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Mira ahora, con atención, cómo está Mi Cuerpo Divino y Glorificado, revelando los novecientos setenta y siete golpes y flagelaciones que Yo recibí por cada uno de los pecados que asumí por Amor en el Huerto Getsemaní.
Mira cada una de las marcas y de los estigmas que hoy Me dejan todas las situaciones adversas del mundo; pero Mi Corazón, que es infinito en Amor y en Misericordia, arde y al mismo tiempo rebasa en Gracias eternas e inextinguibles.
Mira con devoción y reverencia cómo el propio Cuerpo, Alma y Divinidad de Cristo se humillaron para otorgar a los más pecadores todas las Gracias que las almas necesitan.
Contempla ahora, ante el ardor que siente Mi Corazón, cómo las situaciones del mundo, y principalmente de las almas, Me dejan una vez más semidesnudo; así como fue en lo alto del Monte Calvario cuando los soldados, en su ceguera y negación, echaron a suerte cada parte del Manto que cubría el llagado Cuerpo del Señor.
Imagina que Me vuelvan a hacer esto; ya no lo podría soportar, no por los dolores causados, sino por la negación aún provocada por muchos ante el ofrecimiento de Mi Amor Redentor.
Deseo tener odres nuevos en Mis Manos para que los códigos de Mi Sangre y de Mi Agua vuelvan a ser depositados en los corazones que se ofrecen a vivir su tiempo de purificación, así como el pequeño Niño Jesús lo vivió por ustedes en el sagrado ofrecimiento del Templo.
Porque recuerden que, ante todo, incluso ante las tinieblas desconocidas de estos tiempos oscuros, la Ley y la Luz siempre prevalecerán, porque para la Ley de Mi Padre no existe lo imposible o lo inalcanzable, siempre y cuando Su sagrado pueblo y cada una de Sus criaturas sobre la faz de la Tierra cumplan y vivan en la Ley, que vuelve sagrado el espíritu y ennoblece la consciencia que sigue a la Ley como una guía imprescindible para el camino espiritual.
Vigilen pues, en este tiempo crucial, porque el Señor se reaproxima para poder volver a reunir y a unir a Sus ovejas dispersas y a algunas ovejas perdidas en cosas muy superficiales.
Comulguen de este momento Conmigo y recíbanlo como una Gracia y una amnistía extraordinaria por todos los que, en la guerra, en la persecución, en el exilio y en la enfermedad, viven la injusticia.
Yo Soy la Luz y esta Luz, que es Cristo, viene a ustedes en nombre de Mi Padre, para que esta Luz interior y eterna, que es imperecedera, aparte la sombría corteza de las confusiones, de los disgustos y de las diferencias; porque Yo los llamo a ser uno en Mí, para que su Maestro sea Uno en cada discípulo y servidor; como una vez les dije en el Evangelio: “En este mundo no se puede servir a dos señores, porque el Señor único y omnipotente es tu Dios, que está en los Cielos”.
Ahora, ¿comprenden por qué Yo mismo tracé una línea en el suelo? ¿Comprendieron el significado de este símbolo espiritual?
Yo he venido para que tuvieran vida en abundancia y esta vida interna, que Yo les ofrezco, está libre de pretensiones, de libertades propias y de decisiones unilaterales; porque la verdadera libertad les es otorgada en el espíritu, que es quien rendirá su síntesis cuando un día esté delante del Padre Celestial.
Esta Maratón de oración es realmente diferente. Espero que la presencia de los Míos sea profunda y no pasajera, porque Yo retorno aquí no solo porque ustedes lo necesitan, sino también porque la humanidad entera lo necesita, y respondo en gratitud y en obediencia al Gran Eterno.
Que el reencuentro con la vida interior en cada uno sea una realidad que vuelva a emerger, para que la vida del espíritu les dé fuerza y renovación en el final de estos tiempos; momento tan necesario para que cada uno tome sus decisiones con discernimiento y sin precipitarse demasiado, porque en el precipicio está el mundo por haber abandonado la comunión con la Ley y, sobre todo, con el sentimiento elevado de la gratitud, de la reverencia y de la austeridad.
Los animo a ir hacia adentro del mundo interior y a estar en silencio ante Mi Verdad, Verdad que ya les revelé en diciembre pasado.
Les deseo el bien y la paz duradera a todos.
La puerta de la Verdad de Dios está abierta, ¿quién la reconocerá?
Les agradezco por guardar cada una de Mis Palabras en el corazón.
Los bendice,
Vuestro Maestro, Cristo Jesús
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Aunque la oscuridad abrace a gran parte del planeta, Yo ya estoy retornando.
Aunque las tribulaciones agobien y perturben a los corazones, Yo ya estoy retornando.
Aunque intenten derribar a Mis compañeros, Yo ya estoy retornando.
Aunque la noche oscura parezca muy larga, Yo ya estoy retornando.
Aunque la división se vea en las familias, Yo ya estoy retornando.
Aunque muchos ya vivan su propio desierto espiritual, Yo ya estoy retornando; porque no hay nada que pueda detener la Venida del Señor.
He aquí su Maestro y Amigo. He aquí el Señor de la Paz y de la Misericordia que tiene la Gracia, una vez más, de reunirlos en este huerto de Aljustrel; lugar predilecto para Mí y para Mi Santísima Madre, en donde las almas que buscan hace tanto tiempo la paz, aquí la pueden encontrar una y otra vez.
Así como estuve tan cerca de Mis apóstoles, hoy estoy cerca de ustedes para entregarles, una vez más, Mi Vida, la fuerza de Mi Espíritu, el Amor de Mi Corazón que viene a colocar la mansedumbre y la serenidad en donde más se necesita.
Acompañen ahora la senda que el Maestro les está mostrando. Esta es la senda de los próximos pasos en este mes de agosto; porque espero, en este tiempo culminante, que Mis compañeros y compañeras se terminen de preparar para la Venida del Redentor.
Mientras el mundo agoniza, Yo ya estoy retornando.
Mientras mueren inocentes, Yo ya estoy retornando.
Mientras la impunidad es noticia en todas las partes del mundo, Yo ya estoy retornando. El Señor reaparecerá como un Humilde Siervo, así como apareció en las orillas del Mar de Galilea para llamar por su nombre a los discípulos, así como hoy los llamo a ustedes para seguirme y servir al Señor.
Así como lo hicieron las santas mujeres en aquel tiempo, hoy Mis santas mujeres del final de los tiempos son llamadas a acompañar al Señor en esta agonía del planeta, para que cada acto, cada gesto y cada oración sea un ofrecimiento de reparación y de cura de la humanidad, principalmente de los que hoy aún están prisioneros de su propia vida.
Es así que Yo vengo a disolver, con Mis propias Manos, los grilletes de la perdición. Vengo a retirar de los infiernos del planeta a cuantos están sumergidos en ellos, porque Yo ya estoy retornando. Y así, como fue escrito por Nuestro Dios, se cumplirá por intercesión de los santos profetas y patriarcas.
He aquí, una vez más ante ustedes, el Señor de Israel, que no solo ve derramar sangre en Su tierra sagrada, sino que también ve la esclavitud en muchas partes del mundo, la impunidad y la agonía que muchas consciencias hoy viven por estar presas a través de las rejas de la sociedad; pero Yo vengo a liberarlos de las prisiones espirituales y materiales.
No hay oscuridad que se pueda oponer a Mi Amor, no hay miedo que se pueda oponer a Mi Luz, no hay sufrimiento que no pueda ser disuelto por Mi Misericordia; porque Yo les di Mi Vida en la Cruz, así como hoy les doy Mi Vida eternamente para que tengan vida en abundancia a través de Mí.
Compañeros, este es el tiempo del apostolado, como ya fue anunciado muchas veces. Es tiempo de que cada uno asuma su parte junto Conmigo, así como lo hicieron los apóstoles y las santas mujeres en aquel tiempo.
La historia, que ya fue escrita por la Mano de Dios, vuelve a cumplirse. Otro es el momento, pero igual es la coyuntura, porque la Omnipresencia del Señor es ininterrumpida e irrefutable, porque es una Presencia Eterna e Inextinguible que, de tiempo en tiempo y de ciclo en ciclo, viene a dar Su Vida, Su Amor y Su Misericordia por aquellos que le dicen sí y le responden.
Con una mirada de esperanza vean internamente, delante de ustedes y en su camino espiritual, el Propósito cumpliéndose, aquel Propósito que fue pensado desde el origen de sus existencias en los estanques del Amor de Dios del Universo.
Ahora, anímense a caminar con sus propios pies; y ustedes y sus hermanos no tengan miedo, Yo Soy el Señor de la próxima meta, el Señor de la Ardiente Aspiración de Dios para cada una de las almas, para cada uno de los corazones.
Así en esta noche, en la que Me reciben y en la que se preparan para la última Maratón de la Misericordia junto al Redentor, vuelvan a recibir Mi Unción Espiritual a través de la poderosa Señal de la Cruz que libera a las almas, que disuelve el sufrimiento, que libera las prisiones, que cura a los corazones, que hace renacer la vida y la consciencia de cada ser.
Reciban Mi poderosa Señal de la Cruz, Cruz en la que fui erguido en lo alto del Monte Calvario como Árbol de la Vida que entregó Su propia Sangre y Su propia Agua en cada momento del Calvario para la remisión de todos los pecados, para la liberación de la humanidad.
Quiero que sacien Mi sed.
El Señor tiene sed por todos los que sufren en el mundo, principalmente por los que están olvidados y descartados, por los que están prisioneros en las cárceles.
El Señor tiene sed por las mujeres que venden sus cuerpos en las calles, por las madres que abortan a sus hijos en las clínicas, transgrediendo la ley de la vida y el amor maternal.
Tengo sed por los que están perdidos en las guerras, por los soldados que luchan engañados para conquistar una ilusión que no existe y que es irreal.
El Señor tiene sed por los que están enfermos en sus casas y hospitales, por los que están desahuciados.
El Señor tiene sed por los ancianos olvidados, por los discapacitados que son ofendidos y distanciados.
El Señor tiene sed por los pequeños niños huérfanos, por los que han perdido a sus familias, por los que luchan y buscan una oportunidad en otras naciones del mundo, cruzando desiertos, mares y océanos, y muchos de ellos perdiendo su vida.
¿Quién le quitará esa sed del Señor a través de sus buenos actos de misericordia, a través de las obras de caridad y de perdón?
¿Quién se arrepentirá por los que no se arrepienten?
¿Quién se confesará por los que no se confiesan y mienten?
¿Quién será capaz de proteger Mi Obra de sí mismo, a través de la verdad, de la transparencia y de la justicia?
A través de la verdad, de la transparencia y de la justicia, el Señor del Universo lo ve todo, nada está oculto para Dios a través de Su Amadísimo Hijo.
Por eso, están a tiempo de enmendar sus actos, por aquellos que no los enmiendan; están a tiempo de enmendar sus pensamientos, por aquellos que no los enmiendan; están a tiempo de enmendar sus sentimientos y todas sus intenciones, por aquellos que no los enmiendan; porque Mi deseo ardiente y profundo es que todos vuelvan a estar en la Ley.
Por eso, Yo les recuerdo que Soy el Camino, la Verdad y la Vida, y que nadie llega al Padre sino a través de Mí. Esto siempre será así porque es una Ley Divina.
Por eso, en este mes de agosto, que sus corazones y vidas se enmienden ante Dios para que la humanidad pueda ser reparada, curada y redimida algún día.
Dichosos los que son verdaderos consigo mismos y con sus hermanos, porque nunca les faltará la felicidad espiritual.
Dichosos los que reconocen sus propias faltas y no las ocultan, porque serán llamados hijos del Redentor.
Dichosos los que lo intentan todos los días, aunque caigan y se levanten, porque serán llamados siervos del Señor.
Dichosos los que, en esta hora del recogimiento de Cristo y de todas las Jerarquías, reconocen las Gracias y los tesoros espirituales que recibieron a lo largo de los tiempos y los llevan a la práctica a través del ejemplo de una vida digna, porque serán llamados colaboradores del Plan.
Dichosos los que se acercan al Sacramento de la Confesión y no se resisten, porque serán bendecidos por Mi Espíritu y no habrá mancha ni pecado que los agobie o los atormente, porque a través de la autoridad sacerdotal universal sus pecados y faltas serán perdonados, y serán llamados bienaventurados del Señor.
Que esta Maratón de la Misericordia no sea una Maratón de oración más, sino que cada uno de ustedes coloque sobre su propia mesa, así como lo hace la Jerarquía, las difíciles y graves situaciones del planeta para que sean iluminadas y colmadas por la luz de la oración, y así también sus vidas y la vida de sus familias serán colmadas por la luz de la oración.
Estaré atento una vez más a la voz de sus súplicas, porque el mundo las necesita, y todos las necesitan.
Sientan Mi abrazo espiritual. Sientan el latir de Mi Corazón, la Presencia de Mi Alma y Divinidad, y el poder del Amor de Mi Espíritu.
En profundidad les agradezco, y reciban Mi Paz, la Paz del Reino de los Cielos y de los ángeles aquí presentes, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En una noche como esta, en la que los árboles los abrazan y las estrellas los bendicen, Yo regresaré al mundo como aquel Hombre, Maestro y Pastor que estuvo muy cerca de cada uno para poder sanarles las heridas, para poder levantarlos del suelo, para poder expresarles la grandeza de Mi Amor por las almas.
Hoy, estoy muy cerca, como nunca antes lo hubieran pensado; porque así Yo estoy cerca de los Míos, de los que intentan todos los días de sus vidas levantarse de sus caídas para poder seguir adelante, para poder reconocer en sus propios caminos las Huellas del Señor, las Huellas del Maestro que vienen en este tiempo a indicarles el próximo camino.
Mientras la noche en Lys se prepara para volver a venerar y a glorificar a la Madre del Señor, su Maestro, el Cristo, se presenta en este lugar, así como lo hizo Su Santísima Madre, para demostrarles en este tiempo la cercanía de Nuestros Corazones, la presencia de Nuestros Espíritus, la grandeza de Nuestra Divinidad que está al servicio de la Creación y de las almas.
Por eso, hoy vengo a este bosque y a este huerto para que ingresen con el Señor en la última etapa de la agonía del planeta, en la que por ustedes mismos, compañeros y compañeras Mías, aprenderán a sostener por Mí esta pesada cruz planetaria, formada por todos los pecados del mundo, por todos los ultrajes y ofensas que aún las almas siguen cometiendo en estos tiempos y principalmente sosteniendo la cruz de la indiferencia y de la omisión de este mundo, que Yo necesito que Mis apóstoles sostengan Conmigo hasta que llegue el tiempo y la hora del Retorno del Señor.
Quiero volver a encontrarlos aquí para que puedan vivir, por ustedes mismos, la misma experiencia que su Maestro y Señor vivió en el Huerto Getsemaní, en donde en la aparente oscuridad y agonía encontró la Fortaleza de Dios, encontró el poder de la Fe de Dios para poder cumplir con lo que estaba preestablecido.
Así, de la misma forma, hay algo preestablecido para cada una de sus vidas, para cada uno de sus caminos; y este es el tiempo de que lo vivan si así lo desean, aceptar vivir lo que el Señor tiene previsto para cada corazón de este planeta.
Y ustedes no están separados de esto, compañeros. Ustedes hoy están dentro de este pedido del Señor, porque están siendo conscientes, mucho más que los que son conscientes en el mundo. Porque esta es la hora y es el momento, tan definitivos y tan culminantes, de comenzar a preparar los caminos del Retorno del Señor a través de la vida consagrada de las almas a Mi Sagrado Corazón y a través de la misión que cada ser vino a vivir y a cumplir al planeta.
Quiero decirles, con esto, que Dios ya escribió el destino de cada uno de ustedes por intermedio de Su Soberana y Altísima Voluntad y, sobre todo, a través de Su Altísimo y Poderoso Amor, antes de que ustedes y sus hermanos fueran esencias en este Universo Creador.
Pero sé que muchas almas hoy no siguen ni viven esta Voluntad de Dios. Por eso, Yo vengo a hacer de los imperfectos, corazones valientes. Yo vengo a hacer de los corazones tibios, corazones fuertes y decididos a vivir la Voluntad del Señor.
Yo los preparo a cada uno de ustedes y de sus hermanos, así como preparé a Mis apóstoles durante Pentecostés para que el Espíritu Santo descendiera y siguiera expresando Mi Obra de Redención a través de los tiempos, y también a preparar a Mis apóstoles para el momento de la despedida del Maestro, que cada uno de Mis apóstoles tuvo que vivir en su propio corazón.
Y ustedes están en un momento semejante, tan semejante que parecería igual, porque después de haber sido instruidos y bendecidos a través de los tiempos y, entre tantas, pero tantas almas, en el mundo, haber tenido la Gracia de escuchar directamente la Palabra del Señor, les puedo decir que, a pesar de cualquier situación, ya están prontos para vivir lo que está previsto por el Padre Eterno.
Cada uno sabe en su corazón lo que Dios le habla, lo que Dios le revela, lo que Dios le hace sentir en su más profundo mundo interior.
Así, Yo conduzco a Mis últimos apóstoles hasta el último tramo del camino del final de los tiempos, en el que todos deberán estar dentro de la Confianza de Dios y en la experiencia viva de Su Amor para ayudar a rescatar lo que la humanidad ha perdido y, sobre todo, para el gran tiempo de la redención que será precedido por el tiempo de la Justicia, así como está escrito en la Sagrada Biblia.
Dios, en esta noche, escucha el clamor y las oraciones de todos Sus Hijos. Él los escucha a través del Corazón de Su Amado Hijo, presente en este sagrado y humilde lugar de Aljustrel, en donde las almas pueden encontrar la verdadera vida, la Vida Divina, en el absoluto vacío de sus propias intenciones y expectativas, porque pueden venir a beber de la fuente de la pureza de Lys para que más almas en el mundo ayuden a recuperar la inocencia que esta raza perdió.
¿Ahora, comprenden cuál es la razón por la cual hoy estoy aquí?
No solo para que a través de Galileum escuchen Mi Llamado, sino también para que puedan ver a sus almas aquí reflejadas en el gran espejo de la pureza de Lys, en donde también los ángeles del Cielo y de la Tierra se sirven de la abundancia espiritual e inagotable de este lugar, en donde la llama de la fe siempre estará encendida y se reencenderá todas las veces que sea necesario a través del alma que se rinda a los pies del Reino de Lys.
En esta nueva Maratón, que anuncia el fin de un tiempo y que antecede al próximo mes de agosto, que los corazones se abran definitivamente, así como lo ha dicho Mi amado padre espiritual San José, padre espiritual de todos ustedes, que puedan realizar una síntesis y darse cuenta, por ustedes mismos, de todo lo que han participado con nosotros a través de los tiempos y cuántas Gracias y tesoros espirituales e internos les fueron otorgados a las almas.
Ahora llegó el tiempo, ahora llegó la hora, como lo fue con su Maestro y Señor, de que cada una de sus vidas y la vida de sus hermanos se conviertan en un templo vivo y resplandeciente que irradie los tesoros de los Sacramentos y de todas las Gracias que fueron concedidas a los que los recibieron por un simple acto de Amor Mayor; así como hoy, este simple acto de Amor Vivo permite este encuentro entre Mi Alma y sus almas, entre Mi Corazón y sus corazones.
Porque Yo Soy el Señor de la Cercanía, Soy la Luz que viene a brillar en esta noche de oscuridad para que los que cayeron se levanten y sigan caminando a través de la Luz que les irradia Mi Corazón Vivo a todos; y, principalmente, a través de la Luz que les irradia Mi Corazón Eucarístico, que pueden recibir una y otra vez como una Gracia inexplicable para que, cada día más, ustedes sean parte de Mí, para que Yo pueda algún día ser parte de ustedes y así ustedes sean parte de Dios, como Dios es parte de Su Hijo Amado en Santa Unidad.
Hoy, vengo también como un peregrino junto a ustedes para que, en el recogimiento del Reino de Lys, el Señor medite con Sus compañeros sobre los próximos pasos que deberán ser dados para seguir materializando y concretando la Obra de la Jerarquía. Y, esta Obra, se concretará únicamente a través de las almas que solo Me dicen sí, todos los días de sus vidas hasta el final de los tiempos.
Yo vengo a cumplir con Mi promesa, así como les dije a Mis apóstoles en el Santo Cenáculo que estaría con los Míos hasta el final de los días, hasta que se cumpla el tiempo y el momento del Gran Retorno de Cristo.
Hoy, estoy aquí orando con ustedes y por ustedes, y en especial por los que deben aún dar pasos en esta trayectoria que se presenta ante cada corazón humano. Una trayectoria infinita y desconocida que hoy Yo les traigo como parte de la Voluntad de Mi Dios, su Padre Adonai.
Mientras las voces de los fieles y devotos peregrinos se elevan como un gran espejo hacia el Reino de los Cielos, a través del Santuario de Fátima, que sea concedido al mundo un tiempo más de paz y principalmente un tiempo mayor de paz interior, para que todo pueda ser curado y reparado de las ofensas que sigue cometiendo el mundo.
Abran espacio para que los ángeles de la guarda intercedan ante Dios por todas las causas urgentes y principalmente por los que más necesitan de ayuda. Este es el gran tiempo del apostolado, no lo olviden.
Les agradezco por estar Conmigo honestamente y de corazón, porque la honestidad siempre los llevará a la verdad y la verdad los hará libres.
Hoy, las estrellas son testigos de este momento, así como el universo es testigo de cada Palabra del Señor.
Que los más sufridos y necesitados sean bendecidos.
Mi Corazón se conmueve porque Dios Me concedió la Gracia de que pueda estar más cerca de Mis hijos de África, para estar con los que más sufren, con los que más claman, pero sobre todo para estar más cerca de los que más aman en el mundo a través de la fuerza auténtica de su fe.
Dios conceda la reconstrucción de África en el próximo tiempo para que, algún día, el mundo entero conozca quiénes son en verdad las almas de África. Se los prometo.
Que la paz sea en todos los que la buscan, que la paz sea en todos los que la claman.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Como un ardiente Sol descenderé del universo para iluminar los abismos más profundos del planeta y para retirar de ellos a cuantas almas están sumergidas en esos abismos.
Esa es Mi verdadera misión de volver a la Tierra, no solo para reerguir a la familia espiritual de Dios, a todas las tribus y etnias, sino también para rescatar a los que fueron condenados a la perdición espiritual.
Hasta allí actuará Mi Divina e Insondable Misericordia, antes de que descienda el decreto de la Justicia Divina, que reorganizará a la humanidad y al planeta, para que así se pueda reintegrar el Proyecto de Dios.
Por eso, a través de los tiempos y en estos últimos años, vengo construyendo este momento por medio de ustedes y de sus hermanos; porque, así como les dije ayer, sus vidas deben ser un pilar para Mi Obra, la Obra de la redención del final de los tiempos, y los principios y valores que Dios le enseño a Su sagrado pueblo de Israel deberán estar latentes en sus consciencias y espíritus, porque los necesitarán para atravesar este momento final, que muchos no saben cómo hacerlo por no vivir la vida del espíritu, por estar alejados del Amor Mayor que proviene del universo y de la vida cósmica.
Cada vez que Yo desciendo al mundo, vuelvo a traerles, una y otra vez, ese Amor Mayor que siempre colmará sus espíritus y consciencias; es ese Amor Mayor que los impulsará a dar los pasos y a no retroceder; es lo que los ayudará a definir sus próximos caminos, porque debe haber Cristos en la superficie de la Tierra y esto ya no solo puede ser un mensaje o una aspiración.
Es tiempo de que los Cristos del Nuevo Tiempo sean una realidad, una concreción, una expresión de la Jerarquía. Por esa razón, todos se están purificando, cada uno en lo que precisa y necesita en este momento. Nada está fuera de la Ley.
Aprovechen cada momento como un impulso de ascensión y de trascendencia, como una actitud de absoluto desprendimiento y desapego; para que, en sus consciencias, siendo odres nuevos, Yo coloque vino nuevo, Yo deposite las Voluntades de Dios y Sus más ardientes aspiraciones.
Ahora, este es el tiempo de hacer una síntesis, después de haber caminado tanto hasta este presente, en el que tienen la Gracia de reunirse Conmigo, cara a cara, y de recibir a Mi Divinidad y a Mi Espíritu, al Espíritu de Cristo, que fue Quien se entregó por ustedes en la Cruz, así como se entregó por toda la humanidad, aun sabiendo, compañeros, que muchos en el final de los tiempos no Me corresponderían y no valorarían Mi sacrificio.
Pero el Amor es capaz de mucho más, es capaz de llegar muy lejos cuando se vive un amor desinteresado, abnegado e incondicional. Esto no los retiene en las cosas superficiales ni en ninguna expectativa, no quedan atrapados en ningún resultado o respuesta.
Porque un Cristo del Nuevo Tiempo tiene claro, en su consciencia, que sirve a Dios y a nadie más, y que todo lo que hace, todo lo que vive y todo lo que practica debe estar bajo esa Ley del Amor Mayor, que lo renueva y lo transfigura de tiempo en tiempo, cuantas veces sea necesario.
Esto no lo deja en el pasado, no lo deja sumergido en la tristeza ni en el sufrimiento, al contrario, un Cristo del Nuevo Tiempo tiene claros su misión y el propósito que debe cumplir en su encarnación, de una forma semejante a como su Maestro y Señor cumplió el Propósito de Su encarnación en la Tierra, cuando Yo estuve entre ustedes y entre sus hermanos.
Así, compañeros, la vida no es solo material, no es solo concreta, no es una vida de constantes problemas y sufrimientos, porque los Cristos del Nuevo Tiempo no solo caminan a través del impulso de la ascensión y de la unión con el Plan Divino, sino que también ayudan a sus semejantes y hermanos para que alcancen la misma meta, sin interferir en la decisión del otro.
La escuela de los Cristos del Nuevo Tiempo ya se estará presentando en los planos internos. ¿Quiénes serán los que se postularán a vivirla, a practicarla y a asumirla?
No es una escuela de emociones ni de intelectos, es una escuela madura de amor al sacrificio y a la sagrada renuncia, de la que muchos quieren escapar porque piensan que pierden el control y su autonomía.
Pero Dios no los quiere colocar en una aflicción, no sería el Padre Eterno ni tampoco sería Su Amadísimo Hijo; al contrario, compañeros, la puerta de Mi Corazón está abierta para mostrarles el camino, que en este último ciclo son invitados y llamados a recorrer por un solo fin, por el triunfo del Amor Redentor en el planeta, en todas las almas posibles y en todos los corazones posibles que necesitan de rescate y de redención.
Aunque no lo crean, Mis amigos, ya tienen la base para vivir esa escuela. Ya tienen las experiencias del pasado y de otros momentos cuando formaron las primeras comunidades cristianas que, a pesar de la adversidad y del peligro, sostuvieron la fe en la Presencia Crística y en el Amor Crístico; y esto hizo surgir, a través de los tiempos y de las experiencias, los frutos de la redención y de la fe de las almas, por su amor a Cristo, el Mesías.
Entonces, compañeros, en la consciencia de sus mundos internos ya está el impulso. Únanse a ese impulso y pidan a Dios la Gracia de poder ser consecuentes para responder a la experiencia de esta escuela de los Nuevos Cristos, porque es un estado interior y no protagónico, porque es un estado de silencio que habla por sí solo a través de los ejemplos y de las buenas actitudes, de las actitudes fraternas y misericordiosas.
Ya era hora de que llegara este momento, de que los Nuevos Cristos del último tiempo se presentaran y fueran una realidad. Si esto sucede, conforme el Plan Divino lo determina, muchos errores en el mundo se justificarán y se enmendarán los graves ultrajes de la humanidad de estos tiempos, para que se les conceda un tiempo más de Misericordia al mundo entero y a todas las almas que más lo necesitan en este momento, para que la puerta de Mi Misericordia no se cierre en esta última hora, sino que todos los que quedaron atrás, puedan cruzar esta puerta de la Misericordia y así tengan la Gracia de recibir la redención como ustedes la recibieron.
Hoy, pido una vez más que Aurora, como un Reino de Amor y de Luz, haga emerger esta Gracia de que Mis últimos apóstoles y compañeros sean consecuentes con la escuela de los Nuevos Cristos.
El mundo necesita de mucha ayuda, las almas se desesperan por no encontrar la paz. Ahora, ustedes que pueden ser un espejo de Mi Amor vayan y sirvan, díganle al mundo que Yo estoy retornando y que Mi hora se acerca, así como se acercó la hora del Señor en el Huerto Getsemaní.
Porque necesito, compañeros, que hoy más que nunca puedan beber del Cáliz que les ofrezco, aunque desconozcan su contenido o aun su propósito; que puedan beber, así como su Maestro bebió del Cáliz en el Huerto Getsemaní. Así, estarán más cerca de Mí y Yo estaré más cerca de ustedes y de sus hermanos.
Hoy, cierro la misión espiritual de la Jerarquía en el Uruguay, pidiéndole al Padre Su bendición para este país y para todo su pueblo, para que no sea estigmatizado por ninguna idea que no sea de la Luz, sino para que sea bendecido por el amor, la caridad y la Misericordia que debe despertar en los corazones sedientos.
Así, elevo Mi oferta a Dios, como sus corazones se elevan hacia Mí, para que seamos testigos de la Divina e Insondable Misericordia, para que los últimos alcancen su meta espiritual y su redención.
Les agradezco a todos los presentes por estos días compartidos y por estar en este Sagrado Lugar de los Ombúes, para que las raíces de la dignidad humana se fortalezcan en ustedes, para que los valores de la familia y de la vida universal florezcan y se eleven en ofrenda a Dios.
Les agradezco y les vuelvo a dar Mi Paz, para que no se olviden que deben ser paz en el mundo.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Deja que Mi Amor entre en tu corazón para que Yo todo pueda transformar, pues Mi ardiente deseo es que se concrete el Propósito de Dios en tu vida y no se cumplan los caminos del mal.
A veces las almas no comprenden lo que Yo pido y lo que necesito. Pero en verdad les digo, podrían amar lo que Yo deseo desde Mi Universo inmaterial.
Deja que Mi Amor entre en tu casa y en tu vida. ¿Qué esperas? Aún tengo mucho por hacer en este mundo y tu vida es un camino para eso.
Yo no necesito de tus destrezas ni tus oportunidades. Solo necesito que Me dejes entrar para que Yo pueda remover todo y construir en tu corazón el templo de Mi Iglesia, que vibra en las dimensiones superiores y que está llena de ángeles de Dios, alabando y adorando al Único.
No esperes más para dar el paso. Entrégate. Y si ya te has entregado, entrégate aún más porque lo necesito.
Lo que Yo realizo no es comprendido ni muy valorado por el mundo. Lo que tú Me das sí es valorado por Mí y todo lo que tú Me entregas es escrito en el Libro Sagrado de Dios, porque será parte del testimonio que te salvará cuando el Juicio Universal se aproxime al planeta y a su humanidad.
El mundo no sabe que Yo todavía estoy sufriendo por lo que veo en los hombres y por todo lo que sucede en el mundo.. Así como consagro almas, adoradores y devotos, también necesito que tu corazón se consagre a Mí, a fin de que una chispa de Mi designio, que es el designio del Padre, sea depositada en ti y se cumpla lo que has venido a cumplir como está previsto. No necesito que te justifiques ante Mi Presencia porque Yo lo sé todo.
Es hora de hacer algo por los demás y sobre todo por el planeta, que agoniza a medida que pasa el tiempo en las agujas de tu reloj. A medida que los segundos pasan hay almas que necesitan de Mi ayuda y Yo Me sirvo de los apóstoles para llevar adelante Mi Obra, que está llena del Amor de Dios y de la Misericordia de Su Corazón.
¡Mírame y siente Mi Corazón, Mi Corazón vivo! Mira las arterias de Mi Corazón y la Sangre de Amor que brota de Él constantemente, a fin de justificar ante el Universo los errores de los hombres y de conceder la Divina Misericordia a las almas que más lo necesitan.
Pero tú, después de tantas veces de haber estado a Mi lado y de haber recibido todo, es hora de que des el paso en la confianza de Dios y de que digas desde tu interior: ¡Señor, aquí estoy!
No necesito grandes cosas de tu vida, solo que Me adores, que Me aceptes y que Me vivas como el complemento de tu vida, como la llama viva del amor, que nunca se apagará y que traerá al mundo la cura que tanto busca y que tanto necesita.
Hoy expongo ante el mundo el Corazón humano del Cristo vivo, aquel Terafín de Dios, aquel Corazón que entregó todo por ustedes, hasta Su última gota. ¡Cuánta Sangre de Amor tengo para derramar sobre Mis hijos y cuán pocos la aceptan!
Siempre les diré la verdad, porque recuerden que la verdad los hará libres y así alcanzarán la paz.
Que la humildad sea el timón de sus vidas en estos tiempos críticos, en los que muchas, pero muchas almas se confundirán con otros maestros.
Busquen la esencia de Mi Corazón y sus vidas estarán plenas.
Busca, hijo Mío, la llama de Mi Espíritu y nunca te faltará la Paz, porque lo que Yo prometo verbalmente, lo cumplo.
Si una vez le dije a Mis Apóstoles que volvería por segunda vez, aquí estoy, aunque no Me vean, preparando Mi retorno.
Necesito que el campo que he sembrado aquí dé sus frutos y no demore. Aún el mundo necesita alimentarse espiritualmente por medio de sus ofertas y de sus vidas, para que el Plan se realice. Y eso comenzará recordando el amor, el amor que los libertará, el amor que los sanará, el amor que los transfigurará para que finalmente sean otros, como Yo lo espero.
Pero no perderás tus defectos, sino trabajarás Conmigo para transformarlos uno a uno y a su tiempo. Sé que es doloroso desprenderse de sí. Les dí el ejemplo en el huerto Getsemaní, cuando en la mayor agonía y en el mayor padecimiento tuve que soportar todo por ustedes, para que tuvieran en este tiempo final una oportunidad.
Quiero que comprendan lo que les digo. Estas palabras y las que vendrán ya son las últimas, y cuando la última palabra sea pronunciada por su Maestro y Señor, todo pasará y el mundo no podrá decir que no fue avisado.
Rezo en el huerto de Dios por eso, todos los días, así como recé en el huerto Getsemaní por Mis enemigos, por los que Me traicionaron, por los que Me darían las espadas hasta los días de hoy.
Necesito, hijos Míos, que Mi Iglesia actual, expandida sobre la Tierra, sea renovada y reconstruida desde su esencia.
Necesito que en el amor, sean una sola hermandad, para que eso pueda suceder y que no existan divisiones, dudas, ni confrontaciones, porque cuando eso suceda, Mi Amor allí no estará.
Recojan con sus manos los frutos que Yo les he dado a través de cada aparición, por medio de cada encuentro, así como a través de cada Sacramento.
Aprendan a vivir la Voluntad de Dios tal cual es y no la modifiquen.
El mundo ya modifica muchas Leyes y por eso sufre y agoniza. Pero ustedes, que han sido agraciados desde el principio al fin, deben dar el ejemplo, salir de sí y dar todo por sus amigos, como por sus enemigos. Esta es la llave más importante que hoy les doy, a través de este mensaje.
Por eso expongo Mi Corazón vivo y humano, que ha sido glorificado y transubstanciado por medio de la lanza en la Cruz, para que sea considerado y adorado por los hombres como la justificación delante de Dios, a pesar de sus errores y de sus pruebas.
Los gobernantes no transformarán el mundo sino la fe de sus corazones transformará la Tierra.
Así como en el mar de Galilea llamé a los doce, hoy los llamo a ustedes nuevamente y a todos los que escuchan en el mundo, para que la Palabra de Dios sea considerada y apreciada como la última fuente de expiación antes de que los cielos se cierren hacia el mundo y sus Mensajeros se recojan.
Yo rezo por ese momento, también rezo por ese tiempo que llegará. El mundo no sabe lo que Dios está pensando, por eso cae en su propia voluntad una y otra vez. Pero Yo les enseño por medio de Mi Amor a hacerlos libres algún día, sabiendo que no miro sus imperfecciones sino sus virtudes, sus sinceras virtudes, que harán transformar al mundo como el mundo lo necesita en este tiempo.
Entren en Comunión con Mi Corazón vivo, humano y palpitante, y todo, todo se recuperará.
El proyecto de la humanidad en el Génesis fue alterado, y lo que hoy se vive es la consecuencia de los primeros errores de Adán y Eva. Pero Yo vine al mundo incondicionalmente y como un pobre hombre a enseñarles sobre el amor y la verdad. Me dejé clavar en la Cruz, ser flagelado, humillado y martirizado. Dios dejó que salivaran Su Rostro completamente y que Su Sangre fuera derramada, gota a gota.
¿Quién tendrá conciencia de ese misterio?¿Quién amará ese misterio para que el misterio se devele?
Todo comienza y termina en el amor, porque será el amor que los resucitará en espíritu y en vida. ¡Ay de aquellos que no se suplen de este amor! ¡Ay de aquellos que Me dieron la espalda por otros amores!
Si Yo estoy aquí es porque persevero en sus vidas y ustedes perseveran en Mí, a pesar de lo que sucede. Algún día todo se comprenderá, todo lo que ha sucedido aquí se comprenderá. La Puerta del Cielo se cerrará para que las almas de la Tierra vivan su último tiempo.
No estoy siendo dramático. Estoy siendo sincero, porque Cielo y Tierra pasarán, pero Mis Palabras quedarán en los corazones humildes y resignados ante el Padre Celestial.
Pero antes de que Yo Me eleve al Cielo por última vez y haya terminado Mi tarea con ustedes, después de las próximas peregrinaciones, enviaré a Mis Ángeles con las flechas del Amor de Dios para que sean enterradas en los corazones abiertos. Y así las esencias, en esta última hora y en este último tiempo, se unan al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Hoy está presente el Espíritu Santo a través de Mi Boca, hablando a través de la Palabra y de Mis Labios el fuego de Dios, que transforma lo corrupto en incorrupto; lo que es bajo, en sublime; el error y la miseria, en misericordia.
Benditos sean los que guarden Mis Palabras, porque la necesitarán en el próximo tiempo.
Benditos sean los que escuchan Mi Verbo, porque recordarán Mis palabras en los momentos más difíciles de la humanidad y en estos tiempos críticos, en donde todo está en juego.
Cuando vean que el mundo esté por venirse abajo, será el momento en que estaré retornando físicamente. Y las escrituras del Apocalipsis se cumplirán. La Biblia será renovada, porque el Maestro y Señor del Universo reescribirá un Nuevo Testamento para la humanidad y el Universo. Y los Ángeles serán testigos del legado de Amor y de Gracia que fue depositado en el corazón de los que escucharon la Palabra del Señor.
Mientras la última trompeta suena en el Centro del Universo local, las leyes angélicas se movilizan con sus legiones de Luz y sus huestes, para preparar silenciosamente la derrota del ángel caído y de sus allegados.
El Cetro de Dios será colocado en la Tierra y será reconocido y visto como si fueran cientos de soles. Y la Justicia Divina se cumplirá.
Ha llegado la hora de dar ese paso para que todo eso se cumpla. Depende de la humanidad que todo eso suceda.
Reciban estas Gracias como las últimas. La hora de los testigos se está aproximando. Los desiertos están llenos de prisioneros y mueren por creer en el nombre del Señor. Más testigos aparecerán ante las naciones del mundo y serán reconocidos por el gran amor en sus corazones. Ellos le señalarán a la Tierra el próximo camino y en su ofrenda silenciosa prepararán el retorno de su Maestro y Redentor.
En este domingo glorioso del Espíritu Santo, ante la presencia de la llama de Amor el Espíritu Santo del Padre, del Todopoderoso y Sublime Creador del Universo, ante Sus Potestades celestiales y universales, angelicales y bienaventuradas, ante los santos y los servidores, recreo en este momento el legado de Amor del Sacrificio del Cordero de Dios, por medio de la Eucaristía.
Tomé el pan y les dije a Mis Apóstoles y a todos los que estaban presentes, en la bendición del Altísimo y de la Fuente de Su Divina Misericordia, y les vuelvo a recordar, que este es Mi Cuerpo, que fue entregado por los hombres para el perdón de los pecados y que les concede la vida eterna.
En esta Comunión y de la misma forma, bajo la efusión del Espíritu Santo, tomé el Cáliz, di gracias a Dios, el Todopoderoso, por el Cáliz que Me había ofrecido, por la salvación y la redención de la humanidad hasta el fin de los tiempos.
Y hoy les vuelvo a decir que tomen y beban todos de Él, porque esta es Mi Sangre, que fue derramada y hoy es derramada por los mártires y los santos de los últimos días, para el perdón de los pecados.
Que la memoria del Cordero de Dios quede impregnada en las células de los que comulgan del Cuerpo y de la Sangre de Cristo.
Yo Soy Aquel que se ha dado por todos los hombres y mujeres de la Tierra, a fin de que se cumpla la Sagrada y Divina Voluntad.
Y como les enseñé, repitan ahora el Padrenuestro en arameo.
Abbun debashmaia...
Hoy proclaman la resurrección del Señor en los corazones redimidos, bajo la intervención del Espíritu Santo.
En Mi Paz los dejo y Mi Paz les doy, para que esta Paz, que es inextinguible e inalterable, se multiplique en los cuatro puntos de la Tierra y sobre todo en los corazones que necesitan del Amor de Dios.
Que la paz comparta el amor y la hermandad; que la paz comparta el bien y la fraternidad; que la paz cure a los corazones y todas sus heridas; que la paz establezca el Reino de Dios en este planeta.
Ahora se darán, en Mi Nombre, un saludo de paz y de perdón, en nombre de la humanidad.
Les agradezco.
A veces, no puedo contarles toda la verdad a Mis compañeros porque no la podrían soportar.
Por eso hoy, con Mis Pies descalzos, toco este suelo sagrado para volver a bendecirlo, protegerlo y resguardarlo por medio de Mi Sagrado Corazón.
El tiempo del Universo se detiene, porque su humilde Pastor ha ingresado en la órbita de este planeta, y a través de este portal de paz, para auxiliar al mundo.
La humanidad aún no conoce el verdadero escenario del fin de los tiempos.
Todo lo que ven por televisión es una pequeña ilustración de la verdad, porque aún existen secretos peores, que se mantienen ocultos bajo llaves de puertas inciertas.
Yo vengo a colocar Mi Luz en esa realidad.
Yo vengo a traerles consciencia a Mis compañeros para que, en los momentos más críticos que se avecinan, no estén durmiendo como durmieron Mis apóstoles en el Getsemaní, y cayeron en tentación.
Los invito a estar despiertos más allá de su despertar.
No solo hablo de salir del sueño, hablo de un despertar espiritual, de una vigilancia extrema ante los acontecimientos que los rodean todos los días y que solo saben de ellos el uno por ciento.
Hoy, a Mis Pies, traigo la realidad planetaria y espero que los que se han consagrado a Mi Corazón pronunciando votos de vida, los cumplan.
No vengo a juzgar sus dificultades, ni tampoco sus imperfecciones.
Yo quiero que Me den lo que pueden darme, porque a través de lo que Me den, podré socorrer al mundo.
Los brazos, las manos y los pies con los que cuento no Me bastan para realizar esta Obra de servicio mundial.
Necesito que sus talentos estén disponibles para Mí, porque mientras sus talentos no están disponibles, millones de almas desesperan, y muchas son víctimas de la muerte, de la injusta muerte.
Los sellos del Apocalipsis ya se están abriendo. Cuando el séptimo se abra, todo, todo se desatará. No habrá quien pueda escapar de esto.
No vengo a traerles terror, sino consciencia.
Aspiro a que puedan salir de sí, todos los días. Que no den trabajo a sus hermanos de camino. Que cumplan, en estos tiempos, con el don que vinieron a ofrendarme.
No pierdan tiempo en cosas superficiales. Ustedes fueron llamados por Mí, ustedes acogieron Mi Convocatoria a lo largo de los tiempos.
Yo sé que esta extrema entrega no es para todos, pero no vengo a pedir lo imposible.
Necesito que Me acompañen con madurez en estos tiempos.
Dejen de ser niños y, a partir de ahora, sean Mis apóstoles, Mis guerreros de la paz, servidores incondicionales de Mi Corazón.
Porque las agujas del reloj siguen corriendo y los acontecimientos se precipitan, uno encima del otro.
¿Quién detendrá esta corriente de maldad en el mundo?
Necesito que Mis cimientos estén listos para que Yo pueda retornar. Y eso será a través de sus corazones y entregas. Mientras eso no suceda, no tengo permiso ni autoridad para volver.
No les estoy haciendo un reclamo. No estoy desmereciendo sus esfuerzos, ni tampoco sus sacrificios, que son visibles a Mi Corazón Misericordioso.
Necesito que estén en madurez y lealtad. Ustedes saben, compañeros, que eso no está sucediendo.
Mientras tanto, Mi Corazón es flagelado por el mundo, al ver tantas víctimas en el abismo de la muerte.
¿Quién las rescatará? ¿Quién dará la vida por ellas? Y no solo hablo de la humanidad, sino también de todo lo que es invisible a sus ojos.
Hoy vengo a declarar Mi preocupación por la humanidad.
Tengo el poder de detener todo lo que sucede, pero muchos escogen el camino del sufrimiento. Y Mi Corazón está tan lleno de Misericordia, como un cáliz que desborda y que aún no es bebido por nadie.
Siento, en Mí, las llagas del planeta.
Escucho, a través de Mis Oídos, el llanto de las víctimas en el desierto, en el desierto de esta transición planetaria.
Necesito que se unan definitivamente, de verdad. Porque en verdad les digo, compañeros, ya no lo aparentan. No es bueno para ustedes ni para Mi Obra en el mundo.
He venido a llamar corazones sin experiencia, vidas en redención, corazones en transformación.
San José es el camino para alcanzar las metas.
Él se ha ofrendado a Mí, en extremo sacrificio, por aquellos que sí perseverarán y que sí seguirán Sus enseñanzas, paso a paso.
Porque Él es el ejemplo de una posible y verdadera humanidad, de una Nueva Humanidad, portadora de una nueva consciencia.
Mientras tanto, San José hace lo imposible para que Mi Proyecto se cumpla en la humanidad.
Los Mensajeros Divinos hacemos lo inalcanzable, por intermedio de todas las criaturas, para cumplir con lo imposible.
Hoy vengo a hablarles desde el Principio de la adultez espiritual porque, a partir del último 8 de agosto, todo ha cambiado, mucho más de lo que parece y de todo lo que conocen.
Deberé colocar a Mis servidores en lugares de conflicto.
Deberé llegar, por medio de sus vidas, a los lugares de mayor caos, con el fin de que atraviesen todas las dificultades, sin perder el empeño ni la esperanza, para que Yo pueda colocar Mi Espada en el monte más alto de este planeta.
En ese momento, todo caerá, y será el fin de la corrupción humana.
La Tierra se abrirá como una madre que está a punto de dar a luz.
Todo se purificará y nadie podrá detenerlo, porque llegará la hora de la gran Redención.
Y como en una noche de estrellas, vendré en silencio, aunque muchos estén agonizando, sufriendo las consecuencias de estos tiempos y de todos los que los gobiernan.
Traeré en Mis Espaldas la Cruz de la Salvación y ya no cargaré con la deuda de la humanidad, sino que traeré la Cruz luminosa de Emmanuel para iluminar al mundo, en los cuatro puntos del planeta.
Muchas naciones estarán unas contra las otras. Pero no se desesperen, el aparente cautiverio terminará, y todos podrán verlo conscientemente, hasta que se ponga fin a la autodestrucción de la humanidad.
Vengo a traerles un mensaje de Sabiduría, vengo a irradiarles Mi Discernimiento.
Ahora, es hora de crecer, no solo interiormente, sino también exteriormente.
Cada uno sabe lo que debe madurar, que cada uno asuma su lugar en esta transición, porque ya no hay tiempo.
Recordarán este mensaje cuando todo suceda y sus almas deberán servirse de la energía de Mi Luz, para estar por encima de todos los acontecimientos, sin indiferencia.
Porque así Me podrán acompañar, y podré apoyar Mi Cuerpo cansado sobre ustedes, recostar Mi Cabeza sobre sus hombros para que, al igual que Juan, alivien a su Señor.
Alivien a su Señor. Alivien a su Señor. Es lo único que les pido, y podrán estar en Mi Paz.
Alivien a sus hermanos, alivien a los que los guían, y estarán en Mi Paz.
Alivien al Padre Eterno y estarán en Su Plan de Amor.
No den trabajo en donde no existe. No creen complicaciones en donde no las hay.
Sean inteligentes, mucho más que Mi enemigo, y cruzarán los puentes hacia Mi Reino; así no demorarán sus pasos, no demorarán Mi Plan.
Hoy Me confieso, como un hijo se confiesa con su padre.
Hoy Me dirijo como un maestro se dirige a sus discípulos y también él muestra sus preocupaciones. Pero no la preocupación como ustedes la comprenden en esta vida terrena. Yo la llamaría de “impotencia celestial”, como la que diariamente viven algunos de sus compañeros.
¿Ahora comprenden el compromiso de los que se han consagrado a Mí?
Yo no vengo a entregar alianzas para que sean tiradas a la tierra u ocultadas por el polvo.
Vengo a reconocer lo que hay en ustedes interiormente. Y no tengo dudas porque, a pesar de haber sido hombre y de haber estado encarnado en este mundo, en Mi Reino ya no existen dudas; eso es del enemigo que confunde a los corazones y los desvía de Mi camino de Redención.
Los invito nuevamente a ser inteligentes y, como un ejército de Luz, cerrar las puertas para que aquel que es Mi rival, no pueda entrar por ninguna brecha.
Mi Manto de Luz siempre estará sobre ustedes, y si un día él no lo está, observen si no lo han sacado de sus cabezas o si se han apartado de Mí, al punto de que Yo no los pueda alcanzar.
Las naciones del mundo necesitan de mucha Misericordia.
Vengo a reforzar las oraciones por América Latina, como también por el mundo entero. El nuevo Edén no debe ser disipado de las mentes de los que tienen fe en él. La esperanza es la base para ese nuevo Edén.
Quisiera que todos Mis seguidores, a partir del día de mañana, reciban por escrito este mensaje, y todos los que lo pidan, lo recibirán. Tienen Mi Permiso para eso. Este mensaje debe llegar a todo el mundo y en todas las lenguas posibles.
Agradezco que, de cualquier parte del mundo, conociendo o desconociendo Mi Obra aquí en Sudamérica, las almas se ofrezcan a transcribir Mis Palabras y a traducir Mi Mensaje en todas las lenguas posibles, a fin de que muchos más sepan que estoy aquí, acompañándolos en estos tiempos de oscuridad, así como acompaño a Mi Iglesia en la agitación y en el temblor de su barca. Pero Yo ya les enseñé que todo se puede revertir.
Le dije una vez a Pedro, cuando estaba en el mar de Galilea: ¿De qué tienes miedo, Simón?, si tu Maestro camina sobre las aguas, ¿crees que tu fe te lo impedirá? ¡Sal de la barca y camina hacia el encuentro de Mi Sagrado Corazón! Tu fe puede ser tan inquebrantable como una montaña. Yo te doy la fuerza para hacer todas las cosas.
Y Simón caminó sobre el agua. Sin darse cuenta, él se apartó del miedo y entró en Mi Amor, en el Universo de Mi Amor.
Yo los invito a atravesar estos tiempos con mucha, mucha fe.
El terror podrá ser grande, la sangre que corre por el mundo podrá ser interminable, pero nadie podrá superar a Dios.
Los hombres deben comprender que están lejos de Dios, que le han dado las espaldas al Reino Universal de la Luz. Por eso, Él envía a Su Unigénito para dar fuerza y coraje a los corazones simples y buenos.
Yo vengo a ofrecerles en esta noche Mi Comunión, porque es ese Sacramento el que siempre los restaurará.
Pidamos al Padre por Su Misericordia, por medio Sus hijos, porque en Sus hijos está la Misericordia de Dios, sobre todo en aquellos que creen en Su Divina Fuente y concretan Su Plan en esta superficie.
Siembren en sus corazones Mis Códigos de Luz y todo podrá cumplirse, así como Mi Padre lo ha pedido. El sufrimiento cesará y las almas reencontrarán el amor y la esperanza. Que así sea.
No tengan miedo de que su Maestro les entregue revelaciones definitivas y contundentes.
Necesito que Me acompañen con la misma Sabiduría que Yo tengo, con el mismo amor que Yo vivo, con la misma Misericordia que Yo expreso por esta amada humanidad.
Fray Elías del Sagrado Corazón: Vamos a cantar los Nombres de Dios, a pedido de nuestro Señor.
Hoy consagro esta Sangre como Mi Sangre de Vida, por la sangre que es derramada en el mundo, por las víctimas que sufren la injusticia humana, en cada una de las naciones del mundo.
Hoy consagro este pan como Mi Cuerpo, por las almas que son mutiladas, explotadas; por las almas que son víctimas de la esclavitud y que están en cautiverio; por las almas que son presas por las manos de los hombres; por las madres que abortan a sus hijos; por los niños que son vendidos y extraviados en el mundo; por los ancianos que son maltratados; por las almas que padecen enfermedades en los hospitales y sólo reciben desprecio, sin conocer el amor consolador.
Hoy Mi Corazón se complace por cada una de esas almas, por las almas que no tienen nada que comer, sino solo vivir en oración, esperando una Gracia Mayor.
Hoy ofrezco este Sacramento por los Reinos de la Naturaleza que, en silencio, son ultrajados; por los animales que son despreciados, que son matados y que sirven, injustamente, como lujo en las mesas de los ricos.
Por toda esa sangre injustamente derramada, por los que no conocen a Dios y que han endurecido sus corazones al Amor Eterno, ofrezco esta Comunión, y les pido a cada uno de ustedes que así lo haga, porque esta será Mi última intervención por la humanidad, antes de que todo suceda.
Que sus corazones sean valientes para ofrecer este sacrificio por Mí, aunque no estén preparados.
Yo recogeré sus súplicas, así como siempre lo hago, para depositarlas, como pétalos de luz, a los Pies de nuestro Creador.
Porque, a pesar de todo el sufrimiento del mundo, grande es Su Misericordia, más allá de este Universo.
Yo consagro, en esta noche, el vino y el pan, trayendo la Piedad de nuestro Padre Dios.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (x3)
Amén.
Que sus voces sean escuchadas en este Universo, proclamando los Nombres de Dios.
Les agradezco.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Estamos viendo a Nuestro Señor, vestido con una túnica color lila, y en el centro de Su Pecho aparece la bandera de Venezuela. Pero hay un detalle importante en esa bandera que Nuestro Señor está mostrando, tiene estrellas que brillan, así como brilla Su Pecho. Nuestro Señor está muy dentro de Sí, meditando en silencio.
Y sobre esa túnica lila tiene una vestimenta sacerdotal, toda bordada desde Sus Hombros hasta Sus Pies
Él toma con Su Mano derecha un cáliz y con la otra, una pequeña cruz. Sus Ojos son de color celeste y Su Rostro casi pálido, rodeado de una luz dorada. Detrás de Él hay un cielo, tan profundo como infinito.
Él me dice que está sobre el Monte Ávila, en el punto más alto de Caracas. No está solo, está acompañado por filas de ángeles regentes que lo circundan y que también lo contemplan.
Mi Silencio hoy es para los inocentes.
Mi Presencia, sobre ese monte, es para los que Me buscan y no han perdido en sí mismos su esencia divina. Por eso, estoy allí como también estoy aquí, en esta tierra tan apreciada por Mí.
Es así que hoy estoy en dos lugares al mismo tiempo, porque Mi Padre Me lo ha pedido, a través de Su omnipresencia.
Mientras estoy aquí, disuelvo todo aquello que genera el mal, como el caos y la desesperación, la falta de fe, la carencia de confianza y la pérdida del amor.
Hoy ruego por aquellos que ruegan a Mi Corazón, porque sé que es justo que esa súplica y ese pedido sea respondido por vuestro Señor.
Con el semblante que hoy les muestro, semejante al que Yo tuve en la agonía del Huerto Getsemaní, Yo les quiero representar, a través de este símbolo, que es importante mantener la serenidad, la calma y la neutralidad, virtudes que Mi enemigo no conoce, porque cuando esas virtudes están presentes en las consciencias, Mi adversario se siente perdido, como si no tuviera el suelo debajo de sus pies.
La virtud de la serenidad construye cosas positivas. Es como una herramienta invisible que, al igual que la oración, trabaja de forma potente sobre las estructuras negativas y las disuelve poco a poco, hasta que el mal se consuma a sí mismo. En ese sentido, no hay batalla, no hay guerra ni tampoco oposición.
La calma es una herramienta importante que desvanece las ideas que se oponen al Plan de Dios.
La neutralidad es otra herramienta que mantiene todo en equilibrio y no permite que la consciencia se involucre en nada externo. La neutralidad es muy semejante a la paz. No es difícil alcanzarla. Es necesario buscarla, porque cuanto más neutros sean, todo lo que no sea luz se disolverá y encontrarán la fuerza interior para llevar adelante Mis Obras, la obra de la redención de las almas, de la conversión de los corazones y de todo lo que es necesario que alcance la Luz de Dios.
Así, vengo para proteger a las esencias en su camino de transformación. Por eso, cuento a las esencias una a una, para que puedan ser contempladas por Mi Padre, en el esfuerzo que las esencias hacen para vivir Mi Camino Crístico.
Por eso, sobre este Monte Ávila, en lo más alto de Caracas, vengo a construir nuevas bases, que no serán vistas pronto. Así, podrán ser contempladas por todos los que oran a Mi Corazón.
No puede haber voluntad humana que perdure más que la Voluntad de Mi Padre. Ella caerá por su propio peso, porque es una voluntad que no tiene amor, compasión ni misericordia.
De esta forma vengo a demostrar que, así como estoy aquí, estoy con los que Me necesitan, con todos los que lloran pidiendo a Dios Su intercesión.
Estas huestes, que hoy Me acompañan, serán enviadas por su Señor hacia la nación de Venezuela para que comiencen a trabajar en la Operación Rescate. Es algo que no verán en el plano físico, pero confíen en que algo estará sucediendo.
No se queden en lo superficial. Eleven cada vez más sus consciencias por todos los que no la podrán elevar porque están sumergidos en el sufrimiento y en la agonía. Vengo a aliviar esos estados que forman parte de la condición humana, de la propia deuda que debe pagar la humanidad.
No se desconcentren. Estoy haciendo algo arriesgado por los que más necesitan de Dios. Mantengan esa serenidad que les pido y estarán muy lejos de las realidades del caos.
Quisiera que todos los que Me escuchan, en sus hogares y grupos de oración, asumieran junto a su Señor una ayuda humanitaria mayor por todo ese pueblo. No solo les hablo de algo material, sino también de algo espiritual, que se ofrezcan a compartir, Conmigo, lo que pocos comparten: su silencio y oración.
Oremos.
Oración: Padre Celestial (se repite tres veces).
Todos los que se unen durante la adversidad siempre vencerán, porque en la unidad entre corazones y almas existe el amor, la confianza y la esperanza en el Creador. No teman, porque en el aparente horror, Mi Sagrado Corazón triunfará.
Hoy dedico este momento, junto a los ángeles del Señor, a Mis hijos de Venezuela, a todos aquellos que, en esa nación, aún no Me han alcanzado, no Me han sentido o no Me han podido vivir en su interior por el miedo, por la dificultad, por el sufrimiento, por la enfermedad.
Venezuela es un pueblo de esperanza. Venezuela es un pueblo de alegría. En ese pueblo existe la Nueva Humanidad. Venezuela es una nación de hermandad, porque ella es regida por la Madre del Cielo y por todos Sus coros que descienden a ayudar a las almas que sufren.
Hoy libero el sufrimiento, en representación de muchos más. Hoy libero la tristeza de los que ven, a su alrededor, todo lo que causa el dolor.
Venezuela siempre estará viva, porque Dios así lo desea. Venezuela siempre será un pueblo de igualdad, de equidad y de esperanza.
Felices serán los que creen en Mí, porque nunca perderán la paz y serán instrumentos que irradiarán al mundo el amor que el mundo tanto necesita.
Hoy quiero que cantemos por Venezuela, Siria, Turquía, Brasil, Egipto y por todos los que esperan que alguien ore por ellos, así como ellos oran por los que desconocen.
Cantemos.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Agua bendita.
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, bendigan a Venezuela y a todos los que claman al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, por la Paz. Amén.
Santifica Señor, todo lo que Tus hijos Te ofrecen y que surge de los corazones que claman por igualdad en estos tiempos.
Que los rostros de Mis hijos, cuyos nombres son colocados a los pies de Mi Altar, sonrían al universo, porque su libertad está próxima. San Miguel Arcángel dejará Su espada de liberación en Venezuela. Que así sea.
Hoy sus corazones estarán más aliviados, encontrarán en ustedes lo que tanto buscan hace tiempo.
El Señor bendiga las intenciones de los que aman la Justicia divina, suprema e infinita. Amén.
Que su pueblo sea ungido por la redención y así, encuentre la paz.
Que, en esta Cena que hoy celebro con ustedes, todos se alegren, que se viva la cura del corazón. Que Mi hoy Sangre los lave. Que hoy Mi Cuerpo los fortalezca. Que todos sientan en su interior la gran oportunidad de amar, más allá de sus vidas y de sus consciencias.
Cantemos junto a los ángeles.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Cantemos junto a los ángeles.
Nos ponemos de pie.
Hoy uniremos a los pueblos, a las culturas de todos los que buscan la paz y la esperanza en estos tiempos. Invito también, compañeros, a que todos los que Me escuchan imiten este ejemplo de hermandad.
El Amor de Dios siempre vencerá porque es un Amor que crece, que se cultiva y se regenera en todos los que creen en él.
Que la Fuente de este Amor misericordioso llegue a los seres de todo el planeta, especialmente a los que más lo necesitan.
Que este Amor traiga la esperanza, la unidad y la alegría de estar en Dios, eternamente. Amén.
Yo los bendigo, por la autoridad que Me ha concedido Mi Padre, especialmente a Venezuela, regenerando en ese pueblo la alegría y la esperanza de seguir confiando en Dios hasta el fin de los días, hasta que Yo venga al mundo por segunda vez. Que así sea.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Quiero que, mientras Me elevo, sigan cantando para que esta súplica sea colocada en el Corazón de Dios. Amén.
Mientras las almas Me viven, sus corazones se encienden en Misericordia y eso es algo verdadero, eso es algo que Yo siempre busco de todos los corazones de la Tierra.
Hoy Me muestro a ustedes en Gloria.
Así como Yo Soy en el Cielo, así Yo Soy ante Mi Padre, quien merece gloria y alabanza.
Hoy vengo de un lugar del Universo muy especial, hacia donde podrán ir, algún día, después de que se cumpla Mi Obra en esta humanidad.
Quisiera que hoy no solo contemplaran Mi Corazón, sino también que lo sintieran aquí, presente entre ustedes, comulgando con la esencia de la unidad y de la hermandad entre todos los espíritus de buena voluntad que, a través de los tiempos, se congregan para escucharme, así como una vez Me escucharon en Tierra Santa.
Por eso, Mi Padre los ha colocado aquí, en esta parte del planeta, para que volvieran a vivificar Mis Principios de instrucción y de transformación.
Hoy sí puedo extender Mi Mano sobre ustedes y posarla sobre sus cabezas, como lo ha pedido Mi Madre en Sus oraciones perpetuas.
Hoy sí puedo decir que el Amor de Dios vence y que todo lo transforma, cuando Él es reconocido de verdad, por las almas que lo claman sinceramente.
Hoy, Mi Gracia se aproxima al mundo oscuro para volver a iluminarlo en Mi Espíritu; en Mi Espíritu de Paz y de Misericordia.
Pero hoy, compañeros, no solo estoy con ustedes sino también con aquellos que abren sus corazones y sus hogares para recibirme en esta comunión espiritual, con el Corazón que los ama permanentemente, sin restricciones ni condiciones; con el Corazón que sufrió por ustedes los martirios de la Pasión y de la Cruz; y que, en el momento culminante, dijo: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.
Pero hoy no quiero que piensen quiénes fueron en ese momento, sino que Me vivan en este eterno presente, del cual Yo los hago partícipes, a cada nuevo encuentro.
Hoy, muchos de los que están aquí representan a las naciones del planeta, sus deudas y sus compromisos. Yo necesito, compañeros, que sus corazones sean Mis misioneros de la paz, como lo han sido los que Me han servido en Medio Oriente, en medio de la tribulación y del caos, confiando plenamente en los pasos de Mi Santa Madre, que se regocija en los corazones que aman Mi Corazón y Mi Misericordia.
Hoy, vengo a entregarles lo que necesita el mundo para este último tiempo, que es el Amor de Dios que debe renovar todas las cosas y que debe redimir a los corazones que aún están cerrados a Mi Llamado.
Pero Yo espero, como esperé en el Huerto Getsemaní, en la absoluta soledad del Corazón y de la Consciencia, con la asistencia suprema de los ángeles del Cielo, que consolaron Mi ofrecimiento en la Cruz y en la Pasión.
Ya no los quiero ver dormidos.
Mis Palabras son códigos de vida para todos.
Mi Amor es el bálsamo para sus espíritus, es la consolación para las almas, es la cura profunda para los que se han herido con sus propias acciones.
Pero sepan, compañeros, que aún no puedo retornar en Gloria, porque los corazones que Yo he escogido deben estar preparados para recibirme en ese momento, para poder reconocerme y abrirme las puertas de sus almas, para abrazarme fuertemente y saber quién Soy.
Quisiera que no solo Me pudieran ver, sino que Me reconocieran cuando fuera el momento, ustedes y sus hermanos del mundo, que aún duermen en el sueño de la ilusión, de la realización personal y del poder propio.
Hoy estoy aquí, en Gloria, ante los corazones que Me han dicho “sí” a la redención. Por eso, iré primero a bendecirlos con Mi Espíritu, que es el Espíritu de Dios, que ilumina a todas las formas y exalta los buenos sentimientos de las almas que se reconcilian con Dios todos los días de la vida.
Ustedes Me adoran, Me esperan y Me aman. Yo también los espero, también adoro lo verdadero que son y amo lo que en verdad existe en ustedes, que es lo más bello que Dios creó para este Universo: la Unidad.
Si sus corazones no estuvieran unidos cuando Yo ya no esté aquí, presente entre ustedes, ¿qué harán?
¿Cómo Me esperarán cuando Yo golpee la puerta de sus moradas?
¿Cómo transmitirán Mi Palabra a los que la deben escuchar en esta hora tan aguda?
No tienen por qué perturbarse, eso es cosa de Mi adversario.
Quien acongoja su corazón es porque no Me ama, o aún no sabe cómo vivirme; pero si Yo vengo en Gloria para los que Me corresponden y para los que aún deben despertar en cada parte de esta Tierra, ¿qué tienen que temer, si están en Mi Luz, si creen vivir en Mi Corazón que todo lo puede?
Cuando Yo caí con la Cruz por segunda vez, Mi Madre se acercó, viviendo Mi Dolor, porque era algo compartido bajo el Propósito de Dios, compartir el dolor del mundo y de los pecadores pervertidos.
Ella misma Me elevó, Me levantó del suelo cuando Mi Cuerpo estaba muy cansado; porque era el cansancio de Dios sufriendo en Mi Cuerpo por las almas ingratas, por los pecados del mundo; pero era el amor lo que Me hacía fuerte, no era Mi Voluntad; porque Mi Voluntad estaba en Mi Padre.
Mi Padre estaba en Mi, haciendo Su Voluntad. Es eso lo que ustedes deben vivir, así como Yo lo viví, cada uno en su proporción y en su grado.
En ese momento, en la segunda caída, pensé que iba a morir en el camino del calvario. Y la mirada de Mi Madre fue lo que Me salvó; una mirada de amor, de consolación y de amparo. Allí fue cuando el Arcángel Miguel Me dio fuerzas para erguirme y continuar, y dije en aquel tiempo: Madre, Yo renuevo todas las cosas, porque es Mi Padre el que las renueva en Mí y en Ti.
Deben dejarse renovar por Mi Corazón, que está en oferta para los que quieran recibirlo; porque no habrá para dónde seguir, compañeros, cuando el caos se manifieste; no habrá refugio, casa o persona que los ayude. Mi Corazón es su salvación y su fe eterna.
Así, Yo podré ayudar a Mis hijos cuando esté en sus corazones todo el tiempo, y no solo por algunos momentos.
Necesito que Mi Existencia se expanda en ustedes por más tiempo. Ustedes, compañeros, son depositarios de una gracia inexplicable, de una oportunidad incalculable delante de la deuda del planeta y de la humanidad; por eso, Yo insisto con ustedes hasta alcanzar lo que quiero.
En perpetua Adoración deberemos estar para los tiempos difíciles. Fue así como Yo se lo pedí a Faustina en el Santísimo Cuerpo de Cristo.
En el Sagrario está la Fuerza renovadora para todos los que la busquen.
Los bendeciré e iré con ustedes. Peregrinen a Mi Corazón, y no se cansen de hacerlo; así entenderán muchas cosas en el próximo tiempo.
Ahora, Yo he venido aquí para que todos se sientan purificados, pues Mi Luz se expande como moléculas en todos aquellos que abren sus corazones para recibirla, en gratitud y amor.
Recuesten, en silencio, sus cabezas sobre Mi Pecho, y sientan Mi Corazón Glorificado que consuela y sana todas las heridas, sin importar cual sea, porque para el Hijo de Dios no hay nada imposible.
Si su fe es fuerte, Mi Amor será fuerte en ustedes y se sentirá en los corazones que se aproximen para reconocerme en Mis hermanos.
Esta agua hoy los bendecirá a todos, como símbolo de la renovación de su primer bautismo; y aquellos que no fueron bautizados como Yo, en el río Jordán, recibirán esta primera bendición que los preparará para su primer bautismo, en donde todo mal se disipará, y la Luz de Mi Gloria se establecerá sobre las almas que se regocijarán en Mi Espíritu.
Oremos como el Padre lo enseñó a través de Su Hijo, para que, en Gloria, el Espíritu Santo descienda y santifique esta agua que es la primera señal de la Creación de Dios en este planeta y en todo el Universo, el agua que sacia la sed de las almas.
Alabado sea Dios, glorioso Su Reino. Aleluya, Aleluya, Amén.
Con esta bendición, compañeros, que los Dones de Mi Padre se puedan manifestar en ustedes, a través de la vivencia de los Sacramentos y de la renovación de sus votos con el Proyecto Altísimo de Dios.
Que sus almas se alegren y que nunca dejen de hacerlo, viviendo todos los sacrificios por la humanidad y el planeta, para la redención final del mal.
Mi Corazón hoy triunfó nuevamente en el mundo por su respuesta.
Que Mi Paz se establezca en aquellos que no la tienen.
Que Mi Fe se propague como el aroma sutil del Universo.
Que Mi Amor se expanda como la brisa del viento y que todos sientan la esperanza de vivir en Dios, para siempre.
Yo los bendigo a ustedes y a los que más lo necesitan en este mundo, como lo hice en el Monte de las Bienaventuranzas, elevando Mi Mano derecha hacia Mi Padre, colocando Mi Mano izquierda sobre Mi Corazón, que es el Corazón de Dios, abriendo los Cielos, he invocado al Espíritu Santo.
Así, Yo los bendigo en el nombre Santo de Mi Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
He venido a la orilla, para llamarlos, como a los apóstoles.
Ayer escuché esa canción y quisiera que hoy la hicieran en gratitud a Mi Padre.
Pueden ir en paz.
¿A qué le temen? Cuando Yo estoy presente la Luz reina y la oscuridad se disipa de los espacios más profundos de todos los seres.
¿Por qué temen? ¿Acaso el Poder que Dios Me ha dado no es más fuerte que mil ejércitos?
El Poder que viene de Dios es invencible pero no puede ser tentado por nadie.
El ángel caído aún no ha salido de su abismo porque todavía falta que Yo retorne para entregarles Mi Victoria y Mi Paz.
Yo los llevo a todos por un largo desierto y algunos temen morir en el camino por tanta sed.
Yo Soy ese gran Espejo de Agua, Soy ese Oasis que está en la mitad de sus caminos para salvarlos y darles de beber de la última Agua de Vida que todo salva, que todo redime y que todo sana.
Aún están a las puertas de ese gran desierto que Yo los invito a cruzar a través de las experiencias y de las pruebas. ¿Acaso no confían que Yo pueda estar allí para ayudarlos?
Hoy estén postrados como Yo una vez lo hice en el Getsemaní.
La soledad forma parte de la prueba de todos los iniciados. Si Yo, que Soy vuestra Vida, lo padecí, ustedes también, pero no en el mismo grado como Yo lo sufrí por ustedes y por todo el mundo, hasta los tiempos de hoy.
No hay hacia donde puedan escapar, compañeros. El Armagedón es la puerta de entrada al Apocalipsis, que muchos creen que aún no ha llegado pero que se desenvuelve de una forma arrasadora en esta humanidad.
Yo Soy ese Sagrado Corazón que los consuela, que los conmueve, que los une con el Padre Celestial.
Las espinas de Mi Corazón son la muestra de la gravedad del mundo y de todos sus moradores.
El yugo es fuerte en estos tiempos pero no hay qué temer, trabajen por Mi Padre y junto a Mí, para servirme en el nombre del Amor, del Amor Infinito.
Hoy se desata en el mundo la gran y primera batalla espiritual, que no está en la visión, ni al alcance de todos.
Por eso he venido en esta noche para confortarlos, para darles a beber de Mi Agua, que no los hará morir sino renacer en espíritu, en unión Conmigo.
Son tiempos difíciles y se volverán cada vez más difíciles, pero necesito que se aferren a Mi Corazón para que puedan estar en el Corazón de Mi Padre.
También sufro por tantas crueldades, por tantos desánimos, por tantos pecados; pero Yo morí por ustedes en la Cruz y Me fue concedida la Misericordia de Dios.
El mismo Dios se hizo clavar en la Cruz por ustedes para que no se perdieran. Pero esta experiencia parece no ser suficiente para esta humanidad de hoy, que en la consciencia profunda cree que el Maestro fracasó.
La victoria está en la fuerza del Amor verdadero e invencible que proviene de la Fuente de Mi Padre y que regenera todas las cosas, las cosas más perdidas.
Si sus caminos alguna vez se desvían de los Míos, sepan que pueden retornar.
¡Cuánto amor tengo para dar a las almas y pocos lo aprovechan!
¡Cuánto tiempo tengo Mis Brazos abiertos y extendidos hacia ustedes para acogerlos y pocos Me abrazan!
¡Cuánta paz puedo entregarles y pocos la buscan!
Les di los Sacramentos, las señales de la salvación para que pudieran vivirlos una y otra vez; porque el cuerpo puede morir pero el alma vive en la eternidad.
Es a sus almas que no deben fallar, es a sus espíritus que no deben lastimar por sus acciones, por sus dudas, por su poca fe.
Yo sé que muchos no se animan a cruzar este desierto tan extenso y duro.
Quien confía en Mi Misericordia se salvará y no estará perdido.
Hoy vengo como el Jesús de la Divina Justicia para el mundo.
Mis Manos siguen llagadas por las faltas del mundo, por la soberbia, por la arrogancia, por la falta de penitencia. Pero Yo les doy la fuerza para reconstruirlos, para sanarlos, para renovarlos una y otra vez.
Estoy a las puertas de ese desierto para acompañarlos, pues muchas almas no sabrán cómo caminarlo porque no tienen la guía interior. Pero Yo Soy ese sendero que los llevará al Padre, a la casa del Padre Celestial en donde no existe el miedo, no existe la oscuridad, solo reina el Amor.
Me ofrecí al mundo para que llegaran a Mi Padre, para que ascendieran hacia lo más alto. Muchas veces sus cuerpos no lo quieren, pero no se amedrenten, todavía el universo es dual y la experiencia es viva para todos.
Pero si existe el amor entre los Míos, nada pasará, porque donde está el amor verdadero y no orgulloso Yo estoy presente. Tal vez no Me podrán ver ni sentir en los momentos más cruciales, pero cuando la batalla esté en pleno auge, Yo estaré presente para apoyarlos.
Viví por ustedes la primera guerra de la Redención a través de la Pasión y de la Cruz. Yo les enseñé cómo hacerlo en el silencio, en la entrega y en la confianza en Dios, pero muchos no quieren hacerlo porque temen fracasar.
La no resistencia será su cordial hermana, la que los fortalecerá para vivir las pruebas, así como están escritas. Si no se purifican no pueden llegar al Reino de Dios.
Adán y Eva salieron de este proyecto durante el Génesis y desde ese momento, el pecado original se cultivó en el corazón de los hombres y de las mujeres de la Tierra.
Llegaron los Patriarcas para enderezar los caminos de la humanidad.
Llegaron los Profetas para anunciar la salvación del mundo a través de Cristo.
Llegó María, vuestra Madre, para acompañarlos en el amor y en la fe; si esa mujer tan simple decidió vivir los poderes del Cielo, abrazándolos con fervor y devoción, aceptando la Voluntad del Padre, ¿por qué ustedes no lo hacen?
Todo lo que se muestra en sus caminos es parte de una experiencia.
La santidad es la meta de los nuevos cristos, de los nuevos corderos que irán a diferentes mataderos; pero nadie irá al matadero así como Yo fui, por cada una de las esencias a las que les faltaba la paz y la reconciliación.
Mi Sangre fue vertida sobre el mundo y pocos la adoraron; es la Sangre de Dios hecha carne que se entregó por la Redención.
La luz de los misterios es para todos sin excepción; los misterios de la Sangre vertida, los misterios de la Cruz, de la Pasión, de la Agonía y de la Resurrección, fueron y son para que el mundo pudiera dar sus pasos hacia el Señor.
Mientras les hablo contemplo el mundo que agoniza y otros festejan su propia realización. ¿Qué es más valioso: Que una humanidad se salve, o que una nación se desarrolle por sus pobres poderes? Las armas fueron creadas para instigar a los corazones, para crear el miedo y la persecución.
Si están unidos a Mí podrán morir, pero sus espíritus siempre resucitarán. La victoria se encuentra en el Amor, en la Unidad que es encomendada por Mi Padre a todo el Universo.
Mientras les hablo camino en el desierto junto a ustedes, así como lo hice con los doce para mostrarles dónde se encontraba la verdad.
Que sus corazones se pacifiquen, se calmen, que sean mansos y amorosos. Sus semejantes podrán fallar, pero su amor no podrá desaparecer.
¿Cómo estaré Yo presente en ustedes si no está la Fuerza del Amor que todo lo mueve y que todo lo recrea para que las almas crezcan en el Amor de Dios?
Hoy consuelo a los que han caído, los que no consiguen levantarse del suelo por sus propias experiencias.
Hoy los bautizo así como Juan Me bautizó en el Jordán y les confío la alegría de vivir esta experiencia que muchos no comprenden porque es desconocida.
No pierdan la esperanza, que su fe no sucumba, pues hoy el Rey de Dios, el Hijo del Hombre, el Siervo del Altísimo pisa con Sus Pies lo que causa el dolor y la amargura en los corazones, liberándolos de los pecados, de las tentaciones, de los desvíos.
Les entrego Mi Fe que es lo que puedo legarles. No dejen de buscarme, pues muchos corazones Me necesitan a través de Mis verdaderos discípulos.
Hoy traigo la serenidad y la calma, pues las batallas no terminarán, y cada vez muchas más almas deberán sumarse para que ese Ejército de Luz nunca decaiga.
Vuestra Madre corre al desierto para refugiarse, así como lo dijo Juan; ustedes también deberán hacerlo antes de que llegue el mal tiempo. Muchos se sorprenderán por no haberse preparado.
Los Sacramentos serán las llaves para entrar en ese refugio, así como la oración y la vigilia.
No deben perseguirse, no deben amedrentarse, sino estar al servicio de lo que Dios necesita para la humanidad. Pues en este Libro que hoy llevo entre Mis Manos, son pocos lo que se han comprometido, aunque podrían ser muchos más, si todos caminaran en la fe.
Yo los amo, los bendigo y los bautizo en la indulgencia concedida por Mi Divina Misericordia.
Adoren al Señor, adoren a Adonai.
Padre, que confiaste a Tu Hijo el misterio del sacrificio por el mundo, ayúdalos Señor para que se vuelvan a erguir en Tu Nombre Santo.
Así como enviaste al Huerto Getsemaní a centenas de ángeles para que Me auxiliaran, así Señor levántalos del suelo cuando caigan.
La carne es débil pero el alma es fuerte, creada a Tu semejanza, creada en el nombre de Tu Amor.
Adonai, nutre los espíritus, eleva a las almas a Tu Reino, a Tu Vida, a Tu Corazón. Disuelve el dolor del mundo, reconstruye Tu Proyecto por aquellos que te escuchan a través de Tu Hijo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Cristo Jesús Glorificado
Mi silencio transmite muchas cosas. Dichosos de aquellos que comulgan Conmigo, pues nunca se arrepentirán. Serán los testigos para los tiempos que llegarán. Así Dios lo ha determinado.
Hoy les traigo a todos, Mi Consciencia agonizante del Getsemaní, pues Yo allí viví muchas cosas por todos y nunca Me arrepentí de vivir todo lo que el Padre Me entregó. Todo eso ha permitido, compañeros, que a través de la agonía en el Getsemaní, hoy todos ustedes estén aquí. Y muchas almas también que no están en este plano con ustedes, mas sí atentas a la voz de Mi llamado que las congrega y las une en este tiempo de redención.
Hoy estoy acompañado por Thiago y por Juan, guardianes de vuestra obra, que siguen silenciosamente vuestros pasos. Hoy se los entrego como guardianes de esta Obra magnífica que es construida por las propias manos del Creador, a través de la intercesión de los Sagrados Corazones.
Sientan al huerto Getsemaní como un momento de sacrificio. Allí el Hijo de Dios comenzó a superar la muerte. Y a través de la redención de todo lo impuro y pecaminoso, alcanzó el camino de la Resurrección.
En el huerto Getsemaní, Mi silencio dejó grabado el Propósito de Dios para el mundo. Ese fue el gran momento, compañeros, en el que la primera espada de la traición y de la negación del mundo traspasó el Espíritu de Mi Corazón. Allí Yo viví la primera señal por todos ustedes, por todas las generaciones que vendrían después de Mí.
Y así, a través de Mi sacrificio y de beber de ese Cáliz espiritual, muchos discípulos Míos despertaron a lo largo de los tiempos. Y hoy los vuelvo a unir en la esencia del Corazón, en el propósito del Amor y de la Verdad, que es construido por el esfuerzo de todos, de aquellos que Yo llamo perseverantes, que siguen Mis caminos liberando sus riendas, caminando firmemente por el lugar que Yo les indico, que es el monte de la cristificación.
Muchos tendrán memoria de que Yo haya estado en estos años aquí, pues a través de la palabra, de la evangelización interior, del ejemplo y de la vida es que son redimidos, y podrán profesar que Yo estuve aquí. Primero en Espíritu, para poder después entregarles Mi Esencia y así prepararlos para el fin de los tiempos.
¡Ay de aquellos que ya no están Conmigo! Mi Corazón silencioso los contempla y los ejércitos angelicales rezan por todos ellos, para que alguna vez resuciten en espíritu de la vida muerta que llevan.
Cuando estoy aquí, todo el Universo se congrega. Dichosos de aquellos que participan de las Leyes Mayores, aunque no las entiendan, a través de Mi Presencia y de vuestra absoluta creencia de que Yo estoy aquí, en Espíritu divino y glorificado, todo se puede cumplir en los espíritus que se abren para acoger Mi llamado, con reverencia y amor, con simplicidad y humildad; algo que Yo necesito que ustedes puedan aprender a vivir aunque no lo sepan. Vivan Mis palabras y así lo alcanzarán.
Hoy representan ante Mis Tronos la Cena Sagrada. ¿Qué significará esto para vuestras vidas y familias y, principalmente, para aquellos que niegan al Hijo de Dios? Aunque muchos se hacen los sordos y no escuchan al Mensajero Celestial.
Esta oferta que ustedes hoy Me hacen aquí, la cual han dedicado con amor, devoción y contemplación a Mi Corazón misericordioso, Mi Espíritu lo recibe con inmensa gratitud y verdad; porque a través de las cosas simples, pero verdaderas, se manifiesta la Luz del Creador, la que conjuga Su Voluntad.
Por un año más, pero como en otros tiempos, vengo a celebrar la Última Cena. Dichosos aquellos que se postran a Mis Pies para recibir Mi ministerio.
"Sagrado Padre...".
No es para repetir. Escuchen y sientan, pues es eso lo que necesito. Estoy pasando aquí por última vez en este tiempo final, antes de que todo se desate como mil caballos sin riendas.
"Sagrado Padre, que concibes la vida y el espíritu en todas las almas, recibe este sacrificio de Tus hijos que es instituido por el pan y el vino, precioso ministerio que Tú has legado a la humanidad, a través del Sagrado Corazón de Tu Hijo, recordando el precioso ministerio de la Última Cena, en donde muchas luces internas se encendieron y almas caídas se elevaron a los Tronos del Cielo para glorificarte y honrarte".
"Recibe Padre Amado, este ofertorio que es la emanación profunda de los corazones buenos. Así, establece Adonai, nuevamente Tu Espíritu Sagrado sobre la humanidad".
"Te imploro Padre Sagrado, que cierres las puertas del mal. Por eso en esta tarde Yo te dono, Mi Sangre, Mi Cuerpo y Mi Divinidad para que muchas almas más sean liberadas de la constante persecución y engaño en el cual viven".
"Así Yo podré instituir, por medio de Tu Espíritu Sagrado, el principio y el fin de Tu Reino Celestial, en donde los ángeles y arcángeles congregarán las buenas nuevas, los dones profundos de Tu Espíritu, que se manifestarán en la vida de todos los seres".
"Y así se concretará, Padre Amado, el Proyecto que Tú has escrito desde el principio".
"Escucha la Voz de Tu Siervo fiel, de la encarnación profunda de Tu Amor manifestado, de la Sabiduría Suprema en esta vida material".
"Recibe en Tu Reino la donación de todas las estrellas y vislumbra, Señor Amado, en los horizontes de todos los planetas, las esferas brillantes de la redención, que fueron colocadas por los ángeles del Cielo desde el momento de Mi glorificación".
"Padre Amado, recibe Tu Divinidad, que es la Divinidad de Tu Hijo. Recibe Tu Amor, que es el Amor de Tu Hijo manifestado. Recibe todos los dones y caridades, que son donados por las almas buenas".
"Recógete Adonai en los corazones simples, para que pueda volver a despertar Tu Sagrado Reino en toda la humanidad, mas en aquellos que necesitan el soplo de Tu Espíritu para volver a resucitar”.
Que así sea. Amén.
Celebramos en esta tarde la Misericordia de Dios. Y en este segundo día les entrego la segunda llave, la cual deposité en vuestras consciencias a través de Mis sagradas Palabras, colmadas del Amor del Creador y llenas profundamente de la humildad del Universo.
Recíbanla con gratitud, y agradezcan a Dios por este encuentro que quedará marcado en vuestras memorias.
Esto los ayudará a transitar vuestra purificación cuando ella llegue a golpear vuestras puertas. Pero no deberán temer. Aquel que confía en Mi Misericordia, prevalecerá, mas será más fuerte cuando se una a su hermano y en la unidad profunda del Espíritu comparta la transformación como un sacrificio y entrega a Dios.
Celebremos, amados compañeros, la institución para el mundo, de Mi sagrado Cuerpo y de Mi preciosa Sangre.
Renueven vuestros votos y confírmense delante de los Tronos de Luz, pues en esta tarde sagrada, los ángeles están escribiendo la nueva historia en algunas almas.
Clamemos por Adonai, pues Él está presente a través de Mi Espíritu.
Preparen los Sacramentos. Preparen el vino para la consagración.
De este fruto nacen los nuevos seres sobre la Tierra. Dichosos de aquellos que comulgan en reverencia y amor, porque siempre recibirán la mayor parte del Reino de Mi Padre.
Vamos a rezar, a pedido de nuestro Señor la oración del Ángel de Portugal:
Santísima Trinidad
Padre, Hijo y Espíritu Santo
os adoro profundamente y os ofrezco
el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad
de Jesucristo, presente en todos los sagrarios de la Tierra.
Y en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias
con que Él es ofendido
y por los méritos infinitos de Su Santísimo Corazón
y del Inmaculado Corazón de María
os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén.
Escuchamos tres campanadas.
Este es el fruto del trabajo de muy pocos, para que la mayoría se pueda servir de él.
Benditos aquellos que beben de Mi Sangre, para que puedan ser transfigurados por la Luz de Mi Corazón.
Santísima Trinidad
Padre, Hijo y Espíritu Santo
os adoro profundamente y os ofrezco
el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad
de Jesucristo, presente en todos los sagrarios de la Tierra.
Y en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias
con que Él es ofendido
y por los méritos infinitos de Su Santísimo Corazón
y del Inmaculado Corazón de María
os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén.
Y así, ustedes también consagrados por Mi Espíritu, deberán dar el ejemplo de lo que recibieron, porque muchos por detrás de ustedes esperan por esta sagrada oportunidad.
Vuestra confirmación y decisión permitirá que los que están por detrás de ustedes reciban esta Gracia.
Vayan en paz, Mis soldados, afirmando vuestros apóstoles internos.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Tres campanadas.
Cantemos "Adonai, Espíritu Santo" para despedir a Cristo.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más