Domingo, 9 de agosto de 2020

Sagrada Semana
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO EN EL PRIMER DÍA DE LA SAGRADA SEMANA, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

A pedido de Nuestro Señor todos vamos a cantar, en este momento, uno de los Nombres de Dios, invocando el descenso de la Iglesia Celestial sobre el planeta. Vamos a hacer el cántico Eloha Shamayin.

Todos nos ponemos de pie para reverenciar este momento, aún Nuestro Señor está llegando junto con la Iglesia Celestial.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Mientras las bases de Mi Iglesia se afirman en la superficie de la Tierra, grandes fuerzas del mal son liberadas del planeta por la elevación de las estrellas caídas. Sean bien recibidos por la Iglesia Celestial de Mi Padre y la esencia de todos Sus misterios de Amor.

Ante la presencia de Su Sagrada Arca, reciban los impulsos de Luz que provienen de Dios a través del Corazón misericordioso de Su Hijo.

En compañía del universo angélico, preparen sus corazones en este momento, para ofrecer sus almas a Dios y ser partícipes de esta tarea que impartirá su Maestro y Señor al mundo.

Las puertas de Mi Iglesia ya están abiertas y las almas están llegando al Templo de Mi Corazón.

Las almas llegan, así como ellas se encuentran, en el estado espiritual y material que viven. Con sus imperfecciones y errores, las almas llegan al centro del Templo de la Iglesia Celestial donde en este momento se encuentra el Arca Sagrada, la que actúa como una fuente espiritual de Luz para todas las almas que en este momento se aproximan a ella.

Y a un lado del Altar Mayor de Mi Iglesia Celestial se encuentra la Virgen Madre con las santas mujeres y algunos de los apóstoles, rezando en este momento por ustedes, en el silencio contemplador de la oración que se refracta a través del espejo del corazón.

Lleven su mano hacia el corazón y sientan el latir de su corazón, Mi Corazón late igual que el de ustedes, sintiendo el pulsar de la renovación y de la vida.

Lleven la Luz de Mi Iglesia hacia su corazón y la otra mano que esté en ofrecimiento. Vean la llegada, en este momento, del Padre Celestial en Su estado de Consciencia Única. Y en el vacío de sus seres, realicen la entrega que hoy le darán a su Redentor.

La Iglesia Celestial se sigue expandiendo sobre el mundo para que todas las almas de todas las naciones, pueblos y razas, ingresen a Mi Iglesia Celestial y todos comprendan una sola lengua, un solo sentir, que es el idioma del corazón, inconfundible y perfecto.

Ahora que están conscientes de lo que sus almas están viviendo Conmigo por todos sus hermanos de la Tierra, ingresen al pasillo principal de Mi Iglesia Celestial y aproxímense al Altar Mayor, en donde está el Arca de la Santa Alianza.

Hoy estamos ante el momento en el que Dios pensó en crear a Sus criaturas. Encima del Altar y a través del Arca de la Santa Alianza, sientan en sus corazones el gran momento de Nuestro Padre Creador, cuando Él quiso tener seres semejantes a Él para que lo amaran y lo adoraran.

Estamos ante el Dios de la Misericordia. Sientan el Corazón de Dios que, en Su silencio, implora al mundo diciéndole:

"¡Reconcíliense Conmigo! Yo Soy su Creador, Soy el Principio y Soy el Fin. En Mi Casa existe un lugar especial para cada uno de Mis hijos.

Hoy, Mi amado Hijo Me ha pedido traerlos hacia Mí y ustedes están ante Mí en este momento.

Soy el Dios de la Misericordia, de la profunda Sabiduría Divina, el Dios de la Compasión y del Amor.

Hijos, enderecen sus vidas, corrijan sus caminos, el tiempo final se aproxima y solo Me tendrán a Mí para poder atravesarlo. Soy el Dios de la bondad, el Dios de la aceptación, el incondicional Espíritu.

Hoy su Padre Eterno no mira sus faltas, sino el don que con tanto amor colocó en cada uno de ustedes. ¿Cuándo Me lo ofrecerán? Mi Hijo les ha enseñado cómo hacerlo.

Este es el tiempo de la reconciliación, para que la paz y la cura lleguen al mundo.

He movilizado a todo el universo en este momento, porque su Padre está aquí, viendo cómo Sus hijos se pierden y se maltratan, cómo se alejan de la Ley y de la verdad.

Yo no los creé para que sufrieran, sino para que tuvieran vida eterna a través de la Presencia de Mi Hijo, su Redentor. Pero hoy he permitido que ingresen en Mi Iglesia Celestial para que reciban en sus mundos internos todos los misterios que concedieron esta Creación, desde antes de que ustedes existieran.

Están ante el Legado de la Sabiduría de Dios por medio del Arca de la Santa Alianza. Así, la Nueva Jerusalén se aproxima y los hijos retornan a la Casa de David para retomar el camino, que una vez perdieron, al Propósito de Mi Corazón.

Solo deseo la felicidad para el mundo y no la justicia, pero Mis hijos no lo comprendieron. Una vez descendí, Yo mismo, a la Tierra para enseñarles sobre el Amor a través de la Palabra, de cada una de Mis Llagas, de la entrega absoluta de Mi Corazón.

Yo Soy el Dios Vivo, inmutable e infinito. Mi Casa los espera algún día, pero mientras estén aquí aprendan todo lo que les dona el universo, enmienden sus errores, purifiquen sus faltas y la cura se alcanzará.

Vengo a darles una expiación que hoy no comprenderán, pero que en poco tiempo lo sabrán, porque son sus almas las que necesitan de esta Gracia de escuchar al Dios de la Creación.

El Libro de la Vida de la Creación espera ser reescrito por cada uno de ustedes, por sus experiencias de perdón y de redención.

En este primer día de la llegada de Mi Iglesia a los corazones del mundo, vengo a celebrar junto a Mi Hijo, el primer y fundamental legado que Su Redentor le dejó a la humanidad: el Sacramento de la Eucaristía.

Así como lo hacen sus almas en este momento, en el recogimiento del corazón y en el vacío, prepárense para el ofrecimiento, a fin de que todo lo que aquí pasará, así como todo lo que aquí sucedió, siga teniendo sus frutos de Misericordia y de Amor en cada alma de esta humanidad.

Coloquen su rostro sobre Mis Pies.

Mi Dios, yo creo en Ti,
yo Te adoro, yo Te espero y yo Te amo;
y Te pido perdón por los que no creen en Ti,
no Te adoran, no Te esperan y no Te aman.
Amén.
(tres veces)

Reciban el símbolo de la Geometría Sagrada del Arca de la Santa Alianza y llévenlo al corazón en gratitud y reverencia".

Dice Nuestro Señor que la Palabra de Dios llega al mundo después de dos mil años.

Mi Padre los absolvió.

Nuestro Señor llora por los no creyentes, por los que lo han abandonado y no tuvieron fuerzas para sostenerse en Él, y nos muestra la Luz de Sus cinco Llagas, la Luz de Sus Manos, de Su Costado y de Sus Pies. Y a través de Sus Manos nos presenta Su Corazón dorado de Luz, más fuerte que cientos de soles.

Él, por los méritos de Su Misericordia y de Su dolorosa Pasión, bendice a la humanidad, a los cinco continentes y a todas las naciones, para que la ciencia de la Sabiduría ilumine a las mentes de los hombres a fin de que se establezca la cura y la reparación de la humanidad.

Así como Nuestro Señor nos entrega Su Corazón en esta tarde, entreguémosle también nuestro corazón.

Celebremos.

Como hace dos mil años atrás, Yo les vuelvo a entregar Mi Vida y todo lo que Soy por una simple razón: que vivan en Mi Amor y que conozcan la Verdad.

Que el Padre Celestial reciba estos elementos que servirán de Gracias y de unción espiritual para toda la humanidad, rememorando la Pasión y la Muerte de Nuestro Señor.

Fue así que, cuando Jesús estaba reunido con Sus apóstoles, Él tomó el pan, lo elevó y lo ofreció al Padre, como ofrecimiento de Su Sacrificio por la humanidad. El Padre lo bendijo y enseguida Nuestro Señor lo partió, diciendo: “Tomen y coman, porque este es Mi Cuerpo que será entregado por los hombres para la remisión de los pecados”.

Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
(en portugués)

Enseguida Él tomó el Cáliz y ofreciéndolo al Padre para que fuera bendecido, Él lo entregó con todo Su Amor a Sus compañeros, diciéndoles: “Tomen y beban, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la eterna y nueva Alianza, que será derramada por su Redentor para el perdón de todas las faltas. Hagan esto en memoria Mía”.

Te alabamos, Señor, y Te bendecimos. 
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén. 
(en portugués)

Reconociendo la Gracia infinita que recibimos, en la inmensidad de la Misericordia de Dios, reafirmando la Pasión y Muerte de Nuestro Señor por la redención de la humanidad y de toda la Tierra, nos unimos de corazón y de mente a Nuestro Señor Jesucristo y ante Su Iglesia Celestial repetimos la oración que Él nos enseñó para consumar esta consagración.

Padre Nuestro (en portugués y en inglés).

Que la Paz, el Amor y la Misericordia de Cristo desciendan a la Tierra.

"Señor,
yo no soy digno de que entres en mi casa,
pero una palabra Tuya bastará para sanarme".
Amén.

El trabajo más real de estos días sucederá en los mundos internos. Es allí en donde ustedes encontrarán Mis Tesoros para poder servirse de ellos en este tiempo final.

Les agradezco por haber ingresado a Mi Iglesia Celestial.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Vamos a cerrar esta transmisión manteniendo presente en nuestra memoria lo que hoy vivieron nuestras almas junto al Padre Celestial, para que en el día de mañana, en el segundo día de la Sagrada Semana, nuestras almas estén más elevadas para ser colmadas por los impulsos de nuestro Padre Creador y de Su Santísimo Hijo.

Nos unimos a cada uno de nuestros hermanos del mundo, en comunión espiritual con Nuestro Señor.

Y agradecemos, siempre agradecemos.

¡Gracias Señor por cuánto nos das!

En este encuentro Te honramos Señor.

Bajo la bendición del Sagrado Corazón de Jesús, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.