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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Hermana Lucía de Jesús:
Estamos ante la Sagrada Familia de Nazaret: Nuestra Señora, la Virgen María; San José y el pequeño Niño Jesús.
Escuchemos las Palabras de Nuestra Señora:
En una noche como esta, hijos Míos, cuando no había esperanza en el mundo, Nuestros Sagrados Corazones caminaban hacia Belén, guiados por los ángeles y por las luces del cielo, sustentados por la Consciencia Divina y por el Santo Espíritu de Dios.
Fue de esa forma que llegamos a la gruta de Belén, con el cuerpo cansado, que humanamente sería imposible soportar, pero que con el sostén de Dios y de Sus ángeles nos fue posible permanecer con fortaleza interior y, a través de ella, sustentar Nuestros Cuerpos.
En una noche como esta, la maldad y la confusión reinaban en el corazón de los hombres, así como reina en el corazón de muchos hombres en este día. Y por el mismo motivo que un día llegamos a Belén, hoy, llegamos aquí, a este simple lugar elegido por Dios para verter Su Cura sobre el mundo.
Vengo hasta aquí, hijos Míos, para decirles que no pierdan la esperanza. Nuestros Corazones oran incesantemente por el mundo, sobre todo por las almas que no le encuentran sentido a la vida. Por eso, que cada uno de ustedes sea como una llama viva que vuelva a encender la luz del mundo, así como el pequeño Niño Jesús lo hizo y, a través de Su oferta de vida, le concedió a la humanidad una nueva oportunidad.
Hoy, la humanidad necesita una nueva oportunidad. Por eso, hijos, ¿quién se ofrecerá para renovar el Amor de Dios y permitir que Cristo renazca en sus corazones?
Hermana Lucía de Jesús:
Escuchemos las Palabras de San José:
Hoy, estamos aquí por las almas peregrinas, por aquellos que tienen fe en Nuestra Sagrada Presencia.
Hoy, estamos aquí por las familias que viven en las guerras, por aquellas que ya no creen en el amor, que ya no creen en Dios; porque en sus corazones reina el dolor y un sufrimiento que jamás podrán comprender.
Hoy, estamos aquí, hijos, para que sigan orando por la paz; para que en sus familias reine la esperanza de superar los desafíos, las diferencias, las purificaciones; para que la unidad vuelva a reinar y para que, mucho más allá de todo lo que puedan vivir dentro de cada uno de ustedes, siempre exista la comprensión, el diálogo y sobre todo el amor.
Hoy, Nuestros Sagrados Corazones le traen una Gracia especial al mundo, un mundo que agoniza y que le clama a Dios para volver a sentir paz.
Así como un día estuvimos en Belén, en cuerpo y alma, clamando por el mundo, abriendo las puertas de este planeta a la llegada del Mesías; de la misma forma, hoy estamos aquí, abriendo en sus corazones un espacio donde pueden sentir la Presencia de Dios, donde Él puede reinar y puede hacerlos superar las adversidades de estos tiempos.
Hermana Lucía de Jesús:
Escuchemos a Nuestra Señora:
Queridos hijos, con el Niño Jesús en Mis Brazos, traigo hacia Mi Corazón a todos los niños del mundo y les pido que hagan lo mismo; que en esta noche no se olviden de los que agonizan, no se olviden de que están aquí para ser soldados de la paz, intercesores con Mi Inmaculado Corazón por todas las almas que sufren.
Muchos no tienen la Gracia de celebrar esta Navidad como hoy ustedes pueden celebrarla, muchos solo se sumergen en la tristeza, en el desamparo y en el desamor, y la oscuridad en la que están sus corazones es tan grande que ni siquiera, hijos Míos, consiguen clamarle a Dios.
Por eso, clamen por las almas, por las almas más perdidas. Y cuando aprendan a orar, cada vez más de corazón, cuando aprendan a ir más allá de ustedes mismos para ofrecer sus vidas por los que sufren; será entonces, hijos Míos, cuando comprenderán el Amor de Cristo, ese Amor que espera reinar en sus corazones como en todos los corazones humanos.
Hermana Lucía de Jesús:
Escuchamos al Pequeño Niño Jesús:
Oro por la paz, oro por la paz que se perdió de los corazones. Oro para que sean perseverantes y para que el Propósito Divino reine en los corazones y en las consciencias de todos los que se comprometieron Conmigo, así como Yo Me comprometí con la humanidad y hoy estoy aquí, ante sus corazones.
Les pido que no dejen de estar ante Mí para que Yo pueda fortalecerlos, para que Yo pueda sustentarlos y para que, a pesar de la cruz del mundo, sus corazones conozcan la fortaleza que Yo conocí. Dispóngase a esto y estén con el corazón pronto, así como Mi Corazón está pronto para retornar al mundo.
Hoy, la Sagrada Familia los bendice, así como bendice al planeta, que hoy tengo en Mis Manos. Les pido que estén en vigilia por las almas que se pierden en esta noche, por no comprender el sentido espiritual del Nacimiento del Señor.
Hermana Lucía de Jesús:
Escuchamos a Nuestra Señora:
Hijos Míos, Nuestros Sagrados Corazones retornarán a los Pies de Dios, adonde estábamos hasta este momento, en vigilia y en oración por toda la humanidad. Únanse a Nosotros para que la unidad entre sus corazones y el Corazón de Dios no se pierda.
Hoy, les dejamos Nuestras bendiciones y Nuestra Gracia.
Les agradezco por estar aquí, por responder a Mi llamado y por perseverar en la oración.
Reciban la Gracia de la Sagrada Familia, permitan que ella impregne a sus familias y ofrézcanla por todas las familias del mundo.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Sigan en paz y oren por la paz.
Les agradezco.
Hermana Lucía de Jesús:
Bien, hermanos, hoy antes de finalizar nuestro trabajo, vamos a hacer un pequeño relato a pedido de Nuestra Señora. La verdad es que no esperaba ese movimiento.
Cuando estábamos orando, durante el tercer misterio, comencé a tener una visión de diferentes lugares del planeta. La mayoría de ellos eran lugares que hoy están en guerra y, mientras estábamos orando, percibía que Nuestra Señora, con San José y el Niño Jesús caminaban por esos lugares.
Ellos estaban descalzos, con ropas muy simples, antiguas, así como la Sagrada Familia de Nazaret acostumbraba a vestir, como los judíos de dos mil años atrás.
Entonces, fuimos ofreciendo nuestras oraciones por esa tarea espiritual que Ellos estaban realizando, pero realmente no pensé que Ellos vendrían hasta aquí, porque en todas las Apariciones suceden muchas cosas durante las oraciones, que a veces percibimos y a veces no, pero que solo las comentamos cuando la Jerarquía Divina nos pide que lo hagamos. Entonces, realmente pensé que era una tarea espiritual que sucedería durante el trabajo de oración.
A medida que fuimos avanzando con las oraciones del Ave María, la Sagrada Familia iba pasando por diferentes lugares, cambiando de un espacio del planeta hacia otro, era como si Ellos fueran cruzando portales y dimensiones a lo largo del camino. En algunos de estos lugares era de noche, en otros era de día.
Mientras Ellos caminaban, los ángeles iban rescatando a las almas a través de portales de Luz que se abrían sobre la Sagrada Familia. Algunos lugares por donde Ellos pasaban no estaban en guerra, parecían ciudades normales. Ellos pasaban por adentro de las casas de las personas, pasaban por las calles, iban tocando a las almas que realmente no estaban celebrando la Navidad como el Nacimiento de Jesús, y lo que comprendíamos era como si Ellos colocaran dentro de esas almas un código de despertar.
Seguimos acompañando esas visiones durante la oración, y cuando estábamos en las últimas oraciones del cuarto misterio, un portal de Luz comenzó a abrirse sobre nosotros. Primero tenía una forma oval y, a través de él, percibimos diferentes dimensiones.
Primero comenzaron a aparecer varios ángeles, y uno de ellos vino a nuestro encuentro y nos preguntó si estábamos dispuestos a recibir a la Sagrada Familia. En ese momento, dijimos que sí y quedamos esperándola.
Cuando los hermanos comenzaron a cantar el Ave María, ese portal se amplió cada vez más, como si acontecieran diferentes explosiones de Luz, que encendían toda la carpa. Con los ojos cerrados, daba la sensación de que había un cortocircuito en la Luz, encendiendo y apagando rayos, hasta el momento en el que los ángeles nos pidieron que nos arrodilláramos. En ese momento, a partir de ese portal, apareció una estrella de seis puntas en tres dimensiones, que comenzó pequeña y terminó grande, como si nos abrazara a todos dentro de ella. Eso sucedió semejante a una explosión.
La estrella venía con un punto de Luz e de repente creció y nos abrazó, pero fue en un segundo. Cuando ella crecía, nos colocaba a todos adentro de una realidad espiritual, donde una energía de Gracia comenzaba a trabajar con nuestras consciencias.
Luego de esa explosión de Luz, la Sagrada Familia empezó a llegar hasta aquí. Primero, Ellos se acercaban como esferas de Luz, después como siluetas de Luz, hasta que iban apareciendo cada vez con más detalles, como la Sagrada Familia de Nazaret.
San José y Nuestra Señora estaban tomados de las Manos, y nuestra Madre Divina sostenía a Jesús, que parecía tener de 3 a 4 años.
Cuando Ellos comenzaron a hablar, la primera cosa que nuestra Madre Divina nos dijo fue que les dijéramos a todos que estábamos ante la Presencia de la Sagrada Familia. Mientras cada uno de Ellos iba hablando con nosotros, yo percibía que situaciones internas de diferentes familias del mundo comenzaban a recibir cura.
Al mismo tiempo que Ellos hablaban, no sé explicarlo muy bien, pero era como si salieran de adentro de las consciencias diferentes energías que estimulaban los conflictos, los desacuerdos; energías que muchas veces nosotros estamos purificando y que, en nuestra relación diaria como familia, nos impiden comprender al otro o vuelven difícil la convivencia. Era así como yo lo comprendía.
Entonces, esas energías comenzaban a salir y nuestras almas recibían la Gracia de una comprensión mayor. Como nos mostraba Nuestra Señora, esa Gracia venía para que pudiéramos fomentar el diálogo, para que pudiéramos comprender mejor al prójimo y para que, en nuestras relaciones familiares, pudiéramos ver al otro como realmente es y no como aparenta ser o como él está en ese momento de tantas purificaciones.
Y eso sucedía con nosotros aquí, pero también con diferentes familias del mundo que escuchaban a Nuestra Señora y con familias que no estaban acompañando esta transmisión, pero que internamente se unían a la Sagrada Familia en este momento.
Es algo un poco difícil de explicar, porque eran imágenes y comprensiones internas que la Jerarquía Divina nos entregaba a medida que iba conversando con nosotros.
Por último, a través de ese portal de la Sagrada Familia, descendía sobre nosotros una energía en forma de Paloma de Luz que representaba una Gracia, que cada uno de nosotros va a descubrir a medida que comience a vivirla, una Gracia que la Sagrada Familia nos traía en esta noche de Navidad.
Después que Ellos terminaron de hablar, nuestra Madre Divina, San José y el Niño Jesús nos dijeron que Ellos serían breves, porque Ellos estaban en oración a los Pies de Dios, intercediendo por diferentes situaciones del planeta.
Madre María Shimani de Montserrat:
No es mi tarea en esta vida transmitir las cosas que vemos, pero para confirmar un poco la experiencia de la Hermana Lucía, hoy, la Madre Divina me solicitó que hiciera una explicación breve de lo que yo había visto.
Cuando nos sentamos aquí, para comenzar la tarea, yo miré a la Hermana Lucía y le dije: “Tenemos que estar atentos”; porque en un momento tan importante como este, la Navidad, la Jerarquía siempre trae paz y algo especial para las almas, más allá de todo lo que sucede aquí en la superficie.
Por eso, estuvimos bien atentos durante toda la oración y los cánticos. Y cuando Piedad comenzó a cantar, creo que ya en el segundo párrafo del “Ave María”, ella colocó la voz de una forma que atravesó la carpa y se unió a una Luz que venía del fondo de la carpa. Una gran explosión de Luz invadió toda la carpa y la energía de Aurora, o sea toda Aurora, se encendió en Luz; es como si toda la energía, toda la consciencia de Aurora, se abriera como grandes portales y algo muy fuerte sucedió en el mundo interno de todos nosotros. En ese momento, sentimos la Voz de Nuestra Señora que dijo: “Prepárense, que estamos llegando”.
Entonces, cuando la Hermana Lucía tomó el almohadón, comenzamos a sentir muchas cosas. Mientras los Mensajeros hablaban, muchas escenas de la guerra comenzaron a aparecer, entre ellas, apareció la imagen de un niño que tendría 10 años, por su fisonomía me pareció que era árabe; él lloraba a los gritos desesperadamente y nosotros comprendimos que el dolor que sentía esa criatura representaba al dolor de todos los niños de la guerra.
Y, María me explicaba que solo el regazo de una madre, un abrazo materno fuerte, lo podría calmar; y que todos deberíamos abrazar a los niños de la guerra y llevarlos a nuestro interior, a nuestro corazón, para poder calmar el dolor que le queda a la niñez de esta humanidad.
Yo entendí que ese consuelo, ese amor que solo la maternidad y la paternidad pueden dar era lo que Ellos nos invitaban a ofrecer.
Porque en realidad, aquí entre nosotros, en esta celebración que estamos viviendo, en esta paz, no estamos realmente comprendiendo lo que está pasando, y a veces no es por mala voluntad de parte nuestra, sino que ese es un dolor que todavía no conocemos.
Entonces, esforcémonos en nuestras oraciones y en el consuelo que este amor humano, que nosotros sentimos, puede darles a todos los niños de la guerra.
Nos volveremos a encontrar el 31 de diciembre. Estaremos todos juntos para despedir este año, con la intención de que las cosas que suceden en el mundo se alivien, se calmen, que los hombres y mujeres de este mundo reflexionen, que todos reflexionemos sobre lo que estamos viviendo y podamos colaborar para que este mundo pueda recibir a Nuestro Señor con alegría y gratitud.
¡Muchas gracias a todos!
Esperamos que todos tengan una noche de paz y nos encontramos en el Corazón de Dios.
Si Yo vengo del Cielo, es por una causa mayor. Es por algo que aún ustedes desconocen, queridos hijos, y que se llama Propósito Infinito, en el cual todas las almas se congregan para vivir el Plan de Dios, por ejemplo, a través de este encuentro.
Quisiera que sus corazones recepcionaran Mi Llamado maternal, porque también es el llamado de Mi Hijo, que en este tiempo los invita a la redención de sus vidas.
Yo Soy su Santa Madre del Cielo y deseo lo mejor para cada uno de ustedes.
Por eso en esta noche los invito, queridos hijos, a que puedan seguir Mis pasos de Madre Peregrina por el Camino de Luz que Yo vengo trazando, a través de este encuentro de oración, especialmente por los más jóvenes, que son la próxima misión para estos tiempos.
Yo desciendo del Cielo para traerles Mis Gracias, pero también para traerles la Palabra de Dios, que es la Palabra de Mi Hijo Amado, que resuena en todo el Universo y que espera resonar en sus corazones para siempre.
Queridos hijos, si sus corazones despiertan, muchos más corazones despertarán y así se irá cumpliendo, poco a poco, el Plan de Dios en este mundo, que es un Plan precioso e inmaculado que espera dibujarse en sus corazones, para que él también pueda cumplirse en sus vidas, ante Mi Presencia Maternal.
Quiero que hoy sus corazones se sientan consolados por Mi Espíritu; porque no solo estoy aquí, queridos hijos, con ustedes, sino también con todos los que Me escuchan en este momento, que corresponden a Mi Llamado Mayor de propagar la paz por toda la Tierra.
Si ustedes viven en paz, queridos hijos, y buscan la Paz de Dios en estos tiempos, la paz se establecerá en el mundo y los corazones no sufrirán.
Pero si ustedes, queridos hijos, no cumplen con Mi llamado, muchos más corazones sufrirán y no podrán despertar a través de su oración mediadora, la que Yo invito a construir en este tiempo en sus vidas, en sus hogares y familias, en ese sagrado oratorio de amor que Yo los invito a vivir todos los días de la vida.
Mientras estoy aquí presente, queridos hijos, contemplando cada uno de sus corazones, contemplando cada una de sus intenciones, cerrando sus heridas, también estoy cerrando la gran herida del mundo, la herida de la indiferencia y de la persecución, de la maldad y del egoísmo de los hombres.
Por eso, queridos hijos, que el poder de su oración diaria los retire del egoísmo, que abra sus ojos, los ojos de sus almas, para que puedan ver la venida gloriosa de Cristo, que está próxima, muy cerca, en este tiempo final.
Mientras estoy con ustedes, queridos hijos, también estoy con los más perdidos en el mundo, con aquellos que no reciben ayuda, con los más necesitados que precisan de sus brazos y manos para poder reconstruir una nueva humanidad, mediante el servicio, la oración y la paz.
Porque en esas cosas simples que Yo les pido, la humanidad se podrá purificar, las almas se aliviarán, recibirán el Amor de Dios en sus corazones, y podrán formar parte de la Nueva Tierra prometida.
Mientras eso está por suceder, queridos hijos, abran sus corazones y guarden estas palabras en lo profundo de sus seres, porque ellas les servirán para los momentos difíciles que llegarán y que toda la humanidad deberá vivir en este último ciclo del Apocalipsis.
Hoy estoy también aquí por las naciones; por Venezuela, por Ecuador, también por Uruguay, por todos Mis hijos de esos lugares que siguen clamando a Mi Corazón Inmaculado.
Por eso también hoy les digo: Mis amados hijos de Venezuela, de Ecuador y de Uruguay, no bajen sus brazos. Alcen sus brazos hacia el Cielo por aquellos que están derrotados por la persecución y el mal de los hombres.
Sigan orando en confianza a Mi Inmaculado Corazón, porque tengan la certeza, queridos hijos, que Yo estoy en sus hogares y familias ayudando a los más necesitados, a los que sufren la restricción, a los que sufren todos los terremotos de este mundo y que no tienen calma, ni siquiera serenidad.
Por eso Yo los invito, queridos hijos, a orar por cada uno de ellos, para que Mi Plan también se establezca en esas vidas, para que Mi Paz los pueda invadir y curar, y que por aquellos que se perdieron, Yo los pueda elevar al Cielo, al Universo.
Quisiera que aquí se estableciera una paz verdadera y eso se gestará, queridos hijos, por su decisión y colaboración. Eso también ayudará a los Reinos de la Naturaleza, que son los Reinos más perseguidos por el hombre a través de la destrucción.
Yo necesito, queridos hijos, que contemplen todas las necesidades del mundo, que puedan ver más allá de sus vidas. Así podrán responder verdaderamente al Llamado de Dios y todos sus corazones serán verdaderos colaboradores del Plan, antorchas de Luz para estos tiempos de caos.
Así como hoy estoy con ustedes aquí, queridos hijos, trayendo la presencia del Reino Celestial por medio de Mi Gracia Maternal, también estoy con todos Mis hijos en el mundo, con aquellos que abren las puertas de sus corazones para que Yo pueda entrar y morar en sus vidas.
Hoy les traigo un mensaje de esperanza, pero también un mensaje de advertencia, que es hora de colaborar con el Plan de Dios, que los servidores se multipliquen en cada parte de este mundo, que los siervos de Mi oración perpetua puedan multiplicar sus voces, para que Dios pueda acoger en Su Corazón sus llamados.
Yo los necesito, queridos hijos, para poder gestar la Nueva Humanidad, para que, toda la humanidad entera pueda traspasar este umbral de la transición. Transición que desconoce y de la que no sabe que sucederá. Los corazones se sorprenderán por lo que verán cada día que pase.
Por eso, queridos hijos, abran sus corazones y reciban Mi llamado, porque es el último para el mundo antes de que se purifique completamente.
Quisiera verlos encendidos en la oración y en la fe, porque Yo vengo a dejar en sus corazones Llamas de Luz Divina, Atributos de Dios, Códigos preciosos de la Redención y de la Misericordia, que reformarán el planeta y principalmente a todas las almas que escuchen Mi Voz.
Mientras Yo hablo, queridos hijos, sus heridas internas son cerradas. Tengan fe de que eso es así, porque su Madre todo lo puede, a través de su Sagrada Intercesión por el mundo.
Pero hoy también quería decirles, queridos hijos, que su compromiso con el Brasil, de orar por su pueblo, por cada uno de Mis hijos de esta nación que deben despertar a Mi llamado, es importante. Que deben aprender a orar y saber unirse a Dios en estos tiempos, así como lo han vivido hoy, de una forma simple y verdadera.
Yo necesito, queridos hijos, que Me lleven en sus corazones, que Me adopten en sus vidas como su Madre del Cielo y del Universo. Así también podré llegar a todo el Brasil, que tanto lo necesita.
Su nación se consagró a Mi Inmaculado Corazón y esa consagración no puede debilitarse. Será a través de los fieles seguidores de Cristo que el Brasil se protegerá y se salvará.
Por eso hoy les traigo un testimonio verdadero de la presencia de Mi Amor maternal por ustedes y por el mundo, a través de todas las Faces que Yo he revelado a lo largo de los tiempos y en esta nación, como la Señora Aparecida.
Hoy han traído a Mi Altar esta Sagrada Imagen, respondiendo a Mi pedido maternal de que hoy Yo la consagre, queridos hijos, como su Madre Peregrina para todo el Brasil.
Después de haber recibido la Señora de Fátima, de haber trabajado su simplicidad y pureza, Yo vuelvo a aparecer en sus hogares, hospitales y casas, para llegar a los más necesitados.
A través de sus manos, Me cargarán y Me llevarán a donde Me necesiten, para que Yo pueda derramar Mis Gracias maternales en todos los corazones brasileros que creen en Mi Presencia, en Mi Divinidad y en Mi Amor.
Porque así, a todos les doy; les dono Mis Gracias, les dono Mi Corazón, les dono Mi Espíritu de Paz para que siempre puedan estar en Dios y en Mi Hijo Amado.
Mi Hijo Me entregó a ustedes, para que Yo fuera su Madre, Yo quiero que ustedes sean Mis hijos y que Me lleven en sus corazones, como una experiencia viva para el resto de sus vidas; que oren Conmigo todos los días, en la simplicidad del Santo Rosario; que recuerden a Dios cada vez que despierten, porque Él está muy olvidado y ofendido; que oren por sus hermanos, por sus enemigos, por todos los que persiguen a otras almas en el mundo, por los que gobiernan, por aquellos que destruyen toda la vida y la Naturaleza, por las madres que abortan, por los hijos que se pierden y no reciben la oportunidad de vivir esta vida.
Que oren por toda América Latina junto a Nuestra Señora Aparecida, que es su Madre Peregrina del Brasil, la Llama Incandescente que vuelve a rebrotar en los corazones que invocan su Sagrada Presencia Universal y trae la salvación para todo el mundo.
Quiero que dejen a Mis pies todo el Brasil y que en cada momento en que se encuentren Conmigo, a través de su Madre Peregrina, abran sus casas y corazones para que Mi Presencia pueda entrar en sus vidas, y así como hice en Fátima, Yo pueda convertir a los corazones más duros. Porque quien está Conmigo no perecerá.
Pero hoy también vengo a consagrar a los Hijos de María que son parte de Mi gran testimonio de amor en el mundo, que revisten en sus cuerpos Mi manto de Luz para llevar la paz y el amor por cada lugar donde vayan.
Que vengan aquí los que hoy se consagrarán, para que Yo pueda consagrarlos y consagrar la santa imagen que visitará sus hogares.
Escuché desde el Cielo, queridos hijos, el Himno de la Señora Aparecida. Quiero que hoy lo proclamen a viva voz, para que Mi Espíritu de Amor pueda llegar a todos y las Américas se consagren a Mi Inmaculado Corazón en estos tiempos de transición.
Himno de la Señora Aparecida …
Queridos hijos, cuando Yo aparecí en el Brasil a través de esta sagrada imagen para pescadores tan simples, Yo quería dejar el mensaje que el Brasil siempre debe ser el corazón de América del Sur, que pulsará en devoción y fe e irradiará Su Luz para todos los corazones del mundo.
Cada vez, queridos hijos, que se coloquen delante de Mi Presencia Aparecida, estarán confirmando a Mi Corazón Inmaculado que Yo no solo soy su Madre, sino la Madre del Brasil que nunca será expulsada y que reinará con su potestad celestial por los siglos de los siglos y en todos los corazones que Me reciban.
Yo bendigo esta imagen como el socorro para los corazones, para el alivio de los que están enfermos espiritualmente y para aquellos que padecen los dolores en sus cuerpos.
Bendigo esta imagen como el testimonio de Mi Amor por todos, porque Yo Soy parte de esta raza y a esta raza volveré, después de Mi Hijo.
Mientras eso está por suceder, contemplen a su Madre del Cielo, a Nuestra Señora Aparecida para que Yo los pueda llevar a Jesús y todos puedan estar en Su Sagrado Corazón, lastimado por el mundo y por los pecados de la humanidad.
Delante del Padre, del Hijo Amado, del Espíritu Santo y de todos los ángeles del Universo, por la potestad santísima concedida por la Pasión de Jesús y el silencio perpetuo de Mi Corazón Inmaculado, cerrando las puertas a los infiernos, Yo vuelvo a consagrar al Brasil a Nuestra Señora Aparecida con todos los Poderes Celestiales y las Gracias inexplicables que rebrotarán en los corazones como rosas y pétalos de Luz, en alabanza al Creador.
Yo los bendigo, Yo los consagro, hijos Míos, consagro esta imagen.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Que nuestra Señora Aparecida restablezca los mil años de paz.
Y ahora, Mis hijos, los que hoy se consagraron, besarán esta santa imagen en nombre del perdón por toda la humanidad, para que los más impíos y crueles se salven.
Les agradezco por responder a Mi llamado y que la juventud sea Mi gran motor por la Paz.
Agradecida a ustedes para siempre.
¡Canten!
Himno de Nuestra Señora Aparecida...
Mientras Me elevo al Cielo canten con fervor, para que las almas despierten a la Misericordia de Dios.
Y ahora que he podido entrar en sus corazones por Mi divina intercesión, que también es la Intercesión de Mi Hijo Amado, vayan y prediquen la oración en sus grupos y familias, en sus seres queridos y conocidos, que deben curar sus corazones y vidas para que pueda resurgir la paz.
Que su Madre, la Peregrina del Brasil, recorra los lugares por donde la quieran recibir. Así, Yo estableceré el cumplimiento del Propósito para el Brasil, que no está en las manos de los hombres y tampoco de los gobernantes; está en el Corazón de su Padre Eterno, el cual siempre deberán buscar en los Cielos, en la belleza de Su Creación. Así estarán en Su Voluntad.
Amados Hijos de María, chispas de Mi Corazón Inmaculado. vivan una vida de oración todos los días para que Mi Inmaculado Corazón triunfe en el mundo, y así Yo pueda llamar a las ovejas antes de que llegue el Pastor en la Gloria del Reino de Dios.
Rezaré por ustedes y ustedes recen a Mi Corazón para que Yo pueda siempre interceder por medio de Mi Gracia Eterna y de Mi divina Pureza.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Me elevo a los Cielos. Que canten los Hijos de María el himno de su consagración.
¡Paz y Bien para todos!
Madre Shimani:
Bueno, hermanos, a todos los que nos acompañaron hoy les agradecemos profundamente que se hayan adherido a este llamado de Nuestra Señora. Que la peregrinación de nuestra Señora Aparecida por el Brasil, con esta imagen bendecida por nuestra Señora, recorra cada rincón y recupere cada alma de esta nación.
A todos los invitamos a que nos acompañen en la próxima Maratón de la Divina Misericordia en nuestra amada Aurora en Uruguay, en el Centro Mariano de Aurora, el 5 y 6 del próximo mayo.
En este mes de mayo vamos a permanecer en el Centro Mariano de Aurora y todos los encuentros con los Sagrados Corazones van a ser allí. Así que están todos invitados a participar.
Muchas gracias a todos. Hoy Florianópolis tiene una belleza particular.
Vamos agradecer todos a nuestra Señora.
¡Gracias Madre por cuanto nos das!
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más