pergaminos del Arca de la Santa Alianza está escrita esta historia, así como muchos otros hechos que aún ayudan espiritualmente al mundo en su redención, trayendo para las almas la renovación y la vida para poder asumir con responsabilidad el compromiso y así hacer cumplir el Plan de Dios en la Tierra.
El Ángel Gabriel sopló en María el Espíritu Santo y encarnó en Ella el Hijo de Dios.
En ese momento, algo importante sucedió, no solo María tuvo una revelación espiritual de lo que representaría el nacimiento de Cristo, es decir del propio Dios como hombre y como consciencia, sino que también fue para la humanidad un hecho importante que abrió las puertas a la redención de los hombres y al exorcismo de los infiernos.
Para que el Hijo de Dios pudiera nacer, un proyecto divino y espiritual fue pensado por el Padre, antes de que Él descendiera a la Tierra a través de la presencia de Su Amado Hijo.
La aceptación de María a la Voluntad de Dios fue el comienzo y el surgimiento de una nueva humanidad y, así, el Universo Espiritual comenzó a actuar en la Tierra, y en los planos internos todo estaba sucediendo conforme a la Voluntad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Es así, que se abrió un gran portal en la humanidad, el que todos fueron llamados para atravesarlo, inclusive aquellos que serían los enemigos de Jesús. Porque más allá del aspecto humano o del ego humano, Dios buscaba de los hombres a través de Su Hijo, la filiación con Él y el sentido de la unión interna con Su Espíritu.
Pero, en el escenario de la Pasión de Jesús, cada uno cumplió con su papel y su prueba, cada uno estuvo en el lugar que merecía estar y tuvo la oportunidad de poder aprender en el amor y de manifestar la verdad.
Ustedes ya conocen el dolor interminable de Jesús porque fue bien relatado. Ustedes aún no conocen, compañeros, lo que sucedió en los planos superiores, en donde el universo angélico actúa y obra, durante los hechos de la Pasión del Señor en los cuales las señales que allí quedaron grabadas y registradas en la consciencia del planeta, son las que hoy intervienen por la redención de la humanidad y la consagración de los hombres a la Voluntad de Dios.
Son esas señales, de los acontecimientos ocultos de su Señor, que hoy ayudan al mundo para que él se pueda redimir y convertir, así como fue previsto por el Padre.
Por eso, Mi Iglesia debe conocer estos Misterios y no negarlos, porque no quiero que Me nieguen más como Me negaron los que estuvieron Conmigo hace tanto tiempo, y hoy están, nuevamente aquí, recibiendo su última oportunidad por obra e intervención de la Gracia Divina.
Pero recordando, verdaderamente, lo que aconteció en la Pasión de su Señor, podrán recuperar lo que perdieron espiritualmente por las diferentes experiencias de la vida y por lo que aún hay que corregir en sus consciencias.
Este tiempo, que hoy Me tomo con ustedes, fue el mismo tiempo que Dios utilizó para llevar adelante la victoria de la Pasión de su Señor en la humanidad, en los planos superiores de consciencia, en donde verdaderamente todo sucedía y se manifestaba.
Por eso mi Santa Madre Me acompañó hasta el final y continuó, hasta sus últimos días en la Tierra, llevando Mi Palabra y Mi Amor al mundo por medio de la fundación de las primeras órdenes religiosas, los antepasados de los templarios, la primera congregación crística en la Tierra, que construyó el puente entre el Legado de Cristo y toda la humanidad.
Los hechos de Mi Pasión no sólo fueron hechos físicos, vistos y reescritos por varios apóstoles y por todos los que participaron en aquel tiempo de esos acontecimientos. Los propios ángeles de Dios registraron los hechos espirituales y cósmicos de la Pasión de su Señor, porque detrás de ese escenario terrestre en la Pasión de Cristo, los universos se movilizaron y grandes consciencias lumínicas se desplazaron a la Tierra para cooperar y trabajar en la redención de la humanidad y en la expulsión de Luzbel de la esfera del planeta.
Porque cuando Yo expiré en la Cruz, él fue vencido setenta y siete veces, y los infiernos se cerraron, muertos resucitaron y cantaron glorias en las calles de Jerusalén, enfermos se sanaron, almas despertaron y tomaron consciencia de porqué estar en la Tierra y de lo que vinieron a cumplir como esencias.
El Universo de Dios descendió a la humanidad, pero Él en Su Comando Mayor permitió que Sus más grandes enemigos y el ángel caído aprendieran de la victoria de la Pasión de Jesús para que esos hechos no se volvieran a repetir nunca más. Porque la fe de los creyentes de Cristo, a través de los tiempos, sería tan grande y poderosa que permitiría el reaparecimiento de su Señor en el fin de los tiempos, es decir en este tiempo actual y en este momento.
Ahora comprenden, compañeros, que forman parte de un acontecimiento pasado y de una historia que debe concluir en sus vidas con el triunfo del amor y de la verdad dentro de cada uno de sus seres, y que no deben perder una vez más la oportunidad porque ya no habrá otra, en este tiempo ni en el próximo.
Los universos se movilizaron hacia la Tierra y las fuerzas superiores entraron en este planeta con todo el poder de la Luz de Dios, para retirar del cautiverio a cuantos allí estaban hace mucho tiempo, desde Abraham hasta el presente.
Es así, que hoy ustedes están aquí, porque de alguna forma fueron retirados de ese cautiverio, de la cadena interminable de los errores, que proviene del Universo y continúa en la Tierra.
A través de los tiempos recibieron una Gracia mayor para poder, hoy, estar aquí ante Mí y muchos más esperan por esa Gracia, por esa oportunidad de estar delante de su Señor para aprender a cumplir Su Voluntad y no perder el tiempo de la Gracia Divina que esta terminando, antes que suceda el Gran Juicio Universal.
Yo los traje aquí como almas y no como personas para contarles la verdad, verdad tan semejante a la que les conté a los apóstoles en aquel tiempo.
Pero ustedes ya tienen una experiencia, un origen y un pasado, que aún está siendo redimido y transmutado por su responsabilidad para con la fe y la vida espiritual con Cristo.
No hay tiempo que perder, no hay tiempo que esperar. El conocimiento espiritual que está en los universos, aún espera para descender en el planeta y mientras ustedes mantengan su adhesión Conmigo, el Conocimiento divino llegará tan semejante a una lluvia que cae del cielo de una forma continua y permanente.
Así sus espíritus se ennoblecerán, sus almas serán exaltadas porque darán reconocimiento a la Pasión y a la muerte de su Señor, y no harán lo mismo que muchos hacen, de no dar valor a lo que Yo hice por ustedes en aquel tiempo.
Cada vez que recuerdan Mis hechos están ante una oportunidad de dar un nuevo paso en los grados de amor y de consciencia. Están asumiendo con responsabilidad el camino, apartándose de las apariencias y desilusiones del mundo, y de todos los caminos confusos y espirituales que ofrece la humanidad en este tiempo, solamente para alejarlas de Dios, a cada una de las almas que Yo convoco.
Ustedes decidieron ser Mi nuevo rebaño, para unirse a Mi viejo rebaño de la Iglesia extendida por toda la Tierra y para que, en esa fusión de amor y de hermandad, pueda prepararse la Tierra y la consciencia humana para Mi reaparecimiento físico en la humanidad, en el esperado Segundo Retorno de su Señor.
Guarden estos conocimientos como los últimos. Revivan, de tiempo en tiempo, la Sagrada Semana, para que sus vidas se tornen sagradas al tomar contacto con la aparición de su Maestro y Señor y especialmente con Su Verbo, que es el Verbo del Padre, que se pronuncia al mundo por última vez en este tiempo crucial y definitivo de la humanidad, en el que grandes decisiones deberán ser tomadas y esas decisiones de sus vidas los colocarán cerca o lejos de Mí.
Por eso, es necesaria la oración para que la tentación no prevalezca y los Códigos Divinos que Yo les entrego en cada aparición puedan producir méritos en sus consciencias y despertar nuevos frutos en sus espíritus, para que más talentos estén disponibles para su Maestro y Señor. Que Yo pueda ser la razón de su existir.
Y así, Mi Madre María dando el "sí", salvó al mundo y concedió que, por medio de Su humildad y pobreza, Su Hijo y Su Señor estuviera aquí en este día para compartir con Sus hijos los triunfos y los méritos de Dios a través de la persona de Cristo, en Divinidad y en Espíritu.
En este día, en el que el cuerpo del Señor es flagelado por el mundo, por la indiferencia de los hombres, por la desigualdad de las naciones, por el hambre de los más pobres y la falta de cura en los enfermos es que este Cuerpo dolorido es ungido por las oraciones de los que lo aman, aquellos que veneran y reconocen la Persona de Jesús como el Redentor.
Hoy vengo a anunciarles la Pasión del planeta y las agonías de la humanidad, que aún nadie ha conseguido curarlas ni aliviarlas, por ser muchas.
Por eso en su ofrenda de servicio a la humanidad y a los Reinos de la Naturaleza, por su entrega en la oración y en la vivencia de la Eucaristía, por su compromiso responsable y su adhesión a los Planes de Dios es que aliviarán el Cuerpo dolorido de su Señor y las llagas espirituales de la humanidad se cerrarán siendo ungidas por el Espíritu Santo, que todo lo renueva y todo lo cura.
En nombre de las Llagas de su Maestro y Señor y de todos Sus padecimientos, vengo a ofrecerles, compañeros, la unción y la cura espiritual de sus errores y de sus llagas internas y profundas, que solo Yo conozco de cada una de sus vidas.
Colocamos las manos en señal de recepción y nos ponemos de pie.
Nos abrimos al milagro de las Llagas de Cristo y al poder de la Luz que ellas contienen y ofrecemos nuestro amor para cicatrizar las Llagas de Jesús, para que nuestras propias llagas sean curadas de todo mal y de todo dolor.
Me colocaré sobre ustedes para ayudarlos.
Quien pueda que se arrodille y sienta en sus seres la presencia de Jesús y el poder de cada una de Sus Llagas.
Escuchamos Su Palabra y acompañamos en el silencio de nuestro corazón esta intervención divina y este momento de Gracia que nuestro Maestro y Señor concede al mundo entero por los méritos de Su Pasión y por el triunfo de Su Amor Invencible.
El Señor está esparciendo Su Luz sobre todos. Esa Luz ingresa por nuestra cabeza y llega hacia nuestro corazón, a lo más interno de nuestro espíritu, en lo más profundo de nuestra alma.
Jesús concede la cura por medio de Sus Luminosas Llagas y camina sobre ustedes irradiando Su Luz, haciéndolo también por el mundo, por los que más sufren, por los que mueren, por los que padecen las guerras, por los que son refugiados, por los que están enfermos mentalmente, por los que están presos.
Él esparce Su Luz espiritual y por medio de esa Luz, en este día de Su Pasión, Él concede la Paz y el equilibrio en todos los planos y establece así, en este viernes Santo, la comunión espiritual entre las almas y Dios, así como María Santísima vivió la comunión con el Padre, mientras gestaba a Su Hijo durante nueve meses.
Ahora Jesús encomendó a cuatro grandes ángeles que se coloquen en los cuatro puntos de la Tierra, para Él poder orar por la humanidad. Acompañaremos en nuestro silencio Su oración, sabiendo que en esta hora y en este momento estamos siendo ayudados por Su Luz Espiritual y por los méritos de Su Pasión.
Dejemos entonces que nuestro ser esté vacío, entregado y donado en comunión con Su Divinidad.
"Adonai, Fuente de la Verdad y de la Justicia, Origen de los orígenes, Océano infinito de Amor, Universo inextinguible, representación de todo lo creado, Divina Gracia manifestada, Soplo del Espíritu Universal, Poderoso Señor, Fuente de Renovación y de Amor.
Así como Tú Me concediste llegar al mundo y encarnar entre los hombres, hoy te pido Emmanuel, que surja de Tu Fuente la absolución divina para transmutar los errores de los hombres, sublimar con Tu Luz a los corazones y expurgar el mal de la Tierra para que nuevamente sea Tu Amor el que triunfe y que pueda surgir en todos Tus hijos, en todos los que afirman su fe y su confianza en Ti.
No mires los errores del mundo, la perversión de estos tiempos. Que Tu Corazón, Abba, ya no sienta más indignación y tampoco ira, sino que Tu Corazón se alegre por la alegría de Tus hijos. Que Tu Corazón se encienda en gratitud por la gratitud de Tus hijos, porque así triunfará Tu Amor y se hará justicia. Consuela a los oprimidos, así como Me consolaste a Mí en cada paso de la Pasión. Que Tu Gracia se expanda, que Tus poderes desciendan y que se cumpla hasta el fin de nuestros días Tu Voluntad, Amén".
Llevamos nuestras manos sobre el corazón. Nos podemos sentar y agradecer.
Vivan Mi Pasión como un triunfo y represéntenme en la Tierra como Mis nuevos apóstoles, aquellos que llevarán Mi Amor a la humanidad y se entregarán a los pedidos de Dios de una manera incondicional y permanente, a fin de que se cumpla Su Voluntad.
Extendiendo Mis brazos y Mis manos sobre el mundo y sobre ustedes, Yo les concedo la Paz para que nunca la pierdan de vista, para que siempre la recuerden, porque en la Paz se redimirán y en su redención alcanzarán la confianza del Padre así como el Padre confió en Su Hijo.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Repitamos ahora ante de la presencia de Jesús la oración que Él nos enseñó:
Padre Nuestro (en portugués).
Y en unidad al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, vamos a agradecer a pedido de Cristo a nuestro Padre Celestial, este día de solemnidad y de recogimiento en el Corazón de Jesús, pronunciando Sus Nombres Sagrados. Vamos a cantar los Nombres de Dios como un sólo pueblo y una sola consciencia para que el Universo descienda a la Tierra.
Gracias Señor por cuanto nos das.
En este encuentro te honramos Señor.
Y unidos a la Pasión de Nuestro Señor vamos a mantenernos en ese recogimiento, en esa unión profunda con Cristo, renovando el sacramento de la fe y vamos a agradecer a todos los que nos acompañaron a través de este medio, y después de esta transmisión, que finalizaremos ahora, en todos los Centros Marianos reviviremos la Pasión de Cristo por medio del Vía Crucis. Y seguiremos recibiendo en nuestro interior, los impulsos de Luz que Cristo dejó en el planeta.
En reverencia y en amor, agradecemos y cerramos este encuentro:
¡Gracias Padre por cuanto nos das!
Y bajo la bendición del Sagrado Corazón de Jesús, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Hoy vengo, rodeada por muchos coros de ángeles, con el fin de establecer, en este lugar y en toda esta nación, un propósito que puede ser imposible ante sus corazones y vidas.
Pero si emerge de ustedes la fe, este propósito se realizará, porque es Mi ardiente deseo de que él se cumpla en esta parte de la humanidad que necesita absolutamente del Amor de Dios para poder redimirse y volver a reencontrar el camino hacia la Luz. Camino hacia el infinito, que muchas consciencias, más allá de las presentes, perdieron en algún momento al separarse de Dios por no haber conocido la Voluntad de Su infinito Amor para cada una de sus vidas y para cada uno de los miembros de su familia.
Es así que he decidido, queridos hijos, llegar aquí, a California, para abrir un nuevo ciclo en esta humanidad muy dormida que debe despertar a Mi Amor maternal, a Mi Amor infinito, a Mi Amor purísimo que Yo tengo por cada uno de Mis hijos.
Si Yo he venido aquí, a los Estados Unidos, es porque otros hijos en el mundo crearon las condiciones espirituales y materiales para que Yo estuviera aquí, amorosamente entre ustedes, trayéndoles la paz, la paz interior que tanto necesitan para poder resucitar en la vida espiritual, al camino de redención que les ofrece Mi Hijo en estos tiempos finales. Un camino que es una preparación para cada uno de ustedes. Un camino que los llevará a la redención, a la conversión.
Y eso será posible, queridos hijos, cuando sus corazones se decidan a confiar en Mi Corazón, porque a partir de esa confianza la Obra de Dios se realizará en los corazones de Norteamérica, como también en Canadá y en Alaska. Porque allí, Yo deseo llegar algún día, para que los corazones reencuentren el Amor que perdieron, el Amor que Yo he derramado en estos últimos tiempos en Centroamérica, México, Sudamérica y Europa.
Quiero que conozcan, queridos hijos, este Amor potentísimo que es el Amor que emerge de Mi Inmaculado Corazón, que viene a apartarlos de la oscuridad que circunda en muchas mentes que gobiernan. Un Amor que viene a recordarles su filiación con el Padre Celestial, un Padre que espera pacientemente que sus hijos puedan despertar a este llamado de Mi Corazón maternal.
Es así que, en esta noche, Yo los invito, queridos hijos, a vivir el primer paso de la reconciliación con el Padre. El Padre es muy ofendido, el Padre que está en los Cielos es negado por muchos hijos de este lugar.
Esa es la razón, queridos hijos, por la que, a través de los latinoamericanos y de todos los inmigrantes que aquí viven, buscando una esperanza de vida, buscando una oportunidad de poder realizar sus proyectos, Yo los reúno con los norteamericanos como un solo pueblo, como una sola raza, como una única humanidad que surgió desde el principio de la Creación para vivir y cumplir un propósito que aún es desconocido por muchos.
Pero es a través de la grandeza de Mi Corazón Inmaculado que Yo les traigo el Amor del Cielo, el Amor que Dios ha concebido en Mi Purísimo Corazón para que las almas despierten a ese Amor profundo que conforta y cura cualquier herida o enfermedad que parezca imposible.
Por medio de esta declaración, queridos hijos, Yo le traigo a los Estados Unidos la última Gracia de Dios. Después de haber implorado a los Pies del Creador, junto a las santas mujeres que Me acompañan en esta sagrada Misión, les traigo esta oportunidad que es extraordinaria e infinita, más allá de sus vidas y corazones; porque deseo, queridos hijos, que esta Gracia pueda descender en sus corazones; porque este país necesita esta Gracia para que no pierda de vista el sagrado Propósito de Dios que aún está brillando en el horizonte del Universo Celestial y que, a través de Mis Palabras sagradas y del amor absoluto de Mi Corazón, hoy vengo a traerles a cada uno de ustedes.
Tal vez ustedes esperaban, queridos hijos, un milagro y una confirmación que pudiera mover sus vidas de lugar. Pero en verdad les digo, queridos hijos, que el verdadero milagro que Mi Hijo Me ha permitido traerles en este día es que ustedes puedan recordar el amor, puedan vivirlo, puedan practicarlo en estos tiempos por medio de obras de servicio a los que más necesitan; por medio de una oración fervorosa que pueda consagrar esta nación a Mi Inmaculado Corazón; por medio de la caridad y de la fraternidad que los haga acoger, en sus hogares y corazones, a todos los inmigrantes que llegan aquí, buscando, como ustedes, una oportunidad de sobrevivir.
Cuando todo esté por suceder, en los próximos meses que vendrán, queridos hijos, no teman, no le teman al mal, porque si Mi Corazón está en ustedes y en sus grupos de oración que deberán formarse para atraer aún más la Gracia de Dios, Yo les aseguro que una buena Madre nunca los abandonará.
Porque si Dios Me ha permitido llegar aquí, en este día y en este momento crucial para este país, Yo les vengo a implorar, queridos hijos, que no olviden la unidad entre ustedes y entre sus semejantes; porque esa unidad, queridos hijos, los llevará siempre a la paz y al descubrimiento de un amor profundo que evitará muchos conflictos sociales y nacionales.
Así prevalecerá la paz cuando cada uno de ustedes la confirme en sus corazones como el emblema, como la bandera universal para traer hacia la Tierra para establecer en este planeta una paz interior muy desconocida por todos.
Con el rosario entre Mis manos, como su Señora del Santo Rosario, así como les dije en Fátima: “Recen, queridos hijos, que la oración los transforme completamente para que los Dones del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo desciendan sobre esta parte de la humanidad y especialmente sobre los corazones que están caídos”.
A través de Mi Presencia, en este día, vengo a evitar muchas cosas que podrían precipitarse sobre este pueblo americano; porque Mi deseo profundo, queridos hijos, es que todos ustedes sean seres rescatables a los Ojos del Padre, ante Sus Tronos Celestiales, ante todos Sus ángeles y arcángeles.
Por eso, con la maternidad de Mi Corazón, queridos hijos, Yo vengo a recordarles que cada uno de ustedes cuenta con un Ángel de la Guarda que espera servirlo y ayudarlo para poder conducirlo por el camino del bien y de la hermandad. Ese es Mi deseo en este día.
Sigan escuchándome con el amor de sus corazones y la devoción de sus espíritus, porque eso ha permitido que Yo llegara aquí, en este día y en este tiempo final.
Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Yo abrí las puertas de Mi Reino en este lugar porque es a partir de aquí y a través de la devoción de sus corazones que espero llegar a toda esta nación.
A través de sus oraciones, hijos Míos, Dios Me permitió enviar a cada uno de Mis ángeles a aquellos lugares que más lo necesitan, para retirar de los abismos de la ignorancia a aquellos hijos Míos que tienen un compromiso con Dios y que llegó el momento de cumplirlo.
Yo llego a esta nación, hijos, para que aprendan a luchar por la paz y no por el establecimiento de la voluntad humana.
No vengo a pedir que luchen por otro gobierno, sino que se abran de corazón para aprender de las elecciones humanas y demostrarle al mundo que es posible convertir esas acciones cuando el corazón simplemente ora y clama por la paz.
Vengo hasta aquí para pedirles, hijos, que no permitan que haya más guerras en este mundo. No permitan que más corazones sufran por la necesidad humana de extender su poder y someter a más almas, porque llegó el momento de que la humanidad viva la unidad de unos con otros y con Dios.
Yo quiero enseñarles, hijos, a que manifiesten esa unidad en sus vidas, más allá de las religiones, de las creencias.
Quiero que aprendan a reconocer a un Único Dios, respetando las religiones de cada hermano, confiando en que cada una de ellas, cuando proclaman el amor y la unidad, los llevan a un Único Creador, que es el Creador de todas las cosas que les concede un Amor único, universal, para que despierten como Su Hijo, el potencial verdadero del corazón humano.
Todo lo que les digo no es una utopía, es una verdad para aquellos que despiertan la fe y claman al Padre, todos los días, para que puedan ser verdaderos, trascendiendo la condición humana, despertando el amor, proclamando la paz en este planeta.
Hoy, también vengo a pedirles, hijos Míos, que se unan a los Reinos de la Naturaleza, tan ultrajados por el corazón humano, maltratados para crear condiciones de que el hombre tenga más confort y más modernidades. Y no están viendo, hijos, que están matando al planeta poco a poco. Ese es el Corazón Sagrado de Dios expresado en toda la vida.
Cuando el Creador manifestó la Tierra, colocó en cada espacio, escondido en cada ser, Su perfección y el potencial de Su Amor.
No solo los seres humanos de este mundo tienen la posibilidad de manifestar el Amor Divino, sino que cada Reino, hijos, del menor al mayor, guarda ese potencial de amar que despierta cuando los corazones humanos comprenden la unidad que existe en toda la vida y comulgan de la existencia como un todo, encontrando la Presencia Divina en cada criatura de esta Tierra.
Hoy quiero despertar su consciencia a un amor superior y no solo a un amor humano.
Quiero que comprendan, hijos Míos, que para que las fronteras se disuelvan entre las naciones, deben disolverse primero en la consciencia de cada ser.
Es por eso, que hoy les enseño a comulgar con la vida, con el universo, con la Creación, para que de esa forma hagan descender la Unidad Divina sobre ustedes y sobre todo el planeta.
De la misma forma, hijos Míos, para que la paz se establezca entre las naciones y en cada corazón humano, primero deben vivir esa paz en su mundo interior, en sus hogares, en sus familias.
Antes de orar por la reconciliación entre los pueblos, culturas y religiones; reconcíliense en sus familias, reconcíliense con sus amigos, reconcilien su espíritu con Dios, porque de esa forma abrirán las puertas para que una reconciliación superior pueda acontecer.
Hoy, les digo, hijos Míos, que para consagrar a esta nación, primero consagraré sus vidas. Y, a través de sus corazones llegaré a cada espacio de esta nación como de este planeta.
A través de ustedes, consagraré a cada corazón y, junto con Mi Hijo y el Casto Corazón de San José, haré descender sobre este suelo la intercesión y la Gracia Divina, para que convierta el mal que lo abraza, que ciega y engaña al corazón humano; para que puedan ver, a partir de hoy, un nuevo horizonte delante de sus ojos, la posibilidad de una nueva vida y de un nuevo ser que está al alcance de todos ustedes.
Solo oren de corazón. Rindan sus almas ante Dios. Pídanle perdón. Pídanle que les enseñe a ser humildes y simples de corazón, para que Él entre en sus vidas y los transforme para siempre.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Por eso vengo, queridos hijos, como el gran Espíritu universal de la Paz, a consagrar almas y consciencias al Plan Divino de Dios, para que este Plan se cumpla más allá de estos hijos. Hoy, Mi mano santa, con la señal luminosa de la Cruz, consagrará a cada uno de ellos.
Que vengan aquí, los que hoy serán hijos de Mi Inmaculado Corazón. Los espero.
Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Quiero que ofrezcan esta consagración por cada ser de la nación norteamericana, generando así los méritos para que Yo pueda derramar el Perdón Celestial sobre todas las almas que no lo merecen.
De esta forma, les encomendaré, hijos, la tarea de orar por aquellos que no Me escuchan, que no Me aman, que ignoran Mi Presencia en el Cielo y en la Tierra, que no permiten que Mi Paz se establezca en el mundo.
Les pediré, hijos, que por lo menos ofrezcan un Ave María todos los días por las almas más ignorantes y más ciegas, para que sus ojos se puedan abrir a la verdadera Luz de Dios y sus almas sean liberadas de la oscuridad y de la ignorancia.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Como Señora del Santo Rosario de Fátima, quiero simbólicamente que, en esta noche de consagración, ustedes, Mis queridos hijos, coloquen sus cabezas sobre Mi pecho para sentir el palpitar de Mi Inmaculado Corazón, un Corazón que a veces está lleno de espinas y que no es aliviado por el mundo, solo por los corazones que, en confianza y amor, oran a Mi Corazón para que Él derrame su Paz y evite así la Justicia Divina en el mundo.
Hoy, en esta consagración, queridos hijos, contemplo cada una de sus almas. Con Mi mirada de Luz penetro en lo profundo de sus espíritus para traerles la cura de las heridas, la liberación de los pecados y la ascensión de sus almas, junto a Mí, al Reino del Redentor, delante de Su Trono de Luz y de la Soberanía de Su Amor.
Por la autoridad que Dios Me ha concedido, Yo los consagro, queridos hijos, a una vida de oración ardiente por la paz en el mundo, por la paz en los corazones, por el despertar de las consciencias a la verdad del Reino Celestial y por la consagración de una California pacífica y de un país que atraiga al mundo la fraternidad, la unidad y sobre todo el Amor de Dios para compartir e irradiar a toda la humanidad.
Junto a los ángeles que hoy Me acompañan, abriendo el Portal de la Paz desde el Corazón de Lys-Fátima, Yo los consagro en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Queridos hijos, que el himno de su consagración, en este momento sea escuchado por el Padre Celestial. Que así sea.
Les agradezco por responder a Mi llamado y por abrir sus corazones para recibirme aquí, en San Francisco, para toda Norteamérica.
Ave María (tres veces en inglés).
Canción: Himno de consagración de los Hijos de María.
A través de esta agua derramo Mis Gracias para sus almas, siendo mojados por el Santo Espíritu, que esparce Sus Dones en todos los corazones de Norteamérica.
Sigan cantando.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Con estas palabras que nos ha entregado María, con estos impulsos de amor que Ella depositó en cada uno de sus corazones, vamos a hacer la promesa, en este día, a Nuestra Señora de Fátima, de llevar ese Amor y esa Paz a nuestros hermanos.
Cuando las almas en el mundo se pierden; Yo les hago reencontrar el camino hacia Dios, a través de Mi Amor, y así la redención se establece en los corazones que piden Mi auxilio y en los corazones que piden por sus hermanos, para que pueda establecerse Mi Plan de Paz en toda esta humanidad.
Así, Yo le cierro la puerta a Mi adversario, quien corroe a las almas espiritualmente y las lleva a la perdición, a los obstáculos de la vida y principalmente a la ausencia del Amor.
He venido aquí, queridos hijos, para encontrarme con ustedes, bajo la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; porque la Santísima Trinidad Me ha enviado, en este ciclo y en estos tiempos, a prepararlos para lo que vendrá.
Necesito que sus corazones establezcan Mi reinado en este mundo. Necesito que cumplan, Conmigo, el Plan de Paz que el Señor tanto espera.
El mundo aún está sordo y ciego, mas sus corazones están abiertos a Mi, y ustedes saben, queridos hijos, que eso es así y que Yo necesito sus corazones para cumplir Mis designios, no importa cómo sea ni cuán imperfectos son ante los ojos del universo.
No vengo a buscar aquí su indignación, su indiferencia u omisión. Vengo a buscar aquí, de ustedes, lo que en verdad existe en lo profundo de sus seres y que es Dios. Es ese Dios que deben estar viviendo en este tiempo, por todos aquellos que no lo viven.
Recuerden, queridos hijos, que cada vez que despierten, en cada nueva mañana, deben recordar a Dios, porque Dios es olvidado en este tiempo por los corazones que no lo han comprendido ni han aceptado Su Voluntad, que no es su voluntad inferior y humana.
Yo necesito establecer aquí, queridos hijos, un Reino que es imposible en estos tiempos, pero que es posible cuando sus corazones se abren para recibir Mi llamado, cada vez que Yo lo anunció al mundo.
He venido a Cataluña a traerles el misterio de Mi Amor, como ya se los traje una vez, cuando los encontré en esta misma ciudad para renovar sus votos ante el Padre Celestial. Quisiera, queridos hijos, que esos votos se fortalecieran en este tiempo, no solamente por ustedes, sino por sus hermanos que están en este camino y también por los que no lo están y que se han olvidado de Dios, del Padre del Amor y de la Unidad.
Si el Amor y la Unidad viven entre ustedes y trabajan por ese Amor y esa Unidad, Mi Plan triunfará en esta humanidad, sin importar lo que suceda alrededor, porque Yo estaré entre ustedes para impulsarlos a caminar adelante y a seguir los Pasos de Cristo, que son los Pasos que, en este tiempo, se les ofrece dar a todos por la humanidad y el planeta.
Aún, queridos hijos, no conocen Mis dolores profundos por esta raza, por todas las almas. Aún no conocen lo que significa soportar la gravedad de estos tiempos y de una raza sumergida en su ignorancia y en su ceguera. Pero Yo, como Madre de la Bondad y de la Misericordia, abro las puertas a todos los que no lo merecen; porque la semilla crística está en ustedes y en sus hermanos, y esa semilla nunca desaparecerá y nadie la podrá borrar de su interior. Es esa semilla de la Unidad y del Amor que Yo vengo a regar, de tiempo en tiempo, con Mis oraciones, Mis palabras y Mis súplicas por ustedes ante el Padre Celestial.
Es esa semilla que nunca se podrá secar y nunca se podrá perder de la vista de todos. Es esa semilla crística que Mi adversario desconoce y le teme, porque cuando ella brota, florece y da sus frutos, es invencible.
Así, queridos hijos, hoy Yo vengo a hacerles reconocer su filiación con el Padre Celestial. Esa filiación que es única para cada uno de ustedes, que es preciosa y también misteriosa para muchos.
Considérense dignos hijos de Dios y la humanidad entera será digna hija de Dios, por los pasos que den en este tiempo hacia Mi Hijo, hacia Su Sagrado Corazón.
No les vengo a pedir, queridos hijos, lo que no Me pueden dar, sino lo que en verdad Me pueden donar desde sus corazones y vidas, en cada acto del día a día, en cada ejemplo de caridad y de bien con el semejante.
Así, queridos hijos, Yo los invito a compartir las miserias del mundo y a soportarlas Conmigo en la oración, el servicio y el sacrificio. Sé que muchos le temen al sacrificio porque piensan que sufrirán, pero Yo no les vengo a traer sufrimiento, sino la paz del Reino Celestial, vivida por los ángeles y arcángeles perpetuamente, en cada momento, en el Universo Divino y Espiritual.
Yo les abro las puertas hacia ese conocimiento sagrado que se llama Universo Celestial.
Yo quiero que sean conscientes, queridos hijos, de esta tarea tan importante en la que ustedes deben unir el Cielo y la Tierra. Así, las puertas de los infiernos de la vida se cerrarán y los corazones perderán poco a poco su ignorancia, porque los velos caerán de sus consciencias, reconocerán que se olvidaron de Dios y se animarán a retornar al Camino de Mi Hijo, que es el Camino del perdón y del amor.
Sigan adelante, a pesar de lo que suceda, y recuerden que Yo los considero Mis columnas de Luz y Paz en este mundo infiel.
Hagan triunfar Mi Corazón en sus vidas y vívanlo plenamente, porque el tiempo ya llegó y es hora de batallar por este Plan de Paz en el mundo; que cada uno construye día a día con su actitud, su pensamiento, su sentimiento y su oración. Y así, unida a ustedes y a cada uno de sus espíritus, triunfará Mi Plan y Mi adversario perderá la guerra que tanto quiere batallar.
Ya es hora, queridos hijos, de que sean portadores de Mi Paz y que la trasmitan al mundo. Esa es Mi principal tarea en estos tiempos, con ustedes y con el mundo.
Ahora coloquen en Mi Corazón Misericordioso e Inmaculado, sus intenciones; Yo abro Mi Corazón de Luz para que depositen sus súplicas, sus ruegos, sus pedidos al gran Padre Universal que los ama profundamente y nunca se olvida de ustedes.
Depositen, en el silencio de sus corazones, esas intenciones.
Ahora, extendiendo Mis brazos y aproximando Mis manos hacia ustedes, queridos hijos, rezaré por España, derramando Mi Gracia sobre ella.
“Padre Santo, soplo del Espíritu, derrama Tu Luz sobre las consciencias y que ellas nunca desanimen al buscarte, para que puedan encontrar Tu Paz y Tu Verdad.
Fortalece cada chispa de Tu Espíritu que se ha congregado en torno a Mi Corazón Inmaculado para reverenciar Tu Presencia y Tu Legado para toda esta creación.
Ángeles del Cielo, consciencias mayores, lleven a las almas por el buen camino y llenen los vacíos de Amor que muchos sienten en sus corazones.
Viertan el Espíritu Divino de Mi Hijo, para que puedan vivir en Su Sagrado Corazón y ser, en este tiempo, una estrella que todo ilumina desde el universo. Amén”.
Y así como Yo los bendigo, queridos hijos, bendigo todo lo que han traído a Mi altar, en reverencia y amor.
Bendigo esta unión que buscan con Mi Hijo todos los días, sin olvidarse de Él, que es vuestro Maestro, vuestro verdadero Amor.
Tráiganme aquí la ofrenda de la Eucaristía para que Mis ángeles la transubstancien en la verdadera materia espiritual y divina que nutre sus espíritus y consciencias.
Adonai,
Misericordia, Misericordia, Misericordia,
Redención, Redención, Redención,
para este planeta.
Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Hermanos, queremos compartir con ustedes cómo fue la Aparición, porque fue un poco, un poco no, bastante intensa.
Para que todos podamos comprender, Ella llegó como la Reina de la Paz. Cuando estaba llegando, no es usual que María muestre algo que esté realizando, una tarea espiritual que esté realizando con nosotros, con el país o con el planeta. Entonces, cuando estaba descendiendo, Ella descendió hasta aquí como si fuera una flor, una esfera de Luz con forma de flor, una rosa blanca. Cuando Ella descendió, mostró que estaba haciendo una tarea de rescate, de salvación. Y entonces, fue un impacto muy fuerte para mi consciencia, porque mostraba cómo, a través de la energía de la Gracia y de la Misericordia que Ella concibe como Madre, rescata a sus hijos. Luego Ella mostró el ejemplo de una consciencia que yo no conozco, pero mostró nítidamente quién era esa consciencia y cómo esa consciencia estaba perdida, estaba muy rodeada de fuerzas negativas del mal. Esa consciencia estaba muy perturbada, no conseguía salir de ese estado por sus propios medios, sino por una Gracia mayor.
Ella fue al encuentro de esa consciencia, en ese plano, en ese espacio espiritual y retiraba, con Sus propias manos, las fuerzas del mal de esa consciencia. El alma se liberaba y recibía un gran esplendor, una expansión de Luz. Ella llevaba al alma de esa conciencia hacia un recinto, un espacio del Reino Celestial, en donde las consciencias que son liberadas del mal por Ella y por nuestras oraciones, son colocadas allí para restaurarse, para rehabilitarse, por decirlo de alguna forma.
Y en ese momento María comenzó a mostrar muchas consciencias, de diferentes partes del planeta, que habían sido rescatadas por Ella. En ese espacio, Ella le mostraba a esa alma que tenía la semilla crística, que tenía ese talento, ese don que Cristo dejó en cada uno de nosotros cuando estuvo aquí.
En ese momento, esas almas, esas consciencias tomaron conocimiento de que en verdad ellas eran parte de Dios; que no eran parte del mal, sino que eran parte de un Plan de Amor, de un Plan de Unidad. María les hacía reconocer esto, a través de Su Amor de Madre, a las consciencias, a esas almas que no olvidaron su filiación con Dios. A pesar de lo que tengamos a nuestro alrededor, nosotros somos hijos de Dios, decía Ella.
María trajo esta enseñanza. Para mí fue muy importante, porque Ella de alguna forma nos hizo ver cómo era muy importante el poder de la oración, en este momento. No solo para nosotros, para nuestra vida espiritual, para nuestro camino, sino también para el camino de consciencias y hermanos que no conocemos, que están sumergidos en el abismo de esta Tierra, de esta ilusión, de este engaño.
Hoy Ella quería que, los que estamos aquí, tomáramos consciencia y que valoráramos cuán importante es esta tarea de oración en estos tiempos y cuánto nosotros podemos colaborar con Ella, de forma tan simple; porque oramos un Misterio y el Rosario por la Paz de los Niños en la Guerra. No fue algo tan grande, pero Ella nos muestra cómo de una forma más oculta, eso tiene un poder divino, celestial; y sabe que cuenta con nosotros como si fuéramos Sus soldados.
Entonces, quería dejarles esta experiencia, porque es muy significativa en este momento, de cómo el poder de la oración no solo nos libera, sino que también libera a nuestros hermanos y a los que más lo necesitan.
Madre María Shimani de Montserrat:
Cuando Nuestra Señora realiza un movimiento de Aparición, de acercarse al planeta y acercarse a los grupos con los que Ella cuenta, como decía el Fray; como soldados de la oración para hacer esa mediación.
Ella nos trae, cada vez, un código de Luz diferente. Si nosotros sabemos atesorarlo, si sabemos cuidarlo, ellos se multiplican dentro de nuestro interior.
En este mundo hemos olvidado que somos hijos de Dios. Somos tan imperfectos y, como decía Ella, la ilusión y el adversario nos rodean tantas veces, nos caemos tantas veces que hemos olvidado que somos verdaderamente hijos de Dios.
Hemos olvidado también lo que Dios, a través de todos los Mensajeros de todos los tiempos, Aquellos que verdaderamente canalizaban Su Palabra, nos ha enseñado que Él está dentro de nosotros y que realmente todos podemos ser canales de Su Amor, de Su Sabiduría, de Su Voluntad.
Lo que está intentando hacer Nuestra Señora es que todos nosotros recordemos esto y que cada uno, de acuerdo a su escuela evolutiva, al estado interior y espiritual en el cual está, pueda activar esa filiación de ser hijo de Dios, de ese Padre perfecto, amoroso, bondadoso, bueno que nos ama así como somos, porque somos parte de Él y solo nos pide que lo amemos, que Él sea lo más importante en nuestra vida.
María está intentando que nosotros recordemos esto. Y que, a pesar de la adversidad, de las complicaciones, de las preocupaciones, no olvidemos nunca que Él es nuestro Padre, porque desde ese momento en el cual nos unimos a Él con tanto amor, con el amor que nosotros podamos vivir, se establece una conexión que es única y que cuando nosotros oramos unidos a Dios, Él puede utilizar ese canal, esa oración, esa súplica, para salvar a otro hermano que está conectado con Él.
Hay cosas que son muy misteriosas y nosotros, que somos bastante ignorantes porque somos muy jóvenes en el proceso de la evolución, no comprendemos bien cómo una persona imperfecta, llena de defectos, llena de cosas sin resolver, podría en un instante estar unido a Dios y permitir que otra alma pueda salir de un abismo.
Cuando nosotros comenzamos a amar esos momentos y a donarnos para que esos momentos ocurran, terminamos comprendiendo de qué se trata. Pero como decía el Padre Pío, las cosas del Cielo primero tienen que ser amadas para después ser comprendidas.
Entonces, con lo poco que hicimos nosotros aquí, siendo tan pocos, Dios hace tantas cosas y Nuestra Señora también. Cada vez que uno de Sus hijos abre su corazón y se conecta con lo Alto, Ella puede derramar una Gracia sobre ese ser o sobre otro. Es algo que solo viene de Dios, de ese Amor infinito que Dios tiene y de esa Misericordia insondable que Él tiene con cada uno de nosotros.
Entonces, no podemos dar la espalda a esa posibilidad que tenemos, con nuestras familias, con nuestra raza, con nuestra nación. Ya no somos ignorantes, somos conscientes de que eso es posible. Por lo tanto, necesitamos abrirnos y donarnos para que sea una realidad para todos.
Por eso, Ella está insistiendo mucho en que nosotros recordemos que somos hijos de Dios, que somos mediadores, que somos intercesores, que no importa que seamos imperfectos porque Ella no nos quiere perfectos. Ella nos necesita así como somos, solo que podamos recordar que somos hijos de Dios y que, a través de cada uno, el Padre puede obrar.
Entonces, nosotros también los invitamos a que recuerden esto todos los días, como Ella dijo hoy. Abran los ojos y acuérdense de Dios. Hablen con Él. Díganle buenos días, Padre, ¿qué vamos hacer hoy?
De una forma simple, hagan una oración amorosamente. Oren diez cuentas antes de levantarse. Háganlo con todo el amor del mundo, para ese Padre perfecto y ofértenlo para que Él lo utilice donde sea más necesario. Así, obra un hijo de Dios, en esa simplicidad y en esa verdad.
Les damos muchas gracias por habernos acompañado. Quédense con Dios y en el Corazón de María.
¡Gracias, Madre, por cuánto nos das!
Queridos hijos:
El espíritu de la niñez será lo que deberá ser recuperado en lo profundo de la esencia de cada pequeña alma de Siria.
Es por eso que los misioneros deberán transmitir, en sus gestos y acciones, el espíritu de la verdadera alegría, con el motivo de poder reflejar en los más inocentes el sentido de estar viviendo sobre la superficie del planeta.
Así, queridos hijos, las obras de paz que serán realizadas por los misioneros de la Federación, permitirán recuperar el verdadero sentido de reencontrar el amor que está perdido y de la maternidad que nunca vivieron, por la falta de paz.
Queridos hijos, esta misión en toda Turquía intentará compenetrarse con los espacios más profundos de la consciencia espiritual de las almas, con el propósito de recuperar la dignidad y principalmente la filiación con el Padre Celestial, algo que por las acciones de la guerra fue desactivado del corazón de cada hijo Mío.
Hijos Míos, el camino que recorrerán los misioneros de la paz, los llevará a encontrar los diferentes estados de falta de paz, de amor y de justicia.
Es por eso que vuestra Madre Celeste acompañará a los misioneros para que, unidos a Mi Corazón Inmaculado, ellos puedan ser guiados directamente hacia el lugar en donde será necesario reconstruir el espíritu de la paz en el corazón humano, y especialmente reintegrarles a los más pequeños, y también a los adultos, el sentimiento de ser amados y no rechazados.
En esta hora en la cual los primeros pasos de la misión ya están siendo dados, todos son llamados, queridos hijos, a estar unidos a la esencia del propósito de esta misión humanitaria.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los guía silenciosamente,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz y Madre de los refugiados
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más