Viernes, 17 de junio de 2016

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DEL ESPÍRITU SANTO, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Perdonar es más simple de lo que muchos piensan. La rehabilitación está al alcance de todos y, en el menor acto de elevar las manos con sinceridad, el Creador recibe sus ofrendas.

Hijos:

Es realmente difícil para el corazón humano reconocer con humildad la necesidad de rehabilitarse y de renovarse ante Dios.

Muchos quieren recibir el perdón, pero no son muchos los que se inclinan ante al Dios que habita en el prójimo para pedir perdón por alguna cosa.

Un verdadero discípulo de Cristo no puede guardar en su interior las heridas del pasado, abriéndolas una y otra vez, por no tener la valentía de cuidarlas como es necesario.

Hijos, ¿cómo curarán la historia de la degradación de las consciencias de las naciones si aún no se perdonaron ni siquiera a ustedes mismos ni al prójimo?

Los actos de perdón deben ser permanentes, porque los errores también lo son. Ustedes deben perdonar y pedir perdón a cada instante, hasta que un día aprendan a no herir, a cuidar, proteger y amparar a todos los que estén a su alrededor.

Busquen dentro de ustedes la mirada de Cristo hacia aquellos que lo apresaron, lo flagelaron y lo torturaron. Allí se encuentra la esencia del perdón que perduró a lo largo de los siglos.

Nuestro Señor podría haber demostrado Su perdón solo con el silencio y con acciones de sumisión y de humildad, pero frente a todos, preso en la Cruz, Él dijo en voz alta: “Padre, perdónalos, pues no saben lo que hacen”. Y, de esa forma, le enseñó al corazón humano a vencer el propio orgullo, e incluso lo que llaman injusticia, para perdonar y para pedir perdón.

No hubo error mayor en el mundo que el de crucificar al Hijo de Dios y, aún así, los que lo cometieron fueron perdonados por Él y retornaron al mundo repetidas veces, recibiendo oportunidades para comenzar de nuevo.

Sé que existen cosas que para la mente humana son muy difíciles de comprender, pero si colocan la consciencia en el Amor de Cristo y lo viven, todo lo que les parecía inalcanzable se disolverá: las barreras caerán por tierra y sus corazones sentirán la Gracia de poder perdonar y de pedir perdón, sin temor.

No guarden más rencores ni dolores en sus corazones. No alimenten más los pequeños conflictos ni competiciones, porque un día ellos se tornarán grandes y pondrán en riesgo la evolución de un alma que necesitaba vivir el amor y ser perdonada y, sin embargo, fue ignorada con su herida durante toda la vida.

Quisiera conducirlos a trabajar conscientemente con las naciones, pero como hoy estoy aquí y los reuní en este lugar sagrado, les pediré que primero mediten en lo que hay que perdonar en el propio corazón y en aquello por lo que aún tienen que pedir perdón; porque es de esa forma, hijos, con esa experiencia viva de perdonar, que Yo los conduciré para que sean intercesores de una nación entera, pues habrán sido capaces de vivir en sí lo que querían para el planeta, y no solo proclamarán y difundirán la instrucción, sino que la vivirán.

Les dejo Mi impulso, porque la Argentina necesita conocer el perdón, y esto comenzará en cada uno de ustedes y en los que Me escuchan en los todos los rincones del mundo y quieren responder a este llamado en pro de la salvación y del rescate planetario.

Yo los bendigo. Sigan adelante.

San José Castísimo