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No hay nadie más como Yo que pueda sentir, ver y comprender lo que significa perder a un apóstol, a un guerrero o a un amigo.
Por esa razón, soporté en Mis espaldas el pesado madero de la Cruz, para que todos Mis amigos, que eran pocos, pudieran recibir una oportunidad.
Más allá de los martirios, de las transmutaciones, o incluso de las humillaciones y sufrimientos padecidos por su Señor, nada de eso se asemeja a la angustia que Yo sentí en la Cruz cuando Mis compañeros Me abandonaron. Nadie lo podría explicar o comparar.
De esa misma forma Yo siento la pérdida o el abandono de todos los que Yo he llamado a Mi camino y que por alguna circunstancia deciden alejarse de Mí.
Llevo en Mi Corazón a todas esas almas más allá del dolor que es causado y que su Maestro vive en silencio todo el tiempo.
¿Todo esto podría ser mejor?
Sí, podría ser, y tener maravillosos resultados, pero la carne del hombre es débil. Eso lo sé porque encarné en este mundo para poder comprender y abarcar la condición humana.
En estos momentos en los que una forma de vacío se muestra y se hace sentir en Mi Corazón por la pérdida de algunos de Mis queridos amigos, es cuando en soledad dirijo Mi mirada al Cielo para orarle al Padre Celestial, y en esa íntima conversación le pido por cada uno de ustedes, para que se cumpla Su Voluntad así como Él la cumplió Conmigo.
Mi enemigo está llevándose a los que más quiero a Mi lado. Pero eso solo sucede por libre elección. Hasta allí solo puedo observar los acontecimientos.
Llevo en Mi Corazón a todos Mis amigos, a los que hoy están Conmigo y también a los que hoy ya no lo están.
¡Les agradezco por guardar Mis Palabras en el Corazón!
Los bendice,
Su Maestro y Señor, Cristo Jesús
Aún hay dolores internos que siento, aun habiendo vivido la Pasión. Esos dolores internos provienen de las visiones que Mi Padre Me reveló en el Huerto Getsemaní y que aún nadie consiguió aliviar.
Esos dolores son consecuencia de las acciones que muchos de los Míos cometen y, sin darse cuenta, creen absolutamente que todo está bien.
Hablo directamente de los que tienen un compromiso de consagración más profundo que los demás. Esas almas son las que a veces colocan en riesgo Mis Proyectos.
Pero como conozco la condición humana, sé lo que significa en ciertos momentos, la imposibilidad de vivir la transformación.
Nadie puede transformarse ni redimirse si quiere mantenerse bajo la misma condición y situación en la que se encuentra la humanidad.
La transformación de los aspectos del ser debe ser límpida, y esos aspectos no pueden gobernar por encima del alma y menos del propio espíritu del discípulo.
Por eso, la apertura de corazón es un camino más corto para evitar sufrimientos y grandes resistencias.
Este es el tiempo de darlo todo por Mí, para que la humanidad y todo lo que vive sobre la superficie de la Tierra, aunque no lo merezca, reciba una oportunidad, así como ustedes fueron llamados por Mí.
Con una actitud más pacífica y humilde, conseguirán transformar sus vidas y serán ejemplo perfecto de Mi Presencia.
Erguirán Mi Iglesia espiritual de las ruinas en las que fue convertida por los que ensuciaron sus manos en el pecado, y podrán abrazar Mi Cruz compartiendo Mis alegrías y Mis sufrimientos como si fueran parte de ustedes.
¿Qué más esperan? ¿Acaso Yo no Soy el Camino, la Verdad y la Vida?
¡Les agradezco por su solidaridad interior!
Los bendice,
Su Maestro y Señor, Cristo Jesús
Mi Corazón está colmado de dádivas y de tesoros para las almas; solo que, hasta los días de hoy, pocas almas aceptan completamente Mis tesoros.
Por eso, muchas veces espero que ese interés espiritual y verdadero pueda despertar en los corazones consagrados a Mí.
Muchas veces veo, silenciosamente, cómo las almas prefieren, por elección propia, permanecer atentas a algo aparentemente más bonito e interesante que Yo.
Reconozco el peso de la condición humana y de las tentaciones, de cómo ellas actúan en las criaturas que aún no entregaron, de verdad, su vida a Dios.
Por esa razón, ciertos procesos de cristificación son tardíos o directamente no acontecen porque las almas insisten en experimentar escuelas que ya no corresponden al grado de su aprendizaje.
En este sentido, Mi Consciencia no les está hablando de no amar al semejante, sino que les habla de no comprometer la vida y la evolución del prójimo con sus deseos y sentimientos terrestres.
A Mis apóstoles consagrados, Yo les prometí decirles siempre la verdad, ya que la energía necesaria para cumplir Mis Obras no se puede desperdiciar.
Es tiempo de concentrarse, de alinearse y de saber cómo cumplir mejor el Proyecto de su Maestro y Señor en la Tierra.
¡Les agradezco por guardar Mis Palabras en el corazón!
Los bendice,
Vuestro Maestro, Cristo Jesús
La Pasión de Jesús significó y representó para la humanidad muchos acontecimientos. Algunos de esos hechos fueron conocidos, pero otros aún son desconocidos.
Muchas realidades y situaciones se dieron, ampliamente, en otros planos de consciencia, algo que iba más allá de lo material y también de lo espiritual.
La Pasión del Señor fue el verídico testimonio de que Él, por encima de todo, había encarnado para cumplir con esa misión y que no habría nada que pudiera modificar o alterar ese acontecimiento.
Cuando Jesús se encontraba en el Huerto Getsemaní, había llegado la hora y el momento de que, como hombre encarnado, Él le entregara esa condición humana al Padre para que, por Su intermedio, ese sacrificio fuera transformado para el bien de la humanidad, aunque la propia humanidad no fuera merecedora de esa Gracia.
El Padre, a través de Su Hijo, sabía que si esa entrega y ese sacrificio no sucedían, la propia raza humana se autodestruiría.
La razón fundamental de Cristo, durante Sus treinta y tres años de vida, era poder vivir y cumplir, más allá de Él mismo, la Voluntad Divina.
Jesús fue un hombre nacido con Dones evidentes de Dios, pero Él tuvo que conocer, como todo ser humano, la condición humana; pasó por tentaciones y pruebas para que de Su Espíritu emanara, todo el tiempo, la razón de Su existir.
Esa adhesión inmediata de Jesús a la Voluntad de Su Padre permitió que no pereciera.
Recordemos que Jesús llegó en un momento de la humanidad en el que la perversión y el abuso del poder eran los abismos por los cuales la humanidad se estaba condenando.
Jesús mantuvo el ímpetu de Su Amor por el Padre. Creía, por encima de todo, en la realización de esa Divina Voluntad, así como estaba escrito.
Su Propósito era alcanzar la meta que el Padre le había entregado, a pesar de las diversas dificultades que el Maestro podría enfrentar.
Su confianza en la manifestación de ese Plan y, sobre todo, Su Amor por él, lo hacía un Ser espiritualmente libre, capaz de vencer la dualidad y la adversidad que los seres humanos habían creado.
Amar esa Voluntad fue el principal objetivo espiritual de la Vida de Jesús.
Él sabía que nada ni nadie podrían cambiar el destino que el Padre le había mostrado para Su Misión en la Tierra.
Era una necesidad imperiosa del Maestro, la vivencia de esa Voluntad, aunque a veces, a pesar del desarrollo sensorial y místico de Su Consciencia, no sabía hasta dónde esa Voluntad lo llevaría dentro de Su Misión personal y global.
Hubo llaves inextinguibles que protegieron y ampararon la realización de toda la obra, tanto en la Vida de Jesús como en las almas, que fueron la humildad y la entrega abnegada de Su Ser. En esa escuela no podía prevalecer ninguna veta de soberbia ni ninguna señal de egoísmo.
La comunión que Jesús vivía constantemente con lo Alto, lo hacía verdaderamente libre y, más allá de Él, las Leyes de la Misericordia y de la Gracia universales podían actuar y realizar milagros.
Lo fundamental en la Vida de Jesús fue el Amor que Él trajo como Hijo de Dios y la enseñanza que Su Consciencia dejó de que el amor sincero y verdadero sería capaz de transformar y de sublimar la corrupción humana.
¡Les agradezco por imitar la Voluntad y el Amor del Señor!
Los bendice,
Vuestro Maestro, Cristo Jesús
Tercera Serie de Poemas
Primer poema de un alma al Sagrado y Bendito Corazón de Jesús
Jesús,
¿qué haré con tantas
Gracias en mi consciencia?
Te pido, amado Señor,
hazme digno de recibirlas,
una a una.
Haz mi corazón pequeño y humilde
para que tenga la dicha
de conocer Tus Prodigios.
Tú sabes, querido Jesús,
que no soy merecedor
de tantas misericordias.
Ayúdame a profundizar en el amor
así como Tú lo hiciste
en cada paso del Calvario.
¿Cómo poder amar, Señor,
lo que sería imperdonable?
Arranca de mi ser
todo el orgullo y toda la soberbia.
Que en cada momento,
querido Maestro,
yo pueda sostenerme en Ti
para que tenga la suficiente valentía,
como para poder traspasar
mis propios sentimientos,
mis más duras resistencias
y todos los obstáculos
que me separan de Ti
y de Tu Verdad.
Que pueda humillarme
cuantas veces sea necesario
para que en la resignación
de mi persona,
amado Señor,
yo pueda transformar
la condición humana
que siempre me ha condenado
y castigado.
Sagrado Libertador de la vida,
¡Bienaventurado Jesús!,
hazme nada en todo momento
y sométeme a Tu inalterable Voluntad,
para que cualquier vestigio
de poder personal se desvanezca
de mi consciencia y así pueda vivir
Tu grandiosa Voluntad.
Amén.
¡Les agradezco por guardar las palabras de esta alma en sus corazones!
Los bendice,
Vuestro Maestro, Cristo Jesús
Segunda Serie de Poemas
Tercer poema de un alma al Sagrado y Bendito Corazón de Jesús
Lo afirmo, Señor:
sé que Tú lo puedes todo en mí,
aunque a veces pueda hacerme caer
la indiferencia o la arrogancia.
Sé que Tú, Señor, lo puedes todo,
y algún día romperás
con Tus propias Manos
esta dura piedra de la condición humana,
y en ese día Tu Gloria, Señor,
me liberará de todo mal.
Mientras tanto, Señor,
Tú que conoces nuestras
más profundas miserias y errores,
te pido, Amado mío,
hazme partícipe de Tu Gracia eterna
a fin de que yo pueda renacer
por la intercesión de Tu Sagrado Corazón.
No dejes de mostrarme la verdad, Jesús.
Por más que me duela, no será semejante
al dolor de los clavos que Tú soportaste
en Tus purísimas Manos.
Hazme pequeño
entre los más pequeños,
hazme invisible, Señor,
para que mi arrogancia
y mi soberbia desaparezcan.
Escóndeme, Señor,
dentro de Tus luminosas Llagas
y redime, por dentro y por fuera,
todo este imperfecto ser.
Porque sé, Jesús mío,
que algún día triunfarás
y me colocarás con toda autoridad
donde más me necesites.
Ha llegado la hora, Señor,
de que ya no sea más yo el que viva,
desee, aspire o espere,
sino, querido Jesús,
ha llegado el momento
de que Tú seas en mí.
Déjame, Señor,
morir por dentro,
así como Tu humilde Madre
murió Contigo en cada momento
a los pies de la Cruz.
Revélame, Señor,
el valor incalculable de Tu Amor
para que, despojado de todo,
siempre te diga “sí”.
Amén.
¡Les agradezco por guardar las palabras de esta alma en sus corazones!
Los bendice,
Vuestro Maestro, Cristo Jesús
Segunda Serie de Poemas
Primer poema de un alma al Sagrado y Bendito Corazón de Jesús
¡Oh, Jesús!,
a veces es difícil permanecer
aquí, en este mundo,
entre tantas pruebas y tentaciones.
A veces, Señor,
siento que no conseguiré alcanzarte
porque mis propias miserias
me hacen hundir repentinamente.
De todo eso, sálvame Señor.
No quiero ofender a Tu Corazón
con todo aquello que a veces
parece tener vida propia dentro de mí.
Sumérgeme, Señor,
en el océano de Tu Misericordia,
porque sé que así Tú me purificarás
de todos mis martirios y condenaciones,
cuantas veces sea necesario.
Haz desaparecer, querido Jesús,
ese verdugo que habita en mí,
que me juzga, que me amedrenta
y que me coloca en un lugar sin salida.
Ayúdame, Jesús,
a ser lo que Tú tanto esperas.
Que siempre pueda sentir
sed de Ti y de Tu Presencia
para que, algún día, todo mi ser
aprenda a desposarse Contigo.
Querido Jesús,
vacíame de mi condición humana,
limpia mi consciencia inferior de tantos defectos
y finalmente, Señor, coloca Tu Paz
en donde todavía no consigo tenerla.
Porque después de toda esta lucha interior
sé que Tú triunfarás y me harás digno
de poder estar cerca de Ti para siempre,
sirviéndote por toda la eternidad.
Amén.
¡Les agradezco por guardar las palabras de esta alma en sus corazones!
Los bendice,
Vuestro Maestro, Cristo Jesús
Primera Serie de Poemas
Cuarto poema de un alma al Sagrado y Bendito Corazón de Jesús
Ante todo, amado Jesús,
libérame de las cadenas y de las amarras de los deseos,
para que mi condición humana sea completamente purificada.
Que por medio de Tu Cuerpo y de Tu Sangre,
yo alcance la sublimación de las células y de toda la materia.
Que me vuelva tan cristalino entre Tus Manos
para que Tú, Señor mío,
puedas usar mi consciencia
como un sagrado espejo,
y todos los atributos de Tu Corazón
sean derramados en las almas de esta humanidad.
Que el Amor de Tu Corazón se dé a conocer al mundo
por intermedio del sacrificio de mi vida y de toda mi consciencia.
Para eso, Señor, fielmente hazme partícipe
de Tus Sagrados Sacramentos
para que en cada uno de ellos
encuentre el motivo de tornar mi vida
cada día más sagrada y elevada.
Retira de mi consciencia, querido Jesús,
esos aspectos inferiores que me dominan y que rigen mi vida,
porque solo espero y aguardo que Tu Divina Luz
se haga presente en los espacios y rincones más profundos de mi ser,
a fin de que me reveles la verdadera realidad de la consciencia
y, en constante ofrenda, yo pueda transformarlo todo.
Hazme semejante a los apóstoles,
en consagración y en entrega.
Déjame, Señor, que te pueda demostrar
hasta en los pequeños detalles,
cómo es que te amo y cuánto te amo
a través de mis hermanos.
Que todo esto no sea el medio ni la forma
para vanagloriar mi consciencia
y menos aún para hacerla lucir ante los demás.
Vacíame de mí completamente, Divino Jesús,
que en todo pueda servirte.
Pero concédeme la Gracia de un servicio anónimo y silencioso
para que los demás corazones Te puedan encontrar antes que yo
y que yo solo sea el modelo según Tus Principios y Designios.
Bendecido Jesús,
convierte todo aquello que no consigo transformar
y guíame hasta que pueda caminar a Tu lado
con total confianza y entrega.
Amén.
¡Les agradezco por guardar las palabras de esta alma en sus corazones!
Los bendice,
Vuestro Maestro, Cristo Jesús
Por donde vayas lleva, contigo y en tu corazón, el océano insondable de Mi Misericordia; derrámalo por donde camines; impártelo por donde el Padre te haga caminar y orar.
Tengo sed de las almas más distraídas, porque a ellas aún no llega el poder de Mi Amor transformador.
Debes llevar Mi Insondable Misericordia hacia donde vayas, porque, así, por algún medio interior encontraré un lugar en donde poder sembrar Mi Luz Redentora, a fin de que las almas más separadas de Mi Corazón algún día reconozcan Mi Voluntad y Mi Misericordioso Amor.
Lleva en tu ser Mi Insondable Misericordia y hazla conocer en el mundo infiel, porque miles de almas no podrían llegar hacia Mí, si en verdad no existieran apóstoles Míos, siervos de Mi Corazón y de Mi Alma, para poder llevar el refugio de Mi Misericordia por donde sea necesario y cuando sea necesario.
Que ningún lugar te cause desprecio o temor. Acepta, a partir de ahora, la condición humana que tiene la humanidad, la misma que tú tienes.
Así, siendo misericordioso y orante, estarás junto a Mí para transformar este planeta que día a día agoniza.
¡Les agradezco por guardar Mis Palabras en el corazón!
Los bendice para esta próxima misión.
Vuestro Maestro, Cristo Jesús
Mientras estén en este mundo, la vida será un ejercicio de constante trascendencia y redención. Por eso, no detengan sus pasos en aquello que forma parte de su indomable condición humana.
Entréguenme día a día sus pequeños seres y beban de Mi Fuente de Misericordia, que los liberará del pecado.
Déjense llevar al Reino de la Paz y del Amor Absoluto.
No pierdan de vista Mis huellas peregrinas, porque estoy a su lado para enseñarles el correcto uso de la Ley del Señor.
Afirmen sus vidas en la Pureza Infinita de Dios; aspiren cada día a ser menos para sí y más para los que en verdad necesitan de ayuda.
La llave para su purificación constante se encuentra en la oración y en la fe, porque a través de ellas fortalecerán la vivencia de sus votos.
Yo sé con anticipación que Me faltarán, Yo sé con anticipación que vendrán a Mi encuentro buscando fuerzas internas para enfrentar su propia batalla interior.
Solo les digo que se necesita valentía y amor para vivir en Mi Proyecto, porque para ser bienaventurados de espíritu, ustedes antes deberán conocer el desierto de sus seres. Y allí, en el desierto, Yo estaré para darles de beber de Mi Fuente Misericordiosa de Piedad.
Confiésense Conmigo y solo díganme todos los días que están Conmigo.
Vivan en la fe.
Bajo el Amor del Padre, sean bienaventurados.
Gracias por vivir Mis Palabras con el corazón.
Cristo Jesús
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más