Vengo a esta inmaculada casa a dar alivio al sufrimiento interno que el mundo y las voces de algunos de Mis hijos han generado.
Vengo a renovar la esperanza y, sobre todo, a fortalecer la filiación con Dios, para que Mis apóstoles en redención sientan que el Amor de Dios está en todos los servidores.
Vengo a enseñarles a vivir lo que es ser negado, así como Mi amado Hijo lo vivió después de haber entregado tantas Gracias.
Vengo a remediar y a curar, en lo profundo de sus espíritus, lo que ya pasó y que ha generado malestar.
Como Madre del alivio y del consuelo, vengo a testimoniar el Amor de Cristo en sus corazones y a realizar en ustedes la parte del Propósito que aún deberá cumplirse.
Vengo a enseñarles a amar el error ajeno y a no juzgarlo, como lo hace la mayoría de la humanidad religiosa y no religiosa, lo que ofende el Corazón del Padre.
Vengo, queridos hijos, a ayudarlos a atravesar el calvario del fin de los tiempos y para que aprendan de cosas desconocidas que aún no han vivido.
Vengo a entregarles la fuerza de Mi Corazón y el Amor de Mi Divino Espíritu, porque unidos a Mi Consciencia trascenderemos los abismos de la Tierra y el Plan Mayor se cumplirá.
Vengo, en este sagrado día, a darles Mi Paz.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los colma del Espíritu de Dios,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz