Martes, 24 de noviembre de 2015

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Queridos compañeros de Mi Casto Corazón:

Aquellos de ustedes que buscan la plenitud de la vida en la materia jamás encontrarán la verdadera alegría, ni tampoco tendrán motivación para recorrer el camino del espíritu, porque nunca estarán satisfechos con las apariencias ni con las formas exteriores de ninguna cosa. 

No les digo que deban ser indiferentes a la vida material ni negligentes con sus tareas prácticas, ni con la búsqueda de la perfección que deben expresar en todo, pero su meta no puede estar en el plano físico ni en la perfección de la materia.

¿Comprenden lo que les digo? Les digo esto, porque por más que tengan la misión de manifestar un Centro Mariano o una Comunidad-Luz, la meta más profunda de sus corazones no debe estar ahí, porque, si así fuera, no habría espíritu en esas manifestaciones. El alma de todas las Obras de Dios está en la intención de quien las manifiesta.

Así es con todas las cosas. Por más que deban manifestar la vida monástica, la vida fraterna, la vida en comunión con todo lo que fue creado, la meta de ustedes no debe estar solo en lo que esas formas de vida expresan externamente. Para que haya alma y Presencia de Dios en sus acciones, en sus obras, ustedes deben aspirar siempre a lo Alto, a la unión con lo Divino, buscando primero la manifestación espiritual de todas las cosas.

Es en la unidad con el Creador que encontrarán la verdadera alegría. En un mundo en el cual la materia está corrompida y se sigue degradando, las almas que coloquen todo su empeño solo en ella, por más que estén buscando transformarla y consagrarla, casi siempre estarán envueltas por la tristeza, por la frustración y por la desmotivación.

Fijen los ojos en lo Alto, en el Infinito, en Dios y encuentren en Él la alegría para seguir adelante, para poder sonreír, iluminando los corazones de los que sufren, aun en tiempos de constante dolor.

Será necesario que existan corazones que mantengan encendida en el alma la alegría de servir a Dios, a pesar de todo, pero esa alegría solo la encontrarán en el Padre Altísimo. 

Así se regocija el espíritu en la Cruz de Cristo: los que ven la materia contemplan dolor y sufrimiento; los que se fijan en Dios y en la fortaleza espiritual de Jesús, contemplan la Victoria
Divina y la Misericordia.

Es tiempo de reaprender a buscar la alegría.

Su amado padre y amigo,

San José Castísimo