Sábado, 20 de mayo de 2017

El Sagrado Llamado
Aparición de Cristo Jesús durante el Sagrado Llamado, en la ciudad de Lisboa, Portugal, transmitido al vidente Fray Elías del Sagrado Corazón

Hoy, África palpita en Mi Corazón Misericordioso. Y hago esto por todos los que la han ofendido, los que la maltrataron, los que la colonizaron y que abrieron puertas inciertas, para la perdición de las almas.

Pero hoy no vengo a hablarles de los abismos, sino de la pureza infinita que existe en cada hijo Mío de África, la que a través de los tiempos he venerado y contemplado con amor.

Por eso, ha llegado la hora y el momento de que su Rey retorne a África, para cerrar las últimas puertas y hacer descender los Cielos y los Universos y poner fin al sufrimiento humano.

Mi Sangre también fue derramada por ellos, para generar en sus almas la salvación y la liberación de todos los abismos de la Tierra. Es con este fin que hoy traigo entre Mis Manos el Santo Grial, para entregarles Mi divina Sangre, para que comulguen de él y pongan fin al sufrimiento, a la falta de esperanza, a la aflicción y al dolor humano.

Hoy, vengo a verter Mi Sangre sobre África. De esa forma, vierto Mi Sangre sobre Portugal y Europa, para poner fin a las discordias humanas, a la explotación de estos tiempos, a la indignación que sienten los niños y jóvenes de África, al ser maltratados a través de los tiempos y de los años.

Hoy, vengo a abrir Mis Brazos y a extender Mis Manos por un continente doloroso y sufrido. Vengo a ofrecer Mi Sagrado Corazón, como expiación universal por todas las causas sucedidas en el continente africano, a través de las últimas décadas.

Vengo a donar la Luz de Mi Espíritu y de Mi Divinidad. Mi Corazón hoy se regocija al haber recibido en Su Altar, una humilde cesta de intenciones y súplicas. Quiero, de esta forma, que Mis más pequeños hijos de África, tengan la total certeza y seguridad, que su Rey está derramando sobre ellos Su divina e infinita Misericordia.

De esa forma, cuando Yo llegue a África en el próximo tiempo, volveré a consagrarla al Inmaculado Corazón de María; porque debemos, compañeros, dar gracias a esa gran Consciencia Maternal y Universal, que ha generado los medios y las condiciones espirituales para que Mi Sagrado Corazón también triunfe en África, finalmente.

Vengo a colocar el bálsamo de Mi Cura en cada corazón africano; a sellar los males, los dolores y los sufrimientos generados por los corazones de Europa, hacia ese continente tan herido.

Vengo a pedir para toda Europa, que recen todos los días de rodillas, un Padrenuestro por la reconsagración de África a Mi Sagrado Corazón. De esa forma, queridos compañeros, ustedes, que son de aquí, de Europa, y todas las almas del mundo entero que conocen la adversidad que vive el continente africano, generada por otras naciones y pueblos, que abrirán las puertas con sus oraciones y corazones, para que Mi Victoria Celestial pueda descender sobre ese continente y sobre todas las naciones.

Hoy, vengo a ofrecer este Cáliz, este Sagrado Grial, por los inocentes, por las víctimas de la explotación, del martirio y de la aniquilación.

Hoy se vierte Mi Sangre espiritual, los códigos de vida y de renovación, como un gran afluente, como un inagotable manantial, sobre todas esas almas que más necesitan. Aquí se encuentra una historia de vida; almas que pertenecen al Proyecto de Dios y que están intentando en estos tiempos de crisis, vivir la esperanza.

Deseo que cada uno de los europeos asuman espiritual y materialmente, a cada una de estas “crianças”. Digo “crianças”, en portugués, porque esta misión es especialmente para los portugueses; para los que están aquí y los que no están aquí. Quiero ser claro y que puedan comprender la importancia de cumplir este pedido a su Maestro y Señor del Universo.

En cada una de estas intenciones, como en cada una de estas fotos, se guarda una historia, un pasado, que debe ser redimido, renovado y restaurado por Mi Sagrado Corazón y todas las súplicas de los que se unen a Mí, en esta misión de generar, en el final de los tiempos, la cura, el amor y la unidad en todas las almas de África; especialmente por las almas que están en esta cesta, suplicando a Mi Misericordioso Corazón, la intercesión divina del Padre Celestial, que hoy concedo por la autoridad que Él Me dió, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Aquí hay ciento veintiocho esencias que se ofrecieron a encarnar en África, para que la humanidad aprendiera sobre el sufrimiento ajeno, sobre el dolor humano, sobre la tortura, la explotación y la indiferencia.

Deseo que todos los corazones del mundo no olviden a Mi amada África y miren hacia ella, porque aún sigue sufriendo, silenciosamente.

La causa de esta peregrinación en Europa no es solamente por sus almas y corazones, que tanto ya recibieron, sino para que sus espíritus y sus consciencias se unan a Mi Apostolado universal, y para que vayan de dos en dos, a ayudar a los que más lo necesitan, así como a los Reinos de la Naturaleza.

En este momento sagrado, en donde Adonai escucha la súplica de Su amado Hijo y las intenciones de los corazones simples, su Maestro y Señor orará por cada una de estas almas, en representación de todas las almas de África y de Medio Oriente.

Escuchamos ahora “Así habló el Maestro”.

Colocamos nuestra mano izquierda sobre el corazón, sobre el pecho.


Padre, Adonai, Eli, Yahve, Tú que has generado la vida, vuélvela a dar a Tus criaturas, para que puedan vivificarte y sentirte en lo más profundo de sus espíritus.

Eli, escucha la Voz de Tu Hijo, que suplica por Su amada África. Disipa los sufrimientos. Borra de los corazones las angustias. Enciende en los más pequeños la esperanza de seguir viviéndote hasta el fin de sus días.

Que Tus ángeles desciendan, Eli. Eli es Tu Nombre Santo, Tu Nombre Santo para toda África, para Tu amado pueblo, marcado por las heridas y las huellas de la persecución.

Hoy, retorno a ese pueblo, Eli. Hoy, retorno al origen, en donde todo comenzó en este planeta; al lugar en donde despuntó Tu primera civilización de amor, de servicio y de entrega, al verter sobre ellos Tus Códigos divinos.

Que las almas recuperen la confianza de poder vivir. Que todo sea sanado, para que ninguna célula ni ningún cuerpo sienta el sufrimiento, ni tampoco sienta el dolor, ni pierda la fe de creer en Ti.

Así como le pediste a Moisés cuidar de Tu Pueblo, hoy escucho Tu Voz, Eli, amado Padre; cuido de Tus rebaños, para que las semillas de la vida, de la regeneración, sean sembradas en las almas que han sido sometidas por el castigo humano, por la explotación, en estos tiempos.

Que Tu Fuente de Amor y de Luz, descienda sobre ellos. Que todos recuperen la alegría de poder sentirte y que vivan en la plenitud de Tu poderoso Espíritu, Adonai.

Adonai Manu, Padre, escucha la voz de Tu Pueblo.

Adonai Elah, que se cumpla Tu Voluntad.

Eli, Eli, Eli, que todo sea consumado, para que la humanidad, que está sufriendo, alcance la paz. Amén.


Estas intenciones y estas fotos, volverán a quienes pertenecen. Yo las llevaré hasta Angola, para entregarlas a cada uno de ellos y así, entregarles Mi más profundo abrazo de amor.

Que así sea.

Y ahora, en honor a la Santísima Madre del Cielo, Abogada de ustedes, Intercesora de las almas y Mediadora de todos los corazones, en acción de gracias, gratitud, reverencia y devoción, y para la consagración de estos elementos, que se volverán el Cuerpo y la Sangre de Cristo, hoy les pediré que llamen e invoquen a Nuestra Señora de Kibeho.

Y así, Yo los llevo hacia Mi Paz, porque en la Paz de Dios, todo se realiza. En la Paz, se puede vivir la vida eterna, la renovación y la fe en todos los corazones que creen en Mi Sagrado Corazón.

Que el bien y el amor reinen. Que la humanidad viva el Proyecto de Dios. Que los Reinos de la Naturaleza sean curados y que todas las esencias de este mundo alcancen la redención, para que cuando Yo retorne en Gloria, todos vivamos la alegría del Paraíso. Amén.

Les agradezco a todos los que llevarán a África en su corazón, para que se cumplan Mis Designios; y Mi Misericordia, que es la Misericordia de vuestro Dios, se expanda en el mundo entero.

Que así sea, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Sigamos cantando, porque hoy, su amado Hijo, llevará a su amada Sierva, Madre y Señora del Cielo, las súplicas de todos los que han invocado por África.

Les agradezco. Amén.

Sábado, 6 de mayo de 2017

Maratón de la Divina Misericordia
Aparición de Cristo Jesús durante la 46ª Maratón de la Divina Misericordia, en la ciudad de Porto, Portugal, al vidente Fray Elías del Sagrado Corazón

He venido del Cielo con una intención especial: Reconocer y honrar a los que son consecuentes Conmigo en su más profundo silencio, en el anonimato de su persona, en la vida incondicional, en el servicio al semejante. En todo esto, Yo honro a los que son consecuentes Conmigo, porque no importa lo que sean, sino lo que sienten cuando están ante Mi Misericordioso Corazón.

Es así que Yo los consagro, Yo los renuevo, Yo les doy la esencia de Mi Vida, que es el legado de Mi Divinidad; aquella alcanzada durante la Pasión en la Cruz. Por todos los que serían consecuentes Conmigo, Yo también Me dejé morir en la Cruz, porque sabía que los encontraría en el fin de los tiempos, para poder llevar adelante Mi Obra final en el planeta.

Cada sangre derramada, cada dolor vivido, como cada transmutación expresada por cada una de Mis Llagas, no solo eran por los pecadores, sino por los que Yo Me ofrecía, para verlos en estos tiempos trabajando en Mi Plan y llevando adelante Mis designios, tanto en el silencio de sus vidas, como en sus momentos de oración. Y cada vez que están unidos a Mí, esta promesa se cumple y se renueva.

Es así que Yo visito a los Nuevos Cristos, a los nuevos templos y a las nuevas moradas, transformadas por Mí, trabajadas por Mis Manos, moldeadas por Mi Espíritu y colmadas por Mi más puro Amor, el Amor que proviene de Mi Corazón, de Mi Esencia y de Mi Vida en este Universo Celestial.

Para que Yo los pudiera encontrar en este tiempo, en las diferentes regiones del planeta, en sus diferentes pueblos y naciones, Mi Padre tuvo que señalarlos con el don del despertar, que es la gracia de tener consciencia de lo que significa estar en este planeta y en esta humanidad, para estos tiempos, sabiendo qué es lo que hay que hacer, lo que se debe cumplir y llevar adelante por su Maestro y Señor.

De esa forma vengo a retirar las llaves de aquellos que las desperdician. Las llaves son el símbolo del tesoro espiritual, de la confianza del Altísimo en todo lo que Él ha concedido por obra y gracia del Espíritu Santo.

Retirando estas llaves de los que no las supieron aprovechar, las deposito en las manos de los consecuentes, de los anónimos, de los que se han dejado vencer por Mi Amor y no por la vida material.

Así construyo una gran red de almas, al servicio del Redentor y del Padre Eterno. Porque por detrás de todo este misterio, está vuestro Padre Celestial, Quien decreta y realiza todas las cosas.

Hoy vengo a ungir a los consecuentes de estos tiempos. Hoy vuelvo a señalarlos, esta vez con la señal luminosa de la Cruz, símbolo de la Redención de la humanidad y de la entrega absoluta al Creador.

Así como las mujeres de Jerusalén ungieron Mi Cuerpo herido, a través del amor de sus corazones y de sus vidas, hoy vengo a ungir con Mi Espíritu y en acción de gracias, a los que son consecuentes Conmigo y a los que son consecuentes en nombre de toda la humanidad, especialmente por los que se pierden.

Ahora que cumplieron con lo que necesitaba, daré continuidad a lo que He venido a hacer en este día, con todas las almas y por todas las almas del mundo.

Vengo a renovarlos en el apostolado, porque en la renovación de su carisma espiritual, siempre tendrán la fuerza interior para poder realizar todas las cosas que el Padre les encomienda a través de Su Hijo y de Su Santa Madre.

Quiero despedirme de ustedes hasta un próximo encuentro, recordando la importancia de la oración entregada y del cumplimiento de los deseos de su Señor, para algo que es más amplio que sus consciencias, y que todo este planeta. Esa es la magnitud de Mi deseo.

Consagremos  los elementos, como también a las almas, que tienen sed del verdadero Amor de Dios, para poder sobrevivir en estos tiempos, al caos de esta humanidad.

Cada Sacramento que es vivido, recuerden que es realizado no solo por sus vidas, sino por esta raza, que está enferma y herida por sus propios errores.

Cada Sacramento es un bálsamo de cura, es una renovación para el alma, es reencontrar el camino que antes habían perdido, por las influencias de esta vida material y superficial.

Hoy intenten sentir sus almas en un profundo gozo, al ser nuevamente sacramentadas, no solo por los elementos que los renovarán, sino también por la comunión perpetua con el Corazón de su Señor.


Alabado seas Señor, porque Tú has permitido a Tu Amadísimo Hijo, encarnar entre los hombres, para que volviera a descender Tu Amor, Tu Gracia y Tu Misericordia, con el fin de que cada ser en este planeta pudiera alcanzar su redención.


Hoy renuevo este testimonio a través del pan y del vino, y unido a cada ser consecuente Conmigo, instituyo nuevamente esta Cena, con Mi Cuerpo y con Mi Sangre, para que todos reciban los códigos de vida. Amén.

De este encuentro de oración aquí, en Porto, surgieron muchas oportunidades, que en poco tiempo conocerán y que son fruto de la oración y de la fe de sus corazones.

Una vez más, Mi Corazón y el Corazón Inmaculado de Mi Santa Madre, vuelven a triunfar en Portugal y en Europa. Esto es un presente especial para Dios. Es una dádiva del Cielo, gestada por los corazones simples que escuchan la voz de su Maestro y caminan a Su lado, siempre buscando el camino de la paz, para sí mismos y para el mundo.

Los bendigo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Quiero que canten “Los pacificadores”, así como cantaron en gloria, en el día de ayer, para su Redentor y Señor.

Eleven sus almas a Dios, en un profundo júbilo, para que este triunfo de los Sagrados Corazones, se infunda en el mundo entero. Amén.

Viernes, 5 de mayo de 2017

Maratón de la Divina Misericordia
Aparición de Cristo Jesús durante la 46ª Maratón de la Divina Misericordia, en la ciudad de Porto, Portugal, al vidente Fray Elías del Sagrado Corazón

Y verán venir de entre las nubes al Hijo del Hombre, rodeado de gloria, esplendor y alegría. Lo verán venir con todos Sus ángeles y la potestad de Sus arcángeles, junto a los doce coros que proclamarán el retorno del Primogénito.

Lo verán venir en Su esplendor, así como el Sol despunta en el horizonte para aclarar la noche, que estaba en tinieblas.

Los portales inciertos se cerrarán al sonar de las trompetas de los ángeles. Y el Todopoderoso se hará presente en la Esencia Primordial de Su Corazón y por la irradiación de Luz del Amor de Su Hijo, para con todas Sus criaturas.

No existirá la noche por un largo tiempo. La noche de las tinieblas finalmente desaparecerá y los no redimidos serán llevados a vivir su juicio interior, ante los Padres Creadores y los Jueces de la Ley.

Así como vendrá el Hijo de Dios, posteriormente vendrá la Madre de Dios. Y no solo estará rodeada por doce estrellas, mas todo el Universo será Su infinito manto en la humanidad.

Para ese tiempo que se aproxima, verán la victoria de los autoconvocados; la tristeza ya no estará en sus rostros, porque reflejarán la cura y la esperanza en su profunda mirada ante el Universo Celestial.

Verán así a la nueva hermandad tomarse las manos entre sí, para volver a gestar la unión y la fraternidad que la humanidad ha perdido por su indiferencia y por su error.

El Hijo de Dios colocará el Cetro de Oro sobre el planeta y con un simple toque de Luz iluminará la faz de la Tierra, y todas las lenguas y todos los pueblos, a pesar de sus diferencias y culturas, comprenderán la Palabra de Dios, que emanará de Su profundo Corazón misericordioso.

En ese momento una sola lengua se hablará en el mundo, que es la lengua del Amor y de la Verdad; y todos la comprenderán.

En ese tiempo que se aproxima y mientras lo esperan, purifiquen sus sentimientos, purifiquen sus acciones, purifiquen sus consciencias, para que Mi Padre realice Sus prodigios en cada uno de Sus hijos, así como en cada esencia de este planeta, porque de esta forma, Mi enemigo no los encontrará, porque estarán en el refugio de Mi Corazón Glorificado, viviendo la nueva Cena Conmigo, la eterna Comunión Reparadora con el Corazón de Dios.

Y así sonarán las campanas del Universo y las puertas al nuevo tiempo se abrirán. No se escucharán más los gemidos de las almas, ni tampoco el lamento de las madres de la Tierra. Las mujeres ya no llorarán y la profecía será revertida antes de tiempo.

El Arcángel Gabriel, con la compañía de todos los santos, abrirá el Libro de la Sabiduría de Dios, para leer en el próximo tiempo, las nuevas Escrituras sobre las nuevas Leyes de la nueva humanidad.

El pecado será extirpado y ya ningún descendiente formará parte de la nueva humanidad. No será parte de Adán y Eva. El pecado original será extirpado y la nueva raza tendrá la Gracia de vivir en Dios, para siempre.

El sentimiento maligno se disipará por el sentimiento profundo del Amor y de la Unidad. Felices serán los que lo vivan en este tiempo, como una preparación interior, para la llegada del Gran Maestro del Universo.

Quiero que hoy sean flores en Mi altar, expresiones de amor y de belleza para el Creador del Universo.

Hoy, con los bienaventurados y los autoconvocados para esta sagrada misión, celebramos la unidad interna que puede gestarse en los corazones simples, buscadores de la verdad y de la paz, pacificadores de Mi Corazón y mensajeros de Mi Consciencia Divina.

Hoy, oro también por un mundo nuevo, por una nueva humanidad redimida, que sea consecuente con el Universo, con las Leyes y los mandamientos. Y así testimoniarán al Hijo de Dios, presente en los corazones humildes, que viven la grandeza del Universo Celestial.

Que las Palabras sagradas se cumplan y que los divinos Decretos se realicen en esta humanidad y en la próxima, porque ustedes hoy son parte de una transición; el fin de un ciclo y el principio de un nuevo ciclo en esta Tierra.

Que se cumpla el advenimiento de lo nuevo. Que los corazones despierten al llamado. Que los autoconvocados siempre respondan a la convocatoria. Y que se escriba la nueva historia del planeta, a través de los que sirven incondicionalmente a Dios.

Que la caridad reine entre las almas y la fraternidad se exprese en los espíritus simples. Que nadie pierda el sentido de vivir esta vida, que el Padre le ha donado con tanto amor; y que a pesar de sus enfermedades y pruebas, acepten con humildad la purificación. Porque el viejo vino deberá ser tirado, para que se deposite en ustedes el vino nuevo, que es la Nueva Alianza entre el hombre y Dios. Esto es posible por el poder misericordioso de Mi Corazón.

Que se escriban en sus memorias Mis Decretos y que Mis Palabras, una a una, estén impresas en el papel, registradas en los libros de todas las lenguas del mundo. Aun estoy esperando que eso suceda.

Será a través de los servidores de las naciones del mundo, que ayudarán a concretar éste Mi pedido. Que Mis Palabras estén en todas las lenguas, en todos los pueblos, como en todas las culturas, que deben reencontrar el Amor de Dios, Amor que han perdido por su sufrimiento, por su dolor, por su indiferencia.

Bienaventurados sean los que escuchan con la humildad del corazón, porque las palabras son bálsamos de cura, renovación para las consciencias, liberación para el pasado, comienzo de un nuevo ciclo.

Celebremos en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo, para que se establezca la promesa del Hijo de Dios en esta humanidad.

Mientras las trompetas de los ángeles suenen para anunciar lo nuevo, que sus almas proclamen la exaltación a Dios, porque es Él quien concede todas estas cosas a una humanidad equivocada, indiferente y egoísta. Sean todos partícipes de la Comunión con Cristo y nuevamente renueven sus votos, como si fuera la primera vez, llevando hacia sus corazones todas Mis Vibraciones sutiles, para que en verdad y de una vez y para siempre, se transformen en lo que Dios espera de sus vidas, porque esta es la última oportunidad antes que todo suceda.

Cielo y Tierra pasarán, mas Mis Palabras permanecerán. Amén.

Recordarán por qué serán bendecidos:

Porque tuve hambre y Me dieron de comer.

Porque tuve frío y Me abrigaron.

Porque estuve enfermo y Mis hermanos Me visitaron.

Porque estuve preso y Me fueron a ver, para llevar esperanza en los corazones que sufren.

Porque tuve sed y Me dieron de beber.

Porque estaba moribundo y Me ayudaron.

Estaba sin domicilio y Me acogieron.

Lavaron Mis Manos y Mis Pies, Mi Cabeza y Mi Rostro, en los más pequeños e inocentes, para curarme del horror de las guerras.

Porque estuve en las madres, que en su desespero buscaban la paz, y Me la dieron.

Esas son las causas del testimonio de Mi Amor por ustedes.

Quiero que siempre recuerden la fraternidad y sean semejantes a Mí en cada acto diario de la vida. Así, el enemigo perecerá y los hermanos no estarán ya contra sus hermanos, sino que estarán unidos a través del esplendor de Mi Corazón y de Mi Sabiduría. Amén.

Dejando su pasado para atrás y viviendo en Mi camino de renovación, sean sacramentados por los Sacramentos que Yo les entregué, para que la vida renazca y así vuelva a surgir la esperanza y la cura en las almas.

Dichosos los invitados a la Mesa del Señor, porque tendrán vida eterna.

Elevando Mi Mano derecha hacia lo Alto, colocando Mi Mano izquierda sobre el Corazón Misericordioso; trayendo la señal luminosa de la Cruz, Yo los bendigo a ustedes, y a los que sufren, a los que más lo necesitan en cada parte de este mundo, como en cada continente y en cada nación, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Les agradezco por acompañarme, pues su compañía para Mí es imprescindible.

Cristo Jesús

Jueves, 4 de mayo de 2017

Mensajes mensuales
MENSAJE ESPECIAL DE CRISTO JESÚS, TRANSMITIDO PARA LA 46.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA, EN LA CIUDAD DE GONDOMAR, OPORTO, PORTUGAL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN

Alabado seas, Señor, porque has dado la vida y la restauración a Tus criaturas.

Alabado seas, Señor, por la presencia de Tu Amor infinito, el que restaura todas las cosas.

Alabado seas, Señor, porque Santo es Tu Nombre, en cada rincón de este Universo.

Alabado seas, Señor, porque Tu Verdad triunfa sobre aquellos que dicen ser poderosos.

¡Ay de los corazones que aún no se arrepintieron, porque nunca podrán encontrar la paz!

Alabado seas, Señor, por Tus ángeles y arcángeles, mensajeros de la Buena Nueva, guardianes de los corazones y de las almas, curadores del espíritu, renovadores de la esperanza, alegría para los que quieren vivir en paz.

Alabado seas, Señor, por todo lo que Tú has creado a imagen y semejanza de Tu Corazón, de Tu Consciencia, de Tu Sabiduría.

Alabado seas, Padre, por aquellos que Te siguen a través del Amor de Tu Hijo y de Tu Divina Madre Celestial.

Alabado seas, Señor, por aquellos que Te aceptan, por los que caminan a Tu lado sin vacilar en ningún momento, solo mirando al horizonte para alcanzar, en el fin de sus días, Tu Propósito, que es infinito.

Alabado seas, Señor, por todos los que escuchan el Corazón de Tu amado Hijo y guardan en sus memorias los tesoros de la Palabra.

Alabado seas Señor al escuchar la súplica de Tu Unigénito, que abre los portales de la paz para que las almas ingresen en profunda comunión, en perpetua alianza y en unión infinita a Tu Santísimo Corazón.

Alabado seas, Señor, porque Tú estás presente en Tus hijos a través de Tus Sagrados Dones, de Tus Divinas Gracias, de Tus infinitas Bendiciones.

Alabado seas, Adonai, por aún observar con Misericordia este mundo y, a pesar de tantos errores e indiferencias, contempla ahora, Adonai, las Obras de Tu Amado Hijo, en las virtudes simples de Sus queridos discípulos.

Alabado seas, Adonai, por Tu grandiosa humildad, por Tu pacífica Presencia, por Tu luminoso resplandor, Tu poderosa Consciencia que emana de la Fuente Primordial.

Escucha la voz, Adonai, de los que Te claman y deja a un lado las ofensas, todos los pecados, para que a través de la Sangre que hoy emana de Mis Llagas, los códigos de la reparación y de la cura se siembren en la consciencia planetaria.

No mires las guerras, Adonai, ni el sufrimiento de Mis hijos de África.

No mires la audacia de los gobiernos ni la mentira de los injustos.

Que Tu Espíritu, Adonai, viva en el gozo de los que creen en Ti y afirman, todos los días, el poder de Tu Sagrada Palabra y la oración incalculable que abre las puertas a la redención.

Acepta, Señor, las reparaciones que Mi Corazón y Mi Alma reciben de los corazones que se postran, en la resignación de sus consciencias, cumpliendo la promesa de vivir todos los días en Tu Santa Humildad.

Adonai, ve aquella luz que Tú has creado en Tus hijos para que ellos Te pudieran vivificar.

 A pesar de tener hoy Mis Llagas ensangrentadas, no dejo de derramar la Misericordia de Tu Corazón.

Que las almas dormidas despierten.

Que los ojos indiferentes se abran para conocer la verdadera realidad.

Que los corazones endurecidos sientan el calor de Tu Amor, para transformar sus vidas en el precioso modelo que Tú has pensado desde el Origen.

Que así, Adonai, se cumpla Tu Propósito y que nadie más se pierda en la ilusión de las tinieblas y en la ceguera de la vida material.

Hoy retiro, a través de Mis Llagas y del Poder de Su Luz, a cuantos duermen en este mundo.

Instituyo así, por medio de Mi Preciosa Sangre, la Nueva Alianza, entregando a cada uno de los presentes, una gota espiritual de Mi Sangre, divino código restaurador para las consciencias que aceptan la simplicidad y se abren interiormente a la cura.

Hoy vengo a ustedes como el Cristo de los Enfermos, para darles el bálsamo de Mi reparación, el don de la aceptación y de la entrega que puedan vivir.

Repetimos:

Cristo Restaurador,
Jesús de los Enfermos,
habita en cada célula de esta humanidad.
Amén

 

Vengo aquí por una Europa separada, así como vino Mi Santa Madre, hace casi cien años, para unir lo que estaba separado en la consciencia humana y para detener el peligro de una inminente autodestrucción.

Después de ese gran acontecimiento en Fátima, hoy viene a ustedes el Cristo de los Enfermos para intentar curar espiritualmente a todos los que se sumergieron en el sufrimiento, en las guerras y en la persecución.

La humanidad precisa ser curada para que pueda nacer nuevamente. Por eso, hoy Me presento ante ustedes como el Cristo de los Enfermos.

El Señor de la Misericordia expone la Sangre de Sus Cinco Llagas para generar y despertar la Reparación en toda la humanidad, de Oriente a Occidente.

La humanidad necesitará recitar esa oración diariamente, con el fin de que se cumpla el deseo más ardiente de su Señor.

Si eso se cumpliera por todas las almas del mundo, diariamente, el Padre, en Su infinita Misericordia y Cura, Me enviará para evitar una persecución peor a la del siglo pasado.

De lo contrario, si la respuesta fuera tibia, naciones enteras deberán aprender de la injusticia y del interminable sufrimiento, para comprender, finalmente, que los hombres de superficie están equivocados.

Quiero que se sirvan de Mi Energía de Cura para que la paz no desaparezca completamente del planeta.

Les dije antes de la última Sagrada Semana que les traería revelaciones fuertes para evitar situaciones graves en la humanidad.

Quisiera que esta Maratón fuera vivida, simbólicamente, como la última, y que todos participen de ella desde sus corazones y hogares; es respondiendo a este pedido que harán triunfar Mi Sagrado Corazón, no solo en Europa si no en el mundo entero.

De esa forma, los poderes serán derrotados, los hombres injustos perderán su autoridad, las almas inocentes estarán libres del castigo humano y así, como lo ha dicho Mi Madre hace cien años, habrá un tiempo más de paz antes de la gran transición planetaria.

Cada momento vivido Conmigo es una preparación, no lo olviden. En el final de los tiempos, necesitarán de ellos para persistir en la fe y en la confianza, sin titubear.

Todos los días, por medio de este Sacramento, ustedes encuentran el mayor testimonio de Mi Amor por este planeta y por esta humanidad.

Hoy les pido, compañeros, a través de esta Maratón de Oración, que cada comunión compartida y vivida sea realizada por la redención de los caídos, por las guerras en el planeta, por la persecución de los cristianos, por los que sufren en toda África, por las incomprensiones entre las naciones, especialmente por aquellos que gestan las guerras y crean las armas en contra de la Voluntad de Dios.

Si todo esto fuera ofrecido en un acto de reparación y de amor, al Cristo de los Enfermos, concederé el triunfo de Mi Sagrado Corazón a todos los que Me escuchan en cada parte de este planeta.

Mi Padre no los mirará con ojos de Justicia, y tampoco a las naciones del mundo, porque Mi Divina e Insondable Misericordia se derramará como una gran fuente de Luz sobre la gran balanza del desequilibrio planetario.

Que así sea.

Les doy la Paz, les pido que vivan en Mi Paz y que lleven la paz, el bien y la unidad a los que más la necesitan con el fin de que todos puedan alcanzar la cura de su corazón y de su espíritu; hasta que Yo retorne al mundo con todo el Poder de Mi Gloria, para volver a instaurar el Reino de Dios en la humanidad.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Les agradezco por aceptar Mis Palabras y por difundirlas en el mundo.

Amén.

Quiénes somos

Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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