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Cuando Mi Hijo tuvo entre Sus Manos el Cáliz Espiritual, en el Huerto Getsemaní, Su Corazón no dudó ni cuestionó los Planes que el Padre Celestial le ofrecía. La obediencia era el emblema de Cristo en ese momento, así como Su total rendición para poder liberar los pecados del mundo.
Por eso, cuando delante de ti hay algo aparentemente desconocido que no puedes controlar o modificar, es una señal de que son necesarias una rendición y una absoluta confianza en que la Sagrada Mano de Dios está por encima de todo y de que todo cambio o porvenir, que se presenten conforme Dios lo determina, siempre serán prometedores y renovarán la vida.
Por eso hoy, ante el Cáliz Espiritual del Huerto Getsemaní, renueva tus votos en Cristo y permítele que te transforme, pero que te transforme de verdad, sin reservarte nada, absolutamente nada en tu consciencia; porque si no eres honesto contigo mismo, ¿dónde Dios depositará Sus Tesoros Internos?
Hoy, el mundo necesita no solo de buenas y generosas personas, sino también de personas y sobre todo de corazones honestos, menos egoístas, porque el Reino de los Cielos descendió a la Tierra a través de la Pasión de Jesús.
Nunca podrías imaginar a Cristo debatiendo con Su Padre. Nunca eso hubiera sido posible porque la propia encarnación de Jesús ya era la resignación misma, la total confianza de que había un Plan por cumplir y por concretar.
Por eso, en este momento, no te olvides de todo lo agradecido que debes ser con la vida, principalmente con el Padre Eterno que te coloca sobre Su Mano y te guarda en Su Humilde Corazón para que camines libre a través de la fe.
No permitas que la ingratitud, que vive el mundo, te ciegue. No permitas que nadie más, ni siquiera tú mismo, sea indiferente en la vida.
Deja que el Santo Espíritu, en este día, te gobierne y haga de tu consciencia un instrumento reparado por las Manos de Mi Hijo.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Un alma, que temía la Justicia de Dios, oraba y clamaba constantemente por Misericordia y un día, sintiendo que el ciclo de esa Justicia había llegado al mundo, le cuestionó al Señor, diciéndole: “Señor, Tú que eres el Dios del Amor, de la Gracia y de la Misericordia, capaz de entregarte en la Cruz por la salvación del mundo, explícame entonces lo que es la Justicia y cómo un Dios de Amor puede actuar con Justicia sobre Sus hijos”.
Y, mirando a esa alma con paz, el Señor le respondió: “Alma amada, que ignoras el verdadero sentido de Mi Justicia Divina, la Justicia de Mi Corazón es una Ley, impregnada de un amor tan grande como la Divina Misericordia. Mientras la Misericordia eleva a los que están ciegos y les concede lo mejor de Mi Reino, aun a los ignorantes, Mi Justicia primero les lava sus ojos, se los abre y hace que las almas sean conscientes de todo cuanto Yo ya les entregué.
Después de derramar Misericordia sobre los corazones y verlos aún sumergidos en la indiferencia, en la ingratitud y en la inconsciencia, Mi Espíritu vierte sobre ellos la Justicia. Y la Justicia es un rayo de Amor de Mi Corazón que estremece a las almas y derriba sus ilusiones más arraigadas, para que así puedan percibir la verdad y se arrepientan.
Lo que causa sufrimiento en las almas no es Mi Justicia, sino su propia ignorancia, porque perciben que estaban afirmadas en bases de arena, mientras que Yo les ofrecí tantas veces la roca de Mi Corazón. La Justicia, alma pequeña, es parte de Mi Amor, para que ninguno de Mis hijos permanezca en el mundo sin despertar y sin percibir lo que realmente es y cuál es el camino que debe recorrer.
Por eso, ante la Justicia, no sufras, sino solo ora para que esta nueva oportunidad, que llega a través de la Ley de la Justicia, no pase también en vano por las almas ignorantes, y que ellas puedan hacer de esta corrección divina el primer paso para enderezar sus caminos”.
Que este diálogo les enseñe, hijos, a amar a Dios, a Su Misericordia y a Su Justicia, y a comprender que la acción de las Leyes es justa y colmada de un celestial amor por las almas.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Novena al Sagrado Corazón Espinado de Jesús
Quinto día
Retira, hijo Mío, la espina dolorosa de la ingratitud de los hombres.
Después de todo el auxilio que recibieron a través de la Pasión y de la Muerte del Señor, la humanidad en este tiempo es muy ingrata Conmigo.
Alíviame completamente de esta pena y por medio de tu fervorosa oración retira de Mi Corazón esa flageladora espina.
Pídele al Padre Eterno que, por el Nacimiento y por la Muerte de Su Hijo, tenga piedad y misericordia por todas las almas que, a través de los tiempos, se olvidaron de agradecer y de reconocer que la Divina Providencia es perfecta para todos, tanto en la abundancia como en la carencia de algo.
Ahora, delante de esta revelación, reconoce tus posibles faltas y aquellos momentos en que no tuviste gratitud con la Providencia y cuantas veces pensaste, sentiste desprecio, o incluso rechazo, por lo que el Universo te colocaba como prueba o como instrumento.
La gratitud de las almas debe estar presente en todo. Un alma que no expresa ni vive la gratitud es como un alma perdida, desorientada en un vasto desierto, que, moribunda, siente mucha sed.
La gratitud por todo lo recibido se perdió completamente de la consciencia de la humanidad. Por esa razón, la espina de la ingratitud lastima mucho a Mi Sagrado Corazón, porque sé que las almas no tienen consciencia ni discernimiento sobre lo que están expresando como ingratitud.
¡Cuántos fueron beneficiados por la Suprema Providencia y hoy se dan el gusto de desmentir Mi Obra y de vivir una vida superflua como si nunca Me hubieran conocido!, ¡y todavía siguen creyendo que están en Mí!
¡Pobres de esas almas! ¿Qué será de ellas en poco tiempo?, ¿alguien lo sabe?
Por eso, alegra Mi Corazón con la gratitud de tu corazón, porque eso vale más que muchos conocimientos, que muchas habilidades o destrezas.
La gratitud es la puerta directa hacia el Amor de Mi Corazón.
¡Les agradezco por guardar Mis Palabras en el corazón!
Los bendice,
Vuestro Maestro, Cristo Jesús
Reza en estos tiempos por tus enemigos, por los que una vez estuvieron sosteniendo el mismo estandarte que tú y pronunciaron la misma fe que la tuya, pero luego dieron las espaldas con sus rebeldías y falsos comentarios.
Reza, como lo hizo Mi Hijo hasta en lo alto de la Cruz, y pide perdón por los que ofenden a Dios con sus palabras y calumnias.
Reza por todos los que no aman de verdad la Voluntad de Dios, así como ella se muestra, para que la gracia que una vez recibieron no caiga sobre sus cabezas como una lluvia de incesante justicia.
Reza, hijo, porque el tiempo final está llegando y los lamentadores serán más que los felices. Lo verás con tus propios ojos.
Reza, hijo, por los que repudian a Cristo sin consciencia y con gran ignorancia, por los que lo rechazan a través de la Obra de Amor que Él en estos tiempos realiza y que no es aceptada por los ingratos.
Reza por los que creen tener seguridad de su salvación y por los que piensan, hasta los días de hoy, que después de sus mentiras y engaños, especialmente los que estaban antes dentro de esta Obra, saldrán victoriosamente ganando.
¡Ay de ellos, pobres almas miserables, no quisiera recordar lo que les espera!
Reza, reza mucho, porque la oración siempre hará milagros y todo pasará.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Primer Mensaje
Mi Silencio habla de la verdad de estos tiempos.
Mi Silencio les recuerda el momento de Mi pasaje por el Huerto Getsemaní y la hora durísima de la agonía; momento en el cual Dios Me reveló la verdad y Me la hizo conocer profundamente, para que no solo Mi Corazón se preparara, sino también para que Mi Espíritu se preparara para los tiempos que llegarían después de Mi Ascensión a los Cielos.
Estamos en la hora de esa gran verdad. Estamos ante la revelación de ese momento crucial que llega al mundo para poder mostrarle su realidad y así salir de la ceguera.
Hoy, su Maestro y Señor carga con las ingratitudes del mundo y con todas las ofensas que los corazones en estos tiempos cometen, en su profunda ignorancia.
Es un sentimiento inexplicable, es una sensación inextinguible, es un dolor grande para poder soportar y, sobre todo, para llevarlo dentro de Mi Corazón.
Por eso vengo a pedirle al mundo y a los que creen en Mí, la adoración reparadora, durante cinco minutos, a fin de que el Corazón del Señor sea consolado de las ofensas que recibió y de las ingratitudes que sintió de todos los que una vez estuvieron a Mi lado, pero que el engañador del mundo apartó de Mí, por diferentes razones.
No es este el mensaje que hoy les traía para su conocimiento e instrucción, pero el Salvador de los hombres debe llegar hasta el final, hasta la última alma, hasta el último rincón del mundo para dar auxilio a los que más necesitan, especialmente a los que viven en su ignorancia o en su indiferencia.
En la adoración reparadora de los cinco minutos podrán consolar a su Maestro y Señor, de muchísimos sentimientos y actitudes ofensivas que Me envían las almas de la Tierra por diferentes caminos y a través de diferentes acciones.
He aquí el Corazón que aún sufre por el mundo y por los que le dan las espaldas al Redentor de Universo, dejando de corresponderle como Él lo necesita, como Él lo ha pensado y como el Padre Celestial lo ha propuesto.
Pero los que siguen Conmigo que no se amedrenten; reparen el Corazón doloroso del amadísimo Señor a fin de que los siete principales sentimientos que ofenden a Dios sean transmutados y reparados por el poder misericordioso de Mi Corazón y por las adoraciones que las almas Me ofrezcan tan solo por cinco minutos.
Así repararán el Corazón del Hijo y, en consecuencia, repararán el Corazón del Padre. Repararán el Corazón de Cristo por los sentimientos de indiferencia, por los sentimientos de ingratitud, por el sentimiento de negación, por el sentimiento de cobardía, por el sentimiento de negligencia, por la falta de fe y, especialmente, por el sentimiento de desamor hacia las Obras de Dios y a su cumplimiento en la Tierra.
Por esos siete sentimientos adorarán el Corazón Eucarístico del Señor del Universo y ofrecerán reparación a fin de que las almas no se sigan confundiendo a sí mismas.
Y aunque el rebaño esté agitado y el lobo feroz esté a su acecho, el Pastor del Universo no retrocederá. No retrocederá porque Él vendrá a salvarlos, Él vendrá a mostrarles el camino y la Luz ante las tinieblas.
Compañeros, llegó el tiempo de la definición.
La cruz de este tiempo es muy pesada y quien en verdad no esté Conmigo no podrá cargarla por más que lo intente, por más que lo quiera hacer.
Quien no está Conmigo no está en el amor y podría no saberlo.
Por eso, imploren a Dios con arrepentimiento de corazón, para que la humildad les sea concedida y sus corazones se purifiquen, ante las venganzas que el adversario emitirá en el fin de estos tiempos contra los seguidores de Cristo.
Si no hay amor, nada se podrá resolver. No bastarán las palabras. No bastarán los comentarios ni los juicios de valor. Necesito que sean Mi ejemplo vivo en la Tierra, por más que nunca lo consigan. Deberán espejar Mi Presencia para que Mi Corazón sea glorificado en los confines de la Tierra.
Ha llegado el momento de no engañarse más y de no permitir ser engañado, porque muchos vendrán en Mi nombre y afirmarán que otros son los caminos, y muchos lo creerán.
Por eso, sumérjanse en Mi Corazón doloroso, para que la llama de su amor lo consuele y lo repare mediante la adoración a Mi Eucarístico Corazón.
Las señales del tiempo anuncian grandes acontecimientos, dentro y fuera de los hombres, dentro y fuera de las mujeres de la Tierra.
Y no habrá nada ni nadie que pueda detener su definición en este tiempo, definición que marcará el destino de la próxima etapa y, podría decir, de toda su existencia, hasta después del retorno de su Maestro y Señor al mundo por segunda vez.
Por eso, no les hablo de hechos pequeños o de incomprensiones insignificantes, de adhesiones pobres o de falta de unidad inmediata para con sus hermanos y semejantes.
Están ante la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Están ante una revelación que se viene anunciando desde los orígenes de la Tierra hasta el presente.
Por eso, quisiera saber, ¿quién beberá Conmigo del nuevo Cáliz que Me entregará Dios?
Lo que se transmutará en estos tiempos será muy diferente a lo que se transmutó en los tiempos pasados durante la Presencia del Hijo de Dios en la Tierra.
Los invito a abrir aún más el corazón para escuchar Mis Palabras y para que ellas no se vuelvan pasajeras ni tampoco se olviden; porque Mi tiempo está terminando entre ustedes.
Los que no puedan donarse totalmente a Mí siempre estarán en libertad, porque Dios los ha hecho libres para que pudieran aprender a amar como Él los ama, infinitamente.
Les estoy entregando el planeta en sus manos y con confianza. Le entrego a esta Obra la humanidad; porque lo que habrá de suceder en el cercano futuro será muy grande y exigirá responsabilidad y correspondencia.
No quiero que sientan temor de todo esto, o de todo lo que les he dicho.
Les traigo la revelación del mismo sentimiento que Dios depositó en Mi Corazón durante Mi pasaje por el Huerto Getsemaní; sentimiento y revelación que se está cumpliendo en este momento, por las respuestas que Me dan Mis seguidores, sobre todo los que bajan los brazos ante Mí y se dejan vencer.
Sean inteligentes y usen el poder de Mi Corazón para transformarlo todo. Sean algo más que seres humanos que viven y respiran en este planeta, que escuchan o que hablan, que sienten o que piensan. Sean, en verdad, lo que vinieron a ser y no se justifiquen, porque así nunca cambiarán.
Mi Corazón ya no puede recibir más ingratitudes, porque el mundo Me las da diariamente. Mi Corazón solo quiere recibir su amor y su verdad.
Vengo a Austria para que comprendan en lo que estamos trabajando juntos y la importancia que esto tiene para Dios, tanto en el Universo como en la Tierra.
¿No será que sus sentimientos e inquietudes son pequeños ante la verdadera realidad de la humanidad y de su autodestrucción?
Crezcan y comprenderán el Plan; lo vivirán, así como Yo lo vivo y realizarán mucho más de lo que Yo realizo; porque les dije que harían cosas más grandes que las que Yo hice hace tanto tiempo atrás.
Que Mis Palabras permanezcan y que no se desvanezcan, porque Mis Palabras, cuando Yo ya no esté, serán su recuerdo para vivir la redención.
Que el Señor los bendiga y los ilumine.
Que el Señor les dé Su Templanza y Su Mansedumbre.
Que en el Señor puedan corresponder y obrar, para que venzan la fragilidad de estos tiempos por medio de la fortaleza del Espíritu Santo.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
La lluvia de hoy está formada por las lágrimas de los grandes ángeles de las naciones del mundo; un llanto que se derrama sobre los rostros de los ángeles, al ver ellos la gravedad de la realidad planetaria y, sobre todo, la falta de respuesta y de consciencia después de que la humanidad fue avisada, varias veces, que debería seguir el camino del arrepentimiento y de la penitencia.
El llanto del ángel que gobierna el Uruguay es muy sentido y es grande ya que ese propio pueblo se autocondenó y favoreció que sus representantes llevaran a su propia nación a la condenación espiritual.
Por eso, en estos días, una parte de la Consciencia de los Mensajeros Divinos estará aquí, apoyando al Centro Aurora para que pueda seguir sosteniéndose a sí mismo, a la espera de una respuesta interior de parte de los que viven en esta nación.
Las lágrimas que salen de los ojos de los ángeles no son por los errores cometidos, sino por la ausencia de Misericordia que en este tiempo habrá para este pueblo, ya que la Fuente se estará recogiendo para dar lugar al descenso de la Justicia Divina, la que corregirá y colocará todo en donde debe estar.
Esa es una Justicia desconocida para todo ser humano; esa es la razón por la cual los ángeles del Cielo, los que gobiernan las naciones, están llorando. Y ellos lloran aún más por los que antes eran conscientes de toda la realidad y que, por su propios pareceres y decisiones, le dieron la espalda al Maestro, olvidándose de los principios esenciales de la vida espiritual y evolutiva.
Hoy es un día en que los orantes, más que nunca, deberán orar para atraer hacia la Tierra el Espíritu Consolador de Dios por los que ya no tienen retorno y ni siquiera una oportunidad.
Quisiera que pudieran comprender en lo profundo de sus corazones qué significa no recibir nunca más ni una oportunidad.
Por eso les pido por Mis hijos más próximos, los que antes estaban a Mi lado y que ahora Me cambiaron porque se cansaron de Mí.
Que Dios tenga piedad por las naciones del mundo y por los ingratos.
¡Les agradezco por acompañarme de corazón!
Los bendice,
Vuestro Maestro, Cristo Jesús
Los que ofenden y avergüenzan Mi Corazón por sus pecados, faltas u omisiones, no son los que están a Mi lado y persisten, son los que por diferentes razones se alejaron de la guía de Mi Mano y de Mi Voluntad para poder realizar la propia.
Eso Me hiere más que todos los pecados que las almas que están a Mi lado pueden generar.
En verdad, Mi Misericordia se expande hacia los más miserables e imperfectos; pero ella no se derrama sobre los traidores o los injustos, porque todo parte de una Ley que es inalterable y autónoma y, como toda rectitud y bien surgen de esa Ley, su Maestro y Señor se rige por ella y no puede alterarla.
La vergüenza que Mi Corazón siente es por los que una vez estuvieron Conmigo y ahora Me dan las espaldas, no creyendo en Mis Palabras y menos en Mis actos.
Y por más que su Maestro ya sabía el destino de esos ingratos, el Amor de Mi Corazón manso no dejó ni un momento de amarlos, a fin de que algún espacio de sus consciencias se movilizara para despertar y aprender a amar verdaderamente.
Pero ahora ellos están con caras de barro, a punto de caerse por su propio peso.
Les pido, compañeros, que aprendan pronto de todo esto, para que en la hora más culminante nada los sorprenda.
Si en verdad y de corazón se entregan a Mí, nada les sucederá.
Ni piensen en actuar o en hacer todo como los de cara de barro que salieron despedidos por sí mismos, que no consiguen un lugar, y ni siquiera logran retornar.
Hoy les hablo con claridad porque espero que esto no se repita en ninguno de ustedes.
Gracias al Padre, el nido de cobras ya fue expulsado a su propio abismo, ya que en verdad ellos, de manera soberbia, aman más estar allí y menos Conmigo.
¡Les agradezco por encarnar Mis Palabras en el corazón!
Los bendice,
Vuestro Maestro, Cristo Jesús
Por el amor que tú Me irradias, toda tu vida se eleva y así compartes Conmigo las Gracias y los dolores del mundo, de todos los que niegan a Dios y de los que han fallado injustamente.
La ingratitud causa el dolor más duro de superar, porque está lleno de miedo y de soberbia.
Hoy te digo que cuando Yo estaba a los pies de la Cruz fue el momento culminante para perdonar al mundo y para dar el último paso hacia el absoluto amor, aun viendo a Mi Hijo desfigurado por los pecados del mundo.
Sé que pocos se animan a acompañar a la Madre del Mundo en esa tarea espiritual, la que no tiene ningún reconocimiento ni mérito, solo hacerla por amor y por la salvación de todos los que son indiferentes.
En verdad, la mayoría de las almas no ponen su atención en el sentir ni en el dolor de la Jerarquía. Como es algo invisible a los ojos y mentes humanas, solo un corazón noble y simple podría percibir por encima de sí mismo que la Jerarquía comparte un misterio espiritual que muchos no comprenden, misterio que transmuta al mundo silenciosamente.
Por eso invito a Mis hijos a que crucen el umbral hacia la colaboración interna con la Jerarquía, en este ciclo en donde la indiferencia humana cegará el camino de los que creen estar en Cristo.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
En oración,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más