Miércoles, 1 de junio de 2016

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, A LA VIDENTE IRMàLUCÍA DE JESÚS

Redescubre todos los días el amor al Plan de Dios. Siente en tu corazón como ese Plan está vivo y no se amolda a las estructuras de la mente humana. Observa cómo se mueve la Voluntad del Creador a través de los pedidos y de las palabras de Sus Mensajeros y aprende, de esa forma, a pensar y a sentir como Él.

Hijo:

Debes disponer todos los días tu mundo interior a la transformación, para que acompañes el movimiento permanente del universo y para que aprendas, así, a fluir en las Leyes divinas.

Antes de querer limitar las palabras de los Mensajeros de Dios a la pequeña comprensión de tu mente, deja que ella sea trascendida por la potencia del corazón y permite que tu consciencia viva una expansión que la lleve al pensamiento universal.

Para que seas parte operativa del Plan Divino y para que el Creador haga de ti Su instrumento, debes disponerte para sentir y pensar como Él: sin límites, ni reglas ni lógica.

Tu corazón ya conoce la realidad superior, pero necesita recordarla; por eso, deja que él profundice internamente su contacto con el Padre y que, vigilante y atento al Pensamiento Divino, reencuentre las Leyes superiores, de las cuales un día salió.

Llegará el tiempo en el que corresponderá a los propios seres humanos conducir este planeta bajo la Voluntad del Creador, pero hasta que llegue ese momento, ustedes deben reconstruir la capacidad de unirse a Dios todos los días; deben reaprender a ingresar en el Pensamiento Divino; deben amar Su Voluntad y reencontrar en la consciencia la capacidad de obedecer incondicionalmente al Plan de Dios, que es único y perfecto para cada criatura.

Obsérvate, hijo, y vigílate todos los días, para que cada vez más dejes de lado al viejo hombre y su pensamiento lineal, para que descubras la dádiva de pensar y sentir con el corazón, cuando él está dentro del Corazón de Dios.

Aquel que te bendice y te conduce a la Nueva Humanidad,

San José Castísimo