Sábado, 17 de mayo de 2014

Mensajes mensuales
MENSAJE PARA LA APARICIÓN EXTRAORDINARIA EN LA CIUDAD DE BARCELONA, ESPAÑA, TRANSMITIDO POR LA SANTÍSIMA MADRE Y SEÑORA DE MONTSERRAT A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA

Hijos Míos:

Vengo a esta ciudad para despertar los códigos de luz que un día Mi presencia maternal depositó aquí y que, a lo largo de los años, se fueron perdiendo, porque los hombres, poco a poco, se alejaron de Dios, cerrando así, las puertas al Reino de los Cielos.

Mis amados, preciosos tesoros duermen debajo de las montañas de esta ciudad, tesoros que deben revelarse, para que puedan servir de auxilio para esta humanidad tan necesitada de Redención. Me refiero a tesoros espirituales, regalos que Dios envía para sus criaturas, que tanto se pierden en el mundo.

Queridos, como Madre y Señora de Montserrat, traigo al mundo las melodías celestiales que curan y redimen los corazones, que despiertan a las pequeñas almas del sueño de profunda ilusión que están viviendo en este mundo.

Verdades misteriosas están ante los ojos de todos los seres y llegó el momento de que la humanidad en su totalidad pueda acceder a esas verdades.

Hijos Míos, para ello es necesario que unos pocos den el primer paso rumbo a ese despertar de la consciencia y, sin miedo, retiren de los ojos las vendas que los mantienen en una profunda oscuridad.

Mis queridos, un nuevo tiempo se acerca a este mundo. Tiempo que traerá dolor a los corazones que se resistan a la transformación, sin embargo traerá fortaleza y crecimiento espiritual para todo aquel que, con fe, prosiga su camino luminoso, guiado por los Sacratísimos Corazones de Jesús, José y María.

En este día, vengo para alertarlos una vez más de que es tiempo de crecer, pues el momento planetario necesita verlos preparados para enfrentar las pruebas que vendrán. De norte a sur y de este a oeste de este mundo, los corazones comenzarán a sentir tribulaciones que llegan a su mundo interior. Muchos necesitarán ayuda, pues no comprenderán lo que les ocurrirá, otros no podrán mantenerse en sano equilibrio, lo que generará muchos conflictos en el mundo.

Por eso, hijos Míos, vengo a pedirles, con todo Mi Inmaculado Corazón, que no esperen la transformación ajena para dar sus propios pasos. Ya no esperen encontrar un referencial en este mundo, porque no habrá criatura en esta Tierra que permanezca ajena a esta purificación que se vivirá y que ya se vive en muchos seres.

Caminen sin mirar atrás, olviden el pasado, que será equilibrado por las acciones presentes y futuras. Olviden los errores, los temores y los dolores que sintieron en un tiempo pasado. Es momento de tomar de las manos a aquellos que vienen del Cielo ofreciéndoles auxilio; y sin mirar atrás ni a los costados, fijar los ojos en la meta y proseguir con pasos firmes y decididos, sin prisa y sin pausa.

Vengan queridos, pues Mi Corazón los aguarda para confiarles una nueva misión, para prepararlos para cruzar este umbral planetario entre el viejo hombre y la nueva raza redimida.

Mis palabras resuenan así en este lugar, porque digo lo que necesitan oír en este momento. Quiero que aquellos que Me escuchan por primera vez reciban un impulso de Mi Corazón, para que despierten inmediatamente y con rapidez se coloquen en el lugar que les corresponde, en este ejército de Paz, que lucha con amor, unidad, fraternidad y oración, para que los Planes de Dios se cumplan en este mundo.

Hijos Míos, hoy les digo que los Planos del Creador se cumplirán bajo cualquier circunstancia, porque la Ley dice que la Luz prevalecerá. Mas es la Voluntad del Señor que Su Tierra redimida nazca con seres que puedan trascender la vieja raza y, a través del amor y del perdón fueran capaces de vencer el pasado y de manifestar el nuevo futuro.

Agradezco inmensamente a esta ciudad, porque espiritualmente, por segunda vez, me abrieron las puertas clamando así para que la Redención descienda sobre este mundo. Por eso, hoy les digo, hijos Míos, que con amor esperen Mi presencia.

Dichosos los que recibieron de Dios la Gracia de estar delante de Su Sierva y recibir la sublime redención para vuestras vidas.

Los amo y los amaré siempre, pues soy Su amada Madre y Señora de Montserrat, la Virgen María