Miércoles, 13 de marzo de 2024

Apariciones
APARICIÓN DE LA VIRGEN MARÍA EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, CON MOTIVO DEL 10.º ENCUENTRO ANUAL DE LOS HIJOS DE MARÍA

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Que la caricia de Dios sea sentida en sus rostros; pero, sobre todo, en sus corazones. Sientan esa misma caricia que una vez sintió el pequeño Niño Jesús.

Sientan sus almas en los Brazos de la Madre Celeste y les aseguro que todo estará bien. ¿De qué preocuparse si Yo estoy aquí y Soy su Madre? ¿Acaso sus corazones ya no se consagraron a Mí?

Pero sé que para sus almas este día es importante, no solo porque estamos en camino de finalizar la Cuaresma, prepararnos para contemplar la Pasión de Jesús y, sobre todo, Sus méritos y Sus triunfos en la Tierra, sino también este día es especial para ustedes, Mis hijos, porque sus almas, junto con sus ángeles de la guarda, ante las puertas del Reino de los Cielos, reconfirman sus votos de consagración, de servicio incondicional a través de la oración perpetua y de servicio a los que más sufren y se desesperan.

Que este ofrecimiento, que agrada a Mi Corazón y que proviene de cada Hijo de María, otorgue a las almas que más sufren en las guerras la Gracia de reencontrar la paz, el sosiego y el bien para poder rehacer sus vidas.

Así como Mi Hijo una vez entró triunfante en Jerusalén y ese día ningún ser murió en la Tierra, hoy, su Madre Celeste, la Divina Madre del Cielo, otorga una Gracia especial y una amnistía espiritual a través de todos los Hijos de María, para que el mundo alcance la paz y la paz se establezca, para que acabe la ambición de la guerra y de la destrucción, para que entre seres humanos de una misma familia universal no exista más la violencia, la indiferencia y la agresión moral y física, porque todos son preciosos a los Ojos de Dios. Esto disuelve todo mal y toda oscuridad que los rodea.

Recuerden que, en espíritu, alma y esencia, todos son preciosos a los Ojos de Dios. Así, el Padre Eterno, en este día de reconsagración, les reabre la puerta para que puedan ver en ustedes mismos las santas virtudes, para hacer el bien por donde vayan o por donde caminen.

Esta es la virtud principal: hacer el bien. Este es el compromiso auténtico de los Hijos de María, para que sus vidas se aparten ya de todo lo que hace sucumbir al mundo y a la humanidad; para que sus vidas, ya consagradas, sean un atributo verdadero para Dios en la Tierra, que represente los valores de la dignidad espiritual y humana.

Que cada uno de ustedes, ofrecido a la ardiente oración del corazón, proteja y guarde los valores que surgirán en la Nueva Humanidad. Porque esto es lo que está perdiendo el mundo: el valor de saber amar, el valor de hacer el bien, el valor de vivir en paz, el valor de saber unir, el valor de dar la vida por el prójimo, así como Mi Amadísimo Hijo la dio por ustedes. Esta es la lección que les dejo a todos.

¿Quién dará la vida por los demás, así como Mi Hijo la dio por ustedes?
 
¿Quién, a través de esta Cuaresma y de esta próxima Semana Santa, será capaz de decidirse y dar un paso para superar en el Amor a Mi Amado Hijo?

Esto es posible, ¿lo saben?

Esto justificaría los graves errores del mundo, porque los Nuevos Cristos ya serían una realidad y dejarían de ser una promesa; los Cristos del Nuevo Tiempo, consagrados como Hijos de la Madre Santísima, que a pesar de ser imperfectos se transforman día a día y no le temen al fuego transformador de Mi Amadísimo Hijo.

A través de este día especial, en el que sus almas están ante Dios por un momento, para hacer una síntesis de todas las experiencias vividas hasta el presente; como Madre del Redentor y Salvador, vengo a establecer una alianza entre sus corazones y Dios, una alianza que deberá volverse inquebrantable, una alianza inalterable que ninguna circunstancia o situación la disuelva.

Pero, Mis hijos amados, todo esto dependerá de cada uno de ustedes. Dios, su Padre, que los ama y los contempla con el Amor más grande que puedan imaginar o sentir, siempre está de Brazos abiertos y con Su Eterno Corazón expuesto en las alturas; Corazón que es adorado y venerado por todos los ángeles del Cielo y los bienaventurados; Corazón Misericordioso de Dios que nunca les impartirá justicia, sino que les dará Misericordia; Corazón que nunca los condenará por sus errores, sino que los salvará.

Este es el Sagrado Corazón flagelado del Padre Eterno que en este tiempo final y crucial precisa ser reparado todos los días a través de las acciones de misericordia de todos los Hijos de María; a través de una oración que no se debilite, sino que se fortalezca; a través de una disciplina consciente y espiritual que los mantenga unidos espiritualmente a la Fuente Suprema y a todos los códigos de Luz que guarda, que son inagotables, inextinguibles y eternos; códigos de la Fuente Inmaterial que, en esta próxima Semana Santa definitiva para muchos de Mis hijos, necesitan descender a las almas y a los corazones para prepararlos para el último y gran tiempo: el tiempo del Retorno de Cristo.

Yo vengo aquí como una Madre Mediadora e Intercesora. Vengo como una Madre que los acoge y que los recibe; y los coloca en este día bajo Su Manto Espiritual y Divino, para que los Hijos de María en el mundo entero protejan primero de sí mismos todas las reliquias espirituales que Mi Hijo les otorgó a través de los tiempos, reliquias preciosas e inmaculadas que se guardan en las almas que son fieles a Dios y que en esta Tierra representan a los servidores y discípulos de Cristo.

Todos ellos, Hijos e Hijas de María, son la Legión de Dios para el final de los tiempos. Porque cuando este planeta se mueva por entero, su fe, la fe de cada uno de ustedes, no podrá titubear; deberá ser una fe que fortalezca a sus hermanos y hermanas, porque la fe siempre los protegerá. La fe los alimenta espiritualmente, porque es un don precioso y eterno del Espíritu Santo.

He aquí el Espíritu Santo de Dios, que viene a bendecir a los que siguen caminando hacia Cristo. Espíritu Santo que viene a suplicar e implorar por los que sufren, por los que perdieron la Gracia, por los que perdieron la dignidad ante Dios. Espíritu Santo que suplica por los enemigos y por todos los que están contra el Plan de evolución del Señor. Porque la Divina e Insondable Misericordia, que también emana a través del Espíritu Santo, está más allá de toda circunstancia o situación.

Dejen y permitan que, en estos días previos a la Semana Santa, sus pies y sus manos sean lavados por Cristo, para que entren al templo espiritual de la Iglesia Celestial, limpios y purificados, volviendo a sentir en ustedes la Pureza de Dios, que nadie ni nada les puede quitar; y, sobre todo, sintiendo el Amor que merecen de parte de Nuestro Padre Eterno, un Amor que siempre los impulsará a la transformación y al cambio, a la transformación de sus hábitos y costumbres humanas. Porque recuerden que lo que Cristo necesita en esta próxima Semana Santa son las virtudes de cada ser.

Pregúntense, a ustedes mismos, ¿cuál es la virtud de Dios que mora en mí y qué haré con cada una de las virtudes que Cristo me confió? ¿Soy capaz de ir más allá de mi personalidad? ¿Soy capaz de ir más allá de mis aspectos humanos? ¿Confío en el poder insondable de la Misericordia que todo lo transforma?

Quiero decirles algo: sí, sus vidas están camino a la libertad.


Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Vamos a escuchar, a pedido de nuestra Madre, el Himno de Consagración de los Hijos de María, y vamos a llamar aquí a los Hijos que se han ofrecido a vivir hoy la consagración.

Pueden acercarse.

Y ante el Inmaculado y Sagrado Corazón de María, que se arrodillen todos los que puedan, porque ante la Madre Divina vamos a acompañar esta consagración de nuevos Hijos de María; pero también vamos a tener la oportunidad interna e íntima, en el silencio de nuestro corazón, de renovar nuestros votos con el Plan de Dios y con la vida divina.

Ahora, los sacerdotes van a bendecir con agua bendita a los que hoy se están consagrando y también los incensarán, para que la oferta de cada uno de sus corazones se eleve a los Cielos; oferta sincera y honesta de que, a partir de hoy, no solo son Hijos de María declarados, sino también son parte de Su ejército celestial.

Delante de María, nuestra Madre Celestial, hacemos nuestra oferta interna de renovación de votos para que, a través de Su Inmaculado Corazón, los eleve al Reino de Dios.

En este momento de silencio, hacemos nuestra oferta.

Vamos a cantar este himno, agradeciéndole a nuestra Madre.

Gracias, Madre Divina, por cuánto nos das.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.