Queridos hijos:
Los tiempos de los grandes y esforzados sacrificios llegaron a este mundo; esto es parte de la Justicia Divina, porque el desequilibrio de las almas y la injusticia de los corazones son mayores que la armonía que se requiere.
Queridos hijos, las almas que no hayan implorado a Dios y tampoco hayan implorado por Su Reino por haberse quedado en la superficialidad de la vida material e ilusoria, sufrirán y no habrá nada que las pueda consolar, porque el mensaje del Cielo ya fue proclamado y pocos prestaron atención a las palabras de luz de los Mensajeros Divinos.
No habrá nadie que pueda revertir esto; la ceguera de la humanidad es muy grande y a veces le apetece estar ciega y sorda. Pero la victoria del Reino de Dios sucederá en todos los corazones que, habiendo sido obedientes y consecuentes, repoblarán la Nueva Tierra.
Este nuevo ciclo exigirá, de los corazones que están lejos de Dios, un esfuerzo extremo para mantenerse en paz; será diferente a un alma que ora verdaderamente y sin reconocimientos, porque desde ella brotará la fuente de la paz.
Por eso, no hay tiempo que perder en las pequeñas cosas; muchos de ustedes son entrenados a través de Mi Corazón para el final de los tiempos. Recemos por los que no quieren escuchar a Dios, por los no creyentes, para que sus corazones se abran al descenso de la Luz celestial.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los despierta a la realidad planetaria,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz