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Amados hijos de Mi Corazón:
Hoy les advierto que estos son los tiempos de los cuales hablaron los profetas. Estos son los tiempos, anunciados desde el principio, de la decadencia del hombre. En estos tiempos, el bien y el mal pueden tener el mismo poder en la vida de los seres, depende solo de la elección de cada corazón.
Es el momento de que Mis soldados sepan decir no al enemigo y así reconfirmarse constantemente en el camino de la Luz redentora de Mi Hijo Jesús.
Ya les fueron entregadas muchas llaves para que sepan abrir las puertas del Cielo para que este ingrese con Su plenitud en la Tierra. Es necesario que Mis pequeños hijos sepan reconocer el poder de la oración, porque en este tiempo será la única espada luminosa que cortará los vínculos con el mal.
Cuando Mi Corazón o el Sagrado Corazón de Jesús les envían oraciones con el día y a veces con la hora marcada para ser pronunciadas, sus seres deben saber valorar y reconocer, por medio de la práctica, el poder que cada una de esas oraciones tiene para el mundo.
Si pudieran ver el mundo por medio de Mis ojos, jamás perderían la oportunidad de orar para que una única alma pueda ser liberada de la oscuridad en la que vive.
En estos tiempos, hijos Míos, sus vidas no tienen ningún sentido fuera de la oración. La colaboración, el servicio y la consagración son las bases que posibilitan la profundización en esta vida de oración permanente.
El Señor espera que Sus hijos puedan retirar definitivamente los ojos de sí mismos, inclusive cuando se trata de la propia transformación, para que estén dirigidos permanentemente hacia lo Alto.
No ocupen sus corazones con angustias por la imposibilidad de transformarse, no ocupen sus corazones con el miedo de quedar presos en el punto en el que están, porque mientras pierden tiempo por la angustia por sí mismos, el mundo agoniza en la angustia del verdadero atavismo del alma y del espíritu, en el verdadero sufrimiento que es no conocer a Dios y estar completamente sumergido en el mal.
Hoy, quiero que comprendan por qué les pedimos tantas oraciones, que deben ser pronunciadas con Amor, por qué alrededor de sus consciencias, en los cuatro puntos del mundo, viven seres que saben lo que es sufrir, lo que es estar perdido, lo que es estar en la oscuridad sin ningún aliento y, para que Mis brazos alcancen a estos hijos Míos, necesito sus oraciones, oraciones fervorosas, oraciones que trascienden los límites del cuerpo y que abren definitivamente el corazón.
El poder de la oración solo se da a conocer cuando se ora. Mi Corazón solo puede mostrarse a los que Me buscan y; para que Yo llegue a los que no Me buscan, porque no Me conocen, necesito que alguien abra las puertas de este mundo y las mantenga permanentemente abiertas.
Es tiempo de madurar la consciencia para vivir la oración en su plenitud. Es tiempo de crecer, hijos Míos, para descubrir el universo de la verdadera oración y así, cada vez que una nueva herramienta de oración les sea entregada, sus almas se exaltarán de alegría y podrán descubrir cuál es la misión que este ejercicio tiene en este tiempo.
Cada uno de Mis hijos debe meditar en lo que hoy les digo, para descubrir si realmente están abiertos a esta herramienta que los Cielos les entrega con infinita Misericordia Divina.
Oren, oren, oren mucho, porque así podrán llegar a Mi Reino y un día, observando el mundo por medio de Mis ojos y observando cómo son conducidas las oraciones de Mis hijos por este mundo, podrán finalmente comprender lo que les repetí durante tanto tiempo.
Les agradezco por estar hoy Conmigo, respondiendo a Mi llamado.
María, Madre y Reina de la Paz.
La Paz desciende al mundo mediante la oración verdadera.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más