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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Escucha, corazón valiente, no te canses de persistir. Siempre debes recordar que existe un Amor Mayor que te bendice y que te abraza, aun en las condiciones más severas.
Hoy, vengo a retirar un poco del peso de tu cruz, para que puedas reposar entre Mis Brazos y puedas sentir la grandeza infinita de Mi Amor, el mismo Amor que Yo enseñé cuando estuve en la Tierra.
¿De qué tienes miedo, si nada perderás?
Yo necesito construir en ti Mi Victoria, aún no revelada a tus ojos humanos, victoria ardiente que tu alma espera desde tu concepción en el vientre de tu madre.
Yo necesito que aprendas a disolverte en Mi Amor, porque Mi océano de Gracia es infinito; él purifica todas las impurezas y pecados.
Recuerda que cada gota de Mi Sangre tocó la tierra, y cada gota de Mi Sangre, que fue derramada sobre la superficie de la Tierra, estaba impregnada de un alto código de Amor, que los que estaban ciegos de alma y de espíritu, los que estaban contra Mí, aun los que Me crucificaron sin piedad alguna, no conocieron.
Pero tú, alma Mía, escuchaste Mi Palabra en lo alto del Monte, como en el desierto o en las barcas en alta mar.
¡Cuántos siguieron Mis Huellas, aquellas que Yo dejaba marcada en el suelo! ¡Cuán pocos esperaron Mi Resurrección! Pero muchos vigilaron en ese momento.
Hoy, te traigo aquello que supera toda adversidad y toda prueba. Te traigo la esencia de Mi Origen, que impulsó Mi manifestación en la Vida del Espíritu, en la Divinidad, en el Alma y en la materia, hasta que Yo nací aquí, en este mundo, en un humilde pesebre.
¿Por qué le temes a tus caídas, si Yo caí por ti en el camino de la Cruz?
¿Por qué le temes a tus llagas, si Yo fui flagelado por ti para que fueras curado por Mis Llagas?
El precio de Mi martirio fue muy grande y aún es desconocido por el mundo entero. Por eso, Yo vengo a demostrártelo a través de la esencia de Mi Origen, que es la Fuente misma del Amor de Dios que impulsa la vida, que eleva al alma, que consagra al espíritu, que se abre a la Gracia de la redención.
Y esto no significa que, a través de tu vida humana, no sigas cayendo o padeciendo. Pero debes aprender de cada caída, para aprender a no caer más en la misma circunstancia o situación; porque Yo ya te enseñé a levantarte, no solo a través de Mi Voluntad, a través del momento más difícil de Mi Vida que fue la agonía en el Huerto Getsemaní, sino también te enseñé a levantarte y a persistir a través de Mi Amor, un Amor muy grande y desconocido que es capaz, aun en tu vida, de perdonar cualquier situación, bajo cualquier circunstancia.
Si Yo te perdoné, aun clavado en la Cruz, orándole al Padre que los perdonara, porque sabía que ustedes y sus hermanos no sabían lo que hacían, ¿acaso crees, alma Mía, que Dios ya te perdonó?
Para no volver a caer en las mismas circunstancias, debes vivir Mi Palabra de verdad, con esmero y justicia, hasta que cada una de Mis Palabras sean parte de tu vida, así como Yo Soy parte de ustedes en la Comunión, partiéndome y compartiéndome con los Míos, a través del Pan consagrado y a través de la Sangre transustanciada.
Amado Mío y amada Mía, en cada Comunión está la renovación profunda de tu ser, de cada átomo y de cada célula, porque tu Maestro y Señor renunció por ti, ¿lo sabías?; así como el Señor renunció por el mundo entero, asumiendo en Sus Espaldas todos los pecados del mundo, sin reclamar ni condenar; porque fue el Amor Vivo de Dios, a través de Su Hijo, que enmendó todos los errores, desde Adán y Eva hasta el final de los tiempos.
Por eso, estoy aquí una vez más para recordártelo. No puedes salir de aquí sin tener presente Mis Palabras, porque el mundo Me provoca mucha sed, una sed muy amarga y muy severa, como la que sentí en la Cruz cuando Me dieron a beber hiel. ¿Quién sería capaz de soportar esto, junto Conmigo?
En lo que es aparentemente injusto está la gran llave de la superación, la llave que abre las puertas del amor para algún día vivir la compasión, compasión que brilló perpetuamente en todos Mis maestros del Oriente; porque recuerden que ellos Me visitaron en Belén y Me encontraron por las señales que el Cielo les dio.
Por amor y reverencia a todo lo sagrado del Lejano Oriente, Yo les devolví la visita, y aprendí y recordé cosas maravillosas, tan maravillosas y tan importantes como las que Yo les recuerdo en estos tiempos, especialmente a través de Mis últimos impulsos crísticos.
Yo no vengo a colocarlos ante su propia realidad. Alma Mía, que aún Me perteneces, vengo a colocarte ante la verdad, porque como te dije una vez: “La verdad siempre te hará libre”. Y podrás vivir la verdad, si vives la justicia y la transparencia, reconociendo que aún, alma Mía, no eres perfecta ni pura; pero Mi Amor te puede consagrar y transformar en algo puro y verdadero, tan simplemente cuando vives la fidelidad a Mí.
Anímate a dar pasos hacia Mí y deja que Mi Amor te pueda arrebatar completamente. ¿Acaso aún le temes al poder de Mi Amor o a perder el control de tu vida?
En verdad, te digo, alma Mía, que no hay Amor más grande que puedas conocer, como muchos santos conocieron, y que proviene del Reino de los Cielos.
Ayúdame a que haya Cristos del Nuevo Tiempo, en la simplicidad del espíritu, en la comunión con el alma, en el servicio incansable a los que más sufren y a los más pobres entre los pobres.
Si existiera más caridad en el mundo y más almas la practicaran, les aseguro que no sería necesario purificar al planeta, porque quien responde a la Voluntad de Dios está libre de sus propias prisiones y agonías.
Hoy, vengo a hablarte con el Amor más dulce de Mi Corazón. ¿Te animas, alma Mía, a experimentarlo?
No Me digan solo sí, porque saliendo de aquí, deberán demostrarlo hasta el final de sus días.
El Amor Crístico no es inalcanzable, es cercano, tierno y seguro en las almas simples y humildes, en aquellos que no se dan el permiso de retroceder, sino de avanzar con valentía, coraje y determinación; así como Yo se los enseñé, en cada pasaje del Calvario.
Hoy, les confieso, almas Mías, que cuando caí y Mi Santísima Madre vino al encuentro de Su sufrido Hijo, la llama de Su Amor apartó a las fuerzas contrarias y volvió a erguir a Su Hijo; así como hoy, Yo vuelvo a erguir la dignidad de cada uno de ustedes.
Porque si fueron golpeados en una mejilla, en humildad deben dar la otra; porque si fueron ofendidos, deben tener el coraje de perdonar; porque si fueron lastimados, deben tener la valentía de ver al Señor desfigurado; y recordar que el Amor es capaz de todo, es capaz de renovar todas las cosas.
Yo les dejo esta lección porque será esencial para ustedes en estos tiempos críticos; porque cuando Yo ya no esté aquí para hablarles, deberán ser Mi propia Palabra Viva en la Tierra.
Hoy, Mi Espíritu bautizará a través del Sacramento a las almas que lo pidieron, almas que ya fueron escogidas por Mí y que lo necesitan.
Les digo a todos que hoy, a través del símbolo del Sacramento del Bautismo, renueven espiritualmente su primer Bautismo, ante Dios; para que, a través de este Sacramento, las almas perdidas puedan ser rescatadas en diferentes partes del mundo y se restablezca la unión de esas almas con Dios, el Creador.
Entonces, preparémonos ahora, para el Sacramento de la Comunión.
Y para que Mis Palabras ingresen aún más en sus corazones y esencias, les pido que Me vuelvan a cantar; para que el Amor de Dios, inagotable e inextinguible, se derrame sobre ustedes y el mundo, en especial sobre los que más sufren.
Yo los bendigo y los animo: ¡adelante, Nuevos Cristos!, aún hay mucho por hacer.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Nuestro Señor acaba de retirar el Corazón de Su Pecho y lo hace levitar sobre el público.
¿Por qué haces esto, Jesús?
He aquí el Amor que nunca acaba, el Amor que arde por Amor a las almas que se animan a ser víctimas de Mi Amor hasta los últimos días de sus vidas.
He aquí el Sagrado y Traspasado Corazón de Jesús que no retrocede, sino avanza, que transfigura con Su Fuego a todos aquellos que se dejan tocar por Mi Luz.
Mi Corazón vive por ustedes. Esa es la razón de Mi Vida.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Ahora, Su Corazón volvió a Su Pecho y late fuerte, fuerte, a través del fuego de Su Amor Redentor.
Te agradecemos, Jesús, por este momento, y porque siempre nos demuestras que es posible continuar adelante.
No te apartes de nosotros, Jesús, Te necesitamos.
Yo estoy aquí para darles vida en abundancia.
Que la paz los colme y los renueve, para que la paz sea renovada en el mundo entero.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Jesucristo va a quedarse un poquito más para escucharnos cantar. Aquellos que se animen, que se arrodillen.
Vamos a cantar: “Tudo que eu vivi”.
Y hacemos nuestra oferta, a través de esta canción, al Sagrado Corazón de Jesús, Fuente inagotable de todos los prodigios, milagros y misericordias.
Relato sobre la Aparición, realizado en el día siguiente:
Quiero hacer una pequeña síntesis sobre la Aparición de Cristo, porque varios hermanos me preguntaron sobre algunos momentos y quiero explicarles lo que Cristo pudo aclarar de esos momentos.
Voy a comenzar por el final de la Aparición. Ustedes recuerdan que Cristo en un momento dijo que había retirado el Corazón de Su Pecho y colocó ese Corazón Ardiente levitando sobre el público, sobre ustedes.
Por más que la Presencia de Cristo es en Divinidad, Alma y Espíritu, y Su Presencia es real y contundente en cada momento, en esos planos de consciencia también existe vida, como aquí existe en el plano físico.
Y Cristo hizo ese movimiento para que nosotros podamos meditar sobre cómo es posible que una Consciencia como Cristo retire Su Corazón y siga vivo; porque sé que muchos se preguntaron: ¿por qué pasó esto?, para que entendamos el Mensaje a través de ese símbolo, porque Él es Omnipotente, es Omnisciente y es Omnipresente.
Entonces, como Él es una de las manifestaciones de la Santísima Trinidad, Él, de una forma simple, pero también poderosa, viene a manifestar lo que realmente es Dios, sobre todo a través del amor.
Algunos me preguntaron: “Fray, ¿a quién le hablaba Cristo?”. Él le hablaba a cada uno de nosotros. Porque cuando Cristo está presente está viendo todo: lo que sentimos, lo que pensamos, lo que vivimos, lo que callamos, todo. Sabemos que no podemos esconderle nada a Nuestro Señor.
Y cuando Él habla en singular y a veces en plural, va construyendo el camino según nosotros se lo vamos permitiendo.
Su Energía Crística, que es una energía muy alta, como pudieron sentir, es una energía que va entrando en nosotros según nuestra apertura. Porque Él, que es el Rey del Universo, nunca va a transgredir nuestra voluntad y nuestro permiso. Por eso, Él es el Rey, ¿entienden?
Entonces, Él va trabajando en nosotros según nosotros vamos dándole permiso. En la mayoría de las veces, Él consigue llegar a aquellos espacios dentro de nuestra consciencia donde hay situaciones que no están muy bien resueltas y que muchas veces, por nosotros mismos, no nos damos cuenta de eso.
Y Él lo sabe, no lo juzga, no lo condena; al contrario, Él irguió nuestra dignidad humana por sobre diferentes situaciones que cada uno de ustedes ha vivido en esta vida, inclusive con alguien cercano o lejano, lo que me pareció muy fuerte.
Entonces, cuando Él dice “alma Mía”, Cristo le habla a aquel aspecto de nuestra consciencia que tiene esa posibilidad de unirse a Dios. Porque Él les habla a las almas, no a las mentes. Y el alma de cada uno de nosotros sabe lo que Cristo está diciendo. Por eso, cada momento que es vivido con Cristo, va más allá de cualquier emoción, es un movimiento profundamente interno que nuestra alma expresa y que muchos lo viven.
Y así, de esa forma, cuando Cristo trabaja con nuestra alma, también trabaja con nuestro espíritu; con nuestro espíritu que es conocedor de la vida divina y que sabe de qué se trata, aunque parezca un poco abstracto para nosotros. Él envía sus impulsos a nuestra alma y nuestra alma descarga esa energía sobre nuestro ser humano y allí, en ese momento, cuando ingresa la energía crística, sentimos liberación.
Para terminar, quiero decirles algo que siempre les digo a mis hermanos que viajan con nosotros todo el tiempo, porque es algo que vivimos hace dieciséis años, todos los días, que la Jerarquía Divina, por más que nosotros vivamos el mismo ritual, la misma oración, la misma Aparición, nunca se manifiesta igual.
Porque Cristo, como en tantos otros momentos que vivimos con Él, cada Sagrada Semana, nos demostró una vez más, cuán infinito es Su Amor.
Y cada vez que Él nos demuestra ese Amor infinito, Él lo que intenta hacer, en esa instancia que nosotros le damos, es no solo liberar a las almas de sus prisiones, sino unir a las almas en comunión. Y cuando eso sucede, hermanos, no hay fuerza contraria que prevalezca; porque, en ese momento, nosotros hacemos triunfar a Cristo en la Tierra.
Así que yo los invito a que se sigan animando. Todavía nos faltan algunos días más de esta Sagrada Semana, hasta el Domingo de Gloria. Dense la oportunidad de que Él pueda hacer lo que quiere hacer de cada uno de nosotros, finalmente. ¿Está bien?
¡Gracias! ¡Buen trabajo!
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más