APARICIÓN EXTRAORDINARIA DE SAN JOSÉ, EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS, PARA EL ENCUENTRO CON SAN JOSÉ DEL DÍA 19

Hoy, el Reino de Aurora se manifiesta delante de sus ojos, de sus espíritus y de sus corazones; un Reino antiguo que no proviene de este mundo, sino de lo profundo del Corazón de Dios.

Contemplen, hijos, este Sagrado Reino, sus Templos de Cura, sus Espejos de la Paz, sus Fuentes de Misericordia, a través de las cuales la Redención fluye para todo el planeta. Y reciban, hoy, no solo Mi bendición, sino también la bendición del Reino de Aurora, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cuando el Creador manifestó el corazón humano, no fue para que sufriera, sino para que viviera el Amor y superara el Amor, de tiempo en tiempo, no solo una vez, muchas veces.

Cuando el Creador manifestó a los seres humanos, no fue para que sintieran dolor, no fue para que se ultrajasen unos a otros; fue para que vivieran el Amor y, amándose unos a otros, aprendieran cómo se renueva la Creación Divina.

Sin embargo, las elecciones humanas, las definiciones que viven cada día, los caminos que deciden recorrer, a través del libre albedrío, los trajeron hasta donde están hoy.

El Señor, al contemplar que el libre albedrío fue manifestado, manifestó también la Cura y la Redención. En este momento, hijos, les revelo que no fue desde el principio que el Creador había pensado en el libre albedrío; había pensado solo en el Amor, en la Misericordia, en la Paz, en la Gracia Infinita e Insondable que serían capaces de brotar y de nacer del corazón de Sus Criaturas.

Sin embargo, les digo que antes de que los seres fueran manifestados en este planeta sagrado, una criatura vivió la desobediencia y escogió la voluntad propia, ante la Voluntad Divina, dando así inicio a esta Ley que comenzó a regir este universo, que manifestó la dualidad y la voluntad propia en todas las criaturas que, debajo de los Ángeles y Arcángeles, comenzaron a manifestarse.

También, en ese momento, el Amor se superó en el Corazón Divino y, a pesar del profundo dolor que eso le causó, el Creador manifestó la Cura y la Redención para que, independientemente de los caminos escogidos por los seres, ellos tuvieran la oportunidad de retornar. Así nació Aurora, de la superación del Amor de Dios, aun antes de la existencia de cada uno de ustedes.

Les digo esto para que comprendan que, mucho antes de que cometieran cualquier error, el Creador ya los amaba y ya les había concedido la oportunidad de retornar. 

Mucho antes de que se perdieran, las puertas al Corazón de Dios ya estaban abiertas para que pudieran mirar hacia atrás, arrepentirse de sus pecados y retornar a Casa.

Hoy, vengo hasta aquí para que esta Cura, este Amor y esta Redención Divinos puedan ser irradiados al planeta y al corazón de África; puedan traspasar los corazones que sufren y llegar a la raíz del sufrimiento, a aquel momento en el que la humanidad decidió errar y escogió el dolor en lugar del Amor Divino.

Que la Cura y la Redención puedan llegar a las cicatrices más profundas del corazón humano y allí tocar su esencia que, a pesar de toda la oscuridad, aún permanece intacta; esta pequeña, pero gran puerta, al Corazón de Dios, que mantiene a los seres conectados con su Creador y que, a pesar de todos los desvíos a lo largo de los siglos, sigue allí.

El Creador se supera a Sí mismo, de tiempo en tiempo, dentro de los seres humanos, aunque ellos no sepan eso.

Muchas veces se preguntan cómo superarán el Amor de Dios. Y hoy, Yo les digo que eso ya está aconteciendo y que debe continuar aconteciendo, cada vez más profundamente; porque, cada vez que el Creador no desiste de los seres humanos y ustedes se pueden levantar en un nuevo día, eso significa, hijos, que Dios está superando Su propio Amor.

A pesar de contemplar la indiferencia humana, a pesar de contemplar cómo se hieren unos a otros, días como este surgen en la Tierra, en los que pueden sentir la Paz y el Amor de Dios. Eso significa, hijos, que Dios se supera a Sí mismo en el Amor.

Para participar de esa superación y dejar que ella acontezca en el propio interior, solo deben ser agradecidos; porque todas esas cosas, el Creador las vive dentro de ustedes.

Que el Amor Divino toque el corazón de África y que, a través de sus cantos y alabanzas, abran las puertas del Cielo en este continente herido; eso significa, hijos, que Dios se supera en el Amor dentro de ustedes.

A pesar de todos los ultrajes vividos, a pesar de todos los traumas experimentados, que un niño eleve su voz para cantarle a Dios, significa que el Creador se supera en el Amor dentro de los seres humanos. 

A pesar de las guerras, dentro y fuera de los hombres, si son capaces de sonreír, significa que Dios se supera en el Amor, dentro de los seres humanos.

El Creador ve mucho más de lo que sus ojos pueden ver. Su Corazón penetra hasta las capas más oscuras de la Tierra y más allá de ella; de la misma forma, penetra en lo profundo de las intenciones humanas y de sus esencias; y lo que Él aún ve, dentro de la esencia de los seres, es capaz de equilibrar lo que Él ve en lo profundo de la oscuridad de los abismos.

Por eso, crean que, dentro de ustedes, aún pueden transformar este mundo, la condición humana, la vida en la Tierra; aún pueden ser instrumentos para la superación del Amor de Dios.

África es el símbolo de que el Amor del Padre se sigue superando cada día, a pesar del caos, a pesar del dolor. Existen cantos y alabanzas, existen sonrisas que secan las lágrimas, existen plegarias que superan los abismos internos. Por eso, no piensen que llegamos a África solo para llevar Cura y Redención, porque también llegamos, hijos, para que aprendan del Amor Divino y juntos puedan transformar la Creación.

Cada ser humano porta en sí un atributo único. Cada nación, cada pueblo, cada raza manifiesta un Don Divino que debe ser colocado en la mesa de la redención para completar la transformación humana. Y es en esa mesa de la unidad en la que se sentará el Redentor cuando retorne en Cuerpo, Alma y Divinidad.

Y allí no estarán los que sirven y los que son servidos. Allí habrá seres que aprenden, unos con otros; seres que se aman, unos a otros; seres que se ayudan mutuamente.

Cuando miran a los ojos de un niño de África, son capaces de comprender la propia ignorancia. Ellos les enseñan sobre el amor. Es sobre eso que les hablo, sobre contemplar la virtud más allá del sufrimiento, sobre contemplar a Dios en el interior del prójimo, superándose a Sí mismo.

En el interior de Aurora, Dios también se supera a Sí mismo, incansablemente, todos los días, todos los instantes. Y aquellos seres de Luz, que allí habitan, seres que muchas veces dejaron atrás caminos mayores para permanecer sirviendo a la humanidad, para ser instrumentos de la superación del Amor Divino y también aprender con los seres humanos.

Por eso, hoy, vengo a enseñarles a estar en comunión, vengo a disolver las fronteras, a unir corazones. Que Aurora esté en África, que África esté en Aurora. Que cada corazón esté unido a este puente de Cura y Redención.

Sientan el fluir las corrientes divinas. Sientan el pulsar del corazón de Aurora, el mismo pulsar del Corazón de Dios cuando, por primera vez, manifestó la Redención como una oportunidad para que los seres pudieran retornar.

Que este pulsar del corazón de Aurora marque los ritmos de los Pies del Redentor. Así como la Redención se aproxima a las heridas profundas de la humanidad, el Redentor se aproxima a este mundo. Escuchen Sus Pasos, sientan Su Corazón.

En cada pulsar, un alma reencuentra a Dios.

En cada pulsar, los Espejos de Aurora irradian su Paz.

En cada pulsar, la liberación de Aurora manifiesta su Poder.

En cada pulsar, el Corazón de Dios se supera en el Amor.

Sean parte de este momento. Contemplen en sus corazones, en el silencio de Aurora, la Cura que llega a los corazones heridos, a las almas olvidadas, a las heridas ocultas. Existen abismos, dentro de los seres, que deben ser iluminados, como sus rostros lo son a través del sol de Aurora.

Cantemos, una vez más, “Reino de Aurora”, para que el Creador pueda llegar a esos abismos, a esas heridas, a esos corazones; para que el Amor de Dios, nacido en el principio de la vida, se pueda renovar y colmar a toda África, como también a todos los corazones que sufren más allá de ella, abriendo caminos para que situaciones imposibles puedan ser curadas y oportunidades nunca pensadas se puedan manifestar a los seres que más se equivocaron desde el principio de su existencia, que nunca conocieron la Redención ni tampoco el Amor; pero que ha llegado el tiempo de que ese Amor les sea conocido.

 

Canción: "Reino de Aurora".

 

Y así, se cumple una Voluntad Divina.

Y así, se manifiesta una vez más la renovación de Su Amor.

Cada día, sigan renovando, hijos, este Amor de Dios. Tienen Mi bendición para eso. 

Que la Paz, la Cura y la Redención del Corazón del Altísimo colmen sus vidas y les muestren la puerta de la oportunidad de retornar al Corazón del Padre.

Yo los bendigo y les agradezco.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

APARICIÓN DE SAN JOSÉ EN LA CIUDAD DE NÁPOLES, ITALIA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Si más almas escucharan el Llamado de Dios, este mundo no necesitaría conocer el sufrimiento.

Hoy vengo aquí, hijos, para aliviar el sufrimiento de los corazones, aunque ellos no lo sepan.

Vengo para aliviar el sufrimiento de Dios por la indiferencia de las almas, por el adormecimiento de los seres.

Cuando miro al mundo, Mi corazón se colma de compasión y piedad, porque conozco el Proyecto Divino, aquel primer Pensamiento que Dios emanó para crear a los hombres, espejos de Su Consciencia, semejantes a Él en esencia y en corazón.

Ese Pensamiento quedó escondido dentro de cada uno de ustedes y dentro de cada ser de esta Tierra. La perfección de Dios quedó escondida detrás de todas las miserias humanas, y son pocas las almas que consiguen expresarse de acuerdo a la Voluntad de su Creador.

Hoy, vengo hasta aquí no solo para revelarles verdades, vengo a elevar a los Cielos a las almas que sufren y a los pecados de este mundo, para aliviar al planeta y darle un poco de paz.

A pesar de que son tan pocos, eso fue suficiente para que el Amor de Dios descienda sobre este mundo y comience a construir, en esta nación, una oportunidad de redención.

Cuanto mayor es el abismo, mayor es el Amor que Dios envía a la Tierra. Por eso estamos aquí, en este lugar, en esta ciudad, en esta nación; porque donde están los seres que más lo necesitan, allí está el Amor de Dios, por más que sean indiferentes a Él y por más que muchas veces no crean que ese Amor existe.

Muchas veces, los corazones sufren por ignorancia, por no saber que el Amor del Padre está disponible para todos los seres.

Por eso, en esta noche, solo les pido que abran sus corazones no solo en nombre de esta nación, sino también en nombre de toda la humanidad, para que una Gracia mayor descienda a la Tierra y por la oferta de unos pocos, la Misericordia del Padre pueda expandirse por este mundo.

Los Misterios de Dios son infinitos y aún más lo es Su Amor. Nunca se olviden de cuando Él estuvo en la Tierra, en el Cuerpo y en el Alma de Su Hijo. No se olviden de que fue con pocos que Él transformó la historia de este planeta y de toda Su Creación.

Los ciclos se repiten para que los seres reciban una nueva oportunidad. El Creador aspira a anunciar al mundo Su Presencia, que no se limita a una religión, a un pueblo, a una nación.

La Presencia de Dios está en todo, hijos: en el aire que respiran, en la naturaleza, en los corazones de sus hermanos. En todo está la mirada de su Padre Creador, en todo está Su Corazón, aguardando el despertar del amor en el corazón de los hombres.

Vengo hasta aquí para liberar a las almas del sufrimiento que traen desde sus naciones hacia este lugar, sus hermanos que emigran, tantos que se pierden en los mares y tantos que llegan hasta aquí en busca de una esperanza.

Por medio de Mi Presencia en este lugar, vengo a entregar una Gracia especial a cada una de esas naciones que sufren y que no consiguen expresarse como Dios lo pensó, por las guerras, por la oscuridad, por la falta de amor en los corazones de los seres.

Hoy Mi Luz penetra en los océanos y llega a las naciones de África, de Medio Oriente, a través de los corazones que, a pesar de no saber que Yo estoy aquí, necesitan auxilio y claman a Dios pensando que no encuentran una respuesta. La Presencia de los Mensajeros Divinos aquí es la respuesta de Dios a las oraciones de tantos corazones que clamaron por Misericordia.

Por eso, vine hasta esta ciudad para responder a las oraciones silenciosas de muchos de Mis hijos que creen que Dios no les escucha. Los Misterios de Dios son infinitos. A veces, ustedes piensan que Él no los escucha, que no responde a sus súplicas, pero muchas veces, hijos, Su Gracia llega a sus vidas de una forma que ustedes no pueden percibir, así como hoy llega a las vidas de tantos hermanos suyos, aunque ellos no lo sepan.

Quisiera que los corazones pudieran conocer la Gracia Divina, para saber que aún hay una esperanza para la vida en este mundo, que no es solo la supervivencia, sino una experiencia de amor, semejante al Amor de Dios en Su Hijo.

Quisiera que los seres supieran que el sufrimiento se puede transformar cuando comprenden la cruz de estos tiempos como una oportunidad de renovar el Amor de su Creador.

No tengan miedo de anunciar al mundo la Presencia Divina. No solo por medio de palabras, sino también por el ejemplo de sus corazones. Es el testimonio de sus vidas lo que hará que los seres pierdan el miedo y crean en la Presencia de Dios por medio de esta obra, que Él mismo está construyendo.

Cuando ustedes eleven sus consciencias al verdadero propósito de la existencia humana y sepan que están aquí por un Propósito Superior, para manifestar un Plan Divino, será entonces, hijos, que no les importará la crítica de los hombres, de las religiones, de las diferentes culturas y el propio amor en sus corazones permitirá que todo eso se una en ese Propósito Mayor.

Dios aspira a construir en esta nación, así como en toda Europa, una semilla de unidad entre los diferentes pueblos y culturas, entre las diferentes religiones.

Aquí, donde los seres viven el miedo de perder el poder, un falso poder; donde las religiones tienen miedo de dejar de existir y no perciben, hijos, que ese mismo miedo es lo que las está haciendo desaparecer. Permítanse entrar en comunión con sus hermanos, para que la paz se establezca, para que los corazones se arrepientan sinceramente de sus pecados.

No será con muchos que el Creador transformará este mundo. Será con pocos, sin embargo, sinceros de corazón, que comenzará a transformar la vida en la Tierra, los que, en su silencio y en su oración, unirán pueblos y naciones desde los niveles espirituales hasta los niveles materiales de la vida sobre la Tierra. 

Comiencen cada uno amando y respetando al prójimo, aun cuando sean juzgados o criticados por su forma de amar. Amen como Cristo les enseñó, viviendo Su Evangelio, más allá de llevarlo como un libro sagrado o de dejarlo guardado en sus casas, y se llamarán cristianos.

Sean más que cristianos, sean Cristos del nuevo tiempo, imitadores de los pasos de su Señor para que, de esa forma, sus almas sean un camino para que Él retorne a este mundo.

Sean, cada uno de ustedes, hijos, los cálices vivos, en donde Él derramará Su Sangre para instituir una nueva genética, Su Genética, en este planeta.

Mientras Yo les hablo, la Presencia de Dios se expande sobre la Tierra y llega a los corazones que más la necesitan.

Mientras Me escuchan, dejen que sus oraciones sean verdaderas, tengan fe en que están delante de Dios, que el Cielo se abre delante sus corazones, que los Ojos del Padre están sobre la Tierra y que, con la mínima apertura de los corazones, Su Misericordia desciende sobre este planeta.

Clamen por la paz para las naciones que están en guerra.

Clamen por Misericordia para aquellos que dicen que viven en Nombre del Señor y ensucian Su Nombre con sus pecados.

Clamen por perdón para aquellos que viven el odio y la indiferencia.

Clamen por cura para aquellos que, por la injusticia que vivieron, se olvidaron del amor que hay en sus corazones.

Clamen por una Gracia para que, en el corazón de África, el amor vuelva a emerger y esta Tierra sea una semilla de la nueva vida.

Clamen por el Medio Oriente para que la Sangre de Cristo, derramada allí, emerja de la tierra y cure los corazones, tornando esa tierra nuevamente sagrada.

Clamen por esta nación, por Italia, para que sea la cuna de una verdadera religiosidad, donde los corazones respetarán y amarán al prójimo, a las diferentes religiones y a la verdad que hay en los corazones de sus hermanos.

Dejen que la oscuridad, en esta hora, dé lugar a la Luz Divina y clamen por la paz.

Con estas palabras, les enseño a orar para que oren con el corazón, porque el mundo lo necesita. Esperen con amor a su Madre Celestial, anuncien más fuerte y más alto Su Presencia, para que más almas tengan la oportunidad de estar delante de Ella y recibir una Gracia.

Antes de despedirme de ustedes, que vengan hasta aquí los sacerdotes para que, por la Gracia que Dios les concedió, hagan descender Su transubstanciación para transformar los elementos del altar en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo, en Su memoria como Él les pidió, y que esta comunión, hijos, esta Eucaristía consagrada ante el Padre traspase sus cuerpos, sus consciencias y llegue como una Gracia Mayor a este mundo.

Para esto, Yo los bendigo.

Nos podemos colocar de pie o de rodillas, para la consagración de la Eucaristía.

Sacerdote:
En este momento recordemos cuando, en aquel tiempo, Nuestro Señor, junto a Sus discípulos, elevó el pan y dio gracias porque había llegado el día de Su Sacrificio. Dios lo bendijo y Él les dijo a todas las esencias del mundo: "Tomen y coman todos de Él, porque este es Mi Cuerpo, Cuerpo que será entregado por todos vosotros para el perdón de vuestras faltas".

Te adoramos, Señor, y Te bendecimos. 
Te adoramos, Señor, y Te bendecimos. 
Te adoramos, Señor, y Te bendecimos.

Enseguida, Nuestro Señor tomó el Santo Cáliz, dio gracias, el Padre lo bendijo y Él dijo: "Esta es Mi Sangre, la Sangre de nueva y eterna Alianza entre las almas y Dios. Sangre que será derramada por todos vosotros para la liberación total de sus faltas y para la Vida Eterna. Hagan esto en Mi memoria hasta que Yo retorne.

Te adoramos, Señor, y Te bendecimos. 
Te adoramos, Señor, y Te bendecimos. 
Te adoramos, Señor, y Te bendecimos.

He aquí el Cordero de Dios, Su Cuerpo y Su Sangre.

Oremos el Padre Nuestro.

Ahora, una vez en italiano.

Que la Paz de Nuestro Señor Jesús Cristo esté con todos nosotros.

Con la consagración de la Eucaristía, la Gracia de Dios desciende a los corazones de los hombres, y Mi tarea aquí hoy está cumplida.

Yo los bendigo y les agradezco por estar aquí en nombre de esta nación y de esta humanidad.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Lleven la Paz del Señor unos a otros como Él les enseñó, dándose silenciosamente el saludo de paz. Yo les agradezco.

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Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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