Sábado, 28 de mayo de 2016

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARAINO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Para cambiar el destino de una nación, debe haber un grado de amor que trascienda la comprensión de la mente; un amor que no nazca del patriotismo, sino de la adhesión absoluta al Plan de Dios. Un amor que emerja del sentimiento puro de pertenecer a la vida universal, a toda la Creación, y no sólo a una nación, a un estado, a una ciudad, a un barrio.

Hoy, hijos, los llamamos a que vivan un amor sin fronteras, porque la humanidad siempre fue educada para amar lo que poseía: “su” nación, “su” ciudad, “su” barrio, y ser indiferente a lo que sucedía en otros países. Y cuanto más distantes estuvieran, mayor la indiferencia, porque, aparentemente, menor sería la posibilidad de que el mal que toma a aquella región lejana del planeta llegue un día a sus casas.

Hoy, hijos, los llamamos para amar a cada ser humano como parte de la propia familia y amar a cada nación como si provinieran de ella y así, poco a poco, amar a la Creación de forma general, sin hacer distinciones entre personas, culturas ni espacios geográficos.

Es solo de ese modo que aquellos que están más despiertos y conscientes podrán ayudar en la sustentación del planeta y, con su amor y su oración, convertir las deudas negativas de las naciones, porque si ellas dependieran de los propios méritos, ya habrían desaparecido.

Con la finalidad de desarrollar el potencial de amor en sus corazones es que los llamamos a orar por el Uruguay y, con todo su ser, que se unan al Plan de Dios para esa nación, pidiendo Su Gracia y Su intercesión delante de sus deudas e indiferencias.

Que sus corazones despierten a la verdad que es amar a la Creación, al Plan, a la Vida, y no solo a las personas y a las regiones del planeta. Que cada nación reciba la oportunidad de despertar y colocar en la mesa de la comunión universal su pan, su experiencia de Amor Crístico.

Que los diferentes caminos que son representados por las culturas, por las ideologías, por las religiones, por las naciones puedan unirse en una única senda, que es la senda de la unidad y del amor de Cristo para retornar al Padre.

Comiencen, hijos, por unirse de corazón al pedido de su Madre Santísima y, con entereza de espíritu y transparencia de corazón, clamen a Dios para que Su Luz y Su Protección descienden sobre el Uruguay, despertando así a los que deben retomar sus compromisos con la evolución.

Yo les agradezco y los acompañaré en esta misión, por la institución del Plan Divino en la Tierra.

San José Castísimo