Vigilias de Oración
APARICIÓN EXTRAORDINARIA DE LA VIRGEN MARÍA EN FÁTIMA, PORTUGAL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, DURANTE LA VIGILIA DE ORACIÓN

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Para poder llegar hasta aquí, tuve que recorrer los umbrales más oscuros del planeta, y sé que ustedes, hijos Míos, no saben lo que esto significa; pero todo esto es posible a través de la oración de Mis hijos, a través de la esperanza de cada corazón que clama a Dios.

Esto, Me permite interceder y pedirle a Dios una oportunidad para Mis hijos; aunque esta Gracia, en este momento, no sea merecida.

Hoy, Mi silencio habla más que las palabras y es necesario en estos tiempos, hijos Míos, que se sumerjan en el Silencio de Dios para sentir lo que Él siente, para vivir lo que Él vive, para ver lo que Él ve con Sus propios Ojos.

Por eso, Él Me envía una vez más. Él Me envía como Su Mensajera, pero también como Su Portavoz, para recordarle al mundo que detenga las armas, que abandone las ideas propias de la guerra, de una conquista de las naciones del mundo que nunca sucederá.

¡Ay de aquellos que no le temen a Dios!

¡Ay de aquellos que desafían Sus Leyes y Su Voluntad!

Por eso, todos Mis hijos deberán seguir rezando fervorosamente, así como los ángeles rezan de forma perpetua con sus rostros en el suelo. Es la forma por la que Dios le concederá a la humanidad una oportunidad.

Las armas desafían la Ley. Los hombres no conocen la Creación ni tampoco saben de dónde provienen, no pueden usurpar el misterio, porque aún el misterio no fue revelado. Cristo es el propio Misterio, que se revelará a todos a través de Su Retorno.

Así como los Libros, se abrirán los sellos; así, Cristo revelará Su verdadera Faz y no habrá quién la pueda ocultar; porque Él vendrá en el momento más culminante del planeta y ese momento ya está muy cerca, más cerca de lo que parece.

En estos dieciséis años que han estado Conmigo, momento tras momento, paso tras paso, hemos construido juntos una fortaleza espiritual que ni siquiera la Iglesia de Cristo en la Tierra la ha alcanzado.

Por eso, también deben rezar por aquellos que no consiguieron responderle a Mi Hijo; porque el camino de los Nuevos Cristos es un camino desconocido para todos, pero no es un camino imposible, es un camino de desafíos y de trascendencias. Es ese Camino de Cristo, Nuestro Señor, que los convertirá en Sus apóstoles de verdad, sin ilusiones y sin expectativas propias.

Eso es lo que Mi Hijo necesita en este momento para terminar de concretar Su Retorno. Así como Él los llamó a ustedes, Él llamó a toda la Iglesia extendida en la Tierra para que lo representara como la Luz del mundo, aquella Luz invencible que muchos buscarían en el fin de estos tiempos; porque en esencia es la Luz de la Jerarquía, es una Luz que nunca cambia, es una Luz que nunca desaparece, porque es parte de la Luz Eterna.

Es en lo más profundo de cada ser en donde Cristo comenzará a concretar Su Retorno, y así como los primeros apóstoles y seguidores y seguidoras del Señor deberán dar la vida por el mundo, si así lo aceptan.

El camino crístico no es un abismo entre ustedes y el Cielo. El camino crístico es un puente para todos los que quieran ser consecuentes con Él, y estar junto a Él donde Él lo necesite y cuando lo necesite. La decisión solo está dentro de ustedes, y en ningún otro lugar.

Dejen que el Amor de Mi Hijo los arrebate, que Él los convierta en lo que tanto espera en estos tiempos. Porque así, Sus nuevos apóstoles estarán en lugares del mundo que nunca habían pensado, estarán preparando a las multitudes y a los pueblos para Su llegada. Y esto no será con grandiosas obras, sino con ejemplos verdaderos y simples que moverán a los corazones al cambio.

Yo vengo como la Madre que prepara ese momento, porque Él Me lo ha pedido y Yo Soy Su Esclava, Soy la Esclava del Señor porque se ha hecho en Mí Su Palabra.

¿Los que son llamados a ser los últimos apóstoles de los últimos días, han decidido que la Palabra de Dios se haga en ustedes?

He visto con Mis propios Ojos, con los Ojos de la Madre de Dios, que en muchos se ha hecho la Palabra de Dios, a pesar de las tribulaciones y de las pruebas.

Por eso, a pesar de este mundo aterrador, a pesar de lo que vean a su alrededor, colóquense disponibles. Ya no se escondan de Dios, vayan al encuentro del Padre Eterno y les aseguro que serán felices, serán libres, así como Yo lo fui al escuchar el llamado del Arcángel Gabriel.

No se olviden, Mis hijos, de que Yo Soy una más con ustedes. Soy la Virgen Madre, la Rosa de la Paz, la Consoladora y Abogada de los que sufren y de los que claman.

No se desesperen, no se angustien. Ya no miren la oscuridad, miren hacia la Luz que Cristo les ha dejado adentro. Así, encontrarán la fuerza como Yo la encontré al ver a Mi Hijo clavado en la Cruz, entregando por todos lo más grande que tenía en Mi vida, así como muchos de ustedes, y muchos de sus hermanos del mundo que sirven a Cristo, han entregado sus familias y lo más preciado que tienen por responder al llamado desconocido de Cristo.

Pero los Ojos de Jesús, de Mi Amadísimo Hijo, están sobre sus seres queridos. Él mismo los cuida, Él mismo los protege con Su Manto; así como Él intenta todos los días, aunque sea Rey, proteger sus pasos, los pasos de los que dicen ser Sus apóstoles.

Solo les aconsejo algo, Mis amados hijos, que se rindan a los Pies de Jesús, así como Santa María Magdalena se rindió a Sus Pies y, con sus propias lágrimas, lavó los Pies del Señor, porque era un alma que le pedía rendición.

¿Qué habrá significado este gesto para Jesús?

¿Qué habrá significado para Mi Hijo que la Santísima y Humilde Esclava de Dios besara los Pies de Jesús en lo alto del Monte Calvario?

Pero Él, en Su mayor agonía y padecimiento, renunció por Mí y por cada uno de ustedes, cuando antes de morir Él Me dijo: “Madre, he aquí Tu hijo; hijo, he aquí tu Madre”. Y hoy, Yo como su Madre, la Madre de todos, estoy cumpliendo esa promesa.

¿Se han dado cuenta, Mis hijos, qué significa para Mí que ustedes y sus hermanos y hermanas del mundo caminen al lado de María y que su Virgen Madre camine al lado de Sus hijos, pacientemente, esperando el paso de cada uno de ustedes?

No hay nada más maravilloso en este mundo que el Reino de los Cielos, en donde los ángeles, elementales y devas, las grandes potencias creadoras del universo, se reúnen para adorar y alabar el Nombre de Dios.

Y, aunque Mi Corazón está lastimado por lo que ve de este mundo enloquecido, cuando Yo puedo descender del Cielo, como en este día, Mi Corazón se conforta, Mi vida se anima por todos los que Me aman, porque el amor no se queda Conmigo, el amor va directo al Corazón de Dios.

Y Él, así, abriendo Sus Brazos y extendiendo Sus Manos sobre el mundo, derrama Sus amorosos Rayos de Piedad y Misericordia, renovando a través de los últimos Cristos a toda la faz de la Tierra, especialmente, a través de aquellos que anónimamente sirven a Dios.

Ahora le hablaré a cada uno.

Hijo Mío, hija Mía, ¿por qué sufres? ¿No estoy Yo aquí? Y, a través de Mí, ¿crees que vives en Dios, así como Mi Hijo vive a través de Sus hijos, de todos Sus compañeros?

Decídete, libérate de tu propio peso y confía, porque hay algo maravilloso para ti, que Dios escribió en el universo con Su propia Mano.

Entrega todo lo que tienes, entrega todo lo que eres, y te aseguro que no te arrepentirás. Porque, a pesar de los desiertos o de la angustia, Mi Hijo todo lo renueva; así como Su Sangre y Su Agua, que brotaron de Su lastimado Corazón en lo alto de la Cruz, renovaron al mundo entero.

Deja que tu alma guíe la barca de tu vida. No le temas al naufragio, no le temas a las derrotas, afírmate en la esperanza de Mi Corazón Misericordioso y del Corazón Misericordioso de Mi Hijo.

Consagra tu vida a San José y Él te guiará a través de Su Mano para que descubras la grandiosa Voluntad de Dios, que te hará libre para siempre, rompiendo los grilletes de la ilusión, rompiendo las cadenas de la inercia y abriendo los portales al gran encuentro, al encuentro de tu espíritu con el Espíritu de Dios.

Yo les agradezco por tener la valentía, todos los días, aunque no sepan cómo hacerlo, de seguir las Huellas de Luz de Mi Hijo. Y les agradezco a todos los que oran por la paz, porque es muy urgente en este momento, especialmente la paz en los corazones que ya no la tienen.

Nunca, pero nunca, se olviden de ser agradecidos, así aliviarán al Corazón de Dios de tantas ingratitudes.

Sean guardianes de los Tesoros de Dios. Sean celadores de Nuestros Mensajes y, sin que lo perciban, en el gran día prometido, la Palabra de Dios se cumplirá en ustedes, así como se cumplió en la Esclava del Señor.

Ahora, volvamos a cantar a la Señora de Kibeho, la Madre del Verbo y de la Palabra, la Madre de África. Cantemos por el herido pueblo africano, sometido por la guerra, perseguido por su fe, condenado por los sistemas del mundo enfermo, por el hambre de cuerpo y de espíritu.

Clamen, a través de la Señora de Kibeho y por medio de esta canción, por Mi amada África. Y recemos, desde ahora, para que Nuestros Sagrados Corazones vuelvan a África el año que viene. ¿Están prontos para este desafío?

¡Les agradezco por responder a Mi llamado!

En la Luz de Cristo, los bendigo para que la paz esté en ustedes y en todas las naciones, especialmente en las naciones que más la necesitan.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Los amo, mucho más que lo que ustedes pueden imaginar.

Aférrense a Mi fortaleza espiritual y siempre verán la Luz de Cristo en el horizonte. Amén.


Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Y ahora, vamos a cantar esta canción a la Señora de Kibeho, respondiendo al pedido de la Santísima Madre, para que las Gracias del Corazón Inmaculado de María se derramen sobre África y el mundo. Y, especialmente, para que el Manto de Luz de la Madre de Dios guarde y proteja a los niños, jóvenes y adolescentes de toda África, y la Madre de Dios les otorgue la Gracia del alivio y de la esperanza.


Canción: "Our Lady of Kibeho".


Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Queremos terminar esta Vigilia de Oración haciendo un relato, a pedido de nuestra Madre Divina.

Vamos a intentar repetir todo lo que pasó, sin perder una palabra, porque hoy la aproximación y la Presencia de María fueron muy fuertes.

Lo primero que quería decir, antes de olvidarme, es que esta Vigilia de Oración Ella la sintió verdadera, muy sincera y muy honesta por parte de cada uno.

Cuando Ella llegó, nos preguntó si nosotros como Obra, como peregrinos, como orantes, estaremos dispuestos a acompañar a María los días 24, a través de este formato de Vigilia de Oración; porque Ella nos dijo que, con todo lo que está atravesando la humanidad y el planeta, lo único que en este momento nuestra Madre tiene para ofrecerle a Dios son nuestras oraciones, que nos reunamos como grupo y como almas en oración junto con Ella.

Y siento que todos internamente estamos dando ese sí, para que a partir de hoy retomemos este formato de Vigilia de Oración por la Paz en las Naciones, para que podamos, junto con María, fortalecer esta escuela de oración que Ella nos ha enseñado y, especialmente, podamos orar por todas las causas urgentes, respondiendo a Su pedido.

Hoy, cuando la Madre Divina llegó, como siempre lo hace, atravesando los portales de los Cielos de forma gradual, Ella nos llevó como consciencias a los lugares de los abismos más oscuros del planeta, que son abismos espirituales que no se ven con los ojos físicos.

Y Ella realizó ese movimiento y presentó esa situación como los presentó en el tercer secreto de Fátima. La Virgen Madre atravesaba una ciudad completamente destruida por la guerra y por las armas, se escuchaban gritos de sufrimiento y de dolor, había personas a las que les faltaban piernas, brazos.

Ella era la única Luz que allí brillaba, y esa Luz brillaba a través de Ella por nuestras oraciones de este día. Ella recogía cada cuenta de oración de esta Vigilia y también todas las oraciones que hemos hecho en estos dieciséis años de Apariciones para ofrecérselas a Dios como un acto de expiación y de misericordia.

En mi caso personal, realmente, yo quedé muy impactado por lo que vi. Pensé que no iba a poder continuar con la tarea. Y cuando Nuestra Madre lo percibió, Ella recogió esa escena y trajo el Cielo.

A medida que hablaba, Ella se iba acercado a cada uno de nosotros. Podría decir que hoy Ella estuvo tan cerca como nunca antes lo estuvo.

Y Ella, no solo espiritualmente levantaba al planeta de donde está en este momento, a la humanidad, a los pueblos, a las naciones que están sufriendo, sino que también Ella nos levantaba a cada uno de nosotros.

Y Su Amor, ese Amor puro de María, inconfundible, iba transformando las miserias del mundo y nuestras propias miserias. Y Su Amor en una forma de Luz, que emanaba de Su Corazón Inmaculado, iba ingresando en aquellos espacios de nuestra memoria celular y espiritual, donde hay muchas marcas, donde hay muchos miedos.

Ella lo que hacía era animarnos, y con Su Amor nos envolvía y nos transformaba en algo nuevo, nos separaba de esa oscuridad, que a veces atravesamos, y así lo fue haciendo también con el planeta.

Hoy, Ella era como una Gran Peregrina y Servidora, y Sus Ojos lo podían ver todo; nos veía a nosotros tal cual somos, no con juicio, no con condenación. Era fuerte ver la Mirada de Ella, porque era de un Amor que no es de este planeta. Ella emanaba ese Amor de Dios e iba cerrando así muchas puertas en nosotros y en el mundo. Y Su Verbo, que era el Verbo de Dios, construía nuevos puentes internos para cada uno de nosotros, para que nos animáramos a atravesar esos puentes, en estos tiempos, hacia esa esperanza que Ella hoy nos traía espiritualmente.

Luego, Ella hizo una tarea espiritual importante con África. Allí, volvió a presentar un escenario durísimo, que eran los niños muriendo por la desnutrición y las madres, de esos niños, desesperadas. María alimentaba a esas madres con Su fortaleza espiritual, aliviaba el corazón de esas madres y también la Madre Divina iba recogiendo en Sus Brazos a todos los niños.

En síntesis, eso fue lo que pasó. Muchas otras situaciones se presentaron durante la Aparición, pero la mejor forma de recordarlas es rever este momento que vivimos con la Madre Divina.
Así que nos queda este compromiso, a partir de hoy, de orar juntos en estas Vigilias de Oración por la Paz en las Naciones todos los días 24. Los días 12 de cada mes también habrá Vigilia de Oración, así como lo instauró Nuestra Señora hace tantos años; pero el día 12 de cada mes, María quiere que Sus hijos sigan orando, así como lo hacen todos los días 12.

Vamos a agradecer una vez más y a llevar las Palabras de María al corazón.

¡Gracias, Madre Divina, por cuánto nos das!

En este encuentro, Te honramos, Señor.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.