APARICIÓN DE LA VIRGEN MARÍA EN LA SALETTE, FRANCIA, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oh, Mis amados hijos, una vez más he llegado a La Salette, en lo alto de estas sagradas montañas, para revelarle al mundo el Gobierno Espiritual de Dios, hoy representado a través del Cetro que traigo en Mi mano, este Gobierno que Él le está concediendo a la Madre del Mundo para que todos los hijos de Dios, es decir todas Sus criaturas, puedan encontrar finalmente el camino hacia la redención.

Lo que hace mucho tiempo pasó aquí, en La Salette, fue muy importante. Su Madre Celeste vino llorando a revelarles a los pequeños videntes las importantes profecías que, como advertencias, venían a corregir a la humanidad.

Desde aquel tiempo hasta el presente, en este mismo momento en el que la Madre de Dios, la Virgen de La Salette, vuelve a aparecer después de tanto tiempo sobre estas montañas, ¿qué fue lo que realmente sucedió?, ¿la Palabra de la Madre del Mundo fue escuchada o solo fue reconocida?

Este es el tiempo de aprender a percibir y a reconocer lo que la Divinidad les ha entregado a través de los tiempos. Por eso, les traigo el Gobierno Espiritual de Dios a través de Su Cetro, Su Gobierno concedido a la Madre del Mundo para que, en este momento definitivo, la consciencia de la humanidad pueda vivir el cambio que necesita.

Por esa razón, Yo he venido aquí, no solo para volver a decirle al mundo que, sobre estas sagradas montañas, hace mucho tiempo, la Virgen de La Salette, apareciendo a dos pequeños pastores, trajo un Mensaje revelador y apocalíptico que vendría a cumplirse hasta el presente.

Con esto, quiero decirles, Mis hijos, que todo lo que ha sucedido, desde el momento de Mi Aparición en La Salette, se ha cumplido tal cual lo he dicho y, aunque la Iglesia no le ha dado la seriedad necesaria, desde aquel tiempo Mis ojos lloran por todo lo que ha sucedido.

Cuando ahora, entro en el silencio de Mi Corazón es para que, a través de Mi Presencia, ustedes puedan reflexionar sobre cada Mensaje de la Jerarquía, porque aún resta un poco de tiempo para evitar acontecimientos muy duros para la humanidad.

En este lugar de La Salette, aparentemente olvidado en lo alto de los Alpes Franceses, en donde ustedes hoy se encuentran, la Madre de la Divina Profecía vino aquí para que, a través de dos pastores, fuera transmitido el Mensaje del Apocalipsis del fin de los tiempos con la finalidad de que, siendo más conscientes y atentos a Mis Palabras, desde aquel tiempo hasta ahora, muchas almas no fueran sumergidas por el anticristo, sino que fueran la preparación a través de su entrega y consagración para el gran momento del Retorno de Mi Hijo que está cerca.

En aquel tiempo de La Salette, cuando Yo Me aparecí a los dos pastores, a pesar de que Mis Mensajes eran fuertes y contundentes, que invito a repasar y estudiar, no tenían ningún otro motivo ni finalidad que despertar a la consciencia humana, en aquel tiempo una consciencia robusta y cristalizada.

Este Rayo de la gobernancia espiritual, que hoy les traigo, es el mismo que utilicé hace tanto tiempo atrás aquí, en La Salette. Pero este Rayo de gobernancia viene con un movimiento más contundente, con un propósito más determinante para que la consciencia humana salga de la cristalización e ilusión para que no pierda el camino hacia Dios.

Yo quisiera que, algún día, así como los pequeños niños pastores de La Salette, ustedes pudieran ver, con Mis propios ojos, lo que la Dolorosa Madre de La Salette vio en aquel tiempo y todo lo que sucedería hasta los tiempos de hoy.

La profecía que llega del Cielo o del universo, a través de la Palabra de la Jerarquía Divina, no es un castigo ni tampoco es para generar miedo, es para colocar a sus consciencias en el nivel en donde deben estar en este momento, en donde Dios los necesita para que se pueda cumplir Su Plan.

Mientras estoy aquí con ustedes, en este mismo momento, Mi Corazón Maternal vuelve a contemplar y a sentir lo que sintió durante las Apariciones de La Salette. Pero ahora, la gravedad que vive el mundo es más amplia, el sufrimiento que vive la humanidad es más doloroso que en aquel tiempo de las Apariciones de La Salette. 

Ahora que ustedes, en este presente y en este mismo momento, ante la Madre de Dios, son la continuación de esa historia de las Apariciones de La Salette a través de otros videntes, vengo a traerles un Mensaje más amplio y maduro para que sus corazones puedan crecer en la definición y en el amor, en la seriedad y en la responsabilidad que en este momento cada uno de ustedes debe vivir para llevar adelante el Plan del Retorno de Mi Hijo. 

Por eso, hoy deposito estas Palabras en este lugar, así como lo hice hace un tiempo atrás con los pastores de La Salette, para que más consciencias y más corazones despierten al Mensaje de revelación de estos tiempos, para que más acontecimientos sean evitados y las almas encuentren la paz.

Ahora, sepan que en este lugar y en otros lugares en donde he aparecido como Fátima, Lourdes o Garabandal, existe un lugar sagrado debajo de sus pies y dentro de estas montañas, y sus consciencias a través de un espíritu de verdadera oración y sintonía pueden contactar esos espacios sagrados, en donde muchas Jerarquías se encuentran para servir a la humanidad.

Que el silencio y la paz, que pueden encontrar en los Centros Marianos o en los Santuarios de Oración, sean el puente para que sus consciencias superiores ingresen en esos espacios de cura y de redención a fin de que la consciencia humana sea transformada, redimida y trascendida, a fin de que reciban una vez más las Gracias de las Leyes de Dios, que permitirán gestar la Nueva Tierra y despertar a una Nueva Humanidad.

Hoy, de forma especial, no solo estoy aquí en La Salette, sino también estoy presente en omnipresencia en Fátima, Lourdes y Garabandal, como en los Centros Marianos que han sido fundados por Nuestros Sagrados Corazones. 

Porque será la Luz de los Centros Marianos y la participación de las almas en los Centros Marianos que harán emerger hacia la superficie los Tesoros de la Jerarquía; así como ustedes, que hoy están aquí presentes en la Salette, recibieron una parte de estos Tesoros Sagrados, que es algo incalculable y desconocido para sus consciencias. 

Pero, cuando hay un corazón verdaderamente conectado y unido a Dios, no solo puede recibir las Gracias que he depositado en cada lugar donde aparecí, sino también puede recibir los impulsos que vienen de los Centros Internos del planeta.

Agradezcan sinceramente por esta oportunidad de estar aquí en nombre de todos; porque en verdad les digo que muchas almas en el mundo entero, hoy, se están sirviendo de este momento en los planos internos, de la Presencia de la Madre de La Salette, de la Madre de la Divina Profecía, para que más corazones y consciencias despierten a la Verdad, una Verdad que está adormecida por las ilusiones del mundo y que hoy despierta por la presencia de los Centros de Amor.

Quiero que ahora recen por Francia, para que todo lo que ha hecho, desde la conquista de otras naciones y pueblos, pueda ser curado; y los Centros Sagrados proporcionen la cura y la redención que las consciencias necesitan, una redención no solo necesaria en la Tierra, sino también en el universo, en toda la constitución de los seres presentes en la superficie de la Tierra.

Recen juntos con la Madre de Dios:
 

Ave María (en francés, 4 veces).

 

Mi Corazón hoy les entrega la Paz, esa Paz que nos dio Cristo durante Su Resurrección y Reaparecimiento a los apóstoles en el Sagrado Cenáculo, una Paz universal y divina que despertó, en Mis hijos, apóstoles y misioneros, la Sagrada Llama del Espíritu Santo.

Que los Dones del Espíritu Santo los inspiren, todos los días, a encontrar soluciones duraderas, caminos de reconciliación y de amor, de fraternidad y de caridad para que este mundo ya no sea más egoísta, indiferente y frío a las grandes necesidades de las almas.

Que esta Paz los impulse al gran cambio de la consciencia, para que se cumpla el Plan de Dios.

Les agradezco por haber llegado hasta aquí con tanto esfuerzo y esmero. Y agradezco por aquellos que fueron más conscientes en colaborar para que este momento fuera posible, ni se imaginan cuánto les agradezco.   

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.