- Inicio
- Blog
- Mensajes
- Oración por la Paz en las Naciones
- Calendario
- Oraciones
- Impulsos Diarios
- Libros publicados
- Pinturas e Imágenes
- Objetos Sagrados
- Música
- Galeria de fotos
- ¿Quiénes somos?
- Centros Marianos
- Campaña por la Paz
- Redes Sociales
- Contacto
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Contemplen hoy, hijos, en lo profundo de sus corazones todas las Gracias recibidas; en lo profundo de sus consciencias, todos los dones que les fueron entregados; en lo profundo de sus espíritus, el Propósito Divino. Contemplen hoy en el propio interior, en el universo de sus corazones, la Voluntad Perfecta de Dios para sus vidas.
El Creador aún espera que renueven y manifiesten Su Amor. El Creador aún espera que puedan trascender la dualidad humana para alcanzar un Amor Mayor. El Creador aún espera que sean capaces de pacificar el propio corazón, curar sus heridas más profundas, perdonar el pasado que aún los aflige, para ingresar en un Nuevo Tiempo.
El Creador espera atentamente que puedan tornarse pequeños y simples, que puedan tener como prioridad en sus vidas manifestar el Reino de Dios en sus pensamientos, en sus sentimientos, en sus acciones. El Creador espera que aquel Amor profundo que Él emanó en el principio de la vida pueda multiplicarse en el corazón de Sus Criaturas.
Dios, hijos, cuando creó a la humanidad y, además de ella, a todas las criaturas en el universo material, les entregó un Libro para que, con la vida, escribieran una historia. Para que pudieran manifestarla, el Creador les entregó Sus más profundos Pensamientos y Su más profundo Amor para que fueran las líneas de este Libro, líneas en las cuales caminarían y escribirían sus vidas, su historia; y el Creador escribió en este Libro la última palabra.
Cuando Dios escribió la última palabra en este Libro de la Vida, Él quiso expresarle a los seres que, a pesar del libre albedrío, a pesar de que los seres tendrían la libertad de vivir y de escribir su historia, había un propósito, una conclusión. Y ese propósito, hijos, es la renovación del Amor.
Por eso, dentro de ustedes lleven la certeza de que, a pesar de lo que acontece en el mundo y a pesar de lo que sucede dentro de los seres, esta historia tiene una palabra final, un propósito final, que le da conclusión a todo lo que las criaturas vivirán, no solo en este planeta, sino en todos los universos manifestados.
Por eso, mientras los seres experimentan y viven sobre la Tierra, el Creador sigue con Sus Ojos sobre el mundo, acompañando cada línea que es escrita en la historia de los seres humanos. Y Él conduce los pasos de aquellos que se lo permiten, para que puedan llegar más rápido a este Propósito que Él tiene para la vida.
Que sus corazones no se confundan con el poder o con la voluntad propia. Que sus corazones no se confundan con lo que Dios permite que acontezca y lo que es Su Verdadera Voluntad, porque Él les dio el libre albedrío a los seres para que pudieran experimentar, porque esta fue la elección de Sus Criaturas en el principio de la creación humana. Ellas tenían la oportunidad de vivir el Amor y de conocer el Propósito Divino desde el inicio, pero eligieron no saber, eligieron la voluntad propia antes de conocer una Voluntad Superior.
Sin embargo, hijos, en la historia de la humanidad, la voluntad humana no tiene un punto final, la voluntad humana no marca el propósito de la existencia ni la conclusión de este libro, porque la última palabra ya fue dicha.
Independientemente de la historia de las criaturas y del camino que elijan trazar, independientemente de lo que elijan escribir, el Propósito Divino siempre retornará y se expresará en la última palabra del Libro de la Vida.
Y, cuando les digo “vida”, no hablo solo de la vida en este mundo, porque esta es una pequeña parte de la vida, una parte importante y definitiva, pero no es la única. La vida es amplia, llena de misterios, de universos y dimensiones, plena de posibilidades y de oportunidades de retornar.
La vida en esta Tierra es como un trampolín que el Señor les concede para que lleguen más rápido a Su Corazón. En este mundo, todo tiene un sentido profundo de ser, sea el sufrimiento, la renuncia, la humillación, aun hasta las enfermedades; todo tiene un sentido profundo de ser y es parte de esta escuela que transforma la condición humana y, dentro de ella, transforma toda la Creación.
La condición humana guarda en sí una síntesis de la vida en todos los universos y, a través de la transformación de los seres, toda la vida se transforma y se renueva. Y esa transformación continúa más allá de la Tierra, cuando le llevan al universo y también a las dimensiones inmateriales de la vida los aprendizajes que vivieron aquí.
Les digo todo esto porque verán en el mundo situaciones incomprensibles, impensables, cosas que sus corazones jamás pensaron presenciar o experimentar; pero, dentro de ustedes, debe existir la certeza de que en la Historia de la Vida, su Creador ya escribió la última palabra.
En cada uno de ustedes se guardan las respuestas que necesitan. En cada uno de ustedes se encuentra el puente hacia el Corazón de Dios para que, en cada nuevo día, en diálogo con el Creador, puedan preguntarle al Señor lo que Él aspira a escribir en el Libro de sus vidas.
Hoy, les traigo un pequeño Lirio, que representa a la Humildad de Mi Casto Corazón. No todos lo quieren recibir, pero él está aquí. Él está disponible para los que quieran ser pequeños; él está disponible para los que no buscan los poderes de este mundo; él está disponible para los que descubrirán, a través del vacío, el Poder de Dios.
Aquí está el Lirio de la Humildad de Mi Corazón. Él está disponible para los que quieren ser y vivir la Voluntad Divina, él está disponible para los que, negando los placeres del mundo, encontrarán dentro de sí el Universo de Dios.
Aquí está el Lirio de la Humildad de Mi Corazón que los ayudará cuando estén ante situaciones incomprensibles, cuando estén ante sufrimientos impensables, cuando estén ante grandes dolores que despertarán en ustedes un grado de amor aún desconocido.
Reciban este Lirio que Yo les traigo como una Gracia que Dios Me permite concederle a la humanidad. Este es el pequeño gran tesoro de Mi Corazón, la llave primera que Me permitió retornar al Corazón de Dios y hoy venir a testimoniarle este retorno a cada uno de ustedes. Reciban este Lirio en sus corazones y sientan Mi paz.
Que vengan hasta aquí los que hoy se consagrarán como Hijos y Amigos de San José.
Traigan incienso y agua para bendecir.
Este incienso que Me ofrecen, Yo lo consagro para que los libere del pasado y de sus heridas más profundas.
Esta agua que Me ofrecen, hoy Yo la consagro para que purifique sus faltas y les conceda una nueva oportunidad de retornar a Dios, de reencontrar a Dios en el propio corazón.
Hoy, Yo los bendigo, los consagro, los renuevo y les pido, hijos, que no pierdan la esperanza de ver manifestado el Pensamiento Divino para cada una de sus vidas, para sus familias, para sus corazones.
Mi Presencia entre ustedes y lo que hoy les traigo son tan importantes que todas las interferencias [1] intentarán callar Mi Voz, pero existe algo que Yo no hablo, que solo lo hago llegar a sus vidas.
Una cosa Yo les pido: así como hoy, muchas interferencias llegarán a sus vidas; así como hoy, una gran batalla se trabará en el Cielo y en la Tierra; mas Yo les pido que no pierdan la fe, que no pierdan la esperanza, que no pierdan el ánimo y la voluntad de seguir adelante y de manifestar el Propósito Divino.
Que puedan ir más allá del sufrimiento, de las batallas y del dolor; que puedan ir más allá de las enfermedades, de las incomprensiones, de las tristezas y que siempre tengan delante de sus ojos el Libro del Creador con una última palabra escrita: el triunfo de Su Amor no solo en todo el género humano, sino en toda la Creación.
Que esta fe los anime a seguir adelante.
Que el Lirio, que hoy Yo les entregué, sea su pequeño gran tesoro para que puedan ir más allá, más allá de todas las dificultades, más allá de todas sus propias resistencias. Que puedan ir más allá y llegar al Corazón del Padre.
Y hoy Yo les dejo dos pedidos, dos últimas Voluntades que el Creador le concede a Mi Casto Corazón.
La primera de ellas es que Me ayuden a llegar a África el 19 de diciembre de este año, para que Yo esté con Mis pequeños hijos y para que, en la Natividad del Señor, una nueva esperanza también nazca en sus pequeños corazones. Así como caminé hasta Belén hasta ese humilde pesebre, para manifestar una Voluntad del Señor, caminaré hasta el corazón de África, para que en este humilde pesebre el Señor vuelva a nacer por la intercesión de los Sagrados Corazones, de forma especial por la paternidad de Mi Casto Corazón.
Y la segunda Voluntad que les pido es que, en Mi última Aparición, el próximo 19 de marzo, le den a conocer al mundo la historia que Yo les entregué, “Del Origen al Origen”, para que comprendan cómo Dios construyó el corazón humano, para que comprendan cómo se escribe la historia de la humanidad y tengan la certeza de que la última palabra ya fue escrita y que, independientemente de todo lo que acontece y de todas las experiencias vividas, esta última palabra se manifestará.
Por esos dos pedidos, Yo les agradezco, porque esta es la Voluntad de Dios.
Les dejo Mi bendición, Mi paz y Mi fortaleza.
Recuerden, hijos, que existe un puente dentro de ustedes hacia el Corazón de Dios. Nunca pierdan eso de vista. Este camino existe y está dentro de ustedes. Allí, el Creador les hablará siempre que necesiten Sus Palabras.
Yo los bendigo, les agradezco y fortalezco sus espíritus para que reencuentren la paz.
En nombre del Padre, del Hijo e del Espíritu Santo. Amén.
Para finalizar, canten el himno de su consagración, “Padre de las almas”.
[1] Se refiere a las interferencias en la transmisión, que no le permitían al público escuchar Sus Palabras.
Hijos, que sus corazones siempre mantengan el vínculo con Dios y con Su Propósito.
A pesar de todos los desafíos de este tiempo, la mayor prueba de la humanidad no serán las guerras, los conflictos, las humillaciones o los desequilibrios de la naturaleza. La mayor prueba de la humanidad será mantener vivo su vínculo con Dios, más allá de todo lo que suceda a su alrededor y dentro de ustedes mismos.
Por eso, sepan que la prioridad de sus vidas debe ser el diálogo con el Padre, la oración sincera y la unidad con el Creador, porque de allí vendrá la sabiduría, de allí vendrá la fortaleza, de allí vendrán el silencio y la palabra correcta que tanto buscan, de allí vendrá el triunfo cuando todos vean el fracaso, de allí vendrá el paso crístico cuando todos vean humillación y desprestigio, de allí vendrá el amor cuando todos tengan rencor, de allí vendrá el perdón cuando todos vean odio y temor.
Mantengan sus corazones siempre unidos a Dios, encendiendo cada nuevo día el vínculo único que, como humanidad, ustedes tienen la capacidad de vivir. Si tan solo miraran hacia adentro y colocaran sus consciencias en el centro del propio ser para hablar con Dios y escuchar Su respuesta, sabrán, hijos, por donde ir y como atravesar estos tiempos.
Ya saben que están en el Calvario de este mundo y, en el Calvario, podrán confundir sus mentes y sus corazones si no están unidos a Dios. En el Calvario, podrán ver solo sufrimiento, desavenencias, humillaciones, heridas y sacrificios; o podrán mirar y vivir cada situación a partir del centro del propio ser para que, desde allí y en unión con Dios, sean capaces de percibir la oportunidad de renovación, de reconstrucción, de cura, de perdón y de redención donde muchos no la pueden observar.
Sé que, frente a todo lo que vivirán, muchos se olvidarán de Nuestras Palabras; así como los apóstoles, cuando estaban ante el Calvario, se olvidaron de todo lo que Cristo les había dicho. Pero, a aquellos que sí pueden recordar y vivir los impulsos que les entregamos, Yo les pido que se cuiden unos a otros, que se recuerden mutuamente cómo se atraviesa el fin del fin de los tiempos y que recuerden que donde haya desequilibrio, tendrán que equilibrarlo con el amor y la entrega de sus vidas.
Todo les fue dicho y todo les fue entregado, pero no podemos vivir esta prueba por ustedes. A cada uno le cabrá redimir y transformar la condición humana dentro de sí mismo, dar el paso en dirección a la puerta estrecha e ingresar en la escuela que el Creador les ofrece. Mas tienen y siempre tendrán Mi bendición para esto.
Su padre y amigo,
San José Castísimo
Después de transmitir el Mensaje Semanal, San José celebró el Sacramento de la Eucaristía:
Cuando llegó la hora de que el Señor realizara Su oferta, Su Corazón no estaba pleno de alegría, Su Consciencia humana se angustiaba, pero Su Espíritu misteriosamente encontraba júbilo, plenitud y amor.
Para muchos, el estado humano y el estado espiritual se confunden. A veces, la consciencia humana encuentra angustia en lo mismo que el espíritu encuentra júbilo y plenitud. A veces, la conciencia humana encuentra dolor en lo mismo que el espíritu renueva el Amor de Dios.
Por eso, el Señor, trascendiendo Su condición humana, abrazó lo que sentía Su Espíritu y, a partir de allí, se sentó a la mesa con Sus apóstoles, ofreciéndoles pan y vino, ofreciéndoles Su Cuerpo y Su Sangre como el único Cordero capaz de expiar los pecados del mundo.
Sentado a la mesa con los Suyos, el Señor tomó el pan y, uniéndose profundamente a Su Espíritu, lo elevó y, sintiendo la misma oferta que viviría en la Cruz al ser elevado y crucificado, ofreció Su sí y el Padre lo aceptó, transformando esa oferta en la oferta del trigo que entregaba también el fruto de su existencia para ser transustanciado por Cristo. Fundiendo Espíritu y materia, trascendiendo la condición humana y la condición de los elementos, Cristo se transformó en el pan que partió y se entregó a los Suyos, diciéndoles: "Tomad y comed, porque este es Mi Cuerpo que será entregado por vosotros".
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
Durante toda la Cena, el Señor contemplaba a Sus compañeros y, a través de ellos, cada paso que viviría en el Calvario. Cristo sabía cómo respondería cada uno a lo que Él viviría. Contemplaba sus debilidades, su oferta, pero también contemplaba la fortaleza que surgiría de sus corazones, aun después de haberlo negado. Por eso, el Señor, aun antes de que cometieran cualquier pecado, ya los perdonaba. Sus Ojos de Compasión contemplaban los frutos de la entrega de cada apóstol, y Él solo esperaba que esos mismos apóstoles también pudieran comprender esto.
Ese Amor por Sus compañeros fortaleció el Corazón del Señor para que pudiera tomar el Cáliz y, contemplando cada gota de Sangre que sería derramada de Su Cuerpo, renovara Su oferta. Elevando el Cáliz a lo alto, así como Su Cuerpo sería elevado en la Cruz, vertiendo Sangre y Agua sobre todo el género humano, sobre toda la consciencia planetaria, Cristo renovó Su sí y el Creador lo aceptó, convirtiendo el vino en Su Sangre.
Y, aspirando ardientemente a vivir en cada ser de esta Tierra, aspirando ardientemente a que el código genético que Él vivía y experimentaba en cada célula Suya que era transformada en cada sí que Cristo daba, Él se colocó dentro del vino transformado en Sangre y se lo ofreció a Sus apóstoles, diciéndoles: "Tomad y bebed todos de él, porque esta es Mi Sangre, Sangre de la Nueva y Eterna Alianza, Sangre que será derramada por ustedes para la remisión de todos los pecados. Haced esto en Mi memoria hasta Mi Retorno al mundo".
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
Así como en aquella noche, en cada nueva Comunión, Cristo contempla a Sus compañeros. Él ya sabe, hijos, lo que cada uno de ustedes vivirá. Él ya sabe cómo responderán a cada prueba y que a veces lo negarán; pero Él espera que confíen en Su Perdón, que retornen a Su Corazón y que den testimonio de que Él habita dentro de ustedes, mucho más allá de cualquier miseria y condición humana.
Este es el tiempo y la hora, este es el Nuevo Tiempo de los Nuevos Cristos, y cada uno de ustedes que comulga del Cuerpo de Cristo, que bebe de Su Sangre y come de Su Cuerpo, es llamado a ser como Él en el Calvario de estos tiempos.
Tienen Mi bendición para esto.
Anuncien la paz y el triunfo de su Redentor en sus vidas y en toda la humanidad.
Y, para que esta Eucaristía se expanda a toda la consciencia humana, reencienda el vínculo entre los hombres y Dios, entre sus corazones y el Corazón del Creador; reafirmemos, cada uno, la propia oferta, así como Cristo lo hizo en diálogo con Dios, para que Su Voluntad se establezca en sus vidas y en todas las vidas de este mundo.
Oración: Padre Nuestro.
A pesar de no ser dignos, el Señor ya ha pronunciado Sus Palabras. Siéntanse salvos.
Yo los bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Contemplen con el corazón los ciclos de la vida y renuévense en cada nuevo ciclo, como en cada nuevo día.
No tengan miedo, hijos, por los tiempos que vendrán. Antes, estén con el corazón siempre pronto para defender de ustedes mismos la Voluntad y el Plan Divino. Si sus corazones están abiertos y sus espíritus despiertos, serán capaces de ir más allá de todas las pruebas que el planeta será llevado a vivir.
Por eso, a lo largo de los años, les enseñamos sobre el poder de la oración, de la intercesión y del servicio; porque estas son las llaves que mantienen a sus consciencias en la vibración del correcto despertar, en unidad con las Leyes Universales y sus Rayos Divinos.
Mientras mantengan sus corazones despiertos y vigilantes, sus espíritus en oración y su consciencia en servicio, siempre recibirán del Cielo las Gracias que necesitan para dar sus pasos, porque estarán alineados con la Ley y los Rayos Divinos.
Vigilen siempre para no estar distraídos con el mundo y sus tendencias, para no dejarse llevar por los ideales que hoy confunden a tantos corazones.
Mientras oren y sean humildes ante Dios, manteniendo encendido y vivo el diálogo con el Creador, siempre sabrán qué hacer, dónde estar y cuáles son los pasos que deben dar para cumplir Su Voluntad y mantenerse en Su Camino. La oración y la entrega, la humildad y el servicio serán sus escudos en este tiempo de ilusiones. A través de ellos, siempre sabrán regresar al Propósito que Dios tiene para sus vidas.
Todo ya les fue dicho, todas las Gracias ya les fueron entregadas, todos los dones que necesitan ya están latentes en lo profundo de sus corazones. Ahora, hijos, es tiempo de hacerlos emerger.
En el recogimiento de los Mensajeros Divinos, serán probados en el fuego de sus corazones, porque el mundo buscará llevarlos hacia la inercia, el vacío y la inestabilidad; pero dentro de ustedes estará la llave para ir más allá, ser y vivir la instrucción que recibieron durante tantos años. Por eso, siempre vuelvan a Nuestras Palabras y diariamente recuerden lo que ya les dijimos, allí encontrarán respuestas y fortaleza, allí encontrarán la paz.
Sean perseverantes y valientes, sean verdaderos y simples. Busquen siempre el espíritu de la paz y de la transparencia para estar en Dios.
Tienen Mi bendición para esto.
Su padre y amigo,
San José Castísimo
Después de transmitir Su Mensaje Semanal, San José consagró a nuevos Hijos y Amigos de San José:
Hoy, bendigo esta agua para que bendiga sus pequeñas vidas, limpie el pasado y sus heridas más profundas. Acojo en Mi Casto Corazón las intenciones que traen para elevarlas a Dios, sus familias, sus naciones, sus historias, para que reencuentren la paz.
Mientras la Gracia de Mi Casto Corazón toca sus vidas, oren también por las familias del mundo, para que sean siempre una red de intercesión y de cura, porque la cura que llega hasta ustedes debe permear también al mundo.
Recibirán esta unción en nombre de la humanidad, para que la cura que proviene del corazón de Aurora toque sus corazones, recorra sus células, sus espíritus, sus almas y llegue al alma de la humanidad, a la consciencia humana. Reciban el toque de esta unción como el toque de Aurora, como la respuesta a sus oraciones y el reencuentro con la paz.
Que este incienso les traiga liberación, libere las amarras más profundas que les impiden retornar a Dios, dar sus pasos en dirección al Padre Celestial. Permitan que estas amarras sean liberadas por el aroma suave de la entrega de sus vidas.
El incienso representa al alma que se rinde y se eleva al Padre. Por eso, hoy son bendecidos a través de este santo elemento que, desde los patriarcas y hasta los días de hoy, inspira a los corazones a retornar al Origen.
Hoy, Yo los bendigo y los consagro como Hijos y Amigos de Mi Casto Corazón, como almas servidoras e intercesoras ante la humanidad, el planeta y sus Reinos.
Caminen a Mi lado, así como también al lado de la Sagrada Familia. Que sus corazones ya no conozcan la soledad, el desaliento, el desamparo, porque cuando se sientan así, hijos, oren y sentirán Nuestra Presencia. Estaremos siempre a su lado.
Reciban Mi bendición, Mi Gracia y Mi paz.
Reciban de Aurora su cura y, de su verde corazón, el principio de la redención para que retomen el propósito de sus vidas y de su existencia.
En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cuando los Mensajeros de Dios ya no estén manifestando Sus Apariciones a los corazones de los hombres, será el tiempo y la hora de demostrarle al mundo que los códigos de Amor y Sabiduría de la Fuente Divina fueron depositados en sus corazones y dieron frutos.
Por eso, serán probados en el amor mutuo, en la fe, en la compasión y en la misericordia. Serán probados en la caridad y en la piedad, para que den testimonio de lo que aprendieron.
De su boca, desbordará lo que hay en sus corazones; su verbo demostrará lo que hay en su interior. Serán probados así, por la palabra y por el silencio, y el Creador los observará para que demuestren, hijos, lo que aprendieron en estos tiempos.
¿De sus bocas saldrán misericordia y compasión, piedad y verdad? Este es el tiempo de medir el verbo y el silencio, para que le demuestren al mundo lo que verdaderamente son.
Serán probados por sus acciones. De sus cuerpos, desbordará aquello de lo que está llena su consciencia; sus acciones demostrarán si fueron capaces de asimilar los códigos crísticos o si ellos están ocultos o hasta sepultados en lo profundo de la consciencia.
Hoy, hijos, las almas necesitan ejemplos de almas que sean capaces de dejar transparentar los códigos crísticos que recibieron.
¿Sus acciones serán de unidad o de separatividad?
¿Demostrarán caridad o indiferencia?
¿Demostrarán amor o destruirán con impiedad?
Sus seres serán probados en la mente y en las emociones. Sus pensamientos y sentimientos desbordarán de lo que está lleno su subconsciente.
¿Serán capaces de transmutarse a sí mismos con la fuerza de la oración y de la adoración eucarística o se dejarán envenenar con el mismo pensamiento y sentimiento colectivos que llevan a la humanidad a la destrucción de sus principios más puros?
El silencio de los Mensajeros Divinos no significará abandono, hijos, pero sí el momento de que los últimos apóstoles den testimonio de la vida crística, de la unidad por encima de los estímulos de guerra que impregnan a la consciencia humana, del amor por encima de los estímulos de odio, del perdón por encima de los estímulos de venganza y de juzgamiento.
Este será el tiempo de trascender, de adentro hacia afuera, los estímulos mundanos, el sentimiento de poder y superioridad que siempre llevó a la humanidad a la desunión y a la destrucción de su Propósito Superior.
¿Escogerán ir más allá de sus propios pensamientos y pareceres para unir y amar o vivirán los mismos errores que, de tiempo en tiempo, los llevaron a perderse como civilización? Es tiempo no solo de reflexionar, sino de vivir; es tiempo de transmitirle paz a un mundo en guerras.
De su boca se desbordará aquello de lo que esté lleno su corazón; de sus acciones desbordará aquello de lo que esté llena su consciencia; de sus pensamientos y sentimientos desbordará aquello de lo que esté lleno su subconsciente.
Por eso, oren y elévense, trasciéndanse y vivan esta prueba de la humanidad, dándole a conocer al mundo lo que recibieron en los últimos 17 años, que son impulsos crísticos de Amor y Sabiduría que deben encontrar expresión en sus vidas.
Tienen Mi bendición para esto.
Su padre y amigo,
San José Castísimo
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más