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Cuando la Ley de Dios desciende sobre los espíritus, esa Ley es movida por Su Amor y por Su Voluntad. La Justicia Divina también es Amor.
Si un corazón no se abre por sí solo y no se deja tocar y moldear por la Divina Misericordia, para que la Ley de la Evolución no se detenga en la Creación del Padre, desciende sobre los seres Su Justicia. Pero la Justicia Divina también es Amor. La Justicia Divina no es un castigo que desciende sobre los hombres, la Justicia es lo que mueve a la Ley de la Evolución, y la que disuelve los obstáculos que impiden que las criaturas sigan creciendo. La Justicia es movida por el amor, pero no por el amor humano, no por el amor a una única criatura, sino a toda la Creación.
La Misericordia es la Ley que, por la salvación de una sola alma, coloca en riesgo a muchas otras. Por eso, todas las causas imposibles encuentran solución en la Divina Misericordia, pero para que ella actúe en una consciencia, esa consciencia necesita abrirse, pedir, clamar y rendirse, entregando todo el orgullo, la soberbia y la vanidad que ciegan sus ojos y no le permiten ver a Dios delante de sí mismo.
Cuando el ser se rinde y se humilla ante Aquel que es la propia Vida, la Misericordia actúa, y no importa el peso de sus faltas o la gravedad de sus errores: si el corazón es sincero, todo puede ser curado.
La Justicia solo llega cuando los corazones cierran sus puertas a la Divina Misericordia y prefieren seguir ciegos ante el Padre, antes que rendirse a Él verdaderamente. Y la rendición de la que les hablo no es una palabra que sale de la boca del hombre, ni siquiera un movimiento que pueda hacer su cuerpo ante un altar. Para rendirse, deben cansarse de lo que son y buscar asiduamente ser otros.
No basta entregar algo a Dios, ustedes deben hacer que su entrega llegue a Sus Manos y esforzarse para que la propia condición del error dé espacio a lo que, en verdad, deben ser.
La Justicia viene a colocarlos en el lugar que les corresponde, lugar en el que podrán observarse a sí mismos y percibir cuántas veces la Mano de Dios estuvo tendida delante de ustedes y le dijeron “no” con sus acciones, su poca fe y su falta de esfuerzo y perseverancia verdadera.
La Justicia, hijos, no es un castigo. La Justicia es Amor; Amor que aprecia y cuida toda la Vida y coloca a cada ser donde debe estar, para que la evolución fluya en todos los niveles.
Si algún día les toca la actuación de la Justicia, no teman sino agradezcan, porque la Justicia es Amor. Permitan que esa Justicia lave sus ojos y les traiga nuevas oportunidades de crecer. Porque lo que Dios ofrece a Sus criaturas es Su Infinito Amor, y unas lo reciben por el vehículo de la Justicia y otras lo reciben por el vehículo de la Misericordia, según como abran sus corazones y dispongan sus consciencias.
Sea por la Justicia o por la Misericordia, sientan el Amor de Dios que los llama a ser otros y pidan la Gracia de cumplir Su Voluntad. Tal vez, un día, ni por la Justicia, ni por la Misericordia, Él tenga que enviarles Su Amor, porque ese Amor podrá emerger de los corazones de aquellos que se unen esencialmente a Dios; y encontrarán, en sí mismos, la semejanza con Él.
Con estas palabras, los preparo para los tiempos de Justicia y Misericordia.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Hoy quiero presentarles un Reino, un Reino que siempre los acompañó desde el principio de esta caminata evolutiva y que, a pesar de estar sobre él hace tanto tiempo, muy pocos lo conocen.
Hoy quiero presentarles un Reino que permanece en el planeta, en los mundos espirituales, donde los ojos de la materia no ven, pero los corazones lo sienten.
Llegó la hora de conocer ese Reino sobre el cual tienen sus pies para que, en el momento en que él emerja como una semilla de la Nueva Humanidad, como una puerta hacia la Nueva Jerusalén, puedan reconocerlo y no teman ingresar en él.
Hoy quiero presentarles un Reino en donde habita Mi Divina Consciencia y también el Amor Universal de Dios; quiero que sientan ese amor en sus corazones y, de esa forma, disuelvan todo el miedo de conocer la verdad sobre la vida en la Tierra.
Este planeta, así como sus corazones y toda la Creación, guarda en sí muchos misterios, muchas verdades que la humanidad no conoció porque sus ojos estaban en la obscuridad, sus mentes en la ilusión y sus corazones cerrados a la vida del espíritu.
Después de tanto tiempo pisando con los pies en este suelo sagrado, llegó la hora de que sus espíritus, sus almas y sus consciencias finalmente puedan ingresar en él; llegó la hora de que el planeta, hijos Míos, reconozca que lo sagrado habita en su interior, reconozca la grandeza de la vida espiritual que en él se guarda y despierte a esa vida, para que ella exista no solo en los niveles del espíritu.
Que esa vida sagrada pueda existir aquí, en la superficie del planeta. Que sus pies ya no estén más sobre un suelo sagrado, sino que todo lo que tocan, cada espacio en el que viven sea sagrado, que sus seres se tornen sagrados, que lo sagrado emerja de sus esencias, convirtiendo sus espíritus en aquello que el Creador espera de cada uno de ustedes.
Ustedes son Mis hijos, son hijos de este Reino y deben ahora tornarse verdaderamente Mis compañeros, aquellos con los cuales pueda contar para construir la Obra Divina en este lugar y, respondiendo a la Voluntad de Dios, pueda enviarlos a muchos otros lugares del mundo donde lo sagrado también existe y la humanidad lo ignora.
Quiero despertarlos para que despierten a otros y, de esa forma, creen una red en la consciencia humana para que aquellos, que tanto esperan, encuentren el despertar y el sentido de sus vidas.
Cierren los ojos e ingresen en este Reino que hoy les presento. Sus templos no son solo de cura, vienen también para liberarlos y despertar, en ustedes, el amor al Plan de Dios.
Enciendan el espejo del propio corazón y únanlo a los Espejos de este Reino; de esta forma, lo que hay de más puro dentro de cada uno de ustedes se podrá reflejar en los Espejos de este Reino hacia toda la humanidad y podrá crecer en sus consciencias como forma de tornarse, cada día, mayores servidores de este plan de Amor.
Este Reino los aguarda desde el origen, porque ustedes se comprometieron con Dios a manifestarlo en la superficie de la Tierra. Los niños que hoy viven aquí son aquellos que construirán la Nueva Jerusalén, aquella tierra que no solo es una promesa divina, es una verdad divina, un arquetipo superior que aún aguarda en el Reino Celestial para poder descender sobre el planeta.
Yo no vengo a convertir sus espíritus en espíritus sagrados solo para que conozcan un poco más de paz. Yo vengo, hijos, por un propósito superior, porque para que este Reino sagrado emerja y para que la Nueva Jerusalén descienda, sus almas deben estar cristalinas, sus corazones puros y sus espíritus despiertos a la vida superior. Esa vida no se encuentra más allá de las estrellas, se encuentra dentro de cada uno de ustedes y debe emerger del interior del planeta para convertir la vida en la superficie de la Tierra. Con todo lo que les hablo, les abro la puerta de este Reino para que, finalmente, ingresen y alcancen el despertar.
Muchos de los que están sobre este suelo sagrado están viviendo su última oportunidad, porque es el momento de convertir los errores del pasado y despertar el corazón para la manifestación del amor y el cumplimiento del Plan de Dios, más allá de los planes personales.
Hoy coloquen sobre el suelo que tocan, que pisan, sus planes, sus metas, sus aspiraciones y sus deseos para que, con la irradiación de Mis manos, Yo pueda depositar en sus esencias el Plan Divino, la meta del Padre para cada uno de ustedes, la aspiración del Creador para sus criaturas, que está tan distante de todo lo que ustedes desean para sí mismos.
Hoy coloquen en este piso que tocan toda aspiración material, toda competencia, toda necesidad de poder, de conquista; porque en esta tarde ya no conquistarán nada, sino que será el Creador que, por la rendición de sus espíritus, conquistará sus corazones y les mostrará, hijos, la gran verdad que Él aspira a que vivan desde el principio.
Ingresen en este Reino, sin por las puertas de la redención. Dejen que sus espíritus sean acogidos por este Reino de amor.
Aquí encontrarán a hermanos de otrora que los acompañan en lo invisible de sus vidas.
Aquí encontrarán a la Consciencia Divina que hizo de este Reino Su casa para que así se pudiera manifestar Su Plan en este planeta.
La Consciencia del Creador hizo descender una de Sus Faces en esta casa para que de esta forma, hijos, ella se torne aún más sagrada y, cada día, pueda emerger de ella el arquetipo de la nueva vida, de la Nueva Humanidad.
Ingresen en este Reino y permítanse ser curados. Dejen que sus espíritus vivan la redención y, con ese paso simbólico, atraigan muchas más almas que están ligadas por la corriente de la vida y que necesitan que ustedes den un paso para que ellas también puedan ingresar en esa escuela de amor y de perdón.
Contemplen hoy las puertas de este Reino y reconozcan que, atrás de ustedes, existe una enorme fila de almas y espíritus que claman por redención.
Den un paso sin miedo e ingresen con toda su consciencia. Contemplen, dentro de este Reino, sus lagos de luz que se reflejan en los espejos de sus corazones.
Contemplen en este Reino sus jardines de cura, de rehabilitación, que los llevan a la paz, que los unen al Corazón de María porque están profundamente ligados a Su Reino Celestial.
Contemplen sus templos, entren en ellos, sientan la paz, la presencia de los ángeles que acompañan al Creador en su nueva misión en la Tierra.
Sientan hijos, la liberación de sus vidas, de sus corazones. Díganle sí a Dios y que aspiran cumplir con Su Plan.
Dispónganse de corazón para que, después de ser curados, puedan servir y auxiliar a la humanidad, que encontrará aquí una puerta para la liberación, para la salvación de los Reinos de la Naturaleza, para el alivio de los espíritus que padecieron en las guerras, en los conflictos en este mundo y más allá de él, porque no solamente aquí existen guerras; todo el universo vive la dualidad que enfrentan en este planeta y es para equilibrar esta dualidad universal que ustedes vienen al mundo para despertar la unidad y el amor en sus corazones.
Por eso, hoy coloco sus consciencias delante de un misterio aún mayor, que es trascender sus vidas, no solo por la conversión de la vida en el planeta, sino por la vida en todo el universo; porque, aunque no lo crean, el sí de sus corazones repercute en cada estrella que ustedes ven en el cielo cuando cae la noche. Y, dentro de cada una de esas estrellas, existen muchos ojos que los contemplan, muchos corazones que esperan que digan sí y conviertan sus vidas en una fuente de transformación para toda la existencia.
Ingresen en este Reino y soporten con paciencia la propia purificación, soporten con gratitud al viejo hombre que será arrancado de sus seres, los atavismos y los compromisos con el mal que un día pudieron hacer por ignorancia y por ilusión.
Ingresen en este Reino y no tengan resistencias, porque sus aguas lavarán sus espíritus y los renovarán para que puedan cumplir con el Plan del Creador.
Hoy los coloco delante de este misterio y les pido, hijos, que solo lo contemplen, que lo sientan y que no salgan de este lugar para vivir un día más.
Salgan de este lugar con la aspiración, con la aspiración divina en sus esencias. Salgan de este lugar con la determinación de despertar a la vida superior, de no dudar de la existencia de un Plan Mayor que trasciende la mente y la comprensión humana.
Salgan de aquí con la determinación de saber y de conocer su verdadero origen. Salgan de aquí con la determinación de ser otros, sabiendo que existe una verdad que trasciende todas las enseñanzas que ya fueron transmitidas en la Tierra, que trasciende, incluso, las verdades de los libros sagrados porque se ocultan en los símbolos de las palabras allí escritas.
Para sellar su compromiso con Dios y unirlos definitivamente a este Reino, Yo les daré de beber y de comer de uno de los grandes misterios universales para que la conversión de estos elementos convierta también a sus consciencias y, con este misterio vivo dentro de ustedes, puedan develar el misterio de la propia existencia y saber que, de la misma forma que este pan no es solo un pan y este vino no es solo un vino; ustedes no son solo lo que ven, la materia que aparentan ser, las emociones que sienten, los pensamientos que emiten, sino que existe una verdad oculta y es allí que yace la esperanza de Dios.
En esta verdad, en este misterio que, poco a poco, así como develan la conversión del pan y del vino, ustedes irán a develar la conversión de la materia en lo que verdaderamente es, y la conversión de estas casas en lo que verdaderamente son, la conversión de estos valles en lo que son y la conversión de este mundo en lo que debe ser.
Hoy ustedes comulgarán de los códigos de una nueva vida. Hoy coloco estos elementos en las manos de aquellos que los guían, que son tan responsables de este Reino en la materia como en el espíritu.
Coloco estos elementos en las manos de aquellos que los sirvieron incansablemente desde el origen. Este es un Consejo que representa no solo a esta Obra, sino también a una gran parte del Plan de Dios en la Tierra.
Con sus corazones abiertos, hijos, emanen gratitud al universo para que, de esta forma, curen el pasado y preparen en estos tiempos una vida de mayor compañerismo.
Llegó el momento de que sean compañeros no solo de Mi Casto Corazón, del Corazón de María o del Sagrado Corazón de Jesús, sino también de que sean compañeros de aquellos que los guían para que, en este tiempo, esta Obra pueda ampliarse y el Plan de Dios pueda contar con ustedes para abarcar más espacios del planeta que tanto lo necesitan, porque no solo aquí existen almas que deben despertar, porque no solo aquellos que nos asisten en sus casas deben recibir esta instrucción de vida. En cada punto del planeta, por más escondido y olvidado que esté, existe un corazón que tiene un compromiso con Dios, y ese compromiso debe cumplirse.
Por la potestad que Mi Hijo Me entregó y por la paternidad que un día compartí con Dios, amparando a Aquel que descendió de los universos para ser Hijo del Hombre, bendigo y convierto estos elementos.
Junto a los sacerdotes de este Reino que consagran sus vidas en lo invisible, que sirven, que oran, que contemplan y sustentan el planeta, que los elementos se conviertan para que se conviertan sus vidas y ustedes sigan de dos en dos, expandiendo el Plan de Dios en la Tierra.
Sientan la Presencia de María Santísima para que también Su Pureza y Su Divina Consciencia, que aún no fue comprendida por la humanidad, toquen sus corazones y los auxilien en la transformación y en la consagración de sus vidas.
Por la bendición del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, convierto estos elementos y les agradezco.
Manténganse unidos a los Sagrados Corazones, porque un nuevo ciclo despunta y espera de todos una nueva consciencia, un nuevo despertar.
Les agradezco.
Mientras la vidente Hermana Lucía de Jesús transmitía las Palabras de San José, el vidente Fray Elías del Sagrado Corazón recibía el Mensaje Diario de la Virgen María, que, al final del encuentro de oración, compartió con todos.
Hijo, mientras el mundo agoniza, el espíritu de la Tierra clama por la Divina Misericordia y las almas están distraídas, buscando en las cosas del mundo el sentido de su existencia; pon tu corazón en el Corazón de Dios y haz verdadera tu entrega.
Mientras los Reinos de la Naturaleza claman por el despertar de la humanidad, para que no haya más sufrimientos ni guerras, por la falta de amor en el corazón humano, pon tu corazón en el Corazón de Dios y haz verdadera tu entrega.
Mientras tantos jóvenes se pierden en la búsqueda del placer y en la distracción, para no percibir el vacío de sus vidas, pon tu corazón en el Corazón de Dios y haz verdadera tu entrega.
Las mentes se están desequilibrando y los corazones oscureciéndose, porque los seres se resisten a buscar a Dios. El orgullo cegó sus ojos y ellos no reconocen la libertad de retornar al Padre. Para equilibrar la mente humana, hijo, pon tu corazón en el Corazón de Dios y haz verdadera tu entrega.
El ansia por el poder cegó a muchos hombres que ya no miden las consecuencias de sus acciones y, con la injusticia que generan, solo atraen todos los días la Justicia Divina. Para que la Misericordia ampare a las almas inocentes, pon tu corazón en el Corazón de Dios y haz verdadera tu entrega.
Mientras el ansia por la conquista ya no tiene fronteras en los corazones y en las mentes humanas, y muy pocos reconocen la Gracia de no tener ni de ser nada, hijo, pon tu corazón en el Corazón de Dios y haz verdadera tu entrega.
Todos perciben que el caos está creciendo dentro y fuera de sí mismos, pero muchos están buscando esconderse en las ilusiones que el enemigo les ofrece cada día más. Sin embargo, hijo, pon tu corazón en el Corazón de Dios y haz verdadera tu entrega.
Si los estímulos del mundo tocan a tu puerta y te llaman a una vida vacía de sentido, pon tu corazón en el Corazón de Dios.
No hay sentido para la vida humana fuera de la Verdad y no hay Verdad distante de Dios.
Hijo, pon tu corazón en el Corazón de Dios y haz verdadera tu entrega.
Mientras el mundo busca todo, sé nada.
Mientras se expande el ansia por el poder y por la conquista, sé nada.
Mientras las almas se distraen y no miden sus acciones y sus pensamientos, sé nada.
La única forma de tornar al mundo diferente y preparar, para los días venideros, una Tierra que conozca la Paz, es colocando el corazón en el Corazón de Dios y haciendo verdadera tu propia entrega.
Sirve, hijo, con el mayor servicio que puedes prestar en este mundo: no querer nada, no ansiar nada, no ser nada y más allá de todas las cosas, amar con tu corazón en el Corazón de Dios, haciendo verdadera tu propia entrega.
Yo te acompañaré.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Hijos, hoy deben descubrir el arte de vivir en el final de los tiempos y de transformarse sin dejar de colocar la atención más allá de sí mismos.
Coloquen sus consciencias en el amor universal, pensando en el Corazón de Dios, sintiendo ese santo y grandioso Corazón. A partir de allí, imaginen toda la Vida, el vasto Cosmos, los universos, el planeta Tierra, sus naciones, sus Reinos de la Naturaleza, cada ser, cada esencia. Reconózcanse pequeños ante la Creación y, al mismo tiempo, reconozcan que traen en su pequeñez una gran responsabilidad: hacer de la propia conversión y transformación, la conversión y la transformación de toda la Vida universal, porque el Creador aún espera que sigan los pasos de Su Hijo, pues para eso Él lo envió al mundo.
Reflexionen sobre las naciones, sobre el padecimiento humano por la falta de amor y de unidad, por la incapacidad de los seres para ver más allá de sus propias necesidades. Dejen que los ojos del corazón encuentren los ojos tristes de un niño en África o de un niño que padece por las guerras, por el abandono, por el hambre. Encuentren los ojos de los niños en las grandes ciudades, con mucha riqueza, y que ya tan pequeños están vacíos de sentido espiritual, sin la pureza que Dios les entregó, ansiando poder corresponder a todas las influencias de las energía capitales que los rodean.
Encuentren, hijos, el dolor de los Reinos, cuando vean la fauna y la flora en tantos incendios, cuando vean las matanzas sin límites de los animales para alimentar la gula y la vanidad humana. Y después de todo esto, miren hacia ustedes, corazones que se están abriendo a la Presencia de Dios, llamados a entregar la vida para equilibrar el error y la arrogancia de este mundo, llamados a dejar los propios intereses y voluntades para rendirse a una Voluntad Mayor.
Existe un Amor que trasciende la condición humana. Existe un Amor que es silencioso y paciente y que aguarda que al menos algunos hombres miren hacia arriba.
Existe un Amor que los llama a imitarlo, que ya les mostró el camino que los lleva a contemplar al prójimo con compasión.
Existe un Amor que es humilde, porque sabe que más allá de Él está la Verdad, más allá de lo que se ve, de lo que se siente, de lo que se cree saber.
Ese Amor resguarda la Esencia de todo lo que fue creado y es por intermedio de Él que podrán trascender la condición humana.
Amen con el Amor de Dios por la vida. Amen la posibilidad de evolucionar del prójimo. Amen servir para que otro crezca. Amen donarse hasta no poder más para que otros, que hoy no tienen fuerzas, puedan levantarse.
Amen el poder de la oración que se une a Dios. Amen Su Plan, que es el propio Amor. Amen y olvídense de sí mismos. Dejen que las propias necesidades se nutran del propio amor.
Amen en silencio, sin que nadie los vea, y amen de la misma forma públicamente. Solo amen, hijos. Y si no saben amar, piensen en los ojos, ya sin brillo, de los niños en la guerra; sirvan a los corazones enfermos que están perdiendo la vida y que no conocen el amor; contemplen la Cruz de Aquel que supo amar y que con el propio ejemplo los llamó a seguirlo.
Busquen el Amor, el verdadero Amor que no posee, no quiere nada para sí, que no se gratifica, que no busca ser correspondido, que no busca ser conocido, que existe por el simple hecho de ser verdaderamente Amor de Dios.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Aún estamos en tiempos de Misericordia. Aún estamos en tiempos de definición.
La purificación planetaria, que comienza a expandirse, es una señal enviada por el Universo para que los hijos de Dios abran los ojos y escuchen Su Llamado, mientras todavía hay tiempo.
Que los tibios de corazón renuncien a sus comodidades y debilidades para hacer de la oración, del servicio y de la entrega absoluta, el sentido de su existencia.
Aún hay tiempo, hijos, para que aquellos que cierran sus ojos para no ver la verdad y que no quieren crecer, como estos tiempos exigen a toda la humanidad, puedan definirse y decir “sí” a los Planes de Dios.
La purificación del planeta les muestra que ya no son aprendices y que no están estudiando para una prueba que algún día llegará. La prueba ya está frente a ustedes y las agujas del reloj de este mundo están contando los últimos segundos del tiempo de la Tierra.
No se confundan, confírmense en la propia entrega y definición. Confírmense como soldados de la paz y del perdón. No esperen la respuesta de otros para poder crecer. No esperen que sobre sus casas y en sus vidas se precipite el caos de mundo, porque la humanidad es una sola y todo lo que viven sus hermanos, en los cuatro puntos del planeta, es responsabilidad de todos.
¡Por eso tomen sus orandios, sus rosarios y las cuentas de todas las religiones! Que todo corazón verdadero se una a Dios, así como lo conoce, porque le corresponderá al Padre unir a sus hijos en Su Sacratísimo Corazón.
Hijos, ya no hay silencio que pueda ocultar el clamor de las almas y de los Reinos de la Naturaleza. Sean conscientes de que algo mayor y más importante que sus vidas y sus problemas está ocurriendo hoy en el mundo. Clamen por la paz, actúen por la paz, difundan y vivan la paz.
Clamen por los Reinos, amen a los Reinos, sirvan y rescaten en todos los niveles al espíritu de la Naturaleza, porque la Vida proviene de los Reinos, verdaderos servidores incansables y eternos del Creador y de Sus Leyes.
Siembren la paz y actúen por la paz. Difundan la Divina Misericordia a través de sus vidas.
Por el despertar de las almas para este tiempo de transición,
Su Padre y Compañero,
San José Castísimo
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más