Maratón de la Divina Misericordia
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO, EN MONTSERRAT, BARCELONA, ESPAÑA, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, PARA EL PRIMER DÍA DE LA 115.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

He aquí el Vivo, Soberano y Eucarístico Corazón de Jesús, que como un Sol del Universo esparce Sus Rayos sobre el mundo y en toda la humanidad para poder transmutarla y redimirla.

Les expongo hoy Mi Eucarístico Corazón a aquellos que lo quieran contemplar, como un portal que supera todos los límites de la consciencia, como un portal que supera todas las barreras y obstáculos; porque Mi Eucarístico Corazón, el Corazón Sacerdotal de Cristo, es el fundamento del Amor de Dios por las almas, por todas las criaturas.

No hay nada que impida que las almas lleguen a Mi Corazón. No existen barreras ni límites, porque si las almas son en Mí, Yo Soy en ellas y así se establece la divina unidad.

He aquí el Eucarístico Corazón que ha derramado la Sangre por las almas del mundo en el madero de la Cruz, en lo alto del Monte Calvario.

Cada gota de Mi Sangre derramada fue un código de renovación, de cura y de perdón. Invoquen el poder de la Sangre de Jesús en estos tiempos en los que el mundo vive su propia oscuridad, en los que muchas almas son condenadas injustamente.

Yo Soy el Eucarístico Sol que nace en el horizonte; para que, después de los tres días de oscuridad, la humanidad vuelva a levantarse, a erguirse y a elevar su mirada a los cielos para ver venir al Hijo de Dios entre las nubes, como el Cristo entre los Cristos, como el soplo poderoso de la esperanza renovadora que traerá gozo en los corazones que, a pesar de todo, tengan fe en Mí.

Contemplen el Eucarístico Sol de Mi Corazón, hoy una vez más ofrecido al mundo como expiación por todos los errores y pecados cometidos hasta el presente; porque sé que desconocen el Amor de Dios, porque Su Amor es tan grande y tan infinito que sus vidas no lo soportarían.

He aquí el propio Dios Vivo que estuvo presente entre los hombres y mujeres de la Tierra para predicar, curar, sanar, exorcizar y liberar a las almas del mundo.

He aquí el Dios que encarnó en un humilde pesebre de Belén, oculto a la vista de todos, adorado por los más simples y humildes, reconocido por los ángeles del Cielo y de todo el universo.

Confíen en el poder de la liberación, porque el mundo necesita ser liberado de sus agonías y culpas.

Mi enemigo ha impuesto sus garras sobre muchos de los Míos, pero confíen porque Yo triunfaré, así como el Misericordioso Amor de Dios triunfó en la Cruz para enmendar los errores desde Adán y Eva hasta el fin de los tiempos.

Por eso, estoy aquí, compañeros, para dar continuidad al triunfo del Amor de Dios en todas Sus Criaturas.

¡Cómo quisiera que el tiempo no pasara, para no tener que despedirme de los Míos! Porque sé que la hora del Huerto Getsemaní le llegará a cada uno de ustedes, así como le llegó al Señor. Y en esa hora, el Cáliz del Sacrificio le será presentado a cada uno; ¿lo beberán, así como Cristo lo bebió en la noche de Jueves Santo?

En la mayor soledad está la mayor fortaleza, porque Dios los hace crecer en Su Amor Infinito y Cósmico, un Amor capaz de perdonar al enemigo para que también se pueda salvar.

Quiero que sean parte del Sol de Mi Corazón, quiero que sean parte de Mis Rayos, que penetren las capas más oscuras de la ilusión del mundo, del dolor y del sufrimiento, para que muchos más en Mi Nombre, en el Nombre de Jesús, se puedan salvar, así como ustedes fueron salvados por Mí en el principio.

Hoy, uno los tiempos y las dimensiones, uno los planos y las consciencias, uno a todos en el Creador, el Dios del universo y de la vida, así como el Hijo se unió al Padre en la Cruz.

Sean fuertes y persistan, la cruz podrá ser pesada, pero Mi Amor siempre los renovará, los sacramentará, les dará la vida eterna, porque es el Amor de la Fuente que los lleva a la verdad, que les trae sabiduría y entendimiento en estos momentos críticos.

Tengan fe y sigan adelante, den el paso y represéntenme en este mundo tan necesitado del Señor, así como Yo necesito de los Míos; porque por más que esté en los Cielos o en el corazón de este universo, Soy parte de la humanidad.

Me acerco a los que más Me necesitan, escucho a los que más Me suplican, les respondo a los que confían en Mí.

No le tengan miedo a la cruz. No le tengan miedo al fin de los tiempos. No hay cosa más grande que ustedes puedan vivir que la que Yo viví por ustedes en lo alto del Monte Calvario, en donde Dios Me dejó solo, por un momento, para que Yo muriera por Mis compañeros.

Y, así, de la aparente muerte o derrota de Cristo, naciera, creciera y diera frutos el Árbol de la Vida, renovando el principio de este Proyecto a través del Amor y del Perdón.

He aquí el Dios de la Misericordia que unge con Su Luz a los que creen en Él y no se desesperan. Porque si ustedes tienen parte en Mí, Yo siempre tendré parte en ustedes y, a pesar de lo que suceda o a pesar de lo que vivan dentro o fuera, nadie, nadie, los separará de Mi Amor; porque Mi Amor es fidelidad, Mi Amor es obediencia, Mi Amor es verdad que libera a las almas del mundo.

Lleven este Mensaje en lo más profundo, para que lo vivan y para que Me representen.

En este día, una vez más, les vuelvo a otorgar el Sacramento del Sol Eucarístico de Dios y de la Unción a sus cuerpos, para que tengan vida en abundancia.

No pierdan la fe, Yo Soy el que Soy, Soy el Alfa y el Omega.

Hoy, dejo expuesto el Eucarístico Corazón de Jesús en lo alto del Monte Calvario, para que Israel y el mundo se santifiquen a través de los que aspiran a estar a los pies de la Cruz de Cristo, así como estuvo Mi Madre, Juan y las santas mujeres, viviendo Conmigo la entrega mayor del Amor y de la Renuncia por la salvación de todo el género humano hasta el fin de los días.

Mi Manto los abraza a todos, Mi Manto los protege; Mi Mano los conduce y los guía hacia la Casa de Mi Padre. Porque, después de esta experiencia en la Tierra, volverán a sus orígenes, recordarán sus historias y pasajes Conmigo, en cada momento de su trayectoria interior. Y así, en ese día que ya está escrito, verán ante ustedes los tesoros que Yo les He confiado a través de la vivencia de los Sacramentos.

Benditos sean los que perpetúan el Legado de Cristo a través de la Eucaristía y de los Sacramentos, porque serán llamados, en el Cielo, Hijos de Dios y siervos de Cristo.

No dejen que Mi Amor muera en el mundo, especialmente en las almas. Es hora de salvar a los que ya no confían en Mi iglesia y que han colocado una barrera entre Mi Corazón y el corazón de Mis hijos.

Por eso, vengo a renovarlo todo, así como lo renové en Jerusalén en el Viernes Santo a las tres de la tarde, cuando, en la aparente derrota y la risa de los fariseos, la tierra tembló, los muertos resucitaron, el Templo se rasgó y Dios mostró Su Poder a través de Su Hijo. Y, en esa hora, el mal fue extirpado del mundo durante tres días, y así también lo haré cuando retorne.

Pondré fin a lo que separa a Mis hijos de Mi Padre; porque Él los ama tanto, que sé que no lo comprenden ni lo saben. Su Amor los ha traído aquí, a este momento, a Montserrat, para demostrar una vez más Su Misericordia por ustedes y por el mundo.

Celebremos, en renovación y en vida, por todos los que su Señor espera que puedan retornar a la Casa de Dios; para que Mi Corazón ya no sufra una agonía por los que se apartan, por los que se pierden, por los que sufren, por los que no ven la Luz ni sienten el Amor de Dios.

Es hora de que se viva Mi Amor Crístico.


Adonai, Shalom, Balakthi,
oh, Señor de la Misericordia,
escucha a Tu Hijo.

Eli, Eli, Balakhti,
escucha la Voz de Tu Siervo.

Elohim, Salohua, Iod,
acepta Mi sacrificio, Señor,
para que todos se salven en Tu Nombre.

Amén.


Mis días con ustedes ya están contados.

Que Mi Amor haga milagros y renueve la vida.

Les agradezco, por estar hoy aquí Conmigo, de verdad, así como son, sin esconderse; porque Yo no veo los errores, Yo contemplo los Tesoros de Mi Padre en sus esencias.

Vayan en paz y tengan fe.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Maratón de la Divina Misericordia
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS, DURANTE LA 30.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA, EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN

¿A qué le temen? Cuando Yo estoy presente la Luz reina y la oscuridad se disipa de los espacios más profundos de todos los seres. 

¿Por qué temen? ¿Acaso el Poder que Dios Me ha dado no es más fuerte que mil ejércitos?

El Poder que viene de Dios es invencible pero no puede ser tentado por nadie.

El ángel caído aún no ha salido de su abismo porque todavía falta que Yo retorne para entregarles Mi Victoria y Mi Paz. 

Yo los llevo a todos por un largo desierto y algunos temen morir en el camino por tanta sed.

Yo Soy ese gran Espejo de Agua, Soy ese Oasis que está en la mitad de sus caminos para salvarlos y darles de beber de la última Agua de Vida que todo salva, que todo redime y que todo sana.

Aún están a las puertas de ese gran desierto que Yo los invito a cruzar a través de las experiencias y de las pruebas. ¿Acaso no confían que Yo pueda estar allí para ayudarlos?

Hoy estén postrados como Yo una vez lo hice en el Getsemaní.

La soledad forma parte de la prueba de todos los iniciados. Si Yo, que Soy vuestra Vida, lo padecí, ustedes también, pero no en el mismo grado como Yo lo sufrí por ustedes y por todo el mundo, hasta los tiempos de hoy. 

No hay hacia donde puedan escapar, compañeros. El Armagedón es la puerta de entrada al Apocalipsis, que muchos creen que aún no ha llegado pero que se desenvuelve de una forma arrasadora en esta humanidad. 

Yo Soy ese Sagrado Corazón que los consuela, que los conmueve, que los une con el Padre Celestial.

Las espinas de Mi Corazón son la muestra de la gravedad del mundo y de todos sus moradores.

El yugo es fuerte en estos tiempos pero no hay qué temer, trabajen por Mi Padre y junto a Mí, para servirme en el nombre del Amor, del Amor Infinito. 

Hoy se desata en el mundo la gran y primera batalla espiritual, que no está en la visión,  ni al alcance de todos.

Por eso he venido en esta noche para confortarlos, para darles a beber de Mi Agua, que no los hará morir sino renacer en espíritu, en unión Conmigo. 

Son tiempos difíciles y se volverán cada vez más difíciles, pero necesito que se aferren a Mi Corazón para que puedan estar en el Corazón de Mi Padre.

También sufro por tantas crueldades, por tantos desánimos, por tantos pecados; pero Yo morí por ustedes en la Cruz y Me fue concedida la Misericordia de Dios.

El mismo Dios se hizo clavar en la Cruz por ustedes para que no se perdieran. Pero esta experiencia parece no ser suficiente para esta humanidad de hoy, que en la consciencia profunda cree que el Maestro fracasó.

La victoria está en la fuerza del Amor verdadero e invencible que proviene de la Fuente de Mi Padre y que regenera todas las cosas, las cosas más perdidas. 

Si sus caminos alguna vez se desvían de los Míos, sepan que pueden retornar.

¡Cuánto amor tengo para dar a las almas y pocos lo aprovechan!

¡Cuánto tiempo tengo Mis Brazos abiertos y extendidos hacia ustedes para acogerlos y pocos Me abrazan!

¡Cuánta paz puedo entregarles y pocos la buscan!

Les di los Sacramentos, las señales de la salvación para que pudieran vivirlos una y otra vez; porque el cuerpo puede morir pero el alma vive en la eternidad.

Es a sus almas que no deben fallar, es a sus espíritus que no deben lastimar por sus acciones, por sus dudas, por su poca fe.

Yo sé que muchos no se animan a cruzar este desierto tan extenso y duro.

Quien confía en Mi Misericordia se salvará y no estará perdido. 

Hoy vengo como el Jesús de la Divina Justicia para el mundo.

Mis Manos siguen llagadas por las faltas del mundo, por la soberbia, por la arrogancia, por la falta de penitencia. Pero Yo les doy la fuerza para reconstruirlos, para sanarlos, para renovarlos una y otra vez. 

Estoy a las puertas de ese desierto para acompañarlos, pues muchas almas no sabrán cómo caminarlo porque no tienen la guía interior. Pero Yo Soy ese sendero que los llevará al Padre, a la casa del Padre Celestial en donde no existe el miedo, no existe la oscuridad, solo reina el Amor. 

Me ofrecí al mundo para que llegaran a Mi Padre, para que ascendieran hacia lo más alto. Muchas veces sus cuerpos no lo quieren, pero no se amedrenten, todavía el universo es dual y la experiencia es viva para todos.

Pero si existe el amor entre los Míos, nada pasará, porque donde está el amor verdadero y no orgulloso Yo estoy presente. Tal vez no Me podrán ver ni sentir en los momentos más cruciales, pero cuando la batalla esté en pleno auge, Yo estaré presente para apoyarlos. 

Viví por ustedes la primera guerra de la Redención a través de la Pasión y de la Cruz. Yo les enseñé cómo hacerlo en el silencio, en la entrega y en la confianza en Dios, pero muchos no quieren hacerlo porque temen fracasar.

La no resistencia será su cordial hermana, la que los fortalecerá para vivir las pruebas, así como están escritas. Si no se purifican no pueden llegar al Reino de Dios. 

Adán y Eva salieron de este proyecto durante el Génesis y desde ese momento, el pecado original se cultivó en el corazón de los hombres y de las mujeres de la Tierra.

Llegaron los Patriarcas para enderezar los caminos de la humanidad.

Llegaron los Profetas para anunciar la salvación del mundo a través de Cristo.

Llegó María, vuestra Madre, para acompañarlos en el amor y en la fe; si esa mujer tan simple decidió vivir los poderes del Cielo, abrazándolos con fervor y devoción, aceptando la Voluntad del Padre, ¿por qué ustedes no lo hacen? 

Todo lo que se muestra en sus caminos es parte de una experiencia.

La santidad es la meta de los nuevos cristos, de los nuevos corderos que irán a diferentes mataderos; pero nadie irá al matadero así como Yo fui, por cada una de las esencias a las  que les faltaba la paz y la reconciliación.

Mi Sangre fue vertida sobre el mundo y pocos la adoraron; es la Sangre de Dios hecha carne que se entregó por la Redención.

La luz de los misterios es para todos sin excepción; los misterios de la Sangre vertida, los misterios de la Cruz, de la Pasión, de la Agonía y de la Resurrección, fueron y son para que el mundo pudiera dar sus pasos hacia el Señor. 

Mientras les hablo contemplo el mundo que agoniza y otros festejan su propia realización. ¿Qué es más valioso: Que una humanidad se salve, o que una nación se desarrolle por sus pobres poderes? Las armas fueron creadas para instigar a los corazones, para crear el miedo y la persecución.

Si están unidos a Mí podrán morir, pero sus espíritus siempre resucitarán. La victoria se encuentra en el Amor, en la Unidad que es encomendada por Mi Padre a todo el Universo. 

Mientras les hablo camino en el desierto junto a ustedes, así como lo hice con los doce para mostrarles dónde se encontraba la verdad.

Que sus corazones se pacifiquen, se calmen, que sean mansos y amorosos. Sus semejantes podrán fallar, pero su amor no podrá desaparecer.

¿Cómo estaré Yo presente en ustedes si no está la Fuerza del Amor que todo lo mueve y que todo lo recrea para que las almas crezcan en el Amor de Dios? 

Hoy consuelo a los que han caído, los que no consiguen levantarse del suelo por sus propias experiencias. 

Hoy los bautizo así como Juan Me bautizó en el Jordán y les confío la alegría de vivir esta experiencia que muchos no comprenden porque es desconocida.

No pierdan la esperanza, que su fe no sucumba, pues hoy el Rey de Dios, el Hijo del Hombre, el Siervo del Altísimo pisa con Sus Pies lo que causa el dolor y la amargura en los corazones, liberándolos de los pecados, de las tentaciones, de los desvíos.

Les entrego Mi Fe que es lo que puedo legarles. No dejen de buscarme, pues muchos corazones Me necesitan a través de Mis verdaderos discípulos. 

Hoy traigo la serenidad y la calma, pues las batallas no terminarán, y cada vez muchas más almas deberán sumarse para que ese Ejército de Luz nunca decaiga.

Vuestra Madre corre al desierto para refugiarse, así como lo dijo Juan; ustedes también deberán hacerlo antes de que llegue el mal tiempo. Muchos se sorprenderán por no haberse preparado. 

Los Sacramentos serán las llaves para entrar en ese refugio, así como la oración y la vigilia.

No deben perseguirse, no deben amedrentarse, sino estar al servicio de lo que Dios necesita para la humanidad. Pues en este Libro que hoy llevo entre Mis Manos, son pocos lo que se han comprometido, aunque podrían ser muchos más, si todos caminaran en la fe. 

Yo los amo, los bendigo y los bautizo en la indulgencia concedida por Mi Divina Misericordia. 

Adoren al Señor, adoren a Adonai. 

Padre, que confiaste a Tu Hijo el misterio del sacrificio por el mundo, ayúdalos Señor para que se vuelvan a erguir en Tu Nombre Santo.

Así como enviaste al Huerto Getsemaní a  centenas de ángeles para que Me auxiliaran, así Señor levántalos del suelo cuando caigan.

La carne es débil pero el alma es fuerte, creada a Tu semejanza, creada en el nombre de Tu Amor.

Adonai, nutre los espíritus, eleva a las almas a Tu Reino, a Tu Vida, a Tu Corazón. Disuelve el dolor del mundo, reconstruye Tu Proyecto por aquellos que te escuchan a través de Tu Hijo. Amén. 

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén. 

Cristo Jesús Glorificado

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Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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