APARICIÓN DE SAN JOSÉ EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Que tu corazón, hijo, nunca se olvide de orar por las almas, por las almas en los abismos del mundo, en los purgatorios y en los infiernos a los que se autocondenaron.

Que tu corazón jamás sea indiferente al sufrimiento de las almas y que ese sufrimiento siempre te muestre que existe un sentido para la vida, que es equilibrar con actos de amor toda la ignorancia, toda la indiferencia que condujo a las almas al sufrimiento y a la perdición. Que tu vida sea un acto de reparación para que otras almas tengan la oportunidad de encontrar la Luz.

Que tu corazón encuentre sentido en vivir reparando a cada instante el sufrimiento de las almas, porque en los abismos del mundo, hijo, existen almas que se sienten olvidadas, desamparadas en su constante sufrimiento, en su dolor impensable, dolor que jamás podrían imaginar, que no es solo el dolor del cuerpo, sino también el dolor del olvido, el dolor del sufrimiento espiritual, el dolor de un arrepentimiento que parece no encontrar esperanza, el dolor de saberse ignorantes, de ser conocedoras de sus miserias más profundas y de no tener el poder para reparar por sí mismas esas miserias.

Las almas que están en los abismos de este mundo necesitan de intercesión, de corazones que dejen de lado sus propios defectos, sus propias necesidades, todo lo que les pesa y les causa un sufrimiento tan pequeño comparado con el sufrimiento de las almas en los abismos, para que de esa forma, dedicándoles una sincera oración, la Misericordia de Cristo, siempre disponible, pueda ingresar en esos abismos y rescatar a esas almas.

Tengan a esta como a una de las más importantes instrucciones que Yo les traje, porque estas ya son las últimas Palabras de los Mensajeros de Dios. Ya les fue dicho todo.  Ya les enseñé todo para que pudieran aprender a ser intercesores Conmigo.

No puedo recorrer ese camino por ustedes, eso le cabrá a cada uno de sus propios pies; pero quiero dejarles la enseñanza de que oren e intercedan por las almas, de que jamás se sumerjan en el propio sufrimiento, creyendo que nadie en este mundo sufre más que ustedes. Siempre que sus corazones sientan dolor, tristeza, angustia; arrodíllense, hijos, colocando de lado lo que sienten y oren por las almas. Un gran mérito tendrán ante los Cielos si así lo hicieran y un gran aprendizaje de amor expandirá sus consciencias y les traerá un nuevo sentido a la vida, el de lo que significa ser un ser humano.

A pesar de los abismos que existen en el planeta, a pesar de todo lo que acontece en la superficie de la Tierra, mientras aún estén vivos siempre tendrán la oportunidad de redimirse y de recapacitar; siempre tendrán la oportunidad de reconciliarse con Dios, de recibir y de conceder el perdón; siempre tendrán la oportunidad de abrir los Cielos y clamar por Misericordia, haciendo que esa Misericordia descienda a la Tierra. 

Pero, a partir del momento en el que ya no estén vivos, como las almas de los abismos de este mundo, necesitarán de la intercesión de otros para que puedan reencontrar la paz. Por eso, recuerden, hijos, que por mayor que pueda ser el sufrimiento en esta Tierra, él nunca será mayor que el sufrimiento de las almas en los abismos y ustedes siempre podrán dejar de lado ese sufrimiento para interceder por los que sufren más que ustedes, cuyas bocas no pueden pronunciar ni siquiera una oración, sino solamente aguardar que alguien ore por ellos.

Les traigo esta como una de Mis instrucciones más importantes; porque, a medida que la definición del planeta se aproxima, verán muchas situaciones increíbles en el planeta y dentro de ustedes mismos, pero no deben permitir que esas situaciones les hagan olvidar de que existen almas que necesitan de sus oraciones. 

El servicio por las almas eleva sus consciencias, redime sus errores más profundos, sus miserias más arraigadas. Cuando, de rodillas y en soledad, oren por las almas y no solo por sí mismos; entonces, hijos, cruzarán una puerta segura hacia el Corazón de Dios, porque el Creador se encuentra en el servicio, en la humildad y en la elevación de la consciencia; el Creador se encuentra en los actos de misericordia, en las expresiones sinceras de amor y en la capacidad de unirse a Él en un clamor sincero.

Ha llegado el tiempo de vivir una espiritualidad verdadera. Muchos creen que ser espiritual es imitar a los personajes de las historias de los santos, pero Yo no les hablo sobre eso. Les hablo sobre una decisión sincera de trascender sus propias limitaciones, sus propias miserias, sus propias resistencias, para unirse a Dios en lo que Él pensó para cada uno de ustedes. Yo les hablo de dejar de lado a los personajes del mundo, a todo lo que la humanidad actual les hace sentir que deben ser y vivir para que encuentren, en la unión con Dios, Su Propósito Divino. 

Ya no es tiempo de mirar hacia los lados, ya no es tiempo de señalar los errores ajenos, ya no es tiempo de contabilizar las miserias del prójimo, ni siquiera las propias. Ahora es tiempo, hijos, solo de transformarse. Es tiempo solo de caminar con los ojos fijos en el Propósito Divino, en la idea de Amor que Él emanó al crear la humanidad y, a través del ejemplo, transformar los errores y redimir las miserias y, a través de la oración, interceder por las almas.

¿Cuántos de ustedes se despiertan todos los días buscando el sentido de la propia vida, abren los ojos pidiéndole a Dios que les enseñe a amar más, que los ayude a dar ejemplos de amor, a transformar en sí mismos lo que ven en la humanidad y que debe ser transformado?

¿Cuántos de ustedes están buscando la renovación de adentro hacia afuera?

La intención correcta siempre los llevará al lugar correcto. Por eso, a pesar de sus imperfecciones, a pesar de todas las dificultades que puedan enfrentar en cada día, siempre eleven al Universo la intención correcta de ser lo que Dios pensó para ustedes. Yo ya les dije que ese es el mayor servicio que pueden prestar no solo para sí mismos, sino también para toda la Creación, mucho más allá de la Tierra.

Independientemente de que las Palabras de los Mensajeros Divinos sigan resonando en el mundo, Nuestros Corazones siempre estarán con ustedes como también con todos los seres. Ha llegado el tiempo de profundizar, de no solo de escuchar afuera, sino sobre todo adentro. Y para que ese contacto interno se realice, para que la elevación de cada uno de ustedes sea una realidad, Nuestros Corazones necesitan recogerse, pero todo ya les fue dicho. Ahora es necesario realizar el esfuerzo de estudiar y de vivir cada una de las Palabras que les transmitimos en los últimos quince años.

Para que los apóstoles también pudieran vivir la vida crística, Cristo necesitó ascender, pero Él jamás abandonó a la humanidad. Siempre se hizo sentir cuando era necesario, siempre le sopló a los corazones las respuestas a las cuestiones más profundas y, encima de todo, les entregó el Espíritu Consolador, el Espíritu Santo, para que no solo habitara entre la humanidad, sino también dentro de los corazones humanos.

Por eso, cuando escuchen hablar sobre el recogimiento, escuchen hablar también sobre la experiencia de lo que aprendieron y sepan, hijos, que siempre tendrán todo el auxilio que necesitan para dar cada uno de los pasos que deben dar.

Por eso, no teman, solo caminen y vivan lo que debe ser vivido.

Tienen Mi bendición para esto.

Que vengan hasta aquí los que aspiran a consagrarse como Hijos y Amigos de San José.

Contemplo, en omnipresencia, a cada corazón que aspira a vivir la consagración. 

 

Hermana Lucía de Jesús:

Que traigan hasta aquí agua bendita e incienso para bendecir. 

 

Cierren los ojos y abran sus corazones. 

Escucha, hijo, esta es la voz de un padre y amigo que te acompañó en todo tu trayecto hasta llegar aquí, un padre que conoce la condición humana en su profundidad; por eso, conoce tus miserias más profundas, tus dolores más ocultos, tus sacrificios más sinceros, tus esfuerzos verdaderos y todo lo que hiciste para llegar hasta aquí, siendo un ser humano mejor.

Así como Yo acojo tu corazón en Mi Corazón, recibe también Mi Amor Paternal que, como un lirio, deposito en tu interior para que ya no te culpes por el pasado, para que ya no sufras por lo que no comprendes, para que te alegres con cada pequeña victoria, para que reconozcas el Propósito de Dios para tu vida. 

Como tu padre y amigo, así como lo hice con Jesús, huiré contigo hacia el desierto interior cuando amenacen tu vida y tu pequeño corazón. 

Así como lo hice con Jesús, tomaré tus manos y te enseñaré a caminar, te enseñaré a servir y también aprenderé contigo, porque el Amor de Dios se renueva en tu corazón, así como se renovó en el Mío y en el Corazón de Cristo, así como se renovó en el Inmaculado Corazón de María.

Así como no estuve solo en otros tiempos, no estoy solo ahora. La Sagrada Familia siempre camina, en espíritu, al lado de todas las almas que le dicen sí. Por eso, contempla, hijo, que siempre estaremos a tu lado, enseñándote cada día por dónde debes seguir. 

Que tu corazón no se canse de orar y también de silenciarse cuando fuera el momento, para que escuches en lo más profundo de tu ser Nuestras respuestas.

Que esta consagración te fortalezca, te renueve y te purifique para que, como Hijo y Amigo de Mi Casto Corazón, des testimonio de la transformación, del servicio y del amor. Y hoy te pido que no te olvides de orar por las almas, por las almas de los abismos.

Con este incienso, que bendigo con Mis propias Manos, purifico tu espíritu, tu consciencia, tu corazón.

Con esta agua, que bendigo con Mis propias Manos, por la potestad que Mi Hijo Me concede de ser padre e intercesor de las almas, le traigo la renovación a tu pequeña vida.

Que tus pasos sean protegidos. Que, a pesar de todo lo que acontezca en el mundo, tu corazón siempre sepa el camino para reencontrar la paz. 

Así, los bendigo y los consagro como Mis Hijos y Amigos, Hijos y Amigos de San José.

Después de que reciban el Sacramento de la Eucaristía, reciban también la Unción con el óleo que consagraré ahora para renovar su camino y sus vidas.

 

Hermana Lucía de Jesús:

Pueden traer óleo para bendecir.

 

Al recibir esta Unción, sientan el toque del Espíritu de Dios, de Su profundo Amor por las almas, para que se reconcilien con Él en nombre de toda la humanidad.

Así, los bendigo y los consagro en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Que se preparen para la consagración de la Eucaristía con el Himno de los Hijos y Amigos de San José.

APARICIÓN DE SAN JOSÉ, DEL NIÑO JESÚS Y DE LA VIRGEN MARÍA, EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Hermana Lucía de Jesús:

Estamos ante la Sagrada Familia de Nazaret: Nuestra Señora, la Virgen María; San José y el pequeño Niño Jesús.

Escuchemos las Palabras de Nuestra Señora:
 

En una noche como esta, hijos Míos, cuando no había esperanza en el mundo, Nuestros Sagrados Corazones caminaban hacia Belén, guiados por los ángeles y por las luces del cielo, sustentados por la Consciencia Divina y por el Santo Espíritu de Dios.

Fue de esa forma que llegamos a la gruta de Belén, con el cuerpo cansado, que humanamente sería imposible soportar, pero que con el sostén de Dios y de Sus ángeles nos fue posible permanecer con fortaleza interior y, a través de ella, sustentar Nuestros Cuerpos.

En una noche como esta, la maldad y la confusión reinaban en el corazón de los hombres, así como reina en el corazón de muchos hombres en este día. Y por el mismo motivo que un día llegamos a Belén, hoy, llegamos aquí, a este simple lugar elegido por Dios para verter Su Cura sobre el mundo.

Vengo hasta aquí, hijos Míos, para decirles que no pierdan la esperanza. Nuestros Corazones oran incesantemente por el mundo, sobre todo por las almas que no le encuentran sentido a la vida. Por eso, que cada uno de ustedes sea como una llama viva que vuelva a encender la luz del mundo, así como el pequeño Niño Jesús lo hizo y, a través de Su oferta de vida, le concedió a la humanidad una nueva oportunidad.

Hoy, la humanidad necesita una nueva oportunidad. Por eso, hijos, ¿quién se ofrecerá para renovar el Amor de Dios y permitir que Cristo renazca en sus corazones?


Hermana Lucía de Jesús:

Escuchemos las Palabras de San José:
 

Hoy, estamos aquí por las almas peregrinas, por aquellos que tienen fe en Nuestra Sagrada Presencia.

Hoy, estamos aquí por las familias que viven en las guerras, por aquellas que ya no creen en el amor, que ya no creen en Dios; porque en sus corazones reina el dolor y un sufrimiento que jamás podrán comprender.

Hoy, estamos aquí, hijos, para que sigan orando por la paz; para que en sus familias reine la esperanza de superar los desafíos, las diferencias, las purificaciones; para que la unidad vuelva a reinar y para que, mucho más allá de todo lo que puedan vivir dentro de cada uno de ustedes, siempre exista la comprensión, el diálogo y sobre todo el amor.

Hoy, Nuestros Sagrados Corazones le traen una Gracia especial al mundo, un mundo que agoniza y que le clama a Dios para volver a sentir paz.

Así como un día estuvimos en Belén, en cuerpo y alma, clamando por el mundo, abriendo las puertas de este planeta a la llegada del Mesías; de la misma forma, hoy estamos aquí, abriendo en sus corazones un espacio donde pueden sentir la Presencia de Dios, donde Él puede reinar y puede hacerlos superar las adversidades de estos tiempos.

 

Hermana Lucía de Jesús:

Escuchemos a Nuestra Señora:
 

Queridos hijos, con el Niño Jesús en Mis Brazos, traigo hacia Mi Corazón a todos los niños del mundo y les pido que hagan lo mismo; que en esta noche no se olviden de los que agonizan, no se olviden de que están aquí para ser soldados de la paz, intercesores con Mi Inmaculado Corazón por todas las almas que sufren.

Muchos no tienen la Gracia de celebrar esta Navidad como hoy ustedes pueden celebrarla, muchos solo se sumergen en la tristeza, en el desamparo y en el desamor, y la oscuridad en la que están sus corazones es tan grande que ni siquiera, hijos Míos, consiguen clamarle a Dios.

Por eso, clamen por las almas, por las almas más perdidas. Y cuando aprendan a orar, cada vez más de corazón, cuando aprendan a ir más allá de ustedes mismos para ofrecer sus vidas por los que sufren; será entonces, hijos Míos, cuando comprenderán el Amor de Cristo, ese Amor que espera reinar en sus corazones como en todos los corazones humanos.


Hermana Lucía de Jesús:

Escuchamos al Pequeño Niño Jesús:


Oro por la paz, oro por la paz que se perdió de los corazones. Oro para que sean perseverantes y para que el Propósito Divino reine en los corazones y en las consciencias de todos los que se comprometieron Conmigo, así como Yo Me comprometí con la humanidad y hoy estoy aquí, ante sus corazones.

Les pido que no dejen de estar ante Mí para que Yo pueda fortalecerlos, para que Yo pueda sustentarlos y para que, a pesar de la cruz del mundo, sus corazones conozcan la fortaleza que Yo conocí. Dispóngase a esto y estén con el corazón pronto, así como Mi Corazón está pronto para retornar al mundo.

Hoy, la Sagrada Familia los bendice, así como bendice al planeta, que hoy tengo en Mis Manos. Les pido que estén en vigilia por las almas que se pierden en esta noche, por no comprender el sentido espiritual del Nacimiento del Señor.


Hermana Lucía de Jesús:

Escuchamos a Nuestra Señora:


Hijos Míos, Nuestros Sagrados Corazones retornarán a los Pies de Dios, adonde estábamos hasta este momento, en vigilia y en oración por toda la humanidad. Únanse a Nosotros para que la unidad entre sus corazones y el Corazón de Dios no se pierda.

Hoy, les dejamos Nuestras bendiciones y Nuestra Gracia.

Les agradezco por estar aquí, por responder a Mi llamado y por perseverar en la oración.

Reciban la Gracia de la Sagrada Familia, permitan que ella impregne a sus familias y ofrézcanla por todas las familias del mundo.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Sigan en paz y oren por la paz.

Les agradezco. 


Hermana Lucía de Jesús:

Bien, hermanos, hoy antes de finalizar nuestro trabajo, vamos a hacer un pequeño relato a pedido de Nuestra Señora. La verdad es que no esperaba ese movimiento.

Cuando estábamos orando, durante el tercer misterio, comencé a tener una visión de diferentes lugares del planeta. La mayoría de ellos eran lugares que hoy están en guerra y, mientras estábamos orando, percibía que Nuestra Señora, con San José y el Niño Jesús caminaban por esos lugares.

Ellos estaban descalzos, con ropas muy simples, antiguas, así como la Sagrada Familia de Nazaret acostumbraba a vestir, como los judíos de dos mil años atrás.

Entonces, fuimos ofreciendo nuestras oraciones por esa tarea espiritual que Ellos estaban realizando, pero realmente no pensé que Ellos vendrían hasta aquí, porque en todas las Apariciones suceden muchas cosas durante las oraciones, que a veces percibimos y a veces no, pero que solo las comentamos cuando la Jerarquía Divina nos pide que lo hagamos. Entonces, realmente pensé que era una tarea espiritual que sucedería durante el trabajo de oración.

A medida que fuimos avanzando con las oraciones del Ave María, la Sagrada Familia iba pasando por diferentes lugares, cambiando de un espacio del planeta hacia otro, era como si Ellos fueran cruzando portales y dimensiones a lo largo del camino. En algunos de estos lugares era de noche, en otros era de día.

Mientras Ellos caminaban, los ángeles iban rescatando a las almas a través de portales de Luz que se abrían sobre la Sagrada Familia. Algunos lugares por donde Ellos pasaban no estaban en guerra, parecían ciudades normales. Ellos pasaban por adentro de las casas de las personas, pasaban por las calles, iban tocando a las almas que realmente no estaban celebrando la Navidad como el Nacimiento de Jesús, y lo que comprendíamos era como si Ellos colocaran dentro de esas almas un código de despertar.

Seguimos acompañando esas visiones durante la oración, y cuando estábamos en las últimas oraciones del cuarto misterio, un portal de Luz comenzó a abrirse sobre nosotros. Primero tenía una forma oval y, a través de él, percibimos diferentes dimensiones.

Primero comenzaron a aparecer varios ángeles, y uno de ellos vino a nuestro encuentro y nos preguntó si estábamos dispuestos a recibir a la Sagrada Familia. En ese momento, dijimos que sí y quedamos esperándola.

Cuando los hermanos comenzaron a cantar el Ave María, ese portal se amplió cada vez más, como si acontecieran diferentes explosiones de Luz, que encendían toda la carpa. Con los ojos cerrados, daba la sensación de que había un cortocircuito en la Luz, encendiendo y apagando rayos, hasta el momento en el que los ángeles nos pidieron que nos arrodilláramos. En ese momento, a partir de ese portal, apareció una estrella de seis puntas en tres dimensiones, que comenzó pequeña y terminó grande, como si nos abrazara a todos dentro de ella. Eso sucedió semejante a una explosión.

La estrella venía con un punto de Luz e de repente creció y nos abrazó, pero fue en un segundo. Cuando ella crecía, nos colocaba a todos adentro de una realidad espiritual, donde una energía de Gracia comenzaba a trabajar con nuestras consciencias.

Luego de esa explosión de Luz, la Sagrada Familia empezó a llegar hasta aquí. Primero, Ellos se acercaban como esferas de Luz, después como siluetas de Luz, hasta que iban apareciendo cada vez con más detalles, como la Sagrada Familia de Nazaret.

San José y Nuestra Señora estaban tomados de las Manos, y nuestra Madre Divina sostenía a Jesús, que parecía tener de 3 a 4 años.

Cuando Ellos comenzaron a hablar, la primera cosa que nuestra Madre Divina nos dijo fue que les dijéramos a todos que estábamos ante la Presencia de la Sagrada Familia. Mientras cada uno de Ellos iba hablando con nosotros, yo percibía que situaciones internas de diferentes familias del mundo comenzaban a recibir cura.

Al mismo tiempo que Ellos hablaban, no sé explicarlo muy bien, pero era como si salieran de adentro de las consciencias diferentes energías que estimulaban los conflictos, los desacuerdos; energías que muchas veces nosotros estamos purificando y que, en nuestra relación diaria como familia, nos impiden comprender al otro o vuelven difícil la convivencia. Era así como yo lo comprendía.

Entonces, esas energías comenzaban a salir y nuestras almas recibían la Gracia de una comprensión mayor. Como nos mostraba Nuestra Señora, esa Gracia venía para que pudiéramos fomentar el diálogo, para que pudiéramos comprender mejor al prójimo y para que, en nuestras relaciones familiares, pudiéramos ver al otro como realmente es y no como aparenta ser o como él está en ese momento de tantas purificaciones.

Y eso sucedía con nosotros aquí, pero también con diferentes familias del mundo que escuchaban a Nuestra Señora y con familias que no estaban acompañando esta transmisión, pero que internamente se unían a la Sagrada Familia en este momento.

Es algo un poco difícil de explicar, porque eran imágenes y comprensiones internas que la Jerarquía Divina nos entregaba a medida que iba conversando con nosotros.

Por último, a través de ese portal de la Sagrada Familia, descendía sobre nosotros una energía  en forma de Paloma de Luz que representaba una Gracia, que cada uno de nosotros va a descubrir a medida que comience a vivirla, una Gracia que la Sagrada Familia nos traía en esta noche de Navidad.

Después que Ellos terminaron de hablar, nuestra Madre Divina, San José y el Niño Jesús nos dijeron que Ellos serían breves, porque Ellos estaban en oración a los Pies de Dios, intercediendo por diferentes situaciones del planeta.


Madre María Shimani de Montserrat:

No es mi tarea en esta vida transmitir las cosas que vemos, pero para confirmar un poco la experiencia de la Hermana Lucía, hoy, la Madre Divina me solicitó que hiciera una explicación breve de lo que yo había visto.

Cuando nos sentamos aquí, para comenzar la tarea, yo miré a la Hermana Lucía y le dije: “Tenemos que estar atentos”; porque en un momento tan importante como este, la Navidad, la Jerarquía siempre trae paz y algo especial para las almas, más allá de todo lo que sucede aquí en la superficie.

Por eso, estuvimos bien atentos durante toda la oración y los cánticos. Y cuando Piedad comenzó a cantar, creo que ya en el segundo párrafo del “Ave María”, ella colocó la voz de una forma que atravesó la carpa y se unió a una Luz que venía del fondo de la carpa. Una gran explosión de Luz invadió toda la carpa y la energía de Aurora, o sea toda Aurora, se encendió en Luz; es como si toda la energía, toda la consciencia de Aurora, se abriera como grandes portales y algo muy fuerte sucedió en el mundo interno de todos nosotros. En ese momento, sentimos la Voz de Nuestra Señora que dijo: “Prepárense, que estamos llegando”.

Entonces, cuando la Hermana Lucía tomó el almohadón, comenzamos a sentir muchas cosas. Mientras los Mensajeros hablaban, muchas escenas de la guerra comenzaron a aparecer, entre ellas, apareció la imagen de un niño que tendría 10 años, por su fisonomía me pareció que era árabe; él lloraba a los gritos desesperadamente y nosotros comprendimos que el dolor que sentía esa criatura representaba al dolor de todos los niños de la guerra.

Y, María me explicaba que solo el regazo de una madre, un abrazo materno fuerte, lo podría calmar; y que todos deberíamos abrazar a los niños de la guerra y llevarlos a nuestro interior, a nuestro corazón, para poder calmar el dolor que le queda a la niñez de esta humanidad.

Yo entendí que ese consuelo, ese amor que solo la maternidad y la paternidad pueden dar era lo que Ellos nos invitaban a ofrecer.

Porque en realidad, aquí entre nosotros, en esta celebración que estamos viviendo, en esta paz, no estamos realmente comprendiendo lo que está pasando, y a veces no es por mala voluntad de parte nuestra, sino que ese es un dolor que todavía no conocemos.

Entonces, esforcémonos en nuestras oraciones y en el consuelo que este amor humano, que nosotros sentimos, puede darles a todos los niños de la guerra.

Nos volveremos a encontrar el 31 de diciembre. Estaremos todos juntos para despedir este año, con la intención de que las cosas que suceden en el mundo se alivien, se calmen, que los hombres y mujeres de este mundo reflexionen, que todos reflexionemos sobre lo que estamos viviendo y podamos colaborar para que este mundo pueda recibir a Nuestro Señor con alegría y gratitud.

¡Muchas gracias a todos!

Esperamos que todos tengan una noche de paz y nos encontramos en el Corazón de Dios.

APARICIÓN DE SAN JOSÉ EN LA CIUDAD DE NÁPOLES, ITALIA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Si más almas escucharan el Llamado de Dios, este mundo no necesitaría conocer el sufrimiento.

Hoy vengo aquí, hijos, para aliviar el sufrimiento de los corazones, aunque ellos no lo sepan.

Vengo para aliviar el sufrimiento de Dios por la indiferencia de las almas, por el adormecimiento de los seres.

Cuando miro al mundo, Mi corazón se colma de compasión y piedad, porque conozco el Proyecto Divino, aquel primer Pensamiento que Dios emanó para crear a los hombres, espejos de Su Consciencia, semejantes a Él en esencia y en corazón.

Ese Pensamiento quedó escondido dentro de cada uno de ustedes y dentro de cada ser de esta Tierra. La perfección de Dios quedó escondida detrás de todas las miserias humanas, y son pocas las almas que consiguen expresarse de acuerdo a la Voluntad de su Creador.

Hoy, vengo hasta aquí no solo para revelarles verdades, vengo a elevar a los Cielos a las almas que sufren y a los pecados de este mundo, para aliviar al planeta y darle un poco de paz.

A pesar de que son tan pocos, eso fue suficiente para que el Amor de Dios descienda sobre este mundo y comience a construir, en esta nación, una oportunidad de redención.

Cuanto mayor es el abismo, mayor es el Amor que Dios envía a la Tierra. Por eso estamos aquí, en este lugar, en esta ciudad, en esta nación; porque donde están los seres que más lo necesitan, allí está el Amor de Dios, por más que sean indiferentes a Él y por más que muchas veces no crean que ese Amor existe.

Muchas veces, los corazones sufren por ignorancia, por no saber que el Amor del Padre está disponible para todos los seres.

Por eso, en esta noche, solo les pido que abran sus corazones no solo en nombre de esta nación, sino también en nombre de toda la humanidad, para que una Gracia mayor descienda a la Tierra y por la oferta de unos pocos, la Misericordia del Padre pueda expandirse por este mundo.

Los Misterios de Dios son infinitos y aún más lo es Su Amor. Nunca se olviden de cuando Él estuvo en la Tierra, en el Cuerpo y en el Alma de Su Hijo. No se olviden de que fue con pocos que Él transformó la historia de este planeta y de toda Su Creación.

Los ciclos se repiten para que los seres reciban una nueva oportunidad. El Creador aspira a anunciar al mundo Su Presencia, que no se limita a una religión, a un pueblo, a una nación.

La Presencia de Dios está en todo, hijos: en el aire que respiran, en la naturaleza, en los corazones de sus hermanos. En todo está la mirada de su Padre Creador, en todo está Su Corazón, aguardando el despertar del amor en el corazón de los hombres.

Vengo hasta aquí para liberar a las almas del sufrimiento que traen desde sus naciones hacia este lugar, sus hermanos que emigran, tantos que se pierden en los mares y tantos que llegan hasta aquí en busca de una esperanza.

Por medio de Mi Presencia en este lugar, vengo a entregar una Gracia especial a cada una de esas naciones que sufren y que no consiguen expresarse como Dios lo pensó, por las guerras, por la oscuridad, por la falta de amor en los corazones de los seres.

Hoy Mi Luz penetra en los océanos y llega a las naciones de África, de Medio Oriente, a través de los corazones que, a pesar de no saber que Yo estoy aquí, necesitan auxilio y claman a Dios pensando que no encuentran una respuesta. La Presencia de los Mensajeros Divinos aquí es la respuesta de Dios a las oraciones de tantos corazones que clamaron por Misericordia.

Por eso, vine hasta esta ciudad para responder a las oraciones silenciosas de muchos de Mis hijos que creen que Dios no les escucha. Los Misterios de Dios son infinitos. A veces, ustedes piensan que Él no los escucha, que no responde a sus súplicas, pero muchas veces, hijos, Su Gracia llega a sus vidas de una forma que ustedes no pueden percibir, así como hoy llega a las vidas de tantos hermanos suyos, aunque ellos no lo sepan.

Quisiera que los corazones pudieran conocer la Gracia Divina, para saber que aún hay una esperanza para la vida en este mundo, que no es solo la supervivencia, sino una experiencia de amor, semejante al Amor de Dios en Su Hijo.

Quisiera que los seres supieran que el sufrimiento se puede transformar cuando comprenden la cruz de estos tiempos como una oportunidad de renovar el Amor de su Creador.

No tengan miedo de anunciar al mundo la Presencia Divina. No solo por medio de palabras, sino también por el ejemplo de sus corazones. Es el testimonio de sus vidas lo que hará que los seres pierdan el miedo y crean en la Presencia de Dios por medio de esta obra, que Él mismo está construyendo.

Cuando ustedes eleven sus consciencias al verdadero propósito de la existencia humana y sepan que están aquí por un Propósito Superior, para manifestar un Plan Divino, será entonces, hijos, que no les importará la crítica de los hombres, de las religiones, de las diferentes culturas y el propio amor en sus corazones permitirá que todo eso se una en ese Propósito Mayor.

Dios aspira a construir en esta nación, así como en toda Europa, una semilla de unidad entre los diferentes pueblos y culturas, entre las diferentes religiones.

Aquí, donde los seres viven el miedo de perder el poder, un falso poder; donde las religiones tienen miedo de dejar de existir y no perciben, hijos, que ese mismo miedo es lo que las está haciendo desaparecer. Permítanse entrar en comunión con sus hermanos, para que la paz se establezca, para que los corazones se arrepientan sinceramente de sus pecados.

No será con muchos que el Creador transformará este mundo. Será con pocos, sin embargo, sinceros de corazón, que comenzará a transformar la vida en la Tierra, los que, en su silencio y en su oración, unirán pueblos y naciones desde los niveles espirituales hasta los niveles materiales de la vida sobre la Tierra. 

Comiencen cada uno amando y respetando al prójimo, aun cuando sean juzgados o criticados por su forma de amar. Amen como Cristo les enseñó, viviendo Su Evangelio, más allá de llevarlo como un libro sagrado o de dejarlo guardado en sus casas, y se llamarán cristianos.

Sean más que cristianos, sean Cristos del nuevo tiempo, imitadores de los pasos de su Señor para que, de esa forma, sus almas sean un camino para que Él retorne a este mundo.

Sean, cada uno de ustedes, hijos, los cálices vivos, en donde Él derramará Su Sangre para instituir una nueva genética, Su Genética, en este planeta.

Mientras Yo les hablo, la Presencia de Dios se expande sobre la Tierra y llega a los corazones que más la necesitan.

Mientras Me escuchan, dejen que sus oraciones sean verdaderas, tengan fe en que están delante de Dios, que el Cielo se abre delante sus corazones, que los Ojos del Padre están sobre la Tierra y que, con la mínima apertura de los corazones, Su Misericordia desciende sobre este planeta.

Clamen por la paz para las naciones que están en guerra.

Clamen por Misericordia para aquellos que dicen que viven en Nombre del Señor y ensucian Su Nombre con sus pecados.

Clamen por perdón para aquellos que viven el odio y la indiferencia.

Clamen por cura para aquellos que, por la injusticia que vivieron, se olvidaron del amor que hay en sus corazones.

Clamen por una Gracia para que, en el corazón de África, el amor vuelva a emerger y esta Tierra sea una semilla de la nueva vida.

Clamen por el Medio Oriente para que la Sangre de Cristo, derramada allí, emerja de la tierra y cure los corazones, tornando esa tierra nuevamente sagrada.

Clamen por esta nación, por Italia, para que sea la cuna de una verdadera religiosidad, donde los corazones respetarán y amarán al prójimo, a las diferentes religiones y a la verdad que hay en los corazones de sus hermanos.

Dejen que la oscuridad, en esta hora, dé lugar a la Luz Divina y clamen por la paz.

Con estas palabras, les enseño a orar para que oren con el corazón, porque el mundo lo necesita. Esperen con amor a su Madre Celestial, anuncien más fuerte y más alto Su Presencia, para que más almas tengan la oportunidad de estar delante de Ella y recibir una Gracia.

Antes de despedirme de ustedes, que vengan hasta aquí los sacerdotes para que, por la Gracia que Dios les concedió, hagan descender Su transubstanciación para transformar los elementos del altar en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo, en Su memoria como Él les pidió, y que esta comunión, hijos, esta Eucaristía consagrada ante el Padre traspase sus cuerpos, sus consciencias y llegue como una Gracia Mayor a este mundo.

Para esto, Yo los bendigo.

Nos podemos colocar de pie o de rodillas, para la consagración de la Eucaristía.

Sacerdote:
En este momento recordemos cuando, en aquel tiempo, Nuestro Señor, junto a Sus discípulos, elevó el pan y dio gracias porque había llegado el día de Su Sacrificio. Dios lo bendijo y Él les dijo a todas las esencias del mundo: "Tomen y coman todos de Él, porque este es Mi Cuerpo, Cuerpo que será entregado por todos vosotros para el perdón de vuestras faltas".

Te adoramos, Señor, y Te bendecimos. 
Te adoramos, Señor, y Te bendecimos. 
Te adoramos, Señor, y Te bendecimos.

Enseguida, Nuestro Señor tomó el Santo Cáliz, dio gracias, el Padre lo bendijo y Él dijo: "Esta es Mi Sangre, la Sangre de nueva y eterna Alianza entre las almas y Dios. Sangre que será derramada por todos vosotros para la liberación total de sus faltas y para la Vida Eterna. Hagan esto en Mi memoria hasta que Yo retorne.

Te adoramos, Señor, y Te bendecimos. 
Te adoramos, Señor, y Te bendecimos. 
Te adoramos, Señor, y Te bendecimos.

He aquí el Cordero de Dios, Su Cuerpo y Su Sangre.

Oremos el Padre Nuestro.

Ahora, una vez en italiano.

Que la Paz de Nuestro Señor Jesús Cristo esté con todos nosotros.

Con la consagración de la Eucaristía, la Gracia de Dios desciende a los corazones de los hombres, y Mi tarea aquí hoy está cumplida.

Yo los bendigo y les agradezco por estar aquí en nombre de esta nación y de esta humanidad.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Lleven la Paz del Señor unos a otros como Él les enseñó, dándose silenciosamente el saludo de paz. Yo les agradezco.

Aparición de San José, en el Centro Mariano de Figueira, Minas Gerais, Brasil, a la vidente Hermana Lucía de Jesús

De donde Yo vine el amor es escaso y el sufrimiento de las almas no les permite recibir la Gracia y la Misericordia de Dios.

Como Siervo del Creador de todas las cosas, ingresé en los profundos abismos de este planeta, para dar a conocer a los corazones una realidad diferente, que sus ojos no podían ver, que no podían sentir ni comprender que existía.

Una parte de este sufrimiento Yo lo traje hasta aquí y se podrán preguntar porqué. Es para que vean que en verdad ustedes tienen todo; solo les resta dar todo de sí mismos por aquellos que verdaderamente necesitan.

A pesar de que Yo traigo este sufrimiento para que sea liberado, no es solo eso lo que coloco delante de sus corazones; les traigo también la Esperanza y la Gracia de la Liberación, para que crean que todo se puede transformar; aún las heridas más antiguas, los sufrimientos más profundos, los peores errores cometidos; todo se puede transformar.

Este abismo que hoy les muestro proviene del corazón de una nación herida. Herida por la ignorancia de los hombres, por la distancia que hay entre el corazón humano y el corazón de Dios, cuando no quieren verlo. Pero, de la misma forma, hijos, del propio corazón de esta nación, más profunda que todos los abismos, más poderosa que la ignorancia, que la indiferencia, que el dolor, Yo les traigo una nueva esperanza.

Desde lo profundo del corazón de esta nación herida, hago emerger una esencia que no proviene de este mundo, pero sí del Corazón de Dios. Esa esencia, hoy, es incomprensible para ustedes porque la desconocen, pero es tan brillante como mil soles y tan palpable como ustedes lo son para el mundo.

Esta esencia que estaba oculta comienza a pulsar, porque recibió una nueva oportunidad. Esta esencia cruzó los abismos que la ocultaban y, silenciosamente, también cruzó fronteras y se fue retirando de esta nación herida, encontró reposo en otro lugar.

Yo les hablo del corazón de Roraima. Esto no significa, hijos, que sus queridos hermanos de la Venezuela no tendrán más una esperanza; al contrario, esta esencia que ahora emerge y se prepara para poder expandirse viene en auxilio de todas las almas, viene en auxilio de sus hijos, aquellos que se comprometieron con ella desde el principio de esta creación; que se comprometieron, inclusive, a purificar sus vidas y perseverar, confiantes en este plano de amor.

¿Por qué Yo les hablo de estas cosas, estando aquí tan distante, aparentemente, del corazón de Roraima? Porque esta es Mi casa. Aquí Yo protejo Mis palabras y las pronuncio al mundo con la potestad que el Creador Me concedió, para instruir y despertat a las almas. Aquí Yo revelo códigos de luz y de amor que los transforman y los elevan, para que lleguen hasta aquel lugar donde el Creador los espera, donde deberían estar desde el principio.

Es por eso que desde aquí, desde Mi casa, impulso el corazón de Roraima y lo protejo para que su esencia sea resguardada y no esté más en los cautiverios de este mundo, como están tantas almas en este tiempo. La esencia de Roraima se libera, para que las almas también sean liberadas y, a pesar del dolor y de las pruebas que seguirán viviendo, que la fortaleza interior de los hijos de Roraima no sea destruída y el amor que alcanzaron, la alegría y la esperanza, no desaparezcan de sus corazones.

Aparentemente, el enemigo comemora un triunfo, pero Dios, hijos, comemora la victoria de sus criaturas a través del amor que supera todo el sufrimiento, así como el de Su Hijo lo superó estando en la cruz.

La esencia de Roraima será, para sus hijos, como los ancángeles y los ejércitos celestiales, que sustentaron la Cruz de Cristo hasta el fin. Ella se libera para que su luz los sustente, a pesar del calvario de este mundo y los cure, aunque parezca que el cuerpo se muere. Si todas las células desaparecieran y la consciencia conociera lo que llaman de muerte, la esencia de Roraima les mostraría la verdadera vida, que la humanidad aún desconoce, por estar tan presa de las ilusiones de este mundo.

Hoy es día de un nuevo comienzo, un día para levantar sus rostros a Dios y clamar por la renovación.

La esencia de Roraima tendrá mucho para reconstruir y, a pesar de mantenerse silenciosa, su silencio habla más alto que todos los gritos de dolor de este mundo.

Con eso les digo, hijos, que el mundo conocerá en este ciclo su purificación, pero también una esperanza que desconoce, así como Aurora despertó en estos últimos días a través de la Voz de la Madre del Mundo, que resonó en los Universos y volvió a abrir las fuentes de cura para la Tierra.

Esta cura, como un manantial que proviene del Reino de Aurora, está llegando, también, silenciosamente, a aquellas esencias que estaban calladas y ocultas en lo profundo del planeta, como si no existieran, como si nadie las conociera, porque por Ley de Dios, debían estar silenciosas, para que luego llegase el tiempo en que sus voces volvieran a resonar; y que el sonido de esas esencias divinas, guardadas en lo profundo de la Tierra, pudiese ser escuchado en el corazón de los hombres y que todos los misterios escondidos en la Tierra, pudieran emerger en este tiempo y despertar a las criaturas revelándose en los corazones de los hombres.

Los que eran tenidos como locos serán los únicos que tendrán razón y sabrán estar de pie cuando esos misterios se revelen. Que todas las enseñanzas que les trajimos hasta aquí sean la base de esta nueva escalera, que deberán comenzar a subir a partir de este nuevo ciclo. No se aferren solamente a lo que ya conocen. Dejen que se renueve la sabiduría y el conocimiento dentro de ustedes, para que sean instrumentos para la renovación de esta humanidad, para que lo que les parece nuevo sea lo obvio, aquello que Dios pensó desde el principio, pero que la humanidad nunca vivió.

Que todo lo que aprendieron les de fuerzas para que puedan volver a aprender. Sean como los niños que no conocen nada y se abren para todas las cosas; que se lanzan a la verdad con intensidad, que no dejan que las dudas se apropien de sus mentes y, con alegría y sin temor, siguen este camino que Dios les señala con Sus Manos invisibles.

La esencia de Roraima ya tocó el corazón de Brasil, para que sus hijos la amparen. Ahora, hijos, compañeros y servidores tendrán mucho que hacer, que construir, que manifestar, que despertar, que transformar y que vivir, para dar una oportunidad a otros.

Sus hermanos de Boa Vista ahora necesitan de su ayuda. Porque las dificultades ya trascienden sus capacidades humanas y sus corazones están un poco cansados. Sean esa mano que se extiende y ese corazón que llega para renovar, con sangre nueva en las venas de sus hermanos, que hasta hoy perseveraron en el servicio y en esa misión que va mucho más allá de sus tareas, de su día a día y de aquello que sus ojos pueden ver.

Esta misión está haciendo que ellos crezcan, pero Dios no puede permitir que sus hijos pierdan las fuerzas y hagan cosas que no están preparados para hacer; por eso, ellos necesitan de más manos, corazones y, sobre todo, consciencias dispuestas al servicio.

Aún deben saber mucho, no solo sobre la esencia de Roraima, sino sobre tantas esencias que están ocultas en este mundo. Así como los niños aprenden a leer y van deletreando las primeras letras, Yo les enseño los Misterios de Dios.

Cuando crezcan, descubrirán que no solo una frase estaba oculta en Mis palabras, sino una historia entera, la historia de la Creación de esta humanidad, el presente y el triunfo de Dios en la derrota de la ignorancia, de la soberbia y del egoísmo humano.

Con eso, hijos, Yo los bendigo y les agradezco por estar aquí.

Hoy, quiero dejarles una Gracia especial, como símbolo de este sufrimiento que Yo vine a curar, de esta fortaleza que Yo vine a despertar, para que los corazones trasciendan el dolor, la tristeza o la enfermedad y reconozcan que, independientemente de sus pruebas, Dios los llama a una superación mayor, a una experiencia de amor; así como a Su Hijo, que trascendió cualquier sufrimiento corporal, interior o espiritual, porque es de esta forma que el amor se vuelver verdadero y cruza las dimensiones.

Ofrezcan esta Gracia a los que desconocen la Gracia de Dios, que no la ven y se sumergen cada día más en su sufrimiento y en su dolor.

A los que buscan, siempre les será dado. Si no fuese así, las Palabras del Hijo de Dios no serían verdaderas. Confíen en Sus Promesas y vívanlas en este tiempo.

Vamos a cantar para que la humanidad reciba esta Gracia.

Con esto los bendigo y bendigo a toda la humanidad, por la postestad que Dios Me entregó, para interceder por las almas y elevarlas a Su Corazón.

Ahora vayan, hijos, y con este impulso en sus consciencias multiplíquenlo, para ofrecer a los pies del altar de su Maestro y Señor cuando Sus Pies, en esta noche, tocarán la Tierra.

Yo les agradezco y nuevamente los bendigo, en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

Sigan en Paz y lleven esta paz al mundo.

APARICIÓN DE SAN JOSÉ, DE LA VIRGEN MARÍA Y DEL NIÑO JESÚS EN MONTE SHASTA, ESTADOS UNIDOS, A LOS VIDENTES FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Y HERMANA LUCÍA DE JESÚS


Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Santa María, San José y el Niño Jesús.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Hoy, estamos colocando al mundo, queridos hijos, ante la Fuente de Dios, desde donde surgieron Nuestros Sagrados Corazones para promover en el mundo la Paz y la Misericordia de Dios. 

Hoy, veo a todos sus corazones y a los corazones de sus hermanos en el mundo como a esos nuevos pastores que, recibiendo el anuncio de la venida del Cristo interior, caminan al lado de los Mensajeros Celestiales para que se pueda cumplir en este planeta la gran promesa de los mil años de paz. 

Es así, queridos hijos, que con el gozo del Espíritu Santo, hoy se presentan Nuestros Tres Sagrados Corazones para que, una vez más, las familias del mundo se puedan unir en el amor y en la fe, y así puedan terminar con la separación y la indiferencia que somete a muchas familias del mundo.

En verdad, les pregunto, queridos hijos, qué es lo que hoy celebra la humanidad, ¿el Nacimiento del Rey o la perdición de las almas?

Quiero que sientan en Mi Corazón la Luz Sacratísima de Mi amado Hijo. Hoy, lo traigo en Mis brazos como el pequeño Niño Jesús para que Él haga humildes sus corazones, para que Él haga pacíficas sus vidas y así se realice el Plan de Amor de Dios.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de San José:

Queridos compañeros, siervos de Mi amado y pequeño Hijo, Mi Casto Corazón hoy resplandece mucho más que mil lirios, porque Mi Corazón Sagrado emana los aromas sutiles del Universo Celestial y, como Padre de las almas pobres y carentes, envío a Mis ángeles servidores para que recorran, en esta hora, los lugares más oscuros del mundo en donde las almas necesitan de la Luz de Dios y de la guía de Mi Casto Corazón para no caer en los errores de siempre.

A ustedes, queridos compañeros, siervos de la Sagrada Familia, les pido que celebren esta noche el Nacimiento de Jesús, recordando este importante acontecimiento en la humanidad, en el que un antes y un después fue vivido por esa raza más primitiva. 

Quiero que, así como Mis ovejas, pastoreen por nuevos universos, en donde sus consciencias se puedan expandir un poco más, y la sagrada promesa de sus corazones de vivir en el Reino de Dios y de traerlo hacia la Tierra se pueda cumplir en la humanidad. 

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras del Niño Jesús:

Estoy en los brazos de Mi Santa Madre porque tengo en Mi Corazón a cada alma de esta humanidad que, por más que sean indiferentes a Mi Nacimiento, Yo conforto a todas las consciencias con los Rayos de Mi Misericordia y de Mi Gracia para que las almas renazcan en la vida espiritual y en la paz, que serán tan necesarias en estos tiempos en los que la humanidad se transformará fuertemente. 

Como el pequeño Rey del Universo, abro Mis Brazos sobre el mundo y marco a esta consciencia del planeta con la señal luminosa de la cruz de Mi Corazón que, desde el principio de Mi Nacimiento en Nazaret y cuando Yo di Mis primeros pasos, Yo ya viví el sacrificio por cada uno de ustedes en Nazaret, aunque tuviera tan solo algunos meses de vida.

Vean así, Mis compañeros, cuán grande es la Misericordia de Dios por el mundo. Necesito que sus corazones, en esta noche en la que el orgullo y la vanidad florecen en el mundo, hagan pequeños sacrificios para que Mi pequeño Corazón de Niño y de Rey pueda ser aliviado por cada uno de ustedes. 

Por eso, hemos venido, en esta noche especial, para anunciarle al mundo la Misericordia de Dios que todavía está disponible para aquellos corazones que la quieran buscar y vivir en estos tiempos.

Hoy, la Sagrada Familia de Nazaret intenta espejar sobre la humanidad el mismo principio de Su Concepción Divina. Es así, que desde lo alto del Monte Shasta, en donde brilla Mi Santo Grial, son irradiados los códigos de la paz para que las almas cumplan la promesa de esperar Mi segunda Venida al mundo.

Ahora, Nuestros Sagrados Corazones, a través de la Hermana Lucía, daremos más Palabras de Luz para el mundo, pero les pedimos que se conecten a este momento, en el que todos los ángeles del Cielo se postran ante la Sagrada Familia que irradia Su espíritu de humildad, de simplicidad, de caridad y de Amor para cada corazón que, no importando cómo esté y cómo sea, quiera recibir Nuestras Sagradas Presencias de Amor y Misericordia.

 

Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Queridos hijos, con Nuestra Presencia, aquí en esta noche, vinimos a transformar, en esta humanidad, el sentido de la conmemoración de este día. Vinimos a recordarles a los corazones del mundo que Cristo no solo nació hace más de 2016 años; Él espera nacer, hijos Míos, todos los días y todos los años en el corazón de cada uno que se abre a Su nacimiento. 

Vinimos a traer al mundo los principios de la Vida Crística que se expresaron en cada uno de Nuestros Sagrados Corazones. 

De esa forma, hijos, traemos una última oportunidad a este mundo de expresar la familia universal, de vivir el verdadero Pensamiento Divino para el corazón humano. Eso no es difícil, está al alcance de cada uno de ustedes, porque solo vivimos en simplicidad, en amor y en devoción a Dios Altísimo.

Nuestros Sagrados Corazones, hijos Míos, solo se abrieron desde el principio de su existencia para responder al Llamado Divino; y cada uno de ustedes que escucha Mis Palabras y también los que no Me escuchan se abrieron para vivir este Principio Divino. Por eso, llegaron a este mundo para seguir el ejemplo del Hijo de Dios que se tornó carne en cuerpo, mente y alma para que sintieran la semejanza que hay entre el Creador y Sus criaturas.

Hoy, con Mi pequeño Hijo en los brazos, y contemplando el Santo Grial que contiene los códigos de Su Pasión y también de Su Vida, irradiamos a todo el planeta cada segundo de la existencia de la Sagrada Familia, para que este Espejo de Amor y Unidad con Dios haga despertar a los espejos de sus corazones y crear así, hijos Míos, en esta noche, una gran red de Luz para rescatar a aquellas almas de Mis pequeños hijos que están en el mundo, cegando sus ojos, sofocando sus almas con las ilusiones y distracciones de este mundo.

Les pido, hijos, que abran sus corazones en esta hora para que Mi Inmaculado Corazón, como el Gran Espejo Universal, despierte en sus espíritus el don de espejar la Voluntad Divina, para que en estos tiempos puedan reflejar junto a Mí los principios de una nueva vida. 

Como Sagrada Familia, formamos un Gran Espejo de Luz y nos unimos a todos los espejos del Cosmos para atraer hacia la Tierra la gran oportunidad que los ayudará a superar los tiempos que vendrán y, más que eso, a vivir la Voluntad de Dios. 

 

Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de San José:

Queridos hijos y compañeros de Mi Casto Corazón, más que palabras, en esta noche solo quisiera que sintieran Nuestra Presencia en sus espíritus, en sus corazones; porque de una forma simple, así como somos, quisiéramos despertarlos definitivamente para que aprendan a vivir el amor y la unidad con Dios, sin necesidad de experimentar el sufrimiento. 

No es la Voluntad del Señor que Sus criaturas sufran, porque este planeta es el planeta del amor, pero depende de cada una de Sus criaturas las elecciones que harán de los aprendizajes que vivirán en este mundo. 

Si aprendieran a renunciar, a rendir sus espíritus en los Altares Celestiales, colocando su cabeza en el piso, humildemente, sin necesidad de que las experiencias de la vida los quiebren por dentro; aprenderían, hijos Míos, cómo es simple, en verdad, llegar a Dios.

Deberían vencer sus resistencias, rindiéndose ante Dios, porque Él es el verdadero vencedor de este mundo y de todos los otros.

Dejen que Él los venza, que haga de sus vidas una gran victoria en todo el universo, en toda Creación.

 

Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras del Niño Jesús:

Queridos compañeros de Mi Sagrado Corazón, hoy vengo como niño, como un pequeño Hijo de Dios para que, con este ejemplo, comprendan que Dios se manifiesta en los pequeños de corazón, en aquellos que se abren para vivir la pureza y que como niños permiten que el Creador ingrese en lo más profundo de sus seres y los transforme en dignos hijos de Dios, así como Yo Soy.

Yo vengo, en esta noche, como un ejemplo para todos los corazones del mundo. Permitan que Yo nazca dentro de ustedes, porque para eso estoy aquí. Cuando retorne al mundo, quiero mirar a sus ojos y ver un espejo de Mi Presencia Divina. Quiero encontrarme dentro de ustedes y vivir la perfecta unidad que Mi Padre pensó desde el principio.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Hoy, Mi Divino Hijo, en lo alto de este Altar, preciosamente realizado para Nuestros Sagrados Corazones con el esfuerzo de las manos que trabajan para construir el Plan evolutivo, consagrará el pan y el vino, celebrando esta Comunión con cada uno de sus corazones; en unión a los Tres Sagrados Corazones que, como una preciosa triangulación de Luz, se proyecta sobre sus cardíacos con el fin de expandir el Amor del Creador por el mundo. 

Consagremos.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras del Niño Jesús:

Como un Sol que brilla en el universo, compañeros, Mi Corazón desciende a la Tierra en esta noche en la que las tinieblas son disipadas y los infiernos son cerrados por la oración de las almas de este planeta, por la confianza que cada corazón ha emitido en estos últimos nueve años a través de Nuestras Presencias, creyendo en Nuestras Presencias, Nuestra Presencia divina e inmaterial. 

Hoy, poso Mis pequeñas Manos, las Manos del Niño Jesús, sobre estos elementos y, en los brazos de Mi Santa Madre y en la Presencia de San José, la Santísima Familia consagra estos elementos para que se puedan transformar en el Cuerpo de su Señor y en la Sangre de su Rey, dolorosamente derramada para la liberación de los pecados del mundo y de las maldades de la humanidad. 

Bajo la señal de la cruz y la autoridad que el Padre Me concedió, Yo bendigo estos elementos para que las almas gocen en Mi Espíritu y en la Tierra se establezca la santa paz, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Ahora, llevamos al Cielo las súplicas de todos sus corazones, de los corazones del mundo que, a través de esta sagrada Vigilia de Oración, encendieron su Cristo interior para seguir adelante en este Plan de Redención, en este Plan de conversión y de rescate de la humanidad.

Nuestros Sagrados Corazones, bajo la bendición del Santo Espíritu, agradecen a todos por haber permitido que los Sagrados Corazones lleguen a los Estados Unidos, y también para que Ellos prosigan en esta divina misión a Oklahoma, Miami y Orlando. 

Contamos con su colaboración, su colaboración interna, espiritual y material. Esto es muy importante para el Padre, especialmente para toda esta nación que tanto Nos necesita. 

Agradecemos, y una buena Noche de Paz para todos los seres de buena voluntad. 

Agradecemos.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Madre María Shimani de Montserrat:

Queridos hermanos, los que están aquí presentes y los que nos acompañan a través de Misericordia María TV, con estas tan valiosas y simples Palabras de nuestros Mensajeros Divinos que, Noche Buena tras Noche Buena, aspiran a que nosotros encendamos nuestro Cristo interior y ese Cristo interior es el espacio de nuestra consciencia que esta indivisiblemente unido a Cristo Jesús. Es esa parte de nuestra consciencia que siempre aspira a estar en Cristo, y aspira a que Cristo viva dentro de nosotros, que guíe nuestra vida, todos nuestros sentimientos, nuestros pensamientos, para que nuestras vidas puedan ser un instrumento de Su Amor, de Su Sabiduría, de Su Paz; para que, día a día, podamos ir por el mundo, seguros del lugar en el que estamos dentro del Corazón de Dios. Ese es nuestro Cristo interior y eso es lo que Nuestro Señor intenta encender cada día.

Sobre todo, en estas Navidades, en las que muchas veces nos distraemos del verdadero Propósito de Dios. Los Mensajeros Divinos, en cada Navidad, fortalecen nuestra unión con Sus Corazones, intentan ingresar en nuestros hogares para traer esa paz y ese amor que siempre debería guiar nuestras vidas.

Nosotros aspiramos a que un poquito de esa paz y de ese amor haya podido ingresar a sus corazones, que hayan podido encender su Cristo interior y sepan que, viviendo ese Cristo interior encendido, nosotros podemos alcanzar también el Corazón de Dios. 

Quiénes somos

Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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