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Hijo, contempla hoy la agonía del mundo en el que vives y ora con el corazón. Ha llegado el momento de enviar tu respuesta al Reino de Dios y elevar al Cielo una plegaria verdadera que atraviese las dimensiones.
Estás en el momento de la agonía del planeta, en la Pasión que este mundo ya comenzó a vivir. Como tu Señor, debes negar todas las tentaciones que se te aproximarán, para confirmar ante Dios tu adhesión a Su Plan de Amor, aunque la victoria divina en el corazón humano exija de ti y de todos los que siguen a Dios el sacrificio verdadero, la renuncia sincera y la humildad.
Renuncia, entonces, a los tronos de este mundo como Cristo renunció a ser rey como los hombres esperaban, y así demostró al mundo y al Universo que el Reinado Divino no se construye con apariencias sino en lo invisible del espíritu.
El mundo en el que vives, hijo, te ofrece muchas ilusiones y falsedades, mucha superficialidad y distracción y tú con frecuencia te alejas del Propósito Divino para ti, para entregarte, débil, a las cosas del mundo. Encuentra, entonces, tu fortaleza en el espíritu; ora y adora al Cuerpo Eucarístico de tu Señor.
Ve los acontecimientos del mundo como Cristo veía aproximarse a los soldados en el Getsemaní. Confía a Dios tu vida y deja que Él te conduzca por el mejor camino, a pesar de que para muchos parezca un camino de fracaso y de derrota.
A tu alrededor el mundo intentará guardar para sí mismo sus bienes y las personas querrán proteger sus vidas sin percibir que ellas ya se perdieron en la oscuridad de una experiencia vacía de Dios. Tú caminarás contra la corriente del mundo y tu ejemplo hará que otros reflexionen sobre sus vidas.
No temas estar en el camino errado, si al seguir a Dios vieras que nadie te acompaña. Pocos responderán al Llamado Divino, pero los méritos generados por esos pocos salvarán a las esencias de todos los que negaron a Dios.
Si hay amor en tu corazón y fe en tu entrega, hijo, nunca te faltará el discernimiento para caminar con pasos firmes. Y si un día te sientes confuso, Dios te guiará y hablará a tu corazón para que no te dejes engañar y te pierdas en la última hora de esta batalla.
Llegó la hora de orar con el corazón por el planeta y dejar que esa oración te aproxime cada vez más a Dios. Los tiempos álgidos de sufrimiento y de tribulación imponen el grado de entrega que deben vivir los que sirven a Dios.
Equilibra este mundo con tu entrega, hijo, y ábrete para vivir una experiencia crística verdadera.
Yo te acompañaré.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Hoy vengo a enseñarles, hijos, el arte de amar a Dios para liberar a este mundo del pecado y del mal que lo habita.
Hoy vengo para animarlos a la entrega y al sacrificio; como forma de abrir, en verdad, las puertas para que el Reino de Dios descienda a este mundo.
Quiero que comprendan que toda prueba y todo sufrimiento, como también la propia purificación, cuando se asumen con el espíritu correcto, pueden aliviar a este mundo de un peso milenario. Así no estarán viviendo solo un proceso personal e individual, sino también un acto de ofrenda a Dios, para aliviar la situación planetaria.
Vengo para enseñarles a ser verdaderos instrumentos del Señor, ya sea que estén plenos de gracias y de alegrías ya sea de dificultades y de padecimientos.
Cuando viven cada segundo de sus días ofreciendo sus vidas a Dios, sin reclamar nada de Él ni de nadie, algo mejor o más leve podrá despertar en sus espíritus y en sus consciencias la madurez que estos tiempos exigen de toda la humanidad, sobre todo de los que están más conscientes.
Ya no busquen en estos tiempos la gratificación de los cuerpos, de la mente, de las emociones ni tampoco del alma. Solo busquen despertar la gratitud y la entrega y que esto no sea algo que la boca pronuncie pero el corazón no viva.
Siempre que estén desconformes consigo mismos y con la propia vida, recuerden, hijos, que en verdad son las criaturas más privilegiadas de este mundo y que si se les ofrece la oportunidad de vivir un sacrificio consciente, es para que crezcan y sean un principio fecundo para la transformación de la humanidad.
Frente a todo lo que debe ser liberado en el planeta, muy poco es el sacrificio que viven y han vivido hasta hoy; no obstante, en el misterio de la Gracia divina y del amor existente en el corazón humano, cuanto más agradecidos estén ante las pruebas, sean materiales, espirituales o interiores, mayor será el equilibrio generado en el planeta.
Cuando la puerta del corazón se abre, la puerta del mal se cierra. Puede ser que no sepan o quizás nunca lleguen a saber que cuando renuncian con alegría y agradecen ante una dificultad en sus caminos, del otro lado del mundo un alma es liberada de su ignorancia y encuentra la luz.
Hoy, Nosotros los llamamos para recorrer espacios del planeta que necesitan mucha ayuda. Algunos lo harán en consciencia, otros de corazón y otros irán con todo su ser. Les pido que no esperen solo de Dios y de Sus Mensajeros la gracia de la liberación, sino que sean ustedes mismos los proveedores de la gracia a través de la entrega permanente de sus vidas.
Les dejo Mi Bendición, para que crezcan en espíritu cada día más y que ese crecimiento los aproxime a Dios, como consciencias y como humanidad.
Su Padre e Instructor,
San José Castísimo
Hijos, de nuevo les pediré que oren por la paz y también por la unidad en los corazones de los hombres. Hoy les pediré que vean más allá de sus vidas y que contemplen el mundo con el corazón, porque más allá de la agonía que vive el planeta, muchos que están somnolientos y predispuestos al mal, entregan sus almas en las manos del enemigo.
El Corazón de Dios está padeciendo por la ignorancia de los seres humanos y más aun por aquellos que eligen conscientemente el mal para sus vidas y para el mundo.
Refuercen sus oraciones, no solo por América, sino también por todo el planeta. La agonía se expande en los hombres y en los Reinos de la Naturaleza y aquellos que están en medio del caos, por más que deseen la paz y el bien, no tendrán fuerzas para establecer esa paz y no podrán vencer al odio y al rencor en sus corazones, causado por las injusticias que verán frente a sus ojos.
Aquellos de ustedes que aún no viven en un caos extremo, de conflictos y de guerras, ¡oren con fervor por el mundo! Oren mucho, porque el enemigo diseña sus planes día y noche y está encontrando entre los hombres a los que están dispuestos a manifestar su voluntad y su falso poder.
¡Que se unan los corazones de buena voluntad, dispuestos a vivir el amor y el bien, donde quiera que estén! Es hora de que las religiones se den las manos para hacer una corriente en el mundo, que fortalecida por el Poder de Dios, sostenga al planeta.
Oren juntos. Oren los unos por los otros. Únanse a todos los corazones que proclaman la paz, porque es necesario que haya voces que se eleven a los Cielos y que clamen por Dios.
Abran las puertas del corazón y rompan las barreras de la indiferencia que están sobre la consciencia humana. Dejen que las dimensiones se unan por medio del poder del Amor, que aún es un potencial adormecido en el interior de los seres humanos. Sirvan, oren y demuestren a Dios, que aspiran a despertar este Amor único de sus esencias.
Les digo esto, hijos, porque es solo con este amor que podrán superar las pruebas y los desafíos que se aproximan a la humanidad. Este Amor es lo único que vencerá al temor en las almas y que hará que la paz se establezca en forma independiente de las circunstancias del mundo.
Por eso, ¡oren y vivan la oración! Despierten el Poder del Amor de Dios en ustedes.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Hijos, proclamen la paz en un mundo que no la conoce. Sean los precursores de un nuevo tiempo, de una nueva era, marcada por el espíritu de la unidad. Cada día, crucen con la consciencia el umbral entre el viejo y el nuevo hombre y trasciendan en ustedes mismos lo que aún los ata a los patrones de conducta que degeneran la consciencia planetaria.
Con cada palabra que les entregué a lo largo de los años en donde los instruí, les traje una llave que los ayudará a dar ese paso. No obstante, necesitan ser constantes, persistentes y cuidar de aquellas cosas que saben que deben transformar.
Les pido que estén más atentos y empeñados que nunca, porque, al mismo tiempo que la purificación se acelera, el Universo y la vida planetaria exigirán a los que estén despiertos que cumplan con su misión y con el compromiso que hicieron ante Dios de ayudar al cumplimiento de Su Plan.
Hijos, cuando un alma no es consciente de su purificación y no trabaja para transformar lo que surge de su ser, se pierde cada vez más en el abismo de sus imperfecciones y se entrega cada día a la oscuridad de sus miserias y a los vínculos no curados con el mal. Por eso, la humanidad necesita de una referencia en estos tiempos, como lo fue la Sagrada Familia en tiempos anteriores.
La santidad que algunos viven en los claustros, en muchas partes del mundo, no es suficiente para estos tiempos. Es necesario completar el equilibrio que genera la vida contemplativa con la santidad vivida en el mundo, en la vida común, ante los ojos de los hombres y como un ejemplo accesible a todos.
Por eso, los enviamos a servir y no solo a orar en sus casas. Los enviamos a proclamar la paz y a ser pacificadores en sus familias y entre sus amigos; a diario y a cada instante. Por eso los invitamos en forma permanente a transformar la consciencia. Y por eso, les revelamos en profundidad misterios universales, ya que el Creador les está entregando todas las herramientas posibles para que alcancen la perfecta expresión de la unidad con Él, para que sean un puente para los que están en el mundo y no lo conocen ni lo encuentran.
Cada día, hijos, este mundo se adhiere más a las guerras y menos a la paz. Por eso, les pido que curen en ustedes lo que genera las guerras y los conflictos, lo que los lleva a ser combativos los unos con los otros; para que sean pacificadores y precursores de un mundo que vivirá la paz y la unidad con Dios.
Todo es posible cuando obran de corazón, pues el potencial humano es desconocido por todos. El amor de sus corazones es semejante al Amor de Dios y, con una sola gota de ese amor verdadero, ustedes podrían cambiar al mundo, porque el amor transforma y cura todas las cosas.
Hoy los animo a persistir.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Hijos, para equilibrar toda guerra y conflicto en el mundo, sean mansos, pacíficos, fraternos y silenciosos de corazón.
A través del establecimiento de la paz, venzan todo aquello que los impulsa a enfrentar al prójimo ya sea para sobresalir, defender una opinión o por no querer renunciar ni aceptar las propias dificultades ni las dificultades del otro.
Hijos, ya saben que todo conflicto en el mundo es generado por el mal, pero también por la mente y por el comportamiento humano. Saben que todo puede ser equilibrado cuando generan actos de paz sinceros.
Todo puede ser transformado cuando cada uno asume con sinceridad la transformación de su propia vida. Por este motivo, les pido que no solo oren por la paz, sino también que sean pacíficos.
¿Cómo le pedirán a Dios que les conceda la Gracia necesaria para que una nación se pacifique, si día a día alimentan los conflictos y la falta de fraternidad entre los hombres?
Un soldado de este ejército de amor es más que un ser orante, es una consciencia diferente en el abismo oscuro de la vida humana, porque cada día se esfuerza por vencer en sí mismo lo que genera las guerras y a los conflictos del mundo.
Renueven, hijos, la Campaña Sembrando el Amor en la Humanidad. Pidan y concedan perdón, reconcíliense todos los días, porque en un mundo en guerra, siempre habrá algo que perdonar y reconciliar.
Siembren el amor en la consciencia humana, haciendo de la propia vida un jardín de paz, en el cual las acciones fraternas sean fecundas y generen esperanza para este mundo.
La paz debe ser un ejercicio permanente en sus consciencias. Deben realizar el ejercicio constante de pacificar, de perdonar y de reconciliarse. Corten por la raíz las guerras y los conflictos del mundo, comenzando por ustedes mismos. Sigan el ejemplo de Aquel que pacificó primero y que, siendo Hijo de Dios, pleno de sabiduría y de Gracia, renunció a Su Voluntad, a Su Parecer, a Su Majestad y a Su Poder, permaneciendo en silencio en la cruz de la redención de los pecados del mundo, para que todos tuviesen un camino, una verdad y un ejemplo para sus vidas.
La cruz de estos tiempos no es la misma de ayer. El calvario de hoy se recorre a diario, transmutando y transformando en sí mismo los pecados de la consciencia humana y siendo así diferentes en el Todo.
Renuévense, hijos, todos los días y no cedan a los conflictos, ¡Instituyan la paz! ¡Vivan la paz en sus corazones!
Sé que, en estos tiempos de injusticias y de guerras, es difícil pacificarse. Sin embargo, son estas cosas imposibles las que les pediremos: perdonar lo que para el hombre es imperdonable; pacificar al caos y a la confusión cuando estén en medio de grandes guerras; amar y sembrar, cuando a su alrededor otros siembran odio y temor.
Las semillas de amor transformarán al suelo de la Tierra. Por eso, no desistan y renuévense en esa labor divina.
Aquel que los acompaña,
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Reescribe la historia de la humanidad y construye hoy el nuevo hombre que debe ser el hombre de todos los tiempos.
Excluye de tu interior los registros de un ser humano que vive para cumplir la propia voluntad y experimentar el propio poder. A través de la renuncia, del anonimato y de la humildad; descubre, en el acto de no ser nada, al Poder de Dios que colma todos los espacios vacíos para recibirlo.
Sumérgete en tu mundo interior y desde adentro hacia afuera expresa lo que eres. Antes de querer ser, mostrar y aparentar, busca conocerte a ti mismo y, cuanto más te conozcas, más deberás entregar a Dios lo que veas en ti, sin miedo de no ser nada.
Reescribe la historia de la humanidad en tu propia vida. No creas, hijo, que esa historia solo se escribe en la vida de aquellos hombres conocidos por el mundo y que con sus palacios y sus vidas públicas, piensan que son los autores de la historia humana con su propio poder. Esa historia escrita por los aparentes grandes hombres es, en verdad, una historia que se ha repetido a lo largo de la existencia humana.
Ahora llegó el momento de escribir una nueva historia, la que no se construye solo con hechos materiales, sino sobre todo con la experiencia espiritual de la unión con Dios de aquellos que, en el silencio de sus corazones, se vaciarán de sí mismos y se abrirán para que el Creador ingrese en sus vidas, en sus espíritus y en sus corazones.
Es por eso, que hoy traigo ante tus1 ojos un libro en blanco y te pido que seas un ejemplo silencioso y simple para toda la consciencia humana.
Entonces, hijo, toma este libro y escribe en él por medio de los actos de tu vida y de tus pensamientos y sentimientos; escribe mediante el vacío que encuentras cada día, en tu búsqueda y en tu caminar hacia Dios.
Reescribe la historia de la humanidad y, demuestra al Universo y a toda la Creación, la verdadera esencia de este proyecto de criaturas tan semejantes a Dios. Esta esencia nunca fue revelada porque Aquel que la pudo vivir no fue totalmente comprendido, a través de Su Ejemplo, por el corazón humano.
Si entras en lo profundo de tu interior, encontrarás allí a la esencia del ejemplo de Cristo y más que eso, te encontrarás a ti mismo y descubrirás lo que te une al Padre. Y es en ese espacio de tu consciencia donde quiero que tomes este libro, lo abras y comiences a escribir.
Tienes Mi Bendición para esto.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
1 Hablo a cada uno de los que leerán estas palabras y que sabrán, en lo íntimo de sus seres, que Me refiero a ellos.
Hijos, en este tiempo profundicen en su propia vida espiritual. Mientras crece la tensión en la vida planetaria por la expansión del caos dentro y fuera de los hombres, ustedes deben estar cada vez más afianzados en el Propósito Superior, cada día más adheridos al Plan de Dios y menos identificados con las cosas del mundo.
El reino de la materia ya está en decadencia. Como en tiempos anteriores, llegó la hora de cruzar un umbral en la consciencia y encontrar la Verdad que siempre buscaron.
Muchos de ustedes piensan en buscar la Verdad. Sin embargo, delante de ella dudan, tienen recelo, despiertan miedos y no dan un paso en dirección a ella, ni para descubrirla y menos aún para vivirla.
Ya les dijimos tantas veces que la realidad no se asemeja en nada a las cosas de este mundo; sin embargo las mentes siguen buscando compatibilidades entre la vida del espíritu y la vida en la materia. Llegó la hora, hijos, de renovarse y de soltar las cosas del mundo, para conocer, aun en vida, la realidad superior. Sus almas claman a Dios por el despertar definitivo y sus espíritus aspiran ardientemente cumplir con su misión.
Hoy, les abro una puerta delante del corazón: la puerta de la humildad, porque por esa puerta tendrán que entrar en la vida del espíritu. Después, les muestro una segunda, que es la puerta del sacrificio. Luego les muestro una tercera puerta, la de la entrega. Y después de esta, una cuarta: la puerta de la fe absoluta en Dios y en Sus Mensajeros.
Observen, en sus vidas, por cuáles puertas ya pasaron y sigan caminando hasta que se disipe toda duda y puedan vivir, con base en la humildad y en el principio de la fe, una vida pautada por la Verdad de Dios.
Les digo esto porque quisiera que, en sus vidas, dieran pasos más concretos que puedan expresar lo que vinieron a hacer en este mundo como misión espiritual para su propia redención y para el triunfo del Plan de Dios. Y para que esto sea una realidad, es necesario dar un paso en la humildad, en el sacrificio, en la entrega y en la fe absoluta. Si se disponen a vivir estas cosas, mucho le podrá ser revelado al mismo corazón y no tendrán miedo ni duda de seguir esa voz que lo llama a caminar.
Escuchen Mis Palabras no solo como un mensaje más, sino realmente como una necesidad interna de salir del punto en que se encuentran espiritualmente y al final descubrir y vivir lo que vinieron a hacer en este mundo, esa misión que es puramente espiritual y que en nada se asemeja a lo que hacen hoy. No se trata de una destreza, pero sí de asumir sus puestos en la manifestación del Plan de Dios y de expresar la virtud espiritual que guardan, en su propio interior.
Aquel que aspira salir de donde está y vivir lo que digo, que ingrese por esas puertas, clamando al Padre por el despertar, y experimenten, por sí mismos, esta instrucción que les traigo.
Les dejo Mi Bendición para que puedan caminar.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
La entrega de la vida, hijos, no es algo pasajero. La entrega verdadera abarca toda la consciencia y va desde el cuerpo, la mente y el corazón, hasta el alma, el espíritu y la esencia.
Aquellos que se entregan al Creador están poniendo la dirección de sus vidas en las manos del Padre y renuncian a toda meta personal, a sus planes, proyectos y aspiraciones, inclusive la de cumplir con la misión que Dios les encomendó. La entrega debe regirse por el ejercicio constante del vaciamiento de sí mismos y por la búsqueda permanente de no ser nada y no querer nada.
Muchos aspiran a cumplir misiones, que por si solas, exigen la entrega total de sus vidas, como lo es el servicio abnegado e incondicional. Sin embargo, antes de lanzarse a esa entrega, hijos, deben meditar de corazón en lo que ella significa y así, predisponer sus consciencias para algo más profundo, para que ese servicio sea verdadero y para que sus posibles consecuencias sean motivo para consolidar la entrega y no para generar una deuda con Dios, como puede ocurrir en el caso de que pierdan la vida sirviendo .
Les digo esto, porque si en verdad meditan y se lanzan al servicio abnegado y a la consagración, con la consciencia de que la entrega debe profundizarse cada día, solo así podrán convertirse en instrumentos de Dios, y esa condición les dará la Gracia para cumplir su misión con protección y discernimiento correcto.
Sin embargo, si se lanzan a una entrega inconsciente, impulsiva y superficial, corren el riesgo de no recibir la Gracia de Dios y la protección que necesitan y vivirán en constante imprudencia por la falta de discernimiento.
Por eso les digo que no importa la tarea que hacen o el grado de riesgo que corren, sino la profundidad espiritual y consciente de su entrega. Esto es lo que diferenciará al servicio, que tendrá o no la presencia directa de Dios.
Espero que hayan comprendido lo que les dije.
Dejo Mi Bendición a los que se entregarán de corazón.
San José Castísimo
Oren para que el Plan de Dios se cumpla, contemplando, en el Universo, el Propósito perfecto que el Creador tiene para cada una de Sus criaturas.
Reencontrarse con los Mensajeros Divinos y estar en presencia del Padre Eterno, a través de la Puerta de Luz y de Paz que abrimos para el mundo, significa recobrar la pureza y el potencial de amor que les fue entregado a las criaturas en el comienzo de todo y que, un día, se perdieron en los corazones de muchos.
La tarea de los Mensajeros Divinos en este tiempo es más profunda y a veces incomprensible e invisible para la mente humana; porque llegó el momento definitivo para el planeta, cuando la evolución de todos se definirá según las respuestas dadas a las oportunidades recibidas.
Muchos se abren de corazón, aunque sea por un pequeño instante y eso ya es suficiente para que la semilla de un nuevo ser sea sembrada en su interior. Ahí está la eterna esperanza de Dios y de Sus Mensajeros: saber que, a pesar de que la humanidad está tan adormecida, también existe la posibilidad de que despierte de forma más simple de lo que imaginan.
Los Mensajeros Divinos se dirigen hacia Centroamérica para que los que perdieron su vínculo con Dios puedan recuperarlo. Que aquellos que, en el principio, se comprometieron a manifestar Su Plan puedan cumplirlo. Que aquellos que deben convertirse en Nuevos Cristos y que caminan detrás del Señor en todos los tiempos, puedan recordar su misión.
Existen misioneros dispersos en el mundo entero y llegó la hora de llamarlos por el nombre, uno por uno, para que cumplan con su misión.
Nuevos y potenciales Cristos despertarán en este tiempo: consciencias que vivirán el amor y la unidad con Dios más allá de sí mismos; que amarán al prójimo y que darán sinceramente la vida por sus amigos. Consciencias que repartirán el Pan junto a Cristo y que se unirán a ustedes en esta mesa para compartir el Cáliz del sacrificio y de la entrega a Dios, y así hacer que el plan del enemigo se desintegre y que las almas ya no se pierdan de Dios.
Les advierto sobre estos acontecimientos y les agradezco por orar para que este Plan se cumpla.
San José Castísimo
Hijos, reconózcanse como parte de un infinito, al que ignoran, por su propia pequeñez.
El hecho de que la Creación les resulte incomprensible o que no todos los conocimientos estén en sus mentes, no significa que ellos no existan.
La Obra de Dios en este tiempo debe ser definitiva y generar el despertar que las almas tanto esperan desde hace cientos de años.
En todas las religiones, como también en todos los grupos espirituales que existieron en la Tierra y que comenzaron con principios puros, la interferencia de la mente humana desvió muchas veces el Propósito de Dios, y eso hizo que las almas se preguntaran si las religiones son guiadas, en realidad, por Dios o por los hombres.
Así fue que la fe se comenzó a perder en el corazón humano y el Creador envió a Sus Mensajeros para que guíen a la humanidad.
Los Mensajeros Divinos, hijos, no estamos solo con ustedes. También procuramos guiar y advertir a otros grupos y religiones, pero aún así, ellos no fueron capaces de escuchar.
La Voz de Dios está intentando acallar al hombre para enderezar su camino y apartar el poder y la potestad humanos, que algunos piensan que tienen sobre las almas a lo largo del mundo entero.
El corazón humano perdió la confianza en sus semejantes, porque aquel que no es confiable no puede confiar en el prójimo. Es por esto, hijos, que muchos niegan las Palabras de Dios, pronunciadas a través de los tiempos.
Aquel que es transparente y verdadero en su fe, reconoce la verdad cuando ella está ante sus ojos y no teme ni duda cuando escucha las Palabras de Dios, porque sabe que es capaz de seguirlas, inclusive más allá de sí mismo.
Hijos, si quieren reconocer la verdad, sean verdaderos. Si quieren vivir la plenitud y lanzarse a la Voluntad Divina sin miedo de engañarse, entonces no engañen al prójimo, no mientan, no manipulen, atraigan hacia sí solo la sabiduría y la verdad.
Vivirán en paz y sin desconfiar cuando puedan sembrar la paz y la confianza en el mundo por medio de sus obras, de sus sentimientos y de sus palabras.
Solo podrán autoproclamarse apóstoles de Cristo cuando en verdad sigan Sus Palabras y vivan para Él y no para sí mismos.
Los hombres no temerían por la destrucción de la iglesia si no supieran que ella está por caer debido a sus propias acciones. No necesitarían temer por la destrucción de la Obra de Dios si supieran que ella, en verdad, es de Dios y no de los hombres y si supieran que harán todo en obediencia a los Designios del Padre para que esta Obra se mantenga.
Hoy, hijos, les enseño a ser verdaderos, porque así reconocerán la verdad. No hay otra forma de perpetuar una Obra sino con la verdad y con el ejemplo vivo que ofrecen al mundo.
No teman las palabras de los hombres, porque quien señala falsas mentiras en el prójimo es porque intenta esconder las propias.
Sigan a la verdad y trabajen todos los días para ser cada vez más trasparentes ante Dios. Así, las máscaras de la ilusión caerán por sí mismas.
Aquel que los advierte para que sean verdaderos y humildes,
San José Castísimo
La recompensa del servidor de Dios es el eterno servicio. El Creador renueva a Sus siervos en el acto de servir, y los nutre con la certeza de estar cumpliendo con Su Plan.
Hijos, la gran escuela de los discípulos de Cristo, en este tiempo, es la eterna renuncia. Sin embargo, les hablo de la renuncia de las cosas del mundo, de las comodidades y de los placeres que la humanidad, en su totalidad, apreció mucho mantenerlos.
Aquellos que temen a la renuncia, es porque, en verdad, jamás conocieron la Gracia de servir a Dios. Porque es renunciando a todo lo pasajero, que se encuentra aquello que es eterno y que nutre al alma, al cuerpo y al espíritu, dejándolos plenos en Dios, más allá de las apariencias del mundo.
Aquellos que quieren sustentarse durante su propia purificación deben encontrar su paz en la renuncia de todo resultado sobre sí mismos, pues sufre mucho aquel que todo el día mira para su propia herida y no permite que cicatrice, por el poder de su pensamiento sobre ella.
Deben reconocer que las heridas están ahí, pero para que el dolor no les atormente la vida ni les impida hacer todo lo que son llamados a hacer en este tiempo, tienen que quitar los ojos de sí mismos.
Es por eso, hijos, que cuanto mayor sea su grado de consagración, mayor debe ser la renuncia, porque se les pedirá un perfeccionamiento profundo y serán llevados a vivirlo más allá de su propia voluntad. Sin embargo, no es eso lo que debe estar en su consciencia, porque el Plan de Dios se manifiesta viviéndolo y no pensando en él.
De esa forma, deben saber que aquel que da todo también recibirá todo y aquel que deja de lado sus propios procesos, sus purificaciones e, inclusive, sus necesidades, para ayudar a los otros, será recompensado por Dios y alcanzará la expresión de Su Plan, sin darse cuenta.
Por eso, hoy les señalo el camino del servicio y de la trascendencia y les agradezco por intentar superarse por amor al Plan del Creador. Es en esa eterna tentativa y en la verdadera aspiración, que él se cumple. Sigan adelante.
Su Padre y Compañero en el camino de la ascensión,
San José Castísimo
Cuando los corazones se unen para cumplir el Propósito Divino, las imperfecciones, las dificultades y los obstáculos se disuelven. Es en el misterio de la verdadera unidad donde las almas se equilibran las unas a las otras, para que todas alcancen la meta del Encuentro con Dios.
Hijos, cada corazón y cada consciencia tienen algo único para ofrecer al Plan, algo que no está vinculado a ninguna destreza material. Hablo de virtudes espirituales, energías tan desconocidas para la humanidad, que ni siquiera se encuentran entre los conceptos de sus diccionarios. No existe, expresado en palabras, esto que les digo; Pero aquellos que viven en el espíritu de la unidad podrán sentir cómo las almas se elevan en simplicidad a Dios y de una forma desconocida recorren el camino que las lleva al Creador.
Cada prueba que es colocada en sus vidas tiene un motivo espiritual para existir y aunque, en todos los niveles por debajo de Dios, todo parezca imprevisible, el Creador sí observa en silencio el cumplimiento de lo que Él escribió para la consciencia humana. El Pensamiento Divino es vivo y también lo es Su Plan. Por eso, no hay nada que sea un misterio para Dios.
Les digo esto para que comprendan que estos son tiempos de construir la unidad y de reconocer que las circunstancias para aproximarse a Dios nadie las construye en forma individual, sino que se construyen por medio del amor que cada uno tiene por Él.
La concreción del Plan Divino se encuentra en descubrir la unidad. Por eso es importante que sientan que sus miserias desaparecen cuando aquel que está a su lado las equilibra con sus virtudes y de esta forma, un alma lo hace con la otra hasta construir una unidad perfecta e inmaculada, capaz de recibir códigos nuevos.
Para reconstruir al mundo, cuando llegue la hora de hacerlo, no precisarán otra cosa que no sea la unidad y el amor. Experimenten esas instancias en las que viven la unidad y el amor no solo como algo inusitado o que viven sin premeditar. Reflexionen sobre los acontecimientos y perciban cómo el Creador los prepara siempre e inclusive en circunstancias aparentemente muy negativas. Pero cuando hay disposición y unidad, el Creador hace surgir de allí un aprendizaje único que les servirá en cada instante de sus vidas y mucho más en los días que vendrán.
Comprendan, de esta forma, la importancia de responder al Llamado Celestial y también la importancia de esforzarse día y noche para vivir la unidad, para dejar que lo mejor del otro los transforme y para aportar al prójimo siempre lo mejor.
Mediten en este aprendizaje y amen al espíritu de la unidad y que, más allá de las pequeñas circunstancias, él se expanda a diario en cada pequeño detalle.
Aquel que los ama y los acompaña siempre,
San José Castísimo
Para transformar la condición humana es necesario conocerla profundamente.
Desde su creación, hijos, desde que llegaron a la Tierra con los velos cubriendo sus ojos y sus consciencias, la humanidad se acostumbró a vivir una ilusión seguida de otra y no solo ignoraba su pasado y su futuro, como también creía que era algo que no era.
Debido a la actual situación planetaria de caos y de perdición, y al no encontrar un sentido para las propias vidas, muchos van en búsqueda de la verdad y la sed desenfrenada los hace beber el agua de cualquier fuente que aparezca, como si ella fuera la más pura y cristalina de todas.
Deben cuidar, hijos, de las aguas que beben y de los conocimientos que buscan, porque todas las aguas pueden saciar la sed de aquel que está seco en espíritu, pero si siguieran bebiendo de un agua contaminada por el poder y por la vanidad humanos, podrían acabar muriendo en espíritu, por ignorancia cuando creían haber encontrado la verdad.
Beban del agua que Dios les envía por medio de Sus Mensajeros y confíen que en ella está todo lo que necesitan. Aquel que bebe de dos fuentes, pecando por el ansia del poder y de la posesión de nuevos conocimientos, podrá ahogarse en su ansiedad.
Beban del agua que los lava, los transforma y los purifica y no del agua que los engrandece y envanece sus almas, confundiéndolas.
El verdadero conocimiento nutre a la consciencia y madura al espíritu y no a la personalidad.Incluso les digo que muchas veces les llegará de Dios una instrucción que comprenderán con el alma y no con la mente. Aun así, aunque les sea incomprensible en ese momento, ella los transformará y los llevará a nuevos planos en los cuales un día podrán comprender aquello que los hizo llegar hasta allí.
Beban de la fuente del amor, del sacrificio, del servicio y de la oración. En ella se encuentran todas las ciencias.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Hijos:
Todo está cumplido cuando el corazón es humilde delante de Dios y del prójimo.
Todo está cumplido cuando la consciencia comprende la importancia de cada Reino de la Naturaleza y de cada esencia viva en la manifestación del Plan de Dios.
Todo está cumplido cuando la fe trasciende las apariencias. Todo está cumplido cuando el amor vence a la individualidad y al egoísmo, y los seres comprenden y viven el principio de la unidad.
Todo está cumplido cuando la mente se silencia y da espacio a la voz del corazón. Todo está cumplido cuando la ignorancia cede lugar a la verdad y las dudas son disipadas ante la expresión de la luz.
Todo está cumplido cuando la búsqueda de la felicidad da espacio al encuentro con la verdadera alegría de cumplir la Voluntad Divina.
Todo está cumplido cuando la materia se rinde y, entregando sus aparentes límites, descubre en sí misma al Infinito.
Todo está cumplido cuando la transformación alcanza a la consciencia, y el espíritu se encuentra preparado para recordar su origen.
Todo está cumplido cuando los seres aprenden a perdonar, y ese perdón abre las puertas a la redención planetaria.
Todo está cumplido cuando la paz triunfa en el interior de los seres, y los pacificadores la establecen en el suelo sagrado de la Tierra.
Todo está cumplido cuando la oración se torna el único idioma, la única forma de expresión del verbo humano, extirpando de su boca y de su consciencia toda crítica, todo juicio y toda separatividad.
Todo está cumplido cuando los hombres escuchan la Voz de Dios y responden a Su Llamado.
Todo está cumplido cuando los corazones se reconocen jardineros de la nueva vida en este mundo y preparan, con virtudes y Leyes divinas, el suelo fecundo de la Tierra.
Hijos, todo estará cumplido cuando lean Mis palabras y las vivan. Ustedes podrán, un día, mirarse a sí mismos y comprender que allí se encuentra el libro vivo que, a pedido de Dios, escribí en la consciencia humana.
Su padre y compañero,
San José Castísimo
El camino hacia la Nueva Humanidad no debería ser largo, a pesar de ser muy laborioso para la actual consciencia humana.
Mirando a los seres humanos de hoy, muchos se preguntan: “¿De dónde surgirá la Nueva Raza*? ¿Dónde está el nuevo mundo? ¿Será que él aparecerá de un momento a otro, inesperadamente?”.
Hijos:
La Nueva Humanidad es llamada “nueva” porque le hablamos a una consciencia humana que desconoce completamente la verdad sobre sí misma.
Desde el momento en el que la humanidad fue creada por Dios, y este Proyecto divino y arcangélico entró en acción, todo ya estaba cumplido, y la perfección ya estaba manifestada en la materia.
La perfección está escondida, cubierta por capas y más capas de profunda ilusión, que hacen que la consciencia sufra por no poder encontrarse a sí misma en esencia, en verdad.
El sufrimiento más ilusorio de todos es el que ustedes viven cuando están perdidos de sí mismos, porque esta es la hora de la gracia, la gracia de descubrir la verdad.
¿Por qué ustedes sufren por sus imperfecciones, en lugar de buscar la esencia, la verdad?
¿Por qué temen perder algo que jamás les correspondió, para conocer finalmente lo que son, como hijos de Dios?
Muchos se preguntan cómo vivirán en este mundo, en sus vidas tan comunes y humanas, los principios de un Plan que, en verdad, es cósmico y universal. Esos principios, hijos, son internos. La expresión y la manifestación de ellos es lo que transforma la vida sobre la Tierra.
No esperen que el planeta cambie para entonces encontrar las condiciones favorables para la propia transformación, porque son ustedes quienes deben cambiar al mundo. Y no les hablo de un proyecto ideológico, político ni social; les hablo de las pequeñas cosas; les hablo de los actos de fraternidad y de verdadero amor; les hablo de una mirada y de un gesto sinceros para con los que están olvidados; les hablo de un acto de paz para con aquellos que están alterados por el caos del mundo; les hablo de acciones que corten la cadena creciente del mal en el planeta, porque los proyectos sociales son tan humanos como todo lo que ustedes construyeron hasta ahora como humanidad.
Para llegar a algo verdaderamente grande y espiritualmente grande, transformen lo pequeño, lo simple, lo profundo. Y es ahí, a través de su ejemplo, que moverán las estructuras de los incrédulos y harán reflexionar a los que están buscando la verdad y no la encuentran.
Es con el ejemplo que señalarán el camino; es con amor como encenderán una antorcha en este mundo de oscuridad, para que los que caminan ciegos puedan encontrar una salida.
Podría decirles muchas más cosas que las que ya les dije y renovarlos por medio de Mis palabras, pero cuando el padre se aparta, el joven crece y encara la vida y sus dificultades de una forma más madura. No hay otra salida para sobrevivir sino practicando lo que se aprendió.
El hecho de que los Mensajeros Divinos se alejen de sus vidas no es para abandonarlos, sino para hacerlos crecer, porque ya es hora, hijos. Y no solo la sociedad, sino todo el universo reclamará de ustedes ese crecimiento, para que puedan soportar lo que vendrá y para que sean un verdadero triunfo de Dios.
Que en esta reparación de la fraternidad, de la unidad y del amor, ustedes puedan, un día, dejar de reparar la propia consciencia para llegar a la consciencia humana, a los Reinos de la Naturaleza y al planeta, pues más allá de ustedes mismos, hay mucho para ser reparado.
Como buen carpintero y siervo del Señor, Yo los acompañaré siempre.
Su padre y amigo, compañero de todas las eras,
San José Castísimo
Hermana Lucía de Jesús:
Cuando San José se aproximaba para transmitir Su mensaje, comenzó a mostrarnos algunas imágenes de la vida de Jesús anteriores al cumplimiento de Su misión pública. San José mostraba a Jesús trabajando en una carpintería, conversando con personas, caminando solo… Y, mientras mostraba esas imágenes, decía: “Hijos, Jesús vivió tres años públicamente, pero treinta en el anonimato. Vivió tres años proclamándose el Hijo de Dios Vivo, pero treinta en humildad, como simple carpintero, nacido en una familia pobre. Con eso, aprendan que no hay quien viva mejor una tarea pública que aquel que aprendió a vivir en el anonimato”.
Y, entonces, me pidió que anotara el mensaje de hoy.
No hay guerrero más valiente que aquel que se vence a sí mismo.
No hay predicador más preparado para su misión que aquel que se prepara en el silencio.
No hay corazón más dispuesto a recibir a Cristo que aquel que se abandonó a sí mismo por medio de la esencia de la humildad.
Hijo, no hay alma más consagrada a Dios que aquella que reconoce que su consagración comienza en el espíritu y que su rendición absoluta es lo que más importa, porque si no hay rendición, no habrá ninguna consagración.
Vive, con la alegría que puedas sentir, la renuncia a ti mismo.
Alégrate al esperar en el Señor la hora en que Él te llamará a Su lado y deja que la humildad sea la que prepare tu espíritu para la misión que debes cumplir en estos tiempos.
No hay corazón más atento a Mis palabras que aquel que aspira a vivirlas y que intenta hacerlo, todos los días, en el silencio de su corazón.
Recuerda lo que hoy te dije con simples palabras, pues aquí se encuentra la diferencia entre vivir una experiencia crística y no encontrarla nunca.
Tu padre y amigo,
San José Castísimo
Hijos:
El crecimiento humano muchas veces es difícil y doloroso. Cruzar tantas etapas de maduración física, emocional y mental requiere el esfuerzo y el empeño de quien las vive.
El crecimiento espiritual es semejante al crecimiento humano: los seres viven diferentes ciclos evolutivos que demandan de sus consciencias una madurez cada vez más profunda y consolidada.
En la vida humana física, el ser que crece va asumiendo cada vez más su papel en la sociedad y se responsabiliza de su sustentación y de la construcción de su futuro. En la vida espiritual, el ser que crece y madura va asumiendo su responsabilidad ante el Plan de Dios y se reconoce responsable, no solo de su evolución, sino también de la evolución de toda la humanidad, del planeta y, en consecuencia, del universo.
Este último ciclo evolutivo del despertar de los nuevos soles marca el umbral entre el viejo y el nuevo hombre. Será la hora, hijos, de cruzar espiritualmente ese umbral y de enfrentar los cambios que eso ocasionará en sus vidas; enfrentar las resistencias y los obstáculos impuestos por ustedes mismos a esa maduración, así como lo hace un joven que está en transición hacia la vida adulta y, muchas veces, se resiste a dar ese paso.
Muchos quieren vivir la vida espiritual, aspiran a conocer la verdad sobre sí mismos, sobre este mundo y sobre muchos otros; pero lo que deben comprender ahora, hijos, es que ese paso en la vida espiritual que les permite conocer la verdad sobre toda la existencia genera un compromiso que requiere cierto esfuerzo y transformación.
Eso es lo que sucede con muchos jóvenes que quieren vivir solos, tener la propia casa y el propio empleo, pero que no comprenden que la vida independiente les exigirá un crecimiento mental y emocional inmediato.
No correspondería que consciencias con determinado grado de instrucción no tuvieran el mismo grado de compromiso consciente con el Plan de Dios. Esta, hijos, es la Ley de los universos, de la vida, de la Creación.
Para que nuevos mundos se revelen frente a sus ojos, deberán madurar espiritualmente. Y como ahora el cambio de los tiempos es urgente, y la verdad surge hasta para los que no la quieren ver, la propia condición del planeta exigirá a todos un crecimiento espiritual inmediato y concreto.
Este crecimiento no es más que una transformación verdadera en la consciencia, una respuesta al Creador, con ejemplos diarios de que ustedes comprenden los tiempos en que viven y su responsabilidad en el Plan de Dios.
Hijos, les digo estas cosas porque ya estamos en la última hora, y no leerán más tantas hojas de instrucciones como antes, porque todo ya fue dicho y es hora de ponerlo en práctica.
Por el crecimiento espiritual de la humanidad,
San José Castísimo
Hijo:
Si te sientes perdido de ti mismo, no te busques. No quieras encontrar lo que Dios retiró de ti. Busca en Dios la verdad, lo nuevo, el renacimiento de tu materia humana en todos sus niveles.
Los impulsos de un nuevo tiempo están llegando a tu vida, impulsos que ya sabes que te llevan a una definición absoluta y no parcial.
En este tiempo, en este ciclo, es momento de dar pasos más concretos, que consoliden la transformación en la consciencia.
Pero no solamente por medio de Mis palabras debe llegarte esta información. La certeza de que tienes que ser otro, ahora y no después, debe partir de tu interior. La necesidad de transformar tu consciencia debe venir de ti mismo.
Cada ser humano, en lo profundo de su ser, ya sabe cuáles son los pasos que debe dar, porque la verdad se oculta en el mundo interior de cada uno. Lo que sucede es que las capas que la cubren van cayendo a medida que la consciencia recibe impulsos reales de transformación y el Universo sabe que, al encontrar la verdad, la consciencia la vivirá.
La verdad se revela por partes a los ojos internos de cada ser; a medida que el ser madura y crece lo suficiente para vivirla, ella se va revelando.
Es el crecimiento de cada uno lo que dicta el grado del despertar y de la transformación. Esas proporciones forman parte de Leyes universales que rigen la vida más allá de este mundo, que rigen la evolución y las esencias, que trascienden la comprensión o la adhesión humanas.
Hijo, no esperes que tu ser tenga la fuerza interior suficiente para dar los pasos que necesitas dar, porque cuando comienzas a caminar, es que la Gracia hace descender sobre ti la fortaleza que necesitas, según el camino que recorrerás.
Solo el hecho de que ese camino esté visible en el horizonte de tus ojos ya debe simbolizar para ti, hijo, que llegó la hora de recorrerlo y que tienes todo el potencial para seguir adelante.
Todo es Ley de Correspondencia: anda y los caminos enseguida se te abrirán. Busca y encontrarás. Acepta la verdad y la conocerás. Lánzate a lo desconocido de los Planes de Dios y, cuando todo esté cumplido, comprenderás.
Tu padre y amigo,
San José Castísimo
Hijo:
Multiplica los impulsos que recibes con la alegría del corazón y la disposición permanente a trascender lo viejo, para vivir lo nuevo.
Rememora cada instrucción recibida en los últimos días, en los últimos tiempos. Vuelve a sentir en tu interior aquella alegría que emanó de tu alma cuando estuvo ante la posibilidad de vivir en plenitud los Planes del Altísimo.
Que no te consuma la rutina diaria ni te consuman tus dificultades. La consciencia humana está mucho más dispuesta para abrazar las limitaciones que a su verdadero potencial, porque fue educada para que nunca descubra la realidad sobre sí misma y para restringir siempre la grandeza de la semejanza con Dios a la pequeñez de un cuerpo humano transitorio.
Transforma, entonces, esos viejos patrones de consciencia y aférrate a lo más perfecto y maravilloso que hay dentro de ti. Reconoce, sí, las dificultades, pero sabe que más allá de ellas está tu posibilidad de trascenderlas, no por ti mismo, sino porque escondido dentro de ti se encuentra Aquel que puede todas las cosas, las imposibles e impensables. Él es tu posibilidad de trascendencia. Estar en Él es descubrirlo dentro de ti y reconocer que tú eres parte viva del Creador, así como lo es toda la vida manifestada.
Concéntrate, hijo, en no perder la alegría y la esperanza, para que esos dos dones divinos te impulsen siempre a lo nuevo y para que encuentres en ellos la fuente eterna de la vida en sacrificio, en entrega, en renuncia y en trascendencia; atributos tan temidos por aquellos que aún no descubrieron que la plenitud se encuentra en servir a Dios con alegría y perderse de sí mismos para encontrar, en su lugar, al Creador de los universos.
Piensa en lo que te digo, hijo, y más que eso, tómalo como una posibilidad para ti. Tus dificultades no desaparecerán ni tampoco las imperfecciones dejarán de herir a tu alma. Lo que ocurrirá es que ese peso te será más leve, porque lo más importante para ti no estará en los defectos, sino en la grandeza de Dios, en Su posibilidad de transformar todo lodo, toda impureza, y tornar sagrado y perfecto aquello que antes era un simple barro en Sus Manos.
Confíate al Señor y ten en Su perfección tu mayor esperanza. Esfuérzate por estar en Sus Manos todos los días y encuentra tu eterna alegría en los dones que alejan al mal y te aproximan a Dios: sacrificio, renuncia, entrega y trascendencia.
Aquel que te llama a servir con alegría y a no perder de vista la perfección de Dios en el corazón,
San José Castísimo
¡Oh alma que aspira a consagrarse cada día más a los Planes Celestiales, déjate llevar por los impulsos y no por la impulsividad!
Reconoce la diferencia entre las corrientes poderosas que provienen del cosmos y que te invitan a dar un paso concreto y preciso, y las corrientes desenfrenadas de la mente y de las emociones, que te llevarán a buscar un camino que no es para tus pies. Medita con el corazón y no elucubres.
No pronuncio estas palabras para confundirte en tus decisiones, porque en verdad ya estás lo suficientemente madura para percibir la diferencia entre impulso e impulsividad. Solo te digo esto para que estés atenta y no pierdas jamás tu disposición de seguir adelante, sino que tu ímpetu por caminar te lleve a la meta correcta que Dios pensó para ti.
No es más momento de lanzarte en caminos inciertos por no meditar y no sentir la dirección por dónde ir. Pregúntate antes de dar tus pasos y no respondas con la mente lo que le corresponde al corazón decidir.
Persevera en la meta que Dios tiene para ti y no te resistas a seguir Su Voluntad. Si te alegras con la Voluntad de Dios, tu vida podrá ser pleno regocijo interior. Y, aunque vivas alguna dificultad, nada retirará de ti la alegría de vivir lo que te fue destinado.
Aquel que te alerta para que des pasos precisos en estos tiempos de definición,
San José Castísimo
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más