Domingo, 24 de septiembre de 2017

Vigilias de Oración
Aparición de la Virgen María durante la Vigilia de Oración por la Paz en las Naciones, en el Centro Mariano del Niño Rey, Rio de Janeiro, Brasil, a la vidente Hermana Lucía de Jesús

En silencio los aguardo para que entren en Mi Paz.

Yo Soy la Madre y Señora del Niño Rey, y traigo en Mis brazos, hijos Míos, al Redentor del Mundo, tan pequeño y humilde, como los niños de esta Tierra.

Vengo en Presencia de Dios, para expresarles la alegría de Mi Corazón y la infinita gratitud que siento porque respondieron a Mi llamado.

Recuerdan hijos, hace un poco tiempo atrás, cuando Yo los llamé en este mismo lugar y construí espiritualmente aquí Mi santa Casa de Oración, la casa de Mi Hijo, del Hijo de Dios, para que Él tuviera un lugar en donde reinar, para que Él tuviera un lugar en donde colocar Sus pequeños Pies para caminar con los niños de este mundo; y así como en Nazaret y en Jerusalén, en Su infancia, Él pueda enseñarles nuevamente a los niños
y conducirlos al Corazón de Dios.

Hoy, vengo no solo a consagrar esta casa, vengo para dejar aquí Mi santa Presencia. Y en verdad, hijos Míos, hoy quisiera decirles que Mi presencia ya estaba aquí, en cada ladrillo, en cada madera, en cada mano que trabajaba para construir este espacio para Dios.

Esta casa, hijos, representa para la humanidad la Voluntad del Padre, manifestada. Espero que, como esta casa, puedan surgir otras tantas en este mundo.

Mi próxima casa de oración debe surgir en Europa, en el Reino de Lis, en su expresión en la superficie de la Tierra; en donde un lugar más será consagrado por Mi Inmaculado Corazón, para que sea un refugio para las almas, en este y en todos los tiempos.

Quiero que los corazones encuentren en los cuatro puntos de este mundo, lugares de reposo, en donde sus corazones encuentren la paz y también el servicio, por esta humanidad y por los Reinos de la Naturaleza.

Cada casa consagrada a Mi Inmaculado Corazón tiene una misión única, un propósito especial para cumplir, una Voluntad de Dios que manifestar, para que Su Plan triunfe en este Planeta.

Como Yo ya les dije, aquí orarán por los niños de la Tierra, y serán los sembradores de una nueva vida en estos pequeños y simples corazones.

De esta forma, hijos, construirán la Nueva Tierra y harán surgir aquí un punto de reinicio para este mundo. Aquí, hijos Míos, brota la semilla de la redención, la redención de la vida en el corazón humano y en los Reinos de la Naturaleza; estas semillas deben ser cultivadas hasta el fin de los tiempos, y más allá de ellos, ingresando en el tiempo real y en la eternidad. Porque de aquí, también deberá partir, silenciosamente, una semilla de renovación hacia los Universos y hacia el corazón de cada criatura de Dios.

De esta forma, hijos, les revelo un Propósito Superior que va más allá de su pequeña comprensión humana. Esta casa, fundada por Mí, fundada por Dios, no tiene solo un propósito humano, y no solo generará méritos para la redención del Planeta.

Mis Gracias penetrarán los Universos, y sus oraciones resonarán en las dimensiones hasta llegar al Corazón del Padre, quien los escuchará y responderá a sus súplicas, haciendo que Su Amor y Su Gracia lleguen a cada corazón, hasta los más perdidos de este mundo y de muchos otros.

Yo vengo en esta noche con Mi Inmaculado Corazón expuesto, así como el Sagrado Corazón de Jesús, tan pequeño y tan humilde, les muestra hoy Su Corazón para que ingresen en Él y clamen junto a Él por los niños de esta Tierra.

Vengo hoy, hijos, para muchos antes de tiempo, porque Mi gratitud y Mi alegría son infinitas.

Quiero agradecerles por perseverar en este mundo, intentando vencer todos los días la condición humana, para establecer la paz.

Hoy, Yo les traigo una Gracia para la trascendencia de sus corazones, de sus mentes, de sus almas, de cada espacio de su ser; que les permita ser un nuevo hombre, un nuevo ser delante de Dios.

Les traigo estas gracias, hijos Míos, para que comprendan que es de una forma simple, que agradan al Corazón de Dios. Que comprendan que es respondiendo a Su Plan en las pequeñas cosas, que hacen que este Plan se cumpla en este mundo, más allá de lo que sus ojos puedan ver.

Hoy abro aquí las puertas de Mi Reino, para que todos los corazones que lleguen aquí, Me puedan sentir.

Aquí, hijos brotará la Fuente del Agua de Vida. Cuando estén en el desierto del espíritu como en el del corazón, vengan hasta aquí y solo contemplen la leve sonrisa de Mi Rostro, que los llama a renovarse y a recordar que Dios los espera listos para servir a la humanidad, para servir a los Reinos, para dejar que muera dentro de ustedes el viejo hombre, dando espacio a un nuevo ser, a un nuevo corazón.

Vengan hasta aquí, para beber de la Fuente espiritual de Mi Corazón y para recordar que, es en el servicio a sus hermanos menores, a las almas más pequeñas, más simples, a los menores de Mis hijos y sirviéndolos, que encontrarán la paz.

También sentirán aquí el pesar de Mi Corazón y del Corazón de Dios, al compartir Conmigo el sufrimiento que vivo por el dolor que sienten los más pequeños de Mis hijos de este mundo.

No teman sentir el dolor de Mi Corazón para aliviarme, porque Mi Corazón sustenta tantas situaciones de este mundo, que ustedes, hijos Míos, no podrían soportar, ni siquiera conocerlas.

Vengan a ofrecerle al Padre aquello que la humanidad no ofrece: reparación, perdón, reconciliación, cura, transformación y gratitud al Corazón de Dios.

Si así lo hacen, hijos Míos, esta Fuente será inagotable para todo este planeta.

Hoy vengo por ustedes, para agradecerles, pero también vengo por el mundo que está tan perdido y tan distante del Corazón de Dios.

Vengo para que el mundo sepa que en este lugar existirán almas que, día a día, se entregarán por la salvación de aquellos que desconocen.

Quiero que Mis hijos, tanto en el Oriente como en el Occidente, aquellos que más sufren, que se sienten olvidados hasta por el mismo Dios; sepan, hijos, que en este lugar existirán almas que oran por ellos, que adoran al Sagrado Corazón de Jesús, a Su Cuerpo Eucarístico, en reparación de todos los corazones que sufren. Y a ustedes, hijos Míos, les pediré que no se cansen de orar, que se renueven todos los días en ese compromiso que Yo les entrego y que sepan que, en lo invisible, estarán construyendo algo que será visible a los ojos humanos cuando sea el tiempo de la redención de la Tierra.

Hoy, Mi Corazón se expande por todo este Centro Mariano, por toda la Nueva Tierra, para que sientan Mi Protección y Mi Amparo, para que sientan Mi Presencia.

Hago de esta casa un terafín, un punto de luz para el planeta, para que de solo colocar sus pies en ella, ingresen en el camino de la redención y de la rehabilitación de sus espíritus.

Hoy, bendigo esta casa, así como cada espacio de este Centro Mariano.

Bendigo la fuente de Mi Hijo, en Su Presencia, para que Su pequeño Corazón deposite allí, no solo el agua, sino también la Sangre que brota de Su Pecho, símbolo de Su infinita Misericordia. Cuando beban el agua de esta fuente, hijos, estarán bebiendo la Misericordia del Redentor, del Niño Rey que, desde Su infancia, distribuía Gracias y Misericordia para este mundo Esperaré, un día, bendecir la Cruz Azul en lo alto de Mi santo Monte. Allí orarán a El Shadai por todo el planeta.

Subirán a aquel monte para encontrar a Dios. Por eso, deseo que construyan allí un camino de piedra, para que puedan subir. Que coloquen luces para que puedan ver y llegar a Dios.

Aquella será la Casa de El Shadai. Cuando esté lista, iluminada y con su Cruz Azul bendiciendo al mundo, Yo retornaré nuevamente, para agradecerles y derramar nuevas gracias sobre la humanidad.

Así como en la Ermita de Mi Hijo, en el Centro Mariano de Figueira, quiero que allí adoren al Sagrado y Glorificado Corazón de Jesús.

Si cumplen con cada uno de Mis pedidos, crecerán y no perderán todo lo que Yo les entregué.

Hoy, en la presencia de Mi santo Hijo, les concederé una Gracia especial, una cura espiritual para que sus corazones, hijos, retomen el camino por el cual Yo los llamé a caminar.

Tráiganme aquí el óleo, para que Yo lo pueda bendecir.

Oren conmigo la oración de Jesús de los enfermos. Y en la presencia del Niño Rey, dejen que Él habite en cada célula de sus cuerpos.

Con este, Mi Rosario de Luz, oraré con ustedes, por cada hijo Mío de este mundo. Pasen, junto conmigo, hijos Míos, cada una de estas cuentas.

Ahora, les agradezco y espero que reciban en la presencia del Arcángel Rafael, del Niño Rey y de Dios Altísimo; esta sagrada Unción que proviene del Padre, para renovar sus espíritus y que los llama a que vengan a Mi Inmaculado Corazón, sin temor, para cumplir con aquella Voluntad que Dios tiene para sus almas, desde el principio.

No me iré de aquí hasta que la última gota de este óleo consagrado toque sus cuerpos y renueve sus corazones.

Prepárenme para mañana las pilas bautismales, para que junto a Mi Hijo, nuevas Gracias se derramen en este mundo.

Tomen del agua que brota de este suelo sagrado, que pasa por Mi Fuente, la Fuente del Sagrado Corazón, y colóquenla en este altar, para que Mis hijos de la Casa del Amparo sean bendecidos, bautizados y consagrados por Mí, en representación de todos los niños que sufren en este mundo.

Les agradezco y por la señal de Mi Cruz luminosa, la Cruz que proviene de Dios y del Corazón de Cristo, Yo los bendigo.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

Y nuevamente, les agradezco. Sigan cantando y pidiendo misericordia, para que este canal de luz se abra hoy y se irradie al mundo.

Les agradezco.