Viernes, 15 de noviembre de 2019

El Sagrado Llamado
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO DURANTE EL SAGRADO LLAMADO, EN CALI, COLOMBIA, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Antes de la Ascensión Yo firmé un compromiso con cada uno de ustedes que en este tiempo vendría a cumplir completamente. Ese tiempo ya llegó y ese compromiso se está cumpliendo.

Pero hay una parte que les corresponde a ustedes, hay almas y consciencias que Me pertenecen.

Más allá de sus situaciones internas o externas, ese compromiso está firmado en el Libro Sagrado de Dios y aunque eso sea inalcanzable para ustedes, colóquenlo en el corazón porque es allí en donde ese compromiso resonará.

Aun durante Mi Pasión, tuve también que asumir ese compromiso con ustedes, un compromiso de dar Mi Vida, un compromiso de derramar Mi Sangre y de padecer todos los martirios y sufrimientos que no Me pertenecían, para que ustedes tuvieran una oportunidad de redención y pudieran ser colocados nuevamente en el camino de Dios.

Hoy hay muchas almas y consciencias que no valoran ese compromiso y, en vez de sumergirse en Mi Misericordia, se alejan en las tinieblas y en la oscuridad de sus consciencias.

Pero Yo Soy ese sol que brilla en el desierto. Soy ese edén, ese oasis, que viene a quitarles la sed espiritual. Vengan a beber de Mi Fuente, aliméntense de Mi Espíritu y Mi adversario se apartará.

No podré interceder por ustedes si no Me lo permiten.

Los tesoros que Yo tengo destinados para ustedes son incalculables y esos tesoros, que aún ustedes no los conocen, no se pueden desperdiciar ni tampoco tirarlos al vacío.

Por eso, ese compromiso que Yo hice con ustedes es muy grande y mucho más de lo que se imaginan.

Hoy vengo mostrando para el mundo, las llagas de Mis Manos, de Mis Brazos, las llagas de Mis Pies y de Mis Piernas, y la corona de espinas en Mi cabeza que simboliza los dolores y los martirios internos, las indiferencias y omisiones, las maldades y las crueldades que las almas del mundo Me ocasionan todavía.

Pero Mi Corazón no deja de iluminarse y de encenderse, es este Corazón que palpita por el mundo entero y por el amor que siente de Sus fieles compañeros.

Yo les dije una vez y hoy les vuelvo a decir nuevamente: no vine a buscar seres perfectos ni realizados, seres avanzados ni seres letrados; no vine a buscar a los tibios de corazón, Yo los quiero fríos o calientes, pero que estén Conmigo de verdad.

Ustedes aún no pueden comprender con sus mentes, la infinidad y la grandeza de ese compromiso para Conmigo, porque va más allá de su persona material o mental.

Es un compromiso espiritual que ustedes firmaron Conmigo, ante el doloroso escenario de la Cruz, en el que si bien muchos no estuvieron presentes, otros sí lo estuvieron.

Espiritualmente y por medio de Mi Alma de Luz, ustedes afirmaron ese compromiso Conmigo, el compromiso de vivir su redención y su conversión.

Por eso les he entregado, a través de los tiempos, Mis dones y Mis virtudes para que en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo pudieran bautizar, bendecir y sacramentar a los que tienen sed verdadera de Mi Misericordia.

Esas Gracias, esos méritos, esos merecimientos que las almas de hoy necesitan urgentemente no pueden ser suspendidos. Sería un ultraje al Corazón de Dios.

Delante de lo que vive Mi Iglesia en estos tiempos, ¿dónde colocaré Mis tesoros?, ¿dónde depositaré Mis aspiraciones?, ¿quién será digno de llevar en su corazón Mi Verdad?

Solo les pido que no se sientan vencidos, que no bajen los brazos, que lo hagan por el Plan de Mi Padre y no por Mí, para que la divina Misericordia, fuente que aplaca la Justicia Divina, no caiga sobre ustedes y el mundo.

Por eso, compañeros, no desaprovechen Mis tesoros, Mis Palabras y Mis impulsos, porque en verdad les digo que para el próximo tiempo ya no Me escucharán, ya no tendrán encuentros Conmigo, porque llegará el ciclo de la definición total de la humanidad y del planeta, en el que los Señores del Juicio y de la Ley solo observarán lo que sucederá en este mundo.

Aún la puerta de Mi Corazón está abierta para ustedes, usen su inteligencia y no se dejen amedrentar, ni perturbar por Mi adversario.

Lo más importante en este momento es que los Sacramentos para las almas se puedan cumplir conforme lo han hecho hasta estos tiempos. Necesito recuperar Mi Iglesia espiritual por medio de Mis apóstoles y seguidores.

Ustedes nunca podrán dejar de ser ungidos, bendecidos y colmados por Mi Espíritu porque lo necesitarán, compañeros, para atravesar el fin de los tiempos. La humanidad no conoce lo que vivirá y ustedes no se conocen a ustedes mismos.

No desafíen a las leyes universales, no desafíen a los Señores de la Ley, cumplan los mandamientos. No se los pido con perfección pero sí con esfuerzo.

Ríndanse ante Mis Pies, porque se rendirán delante de Dios, de Su Presencia y de Su Poder. Él les ha dado todo y nunca dejará de hacerlo.

¿Por qué Me lastiman? ¿Por qué Me hieren? Yo necesito de su honestidad, de su amor fiel, de su esfuerzo inconmensurable.

Dios no merece lo que sucede en el mundo, no merece lo que sucede en las almas ni tampoco en los corazones.

Yo les dí Mi antorcha de Luz para que Me pudieran representar y anunciar Mi Retorno, Mi segunda venida a la humanidad.

No sigan lastimando Mis llagas. La Sangre del Cordero de Dios, ahora del Resucitado, es una Sangre preciosa e inextinguible; es un Código espiritual eterno que viene a derramarse sobre sus miserias, sobre sus imperfecciones y agonías. Es esta Sangre que aún los sigue justificando ante Dios para que puedan tener la Gracia de la redención y la Luz de la conversión.

Bájenme de la Cruz en la cual Me colocaron. El mundo Me sigue latigando con sus acciones y Yo necesito de su amor y de su compasión para poder restaurarme.

Pero no los liberaré de lo que viven, hasta que Me lo permitan y Me lo imploren. A veces es necesario que sus consciencias vean el abismo, para saber pedir ayuda humildemente y sin restricciones.

Permitan que Mi Corazón y la llama de Mi Amor gobiernen sobre ustedes, porque el compromiso no se disolverá a pesar de lo que hagan.

Yo vendré entre las nubes y los llamaré para que den cuenta de lo que hicieron hasta los días de hoy, no importa lo que sea.

Un buen pastor nunca pierde a sus ovejas. Un buen pastor da la vida por sus ovejas, así como espero que ustedes den la vida por Mí en confianza.

No pueden ser indiferentes a lo que está sufriendo el mundo. Los sufrimientos cada día son más grandes y profundos. ¿Quién los aliviará por Mí? ¿Quién se arriesgará por Mí? ¿Quién dará testimonio de Mi Presencia y de Mi Palabra?

Mi Iglesia está destruida y la debo volver a erguir con los que son humildes y verdaderos, puros de corazón, a pesar de sus imperfecciones.

Mi Iglesia no se puede destruir completamente, ustedes son parte de Mi Iglesia, son parte de Mi Cuerpo Místico y deben reconocerlo todos los días porque en los momentos más difíciles y duros es cuando el auxilio llegará y la mano de la salvación se tenderá cuando sean humildes y se resignen ante sus propios defectos.

El compromiso les vuelvo a decir, no se podrá disolver.

El Rey del Universo no puede faltar a la Ley, porque así como vino a pronunciarla en la Tierra, así deberá seguir pronunciándola en el Cielo, porque en la Ley estará su unión con Dios, suceda lo que suceda.

Hoy el Trono de Dios recibe la Sangre del Cordero, aquel que fue inmolado y fue llevado por los hombres al matadero. Esta es la Sangre que los justificará, que los liberará y los salvará de sus pecados. Sírvanse de esta Gracia antes de que la Fuente de la Luz se cierre completamente.

Vivan una vida digna en el Señor y represéntenme como Yo lo necesito.

Elevaremos al Cielo nuestras súplicas y que el corazón humano de cada uno de ustedes sienta todo lo que digo, más allá de lo que he dicho.

Esta es la hora de poder justificar lo que ha pasado, por medio de la Sangre preciosa del Redentor. Aquellos que tengan consciencia de lo que esto significa que se ofrezcan a Dios por intermedio de Mi Corazón.

Nos colocamos de pie, para que ante la Presencia de nuestro Señor Jesucristo, podamos ofrecernos en este momento de consagración de los elementos y así podamos ser ungidos por la Luz de Su Espíritu.

Oración del Ángel de Portugal (se repite tres veces).

Yo siempre les doy a Mis amigos lo mejor que tengo, para que ellos siempre se sumerjan en Mi confianza.

Cuando estaba reunido con los doce, como hoy estoy reunido con ustedes, ante la inmensidad y la Luz de todo el Universo, en ese momento culminante de la vida de su Maestro y Señor, por una Gracia y un Amor infinitos y aún no comprendidos por el mundo entero, es que tomé el pan, elevándolo a Dios di gracias por el sacrificio que viviría. Enseguida lo partí y lo di a Mis apóstoles diciendo: "Tomen y coman todos de Él, porque este es Mi Cuerpo, que será entregado por los hombres para el perdón de los pecados".

Te alabamos Señor y te bendecimos (se repite tres veces).

Enseguida tomé el Cáliz y elevándolo con la misma fuerza e ímpetu de amor, el Cáliz fue consagrado, así como el vino fue consagrado, transubstanciado por los ángeles del Cielo. Y en ese momento lo entregué a los apóstoles diciéndoles: "Tomen y beban, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la Nueva Alianza, que será derramada por su Redentor para la remisión de las faltas, hagan esto siempre en memoria Mía".

Te alabamos Señor y te bendecimos (se repite tres veces).

Unidos como un solo corazón y una sola alma, ante la Presencia de la Santísima Trinidad y de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, del Divino Hijo, haremos en Su Presencia la oración que Él nos enseñó con todo el Amor de Su Corazón.

Oración: Padre Nuestro.

Y así Yo les doy la Paz, una Paz que nunca pueden perder, una Paz que deben proteger y que siempre debe vivir en sus corazones para que la Paz de Mi Corazón los libere, los ilumine y los guíe para alcanzar el Reino de Dios.

En unidad y en amor a la Paz del Universo, así como les dije a Mis apóstoles: "Mi Paz les dejo y Mi Paz les doy".

En nombre de esa Paz se saludarán entre ustedes como hermanos pacificadores.

¡Les agradezco por haber respondido a Mi sagrada convocatoria! Eso los justificó ante Dios.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Se pueden dar el saludo de la paz.