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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Queridos hijos, hoy vengo a contemplar el espejo que fue construido espiritualmente en cada corazón; ese espejo que ha sido forjado a través de la oración constante, del compromiso de cada hijo Mío con Mi escuela espiritual de oración.
Hoy no vengo a contemplar los pecados, sino que vengo a contemplar las Virtudes de Dios en cada corazón humano que se ha animado, en nombre de Mi Hijo, a esforzarse y a sacrificarse por este planeta y por este Proyecto de la humanidad.
Este espejo del corazón en cada hijo Mío es tan predilecto e importante para Mí como los pasos que ustedes pueden dar con sus propios pies, esos pasos que Mi Hijo los invita a dar en el final de este tiempo para que Sus ejércitos orantes y servidores construyan y preparen espiritualmente Su más esperado Retorno.
Con la grandeza de Dios y la infinidad de Su Gracia, Él Me envía para que sea testigo ante la Ley Creadora y la Ley Intercesora, para que Yo pueda ver, como su Madre y Mediadora, el espejo espiritual que Yo misma construí en cada corazón a lo largo de los tiempos, porque es ese espacio que Mi Hijo buscará cuando Él retorne.
Y desde allí, desde ese espacio interior y espiritual, Mi Hijo Amado les pedirá sus talentos y virtudes, que en el momento de Su Retorno a la Tierra ya deberán tener expresados en esta vida material; porque el planeta lo necesitará, la humanidad lo necesitará.
Y por eso, como su Madre y Guardiana, Me ocupé de construir este espejo espiritual que ustedes mismos, a partir de hoy, deberán cuidar y proteger, como un relicario, de todas las amenazas que este mundo expresa; proteger este sagrado relicario del espejo del corazón de todas las influencias e interferencias que vive el mundo.
Porque, para que en este nuevo ciclo puedan estar unidos a Mí, deberán ingresar al espejo de sus corazones en consciencia y sintonía, y así estarán unidos esencialmente a Mí, no solo a Mi Corazón y a Mi Alma, sino a Mi tarea corredentora, que Mi Hijo Me confió en silencio para el rescate y la salvación de las últimas almas en el fin de estos tiempos, principalmente las que más necesitan de la Misericordia de Dios.
Quisiera que hoy salieran de aquí, de este encuentro Conmigo, no solo contemplando todas las Gracias que fueron recibidas y otorgadas, no solo contemplando los momentos compartidos con la Jerarquía Divina, sino también contemplando, a través de la certeza interior, la presencia espiritual del espejo del corazón, para que sigan recibiendo los impulsos del universo, de otra red de espejos, invisibles y espirituales, que se comunican internamente para ayudar a la actual humanidad.
Por eso, el espejo del corazón en cada hijo Mío deberá estar muy presente en este tiempo, no solo para que la vida intuitiva e interior, en este momento planetario, interceda por la humanidad, sino también para que, por ustedes mismos, con la ayuda de la Madre de Dios, tomen consciencia del momento de la transformación de la vida y de todo a lo que le ha llegado la hora y el tiempo de ya no estar más presente en sus vidas.
Esto solo lo sabrán, queridos hijos, cuando enciendan el espejo del corazón a través de la oración, del contacto con la vida divina e interna en cada espíritu de cada hijo Mío. Porque es allí, desde ese nivel espiritual e intuitivo, desde donde, a partir de ahora y por los tiempos que vendrán, tendrán las herramientas necesarias para que ustedes y sus hermanos aprendan a atravesar estos tiempos de desafíos sin temer y sin retroceder, sin dudar y sin cuestionarse, porque la ayuda que cada uno necesite en este tiempo le llegará. Pero no será en el tiempo que ustedes quieran o desean; la ayuda de Dios llegará a través del Tiempo de Dios, de lo que está escrito para este destino y trayectoria de las almas.
Ahora es el momento de que todos Mis hijos, y especialmente todos los que han sido consagrados como Hijos de María, se coloquen en predisposición, en prontitud y en forma espiritual para sostener el gran espejo de los Centros Marianos. Porque serán las almas que allí estén presentes, en los tiempos que vendrán, que harán de los Centros Marianos verdaderos Puntos de Luz en el planeta, espacios seguros y protegidos para que la Jerarquía pueda intervenir ante las graves crisis que hoy viven el planeta y la humanidad.
Serán las almas, que se autoconvoquen y se presenten en los Centros Marianos, que harán de esos espacios sagrados Espejos del Corazón de María, de Jesús y de San José; desde donde el afluente espiritual de la Gracia y de la Instrucción de Nuestros Sagrados Corazones siempre estará disponible como una fuente inagotable, principalmente para las almas que llegarán con sed espiritual.
Será el momento de que, en estos tiempos finales, después de estos diecisiete años de tareas con los Sagrados Corazones, la vida sacerdotal y monástica sea una experiencia viva y crística en la liturgia de los Centros Marianos. Este es un compromiso personal de cada hijo Mío con la propia Consciencia de Dios.
De ustedes, Mis amados, dependerá que la Fuente de Gracia de Nuestros Sagrados Corazones esté abierta y presente en el final de estos tiempos, a través de la vida espiritual de los Centros Marianos y del compromiso fiel y verdadero de todos los Hijos de María consagrados.
Porque les aseguro que, ante tanta confusión material y espiritual del planeta, ante tantas corrientes espirituales que confunden a las almas y las alejan de Dios, porque los anticristos ya están presentes en el planeta, no habrá otro lugar más seguro y protegido que los propios Centros Marianos, así como los Santuarios que Yo fundé a través de Mis Apariciones en todos los tiempos.
Es en estos sagrados lugares en donde el Cielo desciende de forma infinita e impersonal; porque los Centros Marianos y los Santuarios, otorgados a Mi Materno e Inmaculado Corazón, son propiedad del Cielo, son tesoros de la Creación en la Tierra, son refugios para las almas, son océanos infinitos en donde las almas se pueden sumergir y saciar su sed todas las veces que lo necesiten hasta el momento del Retorno de Cristo, Nuestro Señor.
Estas son las dádivas que deben expresar sus corazones. Para esto Me ha pedido Mi Hijo que los prepare en estos años. Ahora es el tiempo de los apóstoles en la concreción, no en la teoría sino en las obras, en el compromiso con los que más sufren y padecen, incluyendo a los sagrados Reinos de la Naturaleza. Así ustedes, en el servicio incansable, también se curarán y se redimirán.
No hay alma, en este mundo, que se pueda curar sin servir a los demás. El servicio es la puerta de la liberación del cautiverio espiritual. Nunca crean, Mis hijos, que encerrados en una casa o en ustedes mismos alcanzarán las puertas del Cielo.
Dios expresa Su Poder en lo más simple, Dios expresa Su Belleza en los que lo sirven, donde sea y como sea, cuantas veces sea necesario. Esto es también parte del legado de la Sagrada Familia y es lo más sagrado que podemos compartirles en este momento final.
Cuando no puedas caminar con tus propios pies, ponte a servir.
Cuando estés confuso con tus propios pensamientos, ponte a servir.
Cuando dudes del camino que has decidido seguir, no te confundas y ponte a servir.
Cuando no tengas claro cuál es el siguiente paso, no te desanimes y ponte a servir.
Cuando no encuentres la respuesta que aparentemente necesitas, no te perturbes y ponte a servir, porque todo vendrá por añadidura.
Dios espeja, desde Su Corazón, Su abundancia infinita y Su Gracia en los que lo sirven por amor, porque Dios no necesita ser servido por nadie, son las almas que necesitan servir para poder liberarse todos los días.
No se imaginan cuánto crece un espíritu, cuánto se fortalece un alma, cuánto madura una personalidad, cuando sirve a los demás y adonde sea necesario. Esta es la gran clave que Cristo entregó a Sus apóstoles; porque no se aprende solo con las palabras, sino con las acciones; no se instruye solamente con el verbo, sino con los actos de amor.
Espero que comprendan Mi Mensaje en este último día, porque Yo les estoy agradecida por haber llegado hasta aquí, después de tanto tiempo y de tanto camino recorrido.
Mi Hijo también les agradece, así como San José, por los corazones que se han decidido a ser misioneros en este planeta en agonía, necesitado de amor.
Hoy, Me llevo las flores de su oferta, esas flores que nacen y crecen en el corazón de cada hijo Mío, de cada Hijo de María. Y esto para Mí es significativo en este momento planetario, en el que el odio ciega a muchos corazones, en el que la guerra destruye a muchas vidas.
Estas flores, que hoy Me ofrecen sus almas, serán llevadas a los Pies del Creador como una síntesis en el fin de este ciclo y comienzo del nuevo ciclo, para que caminen por sus propios pies, así como Mi Hijo se los anunció a ustedes.
Quiero que Me despidan con una simple canción, no solo para que sus almas siempre Me recuerden y Me tengan presente, sino para que Mi Fe Espiritual, la Fe que Yo sentí siendo María en la Tierra, los pueda fortalecer en este tiempo de grandes desafíos, sabiendo que Dios lo ve todo.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Y recuerden que podré volver, si Dios lo necesita, y que los días sábados seguiré instruyéndolos con Amor, con Amor Maternal.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Vamos a cantar juntos la canción “La Fe de María”, agradeciendo a la Madre de Dios
40 días con Jesús a través del camino cuaresmal
"¿Cuánto ya aprendiste a caminar libre de ti mismo en este desierto?
¿En esta Cuaresma, conseguiste reconocer tu verdadero ser en tu persona humana?
Es importante tener claro que, en todo camino de transformación, no hay que identificarse con todo aquello que, en ti mismo, te derrota, sino que es importante mirar el aspecto evolutivo de cada paso que es dado en confianza.
Por eso, en todo examen de consciencia, debes sumergirte en el acto del arrepentimiento, para que las resistencias inamovibles de tu consciencia puedan rendirse algún día ante el poder del Amor Crístico; así, te librarás de todo lo que cíclicamente repite la misma actitud justificada.
Sé sabio y permite que, en esta Cuaresma que ya está terminando, puedas hacer un examen de consciencia que sea capaz de abrirte a la redención".
Cristo Jesús
40 días con Jesús a través del camino cuaresmal
"¿Cuáles fueron los veinticuatro pasos que diste en esta Cuaresma, hasta el día de hoy?
¿Qué pudiste resolver dentro de tu propio desierto interior?
¿Te has dado cuenta de que la Cuaresma es una Gracia para poder vivir la penitencia?
¿Has percibido que la Cuaresma es una oportunidad para tomar buenas decisiones?
¿Qué frutos Me presentarás de todo tu trabajo interno realizado?
¿Mis Palabras podrán ser parte de ti?
¿Cuánto tiempo más el mundo tendrá que esperar por el surgimiento de los Nuevos Cristos?
¿Te animarás a concluir la última etapa de tu desierto interior en estos cuarenta días especiales?
¿Ya sabes quién verdaderamente eres?
¿Has conseguido retornar a tu origen?
Ten mucha paciencia y compasión, para que tus pies no den un paso más grande que tus posibilidades.
Tómate de Mí, Yo aquí estoy".
Cristo Jesús
40 días con Jesús a través del camino cuaresmal
"Que la calma, la paz y la serenidad colmen tu espíritu y tu consciencia para que aprendas a caminar en tu propio desierto, sin agonías ni culpas.
Acércate una vez más a Mi Fuente que brota de la tierra. Bebe de Mi Luz y de Mi Amor para que tus pasos sean dados con la ardiente aspiración de estar en Mí y Yo estar en ti para siempre. ¡Adelante!".
Cristo Jesús
40 días con Jesús a través del camino cuaresmal
"¿Cuántos pasos pudiste dar en estos primeros diez días de Cuaresma?
¿Cómo sientes ahora el camino del desierto interior?
¿Consigues superarme en el Amor?
Sé valiente y camina. Despréndete y despójate de ti mismo, para que el Señor, tu Dios, pueda gobernarte.
Haz un trabajo profundo: aléjate de todo lo que es superficial. Aprecia y valora Mis impulsos crísticos. Yo estoy aquí".
Cristo Jesús
40 días con Jesús a través del camino cuaresmal
"Entra al desierto sin razones ni expectativas, en el camino hallarás la fuente que brotará de la tierra y así podrás saciar tu sed.
Tu decisión será lo que determinará el próximo paso. Piénsala bien".
Cristo Jesús
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cuando el mundo recuerde la simplicidad que perdió, los conflictos se disolverán y la paz retornará al mundo interno de muchos seres.
Cuando el mundo recupere la simplicidad que perdió, no habrá motivo de ostentación y de guerras, porque podrá reinar el Paraíso de Dios, aquel Sagrado Proyecto que está pensado por el Padre desde el principio, Proyecto que forma parte de la Sagrada Creación.
Cuando el mundo recupere la simplicidad que perdió, ya no habrá motivo ni lugar para el falso poder, la impunidad, la conquista y la ostentación que muchas consciencias buscan en estos tiempos; porque Dios, el llamado Padre Eterno, es la misma simplicidad y, al ser simple, no es solo humilde, sino también expresa Su Amor y Su Grandeza a través de lo que es pobre en espíritu y en esencia.
La simplicidad fue el atributo que colmó a la Sagrada Familia. Sin simplicidad, María no podría haber dicho sí. Sin simplicidad, San José no habría podido responder al Llamado de Dios, para ser el padre espiritual del Mesías, de Aquel que nació en el humilde Pesebre de Belén.
Sin la propia simplicidad, aquella que Me concedió el Padre por Gracia, no podría haber sido el propio Cristo, Aquel que se arriesgó a beber del cáliz, Quien sufrió por ustedes en silencio en cada paso de la Cruz, pero en profunda simplicidad para que el mundo pudiera tener una nueva oportunidad de Redención y de Misericordia para poder llegar a estos tiempos.
Pero en algunas regiones del mundo, muchos seres humanos, en estos tiempos críticos, sufren depresión por falta de simplicidad porque no permiten que sus almas se expresen, no solo en simplicidad, sino también en humildad y en pobreza de espíritu.
Por eso, hoy vengo a decirles esto; porque lo habrán podido escuchar muchas veces, pero es algo tan esencial en estos tiempos, aunque la mayoría de los Hijos de Dios a veces cambia la simplicidad por la ostentación de la vida material, y muchos de ellos, en estos tiempos, no comprenden por qué atraviesan ciertas pruebas o experiencias difíciles.
Por eso, sean como el propio Dios a través del ejemplo de su Santísima Madre y de Su Santísimo Hijo, y vivan en simplicidad para que el mundo pueda recuperar los principios de su Proyecto Original, aquel Proyecto que aún está por cumplirse y realizarse, y que todos ustedes y sus hermanos del mundo son llamados a postularse a ese camino de realizar el Proyecto de Dios en la superficie de la Tierra.
Esto era lo primero que quería decirles, porque todos deben colocar su mirada en la esencia de este Mensaje; porque mientras las almas no vivan en simplicidad, no podrán comprender muchos Misterios de Dios.
Él los necesita ver simples, para que Él los pueda ver puros de corazón, puros de intención, libres de los errores y del pecado; para que así puedan estar prontos para aprender a amar en el día a día de la vida, en cada paso que son llamados a dar en estos tiempos definitivos.
También hoy, estoy aquí, en Roma, en Espíritu y en Divinidad, en esencia y en simplicidad para hacerle recordar a Mi Iglesia, extendida por toda la Tierra, que su propósito es la simplicidad para que puedan estar en la misma Consciencia del Padre Eterno, para que de esa forma puedan ayudar mejor al mundo, a los más pobres entre los pobres, aquellos que no tienen nada y son simples.
Pero todos los que Me representan en la Iglesia, sacerdotes, religiosos, creyentes, devotos y todos los que siguen los Pasos de Cristo, deben ser ese mismo Espejo de la Simplicidad de Dios, para que todos puedan estar prontos para lo que llegará en el fin de los tiempos y así puedan ayudar mejor a las personas; especialmente aquellas que siempre ostentaron la vida material y dejaron atrás la vida espiritual, no solo olvidándose de Dios, sino también de su mundo interno. Porque todas esas personas, que están presentes en la superficie de la Tierra, necesitarán recuperar su simplicidad interior para que tengan la Gracia de recuperar la humildad.
Es de esa forma que hoy vengo aquí, como el Mensajero de la Simplicidad de Dios y, a través de este simple lugar que Me ofrecieron, Mi Consciencia Crística ha podido ayudar a Europa Oriental, más allá de las fronteras de Ucrania, pudiendo cerrar puertas inciertas, pudiendo recuperar corazones que han sufrido la guerra y el terror, pudiendo llevar a todos aún más hacia Mi Divina e Insondable Misericordia a través de la poderosa Fuente de la Misericordia que una vez Yo abrí en Polonia.
De esta forma, compañeros, Yo los coloco a todos ante Dios, ante Su Gran Espíritu de Simplicidad y Amor; porque Él espera, pacientemente en estos tiempos, que las almas aún puedan comprender Su Voluntad y así puedan vivirla como está escrito.
Hoy, vengo a colocar a todos debajo de Mi Manto, porque el mundo lo necesita, y si el mundo lo necesita es porque las almas lo necesitan. Vengo así, a contemplar todas las necesidades, todas las intenciones de los corazones buenos, de aquellos que intentan día a día vivir Mi Espíritu de Paz.
Abracen, entonces, con alegría al Sagrado Espíritu de la Simplicidad de Dios; porque allí encontrarán la respuesta que tanto buscan para fortalecerse en estos tiempos y para aprender a fortalecer a sus hermanos de camino, a todos los que están a su alrededor.
Yo vengo a decirles esto, porque sé que lo pueden vivir, pero no pueden olvidarlo. El mundo está con sus ojos en otros espacios. Las almas tienen sus ojos en otros lugares.
El Padre Eterno aún espera poder regresar al corazón de Sus Hijos, para poder morar y expresar Su Luz.
Por eso, una vez más y a través de todas sus oraciones, podrán ayudar silenciosamente a aquellas almas que no tienen a Dios porque no lo esperan, porque no lo aman, porque no lo adoran; pero sí, el Padre Eterno espera por Sus Hijos, ama a Sus Hijos y espera que lo reconozcan como un Padre de Amor y de Misericordia, de Piedad y de Compasión.
De esta forma, a través de este día y de este encuentro, Mi Sagrado Corazón vuelve a reabrir las puertas de la Gracia, de la Misericordia y de la Luz, sobre todo el hemisferio norte, para dar continuidad a Mi Obra de Misericordia y de Redención en aquellos lugares que necesitan de Mi Presencia y, sobre todo, necesitan de Mi Dios.
Por eso, esta etapa es muy importante, es importante que todos apoyen, acompañen y ayuden; porque vendrán tareas importantes y exigentes que, como hace más de dos mil años atrás, esas importantes y sagradas tareas, encomendadas por el propio Cristo, fueron realizadas por muy pocos.
De esta forma, Yo los entreno y los preparo para asumir Conmigo la cruz planetaria, para que puedan superarme en el amor, en la entrega, en la solidaridad y en la cooperación con el Plan de Amor, aquel Plan Divino que espero que se pueda cumplir en muchas almas.
Por eso, una vez más, Yo los vengo a ungir con Mi Espíritu, así como les prometí a Mis apóstoles y hoy les prometo a ustedes, cumpliéndolo por medio de Mi Palabra y de Mi Presencia.
Aún Mi Corazón sufre por lo que ve del mundo, no solo lo que ve allá afuera, sino también lo que ve dentro de Mi Iglesia; por eso, Yo los invito a rezar por la reparación del Sagrado Corazón de Jesús, por todos aquellos que son Mis apóstoles y Mis compañeros en el mundo entero, y algunos de ellos en vez de dar los pasos hacia Mí, dan los pasos hacia su propia voluntad, muchas veces por no vivir la simplicidad interior.
Por eso, hoy, todos ustedes, a través de Mi Unción Espiritual, reciban este Don de la Simplicidad de Dios, para que siempre recuerden que es allí donde está Dios. Él no está en los poderes materiales ni en las ostentaciones espirituales. Él no está en la opulencia ni en las riquezas. Dios está presente, una vez más, en el corazón de los simples y de los humildes, en todos aquellos que espejan Su Presencia con simplicidad y amor.
Les agradezco que estén hoy aquí Conmigo, esto es muy significativo para Mí porque habla de muchas oportunidades internas, no solo para los presentes, sino también para otras almas que las necesitan. Por esa razón, les agradezco por estar aquí, acompañándome, siguiéndome, buscándome y adorándome como su Maestro y Señor, el Redentor.
Y ahora, desde el Centro Mariano de Figueira, en el nombre de Jesús, el Cristo, celebremos la Comunión Espiritual para dar comienzo a esta nueva etapa de servicio incansable, de sacrificio permanente, de donación espontánea, no solo por la Obra de Mi Misericordia en el hemisferio norte y en el mundo entero, sino a través de las Misiones Humanitarias en Angola, Polonia y en otros lugares del mundo, en donde Mi Amor Misericordioso y Mi Espíritu Consolador deberán llegar a través de las manos y de los corazones que se donen por un solo fin: el triunfo de Mi Amor en toda la humanidad.
Una vez más, les agradezco por su pronta respuesta al Inmaculado Corazón de María.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
No hay nada que impida que Yo pueda llegar a ustedes cuando lo necesito. Esto lo deben tener muy presente en estos tiempos de transición. Porque el corazón que se une a Mí, a través de la oración, no solo se trasciende a sí mismo, sino también trasciende todas las situaciones a su alrededor. Por esa razón, Yo estoy aquí, en este tercer y último día.
Estoy alegre por aquellos que han esperado Mi llegada y Mi Padre Me ha confesado que gran parte de la tarea ya fue alcanzada en este tercer día de encuentro Conmigo. Esto fue posible porque ustedes están aquí.
Por más que Yo tenga el poder de renovar todas las cosas, si los Míos no están Conmigo, en este momento, ¿cómo se daría la maravilla de estar en Dios, la alegría de sentir Su Júbilo y Su Presencia, y que los corazones que están aquí salgan más fortalecidos de este lugar, llevando la fuerza del Amor por donde vayan y a quienes encuentren en sus caminos?
Así como Yo les doy Mi Amor, espero que ustedes aprendan a dar amor a sus hermanos, más allá de los errores o de las incomprensiones, más allá de las fallas o aun del pecado.
Si Yo di cada paso en el calvario por ustedes, ustedes como Mis apóstoles ¿se animarán a dar los pasos en este calvario planetario?
Es por eso, que les vuelvo a hablar del amor maduro, de un amor que no oscila ni tampoco se enfría, de un amor que es capaz de comprender más allá de sí mismo el Propósito de Dios y de caminar en confianza hacia lo desconocido por más que no lo comprendan, porque todo lo que venga de Dios nunca les hará ningún mal.
Tan solo cuando sigan a un único Dios estarán protegidos, serán guiados, sus corazones recibirán la intuición que necesitan para que, en estos tiempos cruciales, sepan tomar decisiones correctas y no decisiones impulsivas; porque en este momento es necesario mucho discernimiento.
En este mundo está todo tan frágil que cualquier cosa podría romperse dentro y fuera de la consciencia. Por eso, deben confiar en el Don de la Ciencia del Espíritu Santo y todos los días, por medio de la oración, invocar Su Sabiduría, porque ustedes pueden ver cómo está este mundo en este momento y cómo algunas situaciones parecen irreversibles.
Pero para Dios no existe nada irreversible o imposible, ustedes solo deben aprender a abrir la puerta correcta a través del corazón y así, la Gracia siempre llegará a sus vidas y no estarán desamparados o desprotegidos.
En verdad les digo, así como les dije a Mis apóstoles, así como le dije una vez al pueblo de Israel: sus pies no pueden estar en dos caminos, ustedes ya saben lo que Yo represento para el mundo. Pero la humanidad aún no conoce Mis secretos, de dónde verdaderamente provengo y hacia dónde Yo ascendí después de Mi Resurrección.
Les he dado pequeños impulsos sobre Mi Consciencia, sobre la existencia de Mi verdadero Origen, para que las consciencias despierten del sueño en el cual viven. Para alcanzar el nivel de esta revelación, sus corazones deben orar mucho y eso ya lo saben.
En este momento no existe otro camino, porque la oración no es cansadora, sino renovadora. Cuando aprendan a tener consciencia de lo que significa donar el verbo a Dios, les aseguro que no solo aprenderán en la escuela de la oración, sino también aprenderán a trabajar, así como trabaja la Jerarquía por este planeta y su humanidad.
Es importante que tengan todo esto claro y que esté guardado en la memoria de cada uno, todos los días; porque la oración los colocará en un punto lejos de la adversidad, lejos del caos y de la disociación de estos tiempos, lejos de la ignorancia y de la locura que vive este planeta.
Después de estos tres días de encuentro Conmigo, pude percibir y ver con Mis propios Ojos que sus oraciones fueron verdaderamente sinceras; y esto le permitirá a la Argentina que la Sagrada Arca de Dios esté más tiempo presente en la consciencia de este país y en los corazones que quieran venerarla y adorarla; porque así todo se transformará lentamente, a una velocidad desconocida y no comprendida.
Estar delante del Terafín de Dios no es solo una Gracia, es una oportunidad que no se puede perder; porque esa oportunidad es para las almas y ¡cuántas almas en el mundo desearían estar delante del Arca de la Santa Alianza!, para no solo recordar el Propósito esencial de haber venido aquí a la Tierra, sino también para saber caminar decididos hacia el Propósito.
En este tercer día, su Maestro y Señor realiza una síntesis, porque en estos tres últimos días muchas situaciones se dieron en los planos internos universales.
Por eso, estoy aquí para decirles, que lo que sucedió aquí no solo fue un encuentro, un momento de elevación y de consciencia, un momento de amor y de ofrenda; sino que a través de estos últimos tres días la Jerarquía Espiritual pudo obrar mucho más que lo que estaba previsto o pensado. Y así, la Jerarquía espera llegar aún más allá de lo previsto cuando esté en el Centro Mariano del Espíritu Santo, para que todos los que se animen se puedan encontrar con la Hermandad.
Este movimiento que hace la Jerarquía es único e irrepetible. Cada movimiento que hace la Jerarquía no es igual a los otros. Cada impulso que da la Jerarquía es definitivo y trascendental, porque invita a Sus discípulos a colocarse en las filas del Plan, en donde verdaderamente siempre debieron estar.
Y ahora, Me voy de aquí lleno del amor de Mis compañeros y compañeras.
Para que pueda seguir cumpliéndose el propósito de esta nación y de América, para que el Arca de la Santa Alianza pueda seguir emanando sus códigos de Amor y de Luz en las almas y en todas las naciones, les volveré a ofrecer lo más profundo y bendito que tengo, que es la Eucaristía; porque así siempre encontrarán la fuerza de la renovación y de la paz.
Les agradezco por haber respondido a Mi convocatoria y no se olviden de seguir los pasos del Señor.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
El Señor nos sonríe a todos.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Que tu corazón este siempre limpio para que puedas recibir a Dios en tu interior, escuchar Sus Palabras y seguir Sus Pasos.
Que tu corazón sea puro, corazón humano y divino, donde el Espíritu de Dios pueda habitar y guiar tu vida a cada instante.
Para consolidar en tu interior una morada santa, hijo, necesitas aprender de la determinación, no la determinación fruto de la voluntad y de los impulsos humanos, sino la determinación fruto del amor, del diálogo y de la comunión con Dios, la determinación que nace de la voluntad de corresponder a la Voluntad Divina y ser enteramente Su morada, Su instrumento.
La determinación espiritual debe nacer en tu interior para que madures y consolides cada día el Propósito de Dios para tu vida. Esa determinación surge del amor a Cristo y se forma, cada vez más intensamente, a medida que tu corazón está más unido al Sagrado Corazón de Jesús.
La confesión con Dios cada día fortalece en ti la determinación de seguir Sus Pasos, renueva tu corazón y te impulsa a comenzar de nuevo, a pesar de las caídas, y a no desistir, a pesar de los desafíos
La adoración al Cuerpo Eucarístico de Cristo colmará tu ser de Gracia Divina y fortalecerá en ti la determinación para saber decir no delante de las tentaciones y estímulos que repetidas veces te llevan a caer.
De esta forma comprende, hijo, que para desarrollar en tu corazón la determinación santa que lleva a un corazón puro, necesitas colmarlo de la Gracia que el relacionamiento sincero con Cristo trae para tu vida a través de la confesión y de la adoración diarias, porque estos dos momentos serán para ti como beber de la Fuente del Amor de Dios, para amar Su Voluntad y Su Pensamiento perfecto, para escuchar Sus Designios y renovar tu compromiso con Él, para que sepas estar en este mundo y vencer sus estímulos.
En estos tiempos de tantas batallas que se traban en lo invisible de la mente, de los sentimientos y de los sentidos humanos, la determinación espiritual será un don necesario para que consigas mantenerte de pie. Por eso, busca esta Gracia y cultiva este don en tu corazón.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Un alma que había cometido muchos errores se sentía impura e indigna ante Dios y, frente a todos los pecados vividos, le cuestionaba al Señor, diciéndole: “Señor, pequé una y muchas veces; caí y, en vez de levantarme, me sumergí más profundamente en los abismos de la vida. Hoy, estoy ante Ti, me llamaste a sentarme a la mesa de la redención. Dime, Señor, ¿es posible que un pecador, como yo, sea llamado por Ti? ¿Cómo podré dar los pasos que Tú necesitas? ¿Cómo curaré las infidelidades y los pecados más profundos de mi ser?”.
Y, con Ojos de Misericordia, el Señor le respondió también con una pregunta: “¿Qué hizo el leproso para ser curado por Mi Hijo, cuando lo vio aproximarse entre la multitud? ¿Qué hizo la mujer del flujo de sangre para liberarse del peso de sus impurezas cuando, en su desesperación, vio a Mi Hijo pasar? ¿Qué hizo Zaqueo para ser notado y, a pesar de todos sus errores, ser digno de una sola mirada del Hijo de Dios?
El leproso, alma pequeña, se expuso y se humilló delante de la multitud. Con su mal olor, con sus heridas, con su corazón quebrado y ya sin esperanzas, en un mundo en donde no había salvación para él, la única solución fue recurrir a Cristo, aun sucio, impuro, enfermo, rechazado.
La mujer del flujo de sangre también se arriesgó entre la multitud. Ella no quería ser humillada, pero sabía que la única forma de curarse era recurrir a Cristo. Esa vez, fue el propio Señor que hizo que ella fuera notada, no para humillarla, sino para darle a conocer al mundo que, para curarse y tornarse limpio, el pecador tendrá que exponer sus pecados y heridas ante Dios. Es por la puerta de la humildad que se llega a los Pies del Creador.
Zaqueo sabía de su mala conducta, sabía de sus pecados e imperfecciones; pero, dentro de su alma, hablaba más alto la necesidad de perdón. Por eso, se expuso y, delante de la multitud, se humilló, subió a un árbol en el que todos podían notar que, a pesar de todos sus errores, él estaba allí, enfrentando todos los juicios y críticas, simplemente por la necesidad de estar ante Cristo.
Y el Señor, cuando ve que los pecadores van más allá de sus pecados, Él también va más allá en Su Amor, en Su Misericordia y en Su Gracia. Por eso, alma pequeña, nada es imposible. Toda enfermedad tiene cura, todo pecado tiene perdón, pero para eso precisas dejar de lado tu orgullo y vanidad, y humillarte ante Dios. Sé transparente y sincera, muéstrale al Señor tus heridas y permite que, con una única mirada compasiva, Él te cure”.
Que este diálogo, hijos, los inspire a no tener miedo de estar expuestos, de ser humillados y, así, ser curados, perdonados y redimidos por Cristo.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Hoy llego aquí como la Señora de Kibeho. Sientan el frescor de ese continente, el amor que Me entregan los corazones más sufridos de África.
Después de casi un año de trabajo en Mi amada África, la Señora de Kibeho cierra un ciclo para comenzar uno nuevo en los meses que vendrán, porque deseo ardientemente que Mis hijos hoy sepan que no Me he ido de África. Mi Corazón es África, el Corazón de la Madre de los Siete Dolores.
Pero hoy, hijos Míos, quiero que sepan que estoy allí presente y que, así como en Kibeho, cuento los días y los meses en la calma de este momento planetario, para poder llegar allí, así como una vez llegué a Ruanda.
Mis hijos de Angola ya son consagrados a Mi Corazón Inmaculado, así como todos los orantes y peregrinos que han colocado su fe en los Rosarios de Luz.
Cada cuenta colocada por sus manos sobre Mi imagen ha significado para su Madre Celeste, y sobre todo para Dios, una gran liberación en los planos internos del continente africano. Y aunque sé que muchas almas aún sufren en ese lugar y que solo esas almas saben lo que es el sufrimiento y el dolor, hoy a la Señora de los Siete Dolores, la Señora del Verbo, se le retiran las Siete Espadas de la agonía de la humanidad, para recibir en Su Corazón las esferas de luz convertidas en rosas brillantes y luminosas en los corazones orantes de África.
Quiero que sepan, hijos Míos, que Mi Plan para ir a África aún está en pie. Y de alguna forma llegaré y celebraremos ese importante encuentro, ese importante encuentro en el que Sudamérica y África se unirán, como un solo corazón y una sola consciencia, para poder sublimar el pecado de los hombres y el sufrimiento que aún existe en ese lugar.
La puerta de entrada que he escogido para retornar es Angola, porque es allí donde necesito que estén, no solo sirviendo y orando como lo hicieron en estos últimos tiempos, sino para que más consciencias del mundo comprendan lo que allí sucede y lo que significa la vida infrahumana.
Yo les traigo, hijos Míos, la posibilidad y la oportunidad de que, a través de los méritos que alcanzó Mi Hijo, África se vuelva a reconsagrar a Mi Corazón Inmaculado y que lo que no le escucharon a la Señora del Verbo en Ruanda, que fue una advertencia maternal en este ciclo final, lo puedan escuchar en las palabras de la Madre de Dios, para que se puedan cumplir los frutos de su conversión y redención.
Para que todo eso sea posible, hijos Míos, vengo a pedirle al mundo que coloque en su oración ese propósito y su amorosa colaboración, para que los Sagrados Corazones puedan tocar el suelo africano una vez más.
Hoy a Mi derecha y a Mi izquierda, hijos Míos, están las almas inocentes del genocidio de Ruanda. Y quiero, deseo y les pido que, en este momento, en nombre de la humanidad entera, por lo que eso significó y representó para Dios, ofrezcan silenciosamente una penitencia por la reparación de Nuestra Señora de Kibeho.
Los escucho internamente.
Mientras Me hacen esa oferta, hijos Míos, Yo puedo seguir penetrando en los lugares más oscuros del mundo, en donde el sufrimiento aún sigue sucediendo y los corazones no se pueden liberar.
En este momento y en esta hora, en los que su Madre Celeste llega del Cielo como la Señora del Verbo, Nuestra Señora de Kibeho, como la Madre de toda África, es en el que abro aún más Mi Corazón Inmaculado ante el mundo entero y ante todas las almas, para recibir la oferta de reparación y de perdón.
Porque por más que no hayan tenido responsabilidad directa sobre los acontecimientos, la humanidad es única y siempre será única ante los Ojos de Dios. Eso los hará crecer en consciencia y en madurez a fin de que los ultrajes e indiferencias no se repitan.
África aprendió sobre esa lección de vida, pero aún África espera por la llegada de los Mensajeros de Dios, por última vez, como preparación del Retorno de Cristo.
Hoy no estoy solamente con ustedes aquí, sino también en este momento estoy en África derramando sobre esos pueblos el Amor de Dios y la Gracia de la reconciliación y de la cura.
Mi silencio trabaja aún más profundamente en las almas necesitadas. No se olviden que también Soy la Madre del Silencio y que, ante los eventos del mundo en estos tiempos cruciales de la humanidad, Yo regreso aquí para que Mis hijos no se sientan solos ni desamparados, para que sepan que estoy aquí de la misma forma que estuve con Mi Hijo a los pies de la Cruz, hasta el último segundo de Su vida, hasta el último segundo en el que Él expiró, su la última y gran entrega por todo el género humano hasta los tiempos de hoy.
Eso es un gran misterio, el misterio del Amor del Hijo de Dios. Con ese Amor Él Me envía al mundo para anunciar Su petición y el deseo ardiente de la Madre de Dios de regresar a África una vez más, así como Yo fui a Kibeho para llevar consciencia y discernimiento a Mis hijos, para poder salvar a la mayor cantidad de almas posibles, cuya mayoría no fue posible salvar.
Y ese es uno de Mis principales dolores por África, porque no son los pueblos los que se agitan o se enfrentan, son los que están por encima de esos pueblos los que provocan la maldad en el mundo y la desesperanza en muchos corazones.
Pero aunque eso suceda, hijos Míos, la fe de los más inocentes, humildes y simples, nunca se perderá, porque esa fe no solo será una fortaleza para Mis hijos de África, sino también será el puente por el cual Yo descenderé del Cielo para encontrarme con cada una de sus almas.
La tarea realizada a través de esta Obra en Angola fue un primer paso, pero no será el último. Muchos más pasos deberán ser dados y muchos más serán llamados a asumir, en Mi continente amado de África, el alivio del sufrimiento, la cura de la inmoralidad, la esperanza de los que sufren, porque solo el amor puede curar el dolor.
Hoy celebro todo lo que sucedió en Angola a través de esta Obra, porque los verdaderos frutos internos son depositados a los Pies del Creador por la Señora de Kibeho. Y esa oferta, esa profunda ofrenda, fue aceptada por su Padre Celestial, los méritos del esfuerzo, del servicio, de la cura, del amor, de la renuncia, de la fraternidad, de la generosidad, del desapego y, principalmente, de la transmutación.
Por esa razón hoy regreso aquí, para que el mundo sepa y tenga consciencia de cómo, con tan poco, se puede hacer mucho en el mundo; porque las verdaderas herramientas que ustedes necesitan, hijos Míos, son internas, y cuando son bien utilizadas la Providencia Divina llega milagrosamente. Así lo vivió la Sagrada Familia y hoy ustedes lo viven Conmigo.
Por eso, siempre deben agradecer cada día que despiertan, cada día que reposan sobre un lecho limpio y cómodo, cada vez que el agua de las nacientes de la Tierra lava sus cuerpos, cada vez que frente a ustedes hay un alimento para poder nutrir sus células; y principalmente, hijos Míos, tienen que agradecer por el Amor de los Mensajeros Divinos, en este lugar y en todos los corazones que han sido agraciados, bendecidos y colmados por Nuestras Apariciones.
Deseo que lo mismo suceda en África y comience en Angola. Hay mucho por hacer en ese lugar, muchas puertas por abrir en otras partes de África que claman por Mi Presencia y por la Presencia de Mi Hijo. Eso será posible a través de ustedes, hijos Míos, sabiendo que en este tiempo son llamados a vivir el servicio por la humanidad, por el planeta, por el alivio del sufrimiento.
Es tan simple lo que les pido, que se los vuelvo a repetir.
Así como África espera Mi llegada algún día, también Asia espera Mi llegada, al igual que Oceanía. La peregrinación aún está pendiente, aún espera su realización cuando esta pandemia termine. Rezo todos los días por ese fin: por la cura de los que sufren la pandemia y para que esta termine.
En este momento y en esta hora, hijos Míos, dependerá de su respuesta consciente que algún cambio pueda, finalmente, suceder en toda la humanidad y que no vuelvan a la normalidad de los tiempos de la ilusión, sino que ingresen, como en otros tiempos, en el ciclo de la concientización y de la fraternidad.
Les agradezco ahora por su penitencia. También fue acogida por Mi Inmaculado Corazón, así como la de todos los corazones que, en este momento, en diversas partes del mundo, escuchan Mi llamado.
Hoy quiero llevar Mi Paz a África. En este momento no existen distancias en el tiempo ni en el espacio, porque Yo estoy allí con Mis queridos hijos, los que verdaderamente sufren la situación mundial.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
En este momento, Nuestra Divina Señora está mostrando un rosario formado por rosas, y Ella nos dice:
Estos son los frutos, las oraciones, las súplicas y el amor de Mis hijos de África. Este es el Rosario que hoy llevaré a Dios para que Él lo reciba. Lo pondré en Sus Manos para que Nuestro Padre Celestial, con inmensa alegría, lo coloque sobre Su Cuerpo como símbolo espiritual de la cura del sufrimiento, del amor por sobre todo mal.
En esta noche, hijos Míos, también acojo la consagración de las familias del mundo a Mi Inmaculado Corazón, por medio de la respuesta que fue dada a Mis pedidos. Hoy estoy con cada uno de esos corazones que atendieron a Mi llamado.
Por último, quiero decirles que, así como es importante la peregrinación en África en los próximos tiempos, también es importante para Mí la peregrinación más osada de todas, en Asia y en Oceanía, en la cual hoy incluyo a Filipinas.
Si ustedes Me dan lo más simple y verdadero, Yo también les entregaré lo más simple y verdadero que tengo, que son Mi Presencia y Mi Corazón.
Hoy, la Señora de Kibeho irradia Su Luz y Su Gracia sobre África, consumando esta importante tarea realizada en los últimos meses en Angola y en toda África no solo en el plano material, sino también en el plano espiritual.
Y es así que ofrecemos al Padre los aprendizajes y experiencias vividas durante estos últimos tiempos en Angola.
Aspiramos y afirmamos en este momento, hijos Míos, la continuidad de esa sagrada tarea, para que, a través del amor, curen todo dolor.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Nuestra Señora se eleva con el rosario en Sus manos. Y en esa elevación y asunción de María, escucharemos, en este momento a Su pedido, la canción “Lady of Kibeho”, como última oferta de nuestros corazones por nuestros hermanos de África.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Hoy vengo con el pequeño Niño Jesús en Mis brazos para llevarlos a un nuevo estado de consciencia, un estado en el que pueden ver el mundo, no con las limitaciones de los hombres, sino con la perfección de Dios, contemplando la verdadera necesidad de estos tiempos, contemplando las Leyes que se mueven, que ingresan en la Tierra, Leyes que nunca antes actuaron en el planeta.
Muchos creen que ya conocieron la Justicia Divina, cuando en la era de los patriarcas Dios les hablaba con Justicia.
A lo largo de los siglos, esa Justicia se fue desarrollando, profundizándose y, a medida que la consciencia humana se transformaba, toda la Creación se transformaba.
Las Leyes y los Rayos ya no son los mismos de los primeros tiempos de la Tierra o de los primeros tiempos de esta Creación. Cada ciclo es nuevo y, por más que traiga semejanzas con tiempos anteriores, todo se renueva.
Llegó el tiempo de la Misericordia, la Nueva Alianza entre Dios y los hombres, sellada por Cristo en Su Cruz, confirmada por Él en Su Ascensión a los Cielos. Y a pesar de que esa Alianza sea eterna, para vivirla se deben corresponder con ella.
Para que puedan estar bajo una ley, deben atraer esa ley a sus vidas. Cuando no lo hacen, hijos, no justifican la Sangre derramada en la Cruz y por más que esa Sangre esté disponible, eternamente entregada a todas las criaturas, si sus corazones no están abiertos, ella fluye del Corazón de Cristo y no transforma sus vidas.
Los ciclos continúan pasando, y llegó la Ley de la Justicia, una Justicia que no es la misma de los primeros tiempos. Ella no viene con la ira de Dios, porque Dios solo se silencia. Las Leyes trabajan por sí solas, porque llegó el tiempo en el que la propia humanidad, como potencial cocreadora ante Dios, puede ser también responsable por su propia evolución.
En eras pasadas, Dios les hablaba a los hombres, les hablaba con Justicia y con lo que conocen como ira, que en verdad es el Rayo profundo de la Voluntad Divina que la humanidad no podía comprender. Ese Rayo descendía a la Tierra con toda su potencia, para romper las estructuras más duras y arcaicas de la humanidad. Pero cuando los seres humanos comenzaron a abrirse al amor, las Leyes comenzaron a actuar de una forma diferente, y el Creador encontró un espacio para transformar el mundo de otra forma, a través de un Amor mayor que trascendía todas las leyes, todas las formas, toda la vida.
Ese fue el Amor de Dios en Su Hijo.
Ese Amor aún permanece resonando en los cuatro puntos de este mundo y en toda la vida. Muchas veces se derrama sobre la Tierra sin que sean conscientes de él.
Dios constantemente le entrega oportunidades a cada ser. Les entrega lo mejor, lo que de más perfecto hay en el universo, las mejores oportunidades de evolución para aquellos que menos lo merecerían, porque Su Amor no actúa de acuerdo con la justicia de los hombres, sino con la Misericordia que nace de Su Corazón.
Hoy vengo con el Niño Jesús en Mis brazos para que, ante Su Presencia, comprendan este nuevo ciclo.
Su Misericordia continúa resonando, Su Sangre continúa derramándose sobre el mundo, Dios continúa entregando oportunidades a la humanidad, pero cada ser debe escoger en estos tiempos el camino que seguirá.
Siendo así, hijos, esta es una nueva era de Justicia. La Misericordia no dejará de existir, pero el Creador ya no intercederá por Sus hijos como antes. Él se mantendrá en silencio, un silencio que hablará profundamente a toda la Creación, porque el silencio de Dios significa una oración profunda, desconocida para todos los seres, inclusive para aquellos que, en las dimensiones de los ángeles y de los arcángeles, están constantemente a los Pies del Creador.
En el silencio de Dios, Su Amor por las criaturas se expande, y aquellos que se abren para escucharlo, para dejar que Su silencio resuene en el propio interior, que se abren a ese Amor infinito, ingresan en las dimensiones de ese Amor y viven una experiencia de transformación única, reconociendo el verdadero potencial de los seres humanos, reconociendo la unidad que sucede entre el Creador y Sus criaturas, comprendiendo lo que significa abrir las puertas entre las dimensiones y vivir la semejanza con Dios.
Todo eso ocurre cuando simplemente los seres corresponden al Amor del Creador, dejan de lado su pequeñez, sus aparentes imperfecciones y, con esfuerzo, buscan trascenderse cada día para abandonar la condición humana y conocer la condición de hijos de Dios.
De esa forma, atraen hacia sus vidas las Leyes sublimes y, dando un único paso, esas Leyes los conducen y los elevan a pasos cada vez mayores, más amplios y más profundos.
Pero, cuando los seres saben que Dios está en silencio, cuando ya conocen Su Misericordia e ignoran todas las oportunidades que Él les da, otras son las leyes que atraen hacia sus vidas: la ley de la justicia, la ley del sufrimiento, la ley de la soledad, del abandono, de la angustia y de la desesperanza.
Quiero que así comprendan, hijos, que no es Dios quien está diseñando sus vidas, sino ustedes mismos.
Este es el ciclo de la definición de la humanidad. Ya no pueden vivir como criaturas comunes, cuando fueron diseñados para ser hijos de Dios, semejantes a Él, cocreadores que traen en su interior, en su esencia más profunda, una posibilidad de transformar la Creación, como ni siquiera los Arcángeles lo pueden hacer.
Comprendan, así, la responsabilidad que tienen ante toda la vida y, de esa forma, ya no permanezcan en las cosas pequeñas, aquellas que los atan y los prenden a este mundo. Mediten sobre lo que les digo y en lo que Dios les habla a través de cada Mensajero Divino.
Nosotros llegamos al mundo como eco de la Voz del Creador, que se está pronunciando por última vez en este ciclo de la humanidad. No porque Él no ame a Sus criaturas y no desee hablarles eternamente, pero, si no fuera de esa forma, jamás descubrirán quiénes son y esta Tierra se autodestruiría por la ignorancia de los hombres.
Es posible reparar el sufrimiento, es posible despertar a los seres a través del amor, del servicio y de la oración constante; pero no es posible ingresar en la consciencia del otro para definir sus pasos según la Voluntad Divina. Cada ser debe vivir su propia definición.
El mayor servicio que pueden prestar hoy, en nombre de toda la humanidad y por la elevación de las almas que viven en la ignorancia, es dar sus propios pasos en dirección al Padre, es vivir ese Amor infinito, descubrir ese misterio que se esconde en su interior, dejar que ese Amor se expanda y transforme todo aquello que está a su alrededor. Y así, entregar un ejemplo al mundo a través de la propia vida, porque de esa forma estarán generando una oportunidad de redención, no solo para las propias almas, sino para toda la Creación, para mundos y universos que desconocen.
Ustedes son una gota de agua en el océano infinito, pero no cualquier agua. Un agua viva que cuando ingresa en ese océano es capaz de transformarlo, de transformar a todas las otras gotas, mares y a toda la vida que habita en él.
Sé que muchos no creen en lo que les digo y ni siquiera creen que Yo estoy aquí; pero Yo no vengo para que crean en Mí, vengo a entregarles una instrucción para que ustedes mismos vivan la experiencia de atraer hacia las propias vidas las Leyes divinas o las leyes humanas.
Hagan la experiencia, hijos, de dejarse transformar por el Amor de Dios que desciende sobre ustedes cuando oran, cuando sirven, cuando se silencian ante algo que les causa angustia, que hiere sus egos humanos y contraría a sus personalidades.
Cuando permiten que el otro se exprese, que el otro crezca, ustedes crecen desde adentro hacia afuera, porque cuando renuncian a los protagonismos del mundo es Dios quien encuentra un espacio para ser protagonista dentro de ustedes, y nadie los verá, pero es allí en donde el verdadero sentido de la vida se cumple.
Den gracias por todo lo que recibieron. Agradezcan al Creador permanentemente y eleven sus consciencias más allá de las necesidades humanas, más allá de sus aspiraciones y de sus voluntades, más allá de sus planes y metas para la vida en este planeta. Elévense a través de la gratitud.
Hoy el Niño Jesús, en Mis brazos, señala el infinito, y en él pulsa el Corazón de Dios que los llama a retornar, a retornar en esencia, a retornar a Él sin dejar de existir, a retornar a Dios, estando en el mundo y haciendo de este planeta una parte de Su Corazón.
Eso es lo que son llamados a vivir.
Hoy, sobre este altar, un misterio más de Dios les es revelado. Un misterio poco comprendido, porque muchos no saben lo que significa un objeto sagrado. Muchos cuestionan e ignoran las diferentes Gracias que Dios les concede a los hombres.
Un objeto sagrado, imantado por el Creador, es algo que les recuerda constantemente cuál es su verdadera misión, la que son llamados a vivir y cuál es el camino para hacerlo.
Un objeto sagrado es como un sello que los torna reconocibles ante los ángeles y arcángeles.
Es como una señal, una señal de luz que en la oscuridad del mundo hará que las almas los reconozcan y sepan el camino.
Es un símbolo de protección y de Gracia, un símbolo de adhesión y de fe. Él fortalece su fe cada vez que se lo colocan y creen en todas las promesas que les entregamos.
Un objeto sagrado es un símbolo de cura, de reconciliación con Dios, cuando un alma perdida, enferma, lo recibe y cree que recibió un presente divino de las Manos de su Creador, para recordarle cuanto Él la ama.
Un objeto sagrado es un misterioso símbolo de la aproximación de Dios a los corazones de Sus hijos. Él está allí, silenciosamente, en cada pequeña medalla, en cada pequeño escapulario, hablándoles a sus corazones, recordándoles a sus esencias de dónde ellas partieron y para dónde ellas deben retornar. Eso, hijos, es un objeto sagrado.
Por eso hoy, aquí en Mi altar, se encuentran las medallas de Mi Castísimo Corazón, estas que, junto a Mi pequeño Hijo, Yo vengo a bendecir.
Esta bendición resonará y permanecerá, por los siglos de los siglos, en cada medalla acuñada en honor a Mi Castísimo Corazón, y el misterio que hoy les traigo permanecerá en ellas y en todas las que vendrán, fortaleciendo la fe de los que creen que el Amor de Dios está allí.
Con Mi pequeño Hijo Jesús, impongo Mis manos sobre estas medallas y decreto, en nombre de Cristo y por la potestad que Dios Me entregó, que los Dones de Su Santo Espíritu permanezcan en ellas.
Que todas las bendiciones y promesas que Yo les entregué se cumplan. Que todas aquellas almas que las reciban se fortalezcan, despierten y se reconcilien con el Padre, que encuentren el camino en la oscuridad y ya no estén más perdidas. Que su sufrimiento se convierta en esperanza, que su dolor se convierta en reparación del dolor mayor y profundo que siente el Corazón de Dios al contemplar al mundo en estos tiempos.
Que las almas que las reciban escuchen el silencio del Creador, sientan su profundo amor y elijan vivir bajo la Ley de la Misericordia y no de la Justicia.
Que las almas que las reciban atraigan hacia sus vidas los rayos de la Gracia, de la cura y de la compasión, y sean consecuentes con ellos en todas sus acciones y pensamientos.
Por la Gracia de Mi Hijo, hoy en Mis brazos, entrego la paz a todos aquellos que lleven consigo esta pequeña medalla.
Escuchando Mis palabras, sé que algunas almas se preguntarán cómo hacer para atraer lo que Yo les dije hacia sus vidas para no vivir bajo la ley de la justicia, del sufrimiento o del dolor, pero sí de la Misericordia, de la Gracia y del Amor Divino.
Y Yo solo les respondo que sirvan, que sean agradecidos, que vivan cada palabra que ya les entregamos, que estudien lo que les dijimos, porque con una simple lectura cada día, la vibración de nuestras palabras por sí solas los transforma. Adoren el Corazón Eucarístico de Cristo y abran las puertas para que Él se exprese dentro de ustedes.
No busquen cosas para sí, no quieran acumular los tesoros del mundo, pero, en el silencio de sus almas, en lo profundo de sus corazones, en un diálogo y en un contacto con Dios, dejen que sus tesoros celestiales se manifiesten.
Nosotros ya les enseñamos qué hacer, ya derramamos bendiciones, Gracias como lluvias sobre sus vidas.
Solo deben crear las condiciones, cada día, para que ellas se manifiesten, y no les digo que sean perfectos, pero que se observen y siempre que estuvieran saliéndose del camino de la fraternidad y del amor, deténganse, pidan perdón e intenten hacerlo de nuevo de forma correcta, y no importa que caigan muchas veces, porque el calvario de estos tiempos también tiene muchas caídas, ustedes necesitan levantarse de ellas y continuar caminando hacia esta meta de superarse en el amor cada día.
Eso es lo que Yo tengo para decirles hoy, pero también debo cumplir un pedido del Creador, que Sus hijos comulguen espiritualmente para que reciban Sus Gracias y se fortalezcan, que sientan Su Presencia y que comulguen con el Cuerpo y con la Sangre de Cristo que se manifiestan en todas sus células en ese momento.
Pueden traer hasta aquí el altar y que venga Fray Yesua.
Cien de estas medallas quiero que lleguen a una hija Mía que, confiando en Mi llamado, día a día, atrae la Ley de la Gracia, no solo para el país en donde vive hoy, sino también para toda África.
Doscientas de estas medallas quiero que lleguen a la Casa Santa Isabel, llevando no solo Mi protección, sino el Amor de Dios para aquellos que generan méritos para la salvación de tantos niños en este mundo, a través de sus oraciones y de su pureza.
Quiero que los miembros de la Comunidad-Luz Fraternidad también reciban Mis medallas, porque, en su silencio y esfuerzo, a pesar de su imperfección, también generan méritos para la transformación de la humanidad. Y, poco a poco, que cada uno de los devotos que aspira a responder a este llamado y a recibir este terafín de Mi Casto Corazón también pueda recibirlo. Esto es lo que Yo más quiero para estas medallas y para todas las que vendrán.
Así como Dios Me concedió la potestad de derramar Gracias sobre el mundo, también se la concedió a cada sacerdote consagrado por Él. Es así que en Mi presencia y por la consagración de esta Eucaristía, orarán por todos los sacerdotes del mundo, por todos aquellos que se sienten desesperanzados por no poder repartir las Gracias de Dios y por todos aquellos que ignoran la Presencia del Creador en su vocación y la posibilidad que tienen de atraer las Gracias de Dios al mundo.
Comulgando espiritualmente con el Cuerpo y con la Sangre de Cristo, permitan que la Misericordia de Cristo llegue no solo a los que comulgan, sino también a los que reparten el pan y el vino transformados en el altar, para que esta vida abundante que se revela en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo pueda impregnar primero a sus corazones sacerdotales. Amén.
Fray Yesua:
En unión al Corazón de San José y al Corazón de Nuestro Señor, nos unimos a la Iglesia Celestial de Cristo y ofrecemos humildemente esta Comunión por todas las almas del mundo, por todos nuestros hermanos que en este momento necesitan el Amor y la Presencia de Nuestro Señor.
Recordamos aquel momento en el que Nuestro Señor tomó el pan, lo elevó al Padre dando gracias, lo partió y lo entregó a Sus discípulos diciéndoles: "Tomen y coman todos de él, porque este es Mi Cuerpo que será entregado por cada uno de ustedes, por el perdón de todos los pecados".
Escuchamos las tres campanadas, consumando la consagración del pan en el Cuerpo de Nuestro Señor.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
Y, del mismo modo, Nuestro Señor tomó el Cáliz y elevándolo al Padre, se lo pasó a Sus apóstoles, diciéndoles: "Tomen y beban todos de Él, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la Nueva y eterna Alianza, que será derramada por el perdón de todos los pecados y por la salvación de todos los mortales. Hagan esto en Mi memoria hasta el final de los tiempos, hasta que Yo retorne".
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
Y reverenciamos juntos la Presencia del Cuerpo y de la Sangre de Nuestro Señor y, en profunda unión con Su Corazón, oramos juntos el Padre Nuestro en arameo.
Padre Nuestro (en arameo).
Que la Paz y la Misericordia de Nuestro Señor desciendan a la Tierra en este momento.
Y Te pedimos, Señor, que a través de esta Comunión nuestros hermanos en el mundo puedan también comulgar con Tu Cuerpo y con Tu Sangre. Amén.
Hermana Lucía de Jesús:
Y vamos a visualizar, en este momento, a todos aquellos que están en sus casas, a San José con el pequeño Niño en Sus brazos y, de las pequeñas Manos del Niño Jesús, vamos a recibir la Eucaristía, con la cual nuestras almas comulgan en nombre de toda la humanidad.
Que la Paz de Mi Casto Corazón, todas las Gracias y el Amor que nace del Corazón de Mi pequeño Hijo, el Hijo de Dios, puedan llegar a todas las almas, transformando y curando los corazones, los espíritus, y los cuerpos enfermos, para que encuentren la paz.
Con Mis palabras los bendigo y les agradezco por reflexionar de corazón todo lo que Yo les dije.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Y con la intención de que la Cura de Dios llegue a los cuatro puntos de este mundo, vamos a finalizar esta oración con un cántico que atrae las Leyes divinas, la Gracia y las bendiciones de Dios al planeta.
Vamos a cantar, a pedido de San José, “Lluvias de Amor”. Muy agradecida a todos.
Cuando no tuvieras fuerza, ofrece a Dios tus flaquezas, tu debilidad humana, tu pequeñez.
Cuando tu corazón pareciera vacío, ofrece a Dios ese espacio para que sea Él, y no el mundo, quien colme ese vacío en tu interior.
Cuando tu canto estuviera mudo, ofrece a Dios tu silencio y ora con el pensamiento, para que sea Él, y no el mundo, quien colme tu mente.
Cuando tu cuerpo estuviera cansado, ofrece a Dios los pasos dados, todo el servicio vivido y cada mérito alcanzado y percibe así, hijo Mío, que siempre hay algo para ofrecer a tu Creador, Este que espera no solo tu triunfo, sino todo tu ser, de la pequeñez a la grandeza, de lo que conoces a lo que te es un misterio. Coloca todo en las Manos de Dios.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Quédate a los pies de la Cruz del Redentor, para que comprendas en dónde comenzó a ser sellada la Alianza entre tu corazón y el Corazón de Cristo.
Quédate a los pies de la Cruz del Redentor, para que allí recuerdes Su llamado y sepas porqué hoy Él te vuelve a llamar en lo profundo de tu corazón.
Quédate a los pies de la Cruz del Redentor, en donde no hay honra, sino aquella escondida en Su Sangre; en donde no hay gloria, sino aquella que se guarda en el misterio de Su Sacrificio.
Y es así, hijo Mío, que a los pies de la Cruz comenzarás a comprender la Voluntad de Dios para ti. Él te quiere allí, siempre en adoración a Su Corazón, siempre unido a Su Sacrificio e imitando Sus pasos.
Él te quiere allí, en donde tú desapareces y Él resplandece, en donde la gloria del mundo se desvanece y da espacio a la Gloria de Dios; en donde las ansias por la honra se disuelven en la única necesidad de justificar Su Sangre con la renovación del amor en tu propia vida.
Quédate a los pies de la Cruz del Redentor, y todas tus preguntas serán respondidas. Sabrás que el miedo de la cruz es en verdad el miedo de entregarte con locura, de perder este mundo para ganar el Infinito, de dejar de ser uno para ser Todo.
Quédate a los pies de la Cruz del Redentor, porque ya llegó el tiempo de retomar, con plenitud, lo que Él comenzó en el Calvario.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Recojan, de los lugares sagrados del planeta, la historia más profunda y oculta de la humanidad. Dejen que esa historia despierte en sus corazones como un antiguo recuerdo que permaneció silencioso en las profundidades de sus almas.
Que este registro, hoy revelado, sea para ustedes un impulso para que sus corazones retornen a la pureza, a lo sagrado y a la aspiración de ser parte viva del Plan de Dios.
Aún hay mucho sobre este mundo que permanece solo como un recuerdo en las almas de los que lo vivieron y en la consciencia del planeta y de sus Reinos.
Es momento de recordar, no para mantenerse en el pasado, sino para que todo lo que ya vivieron como humanidad hoy los impulse a dar nuevos pasos. La humanidad necesita saber lo que ya hizo y lo que ya vivió para comprender lo que aún le espera.
En tiempos muy remotos, la pureza los llevó a la transfiguración y la entrega los condujo a participar de Leyes que trascienden a la materia, para que fueran partícipes de lo que les es invisible y aparentemente inalcanzable.
Que hoy la pureza vuelva a emerger de su interior para que descubran otras Leyes y, a través de la entrega, no solo sean partícipes de los mundos sutiles, sino que hagan que estos mundos encuentren, en la dimensión material de la Tierra, su espacio, el sagrado lugar en donde manifestar lo que fue prometido en el principio.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Permanece en el desierto como Madre Teresa de Calcuta que, a pesar de estar en el vacío y en la soledad, supo encontrar al Señor en sus semejantes.
Todo cuanto buscaba, como compensación interna, se desvaneció. Su fe se fortaleció y se consolidó con tan solo cumplir la Voluntad de Dios y consolar a los pobres en el cuerpo y en el espíritu.
Fue de esta forma que Madre Teresa encontró a Dios y se fundió en Él, aunque no lo percibiera enteramente.
Permanece en el desierto como la Madre Teresa de Calcuta, fortaleciendo el propio interior, no en el mundo sensible y en la unión mística con Dios, sino en la fe palpable y en la superación constante, comprobando y experimentando la Presencia de Dios en los que más necesitan, siendo nada para el mundo y para sí mismo, y todo para Dios, todo para el Corazón del Redentor, que palpitaba cansado dentro de los pobres y de los oprimidos, dentro de los solitarios y de los perdidos.
Busca, hijo, vivir tu desierto consolidando tu fe. Sabe que cada desierto trae consigo un salto al infinito, y esto sucede de muchas formas.
Si tienes sed de sensaciones y de experiencias internas, sed de realizarte y de ver a Dios y, aun así, Él te mantiene en el vacío, descubre que tal vez la Voluntad del Señor sea revelarse para ti en donde menos lo esperas, en aquel espacio en donde a tu amor le cuesta llegar, en donde tus resistencias bloquean tus pasos y no te permiten entrar, en donde tus flaquezas te impiden descubrir la necesidad de amor. Allí está Dios, esperando por ti.
Deja en el desierto tus deseos y aspiraciones, tus necesidades, tus ansías más profundas. Y cuando no tengas nada, el Creador te mostrará en dónde Él está escondido, llamando por ti, buscando tu mirada, tu fe, tu corazón.
Quién sabe, hijo, si tu desierto será el desierto de la Madre Teresa de Calcuta, en donde Dios se revela de afuera hacia adentro y de adentro del prójimo hacia dentro de ti.
San José Castísimo
Cuando un ser ingresa en el desierto, aunque simplemente haya tocado su arena y sentido su calor, ya no puede caminar hacia atrás.
El desierto puede parecer peligroso, lleno de sufrimientos y padecimientos. Pero hoy les digo que no hay mayor padecimiento para un alma que ingresar en el desierto y no profundizar su experiencia en él, no rendirse a Dios y descubrir sus misterios.
El alma que pisa el desierto, pero no camina por él, sino que queda presa de sus temores, no suelta las muletas que apoyaban sus pasos ni descubre en ellas su verdadero apoyo y tampoco sabe lo que es caminar con los propios pies.
Esa alma vencida por sus temores, sin querer soltar los afectos, las sensaciones o el pasado en sí, termina buscando, en más muletas y más cadenas, las sensaciones que no encuentra con las que tiene en sus manos y con las que están presas a sus pies.
Esa alma se torna prisionera de sí misma, cada vez más vacía, más esclava y más temerosa, simplemente por no conseguir rendirse al infinito del desierto que se presentó frente a ella.
Dios los llama a madurar en el desierto, a dejar las emociones humanas para descubrir y consolidar el corazón en el Amor Crístico. Pero para eso, hijos, necesitan soltar las muletas, quebrar las cadenas, experimentar el vacío y caminar en él, aunque no sientan una base bajo los propios pies.
Esto se llama experimentar la fe.
No sean esclavos de sí mismos. Reconozcan que no hay otro verdugo sino el orgullo, la vanidad y la ignorancia de los corazones que creen que están más seguros cuando están llenos de sí, pero no perciben que ni siquiera se conocen a sí mismos.
Les dejo Mi bendición para que clamen por liberación y la vivan.
Si sienten que sus pies están en las arenas del desierto, caminen y no detengan sus pasos. Consoliden la unión con Dios y fortalezcan la propia fe. Esto los hará verdaderamente libres.
San José Castísimo
Coloca dentro de Mi Jardín tus logros, aspiraciones y renuncias. Reviste ese Jardín con el mayor cariño de tu alma y, desapegándote de todo, ábrete para vivir y practicar Mi Voluntad.
Entrégate completamente a Mí al punto de que ya no seas nada, y que en esa nada, en ese vacío y en esa resignación absoluta, tengas la Gracia de que se depositen en ti todos Mis Proyectos.
Sé que no es fácil abandonar tu propia voluntad, pero haz de esta oportunidad que te entrego la posibilidad de cumplir con Mis deseos y aspiraciones así como muchos los cumplieron en otros tiempos.
Ahora es tiempo de vigilar tu propia consciencia para evitar que ella misma te coloque en dificultades.
Si con gratitud vives lo que te pido y necesito, no tendrás por qué sufrir nada. El sufrimiento, la angustia y la desolación son consecuencias de la vida que no acepta de corazón la Voluntad de Dios y tarda años para darse cuenta que la Voluntad del Padre se deberá cumplir.
Anímate a dar grandes pasos con obediencia y con resignación, y así siempre encontrarás y descubrirás el sentido de estar sirviéndome en cada momento.
¡Les agradezco por guardar Mis Palabras en el corazón!
Los bendice,
Su Maestro y Señor, Cristo Jesús
Entrega tu corazón y tu vida en las Manos de Dios, para que tu sufrimiento interior termine.
Deja que los rayos que descienden del Cielo para la definición de los seres no causen dolor en ti, sino que te liberen de tus resistencias, de los muros de piedra que te separan de lo que eres, que te impiden llegar a Dios.
Deja que se quiebren las barreras de la resistencia; deja que se renueven tus fuerzas y tu amor por el Plan de Dios.
Todas las oportunidades para la ascensión y la iluminación de la consciencia se encuentran en tu día a día; la llave está en tu actitud frente a los acontecimientos, a las pruebas y a las necesidades que te llevan a la superación.
Tus pies ya no están en el calvario de este mundo, por eso no detengas tus pasos, sino abraza la cruz que te fue dada, con paz en tu corazón.
Recuerda el abrazo de tu Señor a la madera, cuando la cruz de tu redención pesó sobre Él, y hoy que eres llamado a imitar Sus pasos y dar todo de ti por amor, haz lo mismo: abraza la cruz, por la redención de los ciegos de espíritu y por los duros de corazón, por los indiferentes e ignorantes, por los que no recibieron Misericordia porque creyeron que su estado de miseria era el tesoro de sus vidas.
Cuando abraces la cruz, desde Cielo vendrá el auxilio para que puedas cargarla.
Cuando abraces la cruz, vivirás la revelación del Amor de Dios en Cristo.
Cuando hubieres consumado tu entrega en la cruz de estos tiempos, verás el Amor de Dios renovarse en ti.
Tienes Mi bendición para esto.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Cada vez que te cansas de algo que debe transformarse en ti y, finalmente, rindes tu ser, percibiendo que tus acciones son frutos de tu propio mundo interior y no las consecuencias de las actitudes del prójimo; ahí entonces, hijo, das un nuevo paso rumbo a la madurez espiritual.
Aunque parezca que siempre te arrepientes de las mismas cosas, nunca es igual. La transformación se va profundizando en tu consciencia.
Que no se angustie tu corazón por confesar las mismas cosas, sino que se alegre tu alma por percibir lo que hay que transformar, sin permanecer en la ignorancia, en la ilusión ni en la oscuridad.
No te aflijas al percibir las mismas miserias que necesitan ser liberadas, pero arranca con más fuerza las raíces de los atavismos humanos, que habitan en ti, hasta que eso pueda ser liberado de tu consciencia y, en consecuencia, de toda la consciencia humana.
No te digo que encontrarás alegría al percibir el lodo que hay en ti, pero aliviarás tu alma y tu corazón con la determinación de la transformación y con la victoria de la rendición a Dios.
Camina con amor hacia la meta que ves delante de tus ojos. Yo siempre te ayudaré a llegar.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más