Martes, 5 de noviembre de 2019

Maratón de la Divina Misericordia
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS DURANTE LA 76.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA, EN LA CIUDAD DE BOGOTÁ, COLOMBIA, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Lo que el hombre de superficie hoy no conoce, sí lo conocieron los pueblos del pasado, porque ellos estaban en absoluto contacto con Dios. Conocían la realidad del Universo, de este sistema solar y más allá de él, sin tener herramientas físicas y sin tampoco colocar la mente para poder comprender u observar si eso era verdad o no.

¿Qué era lo que permitía a esos pueblos originarios conocer la verdad? ¿Qué es lo que los hizo perdurar a lo largo de los tiempos, antes de que llegara a América el hombre blanco?

Su cultura era la verdadera religión que vivían, porque esa cultura estaba unida al Amor de Dios y era ese Amor que les permitía a todos los pueblos conocer la Verdad y el Cosmos. De una forma simple, sencilla, ellos intentaron representar lo que vieron y reconocieron.

Pero aún la historia de la humanidad no fue completamente revelada. Por eso, anteriormente a los pueblos originarios, se abrieron en el interior de la Tierra sagrados e internos Recintos que guardaban, como un gran espejo, todo ese conocimiento mayor que fue conocido detalladamente por los pueblos del pasado. 

Esa información aún vive y vibra en esos Recintos. Es esa información y ese conocimiento que necesita la humanidad para poder volver a elevarse a la consciencia de Dios y comprender que en este tiempo han escogido al dios de las modernidades y de las tecnologías sustituyendo completamente su contacto interior con el Universo.

Por esa razón, compañeros, y a través de esta Peregrinación por la Paz, su Maestro y Señor llega a Colombia para hacerles revivir esos conocimientos sagrados de los cuales muchos formaron parte en el pasado. Es de esta forma que hoy Mis Manos retiran un velo de sus consciencias, para que su espiritualidad pueda despertar y tomen contacto con su origen y su principio.

A pesar de que muchos de los pueblos que vivieron en el pasado fueran exterminados, no fueran comprendidos ni siquiera valorados, la Jerarquía espiritual sí los reconoció y los valoró, y hoy ellos se encuentran en espíritu y en esencia no solo como cultura, sino también como hermandad dentro de esos Recintos.

Así como las guarda Colombia y todos los Andes, esa expresión de la Verdad Divina y esa profundización del conocimiento universal deben ser las bases de su apoyo para este tiempo, sobretodo, para este tiempo de transición y de tribulación.

Hoy quiero decirles, compañeros, que los pueblos de América son anteriores a Mi llegada a la Tierra. Eso fue lo que no comprendió el hombre blanco, que rechazó esa verdad, que no se sumergió en el conocimiento para poder comprenderlo y sentirlo, así como cada una de las culturas de América lo comprendió y lo sintió.

De esa forma podrán comprender hoy, compañeros, que esos pueblos son más sagrados de lo que Yo soy sagrado porque su evolución, su consciencia y despertar no solo fue medida por su unión con la naturaleza y el respeto que ellos tenían por todo lo creado, sino también, compañeros, ellos alcanzaron ese despertar y esa consciencia a través de los grados de amor que es lo que la humanidad actual necesita retomar y vivir.

Por eso, debe servir y donarse todo el tiempo porque la humanidad entera como cultura y civilización perdió los valores del pasado. Por eso, se encuentra en la situación en la cual se encuentra; por eso, las naciones viven hoy lo que viven, porque se apartaron de la sabiduría y del amor que los pueblos originarios conocieron y vivieron a través de su contacto con la Fuente Primordial.

¿Acaso en esa situación de los pueblos originarios no existe el Amor Crístico?

Claro que existe, compañeros. Por eso, ellos son tan sagrados y más sagrados de lo que Yo fui sagrado para ustedes. Porque el Padre les entregó Sus dádivas, Sus conocimientos y revelaciones así como fue con los patriarcas y los profetas.

La humanidad, a través de los tiempos, solo se localizó en la historia de Medio Oriente. ¿Pero qué fue lo que verdaderamente pasó más allá de Medio Oriente y en todos los continentes, acaso no existieron pueblos más sagrados a los que allí existieron?

Sí, existieron muchos pueblos sagrados, a lo largo y ancho de las Américas, que fueron diezmados por el hombre blanco, por la ambición del poder y de la conquista que segó completamente a sus corazones. Y al final los hizo darse cuenta que se equivocaron, más allá de todo lo que se llevaron de estas tierras sagradas, porque así como la naturaleza es sagrada, el conocimiento de los pueblos originarios es sagrado. En ellos existe un verdadero Evangelio, no como en el cristianismo. Es el Evangelio de la simplicidad, de la hermandad y de la unidad con los Reinos de la Naturaleza y de su verdadero contacto con el Universo mayor.

Por eso, Yo tuve que volver a la Tierra muchas veces, no fue la primera vez como Jesús. La humanidad siempre tuvo que ser corregida y orientada porque siempre se salió del camino de la Luz y del Amor.

Por eso, este Proyecto genético humano es tan importante para el Padre Celestial. Si América retoma sus orígenes, raíces culturales y, especialmente, su unión con el Universo, así como lo vivió en otros tiempos, muchísimas situaciones se evitarán.

No estoy diciendo que crean en Dios, sino que crean en la vida que Dios les dio; que crean en el Universo, en las galaxias, en los soles y en las estrellas que están por encima de ustedes.

Contemplen en una noche el cielo estrellado y pregúntense: ¿quién soy yo? ¿Alguna vez lo hicieron? Nunca dejen de hacerlo y el Padre les entregará Su revelación, así como Él le entregó Sus revelaciones a los pueblos sagrados. 

En todo esto, compañeros, está la unidad divina, la Presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo que los sagrados pueblos originarios comprendieron y vivieron de otra forma; por eso, fueron fuertemente rechazados y lastimados.

Y en verdad, compañeros, ¿dónde estaba la sabiduría, la verdadera sabiduría en los tiempos pasados?¿en Oriente o en Occidente? Hoy les digo la verdad, que la verdadera sabiduría estaba en el corazón de aquellos que vivían la pureza, la simplicidad, la humildad y la unión con el Padre Celestial.

Pero los pueblos originarios no fueron comprendidos no solo por su forma de vivir o por su cultura, sino también por su cosmogonía. Ellos alcanzaron niveles de la supraconsciencia, por lo que son los representantes de la Hermandad en la superficie de la Tierra y ustedes tienen la oportunidad, compañeros, de ser parte de esa Hermandad.

La vida espiritual no termina en los libros sagrados, sino en la verdadera experiencia de amor y de redención que cada uno puede vivir, como esos pueblos lo vivieron. Porque todo lo que tenían y todo lo que recibieron en aquellos tiempos, era sagrado y bendito para ellos.

La humanidad de estos tiempos perdió completamente la esencia de su cultura. Por eso, en este momento, es una necesidad para la Jerarquía que la humanidad de hoy, que se apartó del Padre y del camino de la Voluntad, pueda retornar a sus orígenes por medio de su servicio de amor a los pueblos originarios, porque sí, en ellos, encontrarán la esencia del amor a la Creación y a la vida. Y ustedes se sentirán parte, porque en la simplicidad estarán en comunión con lo Alto.

No vengo a pedirles lo imposible sino vengo a pedirles, compañeros, el ejercicio más simple de todos los ejercicios: es siempre colocarse en el amor y en la Hermandad de Dios, para que puedan reencontrar todo el tiempo el sentido de estar aquí en este planeta y saber que esta vida material no termina aquí, que la verdadera vida que es interna y espiritual, álmica y profunda, sigue su camino y su trayectoria así como los pueblos lo siguieron, en total confianza y en unión a la Creación.

Yo vengo a hacer revivir en Colombia esos valores para que la vida superficial y mezquina pueda terminar y sientan en sus corazones la necesidad de volver a Dios; porque será importante en este tiempo, así como lo hicieron los pueblos originarios, el buscar siempre el contacto interno con el Universo. Porque los tiempos están difíciles y más difíciles estarán; su única salida será el contacto interno con lo Mayor, con lo infinito, con la Fuente, con lo inmaterial, así como lo vivieron los pueblos originarios.

No permitan que sus raíces originales sean borradas de sus conciencias, vivan con amor y alegría lo que alcanzaron a lo largo de los tiempos, que viene de la vida del espíritu y de la unión con el Universo y así, compañeros, en nombre de toda la humanidad, estarán dentro de la vida universal así como lo está la Jerarquía.

Por eso a través de las palabras, de las enseñanzas y especialmente del amor, vengo a depositar en Colombia y a reintegrar en la consciencia de su pueblo, la oportunidad y especialmente la Gracia, de revivir esos valores culturales y espirituales que los sagrados pueblos de los Andes dejaron plasmado en la consciencia del éter de este lugar.

Esta será la oportunidad única de retomar el camino hacia el infinito y hacia el Universo y de sentirse parte del macrocosmos. Así, sus estrellas internas brillarán y, algún día, esas estrellas se convertirán en soles fugaces que iluminarán el fin de los tiempos, los tiempos de oscuridad y los tiempos de tribulación. Y la verdadera esencia divina en el centro de cada ser emergerá como una única consciencia, profundamente unida al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Y así harán valer Mi Iglesia Celestial, la que viene en auxilio de los hombres y mujeres de la Tierra y también de la Iglesia que está en la superficie de la Tierra, muy ultrajada y dolorida por sus propios integrantes.

Vengo a reencender los valores que los conquistadores y la Iglesia no conoció, que rechazaron, que repudiaron, que no reconocieron en los hombres y mujeres más simples de este planeta, que vivieron a lo largo de los Andes, en un profundo contacto interior con la Creación y con la Hermandad Divina.

Es tiempo de que las puertas a la Verdad se abran y que descubran el verdadero cristianismo que está basado en la esencia de Mi Amor, que está presente como una semilla de luz en el corazón de los que creen para que así se cumpla la Divina Voluntad.

Colombia hoy es encendida por la luz de Guatavita y de sus antepasados. Unidos esencialmente, a ustedes, rezan por ustedes y por su pueblo, en este mismo momento, implorando a Dios por Su Misericordia y Su Gracia y para que la Fuente insondable de Su Sabiduría haga reconocer a los corazones que perdieron el camino por la distracción de la ilusión mundial y que es hora de retomar el camino hacia el origen.

Unidos en amor y en esencia a todas esas consciencias sagradas y benditas que hicieron valer en la superficie de la Tierra los conocimientos de Dios y que muchos, pero muchos de ellos, se convirtieron en ese conocimiento vivo del Padre, hoy aspiro profundamente a que Colombia y todas las naciones hermanas de los Andes puedan reencender en su corazón estos valores divinos e internos que les permitirán estar en hermandad y lejos del caos de estos tiempos, para que se establezca a través de ustedes no solo la Fuente de la paz universal, sino también la Fuente de la armonía, la que curará a los corazones heridos.

Ante este escenario, ante esta coyuntura, celebraremos la Eucaristía y, por medio de ella, la reintegración en sus consciencias y espíritus de esos valores divinos, conocimientos sagrados que los pueblos originarios vivieron en nombre de la humanidad. Amén.

Cuando el hombre de superficie pueda sentir como siente el Reino mineral, como siente el Reino vegetal, como siente el Reino animal y así como siente el Reino dévico y elemental, podrá abrir su corazón a la pureza y comprender que no todo lo que lo rodea es comestible, sino que es sagrado y bendito.

Elevaremos en este momento nuestras ofertas al Universo.

Los invitamos a colocarse de pie para esta consagración de la Eucaristía.

Siéntanse en este momento, no solo dentro de una ceremonia espiritual con Mi misericordioso Corazón, sino también siéntanse partícipes dentro de una ceremonia sagrada como los pueblos originarios lo vivieron para adorar y alabar a Dios.

Este es un momento de renovación de votos, este es un momento de asumir el compromiso y es el momento de ver la verdad que puede despertar en cada corazón que cree en la realidad divina.

Elevaremos al Padre nuestras intenciones, abriremos nuestros corazones a Su Voluntad, así como los pueblos originarios abrieron sus consciencias para el conocimiento universal.

Cada uno, en el silencio de su corazón, realiza en este momento ese ejercicio de perdón y de reconciliación con el pasado para que en este presente seamos renovados por la Compasión de Dios, expresión infinita de Su Misericordia.

Los invitamos a aquellos que puedan a arrodillarse para esta consagración.

Revivimos en este momento, el legado de Amor que Cristo nos dejó a través de la institución de la Eucaristía.

Y como si fuera en aquel tiempo, ingresamos en la Última Cena y ofrecemos nuestros seres, nuestras vidas en honor al Amor de Dios y así nos renovamos, nos reconciliamos y nos unimos a la Fuente del Padre.

Jesús cuando estaba reunido con Sus apóstoles, Él tomó el pan, lo elevó y dio gracias al Padre por el sacrificio y la entrega que viviría. El pan fue bendecido. Enseguida Él lo entregó a Sus apóstoles diciéndoles: "Tomen y coman todos de Él, porque este es Mi Cuerpo que será entregado por los hombres para el perdón de los pecados".

Oración: Te alabamos Señor y te bendecimos (se repite tres veces). Amén. 

Enseguida Cristo tomó el Cáliz entre Sus manos, lo elevó para que fuera bendecido y reafirmó dentro de Su Ser la entrega y el sacrificio que haría por cada uno de nosotros. Luego de ser bendecido lo entregó a Sus apóstoles diciéndoles: "Tomen y beban, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la nueva alianza que será derramada por Su Redentor para el perdón de las faltas. Hagan esto, siempre en memoria Mía".

Oración: Te alabamos Señor y te bendecimos (se repite tres veces). Amén. 

En el Monte de las Bienaventuranzas, reunido con la multitud, nuestro Señor nos enseñó la oración más simple pero más profunda que existe, el Padrenuestro. En unión al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo oraremos esa oración para terminar de consumar la consagración.

Oración: Padrenuestro. 

Nos podemos poner de pie.

Yo siempre les doy la Paz para que la vivan y la multipliquen en los corazones que no tienen nada, que viven en la soledad y en la incertidumbre, para que la paz que ustedes puedan propagar los haga renovar a todos sus hermanos, bajo el impulso del amor y de la esperanza.

Ahora sí, llegó para Su Maestro y Señor un momento especial porque ahora sus almas fueron reconsagradas a la Voluntad de Dios y con ese fin y esa causa, extenderé esta consagración, así como lo hice con los elementos, pero hoy consagraré a nuevas servidoras Mías que se comprometerán a ser el auxilio a través de los altares para aquellos que buscan la Paz y la Misericordia de Dios.

Traigan los anillos, los velos y el aceite para ungir.

Señor del Universo, Tú que concedes la oportunidad y la Gracia infinita de que todos te puedan amar, hoy Me ofrezco como Tu instrumento, como Tu amado Hijo e intercesor de las almas para que, por medio de la Misericordia alcanzada en el momento que expiré en la Cruz, las almas reciban la Gracia de siempre poder reconocerte y servirte por la eternidad. Amén.

Cubre a estas hijas Mías con el manto de Mi Madre Celestial para que siempre recuerden Su pureza original y la oportunidad de donarse enteramente, como Mi Madre se dona por cada uno de Sus hijos. Amén.

Así como las santas mujeres ungieron Mi Cuerpo herido y flagelado, hoy unjo con este aceite a las que siempre pertenecieron a Mí y que retornarán a Mí en servicio incondicional. Amén.

Yo reconozco en los más simples la Verdad de Dios.

Hoy tu nombre será Nazarena.

Tu nombre hoy será María del Renacimiento.

Tu nombre será Victoria de la Cruz.

La Sangre de Cristo, el Cuerpo de Cristo (a cada una).

Vamos a despedir a nuestro Maestro llevando el impulso de Su amor en nuestro corazón y en fraternidad nos daremos el saludo de la paz.

Podemos saludarnos.