Martes, 6 de febrero de 2018

Maratón de la Divina Misericordia
Aparición de Cristo Jesús durante la 55.ª Maratón de la Divina Misericordia, en la Ciudad de Campinas, Estado de San Pablo, Brasil, al vidente Fray Elías del Sagrado Corazón

¡Oh, Padre! Mira, contempla y vivifica en Tus criaturas el Reino de Tu Amor, el que Tú, por medio de Tu Poder, has sembrado, cultivado, y que ya despertó en los corazones del mundo.

¡Oh, Padre amado! No mires los pecados, sino la Obra de Tu Misericordia que se fortalece con la fe, la adoración y la devoción de Tus hijos.

Permíteme Padre, que hoy, como Tu amado Hijo, escriba en Tu Libro de Luz, la historia, Señor, que Tú estás escribiendo a través de Mi humilde Corazón.

Padre amado, refugia a Tus criaturas en el universo de Tu Creación.

Refugia a las esencias en el universo de Tu Amor, para que algún día todas ellas se vuelvan inmaculadas, como una vez lo fueron en el Principio, cuando surgieron de Tus Fuentes de Luz, de Tus Manantiales Creadores.

¡Oh Padre! No mires el error de la humanidad, sino la fidelidad de Tus hijos que Te siguen, que creen en Ti y que bendicen Tu Sagrado Nombre.

¡Oh Adonai! Padre de la Sabiduría, expande Tu Consciencia a los confines del Universo, a fin de que las almas despierten al Sagrado Principio de Tu Conocimiento.

Santo Padre Emmanuel, Sublime y Divino Gobernante del Universo Mental.

¡Oh, Padre de la Creación infinita!

¡Oh, divino pensamiento de la Sagrada Manifestación!

Reconstruye las esencias que están heridas, retira de los infiernos a los que están caídos y cierra con Tu Poder las puertas al mal.

Abba, Padre de la Iluminación, Consejo infinito y Divino, Vaso honorífico y venerable, Emanación divina de la Creación, Fuente Inmaculada de la Pureza; desciende sobre este mundo con el Rayo de Tu Poder y de Tu divina Compasión.

No mires los errores de Tus hijos ni las faltas de los pecadores. Mira, Padre, contempla y glorifica Tu Corazón con la llama encendida del Amor en el corazón de Tus hijos.

Sagradas huestes de Adonai, Padres elevados y resplandecientes, Emanaciones de la Fuente Creadora, Rayos sagrados de Dios, despierten los dones y los talentos en los que escuchan la Voz del Maestro y Señor, para que las sagradas misiones se definan y los divinos talentos despierten en los que esperan conocer su evolución.

Padre de la Misericordia y del Perdón, que Te hiciste pequeño y semejante a nosotros a través de Tu amado Hijo, que encarnaste entre los hombres para enseñarles el amor, el perdón y la redención.

Sagrado Padre del Universo que sufriste por nosotros en cada paso de la Pasión, que derramaste Tu Sangre para la liberación de los pecadores, que derramaste Tu Agua del Costado de Tu Hijo para lavar las heridas más imperfectas, para redimir a los que habían caído en la perdición.

Sagrado Padre del Amor, Fuente Insondable de la Gracia Divina, Sagrado Sol del Universo entre todos los soles que existen, Eterna Estrella de Dios entre todas las estrellas que existen, manifiesta Tu Proyecto, Tu Poder y Tu Voluntad en este planeta tan pequeño e insignificante a los Ojos del Universo.

Eres tan humilde, Padre, que Te hiciste pequeño y encarnaste el Espíritu de Amor y de Misericordia en Tu Hijo Jesús, para demostrarle al mundo que estaba perdido, que debía retomar sus caminos dentro de los Caminos de Dios.

¡Oh, Sagrada Fuente del Amor! Esencia curadora, redentora y compasiva, brota como fuente inagotable e inextinguible en los corazones que aceptan Tu convocatoria.

Porque así, Padre, Yo podré venir del Cielo en Gloria y en Luz, cuando Tú lo indiques, en la hora culminante de la Tierra, cuando el fuego y el azufre estén purificando el planeta de sus más grandes pecados, para que sea merecedor de la Redención.

Hoy, vengo como el Señor del Oro y del Azufre, para que por medio de los elementos, las almas se purifiquen y se consagren a Dios.

¡Oh, Sagrado Padre!, cura a la Sagrada Madre Tierra, que sufre las consecuencias de sus hijos, tanto en la tierra como en los océanos; que sufre por medio de cada elemento creado, por medio de cada Reino expresado en la Fuente de Tu manifestación.

Que la humanidad retorne a sus orígenes, para que los Reinos de la Naturaleza, ¡oh Sagrado Padre!, puedan retornar a sus orígenes.

Pacifica a los corazones, Adonai.

Unifíca a las consciencias, Emmanuel.

Eleva a la humanidad, Abba, para que algún día perciba que ha salido del camino de Tu Propósito Mayor, para que antes que todo suceda, la mayor cantidad de espíritus sobre la Tierra retorne al Reino de Tu Gloria. Amén.

Vacíen sus corazones ante Mi Presencia.

¡Benditos sean los que lloran en el Nombre del Señor!, porque serán consolados por sus sufrimientos, penas y dolores.

¡Benditos sean los que se entregan al Señor y confían en el llamado de Cristo, del Rey del Universo!

¡Benditos sean los que hoy se convierten, piden perdón a Dios y se reconcilien con el Universo!, porque serán coronados en el Cielo, delante de la Gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

¡Benditos sean los que abandonan las tinieblas para ingresar en el camino de la Luz!

¡Benditos sean los que aman sin nada esperar, sin nada querer, sin nada desear!, porque recibirán en sus manos el Cetro de Dios para sentir la potencia de Su Espíritu Divino, transformador y redentor, curador y liberador.

¡Benditos sean los humildes de corazón, porque ellos aparecerán escritos en los Libros Sagrados de Dios, como parte de esta experiencia de redención y de misericordia!

Alabado seas Señor del Universo. Bendito seas Padre de la Creación, porque nuevamente Tu infinita Misericordia vencerá a la Justicia, porque en estos días la voz de Tus hijos fue escuchada por Tu Corazón.

¡Que resuciten los que estaban muertos en espíritu y en alma!, porque la hora de la salvación llegó, y el Señor, que es poderoso e invencible, traerá a la Tierra Su divino Reino para comulgar con Sus hijos, por toda la eternidad. Amén.

Que el sacrificio del Cordero de Dios hoy sea revivido para el perdón de los pecados y el establecimiento de la Gracia del Padre en los corazones.

Coman todos de Él, porque este es Mi Cuerpo, que fue entregado para la salvación de los pecadores. Tomen y beban de Mi Cáliz, porque esta es la Sangre del Cordero de Dios, que fue llevado al matadero, para la redención de todos los caídos.

¡Oh, Sagrado Corazón de Dios!, que brotas como una Llama viva e incandescente, ilumina los caminos de los que hoy ingresan en Tu Reino, por los méritos alcanzados por el Sagrado Corazón de Jesús.

Después de que morí en la Cruz y liberé a los infiernos, el Señor resucitó al tercer día y hoy, ustedes, después de tres días, resucitan en espíritu.

Que nunca olviden estos momentos, porque los necesitarán cuando la situación se agudice en el mundo. Deberán volver a beber de estos conocimientos, para que siempre estén fortalecidos. Mi Mano nunca los soltará, siempre intentaré llevarlos al Reino, para que estén en los Brazos de Dios.

Hoy Me elevo al Cielo, cerrando este encuentro para la próxima y gran misión, que aspiro que todos acompañen, como han acompañado estos días, con la simple fe del corazón.

Hoy, he escogido una canción que abre las puertas de los Cielos y une también a todos los cristianos en sus diversas manifestaciones.

Hoy, daremos gracias a Aquel que todo lo permite, alabando Su Nombre, honrando Su Corazón, exaltando Su Consciencia; porque Él es el Padre del Amor, es el Padre que los llevará en Su Corazón por siempre.

Hoy, Me quedaré para escuchar las primeras palabras de esta canción; desde la llama de la devoción de sus corazones, Me serviré del amor, para poder entregarlo al mundo, especialmente en África, Lejano Oriente y Rusia.

Cántico “Aleluya”.

Los bendigo bajo el poder del Creador del Universo y de la Tierra, de los soles y de las estrellas, de las humanidades y de las esencias.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.