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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Mi tiempo se acaba en el mundo antes de preparar Mi Retorno definitivo a la humanidad. El reloj marca el gran momento, aún hay mucho por hacer, aún hay mucho por redimir, aún hay mucho por convertir.
¿Quién se ha definido antes de que esa gran hora se aproxime y marque el punto final y el comienzo de otra etapa, la etapa más culminante para la humanidad y el planeta?
Por esa razón, Yo vengo del Cielo una vez más, para reunirlos en Mi Nombre y para que a través de Mi Corazón lleguen a Dios, al Padre Celestial, que en Su Silencio aún aguarda la respuesta madura de Sus Hijos.
El Plan que Yo les ofrezco a las almas es un Plan que no pertenece a este mundo, es un Plan que no puede ser razonado con la mente, que solo puede ser comprendido con el corazón, con el corazón que ama a Dios, sin excepciones; con el corazón que se ofrece por los demás, sin nada a cambio; con el corazón que sabe profundamente lo que significa la Voluntad de Dios y no la rechaza.
Es este corazón el que Yo busco en muchos de los Míos, sobre todo en esta hora, en la que ustedes deberán caminar con sus propios pies a través de la senda que Yo les He abierto, a través del Propósito que Yo ya les He mostrado, a través del compromiso que ya firmaron Conmigo.
He aquí la muestra de un Corazón maduro, de un Corazón que se sacrificó por ustedes hasta la Cruz, de un Corazón que no negó su salvación y la salvación del planeta, de un Corazón que sigue derramando Sangre y Agua por el mundo y por la humanidad, aunque muchos no lo sientan ni lo perciban.
He aquí el Corazón que es una Fuente inagotable de Amor para el mundo entero, de un Amor maduro que precisa ser imitado, que precisa tener su ejemplo en esta superficie, que precisa reflejarse en las almas que Me dicen sí.
Este es el tiempo de que el corazón maduro de Mis compañeros asuma el Plan, de que no retrocedan ante los desafíos, de que no le teman a la oscuridad, porque quien está Conmigo está en Mi Luz y no perecerá.
Pero ahora es el tiempo de que ustedes hagan su parte definitiva y Yo solo los acompañe como un Buen Pastor, como un Pastor que cuida de todo Su rebaño, más allá de las respuestas de cada uno.
Por eso, es importante que el amor sea el centro de su meta y no tanto sus destrezas. Por eso, es importante que el amor sea el centro de su propósito y no tanto sus ideas.
Porque en el Amor de Dios, y a través del Amor de Dios, llegarán muy lejos si realmente se abren a vivirlo, no de la forma que ustedes desean o pretenden, sino de la forma que Dios lo Ha pensado, que Dios lo Ha determinado, así como el Padre lo determinó a través de Su Hijo.
Ante la Agonía del Huerto Getsemaní, Él Me ofreció el Cáliz del Amor y de la Renuncia. Nunca podría haberlo negado; porque hoy, ustedes y sus hermanos, no estarían aquí.
Ahora, ¿comprenden cuán importante es entender la inmensidad de ese Amor, que no tiene límites ni fronteras en ningún plano ni en ninguna consciencia, en ninguna dimensión ni en ningún espacio?
El Amor de Dios es una Fuente que nunca acaba y que nunca termina. El Padre tiene tanto para darles, a través de Mí, que Sus Brazos aún están abiertos para que más almas puedan llegar a Él sin nada a cambio.
A partir de este mes de agosto es el momento de demostrarle a Dios que quieren vivir de Su Amor Mayor e Infinito; que quieren dar sus pasos a través de Su Amor Misericordioso y Eterno; que están dispuestos a asumir, por amor, la parte del Plan que les corresponde; para que así, su Maestro y Señor pueda obrar en este mundo y en esta humanidad, en este tiempo definitivo en el que muchas situaciones están en juego y en el que millones de almas están bajo esa condición vulnerable.
Por eso, este es el tiempo de la acción de los apóstoles; es el tiempo definitivo de abandonar la mediocridad, la culpa o la negación. Este es el tiempo de que se liberen de ustedes mismos y de que permitan que el espíritu vuele alto hasta poder unirse a Dios en comunión eterna, así como Su Hijo se unió en comunión eterna con Dios, durante Su última espiración en la Cruz, cuando le dije: "Padre, en Tus Manos encomiendo Mi Espíritu". Y ustedes, ¿encomiendan su espíritu todos los días al Señor?
Él pretende hacer obras de Misericordia a través de las almas y a través de los apóstoles de Cristo, decididos a ser un lucero en este mundo de oscuridad y en este mar de hostilidad y de terror.
Ya no son momentos de emociones. Estos son momentos de decisiones, de una decisión madura y pacífica, de una decisión que sea capaz de estar en entrega a Dios sin condiciones, con sus corazones prontos para lo que sea, para lo que tenga que ser según está escrito.
En este mes de agosto, mediten y reflexionen:
¿Hacia dónde se dirige la barca de mi alma?
¿Estoy viendo a lo lejos el puerto seguro del Corazón de Dios?
¿Aspiro a alcanzar ese puerto a pesar de la tempestad o de las tribulaciones?
¿Tengo claro dentro de mi corazón lo que he decidido para mi vida y para el resto de mi evolución?
¿Tengo mis pies en un solo camino, en el Camino del Señor?
Ahora, ¿dónde está la barca de mi alma?, ¿por dónde ella navega?
¿Me he detenido por alguna causa? ¿Me he demorado? ¿Qué estoy haciendo?
Pregúntense, compañeros, así podrán entrar al nuevo ciclo, después de agosto, con una visión más amplia y no restringida, con una sabiduría más profunda y no limitada, con un propósito más claro y no confundidos.
Porque la Llama de Mi Corazón es la antorcha que ilumina sus caminos, es la Luz que los llevará al Corazón de Dios; porque Yo Soy la Verdad y la Vida, Yo Soy el Camino y el Amor para Mis compañeros.
La decisión está dentro de ustedes y no en sus palabras. La decisión está en el centro de sus almas y no en sus mentes.
Denle espacio a su universo interior para que se expanda y el Espíritu Santo pueda obrar a través de Sus Dones y Gracias en las almas que con fe siguen a Cristo, paso a paso, más allá de sus imperfecciones o más allá de sus errores. Porque Yo vengo a buscar lo que en verdad Me pueden dar y no lo que Me prometen.
Pedro, el apóstol, muchas cosas Me prometió y pocas cumplió por él mismo; hasta que un día, se dio cuenta que lo que Yo necesitaba era su corazón y su vida para que fuera la piedra fundamental de Mi Iglesia Espiritual en este mundo; así como cada una de las almas es para Mí una piedra preciosa, es un cristal brillante que Yo pulo con Mis propias Manos cuando Me lo permiten y cuando no se resisten, para presentar Mi ofertorio a Dios a través de sus corazones.
Quiero dejarles este Mensaje, no como un Mensaje más, sino como la gran y última reflexión de sus consciencias a las puertas de este mes de agosto de la Hermandad.
A pesar de que este mundo esté en tinieblas, guerra y dolor, que despierte la esperanza, la fe y el amor en los que creen en Mí. Porque Yo les prometí en Pentecostés que vendría el Consolador, el Eterno, el Santo Espíritu de Dios, para bendecirlos y guiarlos hasta el fin de los tiempos.
Y enviaré una vez más el Espíritu de Dios para que preparen Mi Retorno a través de sus caminos, para que preparen Mi Retorno a través de sus definiciones, para que preparen Mi Llegada a través de la donación de sus corazones. Así se seguirá cumpliendo lo que está escrito, más allá de lo que viva el mundo en este momento.
Sean valientes y no se desanimen, la fuerza de Mi Amor todo lo puede en ustedes y en sus hermanos.
He aquí el Corazón Misericordioso del Señor, que se dejó traspasar por la lanza en Su Costado para derramar Fuente de Vida en todas las almas.
Así, en el comienzo de este importante mes de agosto, Yo los bendigo y les vuelvo a entregar Mi Paz para que esta Maratón le conceda al mundo una paz justa y equilibrada; una paz que dé alivio al sufrimiento de muchos corazones y familias; una paz que retire la culpa de muchas consciencias; una paz que les demuestre a todos Mi Verdad, la Verdad de que los amo más de lo que ustedes imaginan, porque Mi Amor no cambia.
Les deseo a todos una reflexiva Maratón de oración, porque estaré a su lado para escuchar cada una de las cuentas, cada una de las oraciones, cuando le digan a Mi Padre que entregue Su Misericordia por Mi Dolorosa Pasión, por la Pasión Dolorosa de Cristo que salvó y salvará al mundo entero.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Hoy, vengo aquí para que estén a Mi lado. Vengo a este lugar, como muchas veces Yo fui a Kibeho, para anunciar el Mensaje de salvación, pero también para dar el Mensaje del fin de los tiempos.
Ese tiempo anunciado es ahora, están atravesando el fin de los tiempos; un tiempo de desafíos, pero también de momentos inciertos en los que las almas aún no saben qué camino seguir o qué dirección tomar para llegar al Corazón de Mi Padre. Por ese motivo, Yo estoy aquí y siempre lo estaré, aunque en el próximo tiempo no aparezca.
Mi Amor deberá hacer eco en cada corazón humano. Mis Palabras deberán resonar en cada alma como el precioso Legado, que les he entregado a través de los tiempos, que los llevará tarde o temprano a descubrir dentro de sí las virtudes que les he dejado con tanto amor. Dones preciosos que Dios necesita en este momento para que, a través de Sus hijos, lleve adelante la Obra de la Misericordia y de la Redención, el momento más culminante en el que todas las almas tendrán la oportunidad de vivir la salvación.
Hoy, contemplo un mundo aún en agonía, un mundo dividido por el poder y por la ambición, por las guerras y por los desplazamientos; un mundo herido, un mundo lastimado, un mundo destruido que aún no quiere cambiar.
Pero no se agobien, tampoco se amedrenten, la cruz que Yo le entrego a cada uno es una cruz definitiva, pero también es una cruz desconocida que los impulsa a ser valientes y determinados, que los impulsa a encontrar la realización de la Divina Voluntad.
Sé que muchos sufren por lo que están viviendo en este tiempo, sobre todo aquellos pueblos que son ultrajados por sus propios hermanos, lugares en donde reina la oscuridad y se disipa la paz. Yo los invito a ser perseverantes en el poder de la oración, que la oración pueda construir lo que parecería imposible, que la oración pueda concretar lo que parecería lejano. Tengan una fe determinante en este momento, porque así comprenderán todo lo que sucede en este tiempo.
Mientras estoy aquí, contemplo todas las necesidades, que son muchas y que necesitan de Mi auxilio. Pero quiero decirles algo que una vez dije en Kibeho: que, en este tiempo final, solo quien esté en Mi Corazón y viva en Mi Corazón, a pesar de lo que suceda, no perecerá y ayudará a aquellos que no puedan hacerlo.
Por eso, en esencia, todo lo que vivan y todo lo que hagan debe ser hecho por amor, por un amor sólido, por un amor consistente, por un amor que no apremia, por un amor que avanza y que construye, por un amor que se dona y que se entrega sin saber lo que sucederá después.
El Amor es una guía inmutable para ustedes, es el camino que los mantiene unidos a Dios, sobre todo en este tiempo definitivo, en el que cada paso y cada acción deben ser premeditados en el Amor y en los beneficios que este Amor construye en cada uno.
Si tan solo la humanidad pusiera su atención en este ejemplo que les doy, muchísimas situaciones caóticas no existirían. Pero la humanidad se ha apropiado del amor, al punto de creer que decide por sí misma si ama o no ama, si acepta o si rechaza.
Compañeros, eso no es Amor. El Amor aún es desconocido por ustedes, el Amor que viene de la Fuente, el Amor que proviene del Padre, un Amor que siempre los lleva al sacrificio para vivir en plenitud la sagrada renuncia, sin esperar nada a cambio.
Sé que ese es un paso que muchos no se animan a dar; pero si Yo estoy aquí y Soy su Maestro, ¿acaso es imposible vivir ese Amor?, un Amor incondicional y abnegado, un Amor que no tiene nada que perder, sino que tiene todo para dar, para construir y para evolucionar.
Si todos los días, ustedes no se replantean este punto, ¿cómo conseguirán salir de sus propios obstáculos?, y ¿cómo la humanidad saldrá de sus propios obstáculos?
¿Cómo será que el caos se desvanecerá si las almas no profundizan en los grados de amor? No es nada imposible de alcanzar; así como hoy se lo enseño a ustedes, también se lo enseñé a Mis apóstoles. Vean el resultado de la vida de cada apóstol, lo que alcanzaron y lo que hicieron por Mí, lo que hicieron por el Creador.
El Amor los llevará al vacío de sí mismos, a un vacío en donde se encuentra el Todo, en donde no existen las carencias, las insatisfacciones ni siquiera las perturbaciones.
Las almas deben vivir el Amor de Mi Corazón para aprender a vivir en el Corazón de Dios, dentro de su Amor infinito e insondable.
Si ustedes, en sus vidas y en la vida de sus hermanos, promueven el Amor Mayor, siembran y cultivan ese Amor todo el tiempo, permitirán que Mis bases del Retorno estén preparadas, porque tendré un lugar de reposo en el corazón de Mis compañeros, tendré un espacio en donde poder retornar para poner fin al sufrimiento del mundo.
Hoy, vengo con Mi Espíritu contemplativo, el Espíritu contemplativo del Sagrado Corazón de Jesús, porque quiero llevarlos hacia ese estado; quiero que, a pesar de lo que vivan en lo material o hasta en lo mental en este tiempo crítico y difícil, coloquen su corazón y su mente en el Universo de la Contemplación de Dios, en donde no existe dualidad, diferencias o conflictos. Así, elevarán a la consciencia y a la humanidad hacia ese estado de armonía y de paz, y permitirán que el afluente del Amor de Dios sea más real y vivo en este plano material, no solo por sus oraciones, sino también a través de sus acciones del día a día. Eso podrá irradiarse no solo a sus seres queridos, sino también hacia todos los espacios y lugares en donde ustedes estén.
El Amor es la llave para la cura de la humanidad, es la llave que abre la puerta para un nuevo tiempo, un tiempo diferente al de ahora, un tiempo real en donde se vivirá la Voluntad de Dios para siempre.
Que sus almas aspiren a ese camino hacia la Nueva Raza, hacia la Nueva Tierra, hacia un nuevo planeta, libre de la perversión, del uso del poder, de la impunidad, del sufrimiento y también de la enfermedad.
El corazón que ama nunca se enferma. Esto es una Ley, pero también es un principio en los tres planos de consciencia: espiritual, mental y material. Cuando no consigan amar, retornen al camino que perdieron, sean bondadosos en el amor y todo podrá ser curado.
No tengo nada más que decirles, sino esto. Sé que muchos esperan respuestas grandiosas o hasta respuestas desconocidas; pero es muy simple, compañeros, Yo estoy aquí y Soy el Sagrado Corazón de Jesús y vengo a enseñarles, pero también a irradiarles lo mismo que compartí, como un sentimiento profundo, con cada uno de Mis apóstoles.
De esa forma, en este Reaparecimiento de Cristo, así como fue en el Cenáculo, vengo a prepararlos para Mi Retorno, entregándoles llaves muy simples para que no pierdan el camino, para que tengan presente en sus vidas lo que es esencial.
El Padre Me enseñó todo esto cuando Yo estuve aquí, en este mundo, viviendo los cuarenta días en el desierto. Lo que hoy les traigo es esa experiencia de amor, vivida y también cumplida dentro de Mí en esa aparente desolación del desierto.
No solo los invito a encontrar a Dios en ese desierto que cada uno puede estar viviendo en este momento, pero sepan que Yo estoy ahí, invisible y silencioso, acompañando a cada uno de los Míos que se atreve a atravesar el desierto de su mundo interior para encontrar, en algún momento, la Luz del Reino de los Cielos.
Tengan alegría al sentir sed de Mí. Tengan alegría cuando no me encuentren; porque Yo los estoy fortaleciendo, los estoy convirtiendo en Mis apóstoles.
Mi Mano siempre estará extendida hacia todos los que la necesitan. Sigan Mi Camino y todo se renovará, principalmente dentro de ustedes; y para que eso suceda, no pueden resistirse ni tampoco hundirse por ustedes mismos. No creen condiciones innecesarias, sean inteligentes y tengan fe, porque el desierto no es para siempre; pero es la gran oportunidad de que se despojen de sí mismos, de que vuelvan a estar desnudos ante Dios, mostrando lo que verdaderamente son y no lo que aparentan, revelando lo que son sus almas en esencia y en espíritu, porque todo lo demás es pasajero.
Quiero entregar hoy, la fuerza de Mi Fe a todos los que la necesitan, pidiéndole al Padre que los haga valientes y fuertes, desde su interior; pidiéndole al Padre Eterno que tengan coraje y mucha determinación para atravesar estos tiempos definitivos; y que Él les conceda la Gracia que le concedió a Su Hijo durante los cuarenta días en el desierto, en donde el Hijo Primogénito vivió su gran síntesis preparatoria para asumir la Cruz.
Por medio de la Fe de Mi Corazón misericordioso, reciban esta bendición, y que los caminos hacia el Padre sigan siendo construidos con los ejemplos de sus vidas por la redención de sus corazones.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
A pedido de Cristo, vamos a entonar la canción: “Apóstoles del Amor”, permitiendo que cada una de nuestras almas se confirme en este camino del apostolado y estemos disponibles e íntegros para todo lo que haya que hacer y servir, sin esperar nada a cambio, como Él nos ha pedido.
Y que, delante del Sagrado Corazón de Jesús, nos podamos confirmar, pero también agradecer. Que esta canción, que todos juntos cantaremos, nos prepare para vivir el Sacramento de la Comunión Espiritual que enseguida será ofrecida a todos, a fin de que esta alianza con Cristo se fortalezca.
Cantemos.
Inspiramos.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén (en latín).
Saludamos al Rey del Universo.
Ardientemente deseaba que llegara este día porque el triunfo y la victoria de Mi Corazón están próximos y nada lo impedirá.
Felices los que confían en Mi Palabra. Dichosos los que la siguen. Bienaventurados los que la cumplen, porque Cielo y Tierra pasarán pero Mi Palabra quedará en la memoria de Mis elegidos.
Este es el tiempo de darlo todo por Mí. Es como dije en el pasado: los quiero fríos o calientes. Lejos de Mí los tibios de corazón porque en los tibios no se construye Mi Obra.
En los tibios Mi Obra no evoluciona. Es en los guerreros que construyo Mi Verdad y es en ellos en los que dejo Mi Mensaje, en quienes Mi Llama se expresa, en los que Mi Amor penetra y transforma todo lo corrupto. Por eso, deseé que este día llegara y que estuvieran exhaustos y cansados para poder representar y vivir lo que Yo viví por ustedes en el momento culminante de Mi Agonía, en la que la soledad abundaba y la fortaleza, a pesar de la oscuridad, estaba en Dios.
Sé que no es fácil vivir lo que Yo les pido, por eso respeto cada uno de sus tiempos. Pero me corresponde, como su Maestro y Señor observarlos y contemplarlos para que aprendan a seguir Mi Camino, para que no pierdan de vista Mi Propósito, que va más allá de lo material y de lo espiritual. Propósito del cual todos ustedes forman parte. Propósito en el que todos fueron congregados para cumplirlo y para vivirlo en estos tiempos por una meta mayor y ampliamente desconocida.
Lo que Yo necesito de ustedes es algo más que material y podría decir, algo más que espiritual. Necesito que profundicen en esta existencia que está dentro de ustedes para que el mundo, día a día, siga aprendiendo a salir de la mediocridad, de la indiferencia, y de todo lo que omite la Verdad de Mi Corazón. Esa omisión que viene de los hombres por estar ciegos en la ilusión y por no haber escuchado, ni siquiera una vez, todo lo que Yo dije en los últimos tiempos.
Aún espero la redención de estos hombres y la colaboración de las almas que más allá de sus posibilidades, de su sacrificio o de su entrega estén dispuestos a sufrir por Mí.
Pero Yo no les traigo el sufrimiento de la Cruz, ni la más pequeña de las células de su cuerpo lo soportaría. Porque lo que Yo viví por ustedes fue muy grande y aún no fue relatado en ningún libro sagrado. Llegará ese tiempo en el que diré toda la verdad.
Deseaba que, en esta noche, los abiertos de corazón fueran preparados para el próximo encuentro Conmigo, que será una Sagrada Semana determinante, en la que muchas definiciones se darán, pasos se concretarán y muchos determinarán lo que harán de sus vidas a partir de esos impulsos de luz que vendrán de Mi Corazón.
Todo lo que hoy les digo, compañeros, es para animarlos a seguir adelante, es para animarlos a arder en el amor por Mí, en un amor que es capaz de hacer cualquier cosa, bajo cualquier circunstancia o situación, en un amor que vive en el silencio la aspiración de encontrarme día a día, y de algún día ver Mi Sagrada Faz.
Si hoy ese amor no los compenetra por lo que viven o por aquello que están aprendiendo o sufriendo, ¿qué están haciendo aquí?
Necesito de una verdad real y sincera, necesito que sus corazones se rasguen por Mí y que sus almas se entreguen por Mí, día a día.
Mi Cruz tuvo un peso incalculable, un valor aún no valorado, una entrega aún no conocida. Que sea Mi Cruz su aliento, su fortaleza y su aspiración. Y cuando sientan el peso de su cruz, sientan que estarán en Mi Verdad, y Mi Espíritu soplará en ustedes y los inspiraré en la Sagrada Palabra, les daré la respuesta y alcanzarán la meta.
No todos están preparados para vivir lo que Yo necesito. Pero si lo pido, compañeros, es porque es posible y solo algo dentro de ustedes lo podría impedir. Pero quien se entrega a Mis Pies se entrega a Dios, a Su Voluntad y a Su Propósito. Y esa entrega no tiene precio, no tiene medida ni tampoco condición porque es una entrega que dona el corazón de cada ser que se aferra a Cristo.
Hoy es un día especial, pero también decisivo porque todas las almas que escuchan Mi llamado, después de estos últimos tiempos, es la primera vez que están ante dos caminos para poder escoger y esa respuesta surgirá desde adentro de ustedes.
Por eso los contemplo. Por eso rezo. Por eso adoro a Mi Padre celestial para que Su profunda e infinita Sabiduría esté en ustedes, en su interior y en sus esencias al momento de decidir, de confirmarse o de definir otro camino.
En este momento, ante su decisión espiritual y universal, Yo no puedo intervenir. Mi Padre y Mi Madre los hizo libres de espíritu, de acción y de palabra.
Como antes de entregarme a la Cruz, de ser martirizado y humillado por los que fueron curados y sanados por Mí antes de que Mi Sangre fuera derramada, y aunque hasta los tiempos de hoy no es reconocida, fue en ese tiempo y en esa hora en los que también los apóstoles vivieron su gran definición para su próxima etapa.
Mis discípulos deben cruzar ese umbral y aprender a atravesarlo, así como Yo lo atravesé por ustedes cuando el Padre me presentó el Cáliz y Yo le dije: “Hágase Tu Voluntad”.
Este es el Cáliz que hoy Yo les estoy ofreciendo. Más allá de sus posibilidades, de sus limitaciones o de sus pruebas.
Este es el Cáliz que testimonió por ustedes el Amor derramado en cada gota de Sangre, como en el Agua preciosa que brotó de Mi Costado.
Este es el Cáliz que testimonió el descenso de la Misericordia, de la piedad, de la compasión y de la redención en la humanidad.
Este es el Cáliz que Yo les ofrezco para que el mundo no se destruya, para que los continentes no sufran, para que las guerras acaben, y para que los enemigos y los anticristos sean derrotados por Mi Luz, la Luz que proviene del Amor de Mi Corazón.
Les advierto y los llamo a la conscientización. Todo lo que Me ofrecen de verdad Yo lo reconozco, por más simple y pequeño que parezca, por más silencioso que sea, aunque sea entre ustedes y Yo y nadie más; todo es reconocido, contemplado y aceptado por Mi Corazón.
Es allí, en esta pequeña oferta, en la que encontrarán fuerza, ímpetu y determinación. Es allí, en lo pequeño y en lo simple, pero verdadero que encontrarán la llave del amor que transformará su ser y toda su consciencia en lo que aún tanto espero, según Mis Proyectos.
Guarden estas Palabras como algo que no se repetirá jamás. El Señor del Universo también tiene su tiempo para decir las cosas porque eso los prepara y los desvía del peligro, de la perdición, del engaño que pueda propagar Mi adversario.
Pero, Yo pisaré su cabeza y colocaré Mi Espada. Transfiguraré su esencia y todas las esencias del mal. Y Mi Reino Celestial descenderá en los cuatro puntos de la Tierra, la gran Estrella Madre llegará y los Maestros descenderán para regenerar y curar a la Tierra, y así surgirá la Nueva Humanidad.
Ofrezcan este momento de decisión a los Altares de Dios. Él está atento a la voz de sus súplicas, así como Él estuvo atento en Fátima por medio del corazón de Mi Madre Celestial. Estamos en un momento semejante a ese, más allá de su materia o de sus cuerpos, de su mente o de su intelecto, más allá del espíritu, del alma o de la esencia.
Ofrezcan a Dios este momento de decisión. Esto permitirá que Mi Obra se expanda en el mundo y siga triunfando Mi Amor por encima de la adversidad en los corazones que se congregan para vivir Mi Hermandad.
Nos ponemos de pie.
"Señor del Universo, Padre-Madre Creador participa de la Comunión con Tus hijos en este sagrado momento de definición en donde Tus Puertas se abren y las almas claman por Tu Amor. Enciende en ellas Tu Confianza, el don de Tu Sabiduría, la infinita Compasión de Tu Corazón, para que todos los Cristos del Nuevo Tiempo despierten y participen de la victoria de Mi Reino en la humanidad. Amén".
Incienso.
Invocaremos ahora al Padre Celestial, a Su Nombre Sagrado Adonai, para que Su Sabiduría descienda al planeta y a todos los que participan de la Comunión con Su Espíritu.
Canción: Adonai.
Inspiramos.
Padre, convierte este elemento en Mi Cuerpo para que las almas se alimenten de la esencia de Tu Espíritu y del Universo, de Tu Verdad.
En aquel tiempo elevé el pan para que el Padre lo bendijera y Él entregándome Su Gracia, Yo se lo entregué a los apóstoles diciéndoles: “Tomen y coman todos de él, porque este es Mi Cuerpo que será entregado por ustedes para el perdón de los pecados”.
Padre, convierte este elemento en Mi Divina Sangre, para que las almas beban de la esencia de la redención por medio del Poder infinito del Amor.
En aquel tiempo también elevé el Cáliz; el Padre lo bendijo y Me entregó Su Misericordia para que fuera derramada en toda la Tierra por medio de Mi Sangre hasta lo más alto de la Cruz.
En aquel tiempo se lo entregué a los apóstoles diciéndoles: “Tomen y beban todos de él, porque esta es Mi Sangre de la Nueva Alianza, que será derramada por todos los hombres para el perdón de los pecados”.
Este es el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Bienaventurados los misericordiosos porque vivirán en la Misericordia de Dios. Amén.
Oración: Padre Nuestro (en portugués).
Quien viva en Mi Palabra, vive en Mi Amor. Yo les enseñé a amarse, los unos a los otros, más allá de los defectos o de las diferencias. Que este Amor se difunda en el mundo, el Amor Crístico de Mi Corazón, en todos los pacificadores, en todos los misioneros y colaboradores de la Obra de Dios.
Que la Paz de Dios esté en sus corazones y que Él siempre los haga partícipes de Su Paz.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
En fraternidad y amor, agradecimiento y júbilo, se darán el saludo de la paz.
¡Les agradezco!
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más