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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
El día después de la gran purificación llegará, en el que los sellos de la Nueva Humanidad serán abiertos.
Y los Señores de la Ley llegarán a la Tierra y abrirán esos sellos, para que los Libros revelen al mundo el nuevo tiempo de la humanidad, de toda la humanidad redimida.
Y los Señores de la Ley entrarán al Templo y encontrarán el Sagrario del Corazón de Jesús, resplandeciente, luminoso y vivo, más que cientos de soles del universo.
Y el Señor, elevando Su Mano hacia los Cielos, llamará por la presencia de los Resplandecientes, de todos los Elohim.
Así, los ángeles descenderán con los Pergaminos y los Ancianos de la Ley entrarán al Templo con los Libros abiertos.
Los coros en esa hora cantarán y alabarán a Dios y el aspecto de Yahveh llegará a la Tierra para mostrarse, mucho más que una Paloma de Luz, mucho más que el Sagrado Espíritu Santo.
El Dios Vivo se hará presente en los corazones de los hombres y mujeres de la Tierra, y todos los peregrinos de estos tiempos acudirán al Templo para reconocer, dentro de sí mismos, la morada interior, la existencia de la inmortalidad, la eternidad del espíritu y de la esencia de todos aquellos que fielmente proclamaron su fe en Cristo.
También, en esa hora, por la parte lateral del Templo, se acercará la Madre de Dios, y las nuevas santas mujeres serán congregadas en oración y en espíritu.
Cuando los ángeles se presenten en el Templo con los Pergaminos y los Ancianos de la Ley se coloquen delante de los Resplandecientes, esa será la hora del descenso de la Nueva Jerusalén y los códigos de vida, provenientes de la Fuente Suprema, retornarán al planeta.
En ese momento, en lo alto del Monte Sinaí, el Arca de la Santa Alianza será abierta; y aquellos Patriarcas de otrora y los Profetas se reunirán en alabanza y en oración, como fue en los últimos tiempos, en los tiempos sagrados del pueblo de Israel.
El Templo dará la indicación interna del gran momento, en el que las Sagradas Reliquias de la Jerarquía emergerán del planeta, serán visibles en la superficie de aquellos Sagrados Lugares escogidos por Dios y que, desde otrora, en el silencio absoluto, guardan los sagrados tesoros de la Hermandad.
En ese momento, los ángeles abrirán los Pergaminos ante el Hijo de Dios, y todos los nombres sagrados serán revelados, el Pastor llamará de nuevo a Sus ovejas y ese será el momento del Gran Juicio Universal, en el que la paja será separada del trigo.
La Santa Señora del Universo elevará Su Voz como nunca antes lo hizo, y Su oración se escuchará en todo el universo, en toda la Creación.
Las santas mujeres recordarán el Legado de Cristo vivido en la Tierra y, como nuevas mártires, se ofrecerán por toda la humanidad y por la redención del planeta. Sobre ellas, en sacrificio, descenderá la Corona de Cristo y los nuevos apóstoles serán llamados para este encuentro.
En la unión predilecta de las almas con Dios, emergerá la nueva esencia, la nueva vida, limpia y libre de pecado, como fue en el principio, desde la pureza original.
Es así, que los Sagrados Lagos de Luz estarán presentes en el universo y, en perfecta sintonía y sincronía, harán descender al mundo el Legado de la trayectoria de los Nuevos Cristos, de aquellos que fueron capaces de resignarse y de entregarse por amor, de vaciarse de sí mismos para que pueda vivir el Todo, morada predilecta del Creador.
En esa hora, ante los Ancianos de la Ley y el Resplandeciente Hijo del Padre, ante los Pergaminos que serán abiertos por los ángeles del Cielo, será revelado el secreto del Plan, preciosamente guardado en el Arca de la Santa Alianza que, estando abierta en lo alto del Monte Sinaí, no solo será como un terafín para el mundo entero, sino que Su Luz y Su Resplandecencia iluminarán completamente a la humanidad y a los cuatro puntos de la Tierra.
Entonces, los Elohim llamarán a las tribus de Israel, desde los cuatro puntos de la Tierra. Vendrá la tribu del sur, hacia lo alto del Monte Sinaí; llegará la tribu del norte, a lo alto del Monte Sinaí; después llegará la tribu del este, también a lo alto del Monte Sinaí; y por último llegará la tribu del oeste; y se establecerá la perfecta unidad, cumpliéndose el Proyecto Original.
En esa hora, el Hijo del Padre recibirá en Su Mano el Sagrado Cetro de Dios, de las Manos de la Señora Celeste. El Gobierno se establecerá en el planeta y el mundo ingresará finalmente a la Hermandad. Se restablecerán los Principios y las Leyes que fueron corrompidos y, al pertenecer a la filiación de Dios, todos encontrarán aquella felicidad que siempre buscaron.
Dignos hijos de Dios serán llamados y convocados no por sus nombres de nacimiento, sino por sus nombres de origen y resonará, dentro de los corazones de todos, esa perfecta clave vibratoria que surgió desde el principio de sus esencias, y que el Padre cuidó y amparó con atención y amor.
Al fin, el mundo vivirá lo que tanto ha esperado y el Hijo del Padre volverá a caminar entre los Suyos, abriendo los caminos de la fraternidad.
Así, los esenios de otrora se presentarán y los caballeros templarios se mostrarán. Todos aquellos que formaron parte de la historia de Cristo se presentarán, desde los santos hasta los bienaventurados, desde los servidores hasta los seres más humildes y anónimos; todos aquellos que hicieron algo por Cristo, durante su encarnación, serán convocados por el Señor para volver a celebrar la institución del Gobierno Espiritual del Padre, que les recordará su origen.
Así, aquellos errores que están guardados en las estrellas se disolverán y nunca más una espada se levantará contra nadie, la guerra ya no será la causa de tantos males, la impunidad ya no será el arma de los que se dicen poderosos.
Y todos los que fueron injustamente afectados serán honrados y colocados a los pies del Altar del Creador, así los ángeles del universo les entregarán las coronas de Luz y bendecirán a aquellos que fueron consecuentes, que fueron capaces de dar la vida por el otro, que fueron capaces de ir más allá de sus imperfecciones y errores.
Todo será contemplado y considerado, nada quedará fuera de la Ley. Por eso, los Ancianos de la Ley llegarán con sus historias de vida, no solo lo que han vivido en esta Tierra, sino también lo que vivieron en el cosmos. Pero, esos Libros Sagrados revelarán la experiencia de Mi Amor en ustedes, de todo lo que Yo He conseguido hacer de sus vidas. Por eso, decídanse a ser libres de ustedes mismos, ya no carguen con las cadenas de los errores y las culpas, libérense de una vez y para siempre de esa opresión.
Mi Sangre fue derramada para poder liberarlos. Mi Cuerpo fue flagelado para poder aliviarlos. El Hijo de Dios fue maltratado para que sus vidas se redimieran y se santificaran en Cristo, dando honor y gloria al legado crístico del Amor.
Por eso, desde ahora los preparo internamente para ese gran momento, que ya está siendo vivido por todo el universo, está siendo preparado por los Ancianos de la Ley, por el nuevo Consejo del Sanedrín.
Que sus espíritus sientan el gozo de esta revelación, que sus almas sientan el júbilo por ese gran momento; porque los señalados y ungidos por Cristo serán llamados en el fin de estos tiempos para testimoniar el Amor del Redentor, el Amor que se ha hecho parte de sus vidas, el Amor que a través de ustedes se ha podido multiplicar para poner fin al sufrimiento en el mundo y a la aniquilación de la vida.
Estoy aquí, pidiéndole a Dios y aspirando, a través de sus corazones, a que nadie más en este mundo viva la pena de muerte, porque eso no forma parte de Dios, sino de la soberbia y de la arrogancia de los hombres.
El Árbol de la Vida se levantó en lo alto del Monte Calvario. Ese Árbol dio sus frutos para todos sin condiciones, derramó Su Sangre por todos los pecadores y, hasta los días de hoy, ese Sagrado Árbol de la Vida sigue derramando Su Amor por todos los que se condenaron y por todos aquellos que dicen sí.
Hoy, les traigo una parte de los secretos de Dios que son develados, porque es tiempo de que sean conscientes de todo esto, para que no solo crezcan interiormente, sino que también maduren exteriormente como soldados, apóstoles y guerreros de Mi Misericordia, que deberán dar su vida por Mí.
Por ese motivo, el último día 3 de noviembre, les hice varias preguntas. Espero que no las hayan olvidado tan solo dos días después. No solo deben aprender amar la Instrucción de la Jerarquía, sino también deben aprender a vivirla a través del esfuerzo, a través de la imperiosa necesidad de concretar el Plan.
El Señor está aquí, rezando por ese gran momento para todos; dice que muchos no comprenderán el significado de ese acontecimiento que hoy les revele, porque es necesario amar a Dios en primer lugar, antes que todo, porque no hay otra forma de comprender el Plan, sino amando lo que es desconocido.
Mi hora está terminando aquí en Brasil; con gratitud y amor doy las gracias por todos aquellos que, a través de esta Peregrinación por la Paz en Brasil, Uruguay y Argentina, no solo fueron testigos de Mi Amor por ustedes, sino que fueron consecuentes y conscientes de colaborar en la manifestación del Plan, a través de estos sagrados encuentros con los Mensajeros Divinos.
Espero que, después de esta larga peregrinación por Sudamérica, muchos más hayan comprendido que la Jerarquía está donde es necesario e imprescindible, donde falta realmente el amor, la paz y la verdad.
Mis Brazos siempre estarán extendidos como el Cristo Redentor, no solo sobre Rio de Janeiro, sino también sobre el mundo entero, anunciando el Retorno de Cristo al mundo.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Señora o quién está tosiendo, dice el Maestro que vaya y beba agua de la Fuente, que ya se le va a pasar.
De esta forma, hoy también bendigo la Fuente de Cristo de este Centro Mariano, que fue construida con el esfuerzo y la donación de los corazones. Así, espero que muchos más, en este nuevo ciclo, se esfuercen por concretar los pedidos de la Jerarquía en la superficie de este planeta, en las Comunidades-Luz, en los Centros Marianos, en los Monasterios de la Orden y en todos aquellos espacios en el mundo donde será necesario y urgente manifestar un punto de Luz. Eso es tarea de seres conscientes y despiertos, responsables por el Plan de Amor y de Hermandad.
Por eso, agradezco a aquellos que hicieron posible la Fuente de los Siete Rayos de Jesús. Todos aquellos que escuchan, en este momento, que sepan que, en este humilde Centro Mariano, en lo alto de estas sierras de Rio de Janeiro no solo encontrarán a Cristo, el Redentor, sino también la Fuente de Su Gracia y de Su Misericordia expresada por los Siete Rayos de Su Corazón. Vengan a beber de estas Gracias, vengan a ser bautizados y sacramentados, renueven los votos con Mi Corazón todas las veces que sea necesario.
Esta es la Fuente para la cura de las almas; para aquellos que, por diferentes caminos, deben ingresar definitivamente en Mi Corazón a través de la Luz de los Siete Rayos.
Mi tiempo ha terminado, bendigo a esta Comunidad y a todos los que la forman, a Mis compañeros que la sostienen en la liturgia y en el servicio, en la donación a los Reinos de la Naturaleza, haciendo posible la vida evolutiva en las Comunidades-Luz.
Recen por todo lo que la Jerarquía deberá llevar adelante en estos últimos meses del año 2022 y todo lo que deberá suceder a partir del año 2023, en donde situaciones más intensas serán vividas.
Recen por el fortalecimiento de las Misiones Humanitarias, recen por la presencia y la existencia permanente del canal de la Instrucción; porque muchos necesitarán quitar su sed espiritual, ser correctamente orientados y conducidos, ser retirados de esta confusión mundial para que retornen al encuentro de su universo interior, de su esencia.
Recen por la sagrada tarea que la Jerarquía Espiritual deberá realizar en Norteamérica y en Medio Oriente, recen para que la Misericordia también pueda llegar a Asia y Oceanía. Acompañen Nuestros Pasos en colaboración y en donación, en oración perpetua, en vigilia constante, en Sagrada Adoración; a fin de que el canal potentísimo de Mi Divina e Insondable Misericordia en Polonia pueda estar aún más presente en la superficie a través de seres-espejo de oración.
Quiero dejar aquí una Gracia más antes de retirarme, antes de que ingresen en Mi Comunión Espiritual, para hacer la síntesis de todo lo vivido en estos días. Porque, les vuelvo a decir, compañeros, que no pueden perder la Palabra de la Jerarquía y olvidarse de lo que les decimos, porque las orientaciones son únicas y los momentos son únicos, y ya no se podrán repetir.
Esta Gracia que quiero dejar es espiritual, no solo una Gracia Celestial, sino también una Gracia Espiritual, consagrando para este Centro Mariano a nuevas Auxiliadoras de Mi Divina e Insondable Misericordia.
Las invito a aproximarse a este Altar y a colocarse a Mis Pies, así como siempre lo hacían las santas mujeres. Y ahora, pido que las demás auxiliadoras, ya consagradas, se coloquen en oración interna detrás de las que hoy se consagrarán.
Tráiganme aquí los elementos para esta consagración: los anillos, el simbólico Corazón y el velo.
¡Oh, Padre Celestial!,
que a través de estos elementos que hoy estoy bendiciendo,
por medio de la fuerza de Mi Amor y de Mi Misericordia,
tengan el motivo de poder alabarte y reconocerte como el Único Dios,
como el Señor de las Alturas y del Universo,
así como los ángeles Te reconocen, Te adoran y Te alaban eternamente.
A través del Sagrado Pedido de Tu Hijo Jesucristo,
deposita, a través de estos elementos,
las Gracias en las almas que los recibirán
para dar honor al Nombre de Cristo,
como el Camino, la Verdad y la Vida
de todos los que buscan la paz.
Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Vamos a cantar la canción de la Unción, para acompañar está consagración.
Hoy, el Señor te está consagrando como María Magdalena.
Hoy, el Señor te está consagrando como María de la Paz.
Hoy, el Señor te está consagrando como María del Alivio del Sufrimiento.
Hoy, Nuestro Señor te está consagrando como Estrella del Mañana.
Hoy, el Señor te está consagrando como María Celestial.
Y así, Yo reúno a todas las hijas de Mi Madre, de diferentes caminos y de diferentes experiencias, renovando con Mi Espíritu a cada una, trayendo Mi Espíritu Consolador, aquel que prometí a los apóstoles en Pentecostés.
Hagan de Mis Altares, puntos de Luz para el planeta. Hagan de sus corazones, Templos del Señor para que sus vidas sean elevadas en ofrecimiento al Corazón del Redentor.
Hoy, Yo Me ofrezco como su Esposo Celestial en esta alianza con el Hijo del Padre, con el Hijo del Espíritu Santo, como su Maestro de Fraternidad, Aquel que camina al lado de los simples y de los humildes, de los que aspiran a ser portadores de la paz.
Yo las consagro como Mis Auxiliadoras de la Divina Misericordia. Sean bienvenidas a Mi ejército interno de Luz. Sean luz para el mundo con su ejemplo, su esfuerzo y su sacrificio, por un solo fin, por el triunfo de Mi Amor.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Un alma despierta y servidora, que por muchas vías buscaba cumplir su misión y expresar la Voluntad de Dios, le cuestionó al Señor, diciéndole: “Señor, a pesar de orar, de buscar una vida evolutiva, de disponer siempre mi corazón para Ti, de aspirar al servicio permanente, aun así siento que no consigo manifestar mi misión completamente. Dime, entonces, cómo hacerlo”.
Y el Señor le respondió: “Hasta ahora, alma pequeña, cada esfuerzo tuyo fue valioso, cada transformación vivida fue como un presente a los pies de Mi Altar; pero, en esta etapa de tu evolución, debes comenzar a comprender y a vivir el sentido más profundo de la entrega, de la donación de sí y de la vida evolutiva.
Llegó el momento de colocar en Mis Manos aquello que tienes de más preciado: tu amor propio, tu forma de ver la evolución, todo lo que crees saber, todo lo que consideras bueno y que te hace una buena alma delante de los demás. Llegó la hora de colocar en Mis Manos no solo tus miserias, sino también tus virtudes, tu necesidad de demostrarle a todos cómo las vives y, aunque pienses que estás dándole un ejemplo al prójimo, ya no es lo que Yo necesito de ti. Tu mayor ejemplo será oculto, pero resonará en toda la consciencia planetaria, en toda la Creación.
Entrégame tu forma de vivir y de expresarte, tu forma de servir y de amar, tu forma de orar y de conocer el universo, porque Yo aspiro a hacer nuevas todas las cosas dentro de ti, para que alcances un conocimiento mayor sobre la existencia y para que experimentes un grado mayor de amor. Debes dejar atrás todo lo que viviste hasta ahora, agradeciendo y reverenciando todo lo que fue aprendido y entregado a Mis Pies, como una escalera que te permitió llegar hasta Mí, pero que ahora debes dejar, para subir por otros peldaños que conducen a una unión más profunda Conmigo.
Eso comienza, alma amada, siendo consciente de la necesidad de ser nueva y de dejar atrás lo que pasó. Cuando Yo sienta, entonces, que tu corazón está preparado y despojado de todo lo que viviste anteriormente, te mostraré un nuevo camino, te daré a conocer nuevas ciencias, te revelaré un Amor Mayor, fruto de tu entrega y de tus renuncias, fruto de tu vacío”.
Que este diálogo, hijos, les enseñe a percibir que es momento de renovarse en Dios, de agradecer lo que aprendieron y de entregarse, para que una nueva etapa surja para ustedes y para toda la humanidad.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
No teman porque, a pesar de todas las adversidades, a pesar de las miserias que desbordan de sus corazones y de que a veces les falta la esperanza, el Corazón de Dios, hijos, aún pulsa dentro de cada uno de ustedes.
Sientan este universo interior que está por detrás de todas las capas de ilusión en las que esta humanidad vive constantemente. Ya está llegando el tiempo de que la verdad se revele a todos los hijos de Dios y que se reconozcan Sus hijos, que puedan percibir la semejanza que existe entre el Creador y Sus criaturas.
Por eso, no teman. No teman por las ilusiones del mundo, solo teman estar distantes de Dios, porque este es un Don de Su Santo Espíritu, que no permitirá que cada uno de ustedes abandone Su camino.
Mayor que todas las enfermedades que rodean a este mundo es la enfermedad que habita en el interior de los seres humanos y que no les permite aproximarse a Dios. Y esta enfermedad, hijos, debe comenzar a ser curada, porque solo ella les impedirá vivir la Voluntad Divina.
No será ningún plan del adversario lo que los separará de Dios si, dentro de cada uno de ustedes, esta unión se perpetúa. Por eso deben comenzar a trabajar, de adentro para afuera; procurando, en lo profundo de su interior, la conexión con Dios; esta puerta hacia el Universo, hacia el infinito que hay en sus corazones.
Hoy no vengo a hablarles de las enfermedades de este mundo, tampoco vengo a decirles sobre las miserias humanas, sino de la perfección que se esconde dentro de cada uno de ustedes, así como de la perfección que se esconde en lo profundo de este planeta y que les debe ser revelada.
Vengo a elevar sus consciencias una vez más, para que salgan del punto en el que hoy se encuentran y se coloquen en las dimensiones celestiales que no están distantes de ustedes, sino que están en su interior, que están en lo invisible de este lugar, que se esconden debajo de sus pies, en el corazón más profundo de esta Tierra.
Hoy, hijos, no vengo a hablarles de aquello que no merecen recibir, no vengo a señalar aquello que deben transformar, porque Yo conozco profundamente el corazón humano, él aún pulsa en Mi interior, porque así es la Voluntad de Dios. Mi Corazón humano solo se fundirá en el Padre cuando cada corazón que pulsa dentro de ustedes también lo haga.
Por eso, los comprendo cada vez más. Sé de sus flaquezas, de sus limitaciones y de sus dificultades, pero Yo también sé del misterio que se guarda dentro de ustedes y que desconocen.
Veo con Mis ojos a sus seres transparentes y contemplo en su interior la esencia divina. No preciso mirar hacia el cielo para encontrar a Dios. Hoy Yo miro a cada uno de ustedes y puedo encontrarlo. Sus esencias son espejos vivos de la Consciencia Divina, y muchos creen que ya lo saben, que ya lo comprenden, pero no es una cuestión de comprender o de saber, porque la humanidad sabe muchas cosas y sin embargo se mantiene en el punto en el que está.
Llegó el momento de dejar a ese Dios Vivo expresarse dentro de cada uno de ustedes. Y eso se hace con la rendición, parando de observar las miserias humanas, parando de señalar los errores ajenos o los errores del propio corazón y buscando, hijos, la verdad que habita en lo profundo de sus corazones.
Esa verdad silenciosa también se encuentra y se revela a través del silencio. Pero para silenciarse y buscar a Dios en el propio corazón, deben ser valientes de espíritu, porque el Creador no se parece a lo que ustedes piensan. Él no se expresa como ustedes se expresan todos los días. Él no aspira a sobresalir sobre nada ni nadie, tanto es así que Se mantuvo silencioso en su interior desde el principio de la Creación. Pero ahora, ese Corazón pulsa, ese Verbo se quiere expresar, se quiere revelar a Sí mismo, primero para cada uno de ustedes, después para toda la Creación.
Es el momento de que la humanidad exprese el Pensamiento Divino y, más que ese Pensamiento, es momento de que la humanidad exprese al propio Dios, porque solo de esa forma podrán superar la unión de los tiempos llamada transición de este planeta.
Por eso, silénciense, cada uno delante de Dios. Dejen que sus almas se rindan, que puedan traspasar los umbrales de las miserias y de las dificultades humanas, tanto en ustedes como en el prójimo.
Porque no es verdad que no son perfectos. ¡Sí, ustedes son perfectos!, pero aún no descubrieron quienes son, porque no lo expresaron ni en el Cosmos ni en la Tierra, a pesar de que un día vieron alzado en una Cruz a Aquel que para ustedes fue un espejo de lo que verdaderamente son.
Dejen de lado sus temores y también sus aspiraciones.
No busquen los lugares que no les corresponden, busquen su propio lugar en el Corazón de Dios y no en este mundo.
No queden buscando papeles en el teatro de esta Tierra, busquen la verdad en el propio corazón y quieran expresarla.
No busquen la verdad en el prójimo, no quieran que él exprese a Dios, porque eso es tan humano como la humanidad que ustedes conocen.
Es el momento de que cada uno busque a Dios en sí mismo, contemple delante de sí los altares celestiales y, postrado ante esos altares, pueda rendirse a Dios.
Hoy Yo les digo todo esto, hijos, porque Mi Corazón también estuvo enfermo, perdido en las ilusiones humanas, creyendo tener una misión, un papel principal en la historia de este planeta, porque Dios me hizo padre de Su Hijo y, en un momento, me llamó a Su Reino y Me pidió abandonarlo, lo que para Mí era abandonarlo, porque Yo pensaba que esa era Mi misión y que este plan no se cumpliría porque el Hijo de Dios no estaría protegido y la Madre de Dios tampoco sería amparada.
Pero, en el momento en el que Yo estaba en los brazos de María, y sin que Ella me dijera una palabra y Yo tampoco le hablara nada, encontré el silencio que Me mostraba la semejanza con Dios. Vi reflejado en el Corazón de María el Universo Celestial, el mismo Universo que se reflejó en Mi interior. Reconocí la semejanza con Dios, quién era Yo y quién es Él. De esa forma, no temí entregar Mi Espíritu en Sus Brazos e ingresar en Su Tiempo Eterno, caminar hacia la Fuente de la Creación, hacia el eterno servicio al Corazón de Dios.
Ustedes, hijos, no precisan dejar este mundo para comprender lo que les digo, porque no es necesario. Hoy el Creador los llama para algo diferente, los llama para encontrar ese misterio a través del esfuerzo y de la rendición, a través del silencio y de la soledad interior, esa que es tan temida por la humanidad, porque, a veces, parece que tienen miedo de descubrir la verdad, porque se perderían de sí mismos, de todo lo que creen ser.
Si por un instante pudieran contemplar la Verdad Divina, no dudarían en abandonarse para ser lo que verdaderamente son.
Recuerden que aún están transitando la Cuaresma, ese momento de encontrarse a sí mismos y de encontrar a Cristo, primero dentro de ustedes y después delante de ustedes, cuando por Su infinita Misericordia, podrán reencontrarlo en este mundo.
No teman al desierto, no teman percibir que las almas se debilitan, porque el Creador tiene una Voluntad para cada ser de esta Tierra y esa Voluntad se cumple no como ustedes piensan, sino como Él la conduce, según el permiso que las almas le dan. Por eso, paren de mirar hacia los lados y comiencen a mirar hacia adentro.
El Plan de Dios se está manifestando, está buscando ganar el espacio dentro de ustedes que la humanidad nunca le dio, pero este es el tiempo de darle.
Que este desierto sea fecundo, la oportunidad de estar transparentes, de vivir esa tan temida transparencia. Prepárense para la Pascua, para entregarse completamente, sin miedo, para estar vacíos delante de Dios.
Los acontecimientos planetarios muchas veces pueden ser usados para cumplir la Voluntad Divina. Sepan hacer de las adversidades un momento para fortalecerse. Sepan hacer de la próxima Sagrada Semana un momento de estar ante Cristo en lo más profundo de sus corazones, de participar con Él verdaderamente de Su Pascua, de sentir Su soledad, Su agonía y Su entrega; y vivir esa soledad, esa agonía y esa entrega, porque eso es lo que su humanidad vive, es parte del camino que deben recorrer para rendirse a Dios, para vencer aquello que la humanidad más teme: la entrega, el sacrificio y la llamada muerte. Y así, descubrirán quiénes son y quién es Dios, en ustedes y en toda esta Creación.
Mientras les hablo, Mi Corazón se abre, y todos los códigos más profundos que alcancé en nombre de la humanidad, todo el camino que tracé para estar aquí, los deposito en estos sagrados Relicarios que Yo bendigo para cada Centro Mariano y para Mi amada África.
Este es el séptimo Relicario, que Yo aspiro a que llegue allí, para que comprendan que Mi Corazón permanece con aquellos que más lo necesitan. Yo estoy con ustedes, hijos Míos, como con cada hijo de esta Tierra, estoy en cada hogar y en cada corazón, porque Mi Corazón está unido a Dios, y este mismo Corazón Divino y Celestial habita dentro de ustedes.
Contemplen los Relicarios para descubrir esta verdad, para estar delante de un espejo, así como Yo estuve delante del espejo del Corazón de María. Hoy les entrego el espejo de Mi Casto Corazón, a través de cada Relicario consagrado por Mí. Que esta Gracia se expanda por los cuatro puntos de este mundo, para que todos los seres tengan la oportunidad de descubrir la verdad sobre sí mismos.
Mientras en omnipresencia, Mi Corazón se multiplica para ingresar en cada uno de esos Relicarios, les pediré que canten, que traigan hasta aquí incienso y agua bendita para que, Conmigo, los consagremos y los ofrezcamos a Dios.
Cántico: Sagrado Relicario.
Ahora contemplen el mayor de todos los Relicarios, Aquel que guarda el Cuerpo y la Sangre de su Señor, Aquel que es el eterno espejo de lo que ustedes deben ser, de lo que deben descubrir.
Por la autoridad que Mi Hijo un día Me concedió como Sacerdote ante Dios, consagro no solo esta Eucaristía, sino también a cada sacerdote de este planeta. Que reciban la castidad, la humildad, la renuncia y el vacío de Mi Casto Corazón, para que de esta forma sean cálices vivos para la Consciencia de Cristo.
Vamos a orar juntos ante el Ángel de la Presencia, no solo para la consagración de estos elementos y para la transustanciación del pan y del vino en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo; vamos a orar por la reparación del Corazón de Nuestro Señor, por todos los males causados por esta humanidad. Vamos a orar clamando, en nombre de cada ser de esta Tierra, para que todos vean, delante de sí, la Verdad Celestial, se puedan fundir en ella y verla revelada en su propio interior.
Oremos al Padre, clamando por Su Misericordia. Y esa misma Misericordia, que emana del Corazón insondable de Dios, consagra estos elementos y repara la consciencia humana. De esa forma, hijos, en ese misterio divino, el propio Corazón de Dios es reparado.
Oración: Padre Nuestro (en portugués y en arameo).
Que suenen siete campanadas para proclamar la paz en ustedes y en este mundo.
De esta forma, Yo los bendigo y les agradezco por escuchar Mis Palabras, meditar sobre ellas y encontrar esa verdad en sus corazones.
Les agradezco y los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Hermana Lucía de Jesús:
Vamos a finalizar, a pedido de San José, con el Himno a San José, sintiendo toda esa historia que pulsa dentro de cada uno de los siete Relicarios consagrados hoy por Él.
Cántico: Himno a San José.
Mientras las almas peregrinan por los Centros Marianos, confortan el Corazón de Dios y alivian las llagas que la indiferencia humana provoca en lo profundo de ese Sagrado Corazón.
Las almas que peregrinan por los Centros Marianos también son almas reparadoras, porque no solo están curando y reparando su propio ser y su espíritu, sino que también están curando y reparando la consciencia humana, muchas veces distante del Corazón del Padre.
Peregrinar a los Centros Marianos es como caminar hacia la Casa del Señor, subir los escalones de Su Iglesia Celestial y estar ante Su Divino Altar para vivir la redención y, así, abrir las puertas para que otros también puedan vivirla.
En estos tiempos de caos y de indiferencia en el mundo, el Corazón de Dios encuentra Su aliento y Su alegría en las almas que peregrinan a los Centros Marianos, porque, a pesar de sus vidas y de sus responsabilidades, ellas reconocen la importancia y la urgencia de crear un vínculo verdadero con Dios en su interior.
Este mundo, hijos, necesita de almas reparadoras que peregrinen a los Centros Marianos, no solo para encontrar la paz, sino también para abrir la Fuente de la Paz al mundo.
Las almas que peregrinan a los Centros Marianos también son sembradoras, porque, como pájaros de luz, buscan en la Fuente las semillas de la nueva vida y las llevan a sus casas, ciudades, naciones, fecundando ese principio de lo nuevo en la consciencia humana.
Los peregrinos que llegan a los Centros Marianos reciben del Padre Su Gracia y la llevan para multiplicarla al mundo, dondequiera que estén.
La importancia de peregrinar a los Centros Marianos aún es desconocida para muchos, porque los misterios que se guardan como tesoros espirituales en la contraparte interna de los Centros Marianos todavía no fueron revelados a los hombres.
Felices los que peregrinan a los Centros Marianos, porque se tornan instrumentos del Señor y portadores de la nueva vida sobre la Tierra, aunque no lo sepan.
Hoy, hijos, les agradezco por ser peregrinos y por llegar a los Centros Marianos buscando la paz.
Felices aquellos que los reciben con amor y dejan en sus corazones el Amor de la Jerarquía. Multipliquen lo que recibieron. Sean pacificadores en este mundo.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Arrodíllate todos los días ante el Altar de Dios y clama por Piedad y Misericordia. Pide al Señor que despierte a la humanidad del sueño en que vive y disponte a seguir Sus Designios Celestiales, sin importar cuáles sean.
Hijo Mío, hija Mía, escuchen la Voz de Dios, que habla directamente al corazón, invitando al alma a dar un nuevo paso y a consagrarse a una vida superior. Les pido que sean dignos de vivir el Proyecto del Creador y a través de su transformación, permitan que otras almas encuentren un camino para la redención.
Hijo, si escuchas la voz de Tu Madre Celestial, es porque llegó la hora de rendirse delante de Dios. No esperes que el sufrimiento de la vida traiga un aprendizaje insuperable para que tu espíritu, para que tu alma perciba que andaba por caminos que no llevaban a Dios.
Observa, el mundo a tu alrededor agoniza y hermanos son sometidos, día a día, a la oscuridad. Muchos están en la amargura de las guerras, con miedo a la muerte y ante la imposibilidad de tener siquiera una vida digna, según las leyes del mundo. Y a ustedes, hijo Mío, hija Mía, no por casualidad los llamé para que estuvieran a Mi lado.
Mi voz se pronuncia ante tus ojos y habla directamente a tu corazón, porque hiciste un compromiso con Dios, por la humanidad y por los Reinos de la Naturaleza, por la evolución de este mundo y de muchos otros.
Sabe, Mi amado hijo, que el tiempo de aprender por medio del amor ya llegó para ti. Porque el tiempo del verdadero sufrimiento para la humanidad aún se está aproximando y recién inicia su ciclo. Aún tienes tiempo de aprender a amar y a perdonar, de ser un servidor o un siervo de Dios. Pero sé valiente y no tardes en responder, porque el tiempo del reloj ya no transcurre de la misma forma. Las agujas se aceleran y un minuto ya no tiene más, sesenta segundos.
Soy la Madre, la Reina Universal; portadora de una Paz que trasciende cualquier dolor y sufrimiento y que puede perseverar en los corazones de los que Me acompañan, independientemente de los acontecimientos del mundo.
Por eso, hijo, siente en Mi voz la urgencia de los tiempos y en Mi calma, la última posibilidad de despertar la humanidad.
Tu Madre Celestial ya derramó Sus lágrimas delante de Dios y se ofreció a sí misma, por tu salvación y la de tus hermanos. Pero el Señor es Justo y espera que de la humanidad parta la iniciativa de transformar la vida en el planeta.
Los seres humanos deben volverse dignos hijos de Dios, y eso, amados Míos, Su Madre Celeste no puede hacerlo por ustedes.
Quisiera, hijo, que Mi Amor por sí solo tocase tu corazón y lo retirase de la ignorancia de la vida material, para llevarlo a lo sagrado y a tomar consciencia que son tiempos de emergencia.
Quisiera que comprendan, con Mi santa Paz, que esto que les entrego, como bendiciones y gracias, debe verterse, por medio de tus oraciones, sobre las almas perdidas en el mundo.
Quisiera hijo, que los acontecimientos que hacen que tus hermanos agonicen, fuesen suficientes para hacerte salir de ti mismo y servir a aquellos que tienes al lado, hacerte perdonar lo que aún no perdonaste en el prójimo, ni en ti mismo y reconciliarte con Dios.
Escuchen, amado Mío, amada Mía, porque hoy les hablo directamente: despierten y únanse a Mi ejército de paz, porque Su Madre Divina ya no sabe cómo advertirle al mundo, y clama a los corazones de los hombres, para que acepten vivir la redención.
Hoy les dejo Mi Paz y les agradezco por venir a Mi encuentro, aunque sepan que muchos de los que convoqué, no están aquí.
Difundan Mi Mensaje de Paz, anuncien Mi Presencia. No dejen que sus hermanos se pierdan. Si estoy aquí, es para llevarlos a Dios.
Los amo y los bendigo.
Su Madre María, Rosa de la Paz
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más