Miércoles, 16 de marzo de 2016

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Queridos hijos y compañeros de Mi Casto Corazón:

En vísperas de su encuentro con Cristo, como humanidad, quisiera impulsarlos a la entrega de su voluntad y de su razón a Él.

Quiero, con eso, decirles que los llamo a que profundicen el contacto con el Maestro y Señor de sus vidas, para que cada vez se tornen más dignos de Su Presencia y que sepan valorar y vivir plenamente esos momentos con Él.

El contacto con los Mensajeros Divinos, de forma general, hijos, es muy misterioso y aún poco comprendido por la mayoría de ustedes; por este motivo hoy vengo a profundizar ese tema con todos.

A lo largo de nuestras apariciones en el mundo, despertamos a muchos seres orantes, que descubrieron el poder de la oración, de la fe y de la caridad, que reparten hoy la paz para el mundo, por medio de sus vidas.

En este ciclo planetario y a través de su grupo de trabajo, vinimos a instituir la fraternidad y la unidad entre las razas, naciones y religiones, mediante el ecumenismo, el lenguaje del corazón y el amor al Dios único, que manifiesta Sus faces y expresiones gracias a las diferentes religiones del mundo.

Vinimos, en este último tiempo, a profundizar la entrega de los orantes y servidores para que, además de ser colaboradores del Plan, comiencen a ser soldados y discípulos de Cristo.

Más que seres orantes, buscamos ahora consciencias que se dispongan a renunciar a su voluntad y al modo de pensar humano, para que ingresen plenamente en la Voluntad y en el Pensamiento Divino y que, así, sean instrumentos de Dios en el mundo, consciencias con las cuales el Creador puede trabajar y por intermedio de las cuales Él mismo podrá perpetuar Su Presencia entre los hombres.

Para que lleguen a este grado de entrega del cual les hablo y ser verdaderos instrumentos de Dios, ustedes deben aprender a amar Su Plan por encima de todas las cosas.

A muchos espíritus les resultará más fácil, porque ya conocen el amor al Propósito por encima de la propia voluntad, pero a otros les costará mucho, y cuando estos alcancen ese amor, podrán ayudar a muchos otros a que den pasos rumbo a la entrega.

Para sentir lo que les digo en sus corazones, y sobre todo, para tener la valentía de encaminarse por esa senda, primero permitan que el Amor Divino se adueñe de sus corazones y les dé muestras de la grandeza del Amor del Creador y de cuán pequeñas son las cosas de este mundo ante la inmensidad de este Amor Celestial.

Es para esto que Nuestro Señor viene al mundo: para darles a conocer el Amor Divino del cual Él se tornó expresión viva, incluso, material.

Delante de Cristo, ríndanse y déjense arrebatar por ese Amor infinito, que por sí solo los transforma. Prepárense para encon­trarlo, relean el Evangelio, recuerden Su paso sobre la Tierra y reaviven dentro de ustedes la memoria de estar con Él en este mundo.

Sientan dentro de ustedes al mismo Maestro que caminaba en los valles y en las montañas del desierto. Sientan que resuena la misma voz que se plasmó en los aires de Oriente y que emanó el perdón, la cura y la redención para tantas almas.

El mismo Señor que los despertó en el pasado, hoy viene para que retomen el compromiso con Él y con Su Misión que, en verdad, es la misión de toda la humanidad.

Por eso, hijos, por más que no puedan verlo, siéntanlo dentro de ustedes y delante de ustedes. Cierren los ojos y escuchen Su Voz, como si Dios mismo les hablara, como en el pasado. Así, encontrarán fuerza y valor para entregar todo por amor, y el Plan de Dios podrá cumplirse por intermedio de sus vidas.

Su padre y amigo,

San José Castísimo