Lunes, 12 de octubre de 2015

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Bienaventurados los que guarden en sí el Reino de Dios y hagan de la propia consciencia el tabernáculo para las nuevas semillas de la sagrada humanidad.

Mis queridos:

Una vez más les pido que, en la unidad de la consciencia humana, ofrezcan sus esfuerzos y sacrificios, sus conquistas y transformaciones a todo el planeta.

Hoy su Madre, María, toca el suelo de una nación muy lastimada y herida por el ansia del poder humano. En los planos espirituales, Colombia aún padece los errores cometidos en el pasado y muchas almas viven sin paz por las consecuencias de todo el mal que causaron los primeros colonizadores a los pueblos originarios.

Esta, Mis amados, es la realidad de la gran mayoría de las naciones del mundo que, por falta de luz y de perdón, siguen padeciendo las acciones maléficas que someten a las almas durante siglos, sin que puedan comprender lo que viven. Por eso es tan importante que los Mensajeros Divinos puedan llegar al mayor número posible de naciones, principalmente de América, que necesita ser liberada del pasado para que viva el nuevo futuro.

Hoy les digo esto porque, como compañeros y siervos de Dios en este mundo, ustedes deben conocer esas realidades y saber que no sólo Medio Oriente padece por la astucia del adversario, sino que muchas otras naciones viven situaciones de una oscuridad deplorable, sin que los ojos humanos perciban la gravedad de la situación en que se encuentran las almas.

Sepan que el mundo sufre mucho más que crisis sociales. Ustedes están transitando por una crisis espiritual definitiva, en la cual tienen toda la ayuda de Dios para que la Luz se establezca en el mundo y sea vencido el terror del caos. Solo deben ser más conscientes y saber que lo más importante, hoy, es orar y trabajar para que el Plan de Dios se manifieste. Trabajar para eso, Mis queridos, es transformarse constantemente, dejando al viejo hombre para descubrir el verdadero arquetipo humano y, así, ser lo que Dios espera de Su Creación en este mundo.

Yo los amo y los concientizo de la realidad planetaria para que sirvan más y mejor todos los días de sus vidas.

Su padre y compañero,

San José Castísimo