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Arcángel Gabriel:
Yo Soy el Arcángel Gabriel, el Mensajero de Dios.
Vengo antes de Cristo para anunciar una profecía.
Recemos al Hijo Primogénito.
Gracias por escuchar.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
En nombre del Cristo de la Luz...
Vamos a volver a cantar "Cristo, Tú el Amor" para esperar al Maestro.
Cristo Jesús:
Abracen su cruz y síganme.
Yo vengo del Cielo como un Mensajero de la Paz a traer esperanza a los corazones perdidos, a pacificar a los que Me juzgan, a traer cura a los que más la necesitan.
Yo Soy ese Gran Corazón del Universo que se anuncia a todas las almas, trayéndoles la renovación, la trascendencia y la transfiguración de sus consciencias.
Este es Mi Mensaje para el fin de los tiempos: Que todos Me puedan vivificar, no importando a qué creencia pertenezcan, porque si en ustedes está el Amor de Dios, estará el Amor del Hijo de Dios y Él los colmará, Él los guiará, ese amor los fortalecerá y sabrán cuál camino seguir en estos tiempos.
Yo estoy llamando a todas las almas que siguen diferentes caminos de luz, y más aún, llamo a aquellas almas que están perdidas en los caminos oscuros.
Incluso dentro de Mi Iglesia, Yo vengo a desterrar lo que ya está viejo.
Mi Gobierno es Divino y no es terrestre.
Mi Iglesia es Celestial y Universal y no está hecha de piedra, como está en las mentes de algunos corazones.
Yo vengo a traer para todos el Gran Espíritu de Mi Ascensión, aquel que pulsa en el corazón del Universo y que ha redimido a todos los mundos existentes. Así Yo les traigo también Mi Divina Misericordia para que en lo profundo de sus corazones puedan conocer Mi Paz.
No vengo a crear conflictos entre las naciones, ni tampoco entre las religiones. Mi única religión, queridos compañeros, es el Amor, y sé que desde el principio en que Yo estuve entre ustedes, los primeros no comprendieron Mi Mensaje. Y ese mensaje equivocado ha llegado hasta los tiempos de hoy, por eso la estructura de Mi Iglesia es muy rígida.
De tiempo en tiempo, a través de Mis Divinas Faces, Yo vengo a traer la renovación para poder romper con todas las estructuras que han cristalizado a muchos corazones de la Tierra.
Vivan en Mi Misericordia y profesen Mi Divina Misericordia verdaderamente.
Mi Cetro no está en los impíos, ni tampoco en los que creen gobernar a través de Mí.
Mi Cetro de Luz está en los humildes, porque no es nada material. Mi Gobierno es espiritual e incalculable.
Yo traigo para todos la Divina Misericordia del Universo, algo que atraje a la Tierra cuando morí en la Cruz.
Por eso, sientan estas cosas de verdad, transformen sus corazones a tiempo y no quedarán como sus semejantes, perdidos en sus propias ideas y proyectos.
Que todos puedan escuchar nuevamente, así como escucharon en el Monte de las Bienaventuranzas: Yo Soy el Hijo del hombre, Soy ese puro Corazón de Amor que se representa a través de la Misericordia para que todas las almas puedan alcanzar la redención.
En este ciclo final del planeta, nuestro mensaje no es traer terror a los corazones, sino consciencia y despertar.
Cuando el impulso de nuestros mensajes llegue a todo el mundo, verán cómo se mueven los castillos de arena de aquellos que construyen sus propias estructuras y dicen hacerlo todo en Mi Nombre. Pero esas cosas no son así, compañeros.
Yo los invito a vivir la renuncia de sí, el vacío de sí, para que Mi Iglesia que es celestial y no terrenal pueda despertar en todos los corazones que lo necesitan.
Por eso envío a Mis ángeles y arcángeles, para que den testimonio al mundo de que muchos de Mis apóstoles están equivocados.
Yo vine a traerles el Evangelio y la buena nueva a través de las cosas simples, de la oración, de la caridad y de la pobreza.
En Mi Iglesia Celestial no existe ningún bien, sino que solo se guardan los tesoros del Corazón de Dios que no son visibles para todos.
Abran los ojos, apóstoles Míos del mundo entero, sacerdotes que predican Mi Palabra.
Mi verdadera Iglesia aún está descendiendo al mundo, y esta es espiritual y sublime.
Dichosos de aquellos que Me adoran en el Santísimo, porque podrán comprender todos los misterios que hoy traigo.
Ya no molesten a sus hermanos, vivan su propia transformación antes que la puerta de la Misericordia se cierre. No habrá lugar o espacio donde podrán llorar.
Arrepiéntanse y hagan penitencia, sacerdotes, antes de que todo sea tarde.
Ya fue dicho y fue escrito: El Hijo de Dios junto a sus ángeles y arcángeles separarán la paja del trigo y vendrá con Su Justicia Divina para corregir a la humanidad y también a toda la iglesia de la Tierra.
Nadie se escapará de Mi Justicia Universal, pero si se arrepienten de corazón y no de apariencia, podrán encontrar Mi Reino Celestial.
Nuevamente, no depositaré Mis perlas preciosas en los cerdos.
Ayuden a las almas a que se puedan rescatar y cumplan la misión que vinieron a cumplir.
No difamen las cosas de Mi Obra y únanse en la caridad y en el ecumenismo, porque será el Amor de Dios que triunfará en todos los corazones de la Tierra.
Será ese Amor infinito e inexplicable lo que unirá a las religiones y a los credos, porque cuando Yo retorne al mundo físicamente, demostraré al mundo y especialmente a todos Mis seguidores, cuánto se han equivocado. Así abrirán sus ojos y podrán reconocer todo lo que hice a través de los tiempos, a través de todas las consciencias que Yo he autoconvocado.
No tienten al mal, porque en verdad no lo conocen. Únanse a MI Corazón y encontrarán la paz.
No sean incrédulos, no desmientan Mi Mensaje.
Mi Corazón viene a los que no han llegado a Mi Iglesia, a todos aquellos que ustedes no consiguieron atraer.
Vivan en el amor y estarán en Mi Divina Misericordia, y no serán tocados por la vara de Mi Justicia.
No desmientan Mi Mensaje.
Yo no vengo por el mundo, vengo por las esencias, por los corazones que necesitan reencontrar el amor y vivir Mi última y Divina Misericordia, porque Yo elevaré hacia el Reino de Mi Padre a los que están caídos y no serán Mis sacerdotes los que entrarán primero al Reino de Dios.
¿Se han preguntado alguna vez, si pudieran ir al purgatorio?
Todo está permitido en estos tiempos.
Vivan el amor, porque la humanidad lo necesita; así atraerán la paz, y así terminará el conflicto en todo el planeta.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Cristo se fue.
Vamos a entrar un momento en adoración y a pedir perdón, por nosotros y por nuestros hermanos, por el cumplimiento de la Obra del Padre.
Cada uno hará su oferta para Cristo, en gratitud y amor.
El Arcángel Gabriel nos ha pedido el Santísimo. ¿Pueden traerlo aquí?
Vamos a mantener la conexión con los ángeles.
Vamos a mantenernos en oración silenciosa agradeciendo la presencia del Arcángel Gabriel, y lo que esto significa.
Vamos a mantener ese contacto con esa realidad, ese Reino Angélico y Arcangélico que viene a auxiliarnos y a traernos la paz. Y así vamos a prepararnos para adorar al Santísimo por algunos minutos, trayendo la paz para nosotros, para el planeta y para nuestros semejantes, para aquellos de quien Cristo habló.
El Arcángel Gabriel dice que penetremos el Universo del Santísimo con los ojos de nuestro corazón.
Que a través de este símbolo sagrado podamos encontrar el Reino de Dios y todos los ángeles adoradores que traen la Paz y la Misericordia de Dios para todos los Universos.
Vamos a adorar, dice Gabriel Arcángel, por todos aquellos que fueron ultrajados y sacados del camino de la luz.
Vamos a ofrecer esta adoración por esas almas, confiando en la plenitud de la Misericordia de Dios por cada una de ellas.
Unamos nuestras almas al Santísimo del Altar y confiemos en el Señor en este mismo presente, en el Eterno Presente del Creador.
Adoremos por los que son injustos y por los que lastiman el Plan de Dios, porque en su esencia, en verdad no conocen el amor, sino solo el dolor.
Tengamos misericordia, y seamos misericordiosos.
Reverenciemos.
Mi Dios, yo creo en ti...
Vamos a agradecer a Cristo por este momento y a llevar Sus Palabras en el corazón, a mantener esa comunión que hicimos con Él, internamente.
Vamos a cerrar el programa de hoy de esta forma, en silencio, para que podamos mantener lo que el Arcángel Gabriel y Cristo construyeron en nuestro interior.
¡Gracias Señor por cuánto nos das!
¡Que el mal desaparezca de este lugar, en el nombre del Todopoderoso y de Sus legiones angélicas!
¡Que la Luz descienda a la Tierra y que los corazones reconozcan el Propósito de Dios, pues es el tiempo de autoconvocados, de los 144.000!
Mi Corazón se hace presente nuevamente aquí y toda Mi Consciencia Divina, que es parte de Dios, se manifiesta ante ustedes para darles a conocer la Voluntad del Padre en cada una de sus vidas.
Establezco aquí Mi Reino y en él no podrá habitar ninguna adversidad porque el Plan se cumplirá en todos los corazones internos a través de Mi bendición, por la autoridad que Dios Me concedió, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Alabado sea el Padre, compañeros, que reúne en este momento a sus ovejas más pequeñas para que vuelvan, después de estar perdidas en el mundo sin tener qué beber ni dónde pastar, al establo de Mi Corazón; porque en Mi Reino existe la providencia y las almas no sienten sed eternamente ni hambre de espíritu perpetuamente.
¿Saben lo que eso significa? Que el Padre los vuelve a reunir para que lo recuerden a través de su Hijo, de su Gloria y de su Misericordia, que permiten, en esta hora, esta realidad.
Yo vengo a llamar a los escogidos con el dedo luminoso de Dios, que con Amor infinito y Misericordia viene a rescatar a los caídos y a retirar de los abismos a millones de consciencias.
Es así que Yo les revelo el poder de Mi Divina Misericordia, de Mi Gracia y de Mi plenitud para con todos los Míos.
Ayer, Yo les dije que soy más que el Sol. Hoy les digo, compañeros, que soy más que una divinidad.
Porque si el Hijo de Dios está en el Padre, el Padre Eterno estará en su Hijo amado. Y si ustedes están en el Hijo de Dios, en lo profundo de su Corazón Sacratísimo, estarán también en el Padre y el Padre estará con ustedes, a pesar de lo que suceda.
Fortalezcan su confianza en el Creador y desmientan, compañeros, a las modernidades de estos tiempos. Las almas están hipnotizadas y en profunda ceguera, no consiguen ver Mi Camino de Luz.
Una y otra vez, de tiempo en tiempo, golpeo a la puerta de sus corazones para llamarlos a esta tarea sagrada de compartir Conmigo el tiempo de la Redención.
La Redención es una esencia profunda aún muy desconocida por el mundo. Una pequeña señal de ella ya fue mostrada a través de la Pasión de vuestro Señor, cuando Yo sufrí por ustedes todos los martirios, todos los pecados y toda la inconsciencia de la humanidad, a través de la agonía, del calvario y de la muerte. Así Yo les revelo, compañeros, que la Redención es algo más profundo, porque tiene su base en la esencia del Amor y de la Unidad que todos los seres pueden vivir en estos tiempos finales.
La redención de sus vidas tiene pasos. Son escalones de luz a los que son invitados a ascender, poco a poco, hasta encontrar Mi Reino Glorioso, que no pertenece a este mundo.
Así, Yo elevo sus consciencias hacia otras realidades, retirándolos de la vida material y abriendo sus corazones para lo que es verdadero y profundo.
A través de la oración, compañeros, construyan la primera base de la redención.
Pero existen más bases que deben construir en este camino de oración, en este camino espiritual y de consagración al que son invitados a recorrer para salir de la ilusión del mundo.
Poco a poco sus vidas se transformarán. Cuando acepten Mi Convocatoria estarán aceptando la Voluntad de Dios y Mi Corazón se glorificará en el Padre, porque Sus hijos se glorifican en Mi Corazón.
Y Yo Me encenderé en Dios para que Mi Espíritu Divino descienda a la Tierra, para rescatar a los últimos que quedan en esta transición, que aún no ha terminado; una transición que desconocen llamada purificación. Una transición misteriosa que se descubre, se revela a los corazones simples, sin miedo y sin engaño.
Por eso, compañeros, les ofrecí la Cruz un terafín, un símbolo sagrado, perpetuo y eterno.
Les ofrecí a Mi Madre, para que la pudieran aceptaran como su Guía y Gobernanta. Ella los une a Dios a través de Su Corazón humilde.
Y si sus corazones son humildes, estarán en Mi Madre, Mi Madre estará en Dios y todos estarán en el Padre, en una perfecta unidad.
Es la unidad, compañeros, lo que no pueden perder. La unidad será la llave para cruzar la transición. La humanidad no sabe estar unida, solo sabe estar dividida todo el tiempo y a través de los tiempos.
Yo les enseñé, a través de Mi Evangelio, cómo debían amarse los unos a los otros. Esa regla está vigente, compañeros, porque ese amor los protegerá de ustedes mismos cuando se sacrifiquen por sus semejantes y sus semejantes se sacrificarán por ustedes.
Así crearán una verdadera familia espiritual, sin que importe la unión sanguínea, genética o humana. Porque la verdadera familia es la que vive en el Corazón del Padre, y lo vivifica todo el tiempo, buscando agradarlo con la emanación del amor y de la unidad presente en cada uno de ustedes.
Les vengo a enseñar, a todos los presentes por primera vez, las Leyes básicas de Dios que se guardan en los Mandamientos, los cuales están olvidados completamente por toda la humanidad.
Si los Mandamientos se hubieran cumplido al pie de la letra no sería necesario vivir la transición.
Por eso vine al mundo y encarné entre ustedes, para mostrarles el verdadero Mensaje de Dios; por medio de la encarnación del Hijo Amado se manifestó el Amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, algo que muy pocos aprendieron.
Pero aún están a tiempo, antes de que llegue esta transición al planeta, en donde la paja se separará del trigo y eso será inevitable, compañeros.
Ustedes saben que el mundo está equivocado, está inmerso en su adversidad, en su profunda oscuridad y ceguera. Y mientras las maldades continúen en este mundo, Yo reforzaré a los espíritus misericordiosos para que puedan servir en este Plan de Amor, que debe cumplirse en la consciencia humana y después en la vida material.
Haré todo lo posible, compañeros, para que caminen con firmeza y valentía. Por eso hoy estoy con ustedes y entre ustedes para enseñarles a amar de verdad y de corazón, para que abandonen sus amarras y las faltas del pasado, y para que a través de este encuentro, puedan salir renovados por un compromiso verdadero y sincero de sus corazones Conmigo.
Así Yo les entrego, amados amigos, una sagrada tarea, que no es material sino inmaterial. Sus espíritus saben que esto existe y que no es una analogía.
Mi tarea en el mundo es concreta y visible. Han visto erguirse a Mi Santa Iglesia, Mi Iglesia verdadera y celestial, en los corazones humildes de los fieles y religiosos.
Es esta Iglesia la que Yo elevo a Dios todos los días, para que el Padre la pueda contemplar en plenitud con Sus Ojos de Misericordia y Compasión.
Es esta Iglesia la que el Padre viene a buscar en ustedes con su acción de servicio, de caridad, de amor y oración.
Es esta Iglesia interior la que nunca será derrumbada.
Permanezcan en quietud mientras hablo, pues la Iglesia celestial y universal del Reino Espiritual está visible en este momento para sus almas. Entren en contemplación y no pierdan este momento. Que la inercia no sea más fuerte que la devoción. Que la indiferencia no sea más fuerte que la compasión.
Que en Unidad y Amor estemos siempre, para que pueda seguir descendiendo la Iglesia Celestial.
En el pasado, a Mis apóstoles y a todos ustedes, les di un mensaje que no comprendieron. Cuando les dije que en Pedro fundaría Mi Iglesia, es que en él y en sus hermanos debería fundarse la Iglesia celestial, en cada corazón humano y no en la vida material.
Pero Me sirvo de todos los fieles, porque en ellos puede estar presente Mi Luz.
Yo vengo a hacerles comprender a los mundos internos, algo que nunca ven, porque siempre miran hacia fuera y se olvidan de su universo interior, en donde está la verdadera riqueza, la historia de su origen, de toda su existencia en el centro de sus corazones.
En lo profundo de sus almas está Mi Iglesia Celestial, la que espero que adoren cuando Su Rey ingrese en ella, así como Yo ingreso en este momento en ustedes, cuando se abren a Mí en humildad y devoción.
Que este Fuego divino que han recibido en estos dos días nunca se apague. Sean llamas renovadoras que puedan encender a otras llamas que se están oscureciendo por sí mismas.
Lleven estos impulsos celestiales y divinos para la consciencia precaria del planeta, para cada lugar al que vayan, en donde se necesite la Paz y el Amor de Dios.
Estén unidos entre ustedes y sus familias. Renueven religiosamente los votos de la Sagrada Familia con todos sus seres queridos.
Que las incomprensiones, las indiferencias, los juicios y las maldades desaparezcan del seno de sus familias. Así los invito a ser un poco más misericordiosos.
Ustedes, compañeros, en este día sagrado en donde Mi Misericordia se hace presente, reciben más consciencia de la verdadera realidad.
Su ceguera desaparece, sus corazones se abren y comprenden el Misterio Infinito del Rey Universal; sus iglesias internas emergen, todos los templos de sus corazones se vuelven sagrados al haber pronunciado e invocado a Mi Divina Misericordia en estos días.
Así siempre los espero ver, compañeros, en los próximos encuentros, independientemente de dónde sean y de que Yo no pueda estar con ustedes; porque si están unidos a Mi Corazón, Yo estaré con ustedes. Ustedes saben que eso es verdadero y que no está tan lejano de nadie.
Vivan entonces, compañeros, este ejercicio de unidad con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Así permitirán que la Tierra entera no sufra las consecuencias de sus propias faltas.
Hagan conocer Mi Divina Misericordia en el mundo, así como lo hizo Santa Faustina.
Sean apóstoles, embajadores y servidores de Mi Divina Misericordia. Trasmitan en la simplicidad de sus oraciones y el amor de sus servicios, todos los códigos de Mi Luz.
Lleven a sus semejantes y a los Reinos de la Naturaleza la ayuda que necesitan. Vean con otros ojos, con ojos de Misericordia, la verdadera necesidad planetaria.
Crezcan en amor y en devoción, y alcanzarán siempre los cielos. Los ángeles los elevarán e ingresarán al Reino de Dios en absoluta consciencia, para adorar con ellos este momento celestial.
Las puertas del Universo se abren, los espíritus de todos son convocados para formar las filas del Plan y encender en sus pechos, la Luz Solar de Mi Corazón.
Que los corazones se alegren. Que las almas se pacifiquen. Que los errores se borren. Que la Misericordia de Dios se establezca y que todos sean bienaventurados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Nuevamente vivirán los Sacramentos para renovar sus consciencias con los Dones de Dios que se guardan en ellos. Háganlo por sus semejantes, por todo el planeta y por el Universo, que contempla en omnipresencia este momento.
Que cada Sacramento sea una oportunidad de perdón, para que sus almas no cometan los mismos errores y, con más atención y vigilancia, cumplan Mi Voluntad y protejan sus caminos de Mi adversario.
Aún la última batalla no ha llegado, en donde el Arcángel Gabriel hará Su Juicio definitivo ante el gran ángel caído y todos sus ejércitos, los que no viven en el Amor de Dios.
Esa hora se aproxima. Por eso preparo sus corazones, de tiempo en tiempo, y de encuentro en encuentro, para que en ese momento sepan qué hacer y dónde estar.
No quieran comprender como sucederá. Amen la vida desconocida y divina, y serán verdaderos seres de la Luz, viviendo en la simplicidad del corazón la Voluntad Suprema de Dios.
Así como bendeciré los Sacramentos, los bendeciré a ustedes y a todos los familiares que coloquen a los pies de Mi altar, en el silencio del corazón, en la oración profunda de sus almas.
Sepan que están siendo agraciados por la Luz divina del Padre, que en Su divina Misericordia manifiesta esta Gracia para una humanidad que no la merece pero que la recibe, cuando el Padre observa el esfuerzo de Sus criaturas por querer cambiar.
Cambien un poco todos los días y no perderán la batalla, porque los que están Conmigo viven los caminos más difíciles y por más que no los comprendan, al experimentar el sacrificio y la entrega, después de todo, por Mi Mano Santa, salen victoriosos.
Así se cumple la Ley de Dios y el Plan. Cada uno tiene la oportunidad de consagrarse a Mi Corazón.
Necesito que se coloquen en el lugar en donde, en verdad, todo Me lo puedan dar.
Yo Soy el Sagrado Corazón, la Fuente de los prodigios inexplicables, la que se manifiesta de tiempo en tiempo en los corazones redimidos.
Estoy feliz al ver sus esfuerzos y la concreción de esta sagrada tarea en esta ciudad, con servidores plenos que aún pueden dar un poco más y que han testimoniado a Mi Corazón que aman verdaderamente al Plan, más allá de sí mismos. Esto es muy importante para el Padre, en criaturas tan imperfectas, donde la Obra de Dios se realiza a través de las manos que se donan y de los pies que se animan a caminar hacia la Luz, la Luz infinita y desconocida del Universo. Así se establece, en estas almas servidoras, la posibilidad de adorarme perpetuamente y de reconocerme en el prójimo.
Llamo a Mis ángeles aquí para que transustancien los elementos y sus cuerpos, en honra a Dios y al triunfo de Su Amor en este planeta.
Jerarquía Divina de ángeles y arcángeles... (x3)
Fray Elías del Sagrado Corazón:
El Maestro pide trece campanadas.
Padres Creadores descienden y seres resplandecientes se aproximan, para venerar al Hijo de Dios y a todas Sus criaturas que le responden, manifestando la Gloria de Dios y de Su Obra en este planeta.
Gloria, Gloria en las Alturas y Paz en la Tierra a todos los seres de buena voluntad.
Mientras estoy presente, compañeros, realicen un ofrecimiento a Dios para que sea depositado en Mi Corazón Misericordioso y se cumpla según la Voluntad de Mi Padre.
Ofrezcan lo que aún no Me han dado y anímense a dar un paso hacia esta convocatoria final.
Que así sea.
Aquí les doy el ejemplo de Mis más amadas y antiguas discípulas, que, en el silencio del corazón y en la obra del servicio permanente, construyen las bases de la fraternidad y de la unidad entre las consciencias.
En las manos de Mis amadas servidoras deposité muchas Gracias que permitieron la manifestación del Plan de Dios en la parte que le cabe a su grupo, en las islas de salvación y en los núcleos de amor.
Establezco así nuevamente estos principios, ahora en un nuevo tiempo, en donde todos Mis servidores Me acompañan para preparar Mi llegada, Mi esperada llegada al mundo.
Es así que nuevamente les doy Mi Cuerpo y Mi Sangre, para que Me recuerden, cuando estuvieron Conmigo en aquel tiempo caminando por las tierras de Tierra Santa, acompañándome en el Evangelio y en la Palabra, sirviendo a Su Rey en la oración y en el silencio, en la contemplación de Mi Corazón, que en aquel tiempo ya era Glorificado.
Así les demuestro, Mis compañeros, la Orden de Mi Servicio Universal, formada por todos Mis apóstoles del nuevo tiempo que llegaron, en este ciclo, para servirme.
Hoy estoy aquí con ustedes, como en Emaús, cuando después de haber resucitado aparecí a pastores semejantes a ustedes, en una noche estrellada y lunar, a los pies del fuego.
Tomé el pan, ya con Mi Cuerpo ya transfigurado y glorificado,lo partí en dos y les dije a los pastores:
Coman, este es Mi Cuerpo que siempre vivió entre ustedes y vivirá para siempre, por toda la eternidad.
Comulguen con el Maestro del Amor y del Perdón, pues sus corazones se alegrarán porque llegó el día de Su Misericordia.
Bendigo estos elementos para la cura profunda de las almas y la redención de los corazones, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Y antes de despedirme, compañeros, con el afecto más profundo de Mi Espíritu por cada uno de ustedes, quiero agradecerles, porque Mi Obra Redentora del fin de los tiempos se cumplió una vez más, a través de las manos y de los brazos que Me sirvieron en profunda donación.
Que la devoción ardiente los compenetre e ilumine el fin de los tiempos y sus caminos para siempre.
Quisiera elevarme al Cielo con Mis ángeles, quienes tocan arpas y violines, anunciando con sus trompetas la llegada del Rey Universal en el día tan esperado por todos.
Quiero escuchar vuestro canto de Aleluya.
Quiero que se pongan de pie para agradecer a Dios por esta Obra que con todas Sus criaturas une el Cielo y la Tierra.
Que esta Maratón quede grabada en sus corazones. Que siempre la puedan recordar como un impulso para salir de las pruebas y de toda adversidad, porque quien está en Mí nada temerá.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Ahora enciendan la luz de sus corazones, así como lo hicieron en estas últimas horas, para que Yo pueda entrar y tener Mi morada definitiva.
Yo Soy el Jesús de la Misericordia, la Fuente de todos los prodigios para todo el Universo y toda la Creación.
Saludemos a nuestro Padre que está en los Cielos, pues Su Gracia nos permea, nos compenetra profundamente para poder alcanzar la paz.
Dichosos de aquellos que ahora están Conmigo, en cualquier parte del mundo, porque allí Yo estoy con ellos para derramar Mi Divina Misericordia, así como hoy la derramo sobre ustedes.
Coloquen las manos en recepción para recibir Mi Luz.
Yo Soy aquel Misterio que muchos no comprendieron y que viene del Infinito, del origen de la Creación.
Yo Soy aquel Misterio que aún no fue revelado, porque solamente se mostró una parte cuando estuve en la Tierra, entre ustedes, para predicar la Palabra de Dios y hacerlos revivir en Mi Espíritu.
Yo Soy esa señal visible para todos. Soy ese Amor infinito e invencible, que puede ingresar en cada corazón humano para transformarlo completamente, a imagen y semejanza de Dios.
Yo Soy ese Misterio que se está revelando de a poco, a través de cada encuentro Conmigo. Y en todos los meses que ya han pasado, les dejé una llave para que Me pudieran conocer profundamente.
Así, Yo estoy hoy aquí, en omnipresencia y con cada uno de Mis seguidores que se abre nuevamente para recibir Mi Gracia, la Gracia glorificada del Hijo de Dios que está retornando al mundo nuevamente y preparando a las consciencias para ese gran momento.
Por eso, aún no Me pueden ver, porque soy un Misterio, pero dejo de serlo cuando Mi Amor está en ustedes. Así todo se comprende y todo es revelado.
Yo estoy trayendo nuevas revelaciones para el mundo y para la consciencia de su grupo; porque son un rebaño muy antiguo, que no solo caminaron con los pueblos del desierto, bajo la guía de Moisés, sino también caminaron Conmigo para reencontrar el Camino de la Luz y de la Redención.
Es por eso, compañeros, que no es la primera vez que Me encuentran, ni es la última que Yo los llamo para vivir Mi Plan de Redención.
Aún hay mucho por hacer en este mundo, y despierto espíritus jóvenes para que sean Mis apóstoles, así como lo fueron los doce en el pasado. Pero estos apóstoles del nuevo tiempo vienen a completar Mi Obra Redentora, la Obra de la nueva Era, la Obra de la Misericordia de Dios.
Por eso revelo los Misterios a cada uno de ellos, en el silencio del corazón y de la oración. Los velos caen de la consciencia y las almas conocen su verdadera realidad; dejan de ser ignorantes ante el Plan de Dios y conocen, en su interior, la vida universal.
Por eso hoy no vengo solo en Misericordia, vengo en Luz sideral, como un Sol potente entre todos los soles que existen dentro de este universo material.
Pero Yo no Soy un sol físico. Soy más que un ángel, cuando subí a la Gloria de Dios.
Soy ese Misterio que se muestra mes a mes al corazón que se abre, poco a poco, para reconocerme.
Soy ese Sol espiritual que ilumina las tinieblas y los abismos, que trae la paz a los corazones perdidos y hace resucitar la vida espiritual de las consciencias.
Soy esa Luz solar que emite impulsos permanentemente y que, en el fin de estos tiempos, despierta la consciencia de cada ser al principio de su verdadero origen, de su verdadera esencia, de su verdadera Fuente dentro de la Creación.
Soy esa Vida infinita que vino a estar con ustedes hace dos mil años.
Soy el Principio y Soy el Fin. Pero no un principio, ni tampoco un fin material.
Soy el ciclo que renueva todas las cosas.
Soy ese Propósito de Dios manifestado en el mundo, a través del Corazón del Hijo de Dios que puede pulsar en cada uno de ustedes, para transfigurarlos y transformarlos.
Vengo de un lugar muy lejano, al cual ustedes conocen como Cielo. Es más que eso, compañeros, es la Vida Divina manifestada en la Consciencia de Dios; es ese impulso cósmico que dio origen a la creación de todo el universo, en el plano espiritual, en el plano mental y en el plano material.
Ustedes son parte de ese principio y de ese origen. Ustedes son moléculas de Luz que surgieron de una Fuente Mayor para traer a la Tierra la redención que la humanidad necesita.
Vinieron aquí a aprender sobre el amor y el perdón. Vinieron aquí, compañeros, para aprender a ser verdaderos soles en la Tierra, que puedan iluminar todos los tiempos hasta llegar al Tiempo Real, el tiempo real de sus consciencias, que no está aquí, en esta vida material, sino más allá de sus almas y espíritus.
Pero Yo los aproximo, en esta tarde, a esta realidad, porque sus corazones han implorado para eso. Esta es vuestra verdadera revelación, la más importante de todos los tiempos: que ustedes sepan quiénes son y qué han venido a hacer en este lugar, para este ciclo planetario.
Así, Yo emito Mi Impulso de Luz, para todos, como una usina constante y resplandeciente que renueva a todas las consciencias y a las criaturas que escuchan, de corazón, la Palabra de Dios.
Yo vengo a ampliar sus consciencias todo el tiempo; vengo a traer lo nuevo y lo desconocido, lo que nunca han aprendido en ningún otro tiempo.
Por eso, compañeros, Yo Soy ese Sol que desciende del Universo Mayor en estas fechas sagradas, para que las almas no pierdan la oportunidad de renacer, de despertar y de servir al Plan de Dios.
El mundo debe convertirse y eso comenzará primero en ustedes.
Muchos de ustedes ya son conscientes de que el Infinito, el Principio y el Fin, que lo Único y lo existente más allá de todo, ha venido a visitarlos para despertarlos a la Gran Verdad, en este último tiempo.
Sean testigos de este legado que les entrego, que no es material ni tampoco mental. Es más allá de lo espiritual, de aquello verdadero que ustedes son, donde se guardan las verdaderas cosas de Dios, en el espíritu sublime de cada ser.
Quiero que despierten a esto compañeros, porque Mis soldados deberán estar fortalecidos para los últimos tiempos que llegan al mundo. No podré enseñar estas cosas a toda la humanidad, por su gran indiferencia e ignorancia, pero sí se lo podré enseñar a ustedes, porque serán responsables de volver a retransmitirlo al mundo, con simplicidad y amor, en el idioma que pueda comprender cada corazón.
Y ahora les muestro a todos el Sol que Yo Soy; porque Yo Soy el que Soy y provengo del principio, en donde todo fue creado en la esencia del Amor del Corazón de Dios.
De ahí surgió el Hijo de Dios, el Primogénito, vuestro Gran Patriarca, Profeta y Maestro de la humildad.
Vine a mostrar al mundo, en aquel tiempo, que las cosas no son como las viven y que existe una realidad profunda y verdadera, que va más allá de esta vida material.
Todo el Universo material aprende de esta existencia sagrada, y así, los códigos descienden, de dimensión en dimensión, para renovar todas las cosas y generar la evolución de todas las vidas del Universo.
Vengo a mostrarles Mi patriarcado y también el Gobierno de Dios, que rige a todo el Universo y más allá de este.
¿Ahora comprenden, compañeros, con Quién están? Fui un simple hombre de Nazaret, pero eso solo fue una faz entre todas las que Yo tengo en este Universo espiritual, mental y material.
No soy solo una cosa, o una forma, a Su semejanza. Soy algo más que eso, compañeros. Soy más que el Soplo del Espíritu de Dios.
Soy Su Mensajero y Su Gran Servidor, que se ofreció, en esencia y vida, a morir por ustedes, para que hoy estuvieran aquí, escuchando este gran Misterio de los Libros Sagrados de Dios, de las llaves de Enoc y del rey Salomón.
En toda la historia del planeta se guarda un precioso legado, del cual ustedes, hoy, están participando al conocer la Verdad del Hijo de Dios, en Su profunda esencia de Amor y de Unidad.
Yo traigo el Universo para que lo conozcan, pero, principalmente, para que lo amen; porque el Universo de Dios, que lo es todo, está olvidado por esta humanidad.
Solo bastará para ustedes, compañeros, encontrarse en la noche de un cielo estrellado y mirar hacia arriba para encontrar su origen en toda esta Creación; piezas preciosas de un gran puzle, que comienza a construirse por cada uno de sus corazones en esta obra redentora que hoy viven Conmigo.
Les pedí que fueran semejantes a los ángeles. Hoy les pido, compañeros, que sean semejantes a todos los soles del Universo, porque a pesar de ser millones en toda esta Creación, su Sol interior puede brillar más que ellos, porque tienen guardado, dentro de ustedes, la llave del Amor y de la Unidad; algo de lo que el Universo aprende, de tiempo en tiempo, a través del proyecto de esta humanidad y de la historia de su evolución.
Ustedes están escribiendo una historia en este momento. Y a pedido de Mi Padre eterno, Yo vengo a escribir, compañeros, con la pluma de Dios, lo que ahora está sucediendo dentro y fuera de ustedes, en esta sagrada Unidad.
Así les hago comprender que no solo son materia, cuerpo o mente; que son algo más allá de eso y que ustedes pueden conocer cuando se abren para vivirlo todos los días en una profunda y sagrada oración, para glorificar al Padre que está en los Cielos y ser testigos de Su legado en la Tierra.
Vengo así a aliviar su cruz, para que puedan despertar a lo nuevo, que está escrito en las parábolas del Evangelio como las primeras iniciaciones de Mis discípulos, como las leyes básicas para aprender a amar y saber estar en la unidad con sus semejantes.
Si tan solo viven esas reglas básicas, no tendrán porqué sufrir.
No tendría sentido compañeros, porque quien vive en la Ley del Amor y de la Unidad, siempre podrá estar en paz y sabrá qué hacer en el vasto Universo de la Voluntad Divina.
De nuevo, ahora, les muestro Mi Sol, el Sol que Yo Soy.
Y del centro de Mi Pecho, emito e irradio los Rayos de ese Sol para aquellos que se abren a recibirlos, en profunda humildad, y en reverencia a Dios por esta Gracia y este Misterio que despierta a su gran revelación.
Y así les puedo decir: son parte de la Consciencia Divina; seres en redención y rehabilitación, que deben llevar guardada en sus células, la experiencia del perdón y del amor, para ofrecerla cuando asciendan a los pies del Creador.
Sus almas encuentran reposo, sus pies encuentran descanso, sus cuerpos un refugio de paz, para que Mi Padre sea glorificado por los siglos de los siglos.
Sientan el magnetismo de Mi Consciencia inmaterial y espiritual, que abraza a todo lo que es corrupto para volverlo incorrupto, lumínico a los ojos de Dios y sublime a los ojos de la Creación. Es la materia que se transfigura, así como se transfiguró el Hijo de Dios en el Monte Tabor, preparándose para Su Muerte y Su Resurrección. Yo les vengo a enseñar de esa forma, compañeros, las Leyes eternas.
Demos gracias a Dios por haber manifestado estos principios en los sagrados Sacramentos; que son las raíces más profundas e íntimas para las almas de este gran árbol de Luz y de Sabiduría del Padre.
Les dejé, a través de los Sacramentos, un legado, la Fuente de la Renovación, que es lo que más necesitan en este tiempo para poder acompañar Mi Plan de Paz en el mundo.
Que sus corazones vivan el ardor de Mi Corazón, el Fuego sublime de Mi Espíritu, que trasforma todas las moléculas y vivifica todas las células, para tornarlas imagen y semejanza de Dios, para hacer retornar a toda consciencia de cada ser, a lo que verdaderamente fue en el principio, antes de haberse desviado por Adán y Eva.
Así, Yo vengo a instituir el Proyecto original en una nueva faz, mostrándome como el Ángel más solar y humilde, servicial y simple de todo el Universo.
Mi Reino no es de este mundo, es de otros, es de Dios; de Vuestro Padre Amado, que los contempla a través del Sol de Mi Corazón, estableciendo así la sagrada Unidad.
Ahora lleven sus manos hacia el corazón y sientan la paz de Mi Espíritu, el sosiego de Mi Alma, el Amor de Mi Consciencia, la grandeza de Mi Corazón, en Misericordia y Piedad.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Vamos, a pedido del Maestro, suavemente a conectarnos con Abba, con la Fuente Primordial del Amor y de la Unidad. Con todo el amor y la gratitud porque Cristo está aquí.
Canción: "Abba, Fuente Primordial".
Quien lava sus pies renueva sus caminos. Ingresen en Mi Camino de Luz para poder renovarse en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo.
Quien come de este Cuerpo y bebe de esta Sangre, les vuelvo a decir, compañeros, tendrá vida eterna. Este es el mayor presente para Dios y para todos los autoconvocados que reafirman sus votos en Cristo para continuar adelante, hasta que Yo retorne al mundo para hacerles conocer Mi Gloria.
Hoy Me elevo de este lugar, más feliz, viendo que los frutos son inmateriales para cada una de las consciencias que se animan a vivir en la Ley de Dios y a conocer el verdadero tesoro, que es el Amor y la Unidad.
Ahora canten para agradecerle a Mi Padre.
Extendiendo Mis Brazos hacia ustedes e imponiendo Mis Manos sobre sus almas, Yo los bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Vayan en paz y en alegría, porque un nuevo cristo es alegría y fuente de renovación, hasta que el Plan se cumpla.
Les agradezco.
Ahora quiero que Me canten “Aleluya”, como ya Me han cantado dos veces, porque en esa alabanza pueden nacer sus niños internos. Recuerden que los niños más pequeños son los primeros que ingresan en el Reino de Dios y ustedes pueden ser como niños, para alabar a Dios y traer sus ángeles a la Tierra.
Invito, compañeros, a todos los que escuchan a través de este medio de comunicación que ha bendecido Mi Madre, que canten a Mi Corazón, sin miedo de abrirse a lo verdadero que son: al Origen.
¡Les agradezco!
Que la Paz esté en sus corazones para siempre. Adoremos a Dios porque es Él que permite la manifestación de esta Gracia.
Pidan perdón a Dios por sus ofensas para que Su Hijo lleno de Misericordia esté en Gloria entre ustedes.
Oración: Padre Nuestro
Mientras extiendo Mis Brazos hacia ustedes, compañeros, Mi Corazón se expande en sus vidas trayéndoles nuevamente la Ley del Amor, para que la recuerden y la vivan en los tiempos que llegarán.
Me agrada ver a sus corazones abiertos para recibirme. Mi Espíritu se aproxima a todas sus consciencias para bendecirlos nuevamente en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Que esta bendición se multiplique en todos aquellos que la necesitan.
Sean Mis Apóstoles del nuevo tiempo y retransmitan Mis impulsos de Luz al mundo.
En sus almas encuentro la caridad y el servicio, la verdadera plenitud en la que Dios se puede expresar a través de cada pequeña acción de Sus hijos.
Vengo aquí para impulsarlos a seguir adelante, porque en estos tiempos, compañeros, la Gracia de Dios será su fortaleza y la victoria se dará en cada uno de ustedes cuando sus corazones Me vivifiquen aún más de lo que ya Me vivifican.
Me han adorado y Me han contemplado en el Santísimo, y Mi Corazón fue reparado por ustedes y por la Gloria de Dios, del Hijo y del Espíritu Santo.
Yo vengo a traerles aquí, compañeros Míos, lo que Me han dado con tanto amor durante este último tiempo. Los adoradores de Mi Corazón misericordioso, a través de la Santa Eucaristía, son imprescindibles en estos tiempos.
Podrán ser depositarios de Mi Luz, cada vez que Me contemplen en el Santísimo Yo podré depositar en sus corazones todas las Gracias, que no pertenecerán a ustedes sino a los que más las necesitan. Así Yo los invito a ser Mis mediadores entre el Cielo y la Tierra como lo han hecho en estos últimos meses.
Un hilo de Luz se establece entre Dios y la humanidad cuando las almas adoran a Mi Corazón. La reparación se vuelve más profunda en el espíritu y en el alma de cada ser, y cada consciencia puede encontrar su camino a través de cada ejercicio de adoración.
Los adoradores son el epicentro de Mi Energía Crística. En esta humanidad aún existen, compañeros, muchas consciencias, muchas almas devotas que adoran a Mi Corazón de Luz.
Y es esa adoración, perpetua y permanente que Me permite estar presente hoy entre ustedes. Yo vengo a dar oficio a vuestra sagrada tarea para que continúen adelante sustentando este Proyecto de Dios que cada uno es llamado a vivir en este tiempo.
Es por eso que hoy, compañeros, les traigo Mi Corazón misericordioso a través del símbolo del Santísimo Sacramento, Luz poderosa de Dios, solar e infinita, que penetra en todas las almas del mundo y, especialmente, en todos aquellos que contemplan el poder del Corazón del Hijo de Dios. En ellos está Mi Reino, y así Mi Reino está en el mundo, a pesar de toda la adversidad.
Que sus corazones hoy se pacifiquen mucho más, porque Mis códigos de Luz del Universo vienen a depositarse en sus consciencias. Crean en esto porque es verdad y lo verán en poco tiempo.
Si sus almas se animaron a contemplarme en el bendito Santísimo, ¿qué más podrían hacer por esta humanidad tan perdida?
Que sus ojos no dejen de mirar a Mi Corazón a pesar de la adversidad que los rodea, de las prueban que lleguen, de los desafíos que puedan vivir en estos últimos tiempos.
Crean que Yo estoy presente en el Santísimo emitiendo impulsos de Luz para las consciencias, que se retransmiten en consecuencia a toda la humanidad.
Hoy no vengo a batallar con el mal, hoy vengo, queridos compañeros, para que entremos en adoración, en unión al Infinito, al Único, que se hace presente a través de Su Hijo Amado. Vengo a establecer en ustedes un Templo de Luz que se construye en cada nueva adoración.
Tal vez no comprenderán el misterio de observar al Santísimo, pero adoren, adoren Mi Corazón Misericordioso, porque Él está muy lleno de Gracias y muchas almas las rechazan por estar mirando otras cosas, mirando las adversidades del mundo, el descontrol, el pecado capital, que desbordan de los corazones que se pierden en la ilusión de la humanidad.
Busquen la unión con Mi Corazón y Yo les daré siempre la paz, y la paz estará en sus hogares, en sus familiares, en cada lugar donde se encuentren. Porque si sus corazones adoran a Mi Corazón en el Santísimo, serán pacificadores en el Nuevo Tiempo, los apóstoles de la última hora que se postulan para ingresar en las filas de Mis ejércitos que ayudarán en la transición de esta humanidad.
Sé que están sintiendo muchos misterios; ámenlos, adórenlos, vívanlos y después comprenderán.
Adoren a Mi Corazón en el Santísimo para que sus códigos viejos puedan cambiar y Yo pueda verter en cada uno de ustedes los Códigos de Dios, del Reino Celestial que quieren estar cerca de cada una de Sus criaturas.
Adoremos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, porque la Santísima Trinidad está presente en este momento a través del Corazón de Su Amado Hijo. Sientan cómo Mi Corazón puede vivir en ustedes.
En el silencio de la oración pidan por lo que más necesitan, pidan por sus semejantes, pidan por todos los que viven la consagración y están en su transición.
Pidan por los que Yo he llamado para servirme, para que Mi Corazón no sufra la incomprensión de Mis Apóstoles.
Pidan para que Yo esté presente en los que los instruyen, porque es de vital importancia para no salir del camino y quedar ciego por su propia luz.
Pidan para que Yo pueda estar más tiempo. Por eso he venido aquí, compañeros y adoradores, porque sé que lo pueden pedir cuando sus almas se abren para reconocer la Voluntad de Dios a través de Su Hijo.
Pidan que el Cielo descienda a la Tierra para que la oscuridad pueda disiparse y que triunfe Mi misericordioso Corazón en todos los que están caídos y están ciegos de espíritu.
Pidan para que Mi Paz esté entre ustedes y en sus hermanos.
La Justicia que llegará al mundo será muy grande y pocos la soportarán.
Mientras se purifican, amigos Míos, adoren a Mi Corazón y Yo los aliviaré en el Santísimo. Porque en el silencio de una buena adoración se encuentra Mi Madre, se encuentra Dios y los santos ángeles del Cielo que adoran perpetuamente a la Santísima Trinidad.
En estos tiempos, amados Míos, imiten a los ángeles del Universo, sean semejantes a ellos y así atraerán al mundo la paz, porque en él la paz ya se está acabando, debido a que el mundo prefiere vivir su propia voluntad y no la Voluntad de Dios.
Si ustedes Me adoran, Yo podré contemplar a los que más Me necesitan, y seremos una sola Fraternidad, una Sagrada Familia que responde, en el fin de los tiempos, al último llamado de Dios.
Pidan por todos lo que sufren las acciones de Mi adversario.
Pidan por aquellos que están en la oscuridad y que obran a través de ella.
Pidan por las almas, para que puedan despertar antes de Mi retorno al mundo.
Este momento, compañeros, es un tiempo de preparación y aún seguirá por un tiempo más, hasta que llegue el último día, el último día del planeta, antes de la Nueva Humanidad, y eso no está lejos.
Quien vive en Mi Corazón sabe que todo sucederá y que lo que el Hijo de Dios dice es Verdad y es Ley.
Hoy he traído los ángeles del Cielo, una parte de los Elohim, para que reciban de sus corazones y almas todas las súplicas.
Adonai está escuchando. En el silencio del corazón se dictan los verdaderos enunciados, la voz del alma se hace presente en unión al Padre Celestial.
Hoy he venido aquí no solo para estar con ustedes, sino con el mundo y para pedir junto con ustedes al Padre del Universo por este proyecto de la humanidad que aún debe cumplirse en la vida de cada ser.
Mientras Yo les hablo, sus corazones se liberan y sus almas pueden sentir el alivio del Reino de Mi Paz. El Verbo divino se hace presente en los espíritus para encender la llama del corazón que alumbrará el fin de los tiempos como un precioso sol que cada uno de ustedes es.
Entonaremos, a pedido del Maestro, “Adonai, Espíritu Santo” por algunas veces haciéndolo en ofrecimiento a los ángeles, a los Elohim.
Recuerden, qué hice por ustedes hace dos mil años, recuerden que me senté en el suelo y no en una mesa, en un suelo de tierra, en la simplicidad de Dios para celebrar con los Míos la última y sagrada cena. Recuerden ese momento y vívanlo como si fuera hoy.
Agradezco el amor de su devoción, pero ingresen con sus consciencias y aún más con sus corazones a ese bendito momento en el que el Hijo de Dios se entregaba por ustedes para salvarlos en este día.
Cuando los ángeles descendieron al pobre suelo de la última cena, María Santísima con Sus discípulas, como también algunos de ustedes, entraron en adoración y dijeron “sí” para vivirme en este tiempo.
Recuerden la hora en que Yo ofrecí a Dios este mismo pan y este mismo vino que hoy ofrecen al Creador. En este pequeño misterio del pan y del vino santificado se encuentra el amor, en algo tan insignificante pero muy grandioso como la comunión con el Hijo de Dios para reparar todas las faltas y todo lo cometido, todas las ofensas y todos los pecados que las almas viven por su ignorancia al ser perseguidas por Mi adversario.
Adoren el momento en que vuestro Maestro y Pastor de todos los rebaños del mundo, y a través de todos los tiempos se viene ofreciendo en la Sagrada Eucaristía para que las almas, finalmente, encuentren a Dios y vivan en Él.
Tomé el pan y dije, compañeros: “Padre, que este sea Mi Cuerpo para salvar a todas las almas y liberarlas del mal en honor al triunfo del amor y de la sagrada unidad de Tu Corazón Altísimo. Comulguen, apóstoles Míos y vívanme”.
Del mismo modo tomé el cáliz y dije: “Padre, que esta sea Mi Sangre, la Sangre preciosa de la renovación y de la paz en todos aquellos que la beban, en reparación por todos los ultrajes a Tu Sacratísimo Corazón”.
Me ofrezco en esta cena para que las almas sean en Mí, en profunda adoración y reverencia, y así Yo pueda ser en ellas en cada punto del planeta para quien invoque Mi Nombre santo.
Y así, compañeros, sin ustedes percibirlo, en el centro de esta ciudad Mi Corazón triunfó y las puertas al mal se cierran para que las almas Me vivan verdaderamente.
Ustedes pidieron que Yo volviera aquí en su tarea de adoración y en cada momento de oración, y aquí estoy, amigos, para que nunca se olviden de Mí.
Canción: “Alabado sea Dios”.
Que esta Maratón, compañeros, sea dedicada para adorarme por todos los que no Me adoran, por todos los que no Me viven, por todos los que Me rechazan después de haber aparecido en sus caminos.
Reparen Mi Corazón y así Yo podré reparar al mundo, especialmente a los no nacidos que necesitan de muchas oraciones. Que en esta Maratón se enciendan sus espíritus y reine la alegría de estar en Dios, de servir a Dios y de sentirlo en lo profundo de sus corazones.
Les dejo el don de Mi Paz para que lo puedan trabajar todos los días y sus almas se transfiguren en el perfecto modelo que Yo espero para cada uno.
¡Les agradezco, adoradores, por responder a Mi convocatoria!
Su Maestro y su Rey,
Jesucristo
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más