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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Hoy, en Mi sagrado peregrinar visité algunos lugares en el mundo que necesitan de la intervención divina. Y esto, una vez más ha sido posible, queridos hijos, por la oración de todos ustedes y de los que Me escuchan en este momento; de todos los corazones que se unen al fuego del Amor de Mi Corazón y que, en esta hora tan preocupante del planeta, las almas le suplican a Dios para que Él derrame Su Gracia y Su Misericordia, Su Paz y toda Su Redención.
Hoy, vengo aquí para contarles esto, porque una vez más les vuelvo a decir, hijos Míos, que la oración del corazón será lo que convertirá y salvará al mundo, evitará las guerras y los desastres. La oración evitará las epidemias, los conflictos y los desplazamientos de los seres humanos. La oración del corazón siempre equilibrará el eje de la Tierra y les proporcionará, a todos Mis hijos, el estado de Gracia que todos necesitan en esta hora para aprender a atravesar el fin de estos tiempos.
Hoy, vengo a hablarles nuevamente de la importancia de la oración del corazón para que puedan sentirla en lo más profundo de la esencia, para que cada nueva oración sea una oportunidad de comunicarse con Dios y abrirle las puertas de los Cielos a toda la humanidad, y así cerrar las puertas inciertas que existen en muchos lugares del mundo.
Como su Madre, como la Madre Celestial, nunca, pero nunca, Me cansaré de repetirles esto; porque ustedes, con sus propios ojos, verán lo que les digo y podrán percibir, hijos Míos, la diferencia entre un alma que ora y un alma que no ora. Y este ejercicio es algo más que religioso o espiritual.
El propio Padre Eterno fue el primero que oró en este universo a través de Su Verbo, y Su Verbo se hizo carne a través de Cristo. Si observan esta frase que les digo, ustedes comprenderán el poder de la oración, un poder de concreción y de manifestación suprema.
En los planos internos es donde todos pueden estar unidos a través de la oración, a pesar de las distancias, de los acontecimientos o de las situaciones. A cada día que pase, los eventos de este mundo los llevarán a vivir la oración del corazón con más contundencia y responsabilidad.
Hoy, ante todo lo que sucede en la humanidad, Yo les pregunto, con todo el Amor Materno de Mi Corazón: ¿cómo está su participación en las oraciones de todos los días, en las oraciones que la Jerarquía Divina les ha pedido en todos los días de la semana, por todas las causas del mundo, por todas las situaciones que se presentan y se precipitan cada día más?
En verdad, les digo, Mis amados hijos, que a Dios no le importa si están trabajando o están en otra situación; su pensamiento y sobre todo su corazón pueden estar en oración, a veces más allá de pronunciar palabras.
Es en este ciclo que sus consciencias deben estar en un estado orante permanente; así como muchos más deberían estar delante del Santísimo Cuerpo Eucarístico de Mi Hijo. Sin estos dos ejercicios, Mis amados hijos, disculpen que les diga esto, no conseguirán sobrevivir, porque las energías de este mundo no solo comprometen a las naciones y a los pueblos, sino también colocan a las almas en grandes abismos, desconocidos e impenetrables para la propia Jerarquía Divina.
No les digo que no pasarán pruebas o sufrimientos. No les digo que no vivirán desiertos o desafíos, porque mientras estén en este mundo deberán aprender a trascenderse y a superarse todos los días.
Nuestros Sagrados Corazones necesitan hacer énfasis en esto para que lo entiendan y lo acepten, porque en la hora en que todo verdaderamente suceda, ¿ustedes serán parte del caos de la humanidad o serán pacificadores, siervos de la Luz Divina del Padre que, por medio del verbo de la oración y de la adoración al Santísimo Sacramento del Altar, aprenderán con paciencia y mucha determinación a aplacar la injusticia de este mundo?
Hoy, quiero entregarle a cada uno de Mis hijos un poco más de Mi escuela de oración, para que todos los corazones posibles puedan estar más unidos a Nosotros en esta emergencia del final de los tiempos; en el que, a través de un gran esfuerzo interior, tendrán que aprender a superar la impunidad de este mundo y la falta de la paz.
Pero Mi Presencia en esta noche les trae la Paz de los Cielos. Mi Presencia, como un Instrumento del Padre, se ofrece a traerles a Mis hijos una mayor consciencia, que necesitan en este tiempo para que sus corazones no se confundan ni tampoco se engañen; para que, a través de la oración del corazón, algo profundamente simple pero verdadero, ustedes ayuden a las almas a superar el fin de los tiempos, porque no todas las almas lo conseguirán.
Pero si existiera al menos una consciencia, o muchas más consciencias, en la superficie de este planeta, implorando, orando e invocando a Dios, adorando y amando al Santísimo Sacramento del Altar, les aseguro, Mis amados hijos, que las almas que no consigan superar el fin de los tiempos tendrán una amnistía espiritual y serán reconsideradas por el Plan de Rescate, tan solo por las almas que oran y adoran.
Esa base espiritual en sus vidas, una base espiritual que cada día que pasa debe profundizarse, ampliarse y no quedarse solamente en el ejercicio espiritual, es lo que ustedes necesitan para aprender a identificar las señales del fin de los tiempos, aquellas señales que llegarán del universo al planeta para anunciar el Retorno de Mi Hijo; un Retorno que será sin precedentes, un Retorno nunca antes visto ni conocido por ningún ser de este planeta.
¿Ahora comprenden la importancia de estar en nuestra misma vibración y de hacer el esfuerzo correcto y sincero para no salir de nuestra dimensión a pesar del caos del mundo y de la indiferencia, a pesar de la falta del amor y de la paz en la humanidad, a pesar de la venganza que se ve en el mundo y dentro de las familias, algo que hiere mucho al Corazón de Dios?
¿Cuántos motivos más tendríamos para orar, no solo para fortalecer el Propósito de este país, no solo para ayudar al alma de esta nación y a su ángel, sino también para orar conscientemente por todas las necesidades del mundo? Porque todas las necesidades son importantes a los Ojos de Dios y, así, Dios espera que Sus amados Hijos también las consideren importantes a todas.
En esta noche de gran inflexión planetaria, Mi Inmaculado Corazón pudo interceder y salvar a muchas almas de infiernos oscuros de este mundo, porque las oraciones fueron ofrecidas y los corazones fueron expuestos en ofrecimiento ante Dios. Sin esto nada sería posible.
Por eso, les recuerdo, una vez más, la oración mediadora, el poder de la oración intercesora, porque en el fin de los tiempos verán cosas increíbles que les darán espanto; pero no teman, porque al alma que ora nunca le faltará la Luz de Dios y, sobretodo, nunca le faltará el Amor del Padre, que a través de Su Divino Espíritu los guiará para que, en este tiempo final, aprendan a tomar decisiones correctas.
Mis queridos hijos, Yo les doy toda esta explicación, porque hoy se consagrarán nuevos Hijos de María, pero también todo esto ayuda a los que ya son Mis Hijos consagrados. Y no es solo recibir el Manto de la Madre de Dios sobre sus cuerpos, significa vivir en este tiempo un compromiso real y verdadero que no se debilite ni tampoco sea pasajero.
Ahora, no solo deben ser Mis hijos, también deben ser Mis guerreros de la oración y los comediadores de la Madre de Dios, que tengan muy presente todo lo que sucede en el mundo y cuán urgente es que el Cielo pueda interceder, porque así mantendremos al planeta y, sobre todo, a la humanidad en su lugar.
Toda guerra que es ocasionada en las familias o en las naciones, entre los pueblos o aun en la sociedad, nunca, pero nunca, perdurará si las almas oran de verdad por las guerras del mundo y las guerras en las familias. Les aseguro que desarmarán, de la noche a la mañana, los planes de Mi enemigo. Porque en este tiempo, y más que nunca, la Señora de las Siete Espadas debe trabajar ampliamente por la humanidad, para que los principales Siete Atributos de Dios, a través de Mis Espadas, extirpen la impunidad, la indiferencia, la cultura del descarte, la maldad de los corazones, el odio, la venganza y la masacre de esta humanidad.
¿Ahora comprenden la necesidad de la oración perpetua, así como su Madre Celeste ora perpetuamente?
Por eso, el compromiso en este ciclo, de nuevos Hijos de María, deberá ser renovado a través de todo lo que hoy les dije.
Todos son bien recibidos en el Templo Sagrado de Mi Inmaculado Corazón. Siempre esperaré que Mis hijos se ofrezcan para consagrarse a Mi Corazón y, así, se puedan consagrar a Dios; y Él, a través de Su Esclava y Sierva, les entregue Sus Gracias y Sus Misericordias.
Antes de retirarme de Sudamérica y acompañar a Mi Hijo en la tarea más importante de Su existencia, en este tiempo final en Medio Oriente, consagraré a los corazones que hoy se ofrecen ante Dios para aprender a vivir en este tiempo la escuela de la oración del corazón, para que cada una de sus vidas sea una llama incandescente del Padre Eterno, para iluminar estos tiempos de oscuridad y de tribulación.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Los que se consagrarán pueden acercarse a los pies de este Altar y, escuchando el Himno de Consagración de los Hijos de María, nos prepararemos para este momento de consagración y para escuchar de la Madre de Dios, Sus Sagradas Palabras de bendición, de amparo y de amor para Sus hijos.
La Madre Divina pide que traigan aquí el aceite para bendecir, porque ungiremos a los que hoy se consagrarán. Y vamos a pedir, en este momento, que un sacerdote se prepare para esa Unción.
En esta noche, en la que el mundo agoniza por no ver la Luz de Dios, recibo con gratitud y amor el ofrecimiento de su consagración. Almas tan diferentes, pero que, a partir de este momento, pueden estar unidas en un mismo propósito, el propósito de descubrir cuál es la razón por la cual están aquí en este mundo; el sagrado propósito de servir a Dios con gratitud, reverencia y devoción, bajo la luz poderosa de la oración de los Hijos de María.
Por eso, pedí este aceite para bendecir, a pedido de Mi Hijo, Jesucristo, el cual marcará la señal en sus frentes de la unión con la poderosa Cruz del Redentor, que alivia las deudas espirituales, aplaca los sufrimientos, conforta a los corazones, cura a los espíritus, libera las amarras, enciende los corazones en la Esperanza de Dios, trayéndoles la Paz, la Luz y la Misericordia.
Por eso, no solo consagro este aceite que los ungirá con la señal luminosa de la Cruz del Redentor, sino también los consagro como Mis hijos, Hijos de María.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Podemos cantar el Himno de la Consagración.
Vamos a prepararnos para la Unción.
¡Gracias, Madre Divina, por cuánto nos das!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
¡Oh, Mis amados hijos!, congrego a todos en Mi Corazón, Templo seguro para su redención, Camino seguro para su conversión, para el alivio de todo el sufrimiento.
Hoy, estoy aquí en regocijo y alegría. Soy su Madre, la que alivia el sufrimiento y los lleva a la paz. Esperé tanto tiempo para volver aquí, para contemplar con Mis propios Ojos y sentir con Mi propio Corazón las bases ardientes de la Obra de Dios, expandidas y multiplicadas en las consciencias.
Por eso, estoy aquí, para confirmar este Sagrado Proyecto de la esperada Casa de San Lázaro, en honor a aquel que fue resucitado por Mi Hijo. A través de esa Casa de cura, acogimiento y sanación, las almas reencontrarán el perdón y la reconciliación.
Como Yo les He dicho hace algunos días, también vengo a bendecir el Proyecto Fraterno Servir.
El mundo necesita conocer que hay un lugar en este planeta, en donde la Obra de Dios se refleja y se manifiesta con el esfuerzo, el esmero y el sacrificio de corazones valientes, con aquellos que confían en la Madre Divina y siguen Sus pasos hacia lo desconocido y lo infinito, aunque muchas veces no comprendan lo que esto significa.
Yo les vengo a anunciar con alegría que su fe los trajo hasta aquí, hasta este momento, en el que el mundo necesita la Ley de la Cura para poder reencontrar la Ley de la Paz y así, poder encontrar el camino del amor y del perdón.
Quiero que la Madre del Alivio del Sufrimiento tenga Su lugar en la Sagrada Casa de San Lázaro, porque allí Yo reuniré a las almas y a los corazones que más necesitan cura. Más allá de los cuidados o del acogimiento, lo más importante, Mis queridos hijos, es que cada gesto y cada acto que realicen, por más pequeño que sean, sean hechos con amor. Esto curará la vida de muchas personas, aliviará el sufrimiento de muchos corazones y les concederá la paz a todos.
Esta es la tarea más importante de Brasil en este tiempo, porque la Sagrada Casa de San Lázaro no es solo para los que lo necesiten, sino también es para toda esta Obra acogida por Mi Corazón Inmaculado.
El tiempo pasará, hijos Míos, y sus almas necesitarán ese lugar para vivir la cura profunda, en el último día de sus vidas; para que ese pasaje no sea un pasaje de miedo o de sufrimiento, sino un camino de trascendencia y de ascensión de sus almas y espíritus hacia la unión perfecta con la Fuente de la Luz, en donde sus experiencias internas serán volcadas para recrear esta Creación y confirmarle al Padre Eterno que es posible este Proyecto de Redención de la humanidad.
La Casa de San Lázaro estará abierta al mundo entero.
Ustedes saben, hijos Míos, que el planeta está enfermo y que la humanidad está enferma en todos los sentidos, por eso, la importancia de esta Sagrada Casa. Que no sea solo un espacio de recibimiento y de atención, sino también un lugar predilecto de Mi Corazón, en donde el amor pueda reinar y expresarse.
También vengo aquí para bendecir el Proyecto Fraterno Servir, una obra silenciosa que comenzó durante esta última pandemia, imperceptible para muchos corazones, pero misericordiosa y bondadosa para muchísimas almas.
Hoy, le entrego este pilar del Proyecto Fraterno Servir a cada uno de ustedes. Por eso, He venido aquí como su Madre del Alivio del Sufrimiento, para que alivien las vidas de muchas personas, para que más corazones conozcan que es posible reencontrar la paz y el amor a través del corazón de este Sagrado Núcleo-Luz.
Que palpite en sus vidas el ánimo de servir, de donarse por el otro, de colocar al otro primero en todos los momentos; porque lo que debe triunfar, hijos Míos, es el Amor de Mi Hijo en los corazones, así como Su Amor ha triunfado a través de estos tiempos en sus corazones; aunque caigan o se detengan, aunque tengan miedo al fracaso o a lo desconocido.
Hoy, Yo vengo aquí, Mis amados hijos, a extender Mi Manto de Cura del alivio del sufrimiento y a decirles que estoy presente en cada uno de sus pasos. Por eso, nunca se olviden de Mi Corazón, del Sacrificado Corazón de María, que sigue siendo traspasado por las injurias y los pecados del mundo; del Corazón que siempre dará la vida por ustedes, que siempre los escuchará y los recibirá, que siempre les concederá la paz y la esperanza para seguir adelante, en estos tiempos de caos; porque todos, absolutamente todos, necesitan del alivio del sufrimiento.
Por eso, derramo hoy, en nombre de Mi Hijo, el Principio de la Compasión, Ley predilecta de Cristo que ustedes deben aspirar a vivir todos los días, comenzando con sus seres queridos y amados, con todos los que encuentren en sus caminos. Porque no será el desafío el que los llevará a la paz ni tampoco el enfrentamiento entre hermanos y hermanas; lo que los llevará a la paz es la Compasión de Cristo, que brota como una Llama Incandescente de Su Corazón Misericordioso para el mundo entero, para todas las almas que lo busquen y lo necesiten.
Respondiendo al pedido de Cristo, también vengo aquí para consagrar a nuevos Hijos de María, este nuevo grupo de oración, que hoy fundaré y bendeciré, que tendrá la sagrada tarea de orar por la Casa de San Lázaro, para que los pilares del amor, de la compasión y de la caridad sean los primeros que se funden como base de esta Sagrada Casa, para que el alma de esta Sagrada Casa, que será construida y manifestada, sea amparada por el Sagrado Ángel de la Compasión de Dios y las almas reciban de la Fuente Suprema todas las Gracias que necesitan a través de las manos y, sobre todo, de los corazones que se ofrecerán para servir en ese lugar.
Por eso, les digo, Mis amados hijos, que ya levita en el plano espiritual sobre este espacio la Sagrada Casa de San Lázaro. Contémplenla, reconózcanla, acéptenla, háganla parte de sus vidas y esencias. Permitan que los Ángeles de la Cura de Dios desciendan y materialicen esta Sagrada Casa de San Lázaro, porque las almas gritan por cura, redención y alivio, en este país y en otros.
Esta será la célula de la Cura de Dios, que curará las células enfermas de los hombres y mujeres de la Tierra a través del sagrado toque del Amor de Dios en las esencias y en los corazones sufridos.
Una vez más, Me alegro por estar aquí, porque en el anonimato de los corazones que aquí sirven, durante esta última pandemia, se forjó el espíritu del guerrero del amor, de la caridad incansable, del sostén para las familias necesitadas, de la aspiración ardiente de manifestar la Casa de San Lázaro; porque recuerden, Mis queridos hijos, que todo forma parte de la Obra de Dios. Esto pertenece al Padre Eterno y sus vidas son llamadas a participar de esta Gracia extraordinaria y especial para todos.
Coloquen sus manos en señal de recepción y reciban, de la Madre de Dios, la consolación y el alivio del sufrimiento que hoy sus esencias y las esencias del mundo necesitan.
Cuando esa Casa se manifieste, seré la primera en entrar en ella para bendecirla con Mi Luz y con Mi Amor de Madre; porque si eso sucede, Mis queridos hijos, la Ley de la Cura no desaparecerá del planeta, no será dominada por el conflicto o por la enfermedad, sino que la Ley de la Cura triunfará a través del Amor.
Reciban este tesoro de la Casa de San Lázaro y, ahora, llévenlo hacia su corazón, haciendo un voto Conmigo de hacer todo lo posible y un poco más para que ese proyecto descienda lo antes posible, porque mientras esto no suceda el mundo seguirá sufriendo.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Los Hijos de María que se consagrarán, se pueden colocar de pie.
Yo vengo a bendecirlos en esta nueva tarea, importante y predilecta para la Madre de Dios, para que las corrientes de la Ley de la Cura desciendan y fluyan desde el Universo hasta esa Sagrada Casa de San Lázaro, aspirando ardientemente a que muchos corazones más alcancen la Cura que necesitan y el alivio del sufrimiento que los hace agonizar y padecer.
Por eso, ofrézcanme hoy sus corazones para que Yo los pueda elevar hacia Dios y presentarle al Padre Eterno la oferta sincera y honesta de los corazones que se esforzarán para llevar adelante este Sagrado Proyecto de la Casa de San Lázaro, que hoy con amor comparto con ustedes para que se sientan parte de esta Gracia Divina.
Por eso, hoy, los consagro no solo como Mis Hijos, sino también como Mis soldados orantes, como los pilares que se ofrecerán espiritualmente para sostener esta Sagrada Casa de Dios y permitir que el Ángel de la Compasión de Dios inspire, guíe y oriente a todos los que servirán fraternalmente a los que sufren en su última hora de la vida.
Yo los consagro como Mis Hijos, como los guardianes de la Casa de San Lázaro, como celadores de este Sagrado Proyecto de la Cura de Dios para este mundo sufrido.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Con alegría, júbilo e infinita gratitud, Mi Hijo Me envía a derramar Sus Gracias y Sus Misericordias a través de los Sacramentos.
Hoy, los que no fueron ungidos serán ungidos, aquellos que no fueron bautizados serán bautizados. Eso es lo que les ofreceré con todo Mi Corazón y Vida para que triunfe el Amor en sus corazones y siempre recuerden, hijos Míos, que siempre estaré allí, a su lado, para llevarlos hacia Mi Paz.
Recemos, a partir de ahora y en los próximos tiempos, por la Casa de San Lázaro, para que siga descendiendo desde el plano espiritual como Dios manda y en poco tiempo sea una realidad en la superficie de este planeta, en Brasil.
Oremos.
Señor,
que se cumpla el advenimiento de la Nueva Raza.
Que la humanidad pueda expresar su arquetipo.
Que la palabra sea viva y construya Tu Templo.
Que se expanda en nosotros Tu Misterio
y que se revele al mundo la verdadera existencia,
para que podamos reunirnos en Tu Nombre
y glorificar la perfecta unidad.
Amén.
Yo les agradezco por haber respondido a Mi llamado en tan poco tiempo. Esto es muy significativo para Nuestro Padre, porque Él puede derramar Su Confianza en los corazones y, a través de los corazones, manifestar Su Infinita e Insondable Misericordia.
Hoy, siéntanse ungidos por las Manos de Jesús a través del Sacramento que será ofrecido con humildad y simplicidad.
Siempre sean agradecidos por todo, la Ley de la Gratitud todo lo transforma y lo concede.
¡Sigan adelante! Yo los acompañaré como la Madre que alivia el sufrimiento, como la Madre que rezará en silencio por la manifestación de la Casa de San Lázaro.
¡Les agradezco!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Vamos a prepararnos para los Sacramentos. Vamos a sintonizarnos a través de una canción muy simple que se llama “Consagración”, que para la Madre representa el alivio del sufrimiento.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Me alegra reencontrarme con Mis fieles y amados hijos, en este Sagrado Cielo azul, en donde muchas experiencias fueron vividas por ustedes, Mis hijos. Noches oscuras fueron atravesadas, momentos de alegría fueron vividos y compartidos y, hoy, están aquí Conmigo, en fidelidad y en amor.
Quisiera que sepan que los tiempos que llegarán no serán buenos, pero si las almas se arrepienten de corazón y se entregan con fe al Inmaculado Corazón, todo se podría evitar.
Ahora, que sus pies están cansados de esta trayectoria y de este camino, renuévense.
Yo estoy aquí y Soy su Madre, la Madre que nunca los abandonará, la Madre que siempre los recibirá y les entregará la Paz que tanto necesita el mundo entero.
Alégrense, porque estoy aquí para concederles una vez más Mis Gracias, para otorgarles el Perdón de Dios y la renovación de sus vidas en este ciclo definitivo, en el que el esfuerzo será la gran llave maestra entre todas las llaves; la llave que abrirá la puerta para el descenso de la Misericordia de Dios.
Por eso, hijos Míos, que sus mentes se expandan, que sus corazones se abran mucho más de lo que están abiertos, para que las consciencias que se han autoconvocado puedan llegar aquí, como está previsto en la Aspiración del Padre Eterno.
Todo lo que aprendieron, a través de los tiempos, ha sido para este momento, hijos Míos, para esta hora definitiva, en la que deben aprender a caminar en el sacrificio por amor a Dios y por amor a Mi Hijo; porque Él nunca les entregará una cruz tan pesada que no la puedan llevar por sí mismos.
Él les entregará la cruz de la liberación y de la redención, así como la cargó de forma valiente hace mucho tiempo, por cada uno de ustedes. Por eso, sigan participando en esa fidelidad a Dios y a Mi Corazón Inmaculado.
Agradezco desde siempre, el canal ofrecido en este lugar, para la Vigilia y la Adoración.
Hijos Míos, es hora de reconstruir las bases espirituales de esta humanidad, a través de ese importante ejercicio de Adoración al Cuerpo Eucarístico de Mi Hijo, porque mientras eso no sucede ustedes saben que las almas se pierden y se pierden; y Mi deseo es llevar a todos hacia Dios, no solo a los que ustedes desconocen, sino también a sus familias, a sus seres queridos, a todos los que están próximos a sus vidas.
Todos necesitan conocer la Misericordia de Dios. Y ese Misterio se reveló y fue entregado en la Cruz a través de la Sangre derramada de Mi Hijo, en cada gota que Él derramó por el mundo.
Hoy, para esta renovación, Mis Gracias les traen los Códigos de la Sangre de Cristo para que, después de lo vivido en estos últimos años, sus consciencias se puedan sentir curadas y renovadas, puedan asumir con madurez y entusiasmo la cruz que Mi Hijo les entrega, por amor a la humanidad y al planeta.
Y desde ahora, hijos Míos, su Madre Celeste ya sabe, todo los que ustedes harán para poder recibirme el próximo 13 de octubre, porque ustedes ya aprendieron a servir y a donarse.
Quiero que, a los pies de Mi Altar que elevarán en ofrenda a Mi Inmaculado Corazón, no solo estén las flores que siempre Me colocan a los pies, sino que sus vidas, en estos próximos días y en los tiempos que vendrán, sean esas bellas flores de la conversión, del perdón, del amor y de la redención, que Yo podré recoger con Mis propias Manos para entregárselas a Dios y confirmar que el Plan de Mi Hijo en este mundo es posible.
Hoy, abrazo con Mi Manto a todos los que lo necesitan. Hoy, coloco sobre Mi Pecho a todos los que necesitan sentir el latir de Mi Corazón, para que recuerden que la Madre Consoladora y Corredentora está siempre aquí presente, en Espíritu y en Divinidad.
Alégrense, porque el fin del cautiverio llegará no solo para ustedes, sino también para el mundo entero; porque cuando Mi Hijo retorne, Él todo lo renovará y lo transformará por los méritos alcanzados en Su Pasión, Muerte y Resurrección.
Que este día, sus almas resuciten en espíritu bajo el Amor de Dios, bajo la Presencia de la Madre del Espíritu Santo y ofrézcanle a Dios lo mejor que puedan darle, por más pequeño que parezca que sea verdadero y sincero; porque es en lo pequeño y no en lo grande, en donde Dios obra, a través de las almas y de los corazones abiertos a Su Amor Consolador.
Y así, como he hecho en estos últimos días, en estas últimas semanas, en esta especial Peregrinación de reencuentro con Mis queridos hijos, volveré a ofrecerles el Sacramento de la Unción, para que la señal de la Cruz de Emmanuel los santifique, los proteja, los sane y los acompañe en esta nueva etapa de renovación y de refundación de las bases del Propósito de este Núcleo y de este punto de Luz Espiritual en esta parte del planeta.
Hijos, no le tengan miedo a la cruz, Yo estoy aquí y Soy su Madre, la Madre de toda la humanidad y del planeta. Recuerden que aquí Yo encuentro la fuerza interior en los que adoran, oran, vigilan y sirven a Dios.
No solo Mi Hijo busca un lugar donde reposar y repararse, su Madre Celeste también busca ese lugar en los corazones que sirven a la Obra de Dios en este planeta.
Coloquen a Mis Pies sus intenciones en el silencio del corazón, que Yo se las llevaré a Dios.
Oren y no dejen de hacerlo, por su protección y por la protección de sus familias. Únanse a Dios a través de la oración.
Hagamos la oferta a Dios, desde lo más profundo de Mi Corazón, en este momento.
Padre Celestial,
que a todos conduces,
acepta nuestra oferta de entrega a Ti.
Guíanos, por el Camino del Amor,
para que Tu Voluntad sea hecha.
Amén.
Yo les agradezco por haber respondido a Mi llamado, de forma tan inmediata, porque cuando eso sucede, hijos Míos, la humanidad deja de sufrir.
Y ahora, vayamos a los pies del Altar de Cristo, ustedes como Sus compañeros y apóstoles, y ofrezcamos no solo el pan y el vino para que se conviertan en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo, sino también ofrezcan sus corazones, para que esta renovación llegue a sus vidas y a sus familias, a través de la bendición del Espíritu Santo.
Estén en paz.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Mientras el mundo busca una salida equivocada y la humanidad aún sigue ostentando el poder y la propia voluntad; a través del Fuego del Espíritu Santo que hoy los congrega, Yo les traigo el misterio de la Cruz en el Monte Calvario para que lo contemplen a través de Mi Corazón, aquí presente hoy; para que estén a los a los pies de la Cruz, así como lo estuvieron Mi Madre y las santas mujeres; que estén Conmigo a los pies de la cruz del planeta, porque muchos intentan escapar de ese compromiso porque es desconocido y muchos aún le tienen miedo.
Lo que Yo les puedo ofrecer son sacrificios, una Ley aún no comprendida por el mundo. El sacrificio ha sido transgredido por los hombres y mujeres de la Tierra porque no lo han comprendido, pero Mi Madre estuvo a los pies de la Cruz y amó ese misterio.
Y hoy, su Maestro y Señor, Glorioso y Resplandeciente sobre estas sierras, se alegra por volver aquí, por estar con los guerreros de la Misericordia de esta Comunidad, por estar con los Suyos por un momento, con aquellos que están aprendiendo a superarse a sí mismos, con los apóstoles que sostienen este Centro Mariano.
Estoy aquí, finalmente, con los Míos, con aquellos que son fieles a este Plan, que acompañan la Obra de la Jerarquía. Esa es la razón que Me ha traído aquí y es el permiso que Yo He recibido directamente del Padre.
Muchos más deberán abrirse a amar el misterio de la Cruz, de la Cruz que fue marcada por Mi propia Sangre, de la Cruz que fue bañada por Mi propia Agua. Y hoy, a través de este misterio que les traigo a sus mundos internos, a través de Mi Cruz, Yo los vuelvo a señalar como Hijos del Padre.
Hoy, los vuelvo a purificar a través de Mi Sangre, como aquellos apóstoles que están escritos en el Corazón de Dios y que, a través de los talentos y de las virtudes, vengo a buscar.
Hoy, les hablo desde un universo abstracto, pero si el corazón está abierto todo lo comprende y lo siente; comprende el misterio que Yo le traigo al mundo y a los corazones, porque es una sagrada semilla de Luz que Yo siembro en las consciencias, una semilla que germinará y que brotará en los próximos tiempos. Por eso, su fe y su devoción a Mi Sagrado Corazón deberá seguir regando esa sagrada semilla, que es invisible e imperceptible a los ojos de los hombres.
Así, Yo los vengo a ungir y a señalar con Mi Fuego.
Hoy, están abiertos para volver a ser ungidos por Mi Espíritu. Y, para completar Mi tarea en Argentina y por Argentina, Yo vengo a señalar a través de la unción a los rebaños de Dios, a los hijos del Cordero Inmolado, para que en este mundo sean una señal visible de la redención; porque no solo ustedes lo necesitan, sino también el mundo lo necesita imperiosamente.
Alégrense y siéntanse resucitados en espíritu y en alma, y ya no permitan más que sus almas sean impuras.
Que la señal visible de la Cruz, que hoy les traigo a cada uno, los vuelva a sacramentar a través de Mi Espíritu y de Mi Divinidad, para que los apóstoles del fin de los tiempos estén más definidos, ya no existan dudas ni tampoco incertidumbres.
Por eso, Me aproximo a ustedes en este momento, a través de una cercanía especial y espiritual porque, a través de ustedes, Yo trabajo con el mundo entero, con las almas, y puedo llegar en Espíritu a aquellos espacios que Me necesitan.
Como les dije en Buenos Aires, aún verán en el fin de estos tiempos la purificación a su alrededor y dentro de ustedes, ¿por qué deben temer, si su Pastor está aquí para ayudarlos?
¿Acaso creen que no conozco cada parte de sus seres? Cada rincón de sus consciencias es conocido por Mí; nunca habrá nada que Me puedan ocultar, aunque lo crean.
A través del Sacramento de la Unción, que hoy les ofreceré una vez más, los llevaré a ingresar aún más en Mi Camino Crístico, el camino del sacrificio. Porque la puerta de la gran rendición está abierta para quien la quiera cruzar y Yo estaré allí para acompañarlos, para seguir sus pasos, para que en ese camino de rendición puedan reconocer Mis Huellas, las Huellas Luminosas del Cristo; para que puedan aprender a caminar, así como Yo camino por este mundo; para que Me aprendan a ver, así como Yo estoy presente por medio de diversas almas y corazones sufrientes.
Si el mundo profundizara en el Don de la Caridad y del Bien, y el Bien no fuera usado como un arma de negocio, o el Don de la Fraternidad no fuera usado en provecho de unos pocos; hoy, les aseguro que la guerra en Ucrania ya hubiera terminado; así como otros conflictos en el mundo que desconocen, en los cuales Yo estoy presente silenciosamente, sosteniendo a las madres en las guerras, escuchando el llanto de los inocentes, abrigando con Mi Luz a los niños a los que les han quitado la inocencia y toda la vida infantil. Podría decirles, en este momento, muchas más cosas de este mundo.
La gran llave, para atravesar la puerta de la rendición, es la donación.
Quien dona, toda su vida y todo su ser, no encuentra límites en su consciencia y, aunque los tuviera, sabe superarlos.
La donación siempre los llevará a la piedad y al servicio.
Estén más atentos y dónense, no lo hagan solamente por ustedes, háganlo por el mundo entero, por todas aquellas situaciones que hoy son imperdonables para Dios y que solo la Ley de Mi Insondable y Divina Misericordia les podría traer una solución para todo lo que sucede.
Es de esa forma que Yo los invito a fortalecerse en el apostolado; y esto comenzará en ustedes y con sus familiares, en sus hogares, en el día a día y también en el trabajo.
Esto fue lo que Yo les enseñé a Mis apóstoles para que, a pesar de que Me hubieran abandonado a los pies de la Cruz o que Me hubieran negado tres veces, no dejaran de sentirse Mis apóstoles, los que a través del Fuego del Espíritu Santo llevarían Mi Palabra, el Evangelio.
Ahora, sus propias vidas deberán ser Mi Evangelio vivo. No solo necesito el testimonio de su amor o de su redención, necesito una acción concreta, verdadera y honesta. Eso es lo que necesito de los apóstoles del fin de los tiempos, que sus vidas nunca dejen de aspirar a la consagración, que sus propias piernas no se cansen de caminar hacia el encuentro con el Gran Maestro.
¿Por qué hoy, les digo todo esto, aunque parezca que lo han escuchado muchas veces?
Es porque aún no sucede y, a través de Mi Bendita Gracia y de la Santa Humildad que les puede ofrecer Mi Corazón, Yo los preparo para el gran tiempo de las revelaciones, para que no hagan lo mismo que hicieron Mis apóstoles en el pasado: dejarme solo en el momento más importante.
Por eso, les pregunto: ¿quién subirá junto al Maestro el Calvario de la cruz del planeta?
Esto es algo profundo y espiritual, es vivir en la propia carne el testimonio de Cristo, no solo adorarlo y reconocerlo como el Señor entre los señores, sino que la historia de sus vidas, la historia de su redención y de su amor por Mí en cada paso de la vida, sea un bendito Código de Luz depositado en el Arca de la Santa Alianza que hoy, una vez más, vengo a ofrecerles a todos.
Argentina necesita de ese tipo de apóstoles, apóstoles de un solo Señor, apóstoles de un solo camino, apóstoles de un Único Dios; porque de lo contrario, compañeros, ¿cómo podrá revertirse lo que hoy vive la Argentina y el mundo?
Yo vengo a llamar, a Mi Camino, a los que Me dijeron sí desde el principio.
Yo vengo a llamar a las ovejas por su propio nombre.
Hijos de Mi Padre, es tiempo de elevar las paredes del templo interno y, de una vez y para siempre, entregar sus moradas; porque los Dones que Yo les entregué deben estar disponibles, en este momento, para su Maestro y Señor. Eso es lo que más necesito en este momento.
Estoy junto a quien Me permite caminar a su lado, para que Yo los pueda acompañar como siempre los He acompañado.
Aunque la experiencia de esta vida parezca dolorosa, triste u horrible; aspiren, apelen, imploren conocer el Don del Sacrificio, porque es algo que pueden vivir entre Mi Corazón y sus corazones.
El Don del Sacrificio es una Ley que el Padre otorgó antes de que Yo pudiera expirar en la Cruz. Porque el Don del Sacrificio es un Don de Comunión Sacramental entre las almas y Mi Corazón, entre la divinidad de cada ser y Mi Divinidad, entre sus espíritus y Mi Sagrado Espíritu. No es algo palpable, es algo espiritual; no es algo material, es algo profundamente inmaterial.
Cada vez que Me ofrecen algo, recuerden que estarán en comunión Conmigo, bajo la Ley del Sacrificio Sacramental.
No todos pueden ser llamados a vivir esta escuela, porque depende de la historia de sus vidas y, sobre todo, de sus almas. Pero hoy, abriéndole la gran puerta de la rendición al mundo entero, señalándole esa puerta a cada uno de ustedes, necesito que las almas con coraje la atraviesen porque necesito justificar ante Dios tantos errores en el mundo.
Nuestros Corazones, el Corazón de Mi Santa Madre, María, el Casto Corazón de Mi Padre, San José, y Mi Sagrado Corazón, necesitan seguir viniendo al mundo para ayudar en esta cruda realidad planetaria e intervenir en este escenario de los horrores del mundo.
Las almas necesitan recordar, pero también necesitan amar el precio de Mi Sangre, para que esa Sangre Espiritual y Poderosa siga descendiendo al mundo; y todos los que esperan aún en los abismos de este mundo, por rescate y liberación, sean rescatados y liberados de una vez y para siempre.
¿Ahora comprenden la importancia del sacrificio? Corresponde a una actitud madura y adulta.
Yo preparo a las almas para que se animen a vivir su propio Huerto Getsemaní.
¿Beberán del Cáliz cuando él aparezca delante de ustedes?
¿Cuándo el ángel les muestre ese Sagrado Cáliz, lo beberán?
Tendrán tan solo un minuto, en ese momento, para recordar lo que Yo les dije este día.
No se aferren más a sus miedos, aférrense a Mi Verdad, aférrense a Mi Camino, sean parte de Mi Vida, así como el Hijo es parte de la Vida del Padre y el Padre es Vida en Sus Hijos.
Argentina se aproxima a ese gran momento de definición interior y cuando vean aún más caos en las calles de este mundo, ¿correrán como los apóstoles, para escapar del sacrificio junto a su Maestro y Señor?, ¿de nuevo estará solo la Santa Madre a los pies de la cruz del planeta?, ¿quién le dará su pañuelo para que Ella pueda secar Sus lágrimas?
La Madre Dolorosa camina silenciosamente por la Argentina. La Madre recorre cada nación de Sudamérica y junto con Sus Ángeles y Arcángeles, en la dimensión de la Consciencia Divina, atraviesa el Calvario de este mundo y de las almas.
Recuerden, compañeros, Dios conoce cada corazón y, a través de Su Hijo, Dios se aproxima a ustedes y a sus hermanos del mundo para que, así como fue en el Huerto Getsemaní con su Maestro y Señor, reciban Su fortaleza, coraje y valentía, y digan: “Señor, mi corazón esta pronto”.
Como un testimonio de la grandeza del Misterio de la Cruz y del Amor de Dios; hoy, tendré la dicha de volver a consagrar a nuevos adoradores que están aprendiendo a amar Mi Cuerpo Eucarístico, que están aprendiendo a ser parte de Mi Cuerpo Místico. Porque en la Adoración al Santísimo Sacramento del Altar, recuerden que está la fuerza de la superación para atravesar el fin de estos tiempos. Quien sea capaz de caer de rodillas, ante el Santísimo, sabrá superarse.
A Mí no Me importa cuántas veces se equivocaron, Mi Corazón espera que no pierdan nunca más las oportunidades que Yo les traigo y que no son pasajeras.
Mi Reino necesita tener a las almas como flores en los Jardines de Dios. ¡Cuántas almas, en la vida religiosa y laica, se marchitan día a día al igual que una flor que se seca por la falta del Agua de Vida! Yo les traigo la Fuente de la renovación para que atraviesen la puerta de la consagración.
Agradezco que hayan preparado este espacio para Mí y para San José. No saben cuán significativo es esto para Mi Consciencia, cuán importante es para Mi Corazón; porque en el corazón es donde se guardan los Tesoros del Padre, en el corazón es donde puede morar el Hijo y el Espíritu Santo.
Ahora, que se abran las puertas de la consagración, que se encienda el incienso, que se ofrezca el agua para bendecir a las almas y que el sagrado aceite del Altar pueda ungir a los corazones necesitados, a través de la Poderosa Cruz del Redentor.
Preparémonos verdaderamente para este momento, porque todos pueden recibir una Gracia en este momento, Gracia incalculable e inagotable.
Alcáncenme los pañuelos de los Adoradores, para que los pueda consagrar con el Soplo del Espíritu; para que ellos, día a día, a través de la Adoración Eucarística, se unan a Mí hasta estar en Mí en la Eternidad.
Pueden aproximarse a los pies de este Altar los que se consagrarán.
Señor, Dios del Universo,
que a través de Tu Espíritu
y por medio del ofrecimiento de estos Sagrados Elementos,
que forman parte de Mi Congregación Crística en el planeta,
bendigas y renueves a las almas todas las veces que sea necesario,
para que puedan sentir en esta consagración el Soplo de Tu Espíritu,
para que todo sea curado y liberado.
Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Cristo acompañará esta consagración de los nuevos adoradores y nos vamos a unir a Él, en este momento, a través de una canción que nos ha pedido, que se llama “Consagración”. Cantaremos en español.
Y, a pedido de Cristo, vamos a acompañar a los hermanos para que vivan este momento de forma profunda e interna, mientras el Señor acompaña esta consagración.
Por favor, mantengamos la quietud porque la Jerarquía está presente.
(Se realiza la consagración de nuevos adoradores del Cuerpo Eucarístico de Cristo)
Vamos a pedirle a la mamá de Fray Juan Evangelista que venga aquí para consagrarla, a pedido de Cristo, como auxiliadora.
Les pedimos que traigan los elementos, por favor.
Yo tengo el poder de renovar todo lo que Me ofrecen, cuando esa oferta es verdadera y honesta.
Mi Amor bendice al alma que se entrega a Mí verdaderamente, porque Yo hago nuevas todas las cosas.
Hoy, el Señor te bendice con el nombre Lucero de Dios.
Bienvenida a este camino de auxiliar en los Altares de Cristo y de honrar Su Nombre para siempre. ¡Bienvenida, Lucero de Dios!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ahora, vamos a prepararnos para el momento de la celebración eucarística, la Comunión Espiritual, ampliando aún más este espíritu de consagración, para que sea recibido por las almas del mundo.
Les doy Mi Paz, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Les estoy haciendo contemplar la Luz de Emmanuel, porque la necesitarán en los próximos tiempos. Sin esta Luz poderosa de Emmanuel, no tendrían fuerza de superación ni tampoco fortaleza durante las batallas.
A pesar de la cruz o de lo que ella represente para ustedes, el camino del sacrificio que el universo les ofrece en estos tiempos, a pesar de todas esas circunstancias, siempre tengan presente en su memoria y sobre todo en su corazón que la Luz de Emmanuel no perecerá; y que ustedes, Sus criaturas, Sus hijos, son parte de esa Gran Consciencia de la Fuente Suprema y Cósmica.
Porque hacia esa Fuente, algún día, deberán retornar con su experiencia vivida, con todo el amor aprendido, con toda la redención experimentada, a fin de que sus consciencias se conviertan en un signo visible en el firmamento, en una victoria alcanzada a través del Amor y de la Luz de su Redentor, el Cristo de todos los tiempos.
Por eso, que su estandarte de la paz no caiga de sus manos. Aférrense firmemente a Mi Paz y todo lo alcanzarán.
Nunca se olviden de tener un corazón pacífico y humilde, un corazón que esté abierto a escuchar y a dialogar, un corazón que no se defienda, un corazón que pierda su autonomía y todo el control que cree tener. Porque teniendo un corazón limpio, aunque imperfecto, todo, absolutamente todo, a través de la Luz de Emmanuel y de Mi Presencia, se puede cristificar.
Llegó el tiempo, después de esta Sagrada Semana y en este último encuentro Conmigo, de trazar los últimos acontecimientos de los cuales formarán parte en los próximos tiempos, experiencias grandiosas y enriquecedoras que podrán vivir si están atentamente abiertos y adheridos a los acontecimientos que se presentarán.
El eje central, en el fin de los tiempos, será este último Don que invocaremos al Espíritu Santo, que será la tónica de este momento: el Don de la Fraternidad, que hoy rige a los demás Dones presentes en la Menorah, porque el corazón de la Fraternidad es el amor al prójimo, la donación al semejante, todo el alivio que puedan generar a través de sus vidas por un fin mayor, por la Paz.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Nos ponemos de pie, para que juntos, a pedido de Cristo, encendamos esta última vela de la Menorah, teniendo presente cada uno de los Dones que en esta Sagrada Semana fueron atraídos por el Corazón de nuestro Redentor.
Y que hoy, esta séptima vela que encenderemos, sintetice una experiencia para cada uno de nosotros y un nuevo tiempo que se aproxima hacia la aspiración de cumplir un servicio mayor.
“Adonai, que el mundo no se olvide
de que todos son hermanos
en el Amor Eterno de Tu Corazón
y de que el eje que unirá a todos estos Dones,
en este tiempo, será la Fraternidad,
que impulsará el despertar de los demás Dones
en las consciencias y corazones
que, a través del símbolo de la Menorah en esta jornada Conmigo,
en el fin de esta tarea y de esta Sagrada Semana,
se ofrecerán a vivir conscientemente
con todo el esfuerzo del corazón humano,
con todo el ímpetu del alma y del espíritu,
con la aspiración de aliviar Tu Corazón y de repararlo
de todo lo que ha sucedido en este mundo hasta los tiempos de hoy.
Por eso, te pido, Emmanuel,
en nombre de Tu Amadísimo Hijo,
que a partir de este día las almas tengan la Gracia
de sustituir las energías capitales por las Energías Divinas,
a fin de que las consciencias reconozcan Tu Presencia en sí mismas
y se alegren por este reencuentro,
bajo el descenso de Tu Reino Celestial.
Amén”.
Aquí, en esta Menorah, también deposito Mis siete últimas aspiraciones, que están unidas a las aspiraciones de Dios Padre por todas Sus criaturas, no solo de este planeta, sino también de todo el universo. Aspiraciones que conocerán y se revelarán cuando tan solo vivan estos Dones que Yo les he ofrecido durante estos siete últimos días.
De la misma forma, hoy sus vidas son iniciadas en un camino definitivo de consagración, en el que sus almas tendrán la oportunidad de tomar el gobierno de sí mismos, para que el espíritu mayor de cada ser, aquel espíritu, aquella consciencia que tiene escrito su nombre en el universo, pueda finalizar esta trayectoria en la escuela del amor y del perdón, del servicio y de la fraternidad para con los semejantes.
Por eso, hoy no son solo siete Dones los que se encienden ante sus ojos. Hoy se encienden en sus corazones las siete aspiraciones de Dios y de Su Divino Hijo, regidas por la Ley Mayor del Amor, de la Unidad y del Bien; permitiendo así, que en este tiempo planetario y a través de esta Menorah, se mantenga abierta la puerta hacia el universo por donde todas las almas tendrán la última chance de retornar a Dios y de reencontrar el camino hacia el Amor y la Luz que perdieron.
Ahora, encenderán sus velas.
Así, como lo prometí a Mis apóstoles y a las santas mujeres, hoy les vuelvo a prometer a ustedes. Reciban la Luz de Mi Espíritu, para que la Luz de Mi Espíritu esté presente en el mundo y en todas las almas que la necesitan.
Sean fuertes a través de Mi Luz, sean humildes a través de Mi Corazón, sean buenos siervos a través de Mis Enseñanzas; porque Mi aspiración es poder reencontrarlos algún día, cara a cara, para que juntos celebremos con la humanidad la gran Cena de la Reconciliación, la nueva Pascua de la Paz.
Ahora, en el silencio de sus corazones, elevarán un pedido al Padre. Los escucho en el silencio.
Ahora, lleven la mano al corazón, orando por esa intención y por todas las intenciones de las almas buenas, diciéndole a Mi Corazón:
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Los sacerdotes pueden venir aquí, por favor, para la bendición de los aceites, que hoy Nuestro Señor utilizará a través de los sacerdotes, en este último día de la Sagrada Semana, para la Unción de los enfermos y la Unción especial de los que están más enfermos.
“Señor, así como viste a Tu Hijo en el sepulcro
siendo ungido por las manos y los corazones
que lo amaban y que lo aman eternamente,
de la misma forma hoy te pido que bendigas estos aceites,
para que no solo la señal de Tu Poderosa Cruz
se infunda en las consciencias,
sino también para que abras la puerta definitiva
hacia la cura de los corazones,
a fin de que también ellos te glorifiquen eternamente,
hasta que se cumplan los Mil Años de Paz.
Amén”.
Ahora, voy a infundir Mi bendición sobre ustedes y el mundo, preparándolos nuevamente para vivir Conmigo la alianza perfecta, a través de Mi Cuerpo y de Mi Sangre, a través de la Sagrada Celebración Eucarística.
Una vez más, les pido que estén atentos al descenso de las Gracias que se dará a través de la Eucaristía y de la Unción de los enfermos, porque en este día deben celebrar la oportunidad de renacer.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Ahora, Nuestro Señor está llamando aquí a algunos hermanos del Coral, para que juntos cantemos con Él el cántico “Aleluya”.
Hermana Faustina de Jesús, hermana María Jerusalén, Patricia y hermana María Verónica.
Primero, Nuestro Señor bendecirá a las hermanas y luego bendecirá a todos nosotros. Enseguida, cantaremos “Aleluya”, agradeciendo a Dios por este encuentro, por esta Sagrada Semana, por todos los impulsos espirituales recibidos y por aquellos impulsos espirituales desconocidos que nuestros seres recibieron en esta jornada.
Vamos a colocarnos de pie.
La voz que canta es una oración que se eleva dos veces, porque en el primer impulso de la voz existe el contacto con Dios y en el segundo impulso de la voz existe el descenso de Su Gracia, que colma al alma que canta, y especialmente, bendice y glorifica a las voces que sirven de instrumentos para glorificar al Redentor y al Padre de las Alturas.
Por eso, que esta tarea se perpetúe, que las voces nunca dejen de cantar hasta que la paz se establezca y canten junto al Rey cuando Él retorne.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Y ahora, bendigo a todos los presentes y no presentes, a todos los que bebieron de la Fuente de Mis Palabras durante estos ocho días. Bendigo a todos los que hicieron posible esta Sagrada Semana, un tesoro más que se guarda en la memoria de los corazones valientes y disponibles que, a través de los grados de amor y de servicio, se ofrecen como apóstoles de Cristo para preparar Su Retorno.
Yo los bendigo y les agradezco por este Encuentro.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Las hermanas pueden cantar, y después cantaremos todos juntos.
Canción: “Aleluya”.
Y ahora, con esta alabanza al Corazón del Rey, vamos a prepararnos para la Celebración Eucarística, y enseguida para la Unción de los enfermos.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Para la tarea planetaria que Nuestro Señor está realizando en este momento, a su pedido vamos a entonar "Adon Olam".
Invitamos a los que escuchan a colocarse de pie para acompañar a Nuestro Señor en esta tarea planetaria.
Canción: "Adon Olam".
Ustedes conocieron a un hombre frágil como Jesús, que cargó con el pesado madero de la Cruz y que siendo un ser humano, a pesar de Sus poderes divinos y cósmicos, se entregó por cada uno de ustedes para que no tuvieran que padecer y sufrir. Si hace más de dos mil años la humanidad sigue sufriendo y padeciendo, es consecuencia de sus acciones y cometidos.
El Todopoderoso encarnó en la Tierra a través de Su Hijo, para que la humanidad no tuviera que padecer nunca más.
El Todopoderoso encarnó como un hombre y como una consciencia al igual que ustedes, y redujo Sus grandiosas vibraciones de Luz para poder estar entre los seres humanos de esta Tierra.
La encarnación del Hijo de Dios y la dolorosa Pasión de Cristo significaron momentos importantes para la humanidad. A través de la encarnación del Hijo, la humanidad pudo recuperar el camino hacia su pureza original, aquella pureza original que fue pensada en el génesis del Proyecto Genético Humano. Pero también esa encarnación del Hijo de Dios puso fin a una cadena interminable de errores.
El propio Padre Eterno sabía que, por más que Él encarnara en la Tierra y trajera la consciencia del Amor Sabiduría, esa victoria no se completaría, porque habría seres humanos que dudarían de Su Presencia y Poder, y aun después de la Pasión de Cristo, eso sucedió en muchos seres humanos.
La encarnación del Hijo de Dios, a través de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, puso fin a muchos errores del pasado que, hasta ese momento de la historia de la humanidad, harían sucumbir para siempre el Proyecto Genético Humano, aunque hubieran pasado los Patriarcas y los Profetas.
Pero no todas las civilizaciones y razas se equivocaron, el adversario se encargó de poder desvirtuar algunas de esas razas que estuvieron presentes en la humanidad.
Desde los Adanes y las Evas hasta la Atlántida, la humanidad tuvo que aprender, como hasta los días de hoy, a enmendar los errores cometidos, para poder volver a alcanzar el poder de la Gracia y de la Misericordia.
Esa fue la razón principal de la encarnación del Hijo de Dios, que dio lugar y espacio para Su segunda e importante tarea, la Pasión de Cristo, que aconteció en muchos niveles y planos de consciencia, desde el espiritual cósmico hasta el plano más material y concreto.
Toda la consciencia de Dios participó en todos esos misterios y hechos, así como diferentes grupos de almas y consciencias que, por más que no estuvieron encarnadas en aquel tiempo, participaron de esos acontecimientos porque los necesitaban para poder estar presentes en los tiempos futuros como este.
Por esa razón, Cristo no solo padeció en el plano físico, sino también en el plano álmico y en el espiritual. La poderosa Pasión de Cristo, que para muchos fue una derrota, se convirtió en una victoria en los planos internos ya que, a través del poder de la oración de la Madre de Dios, así como de la oración de las santas mujeres y de algunos de los apóstoles, permitió reunir a la mayor cantidad de consciencias posibles, que en los diferentes planos de consciencia precisaban de la energía de la redención.
Cada padecimiento vivido por su Maestro y Señor, desde la noche del jueves santo en el Huerto Getsemaní hasta la muerte en el día viernes, en lo alto del Monte Calvario, fueron ofrecimientos únicos e imborrables para toda la humanidad y el planeta.
A través de esa dolorosa y profunda Pasión de su Maestro y Señor, muchas situaciones planetarias del futuro fueron contenidas, muchas generaciones futuras fueron protegidas para no vivir el desvío del Proyecto Original.
Y aunque en los días de hoy esto se ha desvirtuado completamente por la indiferencia y la omisión, muchos más se hicieron presentes a través de los tiempos y regresaron muchas veces a este mundo como servidores, siervos, discípulos y apóstoles, para estar presentes en colaboración y en servicio por la humanidad.
Ciertos grupos de almas, que alcanzaron la experiencia del Amor Crístico, se ofrecieron de forma semejante a su Maestro, para estar inmersos dentro de esta humanidad y en diferentes pueblos y naciones del mundo, a fin de dar continuidad al Proyecto Genético de Dios, el que en este tiempo y en esta hora, está viviendo su gran oportunidad de corrección.
Para que toda la historia de los errores que sucedieron, desde la muerte del Hijo de Dios hasta el presente, puedan ser enmendados por la fuerza de la devoción de todos Mis compañeros, por el poder de los que adoran el Eucarístico Cuerpo de Cristo, por los que sostienen la vida de servicio y de caridad, estamos en el tiempo y en la hora de cumplir las promesas y las aspiraciones del Único, que se presentaron a través de los arcángeles y ángeles, en el Génesis.
Por eso, la dolorosa Pasión de Cristo no solo fue un hecho o una historia que puede conocer la humanidad. Muchos planos de consciencia participaron de ese acontecimiento, por esa razón tuve que estar retirado cuarenta días en el desierto, ya que Mi aspecto más material debía prepararse para ese momento, aun durante los tres años de predicación, en los que la humanidad debería aprender a reconocer la verdad y a identificarla, para no perder el camino de la Luz y del Bien.
Por eso, la Pasión de Cristo es un hecho que nunca se borrará de la consciencia del planeta, es un hecho que siempre podrán revivir y recordar todas las veces que lo necesiten para avanzar en su proceso de purificación y redención. Porque así, en esos hechos están los códigos de luz que necesitan para alcanzar su liberación espiritual, cósmica e interior.
Con todo esto quiero decirles, compañeros, que coloquen su consciencia en la amplitud de lo que significó la dolorosa Pasión de Cristo y cómo muchas consciencias, en los planos internos, participaron de la redención de más consciencias que estaban condenadas a la perdición total.
Por eso, la Pasión fue tan dolorosa, porque debería superar a todos los planos de consciencia. Y esa Pasión, vivida por su Señor y Maestro, debería llegar con su experiencia al plano físico y al plano espiritual cósmico, en donde debería quedar registrado todo lo que sucedió, para que la humanidad aprendiera a no cometer los mismos errores, por la entrega que ella hizo del Hijo del Hombre en la Cruz.
El tiempo de la dolorosa Pasión de Cristo hoy se une a este tiempo material y a este presente, en el que toda la raza humana está ante la oportunidad de servirse de este acontecimiento, que quedó grabado en las entrañas de la Tierra por la Sangre que derramó su Maestro y Señor.
Ahora que el Armagedón ya está presente en el mundo, es cuando las consciencias deben estar más despiertas para su preparación, a fin de estar a la altura de los acontecimientos y de participar en los preparativos del Retorno de Cristo.
La Cruz del Redentor siempre los protegerá, los salvará y les traerá la fuerza interior para poder renovarlo todo.
Por eso, la Santa Cruz no se ha borrado de la memoria del planeta, porque era el árbol de Dios que entregaba sus frutos a la humanidad, a través del sacrificio del Hijo del Hombre.
Este es el tiempo de afirmarse en este legado que Yo les entregué, porque tiempos más intensos llegarán y sus consciencias no podrán vacilar. Deberán estar firmes y decididos para poder seguirme hasta el cumplimiento de lo que Yo espero de cada uno de ustedes. Esa también es la razón por la cual estoy aquí.
Hoy viven la comunión con Mi Espíritu a través del reconocimiento de la dolorosa Pasión de Jesús, de la que sus almas pueden recoger los frutos y los méritos que la preciosa Sangre de Jesús, que fue derramada, alcanzó por la humanidad.
Ahora la humanidad ya no debe más autodestruirse, sino que debe reconstruirse de manera espiritual, mental y material, para recuperar su filiación con la Creación por medio de estos méritos divinos que Yo entrego al mundo, méritos que siempre les darán la libertad para estar en comunión con el Padre.
Hoy los ungiré a ustedes para poder ungir a la humanidad, así como las santas mujeres ungieron todo Mi Cuerpo preparando Mi sepulcro, el que después de tres días demostraría al mundo el poder de la Resurrección.
A través de esta unción que hoy les ofreceré, también ungiré al mundo entero. Les entregaré el poder de la Resurrección espiritual para los tiempos definitivos que llegarán y por medio de esta unción, que Mis santas mujeres hoy harán en ustedes, recordarán que siempre podrán sentirse ungidos por la gloriosa Presencia de su Maestro y Señor.
Esta unción viene a cicatrizar heridas espirituales de la humanidad, heridas mentales y materiales, para que todo pueda ser regenerado y la esperada preparación comience para el surgimiento de una nueva humanidad, libre de la indiferencia y afirmada en el Amor, en el Amor de Dios.
Traeremos aquí cuatro potes de unción para que el Señor los pueda consagrar, así como Él también consagrará todas las cruces que hoy hemos traído para afirmar nuestro compromiso con Él y Su unión eterna con cada una de las almas.
Por eso, desde donde estamos, ofreceremos nuestra cruz, para que nuestra cruz sea aliviada y la cruz de la humanidad sea aliviada de la enfermedad, de las guerras, de la persecución, de las crisis políticas y humanitarias, de la indiferencia, de la falta de amor, de la impunidad y de la maldad que muchas almas practican por ser ignorantes del Amor de Dios.
Por esa causa y motivo ofreceremos nuestras cruces, para que el mundo alcance la cura y la paz. Amén.
"Santifica, Señor, la cruz que les has dado a cada uno de Tus hijos, para que ella no sea un peso ni una agonía, sino una constante perseverancia del triunfo de Tu Amor a través de la transformación y de la redención".
“Deposita sobre estas cruces, a través de Tu Gracia y Misericordia, los méritos que Tu Hijo alcanzó desde el Huerto Getsemaní hasta lo alto del Monte Calvario, para que las almas puedan sentir fortaleza en estos tiempos, para que cualquier miedo sea disuelto, y Tus criaturas sean colmadas por la abundante confianza de Tu misericordioso Corazón. Y de esa forma, así como hoy bendices y unges estas cruces con Tu Espíritu, bendice y unge, Padre amado, a cada una de sus familias y seres queridos, para que la gran red de Tu Misericordia y de Tu Paz esté unida y viva en los corazones de los que creen en Mi Retorno a la humanidad. Amén”.
Elevemos nuestras cruces para que el Señor las bendiga, a través de la Luz poderosa de Sus Llagas. Podemos llevar nuestras cruces hacia el corazón.
Ahora pasaremos a la bendición del aceite, de los cuatro aceites que Nuestro Señor nos pidió y que representan a las cuatro principales razas del planeta: las razas de América, las razas de África, las razas de Europa y las razas de Asia y Oceanía.
Nos abrimos para esta unción espiritual y para esta unción material, que recibiremos a través de las Madres de Cristo, en nombre de la humanidad y de este Proyecto Genético, que deberá cumplirse a través de todos los autoconvocados.
A través de la unción, que cada uno de nosotros recibirá en este momento, también se estará permitiendo que todos los que están detrás de nosotros en el camino espiritual y esperan ingresar en esta corriente y Obra de Amor de Cristo, puedan tener la oportunidad de ser partícipes de la presencia de la Jerarquía Divina.
Así que, cuando seamos ungidos en este momento, tengamos presente a todos los que están detrás de cada uno de nosotros y esperan por su despertar y redención, así como a través de los tiempos somos redimidos y ungidos por el Amor espiritual de Cristo.
Madre María Shimani y fray Joaquín.
Madre María del Salvador y fray Luciano.
Madre María Getsemaní y fray Ariel.
Madre Zorobabel y fray Gabriel Pío.
Y antes de comenzar con esta unción, que intentará traer la cura espiritual para la humanidad a través de las cuatro razas representadas en nuestro planeta, cada uno de nosotros, aun no estando aquí presentes, en este lugar o en este Centro Mariano, realizaremos nuestra oferta interna a través de un minuto de silencio, para que la paz y la cura se alcancen en la humanidad.
Hacemos nuestra oferta en silencio; y hacemos esta oferta, a pedido de Cristo, por todos los que murieron por la actual pandemia. Pedimos por cura, Misericordia y perdón. Realizamos nuestra oferta por esas almas.
Elevo sus intenciones al Cielo para que el Padre Celestial las contemple en Su Fuente. Que esta unción espiritual e interna traiga todos los frutos que necesita la humanidad en este tiempo
Por los que han padecido injustamente, que el Padre tenga Misericordia.
Por los que sufren injustamente, que el Padre tenga Misericordia.
Por los que padecen la enfermedad, la desolación o la muerte solitaria, que el Padre tenga Misericordia.
Por los más pequeños e inocentes, por los que son traficados, explotados y vendidos, que el Padre tenga Misericordia.
Por todos los niños no nacidos, que son millones en el mundo, que el Padre tenga Misericordia.
Que la paz, la renovación y la fe despierten en todos los corazones.
Que así sea.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Y así despedimos a Nuestro Señor. Y por Su pedido para este Sacramento de la Unción, repetiremos la canción que escuchamos al principio de este trabajo: “El poder de la Sangre de Jesús”.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cuando la Madre de Dios está en silencio es porque algo importante está por suceder y, en este momento, deben comprender ese significado.
Este silencio lleva a la introspección, a la reflexión y al discernimiento.
Es momento de que la humanidad comprenda los ciclos que está atravesando y viviendo en estos tiempos.
Por esa razón, los Mensajeros de Dios llegan a la Tierra para prepararla y guiarla hacia el próximo paso, hacia el próximo ciclo y hacia el nuevo tiempo.
Hoy he venido aquí a traerles Mi mensaje de paz, pero también Mi mensaje de consciencia, queridos hijos.
Hoy, en el mensaje dado por su Madre Celeste para las apariciones un ciclo se cierra y un nuevo ciclo comenzará, a partir del mes de marzo de este año, momento en el cual, ustedes, Me podrán acompañar en este último ciclo que se acerca y que finalizará una etapa importante para todos los mundos internos, y también para toda la humanidad.
Es momento de que comiencen a recoger los frutos de la instrucción y del conocimiento de la Jerarquía; de que puedan aprender a beber de esa Fuente, para que solo dependan de Dios, de Su Gracia y de Su Misericordia.
Y, así, sus almas se fortalecerán en este camino y en esta trayectoria al servicio eterno de Dios, por las almas, por los Reinos de la Naturaleza y por el planeta.
Hoy vengo aquí para anunciarles el fin de este ciclo, el fin de estos mensajes que vengo entregando y que los prepara para cada nuevo encuentro Conmigo, sea en sus corazones o ante Mi Presencia.
Es así, queridos hijos, que podrán comprender, en este momento, la omnipresencia de la Madre de Dios. Esa omnipresencia y poder que le ha dado Su Hijo para llevar adelante esta tarea planetaria en el fin de los tiempos, que es la última y gran tarea para estos tiempos.
Por eso, los invito a tener presente todo lo que les he dicho desde los primeros años en que Me he encontrado con ustedes, para guiarlos, conducirlos y hacerlos vivir el Plan de Dios en sus diferentes manifestaciones y tareas.
Este es el tiempo de hacer la gran y última síntesis. Es el tiempo de vivir el conocimiento de Dios para que puedan aprender a enfrentar lo que llegará, no solo a sus consciencias, sino también a todo el planeta, a la humanidad entera.
A través de cada mensaje, a través de cada palabra e instrucción, su Madre Celeste les ha entregado un impulso, una llave, un don, una virtud y una luz para que se pueda encender en sus corazones y en sus vidas, y para que puedan representar la Obra de Cristo en la Tierra.
Es así, queridos hijos, que Yo los llamo a vivir el apostolado incansable, el apostolado del esfuerzo, el apostolado por amor a todo lo que Dios concibió desde el principio de esta Creación, y para que esta Creación se pueda regenerar, curar y redimir.
Este es el tiempo en el que la humanidad atravesará los últimos momentos, dentro de su transición planetaria. Por eso, Yo los invito a ser conscientes, y también les agradezco por haber respondido a cada llamado.
Habiendo respondido a Mi llamado, han correspondido al llamado de Dios. Ese llamado de Dios es cumplir, en cada etapa, Su Divina Voluntad, Sus aspiraciones, Sus deseos ardientes y Sus metas. Es de esa forma, que Él se muestra, se revela y guía a Sus hijos, para que todos sigan el camino de la fe y de la confianza en Dios, en el cumplimiento de Su Divino Propósito.
Necesito, queridos hijos, que Me ayuden a acompañar el próximo ciclo, porque a partir de que Mi Hijo los visite durante la Sagrada Semana de este año, una etapa más definitiva se cerrará.
Comprendan, queridos hijos, que ahora los ciclos son mensuales y también hay ciclos que son semanales. La Jerarquía ya no podrá esperar veinticinco años, o muchos años más, para que la consciencia humana esté madura y esté en el punto que el Plan necesita para poderse cumplir y realizar.
Por eso, les hago entender la importancia del conocimiento y de la instrucción, que son fortalezas y principios para sus vidas; son direcciones, caminos y sendas para encontrar el Divino Propósito en su diversidad, dentro de la Ley de la Jerarquía, de la Ley del Amor-Sabiduría.
Yo les dejo este mensaje, queridos hijos, este último mensaje que prepara a sus mundos internos para esta Aparición de hoy, momento en el cual cada alma y cada corazón, más allá de lo que esté atravesando y viviendo, tendrá la oportunidad de hacer esa síntesis y de reunir, en su mundo interior, todos los tesoros que ha entregado la Jerarquía, a través de los años y de los tiempos.
Hoy es un momento culminante para todos desde los planos internos, pero también desde los planos espirituales el Padre Eterno estará contemplando esta instancia, en la que nuevamente Sus hijos responderán al llamado de la Madre de Dios, por medio de este encuentro de oración, que intenta fortalecer a todas las almas, a todos los corazones y consciencias para que no tengan miedo, para que aprendan a atravesar el fin de estos tiempos con valentía y con ímpetu, bajo el impulso y la compañía de la Gran Consciencia Crística.
Por encima de todo, queridos hijos, que siempre esté el amor en ustedes, en sus hermanos y en cada lugar. Es ese amor, el Amor de Dios, que los ha traído aquí para vivir este tiempo, para vivir esta escuela, para vivir este aprendizaje, para servir a Dios. No hay nada que pueda impedir eso. No hay nada que lo pueda obstaculizar ni tampoco intervenir.
Los desiertos son grandes, pero las victorias son más amplias e infinitas.
Retomen la fuerza interior que les da el Sacramento de la Comunión. Afirmen su Bautismo. Afirmen su Unción en Cristo y todo se renovará.
Yo les agradezco por responder a Mi llamado y, bajo la Luz de Mi Corazón, los guío hacia el Propósito Mayor, hasta que ese Propósito se cumpla en ustedes y en el mundo.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
En la vida interna se viven desiertos y derrotas, pero también se viven triunfos y victorias cuando las almas con confianza consiguen entregarse por completo a Dios, más allá de sus límites o imposibilidades.
Más allá de todo eso, Dios los ama y los comprende, porque morir internamente al aspecto mortal es difícil, es un desafío diario.
Pero si confían y perseveran, se transformarán. Está todo previsto, y en esa previsión todo se irá dando conforme a lo pensado por el Universo.
Ustedes deben ser el mismo triunfo y victoria redentora para Dios.
Sus vidas deben alcanzar el ejemplo de una humildad desinteresada y de una entrega profunda, teniendo como base la Gracia de servir permanentemente y la Unción Espiritual que les puede dar Mi Presencia en este tiempo.
Por eso, caminen hacia Mí y Yo los guiaré. Abran el corazón para que sus miedos y dudas sean disueltos.
Si hoy están aquí Conmigo, es por una razón, porque de lo contrario estarían en otro lugar y bajo otra energía.
El Universo entrega infinitas oportunidades a todos, las que deben ser amadas, valoradas y consideradas por cada uno de ustedes. Mientras eso suceda, nada estará separado dentro de ustedes, y sabrán corresponder como el Padre Eterno lo necesita.
¡Les agradezco por guardar Mis Palabras en el corazón!
Los bendice,
Su Maestro y Señor, Cristo Jesús
Son tiempos de necesidades espirituales, pero también materiales.
Son tiempos en los que solo la apertura de corazón y la disposición permitirán traer cura y redención a las almas.
Por eso, este es el tiempo de abrazar las necesidades de los que sufren, como también de acoger a aquel que nunca fue amado.
Este es el momento de expresar lo que cada corazón tiene guardado, para despertar el bien, la paz y la solidaridad.
Quiero decirles, en ese sentido, que así como las estaciones cambian, también cambian las necesidades de las almas.
Por eso, Yo los llevo y los coloco, a través de las peregrinaciones, para atender a todas las necesidades, principalmente las que requieren del amor mayor y del perdón.
Por ese motivo, en estos últimos años, la experiencia con los Sacramentos representó la posibilidad de que todos aprendieran a servirse del Amor Crístico, para saber compartirlo y donarlo así como Yo les dono Mi Corazón como un refugio seguro.
Con esto, quiero decirles que solo en las peregrinaciones, a partir de este próximo encuentro de oración por la Amazonia, los peregrinos serán acogidos y según sus necesidades, se aproximarán a alguno de los Sacramentos para poder recibirlo.
Para eso, a partir del próximo mes, el día 4 será suprimido y los días 5 y 6, durante el transcurso de la Maratón de la mañana, se ofrecerán Sacramentos para aquellos que los necesiten.
De esa forma, se colocarán de dos a tres confesionarios, dos espacios para el Sacramento del Bautismo como también para el Lavapiés y un espacio para el Sacramento de la Unción y de la Unción de los enfermos.
De esa forma, mientras transcurre el ejercicio de la Maratón se atenderán las necesidades espirituales de las almas y, al mismo tiempo, las almas recibirán las Gracias que necesitan.
¡Les agradezco por guardar Mis Palabras en el corazón!
Los bendice,
Su Maestro y Señor, Cristo Jesús
La muerte está permeada por una Ley, la Ley de la Desintegración.
Esa Ley es aplicada en el momento en que los cuerpos ingresan en el ámbito mortal y espiritual y, de a poco, son preparados para vivir el desprendimiento de toda la vida terrestre para pasar, en seguida, al principio de un juicio espiritual en donde se evalúa toda la vida humana experimentada.
Ese momento es importante porque la consciencia está delante de una síntesis y, a partir de allí, todo se define.
La muerte es el pasaje a nuevas esferas de experiencias que son acompañadas por los ángeles.
Por eso, orar al lado del moribundo ayuda en el desprendimiento de su consciencia y favorece en la elevación de su ser hacia escuelas de madurez mental, álmica y espiritual.
Si todo eso es acompañado por la oración y la unción del cuerpo corrupto por parte de un sacerdote, todo se elevará más rápidamente y ciertas fuerzas terrestres no intervendrán en la atracción de la consciencia hacia la Tierra.
La unción es el vehículo que permite la liberación total.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Sigue los pasos de las santas mujeres y también lleva contigo los aceites que ungirán el Divino Cuerpo del Señor. Camina al lado de ellas, decidido a encontrar, dentro de tí, al Amado Señor.
Sigue los pasos de las santas mujeres, siente en ellas el amor redentor que las arrebata, la constante renuncia para vivir en Dios y la confianza absoluta en el Primogénito.
Sigue los pasos de las santas mujeres que van al encuentro del Sepulcro, aproxímate junto a ellas al Sagrado Cuerpo del Señor, el que reposa entre lienzos y flores que honran Su Sacrificio de Amor.
Póstrate en el suelo como las santas mujeres, revive ese encuentro con Cristo como si fuera la primera vez.
Siente el fervor decidido de las santas mujeres, la valentía inalterable de sus corazones adoradores del Señor y quédate arrodillado ante el Altísimo Hijo.
Míralo con devoción y gozo, Él pronto resucitará de entre los muertos, y cantos de "Aleluya" serán escuchados.
Unge con tus manos el Divino Cuerpo del Señor y limpia Sus heridas.
Lava con el agua el Cuerpo del Señor y envuélvelo en la sagrada sábana de la Restauración.
Quédate a Su lado, en vigilia, y afirma la victoria del Señor por encima de todo.
Sal del Sepulcro con las santas mujeres y, en el jardín, entra en oración para esperar la Resurrección del Salvador.
Esa hora se aproxima, en la que el Cristo interno tendrá un lugar para siempre en la vida de Sus discípulos.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Dejen que Mi Espíritu los invada completamente, para que puedan comprender lo que hoy necesito.
Dejen que Mi Corazón los colme y los transforme, a fin de que en ustedes se pueda crear un nuevo ser.
Yo vengo a estar sobre Argentina porque lo necesita para este tiempo final y sus corazones también lo necesitan, para que puedan aprender a vivir en Dios y así saber cumplir Su Propósito, que llega en estos tiempos a llamar a todos los corazones, a todas las vidas que se abran para unificarse Conmigo en el Amor y en la Verdad.
Pero hoy, no solo vengo por ustedes, compañeros; también vengo por los que ya Me siguen, por los que están viviendo sus pruebas, por los que están enfrentando su transformación.
Pero sepan que todo está en su lugar, tanto lo que vive el mundo como lo que ahora viven ustedes en este tiempo de transición, en donde las almas y los corazones deben aprender a amar, como nunca antes han amado.
Por eso sean fuertes, sean valientes y den los pasos definitivos hacia Mi Corazón, Yo los ayudaré compañeros.
Yo estoy aquí extendiéndoles Mi Mano para que la tomen fuerte y sepan caminar Conmigo en este tiempo de tinieblas, en este tiempo de desafíos; en el que ni siquiera ustedes saben que es lo que sucederá de aquí a un segundo.
Por eso vivan en la Fe, vivan en el Amor y aspiren todos lo días por la Divina Unidad, para que Mi Padre los pueda recibir con Sus Brazos abiertos; para que Él les pueda entregar sus Gracias y para que en este tiempo se forje en ustedes el nuevo hombre, aquel hombre que está libre de amarras, de cadenas y de prisiones.
Permitan que el Fuego de Mi Corazón los traspase profundamente.
Permitan que Mi Luz los compenetre desde la esencia, hasta el espíritu: que todo sea modificado, que nada se cristalice, que todo se transfigure y que todo se polarice hacia la Luz, para que puedan conocer en el próximo tiempo Mi Reino; aquel Reino que Yo he hablado en tiempos pasados a los apóstoles y a todos los que tuvieron la Gracia de escuchar Mi Voz en el Nombre de Dios.
Vengo para entregarles lo mismo, Vengo para darles Mi Legado.
Necesitan aprender a vivir en la Ley y a no salir de ella. Si están en la Ley, estarán protegidos y no tendrán que sufrir compañeros.
Acepten este tiempo de transformación como algo único y ya no hagan sufrir a sus hermanos; al contrario, que ellos puedan sentir su amor, su transparencia y su humildad que deben hacer de sus corazones, que debe surgir de sus esencias, para que el viejo hombre muera y surja el verdadero espíritu; aquel espíritu que recibirá los dones de Dios, aquel espíritu que formará parte de la nueva humanidad y de la nueva Tierra.
Mientras tanto, transfórmense, transfórmense mucho, pero de verdad, háganlo por Mí y por sus hermanos.
Demuestren a Dios que están comprendiendo y ya no pierdan tiempo, porque Mi Retorno está próximo y Yo los necesitaré verdaderos; tan verdaderos, tan cristalinos como el agua que surge de las entrañas de la tierra y que les da beber de la vida, que les quita la sed, que los cura y los redime.
Compañeros Míos, sean el bálsamo de Dios; sean curadores del nuevo tiempo por medio de la oración y no de las palabras; sean servidores del ejemplo y de la caridad; que los corazones del mundo puedan sentir las expresiones de su amor, para que todo se vivifique y se redima como Dios, nuestro Padre, que está en los Cielos lo necesita.
Atraviesen, compañeros, el puente sobre los abismos y únanse en lazos de amor y de unidad para que puedan atravesarlo sin miedo y sin dudas.
Porque si su Fe es fuerte, nada les atormentará, y tendrán firmeza y coraje para poder atravesar muchos puentes más; puentes que los esperan mas adelante, en el próximo tiempo, cuando todo termine de definirse.
Hoy vengo aquí por ustedes y por el mundo, con este mensaje para despertar en cada corazón humano la consciencia del Amor; un Amor que los hará libres, un Amor que los quitará y los sacará del cautiverio en el cual puedan estar en este tiempo.
Pero sigan confiando en Mi Divina Misericordia porque así Yo siempre los ayudaré.
Mientras les hablo vengo a liberarlos de las prisiones de aquello que los acongoja, de todo lo que perturba el corazón. El tiempo que se aproxima no será fácil. No puedo prometerles la vida eterna sobre este planeta en llamas y en tribulación; pero puedo prometerles Mi Reino, mientras estén aquí, sirviéndome incansablemente.
Les pido que crezcan no solo de corazón, sino también en consciencia, sabiendo en este tiempo discernir con sabiduría; para que cada prueba que vivan compañeros, la sepan superar y no se coloquen ustedes mismos en un constante naufragio que no existe, que solo vive en la mente.
Permitan en este tiempo que la Jerarquía espiritual abra las puertas a lo desconocido y los secretos puedan ser develados, porque así sus espíritus se elevarán y no estarán tan inmersos en esta materia que los ata a la perdición y que no les permite dar el paso a la verdadera entrega.
Como a Mis apóstoles, Yo les vengo a pedir lo que es simple, lo que nace del corazón; por eso crean en lo que les digo, porque así se cumplirá.
Ya no se dejen engañar, abran los ojos para poder mirar hacia el infinito y encontrar así su verdadero origen.
Vinieron aquí a este mundo para experimentar el amor y el perdón, la aceptación, la compasión, la entrega y la consideración con el semejante.
Si el mundo no se une en este tiempo, no podrá sobrevivir; así como ustedes hoy se unieron en Mí y Yo me puedo unir a ustedes compañeros.
Hagan vivir este ejemplo a sus hermanos y a sus familias, porque lo necesitarán. En esa hora ya no podrán existir divisiones, conflictos, ni dudas. En la hora más culminante de la Tierra, deberá prevalecer la Sagrada Unidad. Eso los hará fuertes los hará invencibles y sabrán de esa forma esperarme, hasta el último segundo cuando Yo ponga Mis pies sobre este planeta.
Vengo a Argentina porque la amo y necesito de su respuesta incondicional, para poder llevar adelante Mi Obra Redentora en esta parte del mundo.
Les envié a la Mensajera fiel de Dios, para que la pudieran escuchar, ahora Yo vengo a su encuentro para que también Me escuchen con el sagrado ardor del corazón y con la devoción plena de Dios.
Vengo a traerles lo nuevo y lo que aún no conocen, Vengo a traerles lo que nunca han vivido en esta vida. Les ofrezco la comunión con Mi Sagrado Corazón, para que se animen todos los días a amar un poco más de lo que creen que aman.
Sean compasivos con los que sufren y no le reclamen, sean compasivos con los que sustentan Mi Obra y no les reclamen; porque en ellos He puesto el peso de Mi Cruz, para que la carguen Conmigo hasta el final, aunque nadie lo comprenda.
Pero Yo no dejaré solos a los que les he confiado Mi Reino, así como hoy les confío a ustedes el Reino, compañeros Míos.
Vivir para Dios es una responsabilidad máxima, pero en su fondo está lleno de Su Gloria , de Su felicidad celestial.
No quiero que en este tiempo, pierdan la oportunidad de crecer interiormente y de hacer todas las cosas por amor y no por fuerza humana. Unan sus manos y sean una sola familia, para que Nuestros Sagrados Corazones puedan estar aquí, entre ustedes, todo el tiempo.
Quisiera que fueran un espejo de Mi Corazón sobre este planeta que está agonizando y muchos no lo quieren ver.
Salgan de sus casas, crucen las puertas de sus hogares y encontrarán la realidad de la cual Yo les hablo en este mismo momento. El sufrimiento y el dolor se ha expandido sobre el mundo y en todos los seres.
Ustedes deben ayudarme a aliviarlo y a no generarlo. Ustedes deben ayudarme a extirparlo y a no crearlo. Sean generadores en este tiempo de la Divina Misericordia de Mi Corazón para que Yo pueda estar presente en los que más necesitan de la Cura y de la Redención.
A los que ya Me siguen desde hace tiempo les digo: Usen las herramientas que Dios les entregó y podrán superar todos los tiempos y todas las pruebas.
Honren el Legado que les fue entregado en sus manos durante tantos años y pónganlo en práctica, así Me ayudarán a que Mi Obra y Mi Misión se expanda en el mundo y no se restrinja por sus formas.
Beban en esta hora, de la fuente del conocimiento que les traigo y se podrán transformar; pero permítanme compañeros, que Yo pueda entrar en sus corazones y vidas y así Yo podré borrar lo que los hace sufrir y lo que los perturba.
Si el mundo escuchara Mis Palabras ya sería otro. Si el mundo viviera Mis Palabras, ya sería otro. Pero sé que eso dependerá de Mis compañeros y de Mis servidores.
Que esta misma Gracia que Yo les traigo, de forma incondicional pueda llegar a los que más la necesitan.
Hoy tendré la Gracia de bendecir una familia, en nombre de muchas más, para que la cura de Mi Sagrado Corazón se establezca en los que aspiran algún día encontrar la paz.
Hoy las ungiré con el aceite de la reparación, de la misma forma que las santas mujeres ungieron Mi Cuerpo en el sepulcro, para dar honra y gloria a su Redentor.
Hoy consagrando a esta familia, consagraré a las familias del mundo para esta Natividad; para que esta misma oportunidad de redención, de perdón y de reconciliación compañeros, llegue a las almas que desesperan y que no tienen Luz interior.
Que se puedan abrir las puertas para la cura de las almas y que todo se pueda renovar.
Que se puedan abrir las puertas a la reconciliación y que todos se puedan perdonar.
Porque Mi deseo es poder vivirlos plenamente y sin restricciones; así como lo pude vivir en muchos corazones de hombres y mujeres imperfectos, pero santos, que vivieron Mi dolorosa Pasión.
Hoy establezco, por intermedio de este aceite, la consagración divina de esta familia que he escogido a pedido de Mi Padre, para que muchas familias más despierten al verdadero amor y al perdón.
Ofrezco esta consagración por la gran familia de la Comunidad de la Nueva Tierra, y deseo, que este aceite pueda ungir a los que están enfermos en ese lugar; y deseo que sepan que no Me he olvidado de nadie y que llegaré hacia ellos a su tiempo, para llevarlos Conmigo a una nueva vida, libres de sufrimiento, libres de la perturbación, del dolor y de la angustia.
Que las alas de esas almas que están enfermas en la Comunidad Nueva Tierra se puedan abrir, porque les ha llegado la hora de dar grandes vuelos hasta Dios, el Creador.
Mi último deseo compañeros, antes de esta unción especial por las familias del mundo y por los niños, es que sepan que esperaré a Mis compañeros, a Mis seguidores y a las familias en el Reino de Aurora durante este mes de diciembre; para que puedan ver a su Señor caminando entre los naranjos, viviendo y sintiendo en los corazones que creen en la cura interior y en la redención; para que brote en ellos la Nueva Aurora, el nuevo amanecer en cada ser.
Señor Todopoderoso, que te dignaste estar presente en el Cuerpo y la Sangre de Tu Hijo, por medio de la Pasión, la Muerte y la Resurrección, Te pido, Padre, en esta noche que bendigas a la Argentina para que ella ingrese en el proyecto de Tu Tierra Prometida. Amén.
Yo les doy la paz para que la vivan, la experimenten, y la den todo el tiempo a sus hermanos.
Deseo que también lleven medallas de Mi Glorificado Corazón para la Comunidad Nueva Tierra; porque Mi aspiración es estar sobre el pecho y los corazones de Mis hijos para protegerlos y acompañarlos más de cerca.
Los bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
Y les agradezco en esta noche por haber buscado Mi paz y Mi consuelo.
Queridos hijos:
Santa debe ser la muerte corporal, que se consuma con el Sacramento de la Extremaunción. Es así como el alma, con la intermediación del sacerdote, se libera de los aspectos antagónicos y terrestres para alcanzar la Gracia de la redención.
Santa debe ser la muerte corporal, porque durante la agonía, cuando la consciencia recibe la Gracia de la Unción, los obstáculos que le impiden al alma volar hacia nuevos cielos desaparecen, ya que, en esencia, también el espíritu es bendecido por la Santa Unción.
Santa debe ser la muerte corporal, porque cuando el alma recibe, antes de partir, grandes caudales de oración, es ayudada a alcanzar nuevos escalones y toda la consciencia se eleva hacia nuevas escuelas.
Santa debe ser la muerte corporal, porque cuando la consciencia es ungida, se vierte toda la cura que el espíritu necesita para que se libere del pasado y pase a vivir en el eterno presente.
Santa debe ser la muerte corporal, porque cuando el sacerdote unge al enfermo o al agonizante, estará ungiendo al Cristo interno de cada ser. En nombre del Señor, estará abriendo las puertas a la divina e insondable Misericordia.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice y los ama,
Vuestra Madre, María Rosa de la Paz
En alegría reúno a estos jóvenes en representación de muchos más en el mundo, en donde Mi Llama Cristica se enciende para llamar a los autoconvocados, para que en esta hora crucial los soldados se agrupen y formen las primeras filas, declarando así para toda la humanidad Mi Retorno al mundo.
Quiero que sustenten la antorcha, el Fuego Sublime de Mi Sagrado Corazón.
Quiero que lleven Mi estandarte junto a las legiones de los ángeles y de los arcángeles.
Es así, queridos jóvenes, que Yo los bautizo con Mi Espíritu, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Mi Corazón se glorifica, porque sus vidas glorifican Mi Nombre, el Nombre Santo que le ha dado Dios al Hijo de toda la Creación, y Aquel que proviene de la Fuente sublime, desde donde brotan todas las Gracias y Misericordias para todos los seres de la Tierra, especialmente para Mis discípulos que hoy inician esta caminata hacia la transformación de sus vidas y consciencias, por todos los jóvenes que hieren Mi Sagrado Corazón, que está lleno de Misericordia por todos los jóvenes que deben resucitar sus espíritus por medio de la unión interna con Mi Obra Redentora para estos tiempos.
Es así que hoy decreto y declaro: en la juventud está el nuevo futuro, la aproximación de la Nueva Jerusalén, de la Tierra prometida, de la gran Consciencia espiritual y cósmica, que hará, después de la purificación de la Tierra, surgir a los espíritus que formarán la Nueva Humanidad, que volverán a sembrar la Tierra con los códigos de Mi Sangre y de Mi Agua alcanzados durante la Pasión, la Crucifixión y la Muerte.
Es así que hoy los consagro. Consagro sus vidas a la Gloria de Mi Sagrado Corazón. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Con la señal redentora de la Cruz, se extirpan los errores cometidos, y las puertas se abren para que las consciencias se eleven y encuentren en los caminos internos Mi Presencia Celestial, y escuchen en sus almas el llamado del Redentor, que los llama a formar parte de la gran celebración de esta Cena, la gran y última Cena, que anunciará la venida del Rey del Universo a toda la humanidad.
Los Coros Celestiales ya tocan las trompetas, y los espíritus que han venido de diferentes partes del Cosmos, se congregan en los cinco continentes para despertar en su interior el gran Sol que existe y que alumbra todos los tiempos, por el impulso de Mi Esencia Cristica de la renovación, de la transfiguración y la transubstanciación de todos los códigos, y a partir de hoy en ustedes, queridos jóvenes, se iluminan por Mi Presencia.
Yo los inicio en una nueva etapa colmada por el mayor Amor del Universo. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
No retrocedan jamás a lo que Yo les he pedido. Mas abran sus ojos para sentir en este lugar, en lo profundo de sus corazones, Mi Consciencia Divina.
Vengo así a abrir un nuevo ciclo en este Centro de Amor, cerrando las puertas a los ciclos que ya pasaron y preparando en sus consciencias nuevos patrones de vida que serán muy necesarios para la vida planetaria, para toda esta raza que aún duerme.
Hoy dedico este Sagrado Llamado a toda la juventud del planeta que aún no se ha animado a cruzar el umbral de Mi Sagrado Corazón, para ser renovados por Mi Espíritu e iluminados por Mi Presencia, que es la Presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Alégrense y ya no teman. Los mil años de paz se cumplirán, pero será imprescindible que la Tierra y la humanidad se purifiquen completamente.
Cuando sus corazones, mentes y cuerpo sufran, sumérjanse en Mi Divina Misericordia, porque aún Mi Manantial está abierto para aquellos que tienen sed de la Luz divina del Padre, del Amor del Hijo y de la Sabiduría del Espíritu Santo.
Hoy los estoy sacramentando a cada uno de los presentes para prepararlos para Mi esperada “Sagrada Semana” que será única, irrepetible y consciente para todos.
Como en los pueblos del pasado, anuncien al mundo que el Sagrado Señor del Amor está llegando en la esperada Semana Santa, para anunciar de nuevo Su Evangelio. Aquel que transforma las cosas imposibles, y que, de época en época, los libera de la perdición.
Es así que el Señor y Rey del Universo, en Su infinita humildad no vendrá solo a este encuentro. Él prepara el Cosmos, la Tierra y la consciencia humana para ese momento.
Bienaventurados los que creen, aún sin haber visto. Ya son merecedores de la Nueva Tierra.
Hoy el Reino de Dios se aproxima, para ayudar a la consciencia planetaria y a todos los que se purifican dentro y fuera de sus seres, para que conciban en cada una de sus vidas Mi Llama Cristica, que es la luz que alumbrará sus caminos en los tiempos de tribulación.
Hoy serán ungidos por el Sagrado Hijo, bajo la unidad con el Padre y el Espíritu Santo.
Aceite para consagrar.
Si hoy los consagro a ustedes, estoy consagrando a la humanidad para que ella pueda participar de la Nueva Tierra, de la nueva Alianza del hombre y Dios, de la consciencia evolucionada con el Infinito, el amor existente en cada uno de ustedes, unido al Padre Celestial.
Hoy cantan los coros y las alabanzas en el Reino de Dios, en el Paraíso; elevan la promesa de que los autoconvocados sean el signo visible para los no redimidos, viviendo en sí su redención.
No pierdan Mis Palabras. Coloquen la atención en lo que les estoy diciendo. La Divinidad economiza todo lo que dice, pues los tiempos son urgentes y las almas deben definirse para poder encontrar la paz, la paz eterna.
Fray Elías del Sagrado Corazón: A pedido de nuestro Señor Jesucristo, vamos a escuchar Pater Noster.
Que el Señor derrame aquí Su Gracia, para que el alma, la mente y el cuerpo sean ungidos por la Santísima Trinidad, que en sagrada triangulación desciende sobre los Centros de Luz para que las almas vivifiquen su despertar y su unión con el Divino Propósito, hasta que la paz se establezca.
¡Alabados sean los altares del Creador! ¡Que las almas se exalten de alegría, que los espíritus se regocijen, porque han escuchado al Redentor, el Hijo de la Creación, el Hijo del Todopoderoso, el Hijo del hombre y de la vida!
¡Que los discípulos se alegren y sus familiares se regocijen, porque han escuchado a los ángeles de Dios, cumpliendo la promesa de la anunciación de sus espíritus a la evolución de la Vida Divina!
Que después de esta vida terrenal sus almas Me encuentren en el Reino de Dios para alabar eternamente al Padre, junto a los ángeles y arcángeles declarando ¡Aleluya! ¡Gloria en las alturas, paz en la Tierra a todos los seres de buena voluntad y aquellos que forman parte de los ejércitos de luz, del Retorno del Cristo!
¡Que así sea! En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y el Espíritu Santo,
Os adoro profundamente y os ofrezco
el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo,
presente en todos los Sagrarios de la Tierra
y en reparación por los ultrajes, sacrilegios
e indiferencias con que Él es ofendido,
y por los méritos infinitos de Su Santísimo Corazón
y del Inmaculado Corazón de María,
os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén.
13 campanadas.
¡Gracias Señor, por cuánto nos das!
¡En este encuentro te honramos Señor!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Contempla, hoy, el misterio de la muerte de Cristo y la soledad sentida por todos Sus apóstoles y discípulos, por todos Sus seguidores, ya que muy pocos fueron capaces de comprender la grandeza de Su Crucifixión.
Contempla en tu corazón el recogimiento de Cristo, Su silencio y la incertidumbre que ese silencio causaba dentro de los Suyos.
Los que lo esperaban estaban ante una prueba de fe, estaban sintetizando en su interior todo lo que habían recibido y todo lo que habían aprendido, para colocarlo en práctica al auxiliar a los demás.
Este Sábado Santo se asemejará a la prueba que vivirá la humanidad en tiempos futuros. Ahora, aún están en la presencia de Cristo, de María Santísima y de Mi Casto Corazón; ahora aún cuentan con la Instrucción y la Guía de Aquellos que fueron enviados por el Señor para que, en la materia, lo representaran y condujeran Su rebaño a Su encuentro. Pero llegará el tiempo en que a cada uno le cabrá confirmarse y afirmar su fe. A cada uno le cabrá repartir el pan y ser el puente hasta Dios para quienes están vacíos de espíritu. Le cabrá a cada apóstol y a cada discípulo de Cristo anunciar el amanecer que llegará después de los días oscuros y, así, mantener en pie y con fe en el corazón a aquellos que deben perseverar hasta el fin, porque se comprometieron con Cristo.
Contempla, entonces, la fe de las santas mujeres de Jerusalén y cómo ellas vencieron el dolor que sentían para así vivir el puro amor que el Señor les había enseñado. Contempla la devoción de esas santas devotas de Cristo, que no solo perseveraron en el Calvario, sino que también ungieron el Cuerpo de Cristo, lo vieron resucitado, viajaron por los continentes anunciando Su Victoria y, a lo largo de los siglos, retornan al mundo, aún como santas mujeres, para perpetuar la Obra del Salvador.
Obtén tu fuerza de los misterios del Calvario, de la victoria sobre la muerte, de la fe en los días de oscuridad y de la gloria de la resurrección.
Revive la historia de tu Señor y multiplica Su Gracia y Su Bondad, siendo tú mismo la Palabra Viva de Cristo y el cumplimiento de Sus promesas.
Haz cosas mayores de las que Él hizo y cumple con Sus Palabras, así como Él lo manifestó en las Escrituras.
Renueva la Iglesia de Cristo, que no está guardada en una religión, sino en el corazón de todo aquel que tiene fe y disposición para seguir los pasos del Señor.
Aquel que te guía hacia el Salvador,
San José Castísimo
Queridos hijos:
Deseo que a través de esta misión a Colombia y Venezuela, se vuelva a abrir en los corazones necesitados, la puerta hacia la Paz.
Esta misión los une a todos a través de Mi Corazón Sacratísimo, y es por eso que necesito, hijos amados, que sean antorchas de paz para todos los que encuentren. Espero que los corazones necesitados de cura, de perdón y de redención recuperen la fe y la misericordia.
Queridos hijos, no teman por lo que encontrarán. Que vuestra llegada siembre la alegría infinita de servir a Dios y a Su Plan de salvación. Finalmente, Vuestra Madre Celeste los congrega a través del espíritu del amor y de la fraternidad, puertas que siempre podrán mantener abiertas entre hermanos de un mismo camino, del camino de Mi Hijo.
Mientras están por llegar a una tierra necesitada de perdón, descubran la fe que existe en muchos corazones colombianos. Únanse en estos días como un solo pueblo de Dios, lleno de la Misericordia de Dios y de la Redención.
Queridos hijos, desearía permanecer más días entre ustedes y Mi Hijo también lo desea, es por eso que los estamos invitando a todos los queridos hijos de Mi Inmaculado Corazón a que reciban también las bendiciones de Cristo.
Es por esta causa especial, que el día 11 de octubre a las 20.00, después de haber rezado y adorado a Cristo, el Maestro, Él vendrá extraordinariamente para dar la unción a los hermanos de los grupos de oración de Colombia.
Queridos hijos, Vuestra Madre Celeste también estará presente para acompañarlos. Este encuentro extraordinario con Mi Hijo después será publicado por Misericordia María TV para que desde Colombia el mundo también escuche la voz del Maestro.
¡Les agradezco por responde a Mi llamado!
Buena llegada a la nación que debe consagrarse a Dios.
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Santísima Trinidad,
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
os adoro profundamente
y os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre,
Alma y Divinidad de Jesucristo,
presente en todos los sagrarios de la Tierra,
en reparación por los ultrajes, sacrilegios
e indiferencias con que Él es ofendido,
y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón
y del Inmaculado Corazón de María,
os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén.
Miren a Mi Corazón sin miedo para que vuestra vida resplandezca, pues el deseo de Mi Padre es que se cumplan Sus promesas a través de todos Sus hijos en el mundo.
Para que eso sea posible, compañeros, vuestro corazón debe ser confiado, fiel y seguro dentro de Mis caminos de Luz, y no puede existir entre vuestras consciencias ninguna separación, porque así la promesa no se cumplirá.
Que vuestros corazones estén atentos, más allá de vuestras mentes y sentimientos. Que vuestros corazones sientan Mi promesa que se está cumpliendo en este momento, en este retorno que Yo vengo preparando en vuestras vidas, en silencio y oración.
Así como vuestras oraciones son escuchadas todo el tiempo, Mi Corazón también las responde todo el tiempo.
A veces, compañeros, no vivirán aquello que tanto desean porque no es Voluntad de Mi Señor. Las pruebas llegarán a vuestro encuentro para fortalecer vuestra fe y fidelidad en Dios.
Por eso, Yo necesito de corazones cristalinos que busquen todo el tiempo Mi Sagrado Corazón, y no se cansen de mirarlo porque de Él brota la fuerza para la transformación de vuestras vidas y de vuestros caminos.
Hoy los invito a que abandonen vuestras resistencias, para que las amarras se puedan desatar. Mi espada ya no podrá cortar vuestras amarras. A través de la Fuente insondable de Mi Misericordia, vuestros corazones ya saben cómo hacerlo, no solamente con la oración del corazón, sino a través del ejemplo de vuestras vidas, de una vida transformada en Cristo y por Cristo.
¿Por qué piensan que Yo no los quiero bautizar? En los planes de Mi Padre todo tiene su tiempo y su hora. Yo vengo a bautizarlos con Mi Espíritu. ¿Acaso tiene más fuerza el agua que Mi Espíritu?
Mi Espíritu está presente en todo y quiere estar dentro de ustedes para que Yo los pueda bautizar en la Gracia y en el Amor. ¿Acaso Mi Presencia en esta tarde ya no es un bautismo para vuestros corazones?
Dichosos aquellos que creen sin haber visto, porque estarán bautizados por segunda vez.
En Mi Reino no existen preferencias ni tampoco en Mis apóstoles. Por eso, Yo los vengo a transformar de a poco, para que vuestras vidas no se sumerjan en la tristeza, en la desesperación o en la perturbación de no creer que puedan conseguirlo. Si miran a Mi Corazón, todo lo podrán.
Yo vengo a ofertarles lo mejor que tengo todo el tiempo y no Me cansaré hasta que lo puedan sentir y comprender, pues Mi Corazón es esa Gracia que todo compenetra, es el bálsamo que les da la Vida, la Vida universal, la Vida inmaterial.
¿Acaso eso no es un bautismo para ustedes? Juan lo profetizó. Yo los bautizo en nombre del Espíritu Santo que es el mayor y máximo Don entre los dones, que proviene del Corazón de Mi Padre para resucitar la vida de la materia y tornarla pura en la Fuente inmaterial.
Quisiera que todos vivieran los Sacramentos de una sola vez, pero Yo vengo a rememorar que los dones de los Sacramentos son sagrados para el Padre y las almas no han sabido aprovecharlos a lo largo de la historia de este mundo.
Por eso, Yo vengo a pedir que se bauticen en nombre de Mi Espíritu; que se purifiquen, lavando vuestros pies en nombre de la redención y que sean ungidos con la Cruz de Mi Corazón en nombre de la cura y de la paz.
Pero, para que los puedan vivir, el Espíritu y los Dones que provienen de Mi Padre no pueden ser deseados. ¿Cómo el Espíritu de Dios los transformará mientras exista vuestra voluntad?
Yo vengo a despojarlos de todo, cada uno en su grado de aprendizaje. Yo vengo a reformarlos en cuerpo, alma y espíritu a través de los Sacramentos. Pero más bautizado estará aquel que lo viva en nombre de sus hermanos que de sí mismo.
Mientras estoy presente, piensen en Mí. Coloquen la atención ardiente en Mi Corazón, para que vuestras vidas participen de esta Comunión Conmigo.
Ayer les vine a dar una lección de humildad que es necesaria para todo el mundo, pues los corazones deben conocer qué es lo que deben cambiar a tiempo para no engañarse a sí mismos.
Yo vengo a traerles la Verdad, pues aunque no la conozcan profundamente porque es una Verdad que proviene del Corazón de Dios, Yo les traigo una parte de esa Verdad para que vuestros corazones, a través de Mi Sabiduría, crezcan en madurez y en consciencia.
En cuanto Mis ángeles trabajan en el mundo, Yo quisiera verlos más disponibles para llevar Mis Obras de Luz adelante. Pues mucho ya recibieron y seguirán recibiendo mucho de Mi Corazón cuando exista el verdadero equilibrio entre el hombre y Dios.
Yo les traigo una ciencia muy desconocida que, a través de Mis simples Palabras, están siendo invitados a conocer, pues Mi Vida en el Cielo es simple. No existe ningún misterio en esta Obra, solo aquel que los hombres colocan, como un sello, en el Corazón de Dios. El Corazón de Dios está abierto para recibirlos. Vuestros corazones son los que se cierran ante la Presencia de Dios y más aún ante Su Hijo.
No vengo a reclamarle nada al mundo, sino que tenga consciencia de lo que hace y de lo que piensa, para no degenerar aún más la perdición.
Les abro una puerta todos los días para que vuestros corazones se regocijen y amplifiquen vuestro espíritu en la sagrada sintonía con Dios.
A través de este ministerio de los Sacramentos, que Yo pido que vivan en Mi Nombre, vengo a traerles nuevas Gracias, pero grandes Gracias serán llevadas en los corazones que se unan al hermano que viva el Sacramento.
¿Ahora entienden cómo son las cosas? Muchas veces fueron bautizados por Mi Espíritu, pero pocos lo percibieron. Yo vengo a traerles esta Verdad porque son Mis últimos Dones que hoy derramo sobre el mundo y en todas las almas que se fortalecen en Mí para cumplir el Proyecto de Dios.
Que vuestros corazones no se acongojen, mas que vuestros ojos se abran, los ojos del corazón, para sentir Mi Vida, para ver Mis prodigios, para reconocer a Mi Espíritu que amorosamente los visita incansablemente.
Pero hoy no solo estoy aquí, estoy en omnipresencia y en omnipotencia en Aurora y en cada corazón humano que, en esta hora de insondable Misericordia, Me haya abierto la puerta del corazón, rompiendo la barrera de su resistencia interior.
No vengo a forzar nada en ustedes. Vengo a traerles una nueva Gracia que brota de Mi Corazón y de Mis Manos para todas las almas de mundo.
Ustedes son un grupo de almas constituido por Mi Espíritu de Luz. Cuando un alma se apaga, muchas más se apagarán. Es como la manzana descompuesta, en la cesta, junto a las otras manzanas. ¿Quién las salvará a tiempo, antes de que se endurezca su corazón?
Yo vengo a trabajar con vuestros obstáculos, pues algo debe acontecer en este planeta delante de todo lo que sucede. Muchos no tienen consciencia de lo que significa morir por las manos de otro, padecer hambre y no tener consuelo en el corazón, casa en donde vivir ni lecho en donde dormir.
Ustedes tienen todo. Mi Corazón les ha dado todo. ¿Qué más quieren de Mí? En cuanto el mundo sufre y las luces de las almas se apagan, ¿se arriesgarán a trabajar Conmigo y salir de vuestras comodidades?
No vengo a molestarlos. Vengo a darles Mi Mensaje de Paz y de Verdad. Las llamas del infierno arden sobre el planeta, pero aún existen Islas de Salvación. Los corazones enloquecen día a día y las mentes pierden su control. Vengo a entregarles el equilibrio del universo que se llama unidad. Si no hay unidad en ustedes, no hay unidad en el mundo.
Es hora de que salten más allá de los abismos para encontrar el Reino de Dios. Mi Corazón se consuela con los que se sienten seguros de estar en Dios y no en sí mismos. Mi Corazón se alegra por aquellos que oran con sinceridad y que, a pesar de todo lo que hoy les digo, sienten en lo profundo que es verdad, y la semilla de Luz es plantada para la próxima Tierra en los espíritus consecuentes a Mi Llamado.
En cuanto les hablo, están reunidos alrededor de Mi mesa, alrededor de Mi Altar Celestial, lleno de ángeles de Luz que glorifican a Dios todo el tiempo.
La Fuente Primordial quiere verlos pacíficos para que la Obra se pueda manifestar. ¿Qué esperan? Vengan a Mí sin miedo. Mi Corazón los abrazará. Mi Fuego los transformará. Mi Espíritu los elevará hacia el Corazón del Padre Celestial.
El Padre también necesita ser consolado por los horrores que ve en el mundo, por los horrores que ve en el mundo, lo repito porque el mundo en gran parte es un horror. Pero todo esto puede ser cambiado si ustedes Me siguen en esta hora de Misericordia.
En cuanto les hablo, los observo no solamente a ustedes, compañeros, sino a todos los que Me escuchan en cada parte de este mundo.
Vengo en serenidad a decirles todo esto porque sé que vuestros corazones pueden ser receptivos, y más tarde, cuando todo haya pasado, comprenderán.
Y ahora, por la Gracia que Me fue concedida en la Cruz, glorifiquemos a Dios, y bendeciré a cada uno de ustedes, en esta unión perfecta Conmigo a través de los Sacramentos de Luz que son el medio para que las almas alcancen la existencia.
Hijos Míos, acérquense aquí para participar de esta consagración, en armonía y en silencio, no olvidando que Mi Espíritu está aquí presente.
En cuanto los bendigo con Mi Espíritu de Vida, pidan perdón a Dios en nombre de la humanidad, por todos los tiempos que vendrán, para que la Obra del Hijo de Dios se cumpla a través de Sus Gracias que son derramadas sobre todos los corazones y almas que sinceramente buscan la redención.
Después de que Mis prodigios fueron derramados en cada uno de estos elementos, los vuelvo a bendecir como parte de esta única humanidad que debe vislumbrar, en el horizonte cercano, la Nueva Tierra.
Dichosos los que lloran, porque serán consolados por Mí.
Dichosos los que se arrepienten, porque verán nacer su nuevo espíritu.
Dichosos los que perdonan, porque encontrarán la paz.
Dichosos los que se unen, porque vivirán en Mi hermandad.
Dichosos los que se alegran, porque vivirán en la felicidad de Mi Corazón.
Dichosos los que se liberan, porque encontrarán su libertad.
Dichosos los que son misericordiosos, porque verán la Luz.
Dichosos los que se reconcilian, porque estarán en la Unidad de Dios.
Dichosos los que oran, porque serán premiados en el Cielo con las doce Coronas del Rey.
Ahora escucharán una canción que colmó Mi Corazón durante la Sagrada Semana, pues en esas palabras, por más simples que parezcan, se encuentra el sentimiento de amor verdadero por Mi Corazón.
Delante de las aflicciones que Me genera el mundo, Yo les entrego Mi Divina Misericordia para que, en los tiempos que llegarán, sean verdaderos apóstoles de Mi Corazón.
Ahora escuchen y sientan, para comprender lo que les pido.
En cuanto Me elevo a la Casa de Mi Padre, donde les espera un lugar para la próxima vida, Yo los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Deben ser como niños para entender Mi Reino, pues ellos son los primeros que entran en el Paraíso.
Les agradezco y les doy Mi Paz. ¡Aleluya!
Sonrían, compañeros, pues eso forma parte de la cura que les irradia Mi Corazón para estos tiempos de crisis. Quien sonríe de alma, sonríe de espíritu y Dios ve reflejado, en vuestros rostros, Su Proyecto original.
Paz para todos.
Que así sea.
Canción: “Tu és o Rei”.
Queridos hijos:
Mientras Jesús nuevamente se prepara para resucitar en espíritu dentro de la consciencia de cada ser que se abra para vivir la redención, vuestra Madre Celeste ya se encuentra al lado del sepulcro esperando, en oración y vigilia, que el Redentor y Rey de reyes libere a las almas presas de la condenación y del martirio.
Por eso, hijos, como las santas mujeres de Jerusalén, aquellas que fueron absoluta e incondicionalmente fieles al Maestro, Yo los invito hoy a imitarlas, para que en los momentos en los que la humanidad viva su peor infierno siempre exista, dentro y fuera de ustedes, una chispa de luz y de esperanza, esencia que reforzará el espíritu de los autoconvocados.
El Maestro reposa en Su lecho, rodeado por el incienso y las flores violetas y ungido por los aceites de luz que restauran Su Cuerpo martirizado. Su Espíritu, en estos tiempos, trabaja ampliamente y combate, junto a los ejércitos angelicales, todas las expresiones del mal.
Hijos, prepárense, vigilen y sigan orando para que el Redentor de almas, fuera del sepulcro, los encuentre bien despiertos y entonces ponga fin al cautiverio humano.
Queridos hijos, como las santas mujeres, esperen la resurrección de vuestro cristo interior, el que a lo largo de los años fue oprimido, negado, juzgado y sometido a las fuerzas de la distracción, del descontrol, del deseo y de la superflua vida materialista, impidiendo que él despertara. Actúen inteligentemente y abandonen la prisión en la cual se colocaron. Vuestros cristos internos resucitarán por segunda vez, después de haber soportado todos los horrores de una vida de ilusión, vacía de espíritu y de amor.
Por eso, hijos, prepárense antes que llegue el gran momento de la purificación de sí mismos, cuando vuestros espíritus internos ya deberán estar fortalecidos por el fuego de la oración, del servicio y por la confirmación permanente al Plan de Dios.
Ya no hay más nada para hacer, solo esperar la resurrección de Cristo dentro del sepulcro de vuestros seres.
Atentos a Su llegada, cantarán aleluya dando gracias a Dios por haber tomado consciencia de cuánto tiempo perdieron en la vida material. Y por aquellos que aún están presos entre las cadenas de la tentación y de la lujuria desenfrenada, recen, porque por vuestro acto y oferta de amor, Cristo también intentará ir al encuentro de los perdidos.
Hoy es Sábado de Aleluya, los ángeles ya cantan: ¡el Salvador resucitó!
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los espera fuera del sepulcro para la resurrección del Señor,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Las Promesas Reparadoras de la Virgen Santísima
Sigan rezando el Rosario todos los días, porque así como Yo una vez lo pedí en Fátima, ahora se los pido a ustedes.
Mis queridos hijos, sí así lo hicieran habrá un tiempo mayor de paz entre vuestros corazones y el mundo; especialmente Mi Paz Maternal colmará a las almas que desistieron del camino de la consagración a Dios.
Rezo día y noche por ustedes; en este tiempo Yo prometo grandes Gracias para aquellos que busquen a Dios por medio del poder de la oración. Si la humanidad no prestara atención a Mis pedidos un tiempo más difícil llegará para todos, el mundo se oscurecerá rápidamente y muchos no podrán ver la luz del sol.
Pero si, por el contrario, las almas que hoy viven sobre la Tierra –Yo quiero decir todos los corazones– se unen a Mi Corazón como un solo pueblo espiritual de Dios, especialmente si todos los líderes religiosos establecieran el ecumenismo de Cristo, Yo prometo que antes de la venida de Mi Santo Hijo muchas almas que están presas y muertas en vida sabrán quiénes son y de dónde han venido, como también sabrán para qué han nacido en este tiempo.
Pero si todas las religiones no cumplieran con Mi pedido, decisiones espirituales injustas caerán sobre muchos y la humanidad quedará sin instrucción espiritual. Para que eso no suceda, Yo vengo en este último tiempo a pedir la consagración de todos Mis hijos al Inmaculado Corazón; quien lo hiciera bajo el espíritu inmaculado de la paz, Yo prometo esperarlo en las puertas del próximo mundo, o sea, en el paraíso.
Aquellos corazones que pronto se arrepientan y busquen la comunión reparadora en los próximos cinco primeros sábados del mes, serán bendecidos por la fuerza del Espíritu Santo; dichos corazones resplandecerán de luz ante la oscuridad, serán corazones crísticos.
Deseo desde ahora que todos escuchen Mi llamado, porque si la humanidad no dejara de cometer malas acciones, principalmente sobre los reinos de la naturaleza, la ley que proviene de lo Alto reordenará la vida planetaria y muchos padecerán lo que no merecerían, por la obra y la acción de los no creyentes.
Yo prometo a quien ore de corazón todos los días, que me ayudará en el despertar de la fe y de la paz en los que la han perdido, especialmente en los que nunca se abrieron a ver la Luz de Cristo.
Pido en esta era una especial devoción al Corazón Sacratísimo y Misericordioso de Cristo; quien la profesara y la viviera de alma y de corazón, Yo prometo que no me olvidaré de su alma en la hora de la muerte. También en la última hora de vida, Yo ungiré con el Aceite de Vida a toda su familia y Mi Hijo no será vuestro juez, sino que será vuestro intercesor ante el Altísimo.
Quien cumpla Mis pedidos podrá formar parte de Mi Sagrado Ejército Mariano; Yo vengo para despertar la consciencia dormida de la humanidad, vengo para decir que ya llegó el tiempo del Apocalipsis.
Un tiempo mayor de Gracia y de Misericordia llegará para el mundo entero, si solo cumpliera al pie de la letra cada uno de Mis pedidos. Si alguno de Mis pedidos no fuera contemplado, la humanidad finalmente conocerá la causa oculta y eterna que la ha condenado al fuego del infierno.
Pero si existiera un espíritu de perseverancia, de fe y de alegría de parte de ustedes, les prometo que los ayudaré hasta en los momentos difíciles, porque a través del poder de Mi Hijo los libraré de todo mal.
¡Atención a Mis palabras!, porque Mi Amor Maternal vendrá a socorrer a todos los que se sorprenderán con inusitadas noticias humanas.
Ahora solo les bastará mirar hacia Dios y contemplar Su Majestad a través de los Sagrados Corazones. Solo les pido que mediten en todo lo que les he dicho, porque ya no podré repetirlo nuevamente.
¡Bendigo a toda Barcelona y le agradezco, porque una ciudad más ha respondido a Mi llamado!
Los espero a todos el 21 de Mayo para una bendición especial.
¡Paz para todos, ahora y siempre!
María, Señora del Santísimo Rosario y Profeta de la Paz
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más