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Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Hoy vengo, rodeada por muchos coros de ángeles, con el fin de establecer, en este lugar y en toda esta nación, un propósito que puede ser imposible ante sus corazones y vidas.
Pero si emerge de ustedes la fe, este propósito se realizará, porque es Mi ardiente deseo de que él se cumpla en esta parte de la humanidad que necesita absolutamente del Amor de Dios para poder redimirse y volver a reencontrar el camino hacia la Luz. Camino hacia el infinito, que muchas consciencias, más allá de las presentes, perdieron en algún momento al separarse de Dios por no haber conocido la Voluntad de Su infinito Amor para cada una de sus vidas y para cada uno de los miembros de su familia.
Es así que he decidido, queridos hijos, llegar aquí, a California, para abrir un nuevo ciclo en esta humanidad muy dormida que debe despertar a Mi Amor maternal, a Mi Amor infinito, a Mi Amor purísimo que Yo tengo por cada uno de Mis hijos.
Si Yo he venido aquí, a los Estados Unidos, es porque otros hijos en el mundo crearon las condiciones espirituales y materiales para que Yo estuviera aquí, amorosamente entre ustedes, trayéndoles la paz, la paz interior que tanto necesitan para poder resucitar en la vida espiritual, al camino de redención que les ofrece Mi Hijo en estos tiempos finales. Un camino que es una preparación para cada uno de ustedes. Un camino que los llevará a la redención, a la conversión.
Y eso será posible, queridos hijos, cuando sus corazones se decidan a confiar en Mi Corazón, porque a partir de esa confianza la Obra de Dios se realizará en los corazones de Norteamérica, como también en Canadá y en Alaska. Porque allí, Yo deseo llegar algún día, para que los corazones reencuentren el Amor que perdieron, el Amor que Yo he derramado en estos últimos tiempos en Centroamérica, México, Sudamérica y Europa.
Quiero que conozcan, queridos hijos, este Amor potentísimo que es el Amor que emerge de Mi Inmaculado Corazón, que viene a apartarlos de la oscuridad que circunda en muchas mentes que gobiernan. Un Amor que viene a recordarles su filiación con el Padre Celestial, un Padre que espera pacientemente que sus hijos puedan despertar a este llamado de Mi Corazón maternal.
Es así que, en esta noche, Yo los invito, queridos hijos, a vivir el primer paso de la reconciliación con el Padre. El Padre es muy ofendido, el Padre que está en los Cielos es negado por muchos hijos de este lugar.
Esa es la razón, queridos hijos, por la que, a través de los latinoamericanos y de todos los inmigrantes que aquí viven, buscando una esperanza de vida, buscando una oportunidad de poder realizar sus proyectos, Yo los reúno con los norteamericanos como un solo pueblo, como una sola raza, como una única humanidad que surgió desde el principio de la Creación para vivir y cumplir un propósito que aún es desconocido por muchos.
Pero es a través de la grandeza de Mi Corazón Inmaculado que Yo les traigo el Amor del Cielo, el Amor que Dios ha concebido en Mi Purísimo Corazón para que las almas despierten a ese Amor profundo que conforta y cura cualquier herida o enfermedad que parezca imposible.
Por medio de esta declaración, queridos hijos, Yo le traigo a los Estados Unidos la última Gracia de Dios. Después de haber implorado a los Pies del Creador, junto a las santas mujeres que Me acompañan en esta sagrada Misión, les traigo esta oportunidad que es extraordinaria e infinita, más allá de sus vidas y corazones; porque deseo, queridos hijos, que esta Gracia pueda descender en sus corazones; porque este país necesita esta Gracia para que no pierda de vista el sagrado Propósito de Dios que aún está brillando en el horizonte del Universo Celestial y que, a través de Mis Palabras sagradas y del amor absoluto de Mi Corazón, hoy vengo a traerles a cada uno de ustedes.
Tal vez ustedes esperaban, queridos hijos, un milagro y una confirmación que pudiera mover sus vidas de lugar. Pero en verdad les digo, queridos hijos, que el verdadero milagro que Mi Hijo Me ha permitido traerles en este día es que ustedes puedan recordar el amor, puedan vivirlo, puedan practicarlo en estos tiempos por medio de obras de servicio a los que más necesitan; por medio de una oración fervorosa que pueda consagrar esta nación a Mi Inmaculado Corazón; por medio de la caridad y de la fraternidad que los haga acoger, en sus hogares y corazones, a todos los inmigrantes que llegan aquí, buscando, como ustedes, una oportunidad de sobrevivir.
Cuando todo esté por suceder, en los próximos meses que vendrán, queridos hijos, no teman, no le teman al mal, porque si Mi Corazón está en ustedes y en sus grupos de oración que deberán formarse para atraer aún más la Gracia de Dios, Yo les aseguro que una buena Madre nunca los abandonará.
Porque si Dios Me ha permitido llegar aquí, en este día y en este momento crucial para este país, Yo les vengo a implorar, queridos hijos, que no olviden la unidad entre ustedes y entre sus semejantes; porque esa unidad, queridos hijos, los llevará siempre a la paz y al descubrimiento de un amor profundo que evitará muchos conflictos sociales y nacionales.
Así prevalecerá la paz cuando cada uno de ustedes la confirme en sus corazones como el emblema, como la bandera universal para traer hacia la Tierra para establecer en este planeta una paz interior muy desconocida por todos.
Con el rosario entre Mis manos, como su Señora del Santo Rosario, así como les dije en Fátima: “Recen, queridos hijos, que la oración los transforme completamente para que los Dones del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo desciendan sobre esta parte de la humanidad y especialmente sobre los corazones que están caídos”.
A través de Mi Presencia, en este día, vengo a evitar muchas cosas que podrían precipitarse sobre este pueblo americano; porque Mi deseo profundo, queridos hijos, es que todos ustedes sean seres rescatables a los Ojos del Padre, ante Sus Tronos Celestiales, ante todos Sus ángeles y arcángeles.
Por eso, con la maternidad de Mi Corazón, queridos hijos, Yo vengo a recordarles que cada uno de ustedes cuenta con un Ángel de la Guarda que espera servirlo y ayudarlo para poder conducirlo por el camino del bien y de la hermandad. Ese es Mi deseo en este día.
Sigan escuchándome con el amor de sus corazones y la devoción de sus espíritus, porque eso ha permitido que Yo llegara aquí, en este día y en este tiempo final.
Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Yo abrí las puertas de Mi Reino en este lugar porque es a partir de aquí y a través de la devoción de sus corazones que espero llegar a toda esta nación.
A través de sus oraciones, hijos Míos, Dios Me permitió enviar a cada uno de Mis ángeles a aquellos lugares que más lo necesitan, para retirar de los abismos de la ignorancia a aquellos hijos Míos que tienen un compromiso con Dios y que llegó el momento de cumplirlo.
Yo llego a esta nación, hijos, para que aprendan a luchar por la paz y no por el establecimiento de la voluntad humana.
No vengo a pedir que luchen por otro gobierno, sino que se abran de corazón para aprender de las elecciones humanas y demostrarle al mundo que es posible convertir esas acciones cuando el corazón simplemente ora y clama por la paz.
Vengo hasta aquí para pedirles, hijos, que no permitan que haya más guerras en este mundo. No permitan que más corazones sufran por la necesidad humana de extender su poder y someter a más almas, porque llegó el momento de que la humanidad viva la unidad de unos con otros y con Dios.
Yo quiero enseñarles, hijos, a que manifiesten esa unidad en sus vidas, más allá de las religiones, de las creencias.
Quiero que aprendan a reconocer a un Único Dios, respetando las religiones de cada hermano, confiando en que cada una de ellas, cuando proclaman el amor y la unidad, los llevan a un Único Creador, que es el Creador de todas las cosas que les concede un Amor único, universal, para que despierten como Su Hijo, el potencial verdadero del corazón humano.
Todo lo que les digo no es una utopía, es una verdad para aquellos que despiertan la fe y claman al Padre, todos los días, para que puedan ser verdaderos, trascendiendo la condición humana, despertando el amor, proclamando la paz en este planeta.
Hoy, también vengo a pedirles, hijos Míos, que se unan a los Reinos de la Naturaleza, tan ultrajados por el corazón humano, maltratados para crear condiciones de que el hombre tenga más confort y más modernidades. Y no están viendo, hijos, que están matando al planeta poco a poco. Ese es el Corazón Sagrado de Dios expresado en toda la vida.
Cuando el Creador manifestó la Tierra, colocó en cada espacio, escondido en cada ser, Su perfección y el potencial de Su Amor.
No solo los seres humanos de este mundo tienen la posibilidad de manifestar el Amor Divino, sino que cada Reino, hijos, del menor al mayor, guarda ese potencial de amar que despierta cuando los corazones humanos comprenden la unidad que existe en toda la vida y comulgan de la existencia como un todo, encontrando la Presencia Divina en cada criatura de esta Tierra.
Hoy quiero despertar su consciencia a un amor superior y no solo a un amor humano.
Quiero que comprendan, hijos Míos, que para que las fronteras se disuelvan entre las naciones, deben disolverse primero en la consciencia de cada ser.
Es por eso, que hoy les enseño a comulgar con la vida, con el universo, con la Creación, para que de esa forma hagan descender la Unidad Divina sobre ustedes y sobre todo el planeta.
De la misma forma, hijos Míos, para que la paz se establezca entre las naciones y en cada corazón humano, primero deben vivir esa paz en su mundo interior, en sus hogares, en sus familias.
Antes de orar por la reconciliación entre los pueblos, culturas y religiones; reconcíliense en sus familias, reconcíliense con sus amigos, reconcilien su espíritu con Dios, porque de esa forma abrirán las puertas para que una reconciliación superior pueda acontecer.
Hoy, les digo, hijos Míos, que para consagrar a esta nación, primero consagraré sus vidas. Y, a través de sus corazones llegaré a cada espacio de esta nación como de este planeta.
A través de ustedes, consagraré a cada corazón y, junto con Mi Hijo y el Casto Corazón de San José, haré descender sobre este suelo la intercesión y la Gracia Divina, para que convierta el mal que lo abraza, que ciega y engaña al corazón humano; para que puedan ver, a partir de hoy, un nuevo horizonte delante de sus ojos, la posibilidad de una nueva vida y de un nuevo ser que está al alcance de todos ustedes.
Solo oren de corazón. Rindan sus almas ante Dios. Pídanle perdón. Pídanle que les enseñe a ser humildes y simples de corazón, para que Él entre en sus vidas y los transforme para siempre.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Por eso vengo, queridos hijos, como el gran Espíritu universal de la Paz, a consagrar almas y consciencias al Plan Divino de Dios, para que este Plan se cumpla más allá de estos hijos. Hoy, Mi mano santa, con la señal luminosa de la Cruz, consagrará a cada uno de ellos.
Que vengan aquí, los que hoy serán hijos de Mi Inmaculado Corazón. Los espero.
Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Quiero que ofrezcan esta consagración por cada ser de la nación norteamericana, generando así los méritos para que Yo pueda derramar el Perdón Celestial sobre todas las almas que no lo merecen.
De esta forma, les encomendaré, hijos, la tarea de orar por aquellos que no Me escuchan, que no Me aman, que ignoran Mi Presencia en el Cielo y en la Tierra, que no permiten que Mi Paz se establezca en el mundo.
Les pediré, hijos, que por lo menos ofrezcan un Ave María todos los días por las almas más ignorantes y más ciegas, para que sus ojos se puedan abrir a la verdadera Luz de Dios y sus almas sean liberadas de la oscuridad y de la ignorancia.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Como Señora del Santo Rosario de Fátima, quiero simbólicamente que, en esta noche de consagración, ustedes, Mis queridos hijos, coloquen sus cabezas sobre Mi pecho para sentir el palpitar de Mi Inmaculado Corazón, un Corazón que a veces está lleno de espinas y que no es aliviado por el mundo, solo por los corazones que, en confianza y amor, oran a Mi Corazón para que Él derrame su Paz y evite así la Justicia Divina en el mundo.
Hoy, en esta consagración, queridos hijos, contemplo cada una de sus almas. Con Mi mirada de Luz penetro en lo profundo de sus espíritus para traerles la cura de las heridas, la liberación de los pecados y la ascensión de sus almas, junto a Mí, al Reino del Redentor, delante de Su Trono de Luz y de la Soberanía de Su Amor.
Por la autoridad que Dios Me ha concedido, Yo los consagro, queridos hijos, a una vida de oración ardiente por la paz en el mundo, por la paz en los corazones, por el despertar de las consciencias a la verdad del Reino Celestial y por la consagración de una California pacífica y de un país que atraiga al mundo la fraternidad, la unidad y sobre todo el Amor de Dios para compartir e irradiar a toda la humanidad.
Junto a los ángeles que hoy Me acompañan, abriendo el Portal de la Paz desde el Corazón de Lys-Fátima, Yo los consagro en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Queridos hijos, que el himno de su consagración, en este momento sea escuchado por el Padre Celestial. Que así sea.
Les agradezco por responder a Mi llamado y por abrir sus corazones para recibirme aquí, en San Francisco, para toda Norteamérica.
Ave María (tres veces en inglés).
Canción: Himno de consagración de los Hijos de María.
A través de esta agua derramo Mis Gracias para sus almas, siendo mojados por el Santo Espíritu, que esparce Sus Dones en todos los corazones de Norteamérica.
Sigan cantando.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Con estas palabras que nos ha entregado María, con estos impulsos de amor que Ella depositó en cada uno de sus corazones, vamos a hacer la promesa, en este día, a Nuestra Señora de Fátima, de llevar ese Amor y esa Paz a nuestros hermanos.
Cuando las almas en el mundo se pierden; Yo les hago reencontrar el camino hacia Dios, a través de Mi Amor, y así la redención se establece en los corazones que piden Mi auxilio y en los corazones que piden por sus hermanos, para que pueda establecerse Mi Plan de Paz en toda esta humanidad.
Así, Yo le cierro la puerta a Mi adversario, quien corroe a las almas espiritualmente y las lleva a la perdición, a los obstáculos de la vida y principalmente a la ausencia del Amor.
He venido aquí, queridos hijos, para encontrarme con ustedes, bajo la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; porque la Santísima Trinidad Me ha enviado, en este ciclo y en estos tiempos, a prepararlos para lo que vendrá.
Necesito que sus corazones establezcan Mi reinado en este mundo. Necesito que cumplan, Conmigo, el Plan de Paz que el Señor tanto espera.
El mundo aún está sordo y ciego, mas sus corazones están abiertos a Mi, y ustedes saben, queridos hijos, que eso es así y que Yo necesito sus corazones para cumplir Mis designios, no importa cómo sea ni cuán imperfectos son ante los ojos del universo.
No vengo a buscar aquí su indignación, su indiferencia u omisión. Vengo a buscar aquí, de ustedes, lo que en verdad existe en lo profundo de sus seres y que es Dios. Es ese Dios que deben estar viviendo en este tiempo, por todos aquellos que no lo viven.
Recuerden, queridos hijos, que cada vez que despierten, en cada nueva mañana, deben recordar a Dios, porque Dios es olvidado en este tiempo por los corazones que no lo han comprendido ni han aceptado Su Voluntad, que no es su voluntad inferior y humana.
Yo necesito establecer aquí, queridos hijos, un Reino que es imposible en estos tiempos, pero que es posible cuando sus corazones se abren para recibir Mi llamado, cada vez que Yo lo anunció al mundo.
He venido a Cataluña a traerles el misterio de Mi Amor, como ya se los traje una vez, cuando los encontré en esta misma ciudad para renovar sus votos ante el Padre Celestial. Quisiera, queridos hijos, que esos votos se fortalecieran en este tiempo, no solamente por ustedes, sino por sus hermanos que están en este camino y también por los que no lo están y que se han olvidado de Dios, del Padre del Amor y de la Unidad.
Si el Amor y la Unidad viven entre ustedes y trabajan por ese Amor y esa Unidad, Mi Plan triunfará en esta humanidad, sin importar lo que suceda alrededor, porque Yo estaré entre ustedes para impulsarlos a caminar adelante y a seguir los Pasos de Cristo, que son los Pasos que, en este tiempo, se les ofrece dar a todos por la humanidad y el planeta.
Aún, queridos hijos, no conocen Mis dolores profundos por esta raza, por todas las almas. Aún no conocen lo que significa soportar la gravedad de estos tiempos y de una raza sumergida en su ignorancia y en su ceguera. Pero Yo, como Madre de la Bondad y de la Misericordia, abro las puertas a todos los que no lo merecen; porque la semilla crística está en ustedes y en sus hermanos, y esa semilla nunca desaparecerá y nadie la podrá borrar de su interior. Es esa semilla de la Unidad y del Amor que Yo vengo a regar, de tiempo en tiempo, con Mis oraciones, Mis palabras y Mis súplicas por ustedes ante el Padre Celestial.
Es esa semilla que nunca se podrá secar y nunca se podrá perder de la vista de todos. Es esa semilla crística que Mi adversario desconoce y le teme, porque cuando ella brota, florece y da sus frutos, es invencible.
Así, queridos hijos, hoy Yo vengo a hacerles reconocer su filiación con el Padre Celestial. Esa filiación que es única para cada uno de ustedes, que es preciosa y también misteriosa para muchos.
Considérense dignos hijos de Dios y la humanidad entera será digna hija de Dios, por los pasos que den en este tiempo hacia Mi Hijo, hacia Su Sagrado Corazón.
No les vengo a pedir, queridos hijos, lo que no Me pueden dar, sino lo que en verdad Me pueden donar desde sus corazones y vidas, en cada acto del día a día, en cada ejemplo de caridad y de bien con el semejante.
Así, queridos hijos, Yo los invito a compartir las miserias del mundo y a soportarlas Conmigo en la oración, el servicio y el sacrificio. Sé que muchos le temen al sacrificio porque piensan que sufrirán, pero Yo no les vengo a traer sufrimiento, sino la paz del Reino Celestial, vivida por los ángeles y arcángeles perpetuamente, en cada momento, en el Universo Divino y Espiritual.
Yo les abro las puertas hacia ese conocimiento sagrado que se llama Universo Celestial.
Yo quiero que sean conscientes, queridos hijos, de esta tarea tan importante en la que ustedes deben unir el Cielo y la Tierra. Así, las puertas de los infiernos de la vida se cerrarán y los corazones perderán poco a poco su ignorancia, porque los velos caerán de sus consciencias, reconocerán que se olvidaron de Dios y se animarán a retornar al Camino de Mi Hijo, que es el Camino del perdón y del amor.
Sigan adelante, a pesar de lo que suceda, y recuerden que Yo los considero Mis columnas de Luz y Paz en este mundo infiel.
Hagan triunfar Mi Corazón en sus vidas y vívanlo plenamente, porque el tiempo ya llegó y es hora de batallar por este Plan de Paz en el mundo; que cada uno construye día a día con su actitud, su pensamiento, su sentimiento y su oración. Y así, unida a ustedes y a cada uno de sus espíritus, triunfará Mi Plan y Mi adversario perderá la guerra que tanto quiere batallar.
Ya es hora, queridos hijos, de que sean portadores de Mi Paz y que la trasmitan al mundo. Esa es Mi principal tarea en estos tiempos, con ustedes y con el mundo.
Ahora coloquen en Mi Corazón Misericordioso e Inmaculado, sus intenciones; Yo abro Mi Corazón de Luz para que depositen sus súplicas, sus ruegos, sus pedidos al gran Padre Universal que los ama profundamente y nunca se olvida de ustedes.
Depositen, en el silencio de sus corazones, esas intenciones.
Ahora, extendiendo Mis brazos y aproximando Mis manos hacia ustedes, queridos hijos, rezaré por España, derramando Mi Gracia sobre ella.
“Padre Santo, soplo del Espíritu, derrama Tu Luz sobre las consciencias y que ellas nunca desanimen al buscarte, para que puedan encontrar Tu Paz y Tu Verdad.
Fortalece cada chispa de Tu Espíritu que se ha congregado en torno a Mi Corazón Inmaculado para reverenciar Tu Presencia y Tu Legado para toda esta creación.
Ángeles del Cielo, consciencias mayores, lleven a las almas por el buen camino y llenen los vacíos de Amor que muchos sienten en sus corazones.
Viertan el Espíritu Divino de Mi Hijo, para que puedan vivir en Su Sagrado Corazón y ser, en este tiempo, una estrella que todo ilumina desde el universo. Amén”.
Y así como Yo los bendigo, queridos hijos, bendigo todo lo que han traído a Mi altar, en reverencia y amor.
Bendigo esta unión que buscan con Mi Hijo todos los días, sin olvidarse de Él, que es vuestro Maestro, vuestro verdadero Amor.
Tráiganme aquí la ofrenda de la Eucaristía para que Mis ángeles la transubstancien en la verdadera materia espiritual y divina que nutre sus espíritus y consciencias.
Adonai,
Misericordia, Misericordia, Misericordia,
Redención, Redención, Redención,
para este planeta.
Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Hermanos, queremos compartir con ustedes cómo fue la Aparición, porque fue un poco, un poco no, bastante intensa.
Para que todos podamos comprender, Ella llegó como la Reina de la Paz. Cuando estaba llegando, no es usual que María muestre algo que esté realizando, una tarea espiritual que esté realizando con nosotros, con el país o con el planeta. Entonces, cuando estaba descendiendo, Ella descendió hasta aquí como si fuera una flor, una esfera de Luz con forma de flor, una rosa blanca. Cuando Ella descendió, mostró que estaba haciendo una tarea de rescate, de salvación. Y entonces, fue un impacto muy fuerte para mi consciencia, porque mostraba cómo, a través de la energía de la Gracia y de la Misericordia que Ella concibe como Madre, rescata a sus hijos. Luego Ella mostró el ejemplo de una consciencia que yo no conozco, pero mostró nítidamente quién era esa consciencia y cómo esa consciencia estaba perdida, estaba muy rodeada de fuerzas negativas del mal. Esa consciencia estaba muy perturbada, no conseguía salir de ese estado por sus propios medios, sino por una Gracia mayor.
Ella fue al encuentro de esa consciencia, en ese plano, en ese espacio espiritual y retiraba, con Sus propias manos, las fuerzas del mal de esa consciencia. El alma se liberaba y recibía un gran esplendor, una expansión de Luz. Ella llevaba al alma de esa conciencia hacia un recinto, un espacio del Reino Celestial, en donde las consciencias que son liberadas del mal por Ella y por nuestras oraciones, son colocadas allí para restaurarse, para rehabilitarse, por decirlo de alguna forma.
Y en ese momento María comenzó a mostrar muchas consciencias, de diferentes partes del planeta, que habían sido rescatadas por Ella. En ese espacio, Ella le mostraba a esa alma que tenía la semilla crística, que tenía ese talento, ese don que Cristo dejó en cada uno de nosotros cuando estuvo aquí.
En ese momento, esas almas, esas consciencias tomaron conocimiento de que en verdad ellas eran parte de Dios; que no eran parte del mal, sino que eran parte de un Plan de Amor, de un Plan de Unidad. María les hacía reconocer esto, a través de Su Amor de Madre, a las consciencias, a esas almas que no olvidaron su filiación con Dios. A pesar de lo que tengamos a nuestro alrededor, nosotros somos hijos de Dios, decía Ella.
María trajo esta enseñanza. Para mí fue muy importante, porque Ella de alguna forma nos hizo ver cómo era muy importante el poder de la oración, en este momento. No solo para nosotros, para nuestra vida espiritual, para nuestro camino, sino también para el camino de consciencias y hermanos que no conocemos, que están sumergidos en el abismo de esta Tierra, de esta ilusión, de este engaño.
Hoy Ella quería que, los que estamos aquí, tomáramos consciencia y que valoráramos cuán importante es esta tarea de oración en estos tiempos y cuánto nosotros podemos colaborar con Ella, de forma tan simple; porque oramos un Misterio y el Rosario por la Paz de los Niños en la Guerra. No fue algo tan grande, pero Ella nos muestra cómo de una forma más oculta, eso tiene un poder divino, celestial; y sabe que cuenta con nosotros como si fuéramos Sus soldados.
Entonces, quería dejarles esta experiencia, porque es muy significativa en este momento, de cómo el poder de la oración no solo nos libera, sino que también libera a nuestros hermanos y a los que más lo necesitan.
Madre María Shimani de Montserrat:
Cuando Nuestra Señora realiza un movimiento de Aparición, de acercarse al planeta y acercarse a los grupos con los que Ella cuenta, como decía el Fray; como soldados de la oración para hacer esa mediación.
Ella nos trae, cada vez, un código de Luz diferente. Si nosotros sabemos atesorarlo, si sabemos cuidarlo, ellos se multiplican dentro de nuestro interior.
En este mundo hemos olvidado que somos hijos de Dios. Somos tan imperfectos y, como decía Ella, la ilusión y el adversario nos rodean tantas veces, nos caemos tantas veces que hemos olvidado que somos verdaderamente hijos de Dios.
Hemos olvidado también lo que Dios, a través de todos los Mensajeros de todos los tiempos, Aquellos que verdaderamente canalizaban Su Palabra, nos ha enseñado que Él está dentro de nosotros y que realmente todos podemos ser canales de Su Amor, de Su Sabiduría, de Su Voluntad.
Lo que está intentando hacer Nuestra Señora es que todos nosotros recordemos esto y que cada uno, de acuerdo a su escuela evolutiva, al estado interior y espiritual en el cual está, pueda activar esa filiación de ser hijo de Dios, de ese Padre perfecto, amoroso, bondadoso, bueno que nos ama así como somos, porque somos parte de Él y solo nos pide que lo amemos, que Él sea lo más importante en nuestra vida.
María está intentando que nosotros recordemos esto. Y que, a pesar de la adversidad, de las complicaciones, de las preocupaciones, no olvidemos nunca que Él es nuestro Padre, porque desde ese momento en el cual nos unimos a Él con tanto amor, con el amor que nosotros podamos vivir, se establece una conexión que es única y que cuando nosotros oramos unidos a Dios, Él puede utilizar ese canal, esa oración, esa súplica, para salvar a otro hermano que está conectado con Él.
Hay cosas que son muy misteriosas y nosotros, que somos bastante ignorantes porque somos muy jóvenes en el proceso de la evolución, no comprendemos bien cómo una persona imperfecta, llena de defectos, llena de cosas sin resolver, podría en un instante estar unido a Dios y permitir que otra alma pueda salir de un abismo.
Cuando nosotros comenzamos a amar esos momentos y a donarnos para que esos momentos ocurran, terminamos comprendiendo de qué se trata. Pero como decía el Padre Pío, las cosas del Cielo primero tienen que ser amadas para después ser comprendidas.
Entonces, con lo poco que hicimos nosotros aquí, siendo tan pocos, Dios hace tantas cosas y Nuestra Señora también. Cada vez que uno de Sus hijos abre su corazón y se conecta con lo Alto, Ella puede derramar una Gracia sobre ese ser o sobre otro. Es algo que solo viene de Dios, de ese Amor infinito que Dios tiene y de esa Misericordia insondable que Él tiene con cada uno de nosotros.
Entonces, no podemos dar la espalda a esa posibilidad que tenemos, con nuestras familias, con nuestra raza, con nuestra nación. Ya no somos ignorantes, somos conscientes de que eso es posible. Por lo tanto, necesitamos abrirnos y donarnos para que sea una realidad para todos.
Por eso, Ella está insistiendo mucho en que nosotros recordemos que somos hijos de Dios, que somos mediadores, que somos intercesores, que no importa que seamos imperfectos porque Ella no nos quiere perfectos. Ella nos necesita así como somos, solo que podamos recordar que somos hijos de Dios y que, a través de cada uno, el Padre puede obrar.
Entonces, nosotros también los invitamos a que recuerden esto todos los días, como Ella dijo hoy. Abran los ojos y acuérdense de Dios. Hablen con Él. Díganle buenos días, Padre, ¿qué vamos hacer hoy?
De una forma simple, hagan una oración amorosamente. Oren diez cuentas antes de levantarse. Háganlo con todo el amor del mundo, para ese Padre perfecto y ofértenlo para que Él lo utilice donde sea más necesario. Así, obra un hijo de Dios, en esa simplicidad y en esa verdad.
Les damos muchas gracias por habernos acompañado. Quédense con Dios y en el Corazón de María.
¡Gracias, Madre, por cuánto nos das!
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más