Viernes, 26 de enero de 2018

Mensajes semanales
MENSAJE SEMANAL DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Respira, ¡oh alma!, los aires de una nueva vida, de un nuevo mundo, de un nuevo ser. No detengas tus pies en los escalones de las dificultades humanas; no detengas tu corazón en las cosas del mundo.

Respira, ¡oh alma!, los aires de una nueva vida. De vez en cuando, contempla el Infinito y no te olvides de donde verdaderamente proviene tu corazón. No dejes que el Padre, tu Creador, observe al mundo sin encontrar una sola mirada que corresponda a la Suya. Mira hacia el Cielo, mira en los Ojos de Dios y deja que Su Silencio disuelva la pequeñez de tus conflictos y de tus dificultades.

Fuiste llamada para una misión mayor, por menor que seas, alma amada. Eres una parte pequeña de un Corazón Infinito y ese Corazón necesita del tuyo para estar completo y pleno nuevamente.

Respira, alma pequeña, los aires de la nueva vida. No dejes enredada a tu pobre mente apenas en las cosas de la Tierra, sino que ella también encuentre las Verdades del Cielo.

No necesitas mucho para encontrar a Dios. Cierra tus ojos y contémplalo dentro de ti, en lo profundo de esa esencia que te hace semejante a tu Dios y Señor, al Creador de todas las cosas. Busca, más que a las cosas del mundo, el misterio de tu propia esencia y encuentra, allí, la Mirada de Dios.

El mundo ya está distraído lo suficiente. No seas un alma más en las distracciones de la Tierra. Sé, alma amada, un puente hacia Dios, con el simple hecho de tener fe en que Él está en tu interior y que con solo mirar hacia adentro encontrarás la Mirada Divina y Celestial de tu Padre Santísimo.

No quieras recorrer largos e interminables caminos. No imagines aventuras ficticias, llenas de vanas diversiones y de curiosidades humanas. El mayor misterio de toda la Existencia se guarda dentro de ti y basta estar sola, mirar hacia adentro y decir: "Aquí estoy, Señor".

Conversa, entonces, sinceramente con tu Padre y Dios, o solo deja que tu mirada encuentre a Sus Divinos Ojos y quédate allí compartiendo el Silencio Divino por un instante; porque Yo te digo, alma Mía: forjarán espadas, escudos y grandes armaduras, desarrollarán armas y bombas, emprenderán batallas y guerras, incentivarán el miedo y amenazarán la Vida; pero Ella, que habita en tu esencia, jamás se extinguirá.

Únete al Padre en tu interior y nada te derribará, pues aunque tu cuerpo caiga por tierra, tu corazón será eterno como Aquel que te creó, y se elevará a lo más alto de los Cielos anunciándole a la Creación la eternidad y el triunfo del Amor que nació en ti, tan solo por ser verdadera y por unirte al Padre en tu corazón, alma pequeña.

Te dejo Mi bendición y Mi paz.

Tu Padre y Amigo,

San José Castísimo