- Inicio
- Blog
- Mensajes
- Oración por la Paz en las Naciones
- Calendario
- Oraciones
- Impulsos Diarios
- Libros publicados
- Pinturas e Imágenes
- Objetos Sagrados
- Música
- Galeria de fotos
- ¿Quiénes somos?
- Centros Marianos
- Campaña por la Paz
- Redes Sociales
- Contacto
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
El Cielo y la Tierra deben estar unidos a través de buenos y entregados sacerdotes. Ese es el principal Legado que Yo le entregué a la humanidad y al planeta.
Desde los tiempos de otrora, siempre existieron buenos y entregados sacerdotes; a través de los patriarcas; a través del anuncio de los profetas; a través de todos los que a lo largo de los tiempos entregaron su vida al Señor, no solo para vivir la consagración total de la consciencia, sino también para servir al Señor del Universo.
Dios ya había pensado en todo esto, en que este Proyecto Humano pudiera unirse al Universo y a la Fuente Primordial, a través de la presencia y de la existencia de buenos y entregados sacerdotes.
Dentro de todas las tareas que existen en el nivel espiritual, la vida de Mis sacerdotes en el mundo es la más perseguida y asediada. Pero la llave maestra, para la superación de todo esto, está en la entrega total de los sacerdotes a Mi Corazón Misericordioso.
Porque Yo no vengo a buscar, a lo largo de los tiempos, a consciencias perfectas. Vengo a buscar las virtudes y los talentos que dejé en cada uno, que es lo que necesito en este tiempo para llevar adelante el Plan de Rescate de emergencia. Por esta razón, la consciencia sacerdotal ha sido atacada espiritualmente a lo largo de los tiempos.
Pero les He dado varios ejemplos de superación. A través de consciencias entregadas, Yo les He dado los testimonios y el ejemplo de cómo la trascendencia de sí mismos alcanza la unión con Cristo para llevar adelante esta importantísima y sagrada tarea; para que el pueblo de Dios, a través de los sacerdotes del mundo, más allá de sus religiones o creencias, más allá de sus dogmas o instituciones, pueda vivir espiritualmente el don que Yo les entregué.
Porque quiero que sepan, compañeros, que sin sacerdotes en este mundo, el mundo perecerá. Sin verdaderos y buenos sacerdotes, las almas se podrían seguir perdiendo en este mundo.
Es muy importante para Mí que la vida sacerdotal pueda reflejar y espejar en el planeta los sagrados tesoros que Yo les dejé a todas las almas a través de los Sacramentos.
Quiero que, en esta noche, el mundo entero recuerde la Pasión del Señor. Esa profunda y eterna Pasión que Cristo vivió en la Última Cena, no solo instituyendo el mayor Legado del Amor Universal, a través del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, sino también instituyendo el Sacerdocio Espiritual en el planeta, renovándolo a través de la entrega del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y le da la Paz.
Por eso, agradezco que, en esta Orden Monástica como en otras órdenes religiosas del mundo, existan almas conscientes que oran por los sacerdotes para que Mi Legado Crístico no desaparezca de este mundo.
Porque a través de todos Mis sacerdotes existe el puente que une a las almas con Dios, existe la oportunidad de que se acerquen a la Fuente Primordial y que todos los corazones, más allá de sus pecados y faltas, recuerden que tienen la Gracia de poder ser dignos Hijos de Dios. Esta también es una sagrada tarea de los sacerdotes del final de los tiempos.
Por esa razón, retornaré a Israel este año, para restablecer y reconstruir el sacerdocio espiritual planetario.
Y les pido a todas las almas que oran por los sacerdotes, a todos los religiosos y religiosas que viven Mi Ministerio Sacerdotal, viviéndolo con devoción, con fe y amor, que se unan al Gran Sacerdote del mundo, Cristo Jesús; para que como hace 2 000 años, en este momento de inflexión planetaria, los sacerdotes que aún siguen viviendo en Cristo y por Cristo, sean espíritus depositarios del Legado del Amor y de la Redención, a través de todo lo que Yo mismo ofreceré al mundo durante la próxima Semana Santa.
Quisiera que comprendieran, compañeros, que no existe otro camino u otra solución; porque a través de los sacerdotes que Yo formo internamente cuando Me entregan de verdad sus vidas, Yo puedo obrar milagros, liberaciones, reconciliaciones y actos profundos de Misericordia en aquellas almas que aún no consiguieron la expiación de Dios.
Será la vida sacerdotal, en el final de estos tiempos, que permitirá a las almas encontrar la fortaleza que necesitan en los tiempos de emergencia, a través de la vivencia de los Sacramentos como algo único y espiritual.
Así, las almas podrán unirse a Mi Arquetipo Espiritual Sacerdotal, que es un estado de consciencia latente, eterno e inextinguible que Cristo Jesús irradia al universo desde el corazón sublime de Andrómeda, desde donde Mis impulsos crísticos y sacerdotales pueden llegar a todas las humanidades, más allá de esta humanidad.
Pero, lo que Yo le He dejado al mundo hace 2 000 años y a través de la Última Cena, habiendo fundado el apostolado para el mundo, sé que es aún un misterio o aun algo inalcanzable para las almas.
Pero, Yo les pido, que en este tiempo final amen descubrir, a través de ustedes mismos, la ciencia de los Sacramentos, porque lo que Yo instituí hace 2 000 años deberá a volver a florecer en este tiempo final y especialmente en esta próxima Sagrada Semana, porque será el último gran impulso que Yo le daré al mundo entero para que, a través de la vida sacerdotal, las almas estén prontas y preparadas para vivir el último y gran tiempo de la tribulación; en el que todo parecerá perdido. En esa hora tan culminante y desconocida para la humanidad, la Luz de Dios volverá al mundo a través del Retorno de Cristo.
Y así, como Yo los He llamado a todos por su nombre, Yo llamaré a Mis sacerdotes para que vengan a celebrar Conmigo la Cena de la Redención, junto a los ángeles, bienaventurados y seres de buena voluntad que, a través de los tiempos, dieron valor a la Preciosa Sangre de Cristo derramada sobre el mundo, dando testimonio de la Presencia de Mi Amor en este mundo, a través del sacrificio y de la entrega de Mis compañeros.
Por eso, Yo no solo volveré a reconstruir el planeta, a preparar a las almas para la Nueva Humanidad; volveré a buscar a Mis apóstoles, a Mis sacerdotes, a todos Mis orantes, a los que viven el espíritu de la contemplación, a los buscadores de la paz, a los adoradores, a todos los que buscan traer al mundo la cura para el planeta, así como a aquellos que reflejan a través de sus vidas, como un gran espejo, la Gracia y la Misericordia de Dios, como a aquellos que guardianan y celan el Plan Evolutivo.
Así, los reuniré, en lo alto de un monte, pero ya no será el Calvario, será el Paraíso, el surgimiento de la Nueva Tierra en este horizonte del mundo. Y todos, Conmigo, por la redención de todo el género humano y por la cura del alma de este planeta, volverán a partir el pan, lo compartirán con sus hermanos y hermanas, volverán a comer del Cuerpo Vivo de Cristo, allí presente; y beberán del Cáliz de la renovación y de la paz.
Y, a través de las almas, Yo renovaré al mundo y expulsaré de este planeta a las fuerzas del mal. Y ya no se levantará nación contra nación, ya no se sabrá de la división en las familias y ninguna alma en este mundo sabrá lo que es la enfermedad, porque en sí misma habrá alcanzado la cura interior, que llegará del cosmos al planeta a través de todos los que se sintonizan con las Leyes de la Cura.
Y el signo será visible en el momento del Retorno del Señor, porque Yo vendré como el Supremo Curador, el Redentor del Mundo, para devolverles la paz que tanto buscan y anhelan, y así, Conmigo, tomados de Mis Manos, ingresarán al Paraíso y el Proyecto al fin se cumplirá.
Por eso, debemos orar con más fervor, con un fervor desconocido, no con fanatismo, no con euforia, orar de verdad, de corazón, sintiendo cada una de las palabras que son pronunciadas a través del verbo orante.
Así, por los méritos de Mi Dolorosa Pasión, aquellos que aún no se arrepintieron, se arrepentirán; y mantendré abierta la puerta de Mi Misericordia para aquellos que Me abandonaron y Me dejaron.
Y, en esa hora, Yo les prometo, que cada alma estará ante su propia realidad; sabrá quién es, sabrá quién fue y qué hizo en otros tiempos. Y, en ese momento, tendrá la oportunidad de colocar sus rodillas en el suelo y pedir perdón, misericordia y redención, para que hasta su propio origen sea restablecido y recuperado de todo lo que pasó una vez, en otros tiempos.
Por eso, Mi Llegada no solo será al mundo, sino también Mi Retorno será al universo. Para eso, los estoy preparando. No pierdan la oportunidad de estar Conmigo, porque Me queda poco tiempo entre ustedes. He extendido Mi tiempo aquí más de lo previsto.
En estos años, a través de estos encuentros, en cada momento compartido con Mis compañeros, el Padre Me Ha permitido estar más tiempo de lo previsto. Porque este es el momento de terminar de fortalecerse y de que sean Mis apóstoles en la acción, no en la teoría; que sean Mis apóstoles en la cercanía, en la escucha, en el diálogo, en la oportunidad de apreciar las diferencias, en la Gracia de vivir el sagrado espíritu de la compasión para que, en este momento y bajo esta condición planetaria, las almas reciban la última oportunidad que necesitan con un solo fin: reencontrar el camino hacia Mi Corazón.
Por eso, la importancia de tener sacerdotes en este mundo, más allá de las interferencias y de los embates vividos.
Quien Me ama de verdad y no Me cambia, no perecerá. Es una Ley.
Por eso, antes de que retorne a Israel, en donde toda Mi historia volverá a estar expuesta y disponible para los mundos internos, sepan correctamente beber de la Fuente de la Gracia.
En esta hora y en estas semanas Yo los preparo para que ingresen en la Semana Santa con mayor consciencia y determinación, porque aún espero que sus vidas puedan ser Mis instrumentos en la Tierra.
Comulgo, en esta hora, con aquellos que Me escuchan abiertamente.
Renuevo Mi Presencia a través de todos los que Me escuchan.
Derramo Mi Misericordia a través de los que Me claman, porque las grandes heridas espirituales del planeta aún deberán ser curadas por los Cristos del Nuevo Tiempo. Esta es una promesa que Yo le hice al Padre Eterno.
Ya lo tienen todo; Yo les pido todo. Y espero que Me entiendan.
La hora está llegando; la profecía de Juan, el apóstol, se está cumpliendo. Es tiempo de actuar.
Ahora, celebraremos Mi Legado de Amor, reviviendo la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, a través de la Sagrada Eucaristía; en la que todos, una vez más, tendrán la Gracia de estar ante Mi Legado Crístico, que los ángeles que cocelebrarán este momento podrán colocar Mis Gracias en sus corazones.
No se olviden de que Yo Soy el Señor del Amor y de la Vida, y que doy la Vida por Mis amigos, así como di la Vida en la Cruz, en cada paso del doloroso Calvario. En cada flagelación no pensaba en el dolor, en la agonía o en todo lo que estaba viviendo, mientras era dilacerado o golpeado, porque querían que Yo muriera antes de llegar a la Cruz de la Victoria de la Redención para poder renovar el Árbol de la Vida.
Así, Yo espero que no solo los sacerdotes, sino todos los que se unen a Mí conscientemente, entreguen su vida por Mí. Me pesa saber, en este momento, que algunos de los que He llamado Me abandonaron, no comprendiendo absolutamente el poder de Mi Amor, por una única razón: no haberse rendido ante Mí.
Por eso, si ven que a alguien le sucede esto, no lo juzguen ni lo critiquen. No condenen a esa alma perdida. Vean en ustedes mismos, con sabiduría, amor y compasión, cómo está su entrega para Conmigo; porque las corrientes contrarias llegarán, el suelo temblará, y ustedes deben estar firmes a través de Mi Amor y de su confianza en Mí, porque quien está Conmigo, Yo estoy con él. Es una promesa.
Ahora, a través de los sacerdotes, permitiré que el Cielo descienda a la Tierra, así como él desciende a través de Mi Palabra.
Ahora, permitiré que Mis Gracias desciendan para que las almas se renueven y se curen espiritualmente, para que una vez más sea posible el alivio del sufrimiento de los inocentes, de los que están viviendo el caos y aún no tienen la Gracia de la Misericordia ni tampoco de la Paz.
Que este momento sea celebrado por cada uno de ellos, porque así lo necesito.
Que cada momento que vivirán de aquí en adelante, en su vida espiritual, en su momento de oración o de adoración, sea ofrecido por todo lo que su Maestro y Señor realizará en Medio Oriente, durante la próxima Sagrada Semana.
Hagan lo que les pido y después comprenderán. La emergencia lo requiere.
Abramos las puertas, en este momento, de la Iglesia Celestial, para que los ángeles de la guarda eleven los ofertorios de las almas que están presentes en este lugar y en otros lugares, para que las almas revivan con sinceridad la Pasión de Cristo a través de la Eucaristía.
Así, una vez más, cada uno de ustedes será señalado por Mi Luz y por Mi Paz.
Celebremos.
Y Yo los bendigo dándoles fuerza, coraje y valentía para la próxima etapa, para que en ustedes pueda despertar el Cristo del Nuevo Tiempo.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Santísima Trinidad,
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
os adoro profundamente
y os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre,
Alma y Divinidad de Jesucristo,
presente en todos los Sagrarios de la Tierra;
en reparación por los ultrajes,
sacrilegios e indiferencias con que Él es ofendido,
y por los méritos infinitos de Su Santísimo Corazón
y del Inmaculado Corazón de María,
os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén.
Estoy en silencio para que aprendan a percibir lo más profundo de Mi Ser y, a través de Mí, puedan sentir lo que en este momento siente y vive la Jerarquía, por todo lo que sucede en el mundo. Y esto no Me cansaré de repetirlo porque aún el tiempo de la redención no ha llegado.
Mi silencio habla de algo profundo y espiritual, de Mi meditación y de Mi oración por las almas, porque las almas deben tener fuerza para atravesar el Armagedón; y sé que esta palabra, Armagedón, asusta a muchas consciencias. Pero no habrá otra forma ni otro camino para que, después de la transición del planeta, pueda comenzar de cero una Nueva Humanidad.
El Señor, su Maestro, no es afín al sufrimiento de las consciencias. El sufrimiento de los seres y la agonía de los corazones son los que Yo debo transmutar y purificar, para que las almas confíen plenamente en Mi Amor Crístico y, así, no pierdan la esperanza de poder rehacer sus vidas y consciencias, de recuperar el camino que perdieron hacia el Padre Celestial; porque muchas almas, en esta humanidad, pierden ese camino día a día.
Por eso, estoy en silencio y en meditación, para que sientan la profundidad y la magnitud de Mi Corazón, para que asuman Conmigo los dolores de Cristo, dolores más profundos y desconocidos que los de la Cruz.
Esto los hace crecer interiormente; y ustedes aprenderán a ver la vida de sus consciencias y la de sus hermanos con mayor discernimiento y responsabilidad, sabiendo que este es el tiempo de no desperdiciar las oportunidades del universo, de no volver la vida superficial e indiferente. Esto fortalece la impunidad, que es algo que el mundo desconoce, y que acelera el fin de los tiempos y sus consecuencias.
Porque ahora, a través de Mis propios Ojos, veo cumplirse lo que el Padre Me mostró hace tanto tiempo, lo que Yo les enseñé en Mi Evangelio a los apóstoles durante Mi vida pública, cuando hablaba del fin de los tiempos, de todo lo desconocido que las almas deberían aprender a enfrentar sin perder la fe, aunque les pareciera difícil.
Por eso, ustedes son muy bendecidos, ante los que no pueden ser bendecidos en el mundo. Por eso, a ustedes se les exigirá más, porque deben corresponder a los tesoros que recibieron de Mí mismo; y esas perlas del Cielo, que Yo les He entregado a cada uno de sus corazones, deben darle sus frutos y sus respuestas al Padre.
Yo les hablo de algo profundamente maduro, aunque muchos no están en el mismo nivel ni en la misma escuela, pero Mi Amor Misericordioso no tiene excepciones.
En el fin de estos tiempos, su Maestro y Señor les dará grandes oportunidades a los menos preparados; porque Yo los conozco esencialmente y no Me fijo en lo que es superficial, y en nada temperamental, Yo busco aquel don que el Padre les depositó desde el principio, de la Fuente.
Así, como sabía que llegaría el tiempo del Armagedón, también sabía que llegaría el tiempo de venir a buscar los talentos. A través de los que siguen Mis Pasos y Mi Camino, ese tiempo está llegando ahora.
¿Lo están percibiendo y reconociendo?
Vendré a pedirles esos talentos por una única vez, no podré detenerme en aquellos que no quieren entregar su vida. Dios, como es tan Bondadoso y Misericordioso, tiene un lugar para cada uno de Sus Hijos.
Seguir Mis comandos y Mis directrices, dentro del desarrollo del final de los tiempos, significa mucho más que tener una consciencia madura y responsable, significa más que obedecer y ser fiel.
Seguir Mis comandos y Mis directrices significa estar disponible incondicionalmente, para que Yo pueda obrar a través de los corazones, ante los horrores que se ven en este mundo y en esta humanidad, situaciones que deberán ser liberadas y aliviadas por alguien, por aquellos que se ofrecen a postularse al camino del apostolado, a estar presente donde es necesario y cuando es necesario, donde Dios quiera y cuando Dios lo necesite.
Por eso, Yo les traigo el ejemplo de Mi Corazón Traspasado, un ejemplo fuerte de contemplar en estos tiempos, porque deben tener la valentía de sentir lo que Yo siento y lo que Yo vivo para poder estar tan unidos a Mí como nunca antes lo estuvieron. Porque la unión Conmigo siempre es gradual cuando las almas se animan a vivir su camino de cristificación y de entrega.
Por eso, en esta tarde de Piedad y de Misericordia para el mundo, les dejo delante de ustedes las necesidades del planeta y de la humanidad; los proyectos y las aspiraciones que tiene la Jerarquía en los diferentes lugares del mundo, en donde a toda la Hermandad del Cielo le urge la expresión de los Sagrados Puntos de Luz, reflejados a través de la vida grupal de las Islas de Salvación. Los lugares menos pensados necesitan de esa asistencia espiritual y concreta, por ejemplo, hoy, Medio Oriente.
Imaginen, por un momento que, a través de esos Puntos de Luz, si existieran y se manifestaran por medio de la correspondencia de los Míos, ¡cuántas puertas inciertas se podrían cerrar en el mundo entero!
¡Cuánto más los elementos y los Reinos de la Naturaleza disminuirían su furia y su enojo con la humanidad!
¡Cuánto más se podrían sostener las fuerzas telúricas del planeta, el Círculo del Pacífico!
¡Cuánto más los continentes, a través de los Puntos de Luz, podrían sostener, mínimamente, su conexión con lo Divino!
Podría decirles muchas cosas más que las que les dije hasta ahora. Pero para que todo eso sea posible no es necesario solo de interés o de entusiasmo, no es necesario solo de consciencia, de responsabilidad o discernimiento; es necesario que eso viva en ustedes, en primer lugar.
No quisiera ver a un mundo más destruido de lo que está, una superficie corroída por las fuerzas del caos. No quisiera encontrar a una humanidad reducida, cuando Yo retorne. Pero sé, desde el Huerto Getsemaní, que Yo vendré a cerrar, definitivamente, los infiernos del planeta; y llegaré en ese momento en el que las almas percibirán todo esto claramente.
Por eso, deben orar con más fervor y con mayor consciencia todos los días que vendrán. Deben estar preparados para las emergencias inesperadas, no solo aquí, sino en cualquier lugar del mundo.
Les He podido manifestar y concretar la Fraternidad - Misiones Humanitarias, un impulso tan concreto de la Jerarquía para el fin de estos tiempos, una llave fundamental para cada una de sus vidas, para que su vida material también esté preparada, a través de ese espacio que la Fraternidad - Misiones Humanitarias pudo ofrecerles a todos y al mundo.
No solo estoy hablando de ética, de reglas o de principios fundamentales para sobrevivir en el Armagedón; estoy hablando de que puedan estar profundamente unidos a la Jerarquía, a través del Plan de Rescate que se perfila en el fin de estos tiempos, a través del ejercicio de la Fraternidad - Misiones Humanitarias.
La Jerarquía se ha arriesgado por ustedes, y a Mi pedido, al unirse con otras instituciones y organizaciones del mundo. Y aunque esta Obra y este servicio sean pequeños e insignificantes; en este momento, compañeros, es el lugar que Yo tengo para poder sembrar Mis semillas de Luz en aquellos espacios del mundo en donde ya no existe la luz, el amor ni la paz.
Les daré un ejemplo: imaginen que un día despiertan y todo su alrededor está en un profundo caos y destrucción, ¿qué es lo que ustedes harían? ¿Cuál sería su primera actitud espiritual?
Así, viven millones de personas en el mundo; y esta Obra, que fue formada a través de la Comunidad Figueira, Me ha ofrecido este espacio único en el fin de estos tiempos, para que Yo tuviera la oportunidad de hablarle al mundo.
Nadie está preparado en esta humanidad para lo que llegará. Por eso, les vuelvo a implorar que profundicen en la luz de la oración; y les pido, por caridad, que no solo busquen su propia salvación, que también busquen la salvación de aquel que tienen al lado, todos los días. Así, comenzarán a aprender y a comprender lo que les digo.
Hoy, les adelanto este Mensaje antes del tiempo previsto, porque impredecibles están este mundo y esta humanidad. Mientras muchos más sigan creyendo que nada sucederá, les sugiero que cambien de idea rápidamente, que sean humildes y reconozcan el Armagedón para que nada los tome de sorpresa, así como Mis apóstoles fueron tomados de sorpresa cuando fui apresado en el Huerto Getsemaní. Espero no tener que ver lo mismo en este tiempo.
Pero para Mí es importante, en esta hora, que ustedes puedan crecer conscientemente y madurar, no solo por todo lo que le espera a este país, sino también por todo lo que le espera al resto del mundo.
Aquí, Yo no vengo a dar un Mensaje apocalíptico. No quiero que se confundan, quiero que sean conscientes de la realidad en la cual viven y que, a partir de ahora, todo lo que suceda aquí o en cualquier otro lugar del mundo debería ser tan importante para ustedes como lo es para la Jerarquía, porque eso los formará como verdaderos servidores de Mi Plan.
Necesito sacarlos de ustedes mismos, de una vez y para siempre. Si salen de ustedes mismos, también los demás saldrán de sí mismos y dejarán de lado sus preferencias e intenciones para vivir Mi Voluntad, que aún espera cumplirse en sus vidas.
Así, Yo vengo una vez más a rezar por ustedes y por el mundo. Vengo a decirles que pueden contar Conmigo en cada momento, y que las entrañas más profundas de Mi Corazón están abiertas para que puedan entrar y ser parte de Mi Cuerpo Místico. Y el primer camino para conseguirlo es la adoración, reconociendo la Presencia de su Maestro y Señor a través de Su Cuerpo Eucarístico.
Cada vez será más urgente para el mundo que las almas se postulen para el ejercicio de la Adoración Eucarística, para que los diferentes puntos en la Tierra estén sostenidos por un equilibrio espiritual, sobre todo, el eje de la Tierra que tanto lo necesita.
Como un testimonio de Mi Amor por los que se esfuerzan, He aceptado la consagración de nuevos adoradores; a los que invito silenciosamente a que se aproximen al altar para que sean consagrados, en este momento, por Mí.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Preparemos, por medio de los sacerdotes, el incienso y el agua para que sean bendecidos por Cristo.
Les quiero dar las gracias a cada uno de ustedes porque, con esfuerzo, han colocado un granito de Luz en este mundo, dentro de este árido desierto de sufrimiento y de guerra en la humanidad.
Por eso, hoy los consagro para que Conmigo se comprometan, a través de las futuras adoraciones al Santísimo, a sostener el equilibrio del planeta, de los elementos y de los Reinos de la Naturaleza; para que, en el norte, en el sur, en el este y en el oeste de este mundo, el tiempo de la purificación sea sostenido por ustedes en cada momento de adoración, como en cada momento de oración.
Sus almas caminan juntas hace mucho tiempo, aunque lo desconozcan. Así, caminaron Conmigo por muchas regiones de Tierra Santa; porque ustedes Me buscaron y Me encontraron, Me suplicaron y tocaron Mi Manto, y Yo los sané y los curé.
Hoy, les vuelvo a recordar esto como un tesoro para sus almas y sus vidas; para que confíen que estoy a su lado, aunque muchas veces se hayan sentido solos, golpeados por la tristeza o la desesperación.
Yo les vengo a dar la fuerza y el poder que les da la Eucaristía. Si ustedes están siempre ante Mí, Mi Corazón siempre estará en ustedes, siempre los aliviaré y a través de ustedes podré aliviar sus familias y amigos.
No se olviden de lo siguiente: si el esfuerzo mínimo nunca es hecho, este mundo no podría convertirse.
Cada cosa que puedan sacrificar por Mí será una muestra fiel de que están en Mi camino de apostolado. Es así, que a través de esta consagración y de este tiempo que Yo les dedico a ustedes, porque sé que lo necesitan, les afirmo Mi Amor y Mi Victoria, porque le han abierto la puerta al Señor, para que Yo viva en ustedes, más allá de las imperfecciones. Por eso, estén en paz y confíen.
Todo en la vida tiene un porqué. Todo tiene su hora y su momento. Y Yo estoy aquí para alentarlos y alentar a sus hermanos; porque verán, al igual que Yo, que habrá más horrores en el mundo.
Ofrézcanse plenamente a Mí a través de la adoración del Santísimo del Altar, para que todo sea aliviado en ustedes y en el mundo. Tengo sed.
Padre Celestial,
Tú que ves la respuesta de Tus Hijos,
Tú que ves, de cerca,
concretarse la Obra de Mi Amor
a través de las almas,
recibe en Tu Reino esta ofrenda
de los que reconocen plenamente
la Presencia de Tu Hijo en la Eucaristía,
y por este mérito que ellos han generado,
bendícelos y bendice a sus familias,
para que algún día, así como Yo lo espero,
ellos sean un verdadero templo de adoración,
testimonio de la redención con Cristo.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Que la Paz y la fuerza de Nuestro Señor Jesucristo esté en ustedes.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Llegará un día en el que el mundo no sabrá más lo que es el dolor, la angustia o la depresión. Ese día está cerca, está latente en el Corazón del Rey, y esto hoy lo comparto con ustedes porque es una promesa por la que las almas podrán reencontrar el Reino de Dios y, así, de una vez y para siempre, ser parte de la Fuente Primordial.
Hoy, estoy aquí, escuchando la súplica de los Míos, sintiendo el amor de Mis compañeros, recibiendo la reparación de Mi Corazón, de todo lo que aún la humanidad hace, alejándose del amor y de la verdad.
Por eso, Yo vengo con esa promesa de que ese día llegará finalmente y los corazones se alegrarán cuando estén sentados a Mi lado, ante la naturaleza de este mundo, ante la belleza de la Creación, del ruido de los océanos, del amanecer y del atardecer.
Volverán a estar Conmigo aquellos que Yo He llamado para servirme. Estarán de la misma forma que lo estuvieron los apóstoles, cara a cara, corazón con corazón, escuchando la Palabra de su Señor.
Y, en esa hora, Yo les hablaré sobre la Nueva Tierra. Y esa promesa ya no estará lejana, sino que verán florecer la Nueva Tierra, a través de las almas que habrán cumplido Mi Voluntad.
Y el Gran Libro de los Señores de la Ley estará abierto y lo que estaba escrito ya no estará.
Todo comenzará de nuevo, teniendo presente las lecciones aprendidas, habiendo enriquecido el corazón después de haber recibido tantos Sacramentos y Gracias, después de haber sido testigos de este momento, como de tantos otros, que a través de los tiempos han vivido Conmigo.
En esa hora, ya no se escuchará a ningún niño llorar en la Tierra. El llanto de los hombres y mujeres de este mundo será de alegría, porque la gran promesa de Mi Retorno se estará cumpliendo a través de la fe de los que han caminado a Mi lado, sin nada a cambio.
En esa hora, Dios estará presente, contemplando ese acontecimiento universal, y los signos del Cielo, que antes estaban ocultos, se revelarán.
En esa hora, para los pacificadores ya no será más necesario el misterio, porque el misterio se develará por sí mismo.
Y muchos, en esa hora, conocerán al Hijo de Dios, no solo como el Hombre Humilde de Nazaret, sino como el Redentor del Mundo.
Y a través de Mis Manos, de Mis Pies y de Mi Costado les mostraré las señales luminosas de Mi Resurrección, aquellas señales que aún están guardadas en lo profundo de Mi Ser y de Mi Consciencia.
Y a partir de ese momento, entre el pasado y el futuro, entre lo real y lo irreal, se volverá a escribir la historia de esta humanidad, ya purificada de sus errores y culpas, porque todos los que hayan reconocido el Nombre del Señor serán benditos. Así como en este momento, Mis compañeros, ustedes tienen la oportunidad y la Gracia de ser los benditos del Padre, los que no temen decir sí.
Por eso, les pido que, antes de que llegue esa gran promesa, se sigan transformando pacientemente, se sigan purificando evolutivamente, se sigan transcendiendo positivamente, sin dar lugar ni espacio a las amarguras y a las tristezas.
Sé que muchos de Mis hijos en el mundo no entienden el porqué de tanto sufrimiento. Pero Dios no los creó para que sufrieran, Dios los creó para que lo amaran y lo reconocieran, para que fueran, en Su primer Proyecto, Sus Benditos Hijos e Hijas de la Tierra, aquellas consciencias merecedoras del Edén.
Pero ese momento, que quedó inconcluso e incierto, deberá ser retomado. Después del error y la falla de Adán y Eva, desde ese momento hasta el presente, todo deberá ser reparado.
Por eso, la gran promesa es importante para el fin de los tiempos, la gran promesa del reencuentro con su Rey y Señor.
Yo espero por esto todos los días, ¿será que ustedes serán capaces de esperar también por ese momento?
No necesito que ahora Me respondan. Que su respuesta sea su ejemplo de cristificación, de perseverancia, de fe, de amor y de reverencia a lo sagrado.
Hoy, escuché esta canción que Me ofrecieron como si fuera la primera vez. Y esto es muy significativo para Mí, porque el Corazón de su Maestro puede recoger las experiencias de amor y de perdón de Sus compañeros, verdaderas experiencias de redención y de luz a través de aquellos que, con esfuerzo, se animan a amar todos los días un poco más.
El Nombre de Dios hoy ha sido alabado. Bendito sea esto en el Cielo y en la Tierra, en las montañas, en los mares y en toda la naturaleza. Bendito sea, dentro y fuera de los seres. Bendito sea en aquellos que confían en el Señor y que no se dejan amedrentar, sino que con valentía y coraje sostienen Mi Antorcha de Luz en este mundo para que, cada día más, la oscuridad sea disipada de la humanidad y de los corazones que se han condenado.
Por esa razón, esto es muy significativo para Mí; y comparto con ustedes esta gran promesa, en la que deben creer antes de ver, la que deben sentir antes de concretarse, practiando el sagrado ejercicio del amor a lo desconocido, a todo aquello que está más allá de ustedes mismos.
Por ese motivo, compañeros, estas hoy son Mis Palabras, las Palabras más profundas de Mi Corazón para los Míos, Palabras que revelan y concretan la Voluntad de Dios en las consciencias que aceptan vivir Mi Llamado a través de la sublime Gracia de los Sacramentos, que hoy con atención acompañaré para que no solo este país sea más ayudado, sino que, a través de los que serán sacramentados, más almas sean ayudadas en este mundo, almas que necesitan imperiosamente de la luz y de la redención.
Ese debe ser el fin de sus vidas: trabajar Conmigo por la redención del mundo. Esa debería ser su promesa ante Dios, cueste lo que cueste, porque así Yo estaré en Mis nuevos apóstoles, en aquellos que se entregan para servirme incondicionalmente.
Que Mis Palabras, en este día, no se disuelvan en el éter de la Tierra.
Que Mis Palabras, como una sagrada melodía, sigan vibrando en el espacio sideral, para que las almas se den cuenta y perciban que, a través del Verbo Divino, Dios derrama Sus Gracias y Sus Afirmaciones en los corazones que están abiertos para recibirlo.
Quiero que sus vidas sean el verdadero signo de la conversión de los caminantes y de los apóstoles incansables, de los que siguen fielmente el Divino Propósito, aprendiendo a superarse todos los días un poco más.
Todo este camino de sagrada transformación, aunque no lo parezca, ayudará a esta nación para que sea la cuna de la Nueva Humanidad.
Están a tiempo de cumplir esta promesa, así como Yo cumpliré la promesa que hoy les traigo.
Que la Luz de los Sacramentos se enciendan.
Que las almas ingresen en Mi Iglesia Celestial y que junto a los ángeles de Cristo vuelva a ser alabado el Nombre de Jesús, a fin de que el mal en este mundo sea aplacado y los corazones, en cautiverio y en esclavitud, alcancen la misma liberación que ustedes alcanzaron. Porque si hoy están aquí, delante de Mí, ¿se han dado cuenta de que ya fueron liberados?
Ahora es tiempo de caminar y de construir la Obra Sagrada de Mi Misericordia en todos los lugares del mundo en donde sea posible.
Les quiero pedir algo más: que Me acompañen de corazón en la sagrada tarea que su Maestro y Señor realizará en Medio Oriente.
Les pido que, desde ahora, oren por esto, para que los méritos de Mi Dolorosa Pasión vuelvan a encenderse en Tierra Santa y más allá de ella, durante la Semana Santa, para que lleguen al mundo entero a fin de evitar una gravedad mayor en la guerra entre Ucrania y Rusia.
Espero que Me hayan comprendido.
Y, ahora, antes de ingresar en la Sagrada Eucaristía, en las Gracias infinitas de los Sacramentos, cantarán a su Maestro y Señor otra canción: “Tú eres el Rey”.
Celebremos, agradezcamos y reverenciemos este momento, bajo el Poder y la Gracia de Dios.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
El Señor dice que escuchará a cada corazón cantarle.
Dios los bendiga, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
No esperaba llegar aquí en este momento, pero es necesario.
Mi Corazón está donde es invocado. Mi Nombre está donde es llamado, para recordarles una vez más que Yo estoy con ustedes y, al estar con ustedes, estoy con esta nación de Brasil, orando y trabajando silenciosamente, así como lo hice en la Pasión. Por eso, que nadie crea que no estoy haciendo nada.
Las señales del Cielo son internas, son impulsos inextinguibles que llegan a las almas que están abiertas de corazón para poder acompañar todo lo que realiza la Jerarquía.
Pero Mi atención no está solamente en este país, sino en todo lo que hoy sucede en el mundo. Hay situaciones peores que suceden en este planeta y que muchos desconocen, porque son situaciones que se ocultan a los ojos de la humanidad para que la humanidad no pueda hacer nada.
Pero Mi Padre Celestial lo ve todo, a través del Corazón de Su Hijo. Así, Él envía a Su Hijo al mundo a preparar los corazones para Su esperado Retorno.
Por eso, Yo les digo que, en verdad, todo lo que viven en este tiempo no es por acaso y que, si muchos de ustedes están encarnados en este tiempo, es por una razón espiritual aún desconocida para muchos.
Por eso, Yo les digo que no se estanquen en las cosas superficiales. No se queden en lo que es superficial, en todo lo que es insensible, carente de amor y de verdad.
Coloquen su consciencia en el lugar correcto y, así, ayudarán a las Jerarquías; porque esta es la última barca que está pasando por el mundo, la barca de la salvación a través de Mi Palabra y de Mi Mensaje, a través del signo visible que Yo les dejo a los corazones abiertos que, más allá de sí mismos y de toda circunstancia, consiguen percibir la verdadera tarea de su Señor.
Yo les dejé un Legado importante para estos tiempos finales, el Legado de la Santa Eucaristía; al que deben estar muy atentos cuando lo viven y lo practican, porque veo que la Celebración Eucarística en el mundo se está tornando pasajera.
Y este es el gran momento para que cada uno de ustedes profundice y viva los méritos de Mi Sagrada Pasión; es decir, que viva cada momento de Comunión como algo único y verdadero, que su sed por Mí no sea sentimental, sino profundamente espiritual.
Porque delante de todos los errores, que hoy vive la humanidad, ustedes se han preguntado: ¿cómo se enmendarán esos errores?, ¿su Maestro tendrá que volver a cargar la Cruz?
Por eso, necesito de los Nuevos Cristos, de aquellos que están lejos de la mediocridad y de la negligencia, de aquellos que no enfrían su corazón y dudan ante cualquier embate; sino que, por medio de la fortaleza que Yo les He dado a través de Mi Corazón, saben superar sus propios límites y todas las barreras que son impuestas por el sistema de este mundo, sin desafiar ni batallar.
Por eso, Yo les pido que se replanteen su ejercicio espiritual de Comunión Conmigo, porque solo a través de las almas que Me viven y Me sienten, Yo podré derramar Mis Gracias sobre el mundo, por aquellos que les dan valor a la Eucaristía y a los Sacramentos.
Por eso, cada uno de los Sacramentos que Yo les He dejado es sagrado y no pasajero. Porque a través de los Sacramentos que Yo le He dejado al mundo está el único y verdadero camino de la redención; así como está el camino abierto hacia la paz, a través de todos los que Me adoran en el Santísimo del Altar.
Les pido a todos Mis hijos de Brasil que no busquen la solución para este país fuera de ustedes. Busquen esa respuesta que está dentro de ustedes, en su mundo interior, y replantéense todo lo que les estoy diciendo en este momento. Así, muchos podrán percibir cómo, de una forma ignorante y por falta de conocimiento, muchas veces las almas desaprovechan la Gracia de Dios.
El mundo está ardiendo en sufrimiento. Las guerras desafían la migración de los pueblos y de muchas naciones. La sangre sigue siendo derramada sin ningún precio, y el grito de la Tierra se escucha cada vez más fuerte a través de los fenómenos del clima, de la expresión de toda la naturaleza.
¿Quién estará firme para sostener Conmigo este momento?
¿Quién no oscilará ante las tentaciones y desafíos del mundo?
Sé que las almas son frágiles, pero los espíritus pueden ser fuertes e invencibles y estar prontos para vivir lo que haya que vivir, sin nada a cambio, sin reconocimientos, sin ninguna vanagloria.
Cuando las almas perciban, a través de este Mensaje, y los corazones sientan el valor de los Sacramentos que Yo les dejé, aún habrá un poco de tiempo, el poco tiempo que le resta al mundo para que, a través de las almas que viven Mi Palabra y Mis Sacramentos, Yo pueda justificar ante la Ley los impagables errores del mundo.
Por eso, si las almas son conscientes y generan méritos, no se salvarán solo ellas, sino también muchas almas más, especialmente aquellas que, en vida, están ardiendo en el fuego del infierno por sus vínculos con el mal.
Pero no se olviden de que Yo vengo aquí como el Redentor del mundo y, extendiendo una vez más Mis Brazos sobre el Brasil, vengo a bendecir lo más sagrado que existe en este lugar, que son las almas que viven a Dios con alegría y que, fielmente y con esfuerzo, siguen Mis Pasos, más allá de sus imperfecciones, más allá de todo lo que es desconocido para ellas.
Necesito establecer aquí Mi Gobierno Espiritual para los próximos tiempos. Sudamérica deberá ser ese sostén para el resto del mundo en los tiempos de mayor tribulación. Pero eso no significa, Mis amigos, que no vivan aflicciones, porque mientras estén en este mundo las vivirán.
Quien está Conmigo verdaderamente, aprende a superar en sí mismo la ley del sufrimiento, aprende a trascenderse todos los días un poco más, aun dando pasos muy pequeños o lentos.
Lo más importante, compañeros, es el esfuerzo y el ímpetu, pilares fundamentales de la determinación de ser el ejemplo que Mi Padre tanto espera que sean en estos tiempos en los que reinan la oscuridad, la soberbia y la maldad, hijas de la indiferencia y de la ingratitud.
Pero ustedes tienen la Gracia de poder cambiar estos acontecimientos con su honesto camino de santidad, día a día, esfuerzo tras esfuerzo; para que algún día, sin que lo perciban, sean ese Espejo de Dios en la superficie de la Tierra, el fiel ejemplo de una redención alcanzada y vivida. Por eso, aún hay mucho que trabajar y construir.
Su Maestro y Señor se prepara para una importante tarea en Medio Oriente, que será la más importante de todas las tareas en los últimos tiempos; y en la que espero que, en espíritu y de corazón, Me puedan acompañar para que, una vez más no solo ustedes, sino también sus hermanos y hermanas del mundo, reciban los códigos crísticos y los méritos alcanzados por su Señor durante toda Su experiencia en este planeta.
Esta Maratón de la Divina Misericordia será importante por los que sinceramente se autoconvocarán y espiritualmente recibirán el impulso que necesitan para terminar de formarse como Mis apóstoles.
Necesito ver ya esto como algo real. Necesito verlos como Mis apóstoles en la superficie de la Tierra, así como tengo muchos otros apóstoles en el mundo que Me viven y Me sirven, y que sus vidas solo están para poder reparar el Corazón del Señor.
¿Quién más se postulará para vivir este momento, para estar donde Yo lo necesite, como lo necesite y cuando lo necesite?
Yo les tengo que decir todo esto para que puedan crecer rápidamente; porque sé que Me pueden responder, así como Me han respondido en estos últimos años.
Quiero agradecerles la valentía de escuchar Mis Palabras y por eso, vuelvo a bendecirlos y a darles Mi Paz; para que siempre en ustedes todo se renueve y, así, participen de la Sagrada Voluntad del Creador, de lo que Él preciosamente tiene guardado en Su Corazón para cada uno de Sus Hijos.
¡Sean valientes y no se desanimen!
Vivan su purificación como una liberación, como el fin del cautiverio espiritual de este mundo.
Mis Gracias, sobre aquellos que las quieran recibir.
Que la paz esté con ustedes, así como Mi Paz resuena en este universo a través de los que Me dicen sí.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más