Jueves, 4 de julio de 2024

Maratón de la Divina Misericordia
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO EN ALJUSTREL, FÁTIMA, PORTUGAL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, PARA EL PRIMER DÍA DE LA 127.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Vuelvo a encontrarlos a todos en el huerto de Mi Corazón y les abro las puertas más infinitas de Mi Consciencia para que todos se puedan congregar y unirse a Mí, no solo por ustedes, sino también por el mundo entero.

Les abro las puertas del huerto de Mi Corazón para que todos tengan reposo dentro de Mi Ser y encuentren, a través de Mi Espíritu, la insondable pero simple Presencia de Dios; así como el Padre Eterno se hace presente, en este momento, a través de Su Hijo, para sostener la experiencia que cada Hijo Suyo está viviendo, como también la experiencia dolorosa que el resto de la humanidad está viviendo.

Pero, ¿dónde estará la respuesta al sostén de Dios para cada una de las criaturas que Él expresó y representó en este mundo?

La respuesta está en Su Amor y es algo que no Me cansaré de decir, porque Él murió por ustedes a través de Su Hijo en la Cruz, no solo para poder redimir todos los pecados del mundo, sino también para atraer hacia Sí mismo a todas las almas, principalmente las que más necesitan de Su Misericordia.

Por eso, hoy estoy aquí una vez más. No existe otra explicación ni tampoco existe otra respuesta, sino la revelación de la abundancia del Amor de Dios para con las almas, principalmente las que más necesitan en esta hora crucial del planeta.

Vengo aquí para elevar sus espíritus a Dios, para que todos puedan estar más cerca de Su Reino, aunque aún estén encarnados en este mundo y en esta vida material; porque la Presencia de Dios es insondable, secreta y anónima, especialmente en los corazones que lo reciben a través del testimonio vivo de los Sacramentos, de uno de los legados más importantes que Yo les dejé.

La ciencia que existe en los Sacramentos es algo aún inexplicable para la mente humana. Por eso, quien lo vive debe tener presente que aún no conocerá completamente la Gracia insondable que recibe a través de cada Sacramento; y la vida de Mis Sacramentos, así como la Santa Comunión, existe para sacramentar a todas las almas posibles.

Es esto lo que espera Dios en el Reino de los Cielos, porque el mundo, en esta hora, lo necesita urgentemente. Dios necesita ver almas sacramentadas a través de la ciencia y de los milagros de los Sacramentos. Así, serán templos vivos en la Tierra, aunque carguen con su propia cruz, aunque atraviesen en este tiempo final el ciclo de la llamada purificación.

Pero no quiero que nadie se vuelva víctima de sí mismo, sino que deseo profundamente, a través de Mi Corazón Misericordioso, que sean víctimas verdaderas de Mi Amor.

Y ser víctimas de Mi Amor es rendirse a Mí completamente, sin nada a cambio; es seguir las huellas que Yo les voy marcando en sus caminos; es cumplir y concretar Mi Voluntad, así como está escrita en los Cielos para cada una de sus esencias y de las esencias de cada uno de sus hermanos y seres queridos.

En simples palabras, en esta vida material que aún deben vivir y transitar, Yo los invito a vivir la santidad en espíritu y en alma, en cuerpo y en consciencia; así como su Maestro y Señor la vivió tan simplemente a través de Sus diálogos profundos con Dios, en los momentos más importantes de Sus oraciones.

Yo no les vengo a pedir lo que es imposible; sino vengo a pedirles, como muchas veces ya se los dije, lo que es posible y lo que parte de su honestidad.

Así como el Hijo de Dios muchas veces se reclinó ante el Padre Eterno, así como Él lo hizo en el Huerto Getsemaní, así como también lo hacen los ángeles y los arcángeles, así como lo hicieron los santos pastores de Fátima y tantos bienaventurados y santos a lo largo de los tiempos lo hicieron; así deberán postrarse en tierra por este mundo y esta humanidad, como lo hizo su Maestro y Señor durante Sus cuarenta días en el desierto de Judá, para vencer al mal y a toda tentación a través de la fuerza y del poder del Amor que supera y trasciende todas las dimensiones y planos, que vivifica y renueva a todas las consciencias, desde sus orígenes hasta lo más desconocido de sus existencias.

El poder del Amor de Dios aún sigue siendo desconocido para el mundo. Pero lo único que Yo necesito es que sean en Mí, como se los dije ayer, para que Yo pueda ser en el mundo a través de ustedes y así, el Señor de la Cercanía esté más cerca de todos, de los que más sufren, de los más pobres entre los pobres.

Vengo a recordarles los tesoros que una vez les entregué, las virtudes que una vez les otorgué, los dones que una vez les confié para estos tiempos; para que cada uno de ustedes pueda dar vida en abundancia, así como el Señor da Su Vida en cada Eucaristía, en la transustanciación del pan y del vino.

Es así que se puede erguir en las almas el Templo Sagrado de la Adoración de Dios, y así las almas se pueden liberar de sus propias amarras y sufrimientos cuando confían y entregan sus vidas en las Manos de Dios.

No vengo aquí solo a hablarles y a compartirles Mi Palabra, vengo aquí con ustedes y por ustedes, como por todos sus hermanos del mundo entero, como Señor de la Cercanía, a recogerme en este sagrado lugar de Dios, en donde los ángeles habitan y ayudan a las almas que más necesitan, a todos los que vienen a buscar aquí la fuente espiritual para saciar su propia sed, así como su Maestro tuvo sed en la Cruz y, en vez de beber agua, bebió vinagre, el trago más amargo antes de Su última espiración.

Y todo esto fue vivido para que hoy ustedes estuvieran aquí, para que sus hermanos y hermanas del mundo entero escucharan Mi Mensaje, para que sientan la alegría inexplicable y el júbilo inextinguible que espero que puedan vivir por formar parte de la preparación interior del Retorno de Cristo.

Vuelvo así a repetir lo que una vez hice en este mundo, así como lo hice a las orillas del Mar de Galilea cuando llamé a Mis compañeros, los apóstoles, y también cuando las santas mujeres estuvieron Conmigo en cada paso del Calvario. Así, los invito a renovar sus votos, los votos más internos y anónimos de cada uno de ustedes por Cristo, para que sostengan Conmigo este tiempo crucial del planeta que se sigue oscureciendo sin ver la Luz.

Por eso, Yo vengo como la Luz del mundo, vengo como la Luz en las tinieblas para disipar la oscuridad de todos los corazones perturbados; pero Mi Luz vencerá con el poder del Amor a través de todos los que Me siguen en obediencia y en fidelidad.

He aquí el Señor de la Cercanía, el Señor de la Luz, el Señor de la Paz.

Reciban una vez más esta Paz que les otorgo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.