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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el silencio, intento que puedan escuchar a Dios. La falta de silencio en el mundo provoca ausencia de paz y al faltar paz en este mundo, no hay armonía.
Por eso, este es el gran momento de que las almas se vuelvan hacia su silencio interior; porque hasta el presente, Dios espera poder hablarles a Sus Hijos, a Sus Criaturas, para que escuchen Su Llamado y Su Voz, para que las almas sean conducidas hacia el Propósito y, formando parte de ese Propósito Espiritual y Divino, los corazones aprendan en el día a día a expresar Su Divina Voluntad.
Es la falta de silencio en el mundo la que provoca el caos y la guerra; es la que provoca no poder escuchar, no poder sentir ni poder reconocer todo lo que le sucede al prójimo.
Por eso, el mundo y la humanidad están confundidos, perdidos y perturbados, porque la falta de paz desorienta a las consciencias de la superficie y las aleja lentamente del Propósito de Dios.
Pero en este día, una vez más, a través de las puertas a Mi Divina e Insondable Misericordia, por medio de la Llaga de Mi Costado, Yo vengo a concederle a las almas la oportunidad de reintegrarse al camino evolutivo, para que no solo aprendan a escuchar a Dios en el silencio del corazón, sino que también sean impulsadas a llevar adelante la preparación de Mi Retorno al mundo. Y aunque esto está por suceder en la humanidad, aún en la superficie sucederán cosas muy difíciles.
A través del Verbo Divino de Mi Palabra, a través de Mi Nuevo Evangelio que nace de lo más profundo de Mi Corazón, Yo vengo a preparar a las almas para ese momento.
Mientras tanto, Yo les pido que se sostengan en Mí, porque en Mí podrán seguir adelante a pesar de los tiempos de tribulación y de oscuridad; a pesar de que vean a estas naciones oponerse unas a otras; a pesar de que un pueblo se levante contra otro pueblo; a pesar de que la indiferencia, para muchos, sea la tónica de esta época.
Compañeros, Yo los invito a levantarse y a comenzar cada día como si fuera la primera vez; sabiendo que en sus corazones debe brotar la ardiente aspiración de cumplir Mi Propósito a pesar de lo que suceda, a pesar de lo que se manifieste, a pesar de lo que se lleve adelante en este mundo.
No busquen la solución en lo que es material y concreto. Busquen la respuesta en sus mundos internos y en lo que es espiritual; porque quien busque una respuesta en el plano material nunca la encontrará, ya que toda esta superficie necesita redimirse y rehabilitarse, desde el ser humano hasta los Reinos de la Naturaleza.
Toda la Creación espera por el gran momento de la redención del planeta. Todas las consciencias evolutivas del universo aguardan por el despertar del ser humano, para que tome consciencia, de una vez y para siempre, de todo lo que le ha hecho a este mundo, de todo lo que ha dañado a esta Creación.
Pero de los corazones valientes y anónimos surgirá ese poder espiritual a través del amor, de la adhesión y de la unidad de las almas, que permitirá convertir a los pecadores más empedernidos, que ya se condenaron al fuego del infierno.
No existiría otra razón de tener presente en esta Creación a Mi Divina Misericordia, si no fuera por las almas que están perdidas y condenadas.
Mi Divina e Insondable Misericordia viene a traerles la expiación a todos. Viene a sustituir la Justicia a través de la presencia de la Gracia y de la Compasión.
Por eso, cuando vean todo lo que sucederá en este mundo, como hoy sucede, fortalezcan dentro de ustedes la aspiración de estar en Mí y de servirme, para que Yo pueda tener instrumentos en la superficie de la Tierra, de los que Yo Me pueda servir y obrar en estos tiempos tan definitivos del planeta, en los que se vivirán situaciones desconocidas e increíbles; en los que su fe, la fe de cada uno de mis discípulos, deberá tener el primer lugar en la vida de todos, a pesar de lo que suceda, así como les dije.
Porque será esa ciencia de la fe la que los ayudará a amar la cruz planetaria, también los ayudará a cargar con su propia cruz y, por medio de la fe, aprenderán a trascenderse un poco más todos los días.
Imaginen, tan solo por un momento, qué hubiera sido de Mí si no hubiera tenido fe para entregarme en sacrificio a través de la Última Cena, para que Me condenaran, Me humillaran, Me flagelaran y luego Me crucificarán, como si fuera menos que un cordero.
¡Qué hubiera sido sin la presencia de la fe!
El Dios Vivo se hizo pequeño y humilde en un perdido lugar de Belén. El Dios Vivo espera, en este momento y en este tiempo, en vísperas de la Natividad del Señor, poder volver a nacer en los corazones que lo aguardan, y así poder cambiar esta situación planetaria a través de todos los que profesan su fe y su confianza en Cristo, a través de todos los que aman la ciencia de los Sacramentos.
Es de esta forma que, una vez más, el Señor de la Noche, el Señor de las Montañas, el Hijo Primogénito, el Cristo Redentor, viene a ungirlos a través de Su Espíritu para que se animen a cruzar los umbrales del fin de los tiempos y para que nunca pierdan de vista el Divino Propósito, la llama flamante de la Paz y de la Voluntad del Padre para todas Sus Criaturas en esta Creación.
Por eso, ni su Maestro y Señor ni otra Jerarquía levantarán Su espada a pesar de que la batalla sea dura y difícil. En los planos espirituales de la consciencia, Yo llamo a todas las Jerarquías, así como los llamo a ustedes, Mis compañeros, a expresar el Amor Crístico que supera los errores, que disuelve las indiferencias, que trasciende los pecados, que libera el sufrimiento y que abre las puertas hacia la esperanza y la paz.
A esos atributos, como a esos espacios de la consciencia, el mal no los conoce; y cuantos más vivan esos atributos y sean fuentes de esas experiencias crísticas, el mal no podrá sostenerse más tiempo porque se disolverá a sí mismo al reinar la Luz, el Amor y la Unidad.
Yo los invito a abandonar la ira. Yo los invito a dejar atrás la disconformidad planetaria. Es tiempo de que vivan lo que Yo les enseñé con tanto Amor; porque el Padre solo espera que Sus Hijos sean los Cristos del Nuevo Tiempo.
En este segundo día de encuentro Conmigo, Yo vengo a hacerlos pensar en todas estas cosas porque, como les dije, ya no queda tiempo y Mis Instrucciones no pueden pasar desapercibidas.
Mis Instrucciones deben ser vividas en plenitud y en consciencia para que algún día, siendo seres despiertos, adheridos y disponibles, sean parte de Mi Reino Celestial en la Tierra; sean el preámbulo del surgimiento de la Nueva Humanidad, libre del pecado, del sufrimiento, del dolor, siendo portadores de la paz.
Adonai,
Tú que miras con Ojos de angustia a este mundo,
así como confiaste en Tu Hijo,
confía en aquellos que siguen Mis Pasos en la fe.
Vacía los corazones, para que Tú puedas entrar en ellos
y todos Tus Hijos puedan comulgar de Ti,
así como Tu Hijo comulgó de Ti
en el momento más culminante del Huerto Getsemaní.
Ayuda a Tus Criaturas a atravesar el fin de estos tiempos,
a amar cada día más lo desconocido,
para que todos encuentren la sagrada promesa
de pertenecer a Tu Reino.
Amén.
Sigamos orando por el descenso de la Divina e Insondable Misericordia en el mundo entero.
Que estos impulsos que Yo les entrego, sean el motivo de cumplir el Sagrado Plan a través de la entrega de sus vidas y esencias, a través de su adhesión al Divino Propósito.
Que Mi Paz esté en ustedes y en este lugar.
Que Mi Paz se infunda en este mundo.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Mi Gracia nunca se acaba para los corazones que son esforzados. Por eso, hoy les traigo Mi Gracia por medio de esta lluvia que baña a esta Comunidad, para que puedan testimoniar físicamente que, en estos tiempos, Yo estoy presente con ustedes y con el mundo.
Hoy los reúno a todos alrededor del Cenáculo de Mi Sagrado Corazón y traigo para ustedes una oferta sincera y profunda para sus vidas.
Hoy traigo entre Mis Manos la dolorosa Corona de Espinas de su Maestro y Señor, corona que ofrece su Redentor a cada uno de ustedes, para que vivan esta corona junto Conmigo, en sacrificio y en rendición por todo lo que sucede en el mundo, por todas las almas que Me han negado, por aquellos que hieren Mi Corazón.
Pero nunca les entregaré un sacrificio mayor al que Yo viví, en aquel tiempo, por cada uno de ustedes.
Esta es la corona que Yo les ofrezco, la Corona que los transformará, que los redimirá y que les hará comprender, espiritualmente, el significado de estar Conmigo en este tiempo, bajo la Luz de Mi Gracia y de Mi Misericordia.
Es por eso, compañeros, que mientras les ofrezco esta Corona a cada una de sus almas, la preciosa Sangre de su Maestro y Señor se derrama sobre el mundo por medio de los Sagrados Cálices, que los ángeles recogieron durante el tiempo de la Cruz.
Es de esa forma que uno un tiempo con otro tiempo y que, bajo la omnipresencia de Dios, bajo la omnipotencia de Su Espíritu, bajo la Gloria de Su Presencia, derramo los códigos que hoy necesitan para terminar de purificar sus vidas y consciencias; para que, finalmente, sean el modelo espiritual y servicial que Dios espera.
Pero eso no será pronto. Aún el mundo deberá vivir muchas pruebas como las que vive en este tiempo actual, en el que la frustración y el miedo abarca la consciencia humana, en el que la consciencia humana no encuentra salida, porque ha llegado la hora de que, por los méritos de la poderosa Sangre de su Maestro y Señor, las almas se rindan para que se puedan redimir y consagrar definitivamente al Plan de Dios.
Ha llegado la hora de que el mundo aprenda a mirar a Dios, a buscarlo dentro del corazón y de la vida, a percibir y darse cuenta que muchos no han escuchado el mensaje del Cielo.
Por medio del sacrificio de esta Corona, que hoy ofrezco a Mis compañeros, a todos los que escuchan, a todos los que han sido fieles a Mi Sagrado Corazón, es que Yo podré entregar una amnistía para toda la humanidad, en este momento que vive la raza humana, ante las pruebas que enfrentará y transitará.
Necesito, compañeros, hacer valer los méritos de Mi dolorosa Pasión, en este tiempo actual. Por eso, para las próximas semanas podrán revivir la Pasión de su Señor con otro grado de consciencia y de discernimiento, para que esta dolorosa Pasión siga siendo la llave y la puerta que se abre para la redención de todo el Universo, hasta que su Maestro retorne a la humanidad, en el momento más culminante y difícil de la raza humana.
Por medio del sacrificio y de la rendición que podrán vivir a través de la Corona Espiritual que hoy les ofrece su Maestro y Señor, es que sus almas y sus Ángeles de la Guarda justificarán ante Dios, por todos los errores cometidos, por los que han estado cerca de ustedes y por todos los que están en el mundo, persistiendo en la infidelidad, en la falta de transparencia y de consagración a Dios.
Ofrezco esta Corona Espiritual para que sus vidas sean la justificación perfecta delante de la Justicia del Padre Eterno, para que Él le conceda al mundo un tiempo mayor de Misericordia, de Paz y de Redención para todos los seres que lo necesitan, de una forma urgente e inmediata.
Por medio de Mi dolorosa Pasión, podrán llevar sobre sus cabezas la dolorosa Corona Espiritual de su Maestro, y ofrecerán sus vidas en los Altares de Dios, como un medio y un camino perfecto para concederle al mundo la gran Gracia que necesita en este tiempo final.
Hoy la lluvia de Mi Gracia lava sus consciencias, purifica sus corazones, neutraliza sus mentes y armoniza sus mundos internos, mientras Yo trabajo con el mundo entero, en esta hora y en este momento, en el que las fuerzas del caos, del miedo, del pánico y de la frustración, se desatan sobre la Tierra y se establece la gran guerra final entre el Cielo y los infiernos.
Sean conscientes de esto. Vivan la tensión ardiente, en la vibración de la neutralidad y en el amor profundo que puede nacer y emerger de cada uno de sus corazones; porque mientras esta batalla recién comienza, todo está permitido y nadie podrá quedar atrás, sin saber la verdad y sin tener la oportunidad de estar consciente y entrenado para enfrentar también su propia batalla interior.
Pero si hoy Yo les ofrezco la Corona dolorosa de su Señor, es porque ya han transitado por otras pruebas más difíciles que, con el esfuerzo y la determinación, aprendieron a superar en Mi Nombre.
Pero no tengan miedo. En el momento más agudo de esa batalla interior y planetaria, es cuando la Luz del Espíritu Santo y de los santos Arcángeles emergerán de lo profundo del abismo para salvar a las consciencias que fueron arrastradas por la ilusión, la mentira y el engaño de Mi enemigo.
Por eso, por medio de esta Corona que hoy les ofrezco, estarán Conmigo en rendición, y vivirán su rendición conscientemente hasta los límites de su ser, sin dejar de recibir la Misericordia de Mi Corazón.
Esta misma Corona, Yo se la ofrecí a los apóstoles, y hoy se la ofrezco a los apóstoles del Nuevo Tiempo, que son cada uno de ustedes; así como Mi Madre, espiritualmente, ofreció esta misma Corona a las santas mujeres, para que fueran esposas fieles de su Redentor en la consagración y en el matrimonio espiritual que cada alma puede vivir Conmigo.
Construyan, compañeros y almas Mías, ese matrimonio espiritual Conmigo, porque allí estará Mi Amor en ustedes y ustedes estarán en Mi Amor; y allí estará la Unidad de Dios, estarán en la seguridad y en la protección necesaria, y vivirán esa alianza que tanto esperan y aspiran, y que Mi enemigo, por todos los medios, quiere impedir e interferir.
Pero es en esa batalla interior que cada uno está viviendo, así como hoy vive el mundo la batalla planetaria, en donde sus almas, corazones y vidas, se confirmarán y vencerán en el nombre del Amor, del Amor de su Señor, en el nombre de Jesús Cristo.
No desistan, no se dejen caer, fortalézcanse en Mi Presencia y en la Adoración Eucarística que Yo les ofrezco, porque podrán caer, así como Yo caí por ustedes, para salvarlos y redimirlos. Pero Mi Mano está aquí, extendida hacia ustedes, para cada corazón de este planeta, para que se puedan levantar y escuchar que Yo estoy aquí, y Yo escuchar de ustedes: “Jesús, confío en Ti”.
Yo no permitiré que les suceda nada malo, pero dependerá de ustedes, de cada uno de ustedes, que eso se pueda cumplir, porque Yo puedo interceder hasta un nivel de la Ley. Y la Ley la debo cumplir por toda la eternidad.
En esta lluvia de Gracia que hoy les traigo, y por medio de este mensaje que hoy les entrego, los invito a la persistencia, a la fe y a la renovación, porque por medio de este encuentro vengo a renovar sus almas, a fortalecer sus compromisos, para que simplemente vivan la Voluntad del Creador.
De una forma muy íntima y espiritual ofreceremos esta Comunión y revivirán Conmigo, en esta Cuaresma, la Pasión dolorosa de su Señor, de la misma forma en que hoy son ofrecidas sus almas a los poderosos Altares de Dios, por aquellos que no se ofrecen, que no se entregan y que no se dejan amar.
La finalidad de todo esto es que se curen interiormente y que sientan la alegría de siempre encontrarse Conmigo, después de tantas pruebas y caídas, pero fortalecidos por la fe, por la Comunión con Mi Cuerpo y con Mi Sangre, por la Adoración, por la confesión interior y por la Gracia que hoy se derrama sobre el mundo entero.
Es así que estamos preparados para realizar este ofrecimiento en los Altares de Dios, porque he escuchado atentamente a cada una de sus almas y consciencias, en confesión espiritual e interior.
Que la dolorosa Pasión de su Señor, en este momento de ofrecimiento, justifique los errores del mundo y de las almas que avergonzaron Mi Espíritu.
Yo les confío Mi Vida, así como ustedes confían sus vidas a Mí, para que estemos en matrimonio espiritual, perpetuo y eterno, hasta que se cumpla la Divina Voluntad. Y hoy coloco a sus almas, corazones y vidas, ante el escenario de la Última Cena.
Y rodeado por los ángeles, en eterna súplica, recordamos ese sagrado momento, cuando después de haber ungido a los apóstoles, de haberlos purificado con el Agua de Vida, los reuní como hoy los reúno a ustedes, y a todos los que escuchan en cualquier parte del planeta, para decirles que sigan confiando en Mí y para hacerles recordar, en este momento, el mayor misterio de Amor de toda la Creación, por la humanidad.
Como hace más de dos mil años, hoy vuelvo a tomar el pan entre Mis Manos, y lo ofrezco al Padre en reparación y justificación por todos los errores cometidos, para que sea transubstanciado en el Divino Cuerpo de Cristo. Y, así, se los ofrezco a ustedes diciéndoles: “Tomen y coman, porque este es Mi Cuerpo, que fue entregado y es entregado por los infieles, para la remisión de los pecados”.
Te alabamos Señor y Te bendecimos (se repite 3 veces).
Amén.
De la misma forma, elevo el Cáliz de la redención y lo ofrezco al Padre por cada uno de ustedes y por el mundo entero. Y este vino es transubstanciado para el perdón de los pecados. Así Yo se los ofrezco diciéndoles: “Tomen y beban, este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la Nueva Alianza, que es derramada hasta los tiempos de hoy por su Señor, para el perdón de los pecados. Hagan esto en memoria Mía”.
Te alabamos Señor y Te bendecimos (se repite 3 veces).
Amén.
Unidos en este momento al misterio de Amor de Jesús y por todos los méritos que Él alcanzó hasta después de Su Ascensión, unidos a Su Presencia eterna y sublime, con la fuerza de todo nuestro corazón y alma, por la humanidad, el planeta y todos los Reinos de la Naturaleza que padecen y sufren en este tiempo, recemos juntos el Padre Nuestro en ofrecimiento para consumar esta consagración del Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Padre Nuestro (en portugués).
Y ahora Nuestro Señor pidió hacer un Padre Nuestro en inglés.
Padre Nuestro (en inglés).
Anunciamos la Paz de Cristo en la Tierra.
La oferta que fue realizada, por cada uno de ustedes, fue aceptada por el Creador. Quiero que lo sepan y que lo recuerden para que, cuando lo necesiten, realicen el mismo ejercicio, como hoy lo hicieron ante Mi Presencia, en simplicidad y amor.
Es así como la Tierra se redimirá y se transformará.
Y antes de dejar este mundo, quería terminar este encuentro con ustedes diciéndoles que he sentido en Mi Corazón el deseo ardiente de las almas buenas y caritativas, devotas y adoradoras, de que esté presente durante la Sagrada Semana.
Es por esa razón que, con la autoridad que Mi Padre Me concedió, estaré con ustedes dos veces, en abril y en agosto, siendo que ahora en abril estaremos juntos por este medio, como en este momento. Y en agosto, bajo la Gracia de Dios y de todas sus oraciones, todos estaremos reunidos aquí para celebrar la última Sagrada Semana.
Es así, compañeros, que del 5 al 12 de abril nos encontraremos aquí en oración y ustedes, desde sus casas, también orando por el mundo y por esta situación planetaria. Y Yo les prometo entregarles Mis Palabras para que aprendan, en este momento, a pesar de la distancia, a comulgar Conmigo espiritualmente, porque llegará ese momento, y la Comunión espiritual es tan válida como el Sacramento de la Eucaristía.
Pero si ustedes desde sus casas, durante esos días de abril, están unidos a Mí como en este momento, Yo también estaré allí con cada uno de ustedes, con sus familias, con sus grupos de oración, en cada una de sus naciones, compartiendo la Pasión de su Señor y renovando nuevamente cada uno de sus votos, para que, de esa forma, durante el mes de agosto, nos volvamos a encontrar y celebremos la consagración de sus vidas a Mi Sagrado Corazón.
¿Aceptan este llamado?
¡Sí!
Lo he escuchado del otro lado del mundo.
Pero esta vez, Yo no necesito grandes escenarios. Necesito algo como hoy, simple, para que sus almas se puedan sumergir en el océano de Mi Misericordia durante los días de abril.
Del 5 al 12 de abril nos encontraremos y Me encontraré con cada alma y con cada orante, a través de este medio de comunicación y de esta misma forma, para que oremos juntos por la importantísima Misericordia que necesita la humanidad para aprender a superar sus pruebas y dificultades, las pruebas que se avecinan.
Antes de irme quiero agradecer, en este momento, el trabajo de Adoración que está siendo ofrecido por todos los adoradores y por los adoradores aún no consagrados, que tendré la alegría de consagrar en el mes de agosto, en el que estarán más fortalecidos para vivir esa tarea silenciosa Conmigo, en la búsqueda incesante de traer la paz y la armonía a la humanidad.
Agradezco todas las adoraciones que son ofrecidas e invito a los que no han profundizado en la Adoración Eucarística a que lo hagan. Beban de Mi Presencia silenciosa y el enemigo no los encontrará.
Los bendigo a todos, a todos los presentes, a todos los que escuchan, porque he sentido en esta noche la verdadera presencia interna de las almas que aún luchan por su transformación y rendición.
Que la Luz de la Gracia los colme y los bendiga.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
He pedido, para terminar, una música que deleita Mi Corazón, que trae sosiego a Mi Alma y que Me motiva, a pesar de todo lo que veo, a retornar aquí, desde donde puedo dar al mundo Mi mensaje.
La canción se llama “Eso que soy, eso Te doy”.
Les agradezco.
Aquel que es Mi rival nunca conseguirá separar a Mis rebaños, por más que los agite o los perturbe. La Fe de Mi Corazón vencerá, porque es una Fe verdadera que proviene del Corazón de Mi Padre, se proyecta en Mi Corazón y Yo la proyecto sobre los Míos.
Esa poderosa Fe de Mi Corazón siempre será invencible y esa Fe, Yo los invito a testimoniar en sus vidas, en sus caminos, en su convivencia, en su hermandad.
Es la Fe de Mi Corazón la que triunfará en el mundo, por medio de la llama poderosa de Mi Amor y de todos los que Me aman en el mundo, incondicionalmente.
Yo vengo a transformar su amor en el nombre de Mi Amor Superior, para que puedan vivir algún día el Amor Crístico.
He aquí el Señor de la Divina Misericordia ante ustedes, Aquel que le anunció a Faustina la salvación del mundo, para que contemplase Su Divina Imagen a los Pies de Nuestro Señor.
He aquí los Rayos de la Piedad y la Gracia, que hoy son derramados sobre el mundo para generar expiación en las almas y justificación verdadera ante todos los errores cometidos.
He aquí el Señor de la Divina Misericordia de las Naciones, Aquel que no tiene fronteras, ni divisiones, raza, color o sociedad.
He aquí el Señor de la Vida, que penetra con Su Poder Divino a todas las almas, que proviene de la décima segunda dimensión celestial y desciende a la Tierra, a esta tercera dimensión, para generar el gran despertar.
He aquí el Vencedor de la Muerte, Aquel que resucitó por ustedes, para que ustedes pudieran resucitar en espíritu.
Soy el Señor de la Misericordia y el Señor de la Paz. En donde Yo estoy presente no hay mal que abunde o circunde, porque la victoria de Mi Corazón se realiza en los que se abren para reconocerme en su interior.
He aquí a la Segunda Persona de Dios manifestada ante ustedes, el Hijo Primogénito, el Unigénito, el Redentor, vuestro Salvador.
He aquí Quien sustenta la Espada de la Justicia, para que no sea enterrada en el planeta y los cataclismos devengan.
He aquí el Señor de la Justicia, de la Igualdad, de la cooperación y del entendimiento.
He aquí Aquel que expurga los males del mundo y vence los infiernos con Su Amor, con la Luz poderosa de Su Corazón.
He aquí Aquel que transmuta al mundo, Quien lo transmutó y lo transmutará, Aquel que sublima las leyes y unifica las dimensiones en los corazones que se abren a ese sagrado conocimiento.
He aquí la llama poderosa de Mi Corazón, que se revela a los humildes y se muestra a los simples para concebir en ellos la Gloria de Dios, la Gracia del Padre y la Sabiduría del Espíritu Santo.
He aquí Aquel que rompe las cadenas del mal, que disuelve la inercia humana y despierta la consciencia de los seres humanos hacia la verdadera verdad espiritual que emerge del corazón del Universo para todo este sistema solar.
He aquí Aquel que gobierna después del Padre y está sentado a la derecha del Todopoderoso.
He aquí el humilde Siervo de Dios, que murió, sufrió y padeció por ustedes, para que conocieran la dimensión de Mi Amor Superior.
He aquí Quien abre las puertas del Cielo para que todos puedan entrar a la Casa de Dios. Aunque permanezcan en la Tierra y todavía no estén en el Cielo, pueden ingresar a través de Mi Corazón al Reino de Dios, a Su dimensión sublime.
He aquí el Señor de la Verdad y de la Vida, del Camino y de la Bondad, Quien decide junto a los Arcángeles la continuidad de esta raza y del Universo en el cual ustedes hoy se encuentran.
He aquí el Señor de la Vía Láctea y de todo el Universo local.
He aquí al Señor de las galaxias, Quien contempla con amor hasta la más mínima partícula creada, porque todo es parte de Dios, de Su Corazón, de la bondad de Su Amor y la pureza de Su Espíritu.
He aquí Quien juzgará al ángel caído por medio de la Redención, Quien detendrá los tiempos para que exista un solo tiempo, Quien concederá al mundo los mil años de paz.
He aquí el Cordero resucitado, que liberará a las almas del sufrimiento; que le devolverá al mundo la esperanza a fin de que todos conozcan la felicidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
He aquí el Siervo de la Humildad que renovará la Iglesia cuando retorne a la Tierra por segunda vez y que destituirá a los opresores, para que la buena nueva del Reino de Dios se cumpla en los que han sido fieles e incondicionales a Mi Corazón.
He aquí Quien lleva el Cetro de Dios en Su Mano y la gran Estrella de la Confraternidad que une a todas la criaturas del Universo bajo la misma condición, que es la condición superior del Espíritu de la Fuente de la Creación, desde donde todos provienen, desde donde todos surgieron alguna vez como chispas de esta experiencia universal, que deberá ser recreada por su sacrificio y redención para que triunfen el amor, la verdad y la unidad en los corazones de la Tierra y en todos los que existen en el Universo.
He aquí el Señor de todas las humanidades, Aquel que conoce profundamente el Proyecto de Dios, después de haber encarnado como hombre y como Consciencia Divina en la Tierra.
He aquí el Señor del Amor fraterno, que se donó por ustedes para corregir el Proyecto de Dios, para convertir este Proyecto en una dignidad divina ante los Ojos de nuestro Creador.
He aquí el Señor que los llama a corregir este Proyecto por medio de la transformación de sus vidas, del amor al servicio, de la redención de sus corazones, de su camino de conversión.
He aquí el Amado Pastor que siempre les entregará Sus Dones, Quien les mostrará el camino y les indicará el sendero para fundirse al Creador.
Con todo esto, quiero que conozcan Mis Faces espirituales y el poder de la omnipresencia que el Padre Me ha concedido desde Mi Ascensión, para que Yo pudiera estar presente en todos los lugares y con todas las criaturas, no importando su condición, o su evolución.
Con Mi Misericordia vengo a renovar al mundo y a concederle a las almas las Gracias que necesitan para saber atravesar estos tiempos sin perder el camino hacia Mi Corazón.
Por medio de los Sacramentos vengo a darles la paz y la concepción del bien en sus vidas, para que este bien superior reverbere, no solo en sus vidas, sino también en el mundo, que necesitará despertar a la cooperación y a la fraternidad.
Incienso.
Todo lo que es ofrecido de corazón tiene su premio en el Cielo y más aún, adquiere un poder inmenso cuando es ofrecido con humildad y simplicidad.
Que estos Sacramentos que hoy recibirán renueven sus vidas, a fin de que se establezca en ustedes el Reino de Dios.
Ayer lavaron sus pies, pero hoy lavarán sus cabezas, ungirán sus cuerpos, por el Amor que les concederá el Espíritu Santo.
Cada Sacramento es el símbolo profundo de la reparación de las almas, la oportunidad de disolver el sufrimiento interno y de generar la cura para los espíritus que más lo necesitan.
Hoy la Luz del Espíritu Santo se encenderá en sus consciencias para que sean bendecidos.
Hoy serán ungidos por el Cordero inmolado, para que Su preciosa y divina Sangre santifique sus vidas.
Que como el poder del agua que Me bautizó en el Río Jordán, hoy este poder se imparta y se registre en este elemento que es ofrecido a los Pies de su Creador para que más almas en el mundo testimonien la inmensidad del Universo de Mi Amor por todos los corazones, a fin de que la paz se establezca.
Llegó el momento de revivir el Sacrificio del Cordero.
Todos los que consigan, se arrodillen, para que este sacrificio, que hoy será ofrecido a Dios, pueda seguir siendo fuente de reparación y de misericordia para el mundo.
En cada nuevo sacrificio existe la emanación del Amor de Dios, que puede ser vivenciado y experimentado por los corazones que reciben los Sacramentos.
Sentado a la mesa, junto a Mis apóstoles, tomé el pan, di gracias a Dios por la entrega que iría a vivir por ustedes y en ese profundo sacrificio de amor, Su Espíritu sublime y divino lo bendijo. Y todos los ángeles del Cielo se postraron ante el sacrificio del Cordero y por la Sangre que sería derramada en reparación de los ultrajes, indiferencias y omisiones de todos los hombres de la Tierra, hasta el presente.
De esa forma Yo les dije a Mis apóstoles y hoy les digo a ustedes: coman todos de Él, porque este es Mi Cuerpo que es entregado por los hombres para el perdón de los pecados.
Que este sacrificio sea reconocido por el mundo entero y a lo largo de los tiempos.
Acabada la primera parte de la Cena, tomé el Cáliz, este sagrado terafín del Universo, que aún sigue reverberando a lo largo de los tiempos y de las generaciones. El Espíritu de Dios lo bendijo y el Santo Padre, el Todopoderoso Señor del Universo colocó Su Cabeza en el suelo, como señal de reparación de toda la humanidad y de todo el planeta. El Rayo de Su Corazón bendijo el sagrado vino, convirtiéndolo en Mi Sangre preciosa.
Y Yo les dije a los apóstoles y hoy les digo a ustedes: tomen y beban todos de Él, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, que será derramada por ustedes para el perdón de los pecados y la expiación de todas las consciencias.
Hagan esto en memoria mía.
Padre Nuestro...
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo
ten piedad de nosotros (x2)
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo
dadnos la paz.
Este es el Cordero de Dios, que se ha sacrificado por ustedes. Dichosos serán los que se sirvan de él, para que nadie más sea inmolado en este mundo y ningún otro ser derrame su sangre por la injusticia del mundo.
Yo siempre les daré Mi Paz para que aprendan a vivir en Mi Paz, sabiendo que la paz abre las puertas a la cura y a la redención de las almas.
Ante su Maestro y Señor sean testigos de esa Paz que proviene del Cielo y desciende a la Tierra para cicatrizar y disolver profundas heridas, grandes heridas espirituales en la humanidad.
Por medio de los Rayos de la Misericordia que hoy brotan de Mi Corazón, les concedo la paz para que aprendan a colocarse debajo de Mí, para que Mis Rayos de Luz y de Amor sigan siendo derramados en sus vidas y en la vida planetaria.
Que la Paz de Dios esté con ustedes y vayan en paz. Por medio de esta Paz Yo disuelvo sus pecados y sus ofensas, así como disuelvo las ofensas del mundo en esta hora tan importante, del recuerdo y de la memoria del Cordero de Dios y de Su Divino Sacrificio.
Yo los bendigo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Pueden darse el saludo de paz en Mi Nombre.
¡Les agradezco!
El silencio les abre la puerta para entrar en Mi Corazón y allí permanecer en regocijo y luz.
En estos tres últimos días, hemos recorrido gran parte de Shambhala y Yo les he mostrado, a sus internos, cuáles son los próximos pasos a seguir en este Plan, que debe cumplirse en el fin de los tiempos.
Hoy Mi Corazón se siente honrado por el resultado de su empeño y esfuerzo ante el Padre Celestial. Aún es necesario hacer más, porque la humanidad lo necesita, no solo en los encuentros de oración, en el servicio, sino también en la entrega, día a día.
Estoy con ustedes, acompañándolos, guiándolos; y ahora vayan, vayan de dos en dos como hicieron los misioneros para poder ayudar a las almas y aproximarlas a Mí, en unión con Dios.
Aún el mundo sufre y eso no podemos ocultarlo, es una realidad ante sus ojos, es la consecuencia de un error continuo que nunca termina por no haber un profundo cambio en la consciencia y en los corazones de todos los seres humanos. Pero el tiempo de Mi Justicia está llegando; por eso Yo los preparo, para que sean portadores de Mi Misericordia y la difundan todos los días, así como las almas lo necesitan en estos tiempos que están llegando.
En Shambhala, hemos vivido un retiro interno que debe quedar grabado en sus memorias; porque de allí partirán las nuevas cosas, se darán las nuevas obras y las almas se congregarán en torno a Mi Corazón Glorificado para servir al universo en este Proyecto de Redención.
Aún las puertas de la redención deberán estar abiertas para que más almas puedan ingresar; así como lo hicieron ustedes en estos últimos años, que han sido llamados a vivir el perdón y el amor en esta escuela del planeta.
Me regocijo cuando existen almas que se animan a seguirme de verdad y que no temen perder nada; porque en verdad, el universo siempre les da todo, más que a los otros.
Los tesoros que guarda Mi Corazón para ustedes son incalculables e infinitos.
Desearía que no solo amaran Mi Misericordia, sino también Mi Gracia que es el poder vivo de Mi Divinidad, que estuvo entre ustedes en el tiempo pasado para guiarlos hacia la redención y hacia el amor que no conocían y que habían olvidado.
Hoy, ante las puertas de Shambhala, ante los doce coros de ángeles que se congregan alrededor del Rey del Universo, ante la Presencia de Adonai y de la Santísima Virgen María; les vuelvo a recordar que nunca se olviden de amar, porque si aman como Yo los he amado, sabrán perdonar y no estarán en el pecado.
Mi Misión es que sean apóstoles en este tiempo de tinieblas y de pruebas constantes para todos los corazones. Pero les vuelvo a repetir este Mensaje de Amor porque muchas veces lo olvidan, y sus cosas superficiales emergen y los dejan ciegos, sin poder ver la importancia que tiene el Amor de Dios en estos tiempos.
A través de cada Maratón de oración, Yo les recuerdo la misma llave, hasta que un día la puedan unificar a sus vidas como parte de sus seres y deje de ser solamente un Mensaje para que lo vivan en la práctica de esta escuela de redención.
Los doce coros representan las doce misiones que aún deberán cumplirse en los cuatro puntos de la Tierra, a las cuales ustedes están siendo llamados a participar y a colaborar para que Mis semillas de Luz sean sembradas en los más olvidados y abandonados de este mundo.
Hay muchas almas en soledad. Hay muchos corazones que no reciben ni una gota de amor, ni siquiera de amor humano. Por eso, los preparo en estas misiones actuales, no solo a los que sirven, sino también a los que oran, para que puedan dar su gran paso evolutivo a través de un servicio humanitario, en el que el dolor del mundo es insoportable cuando se ve cara a cara.
Así, compañeros, Yo les enseño a hacer lo que Yo hice en el tiempo pasado: amar a los enemigos, triunfar a través del amor, donarse por amor a los otros y alcanzar la unión con Dios, la unión perfecta en esa comunión infinita con el Padre Celestial.
Hoy, les dejo a todos la Presencia de Mi Corazón Glorificado, con Sus doce Estrellas y Sus Rayos de Gracia. Que este símbolo los impulse a adorarme, para que adoren a Dios a través de Su Hijo amado. Que este símbolo represente a través de las Estrellas, la unión entre las naciones y la constitución del Amor eterno para todo el planeta, el Amor Crístico Redentor.
Que los Rayos sean las almas que emergen de Mi Corazón Glorificado, Rayos que se expanden por todos los espacios para iluminar los abismos oscuros de la consciencia y para elevar a los pecadores hacia el Reino de Dios, en donde deben alcanzar la Misericordia por medio de la colaboración con sus semejantes, con Sus servidores y pacificadores.
Que no se vayan de Aurora sin estas señales que Yo les dejo en sus corazones, porque les servirán de ayuda en el momento en el que deberán dar el salto a la evolución, así como los misioneros de Medio Oriente lo han dado y se lo han demostrado a Dios.
Reconozco, como su Señor, la ofrenda que están haciendo a través de las oraciones diarias en los grupos de oración. Eso hace vitalizar el Plan, lo hace vivo en cada uno de ustedes y, amorosamente, se sienten partícipes de esta Obra de Redención y de Paz que será cumplida por medio del esfuerzo y de la entrega de todos Mis compañeros.
Por esta jornada de oración sucedida, han ingresado a Shambhala Conmigo y sus almas han reconocido la importancia de amar el Plan de Dios y de traerlo hacia la Tierra a través de las buenas obras para que él se pueda cumplir, así como Mi Padre lo espera desde el principio.
Ustedes son un rebaño muy característico que puede despertar a otros rebaños al servicio, a la oración, a la confraternidad; algo que espero cumplir, a través de ustedes, todo el tiempo y todos los días de la vida hasta el fin de los tiempos, hasta que Yo retorne para presenciar el Juicio de la
Tierra, junto con todos los coros celestiales que dictarán sus proclamaciones de cómo han sido los últimos dos mil años de esta humanidad. En ese momento, ya no habrá más tiempo.
Por eso, vengo en esta hora para motivarlos a la entrega mayor y para que no pierdan de vista el Propósito que brilla frente a sus ojos como un gran sol para iluminar los caminos de todos los servidores.
Hoy, abrazo a aquellos que Me han abierto su corazón y los guardo debajo de Mi Manto para unificarlos con Dios y con Mi Corazón misericordioso.
Pues la oferta que Yo les hago es para todos, pues todos tienen la oportunidad de vivir en el nombre del Amor que proviene del universo para todas las galaxias.
Hoy, les muestro, compañeros, cómo agradar al Corazón de Dios; que está muy olvidado por el mundo, por la guerra y la separación.
Que Dios siempre los escuche, para que Sus Obras se realicen en los corazones simples que en verdad quieran cambiar por el bien de la humanidad y de la Nueva Tierra prometida.
Siempre recen Conmigo para fortalecerse; la oración es el diálogo entre Nuestros Corazones y es por donde puede fluir Mi Gracia hacia sus espíritus.
A pesar de las caídas, Yo los contemplo, porque Mi Amor es más grande que sus pecados o que sus incertidumbres. Aún ustedes no conocen Mi Amor, pero Yo sí les muestro una parte de Mi Amor que es el Amor de Dios, el Amor vivo y sabio que comprende y ayuda a las almas, que las acerca a la Fuente del Amor para renacer todos los días, y para que así cada alma cumpla con su misión que ha venido a cumplir en este tiempo.
Hoy, haré una nueva oración por ustedes y les pido que ahora se unan a Emmanuel. Esta oración, compañeros, Yo la recité a Mis apóstoles en la Última Cena, antes de que Judas Me entregara. Yo la llamo "Oración del Propósito", porque es el Propósito para esta humanidad desde el principio de los pueblos del desierto, de Abraham, de Moisés y de los profetas.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más