El Sagrado Llamado
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, PARA EL SAGRADO LLAMADO DEL DÍA 17

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Mi Voz hace eco en el silencio más profundo del universo, en el que los mundos internos Me pueden escuchar y reconocer. Es en ese profundo silencio del universo en el que el Padre busca la respuesta a través de la sabiduría, de la ciencia y del entendimiento.

El silencio permea las capas más profundas de la consciencia, de la vida y de toda vibración, porque en ese silencio más profundo del universo se encuentra la respuesta de Dios, la que muchas veces intentan encontrar o aun poder escuchar.

Para que la sabiduría permee la vida, el silencio es el preámbulo. Esto aparta la consciencia de posibles errores, porque la Sabiduría de Dios es la certeza y la convicción de Su Espíritu, que lo sabe todo, que lo conoce todo y que todo lo impulsa, en esta y en otras dimensiones. Sin esa Sabiduría Divina e Interna, la vida interior no tendría sentido.

¿Qué fue lo primero que el Padre manifestó en esta Creación? Fue la ciencia de Su Vida Interior, que impulsó la Creación y todo lo creado posteriormente. Allí se encuentra esa matriz. Allí se revela ese Propósito para todo lo que existe, para todo lo que vive y vibra en este universo.

Cada elemento como cada partícula, cada átomo como cada célula, dentro de esta ciencia cósmica cumple un propósito y un deber, porque existe para poder reflejar la Voluntad del Padre, así como los santos ángeles lo hacen en el Cielo y en la Tierra.

En este macrouniverso de vida, en este espacio de existencia, de evolución, cada elemento, partícula o vida cumple su Propósito en la manifestación del espíritu, de la mente y de la materia.

Es en esta comunión perfecta, es en este alineamiento con lo superior e interior, en donde la propia consciencia debe estar conectada, unida y hasta fundida con la Creación, para que así el Principio de Dios, que es inmutable, manifieste, revele y construya Su Voluntad en todo lo que fue creado por Él mismo en el principio.

Dentro de esta infinita Creación deben contemplar el Propósito y el Origen para poder trascender los acontecimientos, los hechos o aun las heridas.

Si sus consciencias no viajan en el espacio-tiempo, en donde vibra y existe la Vida Divina, el Gran Propósito que creó a esta existencia, a todos los universos, dimensiones y planos, ¿cómo podrán superar el final de los tiempos?

Es hora de mirar hacia lo que es esencial dentro de sí mismos, porque allí está la respuesta, allí está el próximo paso, apartado de las ideas y de los pensamientos, de todo lo que podrían creer que es mejor.

Dios no se encuentra allí. Él se manifiesta y se presenta a las almas a través de Su Soberano Silencio y de Su infinita Vida Divina e Interna, para ir construyendo a través de ellas Su Voluntad. Hoy es el tiempo de que vivan esto, no solamente que lo reciban o lo escuchen.

Recuerden que Mis Palabras graban un código, registran un impulso en el éter del planeta, para que esta humanidad malherida pueda resucitar espiritualmente y comenzar de nuevo con esperanza, con la llegada del porvenir, el advenimiento de Cristo.

Ustedes deben pensar como los ángeles, ustedes deben sentir como los ángeles, así se darán cuenta cuánto aún es necesario sublimar y trascender.

Pero en el origen de esa existencia, en la que está presente el Todo, y vibra y está presente la vida interior, es en donde se espeja con poder el Amor del Padre, que en este universo coloca todo en su lugar, pero no con Justicia sino con Misericordia, a través de una Sublime Sabiduría para que todo lo creado aprenda a evolucionar y a crecer.

Deben imitar a la naturaleza que Dios les manifestó, sus ciclos de recogimiento, así como sus ciclos de expresión y de expansión; porque, así como brota la semilla para que algún día nazca el fruto, así la vida pierde sus propias hojas y una vez más vuelve a brotar y a resurgir tan fuertemente, a través de la Luz que recibe del Cielo, que fortalece el espíritu y expresa la entrega en los que viven en fidelidad al Señor, Nuestro Dios.

Hoy, quiero dejarlos en ese nivel de consciencia; porque, cuando Yo ya no esté entre ustedes, deberán buscar dentro de ustedes mismos, de forma impersonal y madura, la fuerza del amor y de la fe, ese mismo estado interno que hoy les presento a todos, a pesar de las diferentes escuelas que están viviendo.

Pero no se olviden de lo que Yo les enseñé a Mis apóstoles y al pueblo de Israel: que a los Ojos de Dios todos somos iguales; para Dios no existen mejores ni peores, buenos o malos, despiertos o dormidos. Dios sabe quién es cada ser en su existencia interior.

¿Será que ustedes consiguen valorar esta dádiva, así como Dios la valora con Su amplitud y amor?

Así, aprenderán a ver al otro con los ojos del alma y no de la mente. Así, podrán reconocer entre las miserias al Cristo Interno, esa pequeña chispa de Luz que Dios colocó en cada hijo Suyo para que, en esta vida y en este universo, cada uno pueda dar vida en abundancia.

Creo que ya estamos ante la posibilidad de dar ese paso que hoy les pido, para poder salir de la conflictiva tercera dimensión e ingresar en el tiempo de la Hermandad, en el que todos son considerados, en el que todos son contemplados, en el que todos son escuchados sin ser juzgados; porque si Dios hubiera colocado Su vara sobre ustedes, no estarían aquí.

¿Ahora, comprenden que Su Amor Infinito no se mide por los prejuicios; y que Él, el Todopoderoso, como Padre de Brazos abiertos y de Corazón expandido, quiere tenerlos cerca para que cumplan Su Voluntad?

¡Cuántas, pero cuántas almas necesitan esto y no lo tienen!

Estén atentos para reconocer con gratitud esta Gracia; para que, en ustedes, algún día que no sea muy lejano ni distante, pueda nacer el sabio Cristo Interno, aquel que no mide con una vara, sino que ama a través de sus acciones; el Cristo Interno que acoge a través de su corazón y que es capaz de sentir al miserable como parte de su propia miseria, porque esto fue lo que Yo viví por ustedes.

Abracen con fervor Mi Llamado y recíbanlo también como una bendición, como la oportunidad de abrir una nueva puerta, que con esperanza mire al futuro y con determinación cierre la puerta del pasado para que no se pierdan en las cosas superficiales.

Porque en verdad les digo que sin amor nada es posible. ¿Cómo están los grados de su amor? ¿Dónde el amor actúa en ustedes? No lo olviden.

Que la Sabiduría de Dios los fortalezca. Que el Amor de Dios los levante para que caminen decididos hacia el Propósito, aquel Propósito que está escrito en el Corazón de Dios, porque es a Él al que le debemos honor y gloria.

Les agradezco a los que se empeñan y se esfuerzan en transformarse, a los que todos los días son capaces de mirar la Luz del Rostro de Jesús para ser bendecidos.

Que la paz promueva la paz y que la paz les conceda la unidad y la fortaleza a quienes le dicen sí a Cristo.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO EN EL OCTAVO DÍA DE LA SAGRADA SEMANA, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Inspiramos y agradecemos la Presencia de nuestro Redentor.

Por un momento, cierren los ojos.

En este último día de Gracia y de celebración regresemos, en consciencia, a Tierra Santa y véanse allí, con los hombres y mujeres de Jerusalén y de toda Galilea, buscando las huellas del Pastor que llama a sus ovejas para que lo sigan.

Algunos recordarán los hechos de Mi vida pública, otros recordarán los pasos del Calvario, pero todos encontrarán a Cristo, Aquel que recorrió Tierra Santa para llamarlos a vivir el Amor redentor.

Algunos recordarán la multiplicación de los panes y de los peces, otros presenciarán el llamado a los apóstoles en el mar de Galilea.

Pero otras almas estuvieron en donde estuvo el Señor, predicando y enseñando, curando y sanando las heridas más profundas de la consciencia humana.

¿Cuántos de ustedes se sentaron a los Pies del Señor, en la casa de los justos o en la casa de los pecadores?

En aquel tiempo, la humanidad nunca hubiera podido comprender Mi tarea hasta que Yo no cargara la Cruz.

Quiero que se sientan, como en aquel tiempo, llamados por Mí para que, en este momento, lleven adelante Mi convocatoria, pero ahora una gran convocatoria al mundo entero, a todas las tribus que salieron de Israel, se expandieron por todo el mundo  y aprendieron de las Enseñanzas de Cristo por medio de la Palabra de Dios.

Hoy hago un puente en el espacio-tiempo para que recuerden su compromiso Conmigo; pescadores, mujeres, ancianos, jóvenes y niños, presentes en la historia del Redentor, dentro de la experiencia de Su Corazón.

¿Cuál sería la razón de Yo venir al mundo en este momento si no fuera por lo que sucedió en el pasado?

Esa historia, que fue escrita en Tierra Santa, siempre será imborrable. Todo el universo la conoce profundamente, porque fue una coyuntura única para toda la humanidad.

Hoy sus Ángeles de la Guarda son testigos de este momento, de sentirse merecedores de las Gracias del Padre, aunque el corazón humano siga siendo imperfecto.

Pero hoy estoy como estuve una vez en el Monte de las Bienaventuranzas y desde ese monte sagrado hoy emito Mi Mensaje al mundo entero, como el Cristo que está retornando. Elevando Mis Manos al Cielo y abriendo los universos para que descienda la Gracia Divina, les digo: enmienden sus caminos.

Que sus corazones se curen.

Que sus vidas se rediman por la fuerza del Amor de Dios, que brota incansablemente del Corazón del Hijo.

Ámense mucho más de lo que se aman.

Sosténganse en la fuerza de la hermandad, en la unidad inquebrantable, en la fraternidad inmutable.

Sean embajadores de Mi Paz.

Que sus corazones vivan la eterna gratitud y el esfuerzo incansable por seguirme.

Sean señalados y ungidos por el Espíritu Santo, porque está llegando el tiempo de Mi regreso. Señales habrá en el Cielo, pero señales más profundas habrá en los corazones.

Se sentirán conmovidos por una fuerza mayor que llegará de la Fuente Suprema para hacer de sus corazones, corazones valientes dispuestos a llevar adelante Mis pedidos. Porque en la hora que sean juzgados, Yo los defenderé. En la hora que sean blasfemados, Yo les daré el poder de Mi silencio. En la hora que sean negados, Yo les daré Mi mansedumbre y vivirán cosas más grandes que las que Yo viví y, en esa hora, las reconocerán por ustedes mismos.

Porque si se aman los unos a los otros serán reconocidos como Mis apóstoles, pero si se aman más y viven la verdad, serán reconocidos como Mis pacificadores, porque no habrá miseria que no se resuelva, no habrá desierto que no sea atravesado, no habrá dolor que no sea curado, porque aquel que cree en Mí tendrá vida eterna y sabrá lo que es la vida eterna.

En la hora de su muerte, Yo acudiré y los auxiliaré, y la Ley de Mi Misericordia justificará sus errores y faltas, por todo lo que han vivido aquí Conmigo a través de los años.

Pero hay algo que deberán vivir por Mí, que es lo que Yo viví por ustedes, la soledad. Y en esa hora su fe no podrá ser tibia, porque si creen en Mí, lo superarán.

De las miserias, haré nuevos Cristos; de negadores, haré redimidos; de pecadores, haré bienaventurados.

Confíen en Mí, así como Yo confío en ustedes, así como Yo he confiado en los que Me abandonaron.

Mi Getsemaní, en este tiempo, es diferente. ¿Quién se arriesgará a vivirlo Conmigo?, para que Mi Misericordia pueda seguir salvando almas y redimiendo corazones. Hasta antes de que Yo retorne al mundo deberán tener todo esto presente en sus consciencias, porque lo necesitarán.

Así como hoy los llevo a recordar el compromiso Conmigo, así Yo los hago sucesores de la Obra de Mi Misericordia, así como lo hice con los apóstoles.

Llegará el tiempo en el que su casa y su reposo será el mundo entero, y todo lo que aquí han aprendido, por obra de la Misericordia de Dios, lo llevarán al mundo y lo compartirán fraternalmente con sus hermanos para que ellos sientan Mi Presencia y Mi Palabra. Sus voces cantarán en otros espacios, sus pies caminarán por otros lugares.

El Nuevo Testamento de Su Señor Jesucristo, el testamento de estos tiempos, llegará a las almas de los diferentes continentes, y Yo estaré allí para que vivan todo lo que deban vivir en Mi Nombre.

Infinita ha sigo la Gracia de Dios sobre ustedes.

El tiempo ha llegado. Mi Padre necesita ver a los Nuevos Cristos, no en las apariencias, sino en la propia vida, en la entrega incondicional y en el sacrificio por un solo fin, el triunfo de Mi Amor.

Por esa razón he venido aquí y he fundado esta Congregación para que sea la mediadora, junto con todos los hermanos del mundo que escuchan la Palabra del Señor, y prepare Mi Retorno en los corazones.

Después de siete Sagradas Semanas...

Me quedo en silencio para que no solo escuchen Mis Palabras, sino que las sientan, porque lo más importante para Mí, compañeros, es que sientan lo que Yo siento por ustedes.

Grande es el desafío en el fin de los tiempos. Grande es la aspiración de Nuestro Padre Madre Creador, pero uno es el camino que los hará retornar hacia Mí cuando hayan cumplido lo que Yo necesito, sin nada a cambio, hasta en el mayor vacío.

En estos siete años, Yo los llené de Mi Misericordia, los escuché en sus oraciones, los levanté de sus caídas y siempre, siempre, los renové.

Y así como Yo Me levanté del suelo tres veces después de haberme caído con la Cruz, hoy su cruz puede transformarse por la victoria de Mi Amor y de Mi entrega por el mundo, por la vivencia infinita y absoluta de los Sacramentos, por todos los que oran y adoran.

Es aquí en donde estableceré Mis pilares para Mi Retorno al mundo.

Es tanto lo que tengo para darle a la humanidad que aún Mi Amor no es entendido. Pero Yo los arrebaté, arrebaté sus vidas, corazones y consciencias. Y aún necesito más, porque después de siete años ya no son los mismos.

¿Han visto el milagro de la fe? La fe fue lo que Me llevó hasta la Cruz y fue lo que Me hizo besar la Cruz tres veces, por su rendición, por su misericordia, por su redención.

Mi Sangre aún sigue transfigurando la vida material. Sus vidas, por medio de los Sacramentos, deben ser los nuevos cálices para que Yo pueda entrar y hacerlos parte de Mí, para siempre.

Eso es lo que Me hará retornar al mundo con toda Mi Consciencia y todo Mi Ser. Podrán sentir la Presencia de su Maestro y llegará el momento del gran reencuentro cuando los vea cara a cara.

Vean Mi humilde Rostro iluminado, que se muestra al mundo para que escuchen y sientan el Corazón de Dios.

Yo solo quiero que sean en Mí, para que Yo pueda ser en todo el mundo.

Hoy Me siento descansando en ustedes. Su amor le trae renovación a Mi Espíritu para seguir dando más por la humanidad.

La cura que necesita hoy la humanidad llegará en pocos meses, y a través de este impulso que he dado durante estos ocho días, muchas consciencias cambiarán. La vida de las personas ya no serán las mismas, porque Mi Luz entró en muchos corazones en estos últimos días, y esa Gracia es incalculable.

Por eso, todo lo que puedan hacer por el Plan de Mi Padre es importante, para que la Gracia Suprema pueda descender y obrar. Crean que no son sus vidas las que actúan, sino que es Mi vida la que actúa a través de ustedes.

Rindan lo que aún no han rendido. Rediman lo que aún no han redimido, porque Yo los llamaré para obras mayores, así como los he llamado a través de estos tiempos para esta Obra Mayor.

Y vemos ahora, alrededor de Nuestro Señor, a los doce ángeles encargados de la Justicia Divina, que tienen entre sus manos una llama de luz.

Hoy he traído aquí a los seres angélicos más justos del universo, para que sean testigos de este momento y de este último día de la Sagrada Semana.

Reconozcamos las faltas del mundo y sus faltas, y pidamos la Gracia de la reconciliación y del perdón, hagámoslo internamente.

“Señor, 
Dios de todo el universo,
que has creado la vida
para que todos Te amaran y Te adoraran,
escucha las súplicas de Mis compañeros,
cicatriza las heridas de los corazones,
renueva a los espíritus y a las consciencias
para que, impulsados por Tu Amor y por Tu Gracia,
alcancen algún día la redención”.
 

Por los méritos de la dolorosa y sufrida Pasión de su Maestro y Señor, por los méritos de la Bienaventurada siempre Virgen María y por los méritos de todos los seres servidores de buena voluntad, por la fe y el amor de los consecuentes, por el sacrificio de los incansables, por la caridad de los misioneros para curar el dolor de la humanidad, y bajo la autoridad Divina y Celestial del Padre Eterno, vengo a establecer por los méritos de la Cruz no solo el perdón, la reconciliación y la cura de las almas, sino que también vendré aquí para vivir, con todos los Míos, la octava y última Sagrada Semana.

Rezaré para que las fronteras de las naciones y de los pueblos estén abiertas para que vengan aquí y revivan Conmigo la Pasión de Cristo, como cierre del gran impulso del Hijo de Dios para la humanidad. Amén.

Vamos a prepararnos, en Presencia de Cristo, para esta especial consagración Eucarística, y vamos a invitar a todos nuestros hermanos del mundo que nos escuchan en este momento, en sus diferentes naciones y pueblos, a que se sumerjan en este ejercicio espiritual para poder sellar esta Alianza con Cristo, después de estos impulsos de la Sagrada Semana, y para que juntos, desde ahora, preparemos Su gran y última llegada en el año 2021.

Antes de comenzar esta celebración, en Presencia de Nuestro Señor Jesucristo, vamos a responder a un pedido de Cristo, que los hermanos del coro canten al final de este ejercicio la canción “Cara a cara”, para que se puedan preparar en este momento.

Y nosotros aquí, bañados por esta Gracia que brota del Corazón de Jesús, ofrecemos esta celebración en un profundo acto de agradecimiento por todas las Gracias e impulsos recibidos directamente del Corazón de nuestro Redentor.

Vamos a seguir con el instrumental, por favor.

Así como ofrecemos estos elementos del altar, vamos a ofrecernos a Nuestro Señor, así como Él se ofreció hoy una vez más a nosotros, para que nos haga merecedores de Su Misericordia, y por medio de Su santa fe nos fortalezca para vivir el apostolado de estos tiempos, para llevar Su Palabra, Su Amor y Su Paz al mundo.

Los que podamos, nos colocamos de rodillas para esta consagración.

Antes de Jesús haber sido entregado, en un profundo acto de Amor y de Misericordia por todos Sus compañeros y la humanidad, Él tomó el pan, lo elevó y dio gracias al Padre, pidiéndole profundamente con Su Corazón que fuera convertido en Su Cuerpo. Enseguida, Jesús lo partió y se lo ofreció a Sus compañeros, diciéndoles: “Tomen y coman, porque este es Mi Cuerpo que será entregado por los hombres para el perdón de los pecados”.

Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.

Y una forma de Luz entró en el alma de los apóstoles.

Terminada la Cena tomó el Cáliz y realizando el mismo ejercicio lo ofreció al Padre para que fuera convertido en Su Sangre. Enseguida, se lo ofreció a Sus compañeros, diciéndoles: “Tomen y beban, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la nueva y eterna Alianza, que será derramada por su Señor para la remisión de todas las faltas. Hagan esto en memoria Mía”.

Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.

El Cuerpo y la Sangre de Cristo.

Bienaventurados los que se sirven de este Sacramento.

Padre Nuestro (en español y en inglés).

Que la Paz de Cristo descienda a la Tierra.

Señor,
yo no soy digno de que entres en mi casa,
pero una Palabra Tuya bastará para sanarme.
 Amén.

Anunciamos en este momento la Comunión espiritual de Cristo con todos nuestros hermanos del mundo.

Escuchamos tres campanadas.

Padre Celestial que a todos conduces,
acepta nuestra oferta de entrega a Ti.
Guíanos por el camino del Amor,
para que Tu Voluntad sea hecha.
Amén.

Esto es el comienzo de algo más importante para el mundo. Una nueva historia está siendo escrita y sus vidas están en las Manos de Dios. Son como una pequeña pluma con la cual Él escribe para hacer nuevas todas las cosas.

Agradezco la fidelidad, el amor y el acompañamiento de todos los devotos del mundo en esta Sagrada Semana.

Que la Iglesia Celestial los guarde. Que la Iglesia Celestial los proteja de todo mal. Que la Iglesia Celestial eleve sus consciencias para que algún día, sus vidas y sus corazones se fundan en la Esencia del Amor de Dios, y así se cumpla Su Voluntad.

Con alegría y júbilo, los bendigo. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Les agradezco.

Podemos escuchar la canción que Nuestro Señor solicitó.

Gracias a todos.

Quiénes somos

Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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